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HISTORIA GENERAL DE LA IGLESIA DESDE EL PRINGIPIO DE LA ERA GRISTIANA HASTA NUESTROS DIAS, POR EL Sr. D. J. E. DARRAS, PRESBITERO, CANOSIGO HONONARIO DE AJACCIO, DEL INSTITUTO HISTORICO DE PRASCIA. TRADUCIDA CON AOICIONES Y KOTAS SOBRE LA IGLESIA HISPANO AMERICANA, POR EL Dr. FREY DON PEDRO MARIA DE TORRECILLA , Presbitero, de la Orden de caballeros de Moclesa, antiguo capellan de honor de S.M. C., ete. De la quinta edicion, revista y corregida por ol Autor. TOMO TERCERO. PARIS LIBRERIA DE LUIS VIVES, EDITOR Catle Delambre, 5 1863 HISTORIA GENERAL DE LA IGLESIA. DA RADAR AA AAA AAR AAR AR UA EPOCA QUINTA DESDE SILVESTRE I (19 DE FEBRERO 999) HASTA LA MUERTE DE BONIFACIO VIII (1s DE OCTUBRE DE 1303). CAPITULO PRIMERO. SUMARIO. 1. Pontiricavo ve Sitvestne Il (19 de febrero de 999-42 de mayo de 1003). . Caracter de la época quinta de la Historia de la Iglesia. — 2. Hombres grandes y santos deeste tiempo. — 3. Caracter de Gerherto. — £. Magnanimidad.de Silves— tre IT con Arnulfo, su antiguo competidor en Ja silla de Reims. — Arquitectura gética. — 6. Primera idea de las Cruzadas, é instituctw — 1. Ereccion del reino de Hungria, — 8, san Enrique I, 1 rey de la Germania. —9. Muerte de Silvestre Il. - ZL. Poxmiricavo pe Juan XVIIL(6 de junio de 1003-31 de octubre de 1003). 40. Eleccion y muerte prematura de Juan XVIII. IIL Pontirtcapo ve Juan XIX (19 de marzo de 1004-18 de julio de 1009). * 41, Muerte de san Nilo en la ermita de Grotfa Ferrata. — 12. Martirio de san Abbon de Fleury. — 13. San Adalberon, obispo de Melz. — 44, San Fulerano, obispo de Lodeva. San Fulberto, obispo de Chartres. — 15. Fuleo-Nerra, conde de Anjou, — 16. Guillerno V, duque de Aquitania, — 17. Coleccion dé canones | de Burchardo, obispo de Wormes. — 48. Coleccion de decretales de Isidoro Mer- dy 1 2 SILVESTRE 1 (999-1003), cator. — 19. Abdicacion de Juan XIX. — 20. Invencion de la gama musical por Guido de Arezzo. 8 JV. Powriricano pe Senecio LY (19. de octubre de 1909-13 de julio de 1042). 24. Persecucion contra los Judios en las provincias de la Europa. — 22. Martirio de san Elfego, arzobispo de Cantorbery. — 23. Muerte de Sergio IV. § V. PonTiFicabo DE BeNEDIcTo VIII (20 de julio de 1012-10 de julio de 1024). QA, Cisma en la Iglesia, Rebelion de los Esclavones. — 25, Coronacion de Enrique Il por Benedicto VIII, — 26 Canto del Simbolo adoptado en la lilurgia romanz. Los cuatro Simbolos de la Iglesia. ~ 27. San Menvereo, obispo de Paderborn, — 28. El emperador san Enrique , discipulo del bienaventurado Ricardo de Verdun. — 29. Benedicto VIII liberta Ja Italia de una invasion de Sarracenos. ~ 30 En- trevista del papa‘con el emperador en Bamherga. — 31, Los Griegos arrojados del mediodia de Malia — 32. Concilio Salegunstandiense. — 33. Concilio de Orleans. — 34. San Romualdo funda el érden de los Camaldulenses. ~ 35. Muerte de Benedicto VI y del emperador san Enrique. § 1. PONTIFICADY DE SILVESTRE 1 (19 de febrero de 999-12 de mayo de 1003). 4. La quinta época de la*Historia de la Iglesia contiene el periodo mas brillante de la edad media. Es el tiempo de las obras grandes de nuestras catedrales goticas , de la caballeria y de las cruzadas. El pontificado rompe, en san Gregorio VII, las cadenas que le habia impuesto el despotismo imperial. La gran querella de las investiduras se concluye-a favor del dere- cho, de la civilizacion, de la Iglesia. Los soberanos pontifices son tutores de los reyes, sosten de los imperios , defensores de los pueblos. Hacen admirables progresos todas las institu- ciones cristianas : las 6rdenes religiosas se esparcen por toda la cristiandad como ejércitos innumerables. Multiplicanse las escuelas ; doctores ilustres y santos de una fama universal ilu- minan al siglo y Je rodean de. inmortal brillo, legando 4 Ja posteridad la admiracion do su ingenio, estudio y edificacion de sus virtudes. Reflorece en Occidente la disciplina, reciben las ciencias y letras maravilloso desarrollo. Y aunque es cierto que el gran cisma de Oriente contrista y hiere en lo mas vivo 4 la Iglesia, y hace como un funesto contrapeso 4 triunfo tan glo- rioso, mas las cruzadas por otra parte producen un entusiasmo religioso de tos pueblos hacia el sepulcro de Cristo, fundan un reino en la Palestina y un imperio latino en Constantinopla. CAPETTLO PRIMERO. 8 2. En los principios del siglo xt consuelan 4 la Iglesia en su prolongada esterilidad precedente grandes hombres y grandes santos. El trono imperial de Alemania ve suceder al grande Oton III, san Enrique II y santa Cunegundis : san Estéban, rey de Hungria, se hace el apéstol desu pueblo; san Vladimiro, gran duque de Rusia, imita estos gloriosos reales ejemplos ; Roberto Pio ilustra la Francia con su virtud, y en su santa ancianidad hace olvidar los extravios y escandalos de su juventud. San- cho III el Magno lleva con dignidad el cetro herdico de Na- varra [y san Rosendo en Lugo, y san Froilan en Leon admiran al mundo por su saber, piedad y valor en medio de las criticas circunstancias de la herdica y catélica Espafia. En esta noble nacion se unen tres soberanos, el de Castilla, Aragon y Na~ varra, con santa amistad, y logran que el Sarraceno se encierre dentro de sus estrechos limites, y son como los anuncios del Cid Campeador, de la inmortal batalla de las Navas y del santo rey Don Fernando]. En el episcopado, la Francia admira 4 san Gerardo de Toul, al beato Adalberon de Metz, 4 san Ful- cran de Lodeva, 4 san Gilberto de Meaux, 4 san Thierry de Orleans, san Burcardo de Viena y san Fulberto de Chartres. La Alemania en nada cede la Francia : tiene 4 san Volfango en Ratisbona, 4 san Guebhardo en Constanza, d san Adalherto en Praga, 4san Villigiso en Maguncia, san Libencio en Ham- burgo, 4 san Bernardo y Godardo en Hildesheim, 4 san Vul- podo en Lieja, 4 san Heriberto en Colonia, 4 san Hartwico en Salzburgo , d san Menverco en Paderborn. La Suecia se gloria de san Sigfrido , su obispo y apéstol; san Wilfrido, obispo y miartir. La Noruega posee 4 san Olao, rey y martir. En el 6r- den mondstico san Abbon de Fleury; san Romualdo, fundador de los Camaldulenses, y san Odilon, sucesor de san Mayol en Cluny. * 3. Sobre todos estos personajes grandes y piadosos se eleva la magnifica presencia histérica del papa Silvestre II, el primer Francés que ha tenido la gloria de subir al trono de san Pedro. Gerberto, natural de Aurillac, de oscura familia que le hizo educar por caridad en el monasterio de San Gerodio, debié su 4 siLvesTRE 1 (999-1003). elevacion 4 su solo mérito. La Providencia preparaba por vias trabajosas y ocultas el destino del pontifice que habia de vol- yer 4 levantar la Silla apostdlica 4 la altura 4 que llegé bajo san Gregorio Magno y Nicolés I. El primer papa fué escogida, entre los pescadores de Galilea : tendreios ocasion de ver 4 esta eminente dignidad ilustrada por hombres salidos de hu- mildes condiciones. La Iglesia, en la larga carrera de su des- arrollo, permanece fiel al origen de su divina institucion : y se repara en la flaqueza para confundir las grandezas del mundo. Gerberto, principe de la ciencia, fildsofo, matemitico, musico, arzobispo de Reims y de Ravena, y en fin papa, bajo el nombre de Silvestre IT, resumié en si por su ingenio y des- arrollo, aplicandolos en la vida practica, todos los elementos de progreso que poseia el siglo x1; y fué, como todos los grandes hombres, la personificacion de su época. Es muy grato 4 un histo- riador francés inscribir el nombre de un hijo de nuestra Francia, de un hijo de nuestra piadosa Auvernia, como el de un restaura- dor religioso y social del siglo x1. Maestro del javen emperador Oton III, Gerberto habia adquirido prodigiosa erudicion para su tiempo. La extension de sus conocimientos Je habia hecho el mayor sabio de su tiempo y el mas afamado, aun antes que le hubiese puesto 4 la cabeza del mundo Ja dignidad pontifical. El primero trajo 41a Europa occidental el uso de nimeros ara- bes, que habia aprendido de los Moros en un viaje que hizo 4 Espafia. Construyé para la iglesia de Magdeburgo el primer, reloj de bascula ): sistema que se usd hasta 1650, en que Muyghens sustituy6 el de relojes de péndula 6 balanza. Nom- " brado antes arzobispo de Reims, Gerberto }uch6, con animosi- dad tan viva que la historia no ha podido mends de repren- dérsela, contra el papa mismo por mantenerse en su sila. Los hombres mas grandes han tenido en su carrera’ flacos por donde han pagado su tributo 4 la humanidad. Su competidor, “) Complacian sobre todo 4 Gerberto las ciencias exactas : las habia ido 4 estu- diar 4 le universidad de Cérdoba. Alli, durante muchos aos, adquirié en Ja quimica, mecénica y diverses ramos de matematicas, conocimientos profundos. Se dice que inventd un érgano cuyas teclas movia el vapor. CAPITULO PRIMERO. Be Arnulfo, de la aleurnia de Carlomagno, fué definitivamente puesto en posesion de la silla de Reims por Hugo Capeto, que queria probar la fuerza y popularidad de su dinastia, apo- yando las pretensiones de un miembro de la linea real de Car- lomagno , decaida. Oton II, para indemnizarle, le hizo nom- brar arzobispa de Ravena. Gregorio V aprobo esta traslacion : Gerberto iba subiendo asi los escalones de su soberana poten- cia. En fin, 4 la muerte de Gregorio V, el emperador fij6é sus miradas en el monje de Aurillac para poner en sus manos el gobierno de la Iglesia, y Silvestre II fué elegido papa el 19 de febrero de 999. 4. El primer acto del nuevo papa fué confirmar en la silla metropolitana de Reims 4 Arnulfo, su antiguo competidor, y lo hizo en términos que prueban Ja elevacion de ideas y senti- mientos que llevaba al trono pontifical. « A la Silla apostélica » pertenece , dice el papa , restablecer en sus dignidades 4 los » desposeidos, para guaréar 4 san Pedro el libre poder de atar » y desatar que Je otorgé Jesucristo. Por tanto vos , Arnulfo, » arzobispo de Reims , que en otro tiempo fuisteis ‘depudsto , » creemos deber usar con vos de misericordia : porque como » yuestra deposicion se ha hecho sin consentimiento de Roma, » es menester hacer ver que Roma tiene poder de reparar lo » hecho injustamente. Porque tal es la suprema autoridad » otorgada 4 Pedro y sus sucesores, que no puede equipardr- » sele ninguna grandeza humana. » Nuevoimpulso es dado dla Iglesia : Silvestre II escribe 4 Ios obispos del mundo catélico una enciclica llena de energia, habilidad, prudencia, uncion y humildad , sefialando con rara sagacidad los vicios del tiempo y solicitando su,reforma. Asi anunciaba ya los esfuerzos de un - Gregorio VII. 5. Era llegado el aiio 1000, época terrible y misteriosa en que, por una falsa interpretacion del Apocalipsis, toda la cristian- dad creia llegado el fin del mundo. Silvestre JI tuvo que com- batir estos errores populares; pero fa supersticion pudo mas que todos los raciecinios y exhortaciones. En el ultimo aio del siglo x yacian abandonados intereses y negocios materiales, y 6 siLvEsTRE ut (999-4003). aun hasta las labores del campo. Se legaban las propias tier~ ras y horedades 4 las iglesias, 4 los monasterios , con cuyos @espojos se habian enriquecido tantos barones y avarientos. Cuando llegé el dia fatal, las poblaciones se agolparca en masa 4 las iglesias, basilicas , oratorios y capillas, esperando con ansia el desenlace de la ultima hora del mundo. Pero tocé la hora fatal y pasé como las anteriores, y el fin del mundo, “euya época solo Dios conoce, no retifid todavia (!), El movi- miento religioso , impelido por el terror en la conciencia de los pueblos, se manifests y desarrollé entonces por un nuevo ar- dor general en reconstruir iglesias y edificios sagrados. Des- pues de la invasion de los Barbaros, habia desaparecido la ar- quitectura cristiana como las demés bellas artes en el torbellino de revoluciones que lo arrollaba todo en Ja sociedad europea. Monumentos de un estilo nuevo, y apellidado gético porque habia sido tomado de los Godos de Espafia , se levantaron 4 la vez en todas las ciudades principales del mundo. « El rey Ro- » berio, dice un cronista, tomé con el mayor celo parte en » este gran movimiento religioso : hizo comenzar la iglesia de » Nuestra Sefiora de Paris sobre los escombros de un templo » pagano : » Jos progresos del arte monumental de la edad media datan de esta época. La corriente que arrastraba 4 los dnimos hacia la interpretacion de las profecias dié nacimientd 4 dos herejias diametralmente opuestas. Un fanatico llamado Leotardo, del obispado de Chalons, fundéndose en que el mundo sobrevivia al tiempo que se creia prefijado por el Apo- calipsis, quiso probar que no habia de creerse sino una parte de lo que habian escrito los profetas. En la misma época una cabeza acalorada, Vilgar de Ravena, ensefiaha, al contrario, que era necesario creer cnanto habian dicho los poetas , y que su inspiracion era profética. Estas ilusiones, lanzadas por el mundo en el momento en que todos los dnimos estaban preo- cupados sobre el porvenir, fucron acogidas ciegamente por las (4) En auestras historias y anales no-se trasluce que en Espafia estuviesen los espiritus preocupados de esta suerte ; pues que precisamente en los aiios 998 y 990 se did 4 la guerra y 4 la politica un inmenso impulso. (EI Traductor.) CAPITULO PRIMERO, 7 turbas. Hubo entonces como un alavion de errores que hizo creer 4 muchos que se cumplia la sentencia del Apocalipsis : « Satands quedard suelto despues de mil afios. » Calamidades publicas, pestes, hambres, destemplanzas de estaciones, inun- daciones de rios , hicieron en efecto notable el fin del silo x, y parecian denotar una era de caracter fatidico. 6. Las desventuras de Jerusalen y de toda Ja Palestina, presa del mahometismo soez y feroz, Yamaron entonces Ja atencion de la Europa cristiana. Silvestre Ti fué el primer papa que comprendié la necesidad de armar 4 la cristiandad para rechazar 4 sus mas encarnizados y mortales enemigos. La fe , veanimada en todos los corazones , se sentia hondamente he- rida de dolor 4 la noticia de los desastres de la Tierra Santa, y de Ja humillacion vergonzosa que pesaba sobre los santos lu- gares testigos de nuestra Redencion. A mas de la religion, tan intimamente interesada en este negocio, habia tambien la cuestion de hnmanidad y civilizacion que debia decidirse entre los soldados de Cristo y los seidas del Profeta. Silvestre IT, en una muy celebrada carta dirigida % toda la catolicidad, marca el programa politico que las eruzadas realizaron mas tarde. « El suelo fecundo de Jerusalen , decia, es patria de los » profetas y encierra los monumentos de los patriarcas. Desde » alli partieron los Apéstoles, cual Iuminosos fanales del mun- » do: alli promulgé Cristo sus ordculos. Sw sepulcro, dijeron » los profetas, serd glorioso. Y sin embargo, los inlieles asuelan » los Santos Lugares y hacen de ellos teatro de ignominia. ; Le- » vantaos pues, soldados de Cristu ! enarbolad el estandarte con » espadaen mano, y lo que no pudierais hacer con las armas, ha- » cedlo con vuestros consejos y con ynestros bienes, » Solo los Pisanos correspondieron i este elocuente lamamiento del Pastor supremo, pero su eco resoné de siglo en siglo en Europa. Pa- recia ser destinado Silvestre II i inaugurar en la carrera de su pontificado todas las ideas que mas tarde habian de irse desar- rollando en el seno de la Iglesia. Se le atribuye el primer pen- samiento del Jubileo, este gran convite dirigide 4 los cristianos de hacer una etapa en la vida para restaurarse en e) banquete 8 . siLvestRE 11 (999-1003). de la fe y de Ja caridad y poder continuar su viaje 4 la eterni- dad (1). Despteg6 en el sosten de la supremacia del pontificado la energia que en uno de sus sucesores, Gregorio VII, habia de rayar en heroismo. Conon, obispo de Perusa, alegé preten- siones 4 la abadia de San Pedro, que hasta entonces formaba parte integrante de los Estados de Ja Silla apostélica. El abad habia querido defender los derechos del papa, pero fué arro- jado 4 mano armada de su iglesia y se habian saqueado sus bienes. Silvestre I prosiguié este negocio con vigor, y para juzgarlo junt6 un concilio en el palacio de Letran, donde se condené la pretension de Conon, y la Santa Sede volvié 4 go- zar de su jurisdiccion. 7. El hecho mas ilustre de su pontificado fué la conversion de la Hungria. £1 joven duque Estéban, 4 quien venera como santo la Iglesia, habia sucedido en el gobierno de aquel pais, en 997, 4 su padre Geisa. Inauguré su poder declarando su formal voluntad de ver 4 todo su pueblo abrazar la fe de Cristo. Los que persistieron en la idolatria se rebelaron acau- dillados por algunos magnates. Estéban marché contra ellos y logré completa victoria, y en accion de gracias fund6 una abadia 4 honra de san Martin, el cual era natural de fun- gria. Desde entonces el cuerpo de la nacion se alisté bajo las banderas de Cristo. Predicadores evangélicos derramaron por todo el pueblo Ja palabra de Dios, y para dar mas consistencia y fuerza 4 esta naciente Iglesia, Estéban dividié las tierras de su nueva dominacion en diez obispados, cuya metropoli fué Estrigonia, hoy Gram, sobre el Danubio. Verificados estos plausibles acontecimientos, Estéhan envid 4 Roma Astric, obispo de Colocza, para pedir al papa Silvestre la confirma- cion de estos obispados, y el titulo de rey para el duque Esté- ban (afio 1000). Al saber noticias tan placenteras, el soberano pontifice no pudo contener su jubilo, y como el enviado hun- garo le saludaba con el titulo de apostolico, titulo que enton- ces se daba oficialmente 4 los papas : « Si yo soy el apostdlico, (A) Vida de Silvestre If, por Hock; traducida por el abate Axinger (Prefacio).

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