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Fue descubierto en
la década de 1960 por Michael A. Epstein y Y.M. Barr. La investigación moderna sobre la MI
comenzó en 1970 con su identificación clínica. Más tarde, se descubrieron las anomalías
hematológicas asociadas. La presencia de anticuerpos heterófilos en pacientes con MI se detectó
una década después. La MI se caracteriza por fiebre, faringitis, adenopatías y esplenomegalia,
junto con linfocitosis y linfocitos atípicos en estudios hematológicos. La prueba de anticuerpos
heterófilos puede ser positiva en adultos, pero en niños menores pueden ser necesarias pruebas
específicas debido a la menor fiabilidad de los anticuerpos heterófilos en este grupo de edad. La
sintomatología varía según la edad, siendo más comúnmente asintomática en niños pequeños y
más evidente en adolescentes y adultos. La MI puede tener complicaciones y manifestaciones
atípicas, especialmente en pacientes inmunocomprometidos.
La mononucleosis infecciosa (MI) está asociada al virus Epstein-Barr (VEB), que fue identificado por
primera vez en 1968 en células de cultivo del linfoma de Burkitt. El VEB es miembro del grupo
herpesvirus y pertenece a la subfamilia Gammaherpesvirus. Tiene un tamaño de entre 100 y 120
nm y su genoma consta de una doble cadena de ADN. El virus infecta células del sistema linfático.
Los antígenos virales del VEB incluyen el antígeno de cápside viral (VGA), el antígeno nuclear
(EBNA), el antígeno de membrana, el antígeno temprano (EA) y los complejos D (componente
difuso) y R (componente restringido).
Una sorpresa en el análisis molecular del genoma del VEB fue el descubrimiento de dos tipos,
denominados tipo A y B o 1 y 2. Estos tipos difieren en algunos alelos, lo que afecta
significativamente a su capacidad de crecimiento en los linfocitos B humanos. El tipo 1 tiene la
capacidad de transformar los linfocitos B humanos rápidamente in vitro, mientras que el tipo 2
tiene un crecimiento más limitado en cultivo.
El genoma del VEB tiene 172 kilobases de pares y codifica entre 55 y 70 proteínas. Las cepas del
virus tienen secuencias de nucleótidos únicas, separadas por regiones internas principales.
Epidemiologia:
La mononucleosis infecciosa (MI) causada por el virus Epstein-Barr (VEB) tiene una distribución
universal en cuanto a su contagio. En países en vías de desarrollo, la infección tiende a ocurrir en
edades tempranas, a menudo sin síntomas o con síntomas inespecíficos. Por otro lado, en países
desarrollados o en áreas socialmente privilegiadas, la MI tiende a presentarse en edades más
avanzadas, como en la etapa escolar o en la adolescencia.
Patogenia:
La mononucleosis infecciosa (MI) es transmitida principalmente a través de la saliva, lo que le ha
valido el apodo de "enfermedad del beso". El virus Epstein-Barr (VEB) puede ser excretado
intermitentemente en la saliva hasta 18 meses o más después de la enfermedad, lo que contribuye
a su propagación. Aunque se desconocen completamente los mecanismos de transmisión en niños
pequeños, se ha observado una alta contagiosidad entre miembros de familias con casos de MI.
El VEB infecta principalmente células del sistema linfático, con una entrada inicial en el epitelio
orofaríngeo. Los linfocitos B son infectados selectivamente a través de interacciones específicas
entre receptores celulares y proteínas virales. Una vez dentro de los linfocitos B, el virus puede
persistir de por vida en una forma latente, lo que implica una expresión continua de ciertas
proteínas virales.
La respuesta inmune del huésped es crucial para controlar la infección por VEB. Los linfocitos T
citotóxicos específicos del VEB son particularmente importantes en este aspecto, ya que controlan
la proliferación de linfocitos B infectados. En personas con inmunodeficiencia, como receptores de
trasplantes o pacientes con VIH/SIDA, la capacidad del sistema inmunológico para controlar la
infección por VEB puede estar comprometida, lo que puede conducir a la reactivación del virus.
La MI aguda se caracteriza por una respuesta inmune tanto humoral como celular, que puede estar
asociada con la pérdida temporal de la hipersensibilidad retardada y otras alteraciones cutáneas.
La patogenia de las enfermedades malignas relacionadas con el VEB, como el carcinoma
nasofaríngeo y ciertos linfomas, es multifactorial e incluye factores genéticos del virus, factores
ambientales y respuestas inmunes anormales del huésped.
En mujeres embarazadas, la infección por VEB puede ser preocupante ya que puede transmitirse al
feto, lo que puede resultar en malformaciones congénitas. En general, la respuesta inmune y la
patogenia de la infección por VEB pueden variar según la edad y el estado inmunológico del
individuo afectado.
El cuadro clínico:
Asintomático: En lactantes y niños pequeños, la infección puede ser asintomática y solo detectada
mediante pruebas serológicas.
Expresión clínica atípica: Puede manifestarse con síntomas no típicos como parálisis facial,
hepatitis, meningoencefalitis, mielitis transversa, púrpura trombocitopénica y neumonitis, entre
otros.
Mononucleosis de repetición:
En niños se presenta con faringitis recurrente, fiebre, dolor de garganta y malestar general.
Después de la resolución de la infección primaria por VEB, algunos pacientes pueden experimentar
manifestaciones clínicas recurrentes o crónicas, denominadas SFC.
Se ha observado una correlación entre altos títulos de anticuerpos contra el VEB y otros virus,
como el virus del herpes humano tipo 4, herpes simple tipos 1 y 2, y enterovirus, en pacientes con
SFC.
Las manifestaciones clínicas del SFC incluyen fatiga, faringitis, mialgias, artralgias y otros síntomas,
con una frecuencia variable según los estudios.
La infección primaria por VEB durante el embarazo es rara pero puede provocar malformaciones
congénitas, como micrognatia, criptorquidia y cataratas, así como hipotonía, monocitosis
persistentes y otras alteraciones.
Se ha observado el genoma del VEB en otros tipos de cáncer, como el linfoma de Hodgkin,
carcinoma gástrico, carcinoma hepatocelular y otros, pero su papel exacto no está claro.
Biometría Hemática:
Prueba de Paul-Bunnell:
Detecta anticuerpos heterófilos que reaccionan con antígenos de otras especies en pacientes con
mononucleosis. Aparece a partir de la segunda semana y puede permanecer alto durante meses.
El diagnóstico de infección aguda por VEB se basa en la elevación de anticuerpos IgM y IgG contra
varios antígenos específicos del virus.
Los anticuerpos IgM y IgG contra el antígeno de cápside viral (VCA) y el antígeno temprano (EA)
son útiles para diagnosticar infecciones recientes. Los anticuerpos contra el antígeno nuclear
(EBNA) aparecen semanas o meses después del inicio de la infección y excluyen la infección
reciente.
Se pueden realizar múltiples pruebas serológicas específicas para detectar anticuerpos contra el
VEB, siendo la detección de anticuerpos contra el VCA la más común.
La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) es una tecnología molecular que detecta genes
específicos del VEB, como el EBNA1, BALF5 y BNRF1, utilizando oligonucleótidos. Se emplean
sondas fluorescentes marcadas, principalmente mediante diseños TaqMan y sondas de
hibridización. Esta prueba permite cuantificar el virus en sangre y plasma, siendo útil para
enfermedades graves causadas por el VEB, como las enfermedades linfoproliferativas
postrasplante. Aunque aún no está estandarizada, su validación y uso deben ser rigurosos, y la
interpretación de la carga viral debe hacerse con precaución debido a las variaciones en el número
de copias detectadas según la infección evaluada.
Complicaciones:
Las complicaciones de la mononucleosis infecciosa (MI) pueden afectar diversos sistemas del
cuerpo, siendo potencialmente graves en algunos casos. Cerca de uno de cada cinco niños con MI
experimenta una o más complicaciones, con el sistema respiratorio, el nervioso central y el
hematopoyético siendo los más afectados. Se han observado también complicaciones como
glomerulonefritis y orquitis. La trombocitopenia, la obstrucción de las vías respiratorias y las
manifestaciones neurológicas, como encefalitis y parálisis facial, son algunas de las complicaciones
comunes asociadas con la MI. Aunque las complicaciones pueden ocurrir durante la enfermedad
aguda, la convalecencia o el periodo prodrómico, suelen ser de corta duración y rara vez dejan
secuelas permanentes. Las superinfecciones bacterianas son poco comunes en la MI, aunque los
abscesos periamigdalinos se han observado como una complicación bacteriana reciente.
DX DIFERENCIAL:
PRONOSTICO:
TRATAMIENTO: