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Este documento describe la comunicación interpersonal como una experiencia íntima entre dos personas que involucra vibraciones emocionales como la amistad, el afecto o el amor. Se produce un relajamiento y compenetración entre las personas que comparten la experiencia. El conocimiento del otro conduce a un autoconocimiento más profundo ya que reconocer la calidad de la otra persona hace crecer la propia. Esta intimidad interpersonal forma la base para el desarrollo de una auténtica comunidad basada en lazos afectivos más que jurídicos.
Este documento describe la comunicación interpersonal como una experiencia íntima entre dos personas que involucra vibraciones emocionales como la amistad, el afecto o el amor. Se produce un relajamiento y compenetración entre las personas que comparten la experiencia. El conocimiento del otro conduce a un autoconocimiento más profundo ya que reconocer la calidad de la otra persona hace crecer la propia. Esta intimidad interpersonal forma la base para el desarrollo de una auténtica comunidad basada en lazos afectivos más que jurídicos.
Este documento describe la comunicación interpersonal como una experiencia íntima entre dos personas que involucra vibraciones emocionales como la amistad, el afecto o el amor. Se produce un relajamiento y compenetración entre las personas que comparten la experiencia. El conocimiento del otro conduce a un autoconocimiento más profundo ya que reconocer la calidad de la otra persona hace crecer la propia. Esta intimidad interpersonal forma la base para el desarrollo de una auténtica comunidad basada en lazos afectivos más que jurídicos.
Las características que describen a la experiencia estética
podrían trasladarse ahora para explicar la experiencia íntima de comunicación interpersonal. La superioridad de ésta es obvia, pues ahora se trata de dos personas, y no de un objeto inanimado. La vibración emocional es típica, y tiene varios nombres y grados; puede ser una simple amistad, puede ser afecto, cariño o amor. Puede ser la empatía, o acto de ponerse en los zapatos del otro, tratar de comprender las cosas desde el punto de vista y con las categorías del otro. También se da un cierto relajamiento o ausencia de tensión. Se produce en un ambiente flexible, cálido, casi sin palabras ni esfuerzo intelectual alguno. Se comparte una vivencia y se constata una compenetración de ambas personas. El conocimiento de estratos profundos de la otra persona le da al conocedor la posibilidad de un conocimiento más profundo de sí mismo. Cuanto mejor se reconoce la calidad de persona del otro, más crece la calidad de persona de uno. Y también se podría decir al revés: cuanto más inerte es una personalidad, más fácilmente sabe reconocer en los demás su propia calidad de persona y más crece esa persona. Este autoconocimiento, facilitado gracias al conocimiento del otro, es la forma peculiar del conocimiento por connaturalidad, que ya explicamos más arriba y que también se da en la experiencia de intimidad interpersonal. Aquí podemos aludir al concepto de nosotros de Gabriel Marcel. Según este autor, el yo y el tú son abstracciones; lo que existe verdaderamente es el nosotros, aun cuando no lo percibamos. El yo y el, tú son como desgajamientos del nosotros, El yo y el tú adquieren su verdadera dimensión cuando viven el nosotros. Existir auténticamente es coexistir. Este nosotros, forma un substratum ontológico que da vida a cada persona. Esto significa que hay un estrato de ser, donde viven ras personas, donde se hacen presentes, donde se comunican íntimamente, aun cuando en la mayor parte del tiempo no seamos conscientes de él. La experiencia de intimidad interpersonal nos da acceso a un yo más profundo, que se abre al otro yo en ese substratum ontológico que es el nosotros. En este sentido, la intimidad interpersonal nos conduce, no al exterior, sino al interior más valioso y recóndito de nuestra propia personalidad. Esta experiencia de intimidad interpersonal es la base de la formación de una comunidad. Aquí hay que distinguir entre sociedad y comunidad (Cfr. Max Weber). Sociedad es el conjunto de hombres ligados por lazos jurídicos. Comunidad es ese mismo conjunto de hombres donde se dan lazos de afectividad. La experiencia descrita más arriba es la que conduce a una auténtica comunidad. A la educación corresponde, una vez más, el fomento de este estilo de comunicación entre personas. Posteriormente, cuando tratemos el tema que se refiere a la comunicación del hombre, abordaremos este asunto en forma más directa.