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Lucy CARRILLO CASTILE EDTFORES ACADEMI eee La politica y la violencia... | 95 1. El concepto de lo politico Para Maquiavelo el problema fundamental de la po- litica es como es posible mantener el poder del Estado. En esto siguio a los grandes escritores romanos, Cice- ron y Tito Livio, y a los grandes estadistas del pasado, Moisés, Salomén, Filipo, Alejandro de Macedonia, Ré- mulo, Teseo, Ciro y Pericles, quienes pensaron que lo que los hombres buscaban en la politica eran la satis- faccion y la gloria provenientes de la creacién de un todo social fuerte y bien gobernado. Maquiavelo es tan escéptico como lo fueron Plat6én y Aristételes con res- pecto a la posibilidad de una mejora del hombre conse- guida mediante la ensehanza moral, y pens6, por tanto, que el politico debe actuar siempre segtin convenga a 96 / Los eldsicos de la filosofia politica las circunstancias y al dominio de las mismas. Si los hom- bres fuesen buenos, la politica consistiria en el ejercicio exclusivo del bien. Pero, puesto que los hombres son egoistas, codiciosos y ambiciosos, la politica tiene que consistir en actuar con la fuerza, como una bestia. “En la politica es pues necesario ser zorra para conocer las trampas y le6n: para atemorizar a los lobos”, escribid en El principe. En el mundo de la politica es inevitable el uso de la violencia, la eleccién del mal, para poder sojuzgar a los hombres y alcanzar los fines que se pro- ponga el Estado. Esto quiere decir, y es importante acla- rarlo para evitar atribuirle cosas que nunca escribi6, que en el campo piblico de la politica no se trata de que los hombres deban aprender a ser malos, sino se trata mds bien de que “tendrian que aprender la mane- ra de no ser buenos”.*! La bondad y Ja maldad son asun- tos de la moral privada, cosas que a él, como filésofo de la politica, nunca le interesaron. Cuando el hombre elige comprometerse con las ta- reas politicas implicadas en Ja construccién de un Esta- do, las acciones no son ni buenas ni malas, los valores de la moral individual no cuentan aqui. La esfera de la politica es gobernada de diferente manera a como es dirigida la esfera de la moral privada. El fin excusa los medios: “No se puede hacer una mesa sin destruir ar- boles, no se puede hacer una tortilla sin romper hue- vos, no se puede hacer una repiblica sin matar gente”, afirma una de las m4s famosas maximas de provenien- cia maquiavélica.® Cuando se trata de proteger los tereses basicos de la sociedad en una situacion especifica, y para ello es necesario actuar con crueldad, “con ignomi- nia o ‘con gloria”, el gobernante tiene que hacerlo, Aquf “no se debe guardar ninguna consideraci6n a lo justo o lo 20 Nicolds Maquiavelo, El principe, Madrid, Catedra, 1995, cap. 18. 21 _N. Maquiavelo, El principe, Op. Cit., cap. 22 Véase: Hannah Arendt, “éQué es la autoridad?”, Op. Ci., p. 151. La politica y la violencia... | 97 injusto, lo piadoso o lo cruel, lo laudable o lo vergon- z0s0; sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de seguir aquel camino que salve la vida de la patria y mantenga su libertad”, anota como conclusién en el capitulo cuarenta y uno del tercer libro de los Discursos sobre la primera década de Fito Livio Para Maquiavelo la politica descansa en una visién pesimista de la naturaleza humana. Frente a la concep- cién politicoreligiosa dominante en la cultura renacen- tista, construida a partir de una imagen positiva del hombre, él propuso una imagen oscura y siniestra del humano. Asi, mientras que Nicolas de Cusa, Marsilio Ficino y Giovanni Pico della Mirandola enaltecen al hom- bre como un ser que est por encima del orden natural en virtud de su libertad, Maquiavelo asume que el hom- bre es egoista, ambicioso y codicioso por naturaleza, y que su egoismo, ambicién y codicia lo llevan a favorecer su propia existencia y bienestar por encima de todo, has- ta el punto de hallarse dispuesto a sacrificar todo cuanto no sea él, someter y dominar a todos los demas hombres y cosas para asegurar asi su propia existencia. Su amplia experiencia politica como diplomatico de la corte flo- rentina y sus estudios historicos determinaron que Ma- quiavelo se alejara de aquella concepcién.humanista que. afirmaba la superioridad del hombre como ser libre fren- te a los demis seres de la naturaleza y que abandonara todo tipo de idea en la que se elogiara la dignidad hu- mana. Con su concepcién del hombre, pesimista y tor- tuosa, no solamente asume una decisiva posicién critica contra el humanismo renacentista, sino que también establece las bases fundamentales de una visi6n realista de la politica y de una concepcién moderna del Estado. Maquiavelo considera que para construir una teo- ria positiva propia del Estado y la politica es necesario partir de presupuestos elementales de ideas especifica- mente politicas. En El principe, uno de los mas impor- 98 / Los clasicos de la filosofia politica tantes de estos supuestos es que para poder justificar la autoridad estatal absoluta es necesario partir del axio- ma que afirma la maldad natural del hombre. De este modo, en torno al problema del comportamiento que debe asumir el gobernante afirma: si los hombres fue- sen todos buenos, el principe deberia mantener la pa- labra dada, “pero como son malos y no mantienen lo que te prometen, tt tampoco tienes por qué mante- nérselo a ellos”. Asi como asevera que el principe no debe observar las promesas, dice también que es mucho mejor para el go- bernante ser temido que amado cuando se haya de pres- cindir de una de las dos cosas. “Porque de los hombres en general se puede decir esto: que son ingratos, volubles, hipécritas, falsos, temerosos del peligro y dvidos de ga- nancias; y mientras les favoreces, son todo tuyos, te ofre- cen su sangre, sus bienes, la vida e incluso los hijos mientras no los necesitas; pero cuando Mega el momento te dan la espalda”. Por esto es mejor que el principe “se haga temer de manera que si no se gana el amor, evite el odio”.* Ese pesimismo que Maquiavelo expresa sobre el hombre es resultado de la compleja e insidiosa situa- cién del hombre en la historia, y es a la vez el presu- puesto légico y sistematico para legitimar la idea de un Estado fuerte, coactivo y represivo. Maquiavelo supo- ne que el hombre no es apto por naturaleza para la politica ni para la vida social. Al hombre hay que do- blegarlo, hay que someter su cardcter natural para con- seguir su disposicién para la vida politica. La funcién del Estado radica precisamente en conseguir este pro- pésito, es decir, cémo hacer para que el hombre no ac- tue segiin sus disposiciones naturales, sino segtin criterios que hagan posible la vida en comtn. Sobre esto escri- bid en el primer libro de los Discursos: 23 _N. Maquiavelo, El principe, Op. Cit., cap. 18. 24 N.Maquiavelo, El principe, Op. Cil., cap. 17. La politica y la violencia... | 99 Como demuestran todos los que han meditado sobre la vida politica y los ejemplos de que esta lena la historia, es necesario que quien dispone una republi- cay ordena sus leyes presuponga que todos los hom- bres son malos y que pondran en practica sus perversas ideas siempre que se les presente la ocasién de hacer- lo libremente; y aunque alguna maldad permanezca oculta por un tiempo, por provenir de alguna causa escondida que, por no tener experiencia anterior, no se percibey siempre ta pone al descubierto el tiempo, al que Haman padre de toda verdad.” Asi, el pesimismo antropolégico expresado por Ma- quiavelo en sus obras mas importantes es el presupuesto logico y sistematico del Estado moderno como una insti- tucién que por medio de la coaccién y la violencia asegu- ra y garantiza la permanencia del Estado y la vida en comin en condiciones de respeto mutuo y seguridad so- bre los bienes y la vida. Ahora bien, desde el punto de vista de Maquiavelo, quien para construir un Estado no parte del principio que afirma la maldad natural del hom- bre, conduce necesariamente a la sociedad que gobierna al fracaso y la destruccién. En este sentido, todos aque- llos que desconocen este punto de partida son para Ma- quiavelo idealistas, que por no partir de las verdades auténticas sobre lo que es la politica —verita effettuale— se han imaginado un deber ser, una repGblica ideal, que pue- de servir de consuelo para Jos hombres cuando se con- ciben como dngeles, como almas bellas, pero que no sirve de nada para una consideracin real de lo que los hombres verdaderamente son y, por tanto, no sirve de nada cuando se trata del problema de la construccién o del mantenimiento del Estado. Asi como San Agustin, Moro, Ficino y Pico della Mirandola en la filosofia poli- 25. N. Maquiavelo, Discursas sobre la primera década de Tito Livio, Ma- drid, Alianza, 1987, libro 1, cap. 3. 100 / Los eldsicos de la filosofia politica tica, como Savonarola y Piero Soderini, en la politica practica, muchos se han imaginado, escribe Maquiavelo, repi- blicas y principados que nunca se han visto ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta dife- rencia de cémo se vive a cémo se debe vivir, que quien deja lo que se hace por lo que se deberfa hacer, aprende mas bien su ruina que su salvacion. Porque un hombre que quiera hacer en. todo profesién de bueno fracasara necesariamente entre tantos que no lo son. De donde le es necesario al principe que quiera seguir siéndolo aprender a poder no ser bueno y a utilizar o no este conocimiento segan lo necesite.” En esta nueva concepcion de la politica, que Maquia- velo fundamenta en los albores de la modernidad, se trata de separar y diferenciar el ambito de ia ética del campo de la politica, es decir, de alejar los asuntos de la moral privada de los asuntos concernientes a la organizacion pdblica. Para Maquiavelo, mezclar las exigencias de Ja moral privada, contenidas en los valores de la moral cris- tiana y estoica del hombre bueno, con los valores que exige la accién politica, conduce no s6lo a la confusion, sino al fracaso en la politica. Gobernar las sociedades a Ia luz de lo que en sentido de la moral privada se consi- dera bueno, es decir, practicar en la politica los valores de la liberalidad, la misericordia, el honor, la franqueza, la solidaridad, la religién, salva el alma del gobernante, pero conduce a la ruina de las sociedades. Un principe no puede observar todo lo que hace que los hombres sean tenidos por buenos, ya que a menudo se ve forzado para conservar el Estado a obrar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religion. Por eso tiene que contar con un 4nimo dis- puesto a moverse segiin los vientos de la fortuna y la 26 N, Maquiavelo, El principe, Op. Cil., cap. 15. La politica y la violencia... / 101 variacién de las circunstancias se lo exijan, y como ya dije antes, no alejarse del bien, si es posible, pero sa- biendo entrar en el mal si es necesario [...} Procure pues el principe ganar y conservar el Estado: los me- dios seran siempre juzgados honorables y alabados por todos; ya que el vulgo se deja cantivar por la apariencia y el éxito, y en el mundo no hay més que vulgo. En su teoria de la politica se trata de fundamentar por qué no se debe poner limites a la accién del Estado desde la esfera de la maral. Para Maquiavelo el problema fundamental de la politica es coma es posible crear or- den y establecer condiciones para la seguridad de todos aquellos que conforman una comunidad politica. En este sentido resulta inaceptable que los fines politicos que el gobernante, principe o republica, tiene que alcanzar, ten- gan que ser sometidos al crisol de un tipo de critica mo- ral o religiosa. Para Maquiavelo, los Iimites de la accion del Estado se definen en funcién de las posibilidades del Estado mismo para alcanzar sus propésitos politicos mas fundamentales, y en ningun sentido acepta que los limi- tes de la accién polftica sean trazados desde una esfera externa a ella. El limite de la accion estatal Jo traza el que el gobernante sea capaz de conservar la unidad del poder soberano en el Estado: si mantiene el Estado es un buen gobernante, si no lo hace es un fracaso. Esto lo ilustra mediante la comparacién entre las acciones politicas de creadores de nuevos estados como lo fueron Filipo de Macedonia, David, Fernando el Catélico, y de politicos fra- casados como Piero Soderini. “Fernando el Catélico, escri- be, no predica m4s que paz y lealtad, cuando de la una y de la otra es acérrimo enemigo; y tanto la una como la otra, de haberlas observado, le habrian arrebatado o la reputacion o el Estado”.® 27. Maquiavelo, bid 28 N. Maquiavelo, Ibid. 102 / Los clasicos de la filosofia politica Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro, para crear un Estado llevaba a los hombres de una provincia a otra como los pastores llevan su ganado. David, apunta en Los Discursos, “siendo 61 un principe nuevo, cambié todo de nuevo, instituyendo en la ciudad nuevas formas de gobierno con nuevos nombres y autoridades con nuevos hombres, haciendo a los ricos pobres y a los pobres ri- cos; edificando nuevas ciudades y destruyendo las edifi- cadas”.*" Por el contrario, Soderini, el gonfaloniero vitalicio de Florencia y amigo de Maquiavelo, modelo . del politico moral, crefa que podfa vencer con su pacien- cia y su bondad las ambiciones y el deseo de poder de sus enemigos —la casa de los Médici y la aristocracia terra- teniente—, de restaurar otro tipo de gobierno, y se equi- voc6. Soderini sabia, por su prudencia, que para derrotar a sus adversarios le seria necesario hacerse con una auto- ridad extraordinaria y romper con las leyes la igualdad civil. Sin embargo, no quiso hacerlo por respeto a la ley y al derecho. Su error consistié, dice Maquiavelo, en no darse cuenta de que la maldad no se doma con el tiempo ni se aplaca con los beneficios, y por esto Soderini per- did, junto con su patria, el gobierno y la reputacion. Asi pues, la conclusién de Maquiavelo obtenida de la com- paracion de estos casos es que si no se diferencia clara- mente el mundo de la moralidad personal y el de la organizaci6n publica se fracasa politicamente. Y para no fracasar politicamente es necesario proceder tal y como lo hicieron los grandes héroes que Maquiavelo tipifica, sobre cuyos crueles ¢ inhumanos procedimientos con- cluye en Los Discursos: estos procedimientos del uso de la fuerza, la astucia, el engafto, la traicién, la matanza de inocentes, la violaci6n de los derechos son muy crueles, y hacen ingratos a todo gobierno, no sélo cristiano sino humano, y todo hombre debe evitarlos y preferir vivir una vida privada que ser un 29 N. Maquiavelo, Discursos, Op. Cit., Libro 1, cap. 26. La politica y la violencia... | 103 rey que comporta tal ruina sobre los hombres. Sin embargo, un gobernante que no desee tomar ese ca- mino del gobierno legal, si desea mantenerse, debe entrar en esta mala senda.” Si un hombre toma el camino de la politica no puede orientar sus acciones a partir de la moral porque conduci- r4 su gobierno al fracaso. Quien haya elegido el mundo de la politica tiene que aprender a no ser bueno y utilizar © no este conocimiento segtin To necesite. Frente a esta cruda y despiadada concepci6n la politica es posible sostener que el limite del poder del gobernante no puede depender solamente de que mantenga la uni- dad estatal. Uno no podria aceptar, como escribe Hannah Arendt, la sugerencia de Platén en Las leyes que recomien- da la tirania como gobierno, porque en ese sistema “es posible que el cambio se haga con mayor facilidad y rapi- dez”.5' Si no hay un limite para la accién del Estado, si desde la perspectiva de la moral no es posible trazarie limites a la politica, entonces, ¢cémo seria posible evitar que el mandatario se convierta en un dictador absoluto? Antes de presentar la respuesta del florentino a estas pre- guntas, voy a exponer sus opiniones sobre la historia y los conceptos de virtud y fortuna. 2. La doctrina de Ia historia y su funci6n en la politica Segiin Arendk, la justificacion de la violencia en fun- cin de Ja necesidad de la unificacién del Estado, permite afirmar que Maquiavelo no es un continuador de la tradi- cién romana del republicanismo clasico, sino mas bien un predecesor de la organizacién politica moderna del Esta- do-Nacion. Esta critica de Arendt es muy problematica porque desconoce el significado que tiene la historia para 30 N. Maquiavelo, Zbid. 31 Véase: Arendt, H., "éQué es la autoridad?, Op. Cit., p. 151 108 / Los clasicos de ta filosofia politica 3. Virtud y fortuna EI capitulo XXV de El: principe comienza con estas palabras: Ya sé que muchos han creido y creen que las cosas del mundo estan hasta tal punto gobernadas por la fortu- na y por Dios, que los hombres con su inteligencia no pueden modificarlas, ni siquiera remediarlas; y por eso se podia creer que no vale la pena esforzarse mucho en Jas cosas sino més bien dejarse levar por el destino. Para Maquiavelo las interpretaciones de la historia representadas por humanistas y autores de la edad media, que suponen una inexorable necesidad de los aconteci- mientos humanos, expresan una paralizacion de la accion y tienen como efecto la confirmacién de la creencia en el destino. La interpretacién teolégica de los acontecimien- tos histéricos supone la presencia de Dios en Ia historia y determina que ésta sea inaccesible para los seres huma- nos, puesto que la causalidad de la presencia divina en la historia no es controlable por el hombre. Maquiavelo rom- pe con esta concepcién. Junto con otros autores del Rena- cimiento inicia el proceso de secularizaci6n del pensamiento hist6rico al sacar a la historia del plan salvador divino y convertirla en un asunto humano. El conocimiento exac- to de las leyes historicas hace posible que los hombres puedan imponer sus propios fines y prop6sitos en la histo- ria. Solamente el hombre que ha estudiado y observado la regularidad interna del curso de la historia esté en ca- pacidad de hacer valer sus propios fines en ella. El conoci- miento de la regularidad e interna necesidad de la historia le permite al hombre eludir, aunque sea parcialmente, la fatalidad de su destino. “El dominio de la historia por medio del conocimiento de su regularidad” es la formula La politica y la violencia... | 109 que permite resumir el programa teérico y practico de Ma- quiavelo, escribe Miinkler®” Sin embargo, el conocimiento de la regularidad en Ja historia no es la tinica condicion para que el politico pueda hacer valer sus propios fines y propésitos. Para conseguir el éxito es necesaria también la virtud del actor politico. En el capitulo XXV de El principe, Maquiavelo com- para la fortuna con “uno de esos rios impetuosos que cuan- do se enfurecen inundan las Ianuras, destrozan Arboles y edificios, se Hevan tierra de aqui para dejarla alla”, La equipara también con la mujer, que para doblegarla hay que “arremeter contra ella y golpearla”. Dice también allf que la fortuna, como mujer, es amiga de los hombres im- petuosos, de los jévenes, “porque son menos circunspec- tos, mas feroces y la dominan con mas audacia”. En los Discursos usa otra metafora; alli la coteja con una red que funciona como un marco en el cual se dan las acciones, pero que no puede ser transgredido: Afirmo pues, que los hombres pueden secundar a la fortuna, peto no oponerse a ella, que pueden tejer sus redes, pero no romperlas. Sin embargo, jamas deben abandonarse, pues como desconocen su fin, y como la fortuna emplea caminos oblicuos y desconocidos, siem- pre hay esperanza, y asi, esperando, no tienen que aban- Gonarse, cualquiera que sea su suerte y por duros que sean sus trabajos. Maquiavelo establece una medida aproximada entre el poder de la fortuna, que es arbitro de la mitad de nuestras acciones, y ta virtud, que controlaria la otra mitad. Gracias a esto, es decir por la existencia de la virtud, los hombres pueden tomar precauciones con el fin de resistir y contra- 37 Minkler, H., Machiavelli. Die Begritndung des politischen Denkes der Neuzeit aus der Krise der Republik Florenz, Fischer, Frankfurt am Main, 1984, Teil 3. 38. N. Maquiavelo, Discursos, Op. Cit., Libro 2, cap. 29. 110 / Los clasicos de la filosofia politica rrestar el poder de la fortuna. Para Maquiavelo la accién politica es siempre una contraposicién entre la virtud y el poder de la fortuna, una medida de fuerzas entre la destre- za subjetiva del actor y el poder del misterioso acaso. Para dominar el poder de la fortuna se requiere valor, energia vital, fuerza de acci6n, astucia, conocimiento de la regu- laridad del curso de los acontecimientos hist6ricos, capaci- dad de liderazgo, carisma y, sobre todo, la capacidad pragmitica para reconocer en cada situaci6n lo que se debe hacer y realizarlo en forma consecuente. Esas propiedades y . capacidades, con las que se pueden enfrentar los ataques de la fortuna, son aquello que Maquiavelo denomina virtud. Como hemos visto, Maquiavelo supone una concep- cién ciclica de los acontecimientos hist6ricos, en la cual hay fases de ascenso de la anarqufa hacia el orden republi- cano y de descenso de la reptiblica hacia la crisis politi- ca. Pero estas fases del curso de la historia no estan determinadas por un plan divino externo a la historia, sino més bien son el resultado de la contraposicién en- tre la capacidad de accién del sujeto politico y el poder del destino, es decir entre virtud y fortuna. Su idea de la historia no es ni pesimista ni optimista, asi como tampo- co representa un determinismo hist6rico. Maquiavelo piensa que la caida de un Estado bien organizado es in- evitable, asf como lo es la superacién de la situacién de crisis. “La fase de la caida es un momento de descenso continuo de la virtud y de ascenso del poder de la fortu- na”. Por el contrario, la fase de superacién de la crisis es un momento de ascenso de la virtud y de descenso del poder de la fortuna. Allf donde la corrupcién toma su lugar, donde no valen ni las leyes del derecho ni las re- glas de la moral, donde se impone el poder del mas fuer- te, donde se pervierten los usos y costumbres morales, alli no hay posibilidad alguna para la construccién de 39 Kersting, W., Niccolo Machiavelli, C.H. Beck, Miinchen, 1988, p. 67. La politica y la violencia... / 111 un orden politico, alli reina de forma absoluta el poder de la fortuna, “pues donde los hombres tienen poca vir- tud, la fortuna muestra mas su poder” .*” Pero asf como la cafda de una repiblica es inevitable, Jo es también la salida de Ia situacién de crisis. En este sentido, la caida de una sociedad en la anarquia y la co- rrupcién no conduce a una situacién de la cual esta socie- dad nunca més se pueda recuperar. Por el contrario, en la fase de superacién de la crisis aumenta de nuevo la in- fluencia de la virtud. S6lo alli se da la gran capacidad del hombre virtuoso, del héroe politico fundador y creador del orden, que es capaz de someter el caos a la ley, para fundar y mantener una republica. Esta concepcién ciclica de la historia deja un amplio espacio para la construccién racional, la cual se realiza gracias a la virtud ordenadora que poseen algunos hombres, los hombres virtuosos. Para Maguiavelo la politica tiene sus propias reglas que deben ser dominadas si se quiere alcanzar el fin que se busca. Por esto la mds importante propiedad de la accién politica es la capacidad para alcanzar el éxito, capacidad que se al- canza mediante el dominio del poder de Ja fortuna por medio de la virtud. 4. El poder y 1a violencia éPuede una repablica, o'un principe, sin valerse de la violencia, mantener el orden y Ja seguridad en una socie- dad determinada? Para el diplomatico florentino, un fil6- sofo politico no puede responder al problema de la violencia negando la existencia de la violencia en la polf- tica. En este sentido, es completamente falso afirmar, como Jo hace Hannah Arendt, que el gran problema de la teoria politica de Maquiavelo consiste en que en ella son justifica- dos todos los medios y, particularmente, la violencia, para 40 N. Maquiavelo, Discursos, Op. Cit., Libro 2, cap. 30. 112 / Los clésicos de la filosofia politica conseguir la fundacin de una repiblica o de un principa- do. Es cierto que Maquiavelo acepta el uso de la violencia en algunos casos, pero lo rechaza, precisamente, cuando ella se utiliza para consolidar gobiernos tirénicos. El argu- mento politico de Maquiavelo se entiende de manera equi- vocada cuando se afirma que su justificacin de la necesidad de la violencia en la politica presupone su compromiso in- eludible con las formas de gobiernos tirénicas y despéticas. Su comprension adecuada supone, por tanto, diferenciar su justificacion de la necesidad de un Estado fuerte, como - el que intent6 construir César Borgia, de su rechazo a los gobiernos tirénicos como el de.los Tarquinos, el de Dioni- sio II de Siracusa y el de Pisistrato. Para desarrollar esta diferenciacién es importante presentar primero dos impor- tantes interpretaciones de cémo se ha entendido y comen- tado la relaci6n entre la moral y la politica en el pensamiento de Maquiavelo. La interpretacién mas corriente y representativa, de- fendida entre otros por Bacon, Fichte, Chabod, Cassirer, Mimkler y Kersting, asevera que El principe se convirtié en la obra clasica de la teoria politica, en virtud de que alli se afirma por primera vez, en los inicios de la moderni- dad, el principio de autonomia del quehacer politico res- pecto de las demas formas de actividad humana y, en primer lugar, respecto de la moral, A través de esto Maquiavelo introduce en ja literatura politica un realismo politico des- vinculado de toda consideracién ética. Esta interpretacion la denominaremos la tesis de la autonomia de la politica. La otra opini6n, defendida entre otros por Berlin y Voe- gelin, afirma, por el contrario, que Maquiavelo no separé la politica de la moral y que es falso partir de este supues- to para entender al politico florentino. Maquiavelo, dice Berlin, no busca Ja emancipacién de la politica de la ética; lo que establece es una diferenciacién entre dos moralida- des, una es la del mundo pagano con sus valores mas te- rrenales y otra es la moral cristiana con sus ideales de La politica yla violencia... / 118 cristiandad. A ésta Ja denominaremos la tesis de la moral social. Frente al problema de la justificacion de las recomen- daciones excepcionales que Maquiavelo da al gobernante para restaurar un cuerpo politico, recomendaciones que en algunos casos pueden violar la moralidad corriente y ser incluso delitos, encontramos, segiin estas dos interpre- taciones, las siguientes alternativas: de la tesis de la auto- nomia de la politica se puede deducir que las acciones politicas necesarias para crear o conservar un Estado, aun- que sean delitos, aunque violen cualquier moralidad, se justifican como medios que deben ser considerados sola- mente en su relacién con los fines. Si la crueldad es una accién reprobable moralmente y debe ser rechazada por principio, la crueldad es en el discurso politico solamente un medio que debe ser considerado en su finalidad en relacién con la situacin dada. Una primera consecuencia de esta tesis es la diferenciacién de los ambitos de accién y de las respectivas condiciones de validez: al 4mbito de la moral le corresponde como condicién de validez el mun- do del valor, y al de la politica le corresponde la eficiencia pragmitica que se mide en la relacién medios-fines. La segunda consecuencia de esta tesis es la afirmacién de que Jos valores politicos poseen un més alto valor que los de la moral. La tesis de la moral social tiene otra respuesta frente al problema planteado. Para sus defensores; las acciones politicas que solamente pueden alcanzarse‘a través de ac- ciones deshonestas e inmorales requieren una justificacion por medio de valores que sirvan a su realizacin, es decir, por medio de valores politicos. Esta tesis descansa en la idea de que la moralidad de Maquiavelo es social y no individual. Maquiavelo considera que las virtudes del hom- bre bueno, propias de la moral cristiana y estoica, son un obstdculo para construir una sociedad politicamente fuer- te y por eso recurre a la moral pagana, es decir a un tipo 114 / Los clésicos de la filosofia politica de moral que considera como el més alto valor el bienes- tar de la patria, y que a la realizaci6n de este valor tiene que sacrificarse todo bienestar personal y toda meta indi- vidual. A Maquiavelo le interesan el hombre politico y la ética politica, no el hombre moral ni la ética cristiana. Asi, de cara al conflicto entre las alternativas representadas por los sistemas de valores de la moralidad personal y el de la organizacién ptiblica, Maquiavelo afirma, segin la tesis de la moral social, que quien elige el camino de la politica debe suprimir sus escripulos privados y quien es- coge el camino de la moral privada tiene que abandonar toda esperanza de hacerse responsable de la vida de otros. Ahora bien, el que opta por la via de la politica tiene que estar dispuesto a usar los métodos que sean necesarios para obtener buenos resultados y tiene que saber que la califi- cacién de “buenos” no esté determinada por la escala va- lorativa de la moral cristiana o estoica, sino de una moralidad “secular, humanista, naturalista”.” En este sen- tido el asunto de la justificacin de medidas excepcionales se resuelve a partir del supuesto de que su ponderacién solamente puede hacerse en términos de los valores poli- ticos. “Bueno” es, pues, todo aquello que sirve a la crea- cién, conservacién y mantenimiento del Estado. El problema que habiamos planteado frente a la con- cepcién de la politica de Maquiavelo, es que si no hay manera de establecer un limite para la accién del Estado, entonces, écémo seria posible evitar que el mandatario se convirtiera en un dictador absoluto? ¢Cémo evitar que el principe se convierta en tirano? Segtin la tesis de la auto- nomfa de la politica, en las situaciones de crisis, que son las situaciones supuestas por Maquiavelo en El principe, las exigencias de la moral deben retroceder en caso de con- flicto con acciones politicas necesarias, puesto que los va- lores de la politica poseen un més alto valor que los valores 41 Isaiah Berlin, “La originalidad de Maquiavelo”, Op. Cit., p. 120. La prolitica y la violencia... / 115 de la moral. Seguin la tesis de la moral social, el conflicto entre las alternativas representadas por los sistemas de valores de la moralidad personal y de la organizacién pu- blica se resuelve suponiendo que la vida pablica tiene su propia moralidad, frente a la cual los principios cristianos (0 cualquier valor personal absoluto) tienden a ser un obs- taculo gratuito. “Esa vida, escribe Berlin, tiene sus pro- pias normas: no requiere terror perpetuo, pero aprueba, © cuando menos permite, el uso de la fuerza cuando es necesaria para promover los fines de la sociedad politi- ca”® El problema radica en c6mo establecer limites para el uso necesario de ia fuerza; en otras palabras, en como hacer para que este uso no se pueda convertir en terror perpetuo. Los escritores que representan estas dos interpreta- ciones aseveran que las medidas que recomienda Maquia- yelo, aunque censurables en si mismas, estén destinadas al bien comin. El gobernante debe respetar ese bien co- mitin. Pero écémo se puede garantizar ese respeto?, pre- gunta Cassirer. “El principe, escribe en El mito dei Estado, describe con una total indiferencia, los modos-y maneras por los cuales hay que alcanzar y mantener el poder poli tico, Sobre el justo empleo de ese poder no dice ni una palabra. No restringe dicho empleo a ninguna considera- cién para Ja comunidad”. Ahora bien, si en la concep- cién de Maquiavelo el uso del poder no esté limitado por ninguna consideracin del bien comin, si no hay un limi- te para la accién del Estado, esto puede querer decir, en- tonces, que Maquiavelo esta realmente recomendando la tiranfa como forma de gobierno. Veamos ahora con mas detalle la diferenciacién en- tre un Estado fuerte y un gobierno tiranico, para pre- sentar la concepcién de Maquiavelo sobre la relacién 42 Ihid., p. 128. 43 Ernst Cassirer, El mito del Estado, Op. Cit., p. 168. 116 / Los cldsicas de la filosofia politica entre el Estado y la violencia, y poder relativizar asf la critica de Cassirer. A muchos les ha fastidiado y molestado la admiracién de Maquiavelo por César Borgia y ésta los ha levado a decir gue es un apologista del crimen y Ia maldad. Para Federico II, Borgia es uno de los mayores criminales de la humanidad: No existe crimen alguno, escribe en su Antimaguiavelo, que César Borgia haya dejado de cometer, ninguna maldad que no haya ejecutado paradigmaticamente, ningin tipo de atentado del que no sea culpable. Hizo asesinar a su hermano, masacr6 a la guardia suiza del Papa, despojé a una infinidad de cardenales y hombres ricos para saciar su codicia, invadié la Romagna del duque de Urbino y causé la muerte de Orco, su vicetirano, perpetré una horrible traicion en Sinigaglia, contra algunos principes cuya vida creia contraria a sus intereses. Las crueldades cometidas por mandato suyo son tan innumerables que nadie seria capaz de inventa- riarlas con exactitud!™ Pero, écémo entender, se pregunta el rey filésofo, que Maquiavelo tenga a Borgia como modelo? Su respuesta dice que El principe no es mds que un recetario de crime- nes y perversidades, y que su autor no es mas que un des- vergonzado y un infame. El error de la apreciacién de Federico II consiste en no diferenciar el significado politico que representa Bor- gia como estadista, del que tienen tranos como Agato- cles, Tarquino el Soberbio, Julio César, Mario y Oliverotto de Fermo. César Borgia establecié los fundamentos para asentar su poder en el Estado, es decir, para fundar un principado. Su preocupacién primordial en la politica era crear un todo social fuerte y bien gobernado. Borgia, en palabras de Maquiavelo, buscé sacar a Italia de la humi- Iaci6n a que la habfan conducido el dominio de la Iglesia 44 Federico II de Prusia, Op. Git., p. 49. La politica y ta violencia... (117 y de los principes feudales; quiso superar la desunién en- tre los principados que la hacia débil frente a las grandes potencias como Francia y Espajia; intent6 poner “fin a los saqueos de Lombardia, a las extorsiones del reino de Napo- les y de Toscana”; procuré sanarla de sus heridas y redi- mirla de tantas brutalidades e injurias barbaras. Para conseguir todo esto él tuvo que exterminar a todos sus posibles opositores, ganarse a la nobleza romana y adqui- rir suficientes poderes para resistir cualquier ataque. La realizacién de dichos propésitos estaba determinada por la idea de que era necesario conseguir todo esto para ad- quirir tal fuerza y reputacién, que el mantenerse en el poder por si mismo dependiera solamente de su poder y virtud y no de las fuerzas de otros. “Por esto, escribe Ma- quiavelo, yo no sabria censurarle; sino que, por el contra- rio, creo poder proponerlo como modelo a imitar a todos aquellos que por fortuna y con armas ajenas han llegado al poder” Que Borgia se valié de Ja violencia para atemorizar a sus stibditos, a los otros reyes y principes, que abus6 de la buena fe de los hombres, traicioné, perjuré, asesiné y que fue cruel, no lo niega Maquiavelo. Lo que dice, aunque suene terrible a los ofdos de los moralistas politicos, es que las crueldades usadas por Borgia no son malas en si mismas, pueden incluso denominarse buenas. “Bien usa- das pueden lamarse aquellas crueldades que (si del mal es licito hablar bien) se hacen de golpe por fa necesidad de afianzarse en el poder, y sobre las que luego no se insiste, sino que por el contrario se convierten, en lo posible, en una gran utilidad para los stbditos”.*° Por el contrario, mal usadas son aquellas crueldades que no son hechas en funcién de Ja necesidad de consolidar el poder, sino que sirven al interés privado del principe, que asf deviene en tirano, en déspota. Los tiranos.hacen un mal uso de la 45 N. Maquiavelo, El principe, Op. Cit., cap.7. 46 N.Maquiavelo, Thid., cap. 8. 118 / Los clésicos de la filosofia politica crueldad porque fa utilizan en funcidn de su interés par- ticular. Los verdaderos estadistas, al valerse de la cruel- dad, lo hicieron en funcién del bien comin, es decir, en aras de conseguir el fin supremo politico, que es el acto de fundacién de un Estado o de su conservacién: Por esto uin organizador prudente, que vela por el bien comin sin pensar en si mismo, que no se preocupa de sus herederos sino de la patria comin, debe ingeniar- selas para ser el tinico que detenta la autoridad y ja- mas el que entienda de estas cosas le reprocharé cualquier accion que emprenda, por extraordinaria que sea, para organizar un reino o constituir una reptibli- ca, Sucede que aunque le acusan los hechos, le excu- san Jos resultados, y cuando éstos sean buenos, como en el caso de Romulo, siempre le excusaran, porque se debe reprender al que es violento para estropear, no al que lo es para componer.” Asi pues, el criterio que propone Maquiavelo es que hay gobernantes que utilizan el poder para componer y otros que lo hacen para estropear. Quienes lo hacen para componer, acttian en funcién del bien comin; quienes lo hacen para estropear no atienden a ninguna considera- cién sobre e] justo empleo de ese poder. De esta manera podemos responder al inquietante problema planteado por Cassirer, segtin el cual Maquiavelo no restringe el uso del poder a ninguna consideracién para la comunidad, y sefalar que con este criterio Maquiavelo determina, en términos de una escala valorativa, los posibles usos del poder y la violencia. Asf, en la escala valorativa de la concepcién ética pre- supuesta en el pensamiento politico de Maquiavelo, go- biernos tiranicos son, como ya lo he dicho, el de los ‘Tarquinos, el de Dionisio II de Siracusa y el de Pisistrato. En la tiranfa no existe sino el bien particular del gober- 47 N.Maquiavelo, Discursos, Op. Cit., Libro 1, cap. 9. La politica y la violencia... / 119 nante y el bien comtin es desconocido. En las tiranfas su- cede que lo que hacen los tiranos para s{ mismos perjudica a la ciudad y lo que se hace para la ciudad los perjudica a ellos. En la medida en que entra en oposicion el bien co- mun de la ciudad con el bien particular del tirano, tiene éste, entonces, que someter, mediante la coaccién y la vio- lencia, a todos los miembros de la comunidad, para asi hacer prevalecer sus intereses sobre los de la ciudad. De modo que cuando en un estado libre surge una tira- nia, el menor mal que resulta de ello es que la ciudad ya no avanza ni crece en poder o en riquezas, sino que la mayorfa de las veces retrocede y disminuye. Y si quiere Ja suerte que alcance el poder un tirano virtuoso, que por su valor y por la fuerza de las armas extienda su dominio, esto ‘no resultara util para el pafs, sino sélo para él, porque lo que a él le conviene es mantener el estado dividido, y que cada tierra y cada provincia le Feconozca sélo a él, de modo que sus conquistas sélo a €laprovechan y no a la patria. Dicho esto es posible concluir, pues, que de la teoria de la politica de Maquiavelo no se puede afirmar que sir ve para justificar todos los medios, particularmente los vio- lentos, para conseguir la instauracion de un Estado y su conservacién, ni tampoco se puede aseverar que ella per- mite justificar la tiranfa. Estas enunciaciones de Arendt son falsas. Con el ejemplo de César Borgia queda demostrado bajo qué condiciones Maquiavelo acepta el uso de los medios violentos y la coacci6n estatal. La critica de Cassi- rer a Maquiavelo, segin Ja cual en la concepcién de El principe el uso del poder no est limitado por ninguna consideracién del bien comin, es también muy proble- mitica si atendemos a la diferenciacién entre el uso cons- tructivo y destructivo del poder politico. 48. Maquiavelo, fhid., Libro 2, cap. 1

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