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PARADOJAS DE LA POSICIÓN ADULTA EN PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD

Liliana Berenstein

"La violencia de su crimen nos permite medir la


atrocidad del crimen invisible de que eran víctimas".
Simone de Beauvoir

Este texto surge de las inquietudes, interpelaciones y permanentes reflexiones a las que
nos ha convocado y nos sigue convocando el trabajo de educación en la cárcel articulado
con la experiencia de Voluntariado Universitario del Proyecto “Alfabetizar para la libertad”
llevado a cabo en la Universidad Nacional de San Martín.
Esta experiencia se viene realizando desde el año 2009 en el Complejo Penitenciario de
Gral San Martín, ubicado en el cono urbano Bonaerense, más precisamente en José León
Suárez, una zona en la que habita un gran número de población que vive en condiciones
de marginalidad y con grandes carencias socio- económicas.
Aclarado esto, me referiré de la educación de los adultos que por diferentes motivos,
económicos , sociales , afectivos no han podido acceder a la educación escolar cuando
eran niños o adolescentes, hacemos un forzamiento en esta clasificación ya que
entendemos el desarrollo del sujeto no desde un aspecto cronológico sino desde su
posicionamiento en relación a los trabajos psíquicos que transita.
Si consideramos al adulto como un sujeto que se enfrenta a situaciones de encuentro
para lo cual debe realizar un trabajo psíquico que le llevará a la producción de huellas
entenderemos la posibilidad de aprender de dicho sujeto más allá del momento vital del
que se encuentre.
La situación de encuentro así como la define Piera Aulagnier (1993) es el fatum del
hombre, lo inexorable, es la confrontación de la experiencia , discurso o realidad que se
anticipa a las posibilidades de respuesta del sujeto y obligan a un trabajo psíquico que le
permitirá dar respuesta a la situación de encuentro por la que está atravesando, esto
implica un gasto de energía,un esfuerzo de complejización dando cuenta de un sujeto
activo que busca las respuestas que no tenía de antemano a la situación de encuentro
que a modo anticipatorio se le ha enfrentado.(Prol,G.2010)
Este trabajo psíquico produce huellas, marcas que a modo de como lo define Derridá
(1997) serán el elemento subjetivante y singular de cada sujeto, poniendo además en
relación el pasado, momento en que la huella se produce y el presente con aquello que de
la huella que permanece.
EL ADULTO

Pero cómo definimos al adulto?. Por ejemplo, en la especie animal el adulto es quien está
en condiciones de reproducir. Durante mucho tiempo la biología ha determinado con su
filosofía positivista la concepción de adulto, marcando indicadores objetivos con los que
se movieron las ciencias particulares aliados al concepto de evolución , desarrollo
prefijado y predecible.(Menin,O 1993). Con el concepto de evolución se incorporan los
conceptos de crecimiento desarrollo y maduración. El adulto como diferente al niño y al
anciano.
El abordaje de la adultez se ha hecho a través del tiempo desde diversos paradigmas,ser
adulto es un problema eminentemente sociocultural ( Menin O 1993)
Consideramos adulto al sujeto cuya situación de encuentro es la autonomía y la
independencia, su trabajo psíquico amar y trabajar en libertad y sus huellas, entre otras, la
maternidad/paternidad, el ejercicio de la sexualidad adulta y la realización laboral ( Prol,G
2010).

EDUCACIÓN DE ADULTOS

En la década de 1960 se produjeron fenómenos sociales, políticos, religiosos y culturales


que incidieron notablemente en el desarrollo de una corriente de la educación de jóvenes
y adultos conocida como Educación Popular (EP) La EP nace en el marco de procesos
políticos liberadores – gobiernos revolucionarios o procesos populares de resistencia a
los poderes constituidos - y en una relación de antagonismo con las concepciones y
prácticas que hasta entonces regían en las políticas educativas en general y
específicamente en lo que se venía realizando en la educación de adultos.(Finnegan,F
2009)
La característica fundamental de las políticas educativas anteriores al surgimiento de las
nuevas concepciones orientadas a la educación de adultos fue la reproducción de las
características de escolarización infantil, no estando acordes a las necesidades de estas
poblaciones de personas adultas portadoras de saberes, con pertenencias culturales y
experiencias vitales que no eran correspondidas en dichas prácticas educativas
En la educación en general y específicamente de adultos consideramos esencial tener en
cuenta la singularidad de la población a la que va dirigida, sus deseos, su pertenencia
cultural, Freire precursor de esta postura pedagógica enmarcada en los postulados de la
EP plantea la enseñanza como dialógica, participativa y problematizadora.
Dialógica porque plantea justamente un espacio de comunicación e intercambio entre el
que enseña y aprende, siendo el que enseña en ese diálogo también el que aprende y
viceversa. Freire parte de que todo sujeto tiene un saber “ nadie ignora todo y nadie sabe
todo” (Freire,P 2009 pag. 99)
Participativa ya que propone una clase activa cuya temática se desprenda de los
intereses de los alumnos y estimula que cada alumno exprese sus opiniones,
sentimientos, sus problemáticas vitales.
Problematizadora ya que estimula una posición crítica. Aprender no es repetir lo que el
otro dice sino tener una actitud crítica de la realidad, posicionarse como protagonista de
la misma teniendo una mirada creativa frente a los acontecimientos de la vida cotidiana,
en una búsqueda activa de las soluciones para que verdaderamente sea el espacio
educativo un espacio de liberación y no un lugar donde se repite lo que el otro dice
sumisamente.
El adulto es un sujeto de aprendizaje que tiene ideas y pensamientos desarrollados con
respecto a lo simbólico, a la representación de la palabra escrita, a su uso comunicacional
y que seguramente ha ensayado alguna forma de interpretación.
En muchos casos se trata de personas con baja autoestima en lo que se refiere a su
relación con el conocimiento. Todo esto requiere de una pedagogía propia que fortalezca
la autonomía creciente de los sujetos, el trabajo colectivo y solidario, la toma de
decisiones y el pensamiento crítico (Martínez Santiago, R. 2007).
Paulo Freire (1992) plantea que la educación debe comenzar por la superación de la
contradicción educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos, de tal
manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos .
Partiendo del rechazo al carácter “bancario” de la educación escolar, en la cual el docente
“deposita” el conocimiento en los estudiantes. Esta relación dialógica implica una
reconceptualización de los roles del docente y el sujeto de la educación, quienes, en el
marco de una relación simétrica, construyen colectivamente el conocimiento y se
construyen mutuamente.
El cuestionamiento realizado por Freire al vínculo pedagógico no implica solamente una
reformulación de la relación entre educador y educando sino también de la relación con el
conocimiento. El punto de partida del proceso de enseñanza no es una selección de
contenidos realizada previamente por el docente sino que se parte de la práctica social de
los participantes en el proceso educativo. Asimismo, la lectura y la escritura no son
conceptualizadas desde un punto de vista instrumental sino entendidas como un proceso
de transformación de la realidad mediante una apropiación crítica de la palabra leída y
escrita.
Los sujetos van estructurando su identidad en la interacción con el contexto cultural y el
acceso a la palabra escrita les abre un mundo diferente, posibilitando nuevas
apropiaciones que van impactando en su subjetividad.

LA EDUCACIÓN EN CONTEXTOS DE ENCIERRO

La psicología cultural intenta dar respuesta a la pregunta de cómo afecta la cultura el


comportamiento de los sujetos. El análisis de la conducta en referencia a un contexto nos
proporciona una mirada hacia la construcción de identidad. (Rosa, A. 2000). En este
sentido, los sujetos que intervienen en los espacios educativos dentro de la cárcel, sólo
pueden ser comprendidos teniendo en cuenta la situación y el contexto de encierro
carcelario.
La modalidad de organización de las cárceles responde a lo que Goffman (1984)
denomina "instituciones totales o cerradas" cuyo fin es el control de los sujetos, el cual se
logra mediante la homogeneización, la masificación, la clasificación y el despojo de sus
derechos, incluso el de la educación que en su mayoría es considerada como un beneficio
y no como un derecho.
Estas condiciones también reproducen los principios que Michel Foucault (2008) refiere
con respecto a la genealogía de las cárceles desde una perspectiva de las relaciones de
poder: la unión del aparato disciplinario con el aparato pedagógico en función de "corregir
al delincuente", instalándose así la concepción de "tratamiento". Esta concepción se
vincula con un enfoque en el que el sujeto alojado en la cárcel es concebido como alguien
anormal, que porta una patología a tratar. Desde el siglo XVIII hasta hoy, estos principios
se han mantenido como matriz organizadora de los establecimientos penales. “El hombre
descubierto en el “criminal” se convertirá en objeto de una serie de ciencias y prácticas de
la intervención penal en tanto objeto que se pretende corregir y transformar (Foucault,
M,1978).
En la escena educativa dentro de la cárcel se produce una combinación de dos
instancias institucionales, la penitenciaria y la escolar, siendo la primera la que condiciona
a la segunda. En esta situación educativa se juega entonces, no sólo lo pedagógico y
didáctico sino también cuestiones de poder entre ambas instituciones, que obstaculizan la
práctica educativa (Blazich,G.2007). Esta coyuntura supone que las actividades
educativas en el contexto de encierro carcelario se desarrollan dentro de tensiones no
sólo por la singularidad de la población a quienes van dirigidas sino también por el
contexto carcelario en el que priman cuestiones de seguridad disciplinaria.
Los estudiantes en privación de la libertad encuentran, muchas veces, en su práctica
educativa dificultades como el que no sea respetado el horario en que deben ser llevados
a estudiar, la interrupción de sus estudios por traslados a otras unidades carcelarias, las
ausencias a las clases por castigos, etc.
Ahora bien, a pesar de que la privación de la libertad es uno de los dolores más profundos
del ser humano, suelen aparecer, en esta situación, sentimientos de amistad, solidaridad y
esperanza de nuevos modos de inserción social y laboral, no sólo proyectándose a
futuro, con otros recursos y posibilidades una vez en libertad ,sino también incidiendo en
la posibilidad de transitar con mejores posibilidades la vida carcelaria.
En este sentido, es de esperar que el espacio educativo sea un lugar donde se
establezcan vínculos de confianza, de intercambio, de reflexión de situaciones vitales y
de la problemática del encierro ya que en general los sujetos en este contexto, no
disponen de oportunidades donde esto pueda acontecer, sino que por el contrario, están
subsumidos en la soledad de lo que implica estar en prisión. Se apuesta que el espacio
educativo intervenga en la recuperación de las personas como sujetos de derecho y
promueva su desarrollo personal reduciendo su vulnerabilidad y mejorando su posición
subjetiva.
Juntamente y aquí la paradoja de estos estudiantes que se posicionan en un lugar de
aquel perdido en su infancia ya que la mayoría no ha ido a la escuela o ha llegado tan
sólo a tercer grado.
Aparecen necesarios ciertos rituales que den cuenta de un pasaje por el cual no han
podido transitar y pareciera que está pendiente. En el espacio de alfabetización es
conmovedor ver cómo cuidan sus cuadernos, cómo piden lápices de colores para que
sus tareas queden “mejor y más lindas” tal cual decía uno de los que cursaba
alfabetización. Demandan las correcciones por parte de sus maestros y las notas de las
evaluaciones para mostrar a su familia y ser reconocidos en una búsqueda de una nueva
identidad de estudiantes. Así Diego, un muchacho de alfabetización, mientras se
desarrollaba una clase pidió la palabra y dijo_ “ yo acá no me siento preso, me siento
alumno”.

Ser adulto en el encierro

En los penales se encuentran alojados sujetos mayores de 18 años considerados


adultos por el sistema penitenciario teniendo en cuenta su edad cronológica.
Pero cómo posicionarse adultos en este sistema carcelario?.
Al ingresar a la cárcel los sujetos son despojados de sus pertenencias, de su documento
de identidad y hasta de su nombre ya que ni bien entran es frecuente que sean llamados
por apodos, o bien ellos mismos se van nombrando de diferentes maneras de acuerdo a
quién es el interlocutor y las circunstancias, es así como uno de los muchachos dice
llamarse Juan para sus compañeros de pabellón y Luis para nuestro grupo de trabajo de
la universidad. Seguramente cada modo de nombrarse conlleva una búsqueda, la
represenatción simbólica de su identidad, de su posición subjetiva.
Las personas alojadas en el penal son sometidas a una disciplina y un funcionamiento
masificado, deben responder a las normas impuestas por el servicio penitenciario,
vigilados por los guardias quienes determinan quiénes son los que no responden a
dichas normas y castigan. (Goffman,E 1984). Tienen determinado a qué hora deben
levantarse, por dónde pueden desplazarse, en qué momento pueden salir de su celda, a
qué hora que deben volver a estar encerrados en ella, etc. Siempre en companía de las
mismas personas, sin momentos de intimidad. Ellos mismos aluden que allí dentro son
como “chicos” ya que no disponen de los más elementales signos de autonomía con la
consecuente difícil situación de no poder posicionarse como adultos.
La ideología que prima es que el preso debe “reeducarse” debe obedecer a las normas
establecidas muchas veces arbitrariamnete interpretadas por quienes la imparten.
Atentando al cuerpo, gestando “cuerpos dóciles” que tan bien describe Foucault (2008)
cuerpos acallados, castigados, ultrajados, que van “amoldando” a los sujetos a que
obedezcan las normas masivamente estalecidas. En general cuando los sujetos privados
de libertad plantean sus necesidades o reclaman sus derechos son sacionados y
enviados a “los buzones “ que son cuartos muy pequeños de los cuales no pueden salir
por varios días ni vincularse con otras personas, contrarimente a lo que más necesitarían
que es ser escuchados, estar acompañados y contenidos.
La cárcel aisla a las personas, resulta peligroso para el servicio penitenciario que se
armen vínculos intersubjetivos, redes entre los sujetos privados de su libertad ya que esto
puede provocar reclamos colectivos que pueden atentar contra estas normas impuestas
que en la mayoría de los casos avasallan los derechos humanos de quienes reclaman.
Los sujetos privados de su libertad pagan su pena con la privación de aquella que pero
legalmente no pierden sus derechos a tener una buena alimentación, higiene, atención
médica, educación.
Es sabido que estos derechos, en su gran mayoría no se cumplen. Es que el aparato
penitenciario tiene todavía las marcas del autoritarismo, la concepción de que “guardias e
internos son dos grupos inrreconciliables, los primeros sintiéndose superiores y justos y
los segundos, débliles y censurables” (Goffman,E,1984 pag,23)
El sometimiento, el cercenamiento de la palabra, el aislamiento provocan en estos sujetos
presos una posición donde el ser adulto es muy difícil de desplegar. Es más, la cárcel es
definida por sus protagonistas como una tumba , un no-lugar, donde están escindidos del
mundo social y subsumidos a este recorte social carcelario donde la rutinización y el sin
sentido definen los días transcurridos allí.
Dice Jesús Valdeverde Molina,” los presos no viven 365 días del año sino que viven un
día 365 veces”.
Pero muchos de estos sujetos, sujetos de deseos, buscan sus sentidos de
posicionamiento adulto más allá de la adversidad del contexto.
Se preocupan por sus hijos, por ayudarlos en sus tareas escolares cuando los van a
visitar, por transmitir valores y formas de vida aceptándose fallidos en su condición de
estar presos y expresando el deseo de cambiar su destino proyectando esto en sus hijos .
Plantean la angustia de estar lejos de ellos, de no poder acompañarlos en sus
experiencias vitales. Así, uno de ellos nos decía que en la visitas de su hijo hablaba con él
y le decía que debía estudiar, para cambiar su destino y no repetir la circunstancia de la
situación que él estaba atravesando.
Como así también una de las muchachas presas contaba acerca de su historia en la que
su madre no se ocupaba de sus tareas escolares y que si bien ella estaba privada de su
libertad manifestaba que estaba atenta a la escolaridad de sus hijos ya que los llamaba
todos los días por teléfono para saber cómo les había ido en la escuela. Es interesante
cómo la vivencia más allá de no estar conviviedo con sus hijos la posicionaba en su rol
materno.
Otra cuestión es la preocupación de cómo mantener los vínculos amorosos en relación a
sus parejas.
La mayoría de los presos que forman parte de los diferentes espacios educativos si bien
manifiestan como uno de sus deseos el poder posicionarse en la sociedad letrada desde
un lugar de igualdad frente a una sociedad donde la palabra escrita es cotidiana y
determina las relaciones sociales, de trabajo condicionando su inclusión, dan cuenta de
la preocupación también de poder escribir una carta a sus parejas, mostrar sus cuadernos
como testimonio de sus aprendizjes como prueba de cambio y de seducción.
Es la actividad laboral otro de los trabajos psíquicos en la posición adulta. Así como dice
Christopher Dejours el trabajo puede ser mediador de la salud o puede ocasionar efectos
de todo lo contrario.
El trabajo en la cárcel tiene características de sumisión. Es tomado como un beneficio
para poder salir del encierro de la celda, en general son trabajos de mantenimiento de la
institución carcelaria que sirven a la dinámica del servicio penitenciario.
El servicio penienciario convoca a trabajos que en genral son aceptados por parte de
quienes están cumpliedo su pena, en función de luego dar cuenta al juez de su “buena
conducta” situación que favorecerá su siuación legal. Muchos trabajos son realizados
también forzadamente por temor a castigos si no son correspondidos. Están mal pagos
acrecentando los sentimientos de opresión.
A pesar de lo menciondo muchos sujetos privados de su libertad intentan otorgarle a
estos trabajos un sentido de productividad, de búsqueda de placer y creatividad a pesar
de las condiciones tan adversas. Es así como Cristian nos cuenta que trabaja en la cocina
de los jefes del servicio y valora este trabajo ya que dice que le gusta cocinar y a pesar
del contexto logra placer y creatividad en esta tarea que realiza aunque juntamete se
lamenta que no puede concurrir a la escuela ya que los horarios se le superponen y no le
permiten concurrir a estudiar. Siendo el estudio un derecho, cualquier actividad debiera
permitírselo.Sobre todo porque,además, en este caso, Cristian es analfabeto.
He aquí un claro ejemplo de la paradoja de la búsqueda de la posición adulta en este
contexto de privación de la libertad.

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