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ion FERDADED GNTOL! Uf DACION DE LA DOCTRINA CRISTIANA QV, SIGHIESDH LA COSTUME OE LA CASA PROFESS TH BA COMPAS G IE TPAD S DE MENLCO, TOUOS LOS ACEV EA Di x WA ENPLIVADY UN ST ISLESIA ELAR. P.JUAN MARTIVEZ DE LA PARRA, PAOFESU DE LA MiSMA COMPANLA NULLA EDICLIN CORREGIDA CON LICENCIA HE LA AL YORIDAD EXLESIASTICN TOMO I COUPTEMIE LA TOSTRING CRISTIANA MADRIf SATURNINO CALLEJA. EDITOR Calie de Pate: AL LECTOR 0 prevengo excusas 4 mis yerros, ni ade- N lanto razones d preocupar tus piedades: juaga, lector, como quisieres, que nada juzga- rig tan severo que, antes de oir tu voto, no sea mi sentir ese mismo: Nam, e¢ inihi pro- pe semper serving meus displicel. “Aug. de Cath. Rud... £. Palabyas son éstas que, oydndoselas decir al grande Agustino, me han servido siempre de aliento a poder respirar en cl pulpito, ¥ consagrando mi mortifieacién & la obediencia me hacen también, sin haber menester mucha humildad, tener mny a los ojos mi desengaiio; pues si el mayor entendi- miento de la Ilesia confiesa de si que le cos- taba casi siempre vencer sus pro ios desagra~ dos para llegar 4 predicar aquellos sermones que son y serin siempre digna materia de las mayores admiraciones del munda, aquisn pre- de haber tan graduado de soberbio que mani- fieste siempre “estar inuy pagado de sus sermo- nes? Vuelvo d decir que, para desenyatiarse a VitE — en esto, y sca quien fuere, no es menester humildad, sino juicio. Adelanto, pues, con sincera verdad mi voto 4 tu censura, y te con- fieso que cuauto produce mi corte ingenio es tan indebido 4 las prensas que, si por mi fue- ra, no salieva ni aun d mis labios, pues cuan- do 4 ellos sale ha costade 4 mi corazdn las vueltas de la mis terrible prensa. Mas ya que por voluntad, que ni puedo ni debo resistir, sale esta explicacién de la Doctrina cristiana, con cl nombre de Liz de Verdades Catulioes, antes que de ello me culpes, te quicro dar ra- z6n de mis buenos deseos de acertar: Habien- dome encargado la ohediencia este ministerio de explicar la Doctrina, que entre los muchos ¥ mry gloriosos que abraza el Sagrado Ins- tituto de mi Religion para el provecho de las almas, puede con los mayores competir de primero, halléme, al paso que deseoso de cum- plir con mi obligacién, confuso entre la varie- dad de pareceres en la practica y el método de explicarla: unos, de sujetes grandes que me precedieron, y que, con los grandes concur- sos que los seguian, confirmaban el acierto de sus dictimencs con el provecho, gusto y soli- cita atencién de sus oyentes: y otros que, con- tra lo que todos aplaudfan, cabeceaban en sus caprichos, aunque queddndose soles por sin- gulares. Jsto vefa y, no habiendo tenido la dicha de oir d los primeros para imitarlos, y padeciendo Ja desgracia de estar 4 la censura de los que quicren que sus antojadizos pare- -—1x— . ceres sean preceptos, cuando asi no sabia qué sevuir, me hallé por Maestro al que lo es de todos los Doctores, al grande Agustino (que no tengo mayor clogio’ que darle que su num- bre), pues en todo el libro de Caéechisandis rédibus, en que, habiéndole consultado casi las mismas dudas que yo tenia un didcono la- mado Deo Gratias, que tenia 4 su cargo ex- plicar la Doctrina cristiana, le respondié el Santo Doctor en todo aquel libro, dindole re- elas y preceptos tan acertados, como suyos, i que mi yeneracién y mi amor me Ievaron desde luego obediente; y si en todo no lo cum- plo, falta es de ini ignorancia, mas no de mi buen deseo del acierto. Compénese el auditorio de las Doctrinas en esta Casa Profesa de todo género de personas: unos entendidos, subios y aun tambien vene- rables y doctos sacerdotes, que su piedad les mucyve 4 oir lo que ya se saben: y otros ig- norantes y rudos, que su uecesidad los trae a aprender to que iguoran; unos que el oir Jo te- man por entretenimiento piadeso, y atros que el entender lo buscan per pasto necesariv del alma. Esta junta, pues, me ha obligado d tem- perar el estilo de modo que, no si¢udoles & los unos molesto por lo tasco, les sea 4 los otros provechoso por le claro, Pracuro decirlo todo de modo que los unos me entiendan, y no por eso descuido de atender sin afeutacion 4 la pu- reza de las voces que los otros usan. Introduz- co tal vez alguna florecita que comprenda el mx entendido; y tal vez tambien, si es menester, me abato con gusto al barbarismo si echo de ver que le pucde ser 4 un rudo solo de prove- cho: Jdéumn interest, me dice mi gran Maes- tro Agustino, como si estuviera mirando 4 mi anditorio (cap. 15 del libro citado). Wiltem interest, et cum ita dicimus utr pauct adsint, an mutti? Docté, an tnadocti? An et utroque gcnere inigti: arbaire, air ristict: an hi et illt simul, an jopudies er oinni hé- minum génere temperatus sit? Fiert enim nun potest, nisi dliter atque aliter efficiant locitturum, atque dicturem. gQuién no ve, dice el tan discreto como sabio Avustino, que, acomodinduse el predicador al auditorio, de diversa manera ha de hablar con un concurso todo docto que con una turba de oventes todos rudos? Y si de unos y otros se compone el au- ditorio, ahi entrar& la discrecién en atempe- rarse 4 todos; y aun cuando la misma razon no lo dictara asi, bastibame ver que el mismo Agustino, segtin la variedad del auditorio, asi variaba también el estilo. Bien sé, pues, que esto de explicar la Doctrima cristiaua lo die- ron en tomar por una narracion lana, senci- Na, humilde y sin inds cuidado ni artificio que hablar con ¢laridad. Asi es y debia ser, no hay duda, si yo tuviera oyentes ignorantes, rudos y uiflos; mas si, como ya le dicho, me debo alli 4 oyeutes mis avisados, dispensadine, pues que no echardas menos la claridad que Juzgo basta 4 los unos, para que hallen algvin x sainete de noticias més, y para que les entre- tenga 4 los otros la molestia de oir lo que ya se trucn de su casa sabido. Por esto, pues, no excuso el citar d veces las autoridades de la livina Kscritura, Concilios y Padres, por que los que menos aleanzan, aunque no las en- tiendan en latin, repetidas luego en castellano hagan el debido concépto de la eterna firmeza de las verdades catolicas, y conciban una gran- de yeneracién de las tradiciones santas y anti- gruog ritos de la Iglesia nuestra Madre. Dilatome en algunos puntos, porque juzgo lo debo a ja claridad. Abrevio y me citio en otros, porque creo que lo pide la discrecidn: 4 ya porque cl rato de media hora no permite unis siendo en dia de trabajo, precepto que no olvidi la gran prudencia de Agustino: Von te pulo prevceptore indigere, ub cunt oceu- pila sun tempore, vel bua, vel corn, qué de audiunt, Iniviter agas (cap. 7); 6 ya porque, siendo per si clara y repetida lu ma- teria, con decirla Nanamente cumplo con mi obligacién ilustrande & los unos que la igno- ran, y con no inculearla mucho cumplo con mi atencién, no siendo molesto d los otros que la saben: Cram hés, dice el gran Doctor, est Avéviter agendun, e& noi ofliose ireulean- do, qiue norene, sed mudeste perstringento ia ul dicamnus anos cridere, quod jane ne- rertnt iddud (cap. 8); 6 ya porque, aunque tal vez la materia pedfa mas dilacién, seria ésta con cl ricszo de meterme en puntos de — XE delicadezas de escuelas, que no servirian mis que de confundir & les que menos aleanzan, y de hacer vana ostentacién de conocimien- tos. Expliquese ¢] origen de Ja teadividn, de- cldvese la razéu de la verdad, traigase el fun- damento, la comparacién y el ejemplo, dice mi gran Maestro (cap. 6), mas sea esto de modo que uo por eso se haga cuestion intrin- cada la que debe ser clava explicacién, y se meta en dificultades al disenrso vou lo que an- tes se debe facilitar la inteligencia, Sirvan las razones 4 la verdad, como en la joya sirve el oro al diamante, que, para que no le estorbe su brillo, el diestro artifice, ya con el buril lo recorta, 6 ya con cl asperén lo rebaja, de modo que, afiadiéndole gracia al oro que le engasta, deja ostentar 4 la piedra su hermosura. Asi, pues, las razones afirmen con lo precioso el fondo d las verdades, pero sin ahogar con so- bradas sutilezas el hvillo: Nov dainen ste as- seramus has causas, ub relicto navrationis tracts eur nostri. eb lingua dia nobis def- fictlioris Misputationts ercorral, sed ipsa véritas adhiiita valivie quasé auricin sit gemmariwun vrdinent ligans; non tamer ov- namenté serienr ella dmniotleralione pertar- baas. Asi, aun en la explivacion de la Doc - trina, quiere San Austin que ny tin de) todo se descuide el ornate y el alife, que, quien poue por ejemplo la fibrica de una joya, avisa que aun las mds precinsas piedras aumentan sp estimacién con la labor y el artificio. — XD Ksto, pues, y el ver en nuestro siglo tan estragados los gustos, que andan buscando sazones aun al sustento mds necesario de la mejor vida, me he hecho procurar algunas figuras, 6 con ejemplos 6 sucesos hist6ricos, 6 dichos y sentencias de filosofos, y alguna vez, festivos; y porque a la gravedad del pil- pito y de tan sagrada materia no te parezca que desdice tan del todo, repito el precepto de San Agustin, que, para despertar al oyente que ya besteza, da tal vez este medio: Renova- ve oportet illius drimam dicendy aliquid ho- nesta hilavitate conditum, cb aptum rei, que dylar, ved aliquid valde mirandum et sti- pendum (cap. 13). ‘Trazas son todas que bus- ca oficiosa la cavidad para lograr por todos me- dios el provecho. Mas Ja principal duda que al Santo Doctor le propone su didcono Deo Gratias es tam- bién Ja primera que yo en este ejercicio tenia: Clon erhortationenm dliquan. terminata aarratione adhibere debeamus? An priecep- ta sola. yuihus observandis cai idquimur n6- rend, christianan ritain. profectonemnpue retinere (cap. 1). Dudaba, pues, y yo con él, si esto de explicar la Doctrina no habia de ser mds que un proponer sencillamente al enten- dimiento lo que se debe ercer cn los Misterios de nuestra fe, 6 lo que se debe obrar segiin nuestra Santa Ley, sin procurar también mo- ver la voluntad, 6 con la exhortacién a lo bue- no, 6 con la reprension de lo malo. Y, por de- —x1v— cirlo en dos palabras, dudaba si esto debia ser sélo ensefiar. 6 juntamente persuadir. Por- que el ensefiar solo, decia, como se dirige el entendimiento sin procurar excitar los afectos, se dice con frialdad y con frialdad se oye serviria de poco dejar en cl entendimiento iis ideas, sin excitar juntamente la voluntad d| logratlas, debiendo ser nnestra fe practica ¥ ejecutiva de las buenas obras. Knséfale, pues, el pran Doctor que junte la exhortacin a per: suadir lo mismo que ha ensefiado la explica- cién, y asi le pone Inego los ejemplos desi» el capitulo diez y seis hasta el venticinco, en que, poniendole el ceri gratia de una perfec: ta explicacién, la junta con exhortaciones tan eficaces como stuyas. Estas, pues, son las Iuminosas huellas que he procurado seguir. Si en ello lay algo de acierto, es todo debido 4 tal maestro; si ha )a- bido algtin logro en el proveeho de las almas, todo es debido 4 Dios; mas los yerros que hu- biere, esos solos reconozeo por inios. [Teime apegado siempre al librito de ore del Catecis- mo del Padre Jeronimo Ripalda, de nuestra, Compaiiia, asi porque con tan discreta breve-| dad conticne toda la snbstancia de la Doctrina cristiana, como porque, andando en Jag mans de todos, ayuda 4 la memoria de los oyentes para conservar mejor has noticias de la ‘expli- cacién; ¥, segriu su método, me fué forzoss asentar primero los firmes fundamentos y ha- ses de la Doctrina eristiana, que buscande —xv— nuestro ultimo y tinico fin, qne es Dios, nos encamina 4 1!) por las tres virtudes teologales, Ie, Nsperanza y Caridad; y esto es lo que con- tiene la primera parte. in la segunda parte juzgud conveniente proponer la practica de co- vresponder y regular nuestras acciones sobre Ja panta que Ja misma naturaleza propone, procurando en todos la observancia de las le- yes ¥ preceptos del Decdlogo, para concluir en la tercera parte con Ja explicacién de log xautos Sacramentos, Hn todas las tres partes he procurado guardar el mismo método y es- tile. Quiera Dios premiar este mt corto traba- jo.con sdlo el bien de mis préjimes, que ha sido en esto mi fin, pues con el aprovecha- miento de uno sdlo doy por bien empleados todos mis desyelos. El Autor. PLATICA PROEMIAL Y PRINCIFIO A LAS EXDLICACIONES: DE LA DOCIRINA CRISTIANA EN LA CASA PROFESA DE MEJICO Jucves 7 de Abril de 1690. Empezaba Moisés, como yo ahora, la expli- cacion de la Doctrina: él con muy superior es- piritu, pero yo con muy ventajosa materia; porque si él les explicaba 4 los hebreos su Doc- trina judaica, que ya perecié caduca, que ya acahé del todo muerta, yo les explico 4 los ca- tolicos Ly Doctrina cristiana, la Ley toda de vida, toda de santidad, toda de gracia. Crepit- que Moyses eaplanare Legem et dicere. Limpe- 28 Moisés i explicar la Ley, dice el capitulo primero del Deuteronomio, que eso quiere de- cir esta voz tan sefora Leuleroromio, que es lo mismo que segunda Ley: ne porque aqué- llos tuviesen dos Leyes, sino porque la Ley que antes les habia intimade no con tanta che ridad, en este libro se las explica, segin dicen San Agustin y Teodoreto: Meplicatio Legis. ¥ por alentarlos Moisés A que ovesen con cuida- do, con atencidén ¥ con provecho la explicacién de aquella su doctrina: JJirad, les decia, que sta es toda vuestra sabiduria, y con esta ha- 18 DOCTRINA CRISTIANA béis de sobresalir eminentes entre todos los pueblos dela Tierra: Lee est vestra sapientia et intellectus coram. populis. (Deut., ¢. 4. Atendedme, que si aprenddis con mi explica- cién los divinos preceptas, los sagrados ritos y ceremonias cn el culto del verdadero Dios, to- dos esos puchios iddlatras. ignorantes, perdi- dos y ciegos, viendo vuestro saber, diran Ile- nos de admiracion: ¢Qué gente es ésta en que todos son sahios, todos son entendidos, todos son doctos? Gente grande por cierto, gente de importancia la que sahe y entiende cosas tan allas: Ut audientes unizersa precepta hwe di- cant: en populus sapiens, et infelligens gens magna, . Pues ¢con cudnta mas razon, cristianos oyentes mios, hoy puedo yo decir esto misma? jCuauto va de haher mostrado Jlos en aquella antizua Ley 4 los judios, entre innumerables sombras, pequefias Inces ‘de su saber, A haber der raunado Cristo sobre nosotros todos los infi- nites tesoros de su sabiduria, que son los que se conticnen en la Doctrina cristiana! Toda la sabiduria de Dios, que desde he elternidad ha- bia estado escondida cn su seno, toda nos la hizo patente, clara ¥ maniliesta en Jesucristo, de cuyos divinos labios recibimos tan celestial Doctrina. Por eso tocdes los Misterios mas su- blimes y mas soberanos de la Vivinidad, en la Doctrina cristiana se contienen. Todas las ver- dades de las Escrituras, todas sus profecias evelaciones v irus, todas eu la Doetrina cristiana se cilran. ‘Todas las materias sagra: das de la Teologia, sus cuestiones, sus argu nientos, sus disputas, y todos los medios para “PARTE 1. PLATICA PROEMLAL 1 mejorar nuestra vida y para adquirir la eter- na, todos & la Doctrina cristiana se reducen. Todos los sucranientos para conseguir 6 para restaurar la gracia perdida, todos los caminos para adelantar en las virtudes y para llegar hasta lo sumo de la perfeecién, en la Doctrina cristiana se hallan. Y, en fin, todo cuanto pue- de alcanzar la humana sabiduria, y aun la an- gélica, en la Doctrina cristiana se compen- dia. Por cuyas verdades han derramado su sangre y sacrificado sus vidas tan innumera- bles martires. Por cuyos Mistcrios, para expli- carlos y defenderlos, se han fatigado gloriosa- mente tantos sabijos insignes y tantos santos doctores. Y por cuyos verdaderos, firmes y se- guros dogmas han empleado todo su saber en diez y ocho Concilios generales los hombres mis sabios, los mis sautos y los mayores que ha tenido el mundo. j {Oh catélicos! Pues mejor puedo yo deciros: Ulwe est vestra sapientia, ef intellectus coram hapalis. Esta es vuestra sabiduria, sdlo con saber la Doctrina cristiana. jCudnta lastima scr’ no lograrla! Y mas cuando toda esta tan suma subiduria, y tan necesaria, con tanta fa- cilidad puede adquivirse.—¢ Hs posible, Padre, gue saber tanto es muy ficil? —Si.—g Qué tan fdcit?—Yo lo diré: sélo con gastar media hora cada semana en acudir y atender bien 4 la ex- Plicacién de la Doctrina cristiana. gPuede ha- ber cosa mas ficil? Pues atiéudela con cuida- do y continuacién, porque un estudiante, si va un dia al estudio y deja de ir ciento, poco puc- de‘aprender 6 nada. Atiendan, pues, con con- linuacion, y yo les aseguro que 4 poco tiempo 2U DOCTRINA CHRISTIANA e} menestral, sin abrir un libro, y quiza sin saberlo leer, saldré consumado tedlogo, aun- que en romance. [1 mercader, sin cursar cs- cuelas, podra ser catedratico de su mostrador. La pobre anciana, sin entender mas que su costura, podra saber mucho mas que cuanto supicron Aristételes y Platon. El nifio, el criado y cel rudo, sin entender latin, podran aleanzar 4 entender la‘substancia de todo cuanto saben Jos mats preciades de doctos en las escuelas. Y, lo que es mits que todo, aqni, con Jas luces de la Doctrina de Cristo, no sélo alumbrados los entendimientos, sino encendidos también los corazones, verin todos claro, Ilano y patente el camino para ser santos. Y por esto, ajus- tandome a la obligacion de este tan santo mi- nisterio, procuraré cn tode que mi explicaciénu Sea clara, Yana, breve, practica y facil. Todos, pues, necesitan de esta explicacién: con cuanta obligacién, diréle en su lugar. A todos es igualmente provechosa, A grandes y -pequefios, A nobles y plebcyos, & hombres y mujeres, 4 amos y criados. A los unos para que aprendan lo que no saben; & los otros para que observen lo que no advierten; y 4 todos para que adquiriendo noticias, 6 para que re- cordando memorias, ajusten la vida & la ley de cristianos. Dos cosas, dice David, hace la explicacién de la Doctrina: alumbra y da en- tencdimiento @ los pequeituclos: Declaratia ser- monun tuoram ildminat, et intelleetum dal pdventis, Atumbra y da entendimiento; son dos cosas mily distintas; y es, que & los que ya ‘licnen entendimiento, A las personas capaces ¥ entendidas, & éstas Ia explicacién de la Doc-

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