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LICENCIATURA EN FILOSOFÍA,
MODALIDAD NO ESCOLARIZADA
TESIS
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN FILOSOFÍA
PRESENTA
1
Instituto de Filosofía
Licenciatura en Filosofía (modalidad no escolarizada)
Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios N. 20122771
Otorgado por la SEP el 21 de Noviembre de 2012
Le informo que el alumno: Yolanda Ivonne Pérez Prado, con número de matrícula
142LFD01 inscrito en el Instituto de Filosofía en la LICENCIATURA EN FILOSOFÍA,
MODALIDAD NO ESCOLARIZADA, con Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios N.
20122771, con fecha del 21 de noviembre de 2012, ha elaborado una tesis con el título
de: EL HABLANTE MORTAL: LA RUPTURA DE MARTIN HEIDEGGER CON LA
INTERPRETACIÓN DEL HOMBRE COMO ANIMAL RACIONAL, de conformidad con los
procedimientos y la reglamentación vigentes para la modalidad aprobada para esta
Licenciatura.
_____________________________
Mtro. Arturo Raya Sánchez
______________________________
V. B.
Secretario Académico
2
Instituto de Filosofía
Licenciatura en Filosofía (modalidad no escolarizada)
Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios N. 20122771
Otorgado por la SEP el 21 de Noviembre de 2012
Instituto de Filosofía
Presente.
Yo “Yolanda Ivonne Perez Prado”, autor y propietario intelectual del texto “El hablante mortal: la
ruptura de Martin Heidegger con la interpretación del hombre como animal racional”, autorizo al
Instituto de Filosofía el “derecho de uso” del citado texto, para ser difundido con fines académicos
y de investigación e incluido en las bases de datos del propio Instituto para su consulta. Lo anterior
a fin de colaborar en la tarea educativa de la institución de promover y difundir el saber filosófico.
______________________________
3
AGRADECIMIENTOS
Otro agradecimiento muy especial, va para Luis Ángel Lome Hurtado quien
me ha dado su apoyo incondicional en este proyecto de investigación a través del
préstamo de sus libros, el diálogo sobre el tema y la invitación a sus clases donde
Heidegger es el tema central.
En este espacio, también deseo dar las gracias al Dr. Héctor León quien me
habló por primera vez del Instituto de Filosofía y me acercó a la Licenciatura en la
Modalidad no-Escolarizada.
4
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………7
CONSIDERACIONES FINALES………………………………………………………75
FUENTES DE CONSULTA……………………………………………………….……80
5
El ser humano no sólo es una interpretación en toda su
extensión, de modo que nuestras prácticas jamás podrán estar
basadas en la naturaleza humana, ni en la voluntad de Dios, ni en
la estructura de la racionalidad, sino que esta condición de hombre
es de un desarraigo tan radical que todos los humanos sentimos
profundamente nuestra desazón o perturbación (unheimlich), es
decir, tenemos la sensación de que jamás podremos sentirnos
confortables en este mundo. Según Heidegger, por esto es que nos
sumimos tan completamente en la tarea de tratar de sentirnos
cómodos y seguros. Las actividades conformistas, cotidianas, en
que los seres humanos buscan darle un significado más estable a
sus vidas, son para Heidegger la revelación de su evasión y fuga
motivada por la comprensión preontológica que cada ser humano
tiene de sí mismo al descubrir su profunda falta de fundamento
Hubert L. Dreyfus
6
INTRODUCCIÓN
7
La interpretación del hombre como animal racional es resultado del ejercicio
del pensar romano. Ella fue aceptada y mantenida por el resto de la historia
provocando que el destino del hombre sea el de ser un animal racional. Ejemplo
de ese destino es la idea del hombre como “homo sapiens” que acepta la biología
e incluso la antropología.
8
La interpretación del hombre como animal racional, según Heidegger, es
una animalización del hombre aderezada de naturaleza pensante. Desde este
planteamiento, el hombre es comprendido a partir de la condición de animal, pero
eso no significa que él sea igual que los demás animales, para distinguirlo, se le
otorga la racionalidad como facultad única. Bajo esta perspectiva, el hombre es
reducido a una facultad y es asociado a la condición de animal.
9
El concepto “entitativo” significa que el ente del hombre fue comprendido a
partir del ente del animal, y para Heidegger el ente remite a la cosa y como la cosa
es una realidad material que tiene únicamente presencia, el hombre está puesto
en el mundo del mismo modo que la cosa material. Para la metafísica tradicional el
hombre y el animal son entes que tienen únicamente presencia en el mundo. En
Ser y tiempo (1927) Heidegger muestra una postura totalmente distinta a la
Metafísica. En ese tratado él ya no utiliza el término “hombre” para designar el
ente que somos, y esto no es un mero capricho, sino que el término “hombre”
hace referencia al concepto entitativo que nos coloca junto con los animales y las
demás cosas materiales.
Para referirse al ente que somos, Heidegger usa en Ser y tiempo el término
“Dasein”. Este se puede traducir literalmente como ser-ahí, sin embargo, eso es
totalmente diferente de lo que este filósofo quería decir, para él, “Dasein” significa
“existencia humana”. Y cabe aquí notar que no se usa el término para referirse a la
existencia en general, sino aquella que le pertenece exclusivamente a ese ente
que somos nosotros, al ser humano.
10
“Ser-en-el-mundo” contiene la frase “en-el-mundo”. Esta frase hace alusión
a un estar contenido en el mundo como un fragmento de él entre otros, sin
embargo, “ser en el mundo” se aleja de ser una condición espacial, más bien hace
referencia a un modo de habitar el mundo, para Heidegger ese modo es la
actividad de existir como humano. En ese sentido, el animal está en el mundo, ahí
colocado como un elemento que forma parte del mundo, pero el Dasein además
de estar contenido en el mundo, también existe en el cómo humano y está siendo
para la muerte.
11
animal sólo en comparación con nosotros y que la piedra y la cosa material no
tienen.
12
Con el “hablante mortal”, Heidegger rompe con la tradición metafísica y, por
ende, con la interpretación del hombre como animal racional. La ruptura es posible
porque Heidegger logra una significación de lo que sea el ser humano tomando
como referencia aquello que le sucede y que le es propio como si fuera dado por
la naturaleza. Lo más propio del ser humano es tener lenguaje y muerte.
13
la significación de lo que es el ser humano como hablante mortal. Este capítulo
concluye con la pregunta: ¿Qué ofrece Heidegger para aquel que tenga el deseo
de saber lo que somos?
14
CAPITULO 1. LA INTERPRETACIÓN DEL HOMBRE COMO ANIMAL
RACIONAL.
1Cfr. SCHELER, Max; La idea del hombre y la historia, Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires,
1969.
15
La filosofía clásica griega concibe este pensamiento por primera vez, digámoslo así. En el
campo de una perspectiva cósmica que interpreta todo lo existente en un sentido
“organológico”, merced a las categorías de una “forma” positiva, actuante de especie
parecida a la idea, y de un factor real, pasivo (materia), negativo (μη ον), encúmbrase en
Grecia, por primera vez, la conciencia humana por encima de toda otra naturaleza. A la
especie humana, estable y, como todas las especies, eterna, corresponde un “agente
especifico”, que sólo a ella conviene –agente irreductible a aquellos otros agentes
elementales que convienen a las almas animales y vegetales-: la razón λόγος, ratio).
Mediante esta razón, el “hombre” es poderoso para conocer el ser, tal como es en sí (la
divinidad, el mundo y él mismo); para plasmar la naturaleza en obras llenas de sentido
(poiein); para obrar bien con respecto a sus semejantes (prattein); es decir, para vivir
perfeccionando lo más posible ese agente específico del νους ποιητιxος. Pero el
fundamento por el cual el “hombre” –idea que, en oposición a casi todas las culturas
simultaneas, abarca ya desde los comienzos de la historia griega, todas las razas, tribus,
pueblos y también todas las clases- puede realizar esa “asimilación” intelectual con el ser,
es siempre el mismo, desde Platón hasta los estoicos: es la “razón” humana como función
parcial (más tarde como criatura) del divino λόγος que posee la fuerza de las ideas y que
produce constantemente en el mundo y su ordenamiento- no en el sentido de una creación,
sino en el eterno mover y “plasmar”.2
En esta idea conviene precisar cuatro notas de importancia eminente: 1° El hombre lleva
en sí un agente divino que la naturaleza no contiene subjetivamente. 2° Ese agente se
identifica ontológicamente, o por lo menos en su principio, con lo que eternamente plasma
al mundo y le da forma de mundo (racionalizando el caos, convirtiendo la “materia” en
cosmos); por lo tanto, ese agente es verdaderamente capaz de conocer el mundo. 3° Ese
agente, como λόγος –reino de las formas “sustanciales” en Aristóteles- y como razón
humana, tiene poder y fuerza aun sin los instintos y la sensibilidad (percepción, memoria,
2 Ibídem, p. 27.
16
etcétera), comunes al hombre y a los animales, para realizar sus contenidos ideales (poder
del espíritu, fuerza propia de la idea). 4° Este agente es absolutamente constante en la
historia, en los pueblos y en las clases.
Ahora bien, debemos acentuar explícitamente el hecho de que casi toda la antropología
específicamente filosófica, desde Aristóteles hasta Kant y Hegel –por amplia que sea la
transición-, ha permanecido esencialmente invariable en lo que se refiere a esos cuatro
puntos de la doctrina del hombre. En esto piensan unánimes –pese a las demás
diferencias- Aristóteles, Santo Tomas de Aquino, Descartes, Spinoza, Leibniz, Kant,
Malebranche, etcétera.3
Max Scheler pone en evidencia que sin importar lo amplio que sea la
transición de un pensar a otro, la metafísica tradicional, —cuando responde a la
pregunta por el hombre—, está de acuerdo en comprenderlo como un pensante y
eso remite directamente a posicionar a la racionalidad como el agente que
determina la esencia del hombre.
Las fuentes decisivas para la antropología tradicional, vale decir, la definición griega y el
hilo conductor teológico, indican que, más allá de una determinación esencial del ente
llamado hombre, la pregunta por su ser queda en el olvido, y que a este ser se le
3 Ibídem. p.29.
4 AGAMBEN, Giorgio; Lo abierto, Adriana Hidalgo, Buenos Aires 2002, p.108.
17
comprende más bien como algo “obvio”, en el sentido del estar ahí de las demás cosas
creadas.5
La definición griega del hombre como “ζῷον λόγοv ἔχον”6 que fue traducida
como “animal racional” [animal rationale] y la definición del hombre como
“creatura” dada por la teología son las fuentes decisivas de las que habla
Heidegger en la cita anterior. El animal racional y la creatura ponen al ente
llamado hombre como algo obvio, es decir, con esas definiciones se da como un
hecho la comprensión de lo que somos; sin embargo, esas definiciones sólo
logran decir el sitio que tenemos, ese sitio es el de estar como las demás cosas
creadas y cuando estamos así, no podemos demostrar que hay algo que nos
distingue de las demás cosas, ni siquiera la racionalidad. La metafísica tradicional
simplemente no logra hacer una distinción clara de lo que somos en comparación
con las demás cosas.
18
metafísica tradicional no se logra dar cuenta de aquello que sea el hombre y
tampoco se ofrece una vía para hacer la distinción del hombre respecto de las
demás cosas creadas.
19
que él es un pensante, con esta idea, la metafísica se equivoca según Heidegger,
y con esta equivocación colocó al hombre junto con las demás cosas creadas, lo
cosifica y eso no es justo; en definitiva, la metafísica tradicional no le otorga
dignidad al hombre para ser tal cual es, al contrario, se la niega.
Heidegger sostiene que la tradición filosófica ha descrito e interpretado mal al ser humano.
Por lo tanto, como un primer paso de su proyecto, él intenta hacer un análisis sobre lo que
significa ser un humano. Es obvio que si los resultados de su empresa logran tener cierta
cordura, serán de gran importancia para cualquier persona que quiera entender qué clase
de ser es él o ella.7
20
el hombre en la metafísica no ofrece una respuesta que logre distinguirlo en medio
de otros seres y tampoco dice lo que el hombre sea.
Según Scheler, la persona no debe ser pensada jamás como una cosa o como una
substancia; ella “es más bien la unidad concomitante e inmediatamente vivida del vivir de
las vivencias- y no una cosa solamente pensada detrás y fuera de lo inmediatamente
vivido”. La persona no es un ser substancial cósico. Tampoco puede agotarse el ser de la
persona en ser sujeto de actos racionales regidos por determinadas leyes.
10
HEIDEGGER, Martin; Ser y Tiempo, Trotta, Madrid. 2000. p. 56.
11Cfr. Muñoz, Enrique; Heidegger y Scheler: Estudios sobre una relación olvidada, Cuadernos de
anuario filosófico. Serie universitaria, Pamplona. 2013. p. 16.
21
Las consecuencias de este problema son claras: 1) La metafísica tradicional
no sabe lo que somos en nuestra totalidad, sólo puede decir que tenemos la
capacidad de pensar y esa es una consideración parcial; 2) La metafísica
tradicional hace posible la existencia de una relación con la animalidad como si
ella fuera nuestra naturaleza y eso nos mantiene indefinidos; y 3) Ella reconoce a
la racionalidad como el rasgo esencial que nos distingue; pero ello, nos reduce a
ser sólo pensantes. En resumidas cuentas, el hombre como animal racional tiene
el carácter de concepto entitativo y no de concepto ontológico produciendo la
reducción del hombre a una cosa que simplemente se encuentra presente en el
mundo.
Pero llamamos “ente” a muchas cosas y en diversos sentidos. Ente es todo aquello de lo
que hablamos, de lo que mentamos, aquello con respecto a lo cual nos comportamos de
ésta o aquella manera; ente es también lo que nosotros mismos somos y el modo en el que
somos.12
12 Ibídem. p.7.
22
diferente al modo en el que existen otros entes como el animal, la piedra, la planta
y la cosa material.
No debe olvidarse que con esa significación hay una obstinación de parte
de la metafísica por mantener una estrecha relación entre el hombre y la
animalidad como si esta condición fuera su naturaleza, de ser así, hombre y
animal serían lo mismo. Sin embargo, animal racional y ser humano no producen
el mismo significado. Interpretar al hombre como un animal racional es haber
provocado un destino histórico perjudicial al momento de comprender la verdad
del hombre.
23
1.2 El destino histórico de la interpretación del hombre como animal
racional.
Usted pregunta: ¿comment redonner un sens au mot “Humanisme”? Esta pregunta nace
de la intención de seguir manteniendo la palabra “humanismo”. Pero yo me pregunto si es
necesario. ¿O acaso no es evidente el daño que provocaron todos esos títulos? Es verdad
que ya hace tiempo se desconfía de los “ismos”. Pero el mercado de la opinión pública
reclama siempre otros nuevos y por lo visto siempre se está dispuesto a cubrir esa
demanda. También nombre como “lógica”, “ética”, “física”, surgen por primera vez en
escena tan pronto como el pensar originario toca su fin. En su época más grande, los
griegos pensaron sin necesidad de todos esos títulos. Ni siquiera llamaron “filosofía” al
pensar.15
24
ello, el destino de la comprensión del hombre estaba condenado a la equivocidad
y eso es igual a decir que lo que hasta hoy hemos pensado acerca de lo que
somos es inadecuado. Contra este ejercicio es contra lo que se revela el
pensamiento de Martin Heidegger
25
de la racionalidad como fundamento esencial que determina al hombre se
manifiesta con mayor claridad en el humanismo filosófico.18
18 En la época histórica del Renacimiento —los siglos XIV y XV en Italia— se dio un movimiento del
pensamiento que se caracterizó por la búsqueda del fundamento esencial que fuera el
determinante de la humanidad del hombre. La filosofía hizo posible entender como humanismo a
este movimiento. En esta investigación se tienen como distintos humanismos, el del Renacimiento
y los que se han dado en la historia de la filosofía, dado que, al movimiento del pensamiento que
se dio en el Renacimiento se le entendió como humanismo gracias a la filosofía. Félix Duque en su
libro Contra el Humanismo dice que los humanismos que se han dado en la historia de la filosofía
son: “El humanismo latino dedicado a la recuperación del elegante espíritu griego y promotor de su
inoculación en el tanto basto animus romanus; El humanismo renacentista ya mencionado aquí y
nutrido de lecturas de clásicos latinos; la klassik alemana con el descubrimiento de una Grecia
“clásica”, opuesta al anterior clasismo —ahora visto “afrancesado” y amanerado—; El humanismo
positivista que desplaza los studia humanitatis en favor del cientificismo y que tiende al
materialismo ateo y que se verá reforzado en la segunda mitad del siglo por el darwinismo y la
expansión de la eugenésica; y el existencialismo trágico de Sartre que recurre a la tragedia griega,
a los movimientos de liberación tardiomediavales y renacentistas”. F. Duque termina la exposición
de los humanismos diciendo: “hoy proliferan movimientos y tendencias de los más diversos pelajes,
confusamente unidos bajo el rótulo común del “humanismo”, sin más relación entre sí que la vaga
afirmación de la autorreferencialidad. Cfr. DUQUE, Félix; Contra el Humanismo, ABADA, Madrid
2003, p.14 – 15. Peter Sloterdijk en su libro Normas para el parque humano clasifica a los
humanismos de la historia de la filosofía en tres: en su forma antigua, en la cristiana y en la
ilustrada. Cfr. SLOTERDIJK, Peter; Normas para el parque humano, Ediciones Siruela, Madrid,
2006.
19 Se sugiere ver el resumen que hace Ernesto Grassi de la tesis de Heidegger sobre el fin de la
filosofía. Cfr. GRASSI, Ernesto; Heidegger y el problema del humanismo, ANTHROPOS, Barcelona
2006, p.19.
20 COLOMER, Eusebi; Movimientos de Renovación. “Humanismo y Renacimiento”. op. cit. p.10.
26
forma humana, en el romano a través de “un movimiento de carácter más bien
erudito y literario”21 y en el filosófico a partir de “una definición del hombre teniendo
en cuenta su apertura biológica y su ambivalencia moral”.22 Por tanto, en el
humanismo hay un ejercicio no para dar cuenta de la verdad del hombre, sino para
responder a la pregunta por cómo puede el hombre convertirse en un humano.
Esta deducción plantea un problema, el de que el humanismo no contempla que el
hombre en sí mismo contiene la naturaleza humana, por ello, tiene que tomar
como referencia la del animal y aderezarla de racionalidad. Desde esta
perspectiva, Heidegger afirma que ya no tiene sentido sostener el título
“humanismo” y lo califica como dañino para el destino del hombre al dejar fuera a
la naturaleza humana. Incluso el humanismo no podría significar al hombre como
ser humano puesto que no acepta a la naturaleza humana como algo que está
dado en él, sino como algo que debe ser construido u obtenido.23 Peter Sloterdijk
expresa estar de acuerdo con Heidegger sobre el daño que ocasionó el
humanismo y dice:
21 Ibídem.
22 SLORTERDIJK, Peter; Normas para el parque humano, Ediciones Siruela, Madrid 2006, p.35.
23 Esta es otra prueba que puede ponerse sobre la mesa para explicar por qué Heidegger a inicios
de su pensamiento para referirse al hombre dice “el ente que somos nosotros”. Él no dice “hombre”
porque con ese término se rechaza la naturaleza humana y, por ende, se acepta la animalidad
aderezada de racionalidad y esa aceptación no significa al hombre desde su verdad. No es una
significación digna para él.
24 SLOTERDIJK, Peter; Normas para el parque humano. op. cit. p.42.
27
1.2.1 La crítica de Heidegger en torno a la animalidad
Resurrección y renacimiento de tantas cosas bellas que parecían muertas para siempre;
renovación, es decir, recreación y no pura imitación de los grandes y permanentes
modelos artísticos y literarios de la Antigüedad clásica, tal es la tarea desde la cual los
italianos cultivados de entonces, artistas y hombres de letras, se entienden así mismos y
a su tiempo.25
28
retomar el modelo filosófico de la antigua Grecia para explicar al hombre y
comprenderlo desde un modelo de sabiduría clásica.
29
peligrosa conclusión, sino que también es una imposibilidad porque en la lógica
que aquí se señala, sólo los educados alcanzarían la forma humana.
30 Paideia
31 HEIDEGGER, Martin; Carta sobre el humanismo, op. cit. p.264.
32 Reale, Dario; Historia de la filosofía Tomo II. Del humanismo a Kant, Barcelona: Herder, p.26.
30
natural del hombre y dejan fuera la naturaleza humana. Por tanto, el humanismo
no tiene la posibilidad de interpretar al hombre como humano.
31
naturalmente. El humanismo en definitiva acepta la existencia de una relación del
hombre con la animalidad y eso no permite comprenderlo desde su verdad; al
contrario, lo disfraza, pues hace del hombre un homo animalis.
32
definición del hombre teniendo en cuenta su apertura biológica y su ambivalencia moral.
Pero sobre todo se trata de la pregunta por cómo puede el hombre convertirse en un ser
humano verdadero o real.34
El hombre no es, en efecto, una especie biológicamente definida ni una sustancia dada
de una vez y para siempre; es, más bien, un campo de tensiones dialécticas ya cortado
por censuras que separan siempre en él -al menos virtualmente – la animalidad
“antropófora” y la humanidad que se encarna en ella. El hombre existe históricamente tan
sólo en esta tensión; pude ser humano sólo en la medida en que trascienda y transforme
el animal “antropóforo” que lo sostiene; sólo porque, a través de la acción negadora, es
capaz de dominar y, eventualmente, destruir su misma animalidad. 35
33
La preocupación del humanismo de la etapa renacentista sólo fue la de
cuidar que el hombre sea humano en lugar de no humano.36 La propuesta de los
romanos al educar al hombre con los saberes que lo conducen a ser humano no
disminuye dicha preocupación. Primero, porque el romano no obtuvo su forma
humana a partir de un proceso que educa en los saberes que se centran en lo
específico del hombre, él ya tiene en su naturaleza la forma humana, basta
reconocerla a partir de aquello que le es propio. Segundo, porque mientras se
siga aceptando la existencia de una relación entre el hombre y la animalidad, el
hombre no puede tener la condición de humano y esto se traduce a una
interpretación indigna para él, puesto que eso es un indicativo de que en sí mismo
no existe la humanidad, sino la animalidad.
34
del hombre a partir de una naturaleza pensante que también deja de lado a la
naturaleza humana. En esta comprensión, el hombre es reducido a pura
racionalidad y eso lo significa como “una cosa que piensa”37. Esto comprueba
nuevamente que la interpretación del hombre como animal racional no es un
acierto para él porque no le otorga dignidad, no logra pensarlo desde su verdad y
además lo posiciona juntos con las demás cosas que han sido creadas.
El humanismo positivista decimonónico, que por primera vez desplaza los studia
humanitatis en favor del cientificismo, siendo sus modelos Newton en lo fisco y Locke en lo
psíquico; este tipo de humanismo —que tiende al materialismo ateo— se verá reforzado en
la segunda mitad del siglo por el darwinismo y la expansión de la eugenésica”39.
Las ciencias naturales proponen una comprensión del hombre a partir del
desarrollo histórico, biológico y evolutivo de la racionalidad, ejemplo de ello es la
demostración científica de cómo el antropoide se convierte en el homo sapiens a
37
Cfr. DESCARTES; Editorial Gredos, S.A.- RBA Coleccionables S.A., Barcelona, 2014 p. XLV.
38
La palabra “modernidad” hace referencia a la etapa histórica de la filosofía donde surge la llamada
filosofía moderna.
39 DUQUE, Félix; Contra el Humanismo, op. cit. p.14.
35
partir de un agente especifico que es la racionalidad y que sólo le pertenece a él,
focalizando la atención en la cerebralidad.
Según Max Scheler la idea del hombre como homo sapiens es una
invención de los griegos de la antigüedad40 y permite hacer una separación no sólo
a partir de la racionalidad, sino también entre el hombre y la animalidad; sin
embargo, en esta idea del hombre se hace más evidente la consideración de la
naturaleza pensante.
Pero si Max Scheler afirma que en Grecia se da por primera vez una conciencia
humana por encima de otra naturaleza gracias a la interpretación que se hace de
todo lo que existe desde un sentido orgánico, esto supone que la conciencia
humana en los griegos fue entendida como ser vivo. Pero Aristóteles definió al
hombre como “ζῷον λόγοv ἔχον” que significa “viviente dotado de λόγος”.
“Viviente” y “ser vivo” no son lo mismo, además, el λόγος es el agente específico
que concede al hombre su rasgo esencial y fue entendido como “ratio”, “razón”.
Max Scheler continúa con lo siguiente:
A la especie humana, estable y, como todas las especies, eterna, corresponde un “agente
especifico”, que sólo a ella conviene –agente irreductible- a aquellos otros agentes
elementales que convienen a las almas animales y vegetales-: la razón λόγος, ratio).
Mediante esta razón, el “hombre” es poderoso para conocer el ser, tal como es en sí (la
divinidad, el mundo y él mismo); Pero el fundamento por el cual el “hombre” –idea que, en
oposición a casi todas las culturas simultaneas, abarca ya desde los comienzos de la
historia griega, todas las razas, tribus, pueblos y también todas las clases- puede realizar
esa asimilación intelectual con el ser, es siempre el mismo desde Platón hasta los estoicos:
es la “razón” humana como función parcial (más tarde como “criatura”) del divino λόγος que
posee la fuerza de las ideas y que produce constantemente el mundo y su ordenamiento –
no en el sentido de una creación, sino en el de un eterno “mover” y plasmar.41
40 SCHELER, Max; La idea del hombre y la historia, siglo veinte, Buenos Aires, 1969. p.27.
41 Ibídem. p. 28.
36
conocer el mundo. Pero Max Scheler aún tiene que realizar algunas precisiones
en torno a esta idea.
En esta idea conviene precisar cuatro notas de importancia eminente: 1° El hombre lleva
en sí un agente divino que la naturaleza no contiene subjetivamente. 2° Ese agente se
identifica ontológicamente, o por lo menos en sus principios, con lo que eternamente
plasma al mundo y le da forma de mundo (racionalizando el caos, convirtiendo la “materia”
en cosmos); por lo tanto, ese agente es verdaderamente capaz de conocer al mundo. 3°
Ese agente como λόγος –reino de las formas “sustanciales” en Aristóteles- y como razón
humana, tiene poder y fuerza aún sin los instintos y la sensibilidad (percepción, memoria,
etcétera), comunes al hombre y a los animales, para realizar sus contenidos ideales (poder
del espíritu, fuerza propia e la idea). 4° Este agente es absolutamente constante en la
historia, en los pueblos y en las clases. 42
Si la cesura entre lo humano y lo animal pasa sobre todo por el interior del hombre,
entonces la cuestión del hombre y del “humanismo” debe ser formulada en nuevos
términos. En nuestra cultura, el hombre ha sido siempre pensado como la articulación y la
conjunción de un cuerpo y de un alma, de un viviente y de un logos, de un elemento
natural (lo animal) y de un elemento sobre natural social o divino.43
42 Ibídem. p. 29.
43 AGAMBEN, Giorgio; Lo abierto, op. cit. p.35.
37
naturaleza pensante dejan de lado a la naturaleza humana para comprender al
hombre, pues lo reduce a ser un animal que piensa. El humanismo filosófico
tampoco pudo significar al hombre como “humano”, sólo dice que es un pensante
al aceptar la racionalidad como elemento divino que lo determina.
38
CAPÍTULO 2. LA RUPTURA DE HEIDEGGER CON EL ANIMAL
RACIONAL
39
tiene que estar relacionada con la condición de animal o bien a través de la
racionalidad como facultad.
Para que pueda darse una ruptura con la interpretación del hombre como
animal racional, Heidegger sabe que tiene que acabar con todo un momento
histórico que ha producido una animalización del hombre y que, además, ha
aceptado que éste tiene una naturaleza pensante y no una humana, ha insistido
mucho en que la metafísica tradicional debe llegar a su fin. Pero ¿cómo hacer
posible ese fin?, para ello, habrá que tomar distancia de la metafísica y eso sólo
es realizable a través de un “nuevo pensar”. Uno que ya no piense
metafísicamente.
40
es un proyecto de ruptura histórica que inicia con un “nuevo pensar” sobre lo que
significa ser humano.
Con este término Heidegger evita significar lo que somos a partir del
término hombre, puesto que con él se hace referencia a la comprensión que ha
ofrecido la metafísica y que se traduce a una animalidad con naturaleza pensante.
Por ello, este ejercicio de significación no es una decisión deliberada de este
pensador, sino el inicio de un análisis que producirá la ruptura con la metafísica
tradicional, y por ende, con la interpretación del hombre como animal racional.
41
Dasein significa literalmente “ser el ahí”, y por consiguiente se refiere al ser humano, en
tanto que el ser humano está abierto a sí mismo, al mundo y a los demás seres humanos.46
Pero este Dasein es el ser humano que está abierto así mismo, al mundo y
a los demás seres humanos. Estar abierto es la característica principal con la que
habita, ese es su modo de ser o existir; por lo tanto, la existencia humana en
Heidegger se caracteriza por la apertura. En ese sentido, el ser humano de
Heidegger en Ser y Tiempo es “sencilla y esencialmente un ser interpretador de sí
mismo”47 pero no está limitado sólo a sí mismo, también está abierto al mundo y a
todo aquello que conforma el mundo, de tal modo, que es un ser interpretador de
sí mismo, del mundo y de los otros seres humanos. Desde la perspectiva anterior,
el ser humano se entiende a sí mismo como un ser que está presente pero que al
mismo tiempo es existencia.
46 XI Nota del traductor en HEIDEGGER, Martin; Ser y tiempo, Trotta, Madrid, 2006. p. 421.
47 DREYFUS, Hubert; Ser-en-el-Mundo. Comentario a la División I de Ser y Tiempo de Martin
Heidegger, Cuatro Vientos, Chile 2003. p.25.
42
sentido originario que señala Heidegger, como un “residir”, “habitar” o “morar”. 48
Dreyfus en su texto Ser-en-el-Mundo. Comentario a la División I de Ser y Tiempo
de Martin Heidegger señala lo siguiente: “El Dasein se exhibe a sí mismo como un
ser que está en su mundo pero que al mismo tiempo es gracias al mundo del cual
es”49. El Dasein tiene un carácter entitativo cuando se encuentra incluido o
contenido en el mundo, de ahí que se le designe como “el ente que somos”, pero,
al mismo tiempo, tiene el carácter ontológico cuando “es en el mundo”. Tener el
carácter ontológico es dotar de sentido existencial al Dasein y eso significa que
tiene un habitar, ese habitar está determinado por la actitud de apertura. El Dasein
habita abierto al mundo. Tener esa apertura es una actividad tan penetrante y
constante que será llamada por Heidegger “ser-en-el-mundo”.50
43
condicionante y por ello es ser-para-el-fin, algo imposible en el animal dado que su
muerte es un simple hecho biológico que marca sólo la culminación del vivir.
Es sabido cómo, en un punto crucial de Sein und Zeit, en la tentativa de abrir una puerta a
la comprensión del Dasein como un todo, Heidegger sitúa la relación del Dasein con su
muerte. En contra de la comprensión cotidiana, que le sustrae al Dasein su muerte y nivela
al morir con “un acontecimiento que ciertamente concierne al Dasein, pero no pertenece
propiamente a ninguno”, la muerte, como fin del Dasein, se revela como “la posibilidad más
propia, irrelacionada, cierta y, como tal, indeterminada e insuperable del Dasein. El Dasein
es, en su estructura misma, un ser-para-el-fin, es decir, para la muerte y como tal, esta.52
En Ser y Tiempo Heidegger inicia con el análisis para significar lo que somos, lo
hace a partir de ofrecer un sentido ontológico -existencial al ente que somos, se
dice aquí que él inicia puesto que el proyecto de significación no termina en Ser y
52 Ibídem. p.13.
53 Cfr. HEIDEGGER, Martin; Ser y tiempo, Trotta, Madrid, 2006. p.235.
44
Tiempo, le continúa en la obra Los conceptos fundamentales de la metafísica.
Mundo, Finitud, Soledad en donde profundiza sobre la apertura al mundo que es el
modo de habitar de la existencia mortal. Tener la apertura hace posible distinguir
la existencia mortal del resto de los fragmentos que constituye al mundo, en ese
sentido, la actitud de estar abierto al mundo es otro elemento que ha sido dado por
naturaleza a la existencia mortal, a través de la cual se esboza la significación del
ser humano en Heidegger.
54 Para entender mejor lo que hasta aquí se ha dicho se propone al lector imaginar un closet. El
closet tiene como finalidad organizar principalmente el lugar que ocupan algunos artículos del uso
diario de las personas. El closet tiene varios espacios, en uno se depositan prendas ligeras, en otro
zapatos, en otro se cuelgan sacos y así sucesivamente.
Ahora bien, el closet que aquí se menciona representará el contexto espacial que es el mundo en
el que están a manera de contenido los fragmentos que lo constituyen, los espacios de
organización de los artículos simbolizan los ámbitos en los que se encuentran depositados esos
fragmentos que constituyen el mundo, a saber, nosotros, los animales, las piedras, las plantas y las
cosas materiales. En el closet hay un espacio para prendas y otro para zapatos. En el mundo hay
un conjunto para los animales, uno para las plantas, uno para las piedras y otro para las cosas, a
este conjunto se le pondrá aquí el nombre de ámbito. ¿Pero dónde está el ámbito para nosotros?
En la tradición metafísica, lo compartimos con el animal porque ambos están como animales en el
mundo.
Si alguien se posicionara frente al closet teniendo con claridad el conocimiento de lo que sea una
prenda y un zapato y deseara tomar una prenda y no un zapato le sería fácil distinguirla, en primer
lugar porque se sabe cuál es la diferencia entre la prenda y el zapato; y en segundo lugar, porque
tomando como referencia aquello que sea la prenda y aquello que sea el zapato, puede ubicar el
lugar preciso donde se encuentran dichos fragmentos que están contenidos en el closet.
45
de estar en el mundo como lo señaló la metafísica. Cada ser es un fragmento del
mundo y sin una distinción entre ellos es difícil dar cuenta de lo que sea cada uno,
por esa dificultad, la metafísica no responde a la pregunta por el hombre, sino que
sólo dice cómo puede el hombre convertirse en humano para ser distinguido; sin
embargo, la acción de convertirse en humano ya supone que no se es humano.
En la pregunta por la relación entre animal y hombre tampoco puede tratarse de decidir si
el hombre procede del mono o no. Pues esta pregunta ni siquiera podemos plantearla, por
no decir ya responderla, mientras no veamos claramente qué diferencia hay entre ambos y
cómo hay que obtenerla. Es decir, tenemos que poder dar información no acerca de cómo
animales y hombres se diferencian en algún aspecto, sino acerca de qué constituye la
esencia del animal y la esencia de la humanidad del hombre, y con qué preguntas
acertamos en general con la esencia de tales entes. A su vez, la animalidad del animal sólo
podemos determinarla si resulta claro que es lo que constituye la vida de lo vivo a
diferencia de lo no vivo, que ni siquiera tiene la posibilidad de morir. Una piedra no puede
estar muerta, porque no vive.55
46
naturaleza pensante hace posible un argumento como el que cuestiona si el
hombre procede del mono o no, y esa aseveración sólo reitera el daño histórico
que provocó la metafísica, puesto que hombre y mono para ella no son diferentes.
En la frase “el hombre procede del mono” forzosamente se tendría que responder
a las preguntas “¿qué es el mono?” y “¿qué es el hombre?”. La metafísica no las
responde; por ello, dice Heidegger que ni siquiera podemos plantear la pregunta
acerca del hombre y mucho menos responderla. Cualquier respuesta es
simplemente incorrecta puesto que manifiesta una comprensión de lo que somos a
partir de la naturaleza de otro ente. A la metafísica se le olvidó que el animal y el
humano son distintos fragmentos que constituyen el mundo y como tales tienen
sus marcadas diferencias.
¿Qué sucede con lo ente restante, que también es, como el hombre, un fragmento del
mundo, por ejemplo, los animales, las plantas, las cosas materiales, las piedras? A
diferencia del hombre que también tiene el mundo, ¿son sólo fragmentos del mundo? ¿0
también el animal tiene mundo, y cómo? ¿Del mismo modo que el hombre, o de otro
modo? ¿Cómo hay que concebir esta alteridad? ¿Qué sucede con las piedras? Aquí se
aprecian ya diferencias, aunque todavía tan imprecisas. Las fijamos en tres tesis: 1) la
piedra (lo material) es sin mundo; 2) el animal es pobre de mundo; 3) el hombre configura
mundo.56
56 Ibídem. p. 227.
47
constituyen al mundo, así es como él continúa la ruptura con la interpretación del
hombre como animal racional y por ende con la metafísica tradicional en su obra
Los conceptos fundamentales de la metafísica, Mundo, Finitud, Soledad.
Indiquemos sólo muy en general en qué marco se mueve inicialmente –visto desde fuera-
el problema del mundo. Lo más conocido se evidencia en la diferencia entre mundo y Dios.
El mundo es el conjunto de lo ente no divino y extra divino. En un sentido cristiano, esto es
al mismo tiempo lo creado frente a lo increado. Después, un fragmento del mundo así
entendido es también el hombre. Pero el hombre no sólo se considera un fragmento del
mundo que sucede dentro de él y que conjuntamente lo constituye, sino que el hombre
está frente al mundo. Este estar enfrente es un tener el mundo como algo en lo que el
hombre se mueve, con lo que confronta, que él domina y de lo que sirve y a lo que al
mismo tiempo está abandonado. Así resulta: el hombre es 1) un fragmento del mundo; 2)
en tanto que este fragmento, es al mismo tiempo señor y siervo del mundo.57
57 Ibídem. p. 226.
48
mundo”.58 Pero, según Heidegger ¿qué se mienta con la expresión “configuración
de mundo”?
49
mundo. El configurador está en el mundo, ahí ubicado como lo están los animales,
las plantas, las piedras y las cosas materiales. El “estar” en la frase anterior mienta
la presencia en el mundo, algo que todos los fragmentos tienen; sin embargo, el
configurador no se comprende así mismo sólo como una presencia en el mundo,
también se percibe siendo en el mundo o bien, existiendo en el mundo. Esa
percepción significa que el configurador tiene un comportamiento frente al mundo
para habitarlo.
La abeja, por ejemplo, tiene su colmena, los panales, las flores que busca, las otras abejas
de su enjambre. El mundo de las abejas se limita a un determinado ámbito y está fijo en su
alcance. Lo correspondiente sucede con el mundo de la rana, con el mundo del pinzón, etc.
Pero el mundo de todo animal singular no sólo está limitado a su alcance, sino también en
el modo de la penetrabilidad en aquello que es accesible al animal. La abeja obrera conoce
las flores que visita, su color y aroma, pero no conoce los pistilos de estas flores en tanto
que pistilos, no conoce las raíces de las plantas, no conoce las cosas como el número de
pistilos y de las hojas. Frente a ello, el mundo del hombre es rico, mayor en cuanto
alcance, va más allá en cuanto a penetrabilidad, es constantemente incrementable no sólo
en cuanto a alcance (sólo hace falta poner ente), sino también cada vez más profundizable.
Por eso esta referencia al mundo, tal como la posee el hombre, puede caracterizarse
hablando de la incrementabilidad de aquello respecto de lo cual el hombre se comporta, de
modo que, por tanto, hablamos de la configuración de mundo.60
60 Ibídem. p. 243-244.
50
mundo tiene mayor accesibilidad y se encuentra preparado para ella, estar
preparado es mostrar una actitud, por ejemplo: cuando se pregunta a otro “¿estás
preparado?” Ese preguntar refleja una actitud, la de estar listo para algo. En ese
“estar” no se percibe una ubicación, sino una apertura. La actitud de estar listo
para el mundo es algo de lo que carece el animal y que la piedra no tiene pero
solo si son vistos en referencia al configurador de mundo.
61 En la cita puede leerse la frase “ser-en-el-mundo del Dasein”. El “Dasein” es el término que fue
utilizado por Heidegger en Ser y Tiempo para referirse a la existencia humana. Para este
pensador, fue necesario hacer uso de un término que ya no designará la comprensión inadecuada
para el hombre que había propuesto la metafísica y que denotaba una animalidad con naturaleza
51
El ser no es derivable definitoriamente desde conceptos más altos, ni puede ser explicado
mediante conceptos inferiores. Pero, ¿se sigue de ello que el “ser” ya no presenta
problemas? Ni mucho menos. Lo único que puede inferirse es que el “ser” no es algo así
como un ente.62
pensante. En Ser y Tiempo Heidegger pretende hablar de lo que somos sin necesidad de la
metafísica y dice en el “§2. Estructura formal de la pregunta que interroga por el ser”: “A este ente
que somos en cada caso nosotros mismos lo designamos con el término Dasein” En Ser y Tiempo,
Heidegger inicia con el proyecto de significación del ser humano, después de Ser y Tiempo,
Heidegger ya no hablará del Dasein.
62 HEIDEGGER, Martin; Ser y tiempo, op.cit. p.14.
63 Cfr. Ibidem. p.17.
52
Tanto el configurador de mundo como el animal tienen mundo en cuanto
que el mundo es el contexto espacial del que son fragmentos y están contenidos
ahí; pero el animal carece de accesibilidad al mundo, el animal sólo está ubicado
en el mundo como fragmento y no le es posible hacer una comprensión de sí
mismo en tanto que fragmento, carece de tener acceso al mundo para
comprenderse en cuanto tal, como consecuencia, no puede reconocerse a sí
mismo como fragmento. Por ello se dice que el animal tiene una conducta frente al
mundo pero el configurador de mundo tiene una actitud.
Heidegger señala que sólo hay actitud donde un ente tiene el carácter de sí
mismo, el configurador del mundo se comprende así mismo como fragmento del
mundo y en esa condición le hace frente, eso demuestra la existencia de una
actitud en él, mientras que el animal sólo tiene una conducta. Si se configura el
mundo a través de la actitud que se manifiesta para hacerle frente al mundo, esa
actitud debe entonces contener los caracteres del fenómeno del mundo que son:
la manifestabillidad de lo ente, el en tanto que y el dejar ser y no ser.
53
de lo que somos, de lo que es el mundo o de lo que son los otros fragmentos
encontramos el dejar ser y no ser, es decir, la actitud.65
Al animal le falta como un ente aquello a lo cual está abierto. Pero en tanto que el λόγος
guarda relación con el νοuς y con el νοειν, el percibir algo, podemos decir que el hombre
forma parte un estar abierto a... de tal tipo que este estar abierto a … tiene el carácter de
percibir algo en tanto que algo. A este tipo del referirse a lo ente lo llamamos
comportamiento, a diferencia de la conducta del animal. De este modo, el hombre es
ζῷον λόγοv ἔχον, mientras que el animal es αλογον. Por muy distintos que nuestra
interpretación y cuestionamiento sean respecto de los de la Antigüedad, objetivamente no
dicen nada nuevo, sino, como siempre y en todas partes en la filosofía, puramente lo
mismo.66
Lo que se ha dicho hasta este momento es que todos los fragmentos que
constituyen el mundo tienen al mundo como contexto espacial; sin embargo, sólo
él configurador de mundo tiene mundo en cuanto que él lo produce o configura y
“donde hay mundo, allí lo ente está manifiesto”67, en ese sentido, el configurador
de mundo es el que tiene la posibilidad de hablar para manifestarse o
pronunciarse.
54
“darse a entender” entre los de su especie a través de un sonido indicativo, pero
con ello no se pronuncia así mismo, no habla de sí mismo y tampoco habla sobre
los demás. La posibilidad de hablar es la actitud que el configurador de mundo
tiene y que marca una distinción respecto de los demás fragmentos que
constituyen el mundo.
La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier
animal gregario, es evidente: la naturaleza como decimos, no hace nada en vano, y el
hombre es el único animal que tiene palabra.
Pues la voz es signo de dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás
animales, porque su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e
indicárselas unos a otros.
55
mero elemento de la comunicación, tampoco es una representación gráfica, sino
un manifestar. Con la palabra se manifiesta lo conveniente y lo perjudicial, el bien
y el mal, lo justo y lo injusto; es decir, se manifiesta la convivencia humana. El
hombre tiene una convivencia exclusivamente humana al manifestar la actividad
de la vida cotidiana. Es ese manifestar el que marca una distinción entre hombre y
animal en Aristóteles, puesto que el hombre sólo se puede mostrar en cuanto lo
que es dentro de la convivencia humana.
En la frase “y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales” que
aparece en la cita del libro de Aristóteles, también se hace evidente un ejercicio
reflexivo para lograr una distinción entre el hombre y los demás animales. Esa
distinción es posible a través de la palabra. El hombre tiene la palabra, tenerla es
algo que le sucede, la naturaleza la ha otorgado y eso no ha sido en vano.
La πολις es el paraje esencial del hombre histórico, el “donde” al cual el hombre pertenece
como ζῷον λόγοv ἔχον, el “donde” sólo desde el cual le es asignado el ajuste y en el cual
es ajustado.71
70
Polis
71 HEIDEGGER, Martin; Parménides, AKAL, Madrid, 2005, p. 124.
56
griego.72 El λογοζ para los griegos y particularmente para Aristóteles significa
palabra o lenguaje.73
La interpretación del λογοζ por los romanos se entiende como ratio que
significa razón en el sentido de la racionalidad y esa será la naturaleza con la que
la metafísica tradicional comprenda al hombre. Lo anterior produjo que al hombre
se le otorgará única y exclusivamente la racionalidad como facultad que le es
propia y que es otorgada por naturaleza; en ese sentido, la naturaleza del hombre
tendría que ser preferentemente pensante. Sin embargo, para los griegos lo propio
del viviente no puede limitarse a una facultad o capacidad.
57
La interpretación de lo que somos en los griegos y en los romanos no es la
misma y eso es producto de la experiencia del pensar de los griegos sobre sus
propios conceptos y del pensar romano que latiniza al mundo griego. La
latinización del mundo griego por los romanos conduce a transformar el
entendimiento del pensar griego. Esta transformación sólo produjo la
determinación de la esencia del hombre bajo un fundamento, el de la racionalidad.
La racionalidad determina la esencialidad del hombre y produce que el lenguaje
sea relegado al ámbito de facultad de expresión y comunicación.
Pero la latinización del mundo griego por los romanos no se limita tampoco simplemente a
la suma de todo lo apropiado por ellos. Lo decisivo radica en que la latinización ocurre
como una transformación de la esencia de la verdad y del ser, dentro de la esencia del
dominio grecorromano de la historia. Esta transformación se destaca por permanecer
oculta y determinar, todo de manera anticipada. 75
75 Ibídem. p. 57.
58
CAPITULO 3. EL HABLANTE MORTAL
59
3.1 La relación Heidegger - Aristoteles
60
Heidegger y que se configura en la forma de una confrontación que tiende a la apropiación
y a la asimilación radical del patrimonio de la ontología aristotélica. 76
En la cita anterior, Franco Volpi señala que la relación que existe entre Aristóteles
y Heidegger no debe reducirse a ser una mera interpretación de los conceptos
aristotélicos para el rescate del significado de lo que somos como “ser vivo dotado
de lenguaje”, sino que se trata de una total confrontación en la que Heidegger se
apropia totalmente de la ontología Aristotélica para dar cuenta del lenguaje como
propiedad de la naturaleza humana.
Heidegger reconoce que para Aristóteles “el hombre es ζῷον λόγοv ἔχον, el ente
que emerge en el nombramiento y el decir, y que en el decir mantiene su
esencia”77. Para Aristóteles, lo propio del hombre surge en la actividad de nombrar
y decir. Este planteamiento es clave en Heidegger, porque aquí se encuentra el
ejercicio de confrontación con Aristóteles que conduce de retorno al pensar griego
para asimilar la ontología Aristotélica puesto que ahí está colocado el lenguaje
como aquello que le es propio al ser humano, toda vez que a él le es posible el
“nombrar” y el “decir” como actividades dadas por la naturaleza. No están fuera de
él, sino son lo que le constituye.
76
VOLPI, Franco; Heidegger y Aristóteles, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2012. p.23
77 HEIDEGGER, Martin; Parménides, op. cit., p. 145.
61
natural hablar. Sin embargo, “decir” y “hablar” para Martin Heidegger son
actividades totalmente distintas.
Decir y hablar no son lo mismo. Uno puede hablar y hablar sin fin y no decir nada. En
cambio, alguien guarda silencio y no habla y al no hablar, puede decir mucho.
Pero de hecho, ¿qué significa decir? Para hacer la experiencia de ello debemos atender a
lo que nuestro idioma mismo nos invita a pensar a propósito de esta palabra: “Sagan”
significa: mostrar, dejar, aparecer, dejar ver y oír.78
78 HEIDEGGER, Martin; “El Habla” en De camino al habla, Odós, Barcelona 1990. p.227.
79 Sagan = sagen = decir.
80 Cfr. Ibídem. p. 69.
62
la de hablar. Quiere decir, que solamente el habla capacita al hombre ser aquel viviente
que, en tanto que hombre es. El hombre es hombre en tanto que hablante. 81
En la frase “el ser humano habla” que aparece en la cita anterior, Heidegger
realiza una afirmación que contiene de manera implícita la posibilidad del ser
humano, el habla, y con ella, la posibilidad de decir para mostrar. Cuando el ser
humano habla, muestra sin importar cuál sea su condición, es decir, no importa si
está despierto o soñando puesto que por el simple hecho de ser humano ya le es
posible el decir para mostrar. El decir muestra cuando se habla en el sentido de
ofrecer un discurso y también se muestra cuando no se dice nada, a saber,
cuando se mantiene en silencio, porque dialogar y estar en silencio son también
modos de mostrar.
81Ibídem. p. 11.
63
también sitúa al lenguaje como fundamento esencial que distingue al hombre de
otros seres. Ambos pensadores mantienen la misma pretensión, la de marcar una
diferencia radical entre el ser humano y el resto de los seres que constituyen el
mundo.
Uno de los conceptos griegos que sufre una transformación cuando pasa a
ser traducido al latín por los romanos es el concepto ζῷον. Cuando se dice aquí
una transformación, no se hace alusión a un cambio, sino a la comprensión misma
del concepto; en ese sentido, para los griegos el ζῷον se comprende como lo
“viviente” y en los romanos como el “animal”.
64
El concepto “ζῷον” significa “ser viviente”82 para Aristóteles. Pero para él
este concepto no se desprende del “ζωη” que denota la vida; en ese sentido, el
“ser viviente” no expresa que el ser tiene una relación con lo vivo o con la vida,
pero sí con lo viviente y eso significa tener un fundamento a través del cual el vivir
le pertenece, haciendo posible un “estar viviendo” en un contexto especifico. El
contexto específico en el que vive el viviente de Aristóteles es la πολιζ.
En la palabra, el ente que llamamos hombre se comporta con el ente como un todo, en
medio del cual el hombre es él mismo. ζῷον significa “ser viviente”. Pero no podemos
entender aquí ζωη “vida”, en el sentido del griego tardío, ni en el romano, ni en el sentido
moderno “biológico”, como en “zoología”. El “ser viviente” es φυσει ον, el ente cuyo ser es
determinado por la φυσις, por la emergencia y la auto apertura. Por supuesto, esta
determinación griega de la esencia del hombre fue transformada pronto por la
interpretación romana: ζῷον se hace animal.83
se trata de dar significado a lo que sea el hombre; es decir, no hay un estudio sobre la vida del
hombre puesto que no se trata de hablar de su naturaleza biológica. Cuando la filosofía piensa al
hombre, intenta aprehenderlo desde lo que es y no desde lo que tiene. Aprehenderlo desde lo que
es sitúa al pensar del hombre en el campo de la ontología y no de la biología, tampoco en el de la
antropología o en el de la existencia.
65
La imposibilidad de marcar una diferencia viene dada por la transformación
que sufre el concepto “ζῷον” como viviente y que pasa a ser entendido por los
romanos como “animal”. “Viviente” y “animal” se encuentran en una problemática y
ella inicia cuando el concepto “ζῷον” es entendido por los romanos bajo la
perspectiva de una animalidad, eso provoca el devenir del hombre al animal; es
decir, los romanos a través de la latinización de los griegos hacen posible la
existencia de una relación entre el hombre y la animalidad.
“El lenguaje es, en efecto, tan necesario y natural para el ser humano que sin él, el
hombre no puede ni existir, ni ser pensado como existente. O el hombre tiene lenguaje o
bien, simplemente no es”.85
66
El concepto “ζῷον.” en Aristóteles supone la posibilidad de existir. Hay
posibilidad de existir mientras se tiene el lenguaje, esta es la identidad del ζῷον.
No es la característica de estar vivo la que dota al ζῷον de esa identidad, sino la
posibilidad del decir para mostrar. El lenguaje tampoco aparece en Aristóteles
como una capacidad otorgada al ζῷον para distinguirlo, sino como su naturaleza.
“Ser viviente” y “ser vivo” son distintos. El “ser viviente” tiene una relación
con la naturaleza que posibilita la existencia; pero el “ser vivo” sólo enuncia el
calificativo de tener la vida; mientras que el viviente tiene la posibilidad de existir,
el vivo sólo tiene la vida en el sentido biológico y eso es posible no sólo para el
hombre, sino también para el animal y la planta. Es Aristóteles quien reconoce la
naturaleza hablante como posibilidad para existir del viviente. Es Heidegger quien
retoma esa naturaleza y además le reconoce tener la capacidad de morir como vía
para el fin, o bien, para no existir más.
El concepto de λόγος tiene en Platón y Aristóteles tal multiplicidad de sentidos, que las
significaciones tienden a separarse las unas de las otras sin la orientación positiva de una
67
significación fundamental. Pero, en realidad, esto es sólo una apariencia, que habrá de
mantenerse mientras la interpretación no logre captar adecuadamente el significado
fundamental en su contenido primario. Si afirmamos que λόγος significa fundamentalmente
“decir”, esta traducción literal sólo cobrará plena validez en virtud de la determinación de lo
que significa el decir mismo. 86
Para comprender el λόγος, Heidegger marca una distancia con todas las
significaciones sobre este concepto que ha ofrecido la filosofía que es posterior al
pensar de los griegos bajo el argumento de que estas son múltiples y arbitrarias.
En tanto que múltiples y arbitrarias, las interpretaciones posteriores a la filosofía
griega no ofrecen un entendimiento del concepto desde su contenido primario y
tampoco toman en cuenta la experiencia del pensar griego.
En cuanto decir, λόγος significa tanto como ζηλουν, hacer patente aquello de lo que se
habla en el decir. Aristóteles ha explicado más precisamente esta función del decir como
un αποφαινεσθαι. El λόγος hace ver algo (φαινεσθαι), vale decir, aquello de lo que se
habla, y lo hace ver para el que lo dice o, correlativamente, para los que hablan entre sí. El
decir “hacer ver” desde απο..., desde aquello mismo de que se habla.88
68
El concepto λόγος es entendido por Heidegger como un “decir”, este “decir”
es una actividad que tiene la función de “hacer ver” o “mostrar”. Entonces, mostrar
es el contenido primario del λόγος para Heidegger y significa una función
mostrativa. Para Aristóteles, el λόγος significa palabra, pero la palabra no debe ser
entendida como signo y tampoco como elemento de la comunicación o expresión,
sino como una actividad propiamente humana, como un hablar, donde el hablar
tiene como base la función mostrativa. El λόγος fue usado por los griegos para
designar la función de mostrar.
Y, como la función del λόγος no consiste sino en hacer que algo sea visto, en hacer que el
ente sea percibido, λόγος puede significar también la razón. Y como, por otra parte, λόγος
se usa no sólo en la significación de λεγειν, sino también en la de λεγομενον (de lo
mostrado en cuanto tal) y este último no es otra cosa que el υποκειμενον, lo que ya está
siempre ahí delante como fundamento de toda posible interpelación y discusión, el λόγος
designará, en tanto que υποκειμενον, el fundamento o razón de ser, la ratio. Y, como
finalmente, λόγος qua υποκειμενον puede significar también aquello que en el hablar es
considerado en cuanto algo, aquello que se ha hecho visible en su relación con algo, en su
“relacionalidad”, el λόγος recibe entonces el significado de relación y proporción. 89
89 Ibídem. p. 43.
90
El logos entendido por la experiencia del pensar romano designará el fundamento o razón de ser,
la ratio.
69
pensar romano relega al lenguaje a ser única y exclusivamente una facultad más
entre otras y pone a la ratio como naturaleza que hace la distinción entre el
hombre y el resto de los seres. La ratio pensada por los romanos es una
racionalidad en el sentido de capacidad. En la modernidad91 la ratio se comprende
como una naturaleza pensante y así se conservará.
Dicho muy en general, según él, el λόγος es la posibilidad del discurso y de hablar en
general. Desde ahí, a la antigüedad le resulta evidente tomar el discurso en el sentido más
amplio como un momento esencial del hombre mismo, y definir por tanto al hombre
70
ζῷον λόγοv ἔχον, un ser vivo que está abierto a, que puede pronunciarse sobre aquello a
lo que está abierto.94
94 Ibídem. p.372.
71
Con la confrontación aristotélica y con los análisis del proyecto
heideggeriano para la significación del ser humano expuestos en Ser y tiempo, en
Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo, Finitud, Soledad y en De
camino al habla, el significado de ser humano en Heidegger es el de hablante
mortal. Pero ¿qué ofrece Heidegger con esta significación para aquel o aquella
que tenga el deseo de conocer lo qué somos?
95 Cfr. HEIDEGGER, Martin; “Carta sobre el humanismo” en Hitos, Alianza Editorial, Madrid, 2007,
p. 286.
72
pronunciarnos y eso significa mostrar lo que somos. En resumidas cuentas,
comprendernos con el lenguaje como nuestra propiedad nos permite acceder al
mundo.
73
El ser humano no sólo es una interpretación en toda su extensión, de modo que nuestras
prácticas jamás podrán estar basadas en la naturaleza humana, ni en la voluntad de Dios,
ni en la estructura de la racionalidad, sino que esta condición de hombre es de un
desarraigo tan radical que todos los humanos sentimos profundamente nuestra desazón o
perturbación (unheimlich), es decir, tenemos la sensación de que jamás podremos
sentirnos confortables en este mundo. Según Heidegger, por esto es que nos sumimos tan
completamente en la tarea de tratar de sentirnos cómodos y seguros. Las actividades
conformistas, cotidianas, en que los seres humanos buscan darles un significado más
estable a sus vidas, son para Heidegger la revelación de su evasión y fuga motivada por la
comprensión preontológica que cada ser humano tiene de sí mismo al descubrir su
profunda falta de fundamento.98
Con la significación del ser humano como hablante mortal Heidegger ofrece
una vía para responder a la pegunta por lo que somos. Todos aquellos que
quieran saber lo que son, a través de Heidegger, encontrarán que son una
existencia con acceso al mundo y que, al mismo tiempo, van camino a su fin,
puesto que el lenguaje y la muerte son sus propiedades más propias, son ellos
mismos; en ese sentido, existen abiertos al mundo y caminan hacia un no existir
más.
98
DREYFUS, Hubert; Ser-en-el-Mundo. Comentario a la I División de Ser y Tiempo de Martin
Heidegger, op. cit. p.41.
74
CONSIDERACIONES FINALES
75
como fundamento esencial que le permite ser distinguido. En ese sentido, la
significación que realiza la metafísica del hombre puede traducirse a una
animalidad con naturaleza pensante.
76
El segundo fue el filosófico y la crítica que hace Heidegger a ese
humanismo gira en torno a señalar que la filosofía propone a la racionalidad como
fundamento esencial que distingue al hombre; en ese sentido, se acepta que la
naturaleza humana es preferentemente pensante, lo que produce la reducción del
hombre a una facultad, esto significa que la filosofía cuando intenta dar respuesta
a la pregunta por el hombre sólo ofrece una que es parcial.
El animal tiene la voz para indicar, pero ese indicar no muestra que es
animal, por lo tanto, lo que se despliega en el hablar es el decir para mostrar y
77
sólo puede ser posible en el ser humano y no en el animal. Cuando el ser humano
habla, muestra que el hablar es la actitud con la que enfrenta el mundo y si
cuando habla se muestra, lo que muestra es una apertura, es estar listo para el
mundo y eso posibilita el acceso al mundo.
Tampoco puede ser un antihumanismo porque eso sería tener una posición
contraria al humanismo y estar en contra del humanismo no rompe con el pensar
humanista, es seguir manteniendo al humanismo como movimiento reflexivo que
se obstina por determinar al hombre desde la perspectiva de la animalidad con
naturaleza pensante. “Humanismo” y “antihumanismo” son títulos producidos por
la metafísica tradicional que no logran significar al ser humano a partir de sus
propiedades.
78
El proyecto filosófico de Heidegger gira en torno a significar lo que somos a
partir de lo que es propio en nosotros y que no debe buscarse fuera. El ser
humano es en sí mismo lenguaje y muerte, esas son sus propiedades, Heidegger
las reconoce y a partir de ellas significa lo que somos.
79
FUENTES DE CONSULTA
Bibliografía básica.
80
MUÑOZ, Enrique; Heidegger y Scheler: estudios sobre una relación olvidada,
Cuadernos de Anuario Filosófico, Pamplona, 2013.
REALE, Darío; Historia de la filosofía. Tomo II. Del humanismo a Kant, Herder,
Barcelona, 2010.
SCHELER, Max; La idea del hombre y la historia, Ediciones Siglo Veinte, Buenos
Aires, 1969.
Bibliografía complementaria
PEÑALVER, Patricio, Del Espíritu al Tiempo. Lecturas del “El Ser y el Tiempo” de
Heidegger, Anthropos, Barcelona, 1989.
81