LA INTENCIONALIDAD ONTOLÓGICA El núcleo de identidad personal no es una entidad estática y aislada en la interioridad de cada persona. Al contrario, es dinámica, expansiva y abierta hacia todo lo demás. Esta propiedad del núcleo de identidad personal queda resumida en la palabra INTENCIONALIDAD. La raíz etimológica de esta palabra es in-tendere, que significa estar tendido hacia. Así queda expresado el significado de esta propiedad: estar volcado, proyectado o arrojado hacia afuera. El núcleo de identidad personal puede concebirse como CONCIENCIA. Esto facilita la comprensión de la intencionalidad, pues la fenomenología de HUSSERL ha explicado con detalle la intencionalidad de la conciencia. Siguiendo de cerca esas descripciones podemos decir lo siguiente: La intencionalidad de la conciencia es la propiedad de ésta por la cual se encuentra enfocada hacia un objeto. Hemos visto que, en el caso de la vivencia de la conciencia pura, en forma excepcional, la conciencia carece de objeto y sólo se capta a ella misma. Este fenómeno no es lo ordinario en la vida, la conciencia de sí misma suele perderse ante la captación de los objetos que nos rodean. La gente se enfrasca en la captación de las cosas y rara vez se percibe a sí misma. Inclusive, da la impresión de que la conciencia de sí mismo es un fenómeno raro y evasivo. Mucha gente elude este encuentro consigo misma, y siente ansiedad si no' está en contacto con algún objeto perceptible, aunque sea la música de su radio, o la voz del amigo por el teléfono, o la lectura de una revista amena. En este momento podemos describir un fenómeno corriente, que podemos llamar identificación y consiste en que el sujeto se enfoca completamente en los objetos de su alrededor, se absorbe en ellos, y pierde todo contacto consigo mismo. El fenómeno de la identificación es la pérdida de la propia conciencia ilimitada.
El propio ser se identifica
con el mundo u horizonte limitado que se percibe. De la ilimitación se ha pasado a la limitación, lo cual es la esencia de la mutilación o alienación humana. La autenticidad consiste, entonces, en la vivencia de lo ilimitado que no es sofocada por la vivencia de lo limitado. No se siente identificado con los objetos que están a su alrededor, sino que los capta y trata dentro de una perspectiva donde puede ser autónomo frente a ellos. Esta es la libertad ontológica. Por lo pronto lo que interesa es la intencionalidad o hecho primario de la conciencia que está apuntando hacia horizontes amplios dentro del mundo que vive. Para entender mejor la amplitud de la intencionalidad humana, podemos describirla en función del ser o existencia del hombre; ya no tanto en función de la conciencia. Inspirados en algunas ideas de Heidegger podemos decir que la existencia humana consiste en un ex-sistere, es decir, un estar fuera de sí mismo. También de acuerdo con Heidegger, el ser humano es comparable al término sorge, o cuidar. Nuestro ser consiste en cuidar las cosas, o sea, atenderlas, tener una solicitud hacia ellas. La intencionalidad de la conciencia podría parecer como un fenómeno puramente cognoscitivo, que afecta exclusivamente a los sentidos y a la inteligencia. Pero la intencionalidad es una propiedad del ser humano, y por tanto, afecta a todos sus estratos y facultades. El modo de ser del hombre es intencional; es decir, lanzado hacia el mundo. También podemos distinguir un tercer tipo de intencionalidad, como es la de los pensamientos. Los pensamientos existen en la mente con una existencia intencional, lo cual significa que el modo de ser de ellos es un apuntar hacia objetos diferentes de los pensamientos. La vivencia de la intencionalidad ontológica produce con el tiempo un horizonte consciente de objetos interrelacionados. Este es “El mundo de esa persona”. El hombre es ser en el mundo, y de tal manera es el mundo algo significativo para cada persona. La intencionalidad expande los horizontes de ese mundo de un modo natural. Crecer y evolucionar es la impronta de cada cosa en el universo, y de esto no se salva ni el ser humano. Es un hecho curioso que este dinamismo de la intencionalidad ontológica no haya sido el aliado natural de la educación del ser humano, sino que en diferentes ocasiones haya sido reprimido y sofocado. Una de las funciones de la educación consiste en restituir este dinamismo en los educandos que han sufrido su inicua represión por los sistemas educativos alienantes. ACTIVIDAD Elabora un mapa mental explicando el tema y mostrando tus horizontes de intencionalidad. LA CONCIENCIA TRASCENDENTAL La expansión de la conciencia tiende hacia lo ilimitado; éste es el fenómeno de la trascendencia. Trascender significa ir más allá, traspasar los límites normales. Es un paso a un nivel superior en donde los límites anteriores ya no ejercen sus efectos propios. Los ejemplos más sencillos de trascendencia ocurren en el conocimiento intelectual con base en conceptos. El concepto trasciende a la imagen, por ejemplo, el concepto padre ya no se identifica con la imagen de mi padre, pues contiene en forma universal las características esenciales de todo padre. De la misma manera, la conciencia humana puede trascender el conocimiento conceptual. El conocimiento de esta persona es superior al conocimiento expresable en conceptos. Los artistas; los creadores y, en general toda persona que amplía su horizonte de significatividad ha tenido la vivencia de una inteligibilidad no expresable en forma adecuada por medio de palabras y conceptos. La conciencia dejada a su propia tendencia natural capta lo ilimitado, es conciencia trascendental. En otras palabras, el funcionamiento cotidiano del ser humano se realiza dentro de límites muy conocidos. Sin embargo, mantiene siempre la virtualidad, no desarrollada, de captar y vivir el horizonte de lo ilimitado. El hombre trasciende en el momento en que alcanza las condiciones de posibilidad de todo cuanto existe. Kant Podemos decir que la trascendencia consiste en tomar conciencia de nuestra inserción en lo Absoluto. Hegel Trascender, por lo tanto, es dejar de una manera más plena esa actividad del Absoluto en su propia y natural orientación. La Filosofía oriental (en especial el budismo zen) sostiene la inexistencia del ego, ya que se trata de una falacia que nos impide la normal conciencia de lo ilimitado del horizonte dentro del cual conocemos y actuamos. La Filosofía de Teilhard de Chardin también nos da una idea de la trascendencia: “toda la realidad es pura conciencia, esa conciencia irá tomando unidad hasta que llegue al punto omega, desde el cual todo el universo adquirirá la unidad que siempre ha poseído. La terminología de Jaspers también nos habla de este fenómeno de la trascendencia. Allí se maneja el término "lo envolvente". Por último, la mística cristiana, desde San Pablo hasta San Juan de la Cruz y Sta. Teresa de Jesús, es un testimonio elocuente de una visión grandiosa, dentro de la cual, cada persona ocupa un puesto limitado y particular, pero que puede abrirse hacia una participación consciente del horizonte ilimitado dentro del cual se mueve. Trascender, en. definitiva, consiste en captar et horizonte ilimitado de tipo ontológico, siempre real, que envuelve al ser humano. Cuando una persona es capaz de captar ese horizonte y no perderlo de vista aun en medio de la captación de las cosas limitadas que lo rodean, entonces adquiere el puesto real que le corresponde en el cosmos con la perspectiva amplia que le posibilita la solución de sus problemas y la consecución de su felicidad. ACTIVIDAD Elabora un cuestionario de 20 preguntas sobre el tema. EL ORIGEN DE LAS EMOCIONES Y DE LAS PASIONES. La civilización occidental tiende a rechazar las emociones y las pasiones como si fueran algo malo. El más claro opositor es el estoicismo, que de plano declara a las pasiones con signo negativo. El ideal de la persona, de acuerdo con esa postura, es la racionalidad serena, firme, imperturbable. La racionalidad y su exageración caracterizaron al siglo XVIII. En cambio, el siglo XIX estuvo caracterizado por el romanticismo, cuya idea central está en el énfasis otorgado a esa fuerza de pasión del ser humano, que tiende hacia lo infinito. Las dos posturas son una exageración cuando tratan de ocultar o despreciar al contrario. El romanticismo degenera en sentimentalismo color de rosa, melancolía inutilizante y suicidio absurdo. El racionalismo también exagera por su parte, pues la razón parece la límpida luz que ilumina cuanto rincón pueda contener el mundo. El más importante error del racionalismo es su postura de rechazo contra las pasiones y las emociones. Son intrusas en la vida humana, pertenecen a un nivel inferior, el animal, y, por tanto, no tienen cabida en los niveles de autenticidad y superioridad humana. La pregunta básica sería la siguiente: ¿En dónde se originan las emociones y las pasiones? ¿Qué tiene que ver el yo con ese origen? En el terreno del Derecho, es que las pasiones son un atenuante de los crímenes, y no deben ser imputables al sujeto, y, por tanto, su responsabilidad disminuye cuando el acto que se juzga ha sido ejecutado en medio de una fuerte emoción o pasión. En realidad, las pasiones y las emociones tienen su origen en el fundo mismo del sujeto, y, por tanto, lejos de pretender su irresponsabilidad sobre, ellas, el tema de la educación. en uno de sus puntos más Importantes, debiera ser el aprendizaje del manejo de las emociones y cómo responsabilizarse de ellas. La idea de que las emociones no provienen del mismo sujeto es uno de los obstáculos más fuertes para empezar a responsabilizars e de ellas. Las emociones suelen ir en contra de la imagen del propio yo, y, por tanto, el sujeto siente amenazador a la aparición de ellas. Lo paradójico de todo esto es que los mecanismos de defensa no defienden al sujeto, sino a su autoconcepto en contra del propio yo.
Liberar la emoción significa un deterioro
para la autoimagen que suele tener la gente en este tiempo. Cuando una persona llega a comprender que estos mecanismos de defensa, barreras y artificios para mantener la propia imagen deterioran el funcionamiento y desarrollo del yo auténtico, entonces empieza la etapa de saneamiento. Sólo una ética puritana puede juzgar que toda expresión de emociones es una degradación humana. Pero también, sólo una ética infantil puede sostener que toda expresión emocional es correcta. Una de las bases de la educación sería la correcta formación del autoconcepto. El restablecimiento de una persona que ha vivido bajo la esclavitud de un autoconcepto degradante comienza cuando se convence de que él mismo puede llegar a modificar ese autoconcepto. Lo primero que tiene que hacer ese sujeto es "darse permiso" para obtener dichos logros. Habría que estudiar, pues, cuáles son las razones para fundamentar esa proposición de la interioridad de las pasiones. Si el origen de las pasiones está en el propio inconsciente, se ve lógico que el hombre no se percate normalmente de ese origen. Siente la pasión cuando ya ha sido puesta en marcha y tan sólo se experimenta su impacto. que puede llegar a ser abrumador e inclusive, completamente contrario a las expectativas que espera respecto a su propia conducta. La razón más fuerte para aceptar esta tesis es la intencionalidad que ya hemos estudiado. Las pasiones coinciden con la intencionalidad ontológica. Todo lo que hemos dicho acerca de la intencionalidad, su dinamismo y su carácter constitutivo del ser humano puede aplicarse ahora al tema de las pasiones y las emociones. En efecto, en las pasiones se capta una energía dirigida hacia un objeto. Puede variar desde la tristeza hasta la magnanimidad, desde el odio hasta el heroísmo, desde el aburrimiento hasta el entusiasmo abrumador. En todas ellas se capta el dinamismo y el objeto al cual se dirigen. El segundo argumento en favor de esta tesis consiste en la distinción de una pasión originante que es el amor. En efecto, la intencionalidad puede captarse con facilidad asimilada con la pasión del amor. La dificultad reside en la identificación de pasiones como la vergüenza, la envidia, la ira, y demás energías que han sido catalogadas como malas. ¿En realidad son malas la tristeza, la vergüenza, la ira, la envidia? El odio es la expresión espontánea del yo que desea el apartamiento o la nulificación del otro, la rabia expresa la frustración del yo ante ciertos objetivos propuestos o el pisoteo de su propia dignidad. El miedo expresa el deseo de alejarse de algo que se considera amenazante. Así pues, cuando se capta la forma de amenaza, surge la pasión que toma la forma de miedo. Cuando se capta la forma de indigno y negativo, surge la pasión en forma de odio. Estamos aquí frente a una de las tesis más importantes acerca del ser humano. La pasión original es el amor. Las demás pasiones surgen como sustituto del amor, cuando la forma presentada por la razón significa algo diferente a armonía, unidad, semejanza. ¿Cómo se transforma el amor en las demás pasiones? La respuesta estriba en lo siguiente: El núcleo de identidad personal posee una fuerza expansiva que hemos llamado intencionalidad. Normalmente esta fuerza es positiva, bienhechora, feliz. Sin embargo, existen circunstancias que pueden reprimirla o, al menos, estorbar su libre ejercicio y expresión. En estos casos, cuando la fuerza original ha sido perturbada desde fuera, surge un sustituto que ya no es tan benéfico y que toma formas diferentes de acuerdo con los obstáculos previos y las circunstancias completas de la persona. De esta manera, el tipo de emoción o pasión que surja es una expresión de cómo se sitúa la persona en medio de las circunstancias actuales.
La pasión es, pues, expresa de un modo
espontáneo cómo experimenta el sujeto la serie de circunstancias que lo afectan. ACTIVIDAD Escribe un ensayo con el título. “INTENCIONALIDAD, TRASCENDENCIA Y AMOR EN MI VIDA” Una cuartilla mínimo Escrito en Word Formato APA Estructura IDC