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Expediente: 2007-16163-33-RHC
Distrito: La Paz
Magistrada Relatora: Dra. Martha Rojas Álvarez
En revisión la Resolución 217/2007 de 8 de junio, cursante de fs. 42 a 44, pronunciada por la Jueza
Segunda de Sentencia del Distrito Judicial de La Paz, dentro del recurso de hábeas corpus
interpuesto por Ángel Mercado Farell en representación sin mandato de Regina Ureña Calderón
contra Aníbal V. Miranda Balboa, Juez Tercero de Partido en lo Penal del mismo Distrito Judicial,
alegando la vulneración de los derechos de su representada a la libertad de locomoción, a la
seguridad jurídica y de la garantía del debido proceso, consagrados en los arts. 7 incs. h) y a) y
16.IV de la Constitución Política del Estado (CPE).
Por memorial presentado el 4 de junio de 2007, cursante de fs. 27 a 30, el recurrente sostiene que
los representantes de la empresa Molino Andino S.A. instauraron querella contra Fernando Javier
Loza Villamil por la comisión del delito de giro de cheque en descubierto, dictándose el Auto Inicial
de la Instrucción el 3 de marzo de 1999, el mismo que fue ampliado contra su representada y
Fernando Javier Loza Villamil, por la comisión del delito de estafa, por Resolución 218/99 de “21”
de mayo de 1999.
De acuerdo a la Disposición Transitoria Segunda del Código de Procedimiento Penal (CPP), los arts.
19 y 20 de esa norma legal entraron en vigencia al momento de la publicación del Código; por
consiguiente, todas las actuaciones judiciales en materia penal desde ese año debieron sujetarse a
lo establecido por el art. 20 que señala que el giro de cheque en descubierto es un delito de acción
privada; sin embargo, en el proceso que motiva el recurso de hábeas corpus, el 31 de mayo de
1999 se amplió la querella contra su representada, cuando el delito de giro de cheque en
descubierto debió procesarse como delito de acción privada, además que nunca debió acumularse
la acción privada a una pública, por mandato del art. 68 del CPP.
Su representada fue dos veces declarada rebelde y contumaz a la ley, la primera, el 13 de enero de
2000, designándose Defensor de Oficio a Jorge Carrasco Dunois, quien no asumió defensa; la
segunda, en el plenario, por Auto de 29 de octubre de 2001, designándose Defensor de Oficio a
Felipe Jiménez Galvez, quien no concurrió a la lectura de Sentencia, y tampoco fue notificado con la
Sentencia, sino Iván Sotomayor Bravo, quien no interpuso ningún recurso para impugnar la
Sentencia.
No obstante todas esas irregularidades, la jueza Elsa Livia Molina Saravia declaró ejecutoriada la
Sentencia, negándole el derecho de recurrir, colocándola en total estado de indefensión, ya que,
además, su representada fue notificada por edictos sólo con la parte resolutiva de la Sentencia. La
misma Jueza dispuso la remisión de obrados al Juzgado de Sentencia de turno, en aplicación del
art. 53 del CPP y, no obstante ello, continuó con la ejecución de la Sentencia, expidiendo
mandamientos de condena contra su representada. Posteriormente, la autoridad judicial recurrida
remitió fotocopias legalizadas de los mandamientos al Juez Segundo de Ejecución Penal y de esta
manera, y con el mandamiento de captura que no existe en ley, su representada fue detenida y
remitida al Centro de Orientación Femenina.
Interpone recurso de hábeas corpus contra Aníbal V. Miranda Balboa, Juez Tercero de Partido en lo
Penal del Distrito Judicial de La Paz, solicitando sea declarado procedente, se disponga la libertad
de su representada y la nulidad de actuados hasta que el defensor de oficio asuma defensa.
En la audiencia realizada el 8 de junio de 2007 (fs. 38 a 41), con la presencia de las partes y en
ausencia del representante del Ministerio Público, se produjeron los siguientes actuados:
El recurrente ratificó los fundamentos del recurso, añadiendo que la autoridad judicial recurrida
debió revisar los antecedentes para remitir los mandamientos de condena en contra de Regina
Ureña Calderón, quien quedó en total indefensión durante el proceso, porque los abogados
defensores de oficio jamás cumplieron con su deber, existiendo una negligencia total, adjuntando
como prueba las SSCC “0304/2006, 1952/2004-R y 1567/2005”.
2.Regina Ureña Calderón, el 1 de junio de 2007, presentó ante el Juez Tercero de Partido en lo
Penal, ahora recurrido, solicitud de nulidad de actuados, dejando sin efecto los mandamientos de
condena, el mismo que está siendo tramitado, toda vez que se ha decretado vista fiscal previa
noticia de partes el 2 de junio de 2007.
Por decreto de 11 de julio de 2007 (fs. 46), la Comisión de Admisión de este Tribunal dispuso la
suspensión del cómputo del plazo para la dictación de la resolución; asimismo, por providencia de
26 de julio de 2007 (fs. 391), dicha Comisión de Admisión mantuvo la suspensión, habiéndose
reanudado el cómputo del plazo mediante decreto de 7 de agosto de 2007 (fs. 394).
II. CONCLUSIONES
II.1.Mediante Auto Inicial de 3 de marzo de 1999, se instruyó sumario penal contra Fernando Javier
Loza Villamil, “por encontrarse su conducta incursa dentro de la sanción prevista” en el art. 204 del
Código Penal (CP) (giro de cheque en descubierto) (fs. 49). Por memorial de 10 de marzo de 1999,
Fernando Javier Loza Villamil, solicitó se le conceda el beneficio de libertad provisional a efecto de
asumir defensa con amplia libertad, y por Resolución 218/99 de 31 de mayo de 1999, se amplió el
Auto Inicial de la Instrucción contra Fernando Javier Loza Villamil y su esposa, Regiña Ureña
Calderón, por la presunta comisión del delito de estafa (fs. 50 y vta.).
II.2.De acuerdo a la representación cursante a fs. 137 vta., Regina Ureña Calderón fue “buscada en
varias oportunidades por diferentes calles y avenidas de esta ciudad” (sic) y no pudo ser habida
para su citación con el mandamiento de comparendo para que preste su declaración indagatoria (fs.
137). Por Auto de 13 de septiembre de 1999, el Juez Decimosegundo de Instrucción en lo Penal,
Walker Zamorano Castro, de conformidad con los arts. 101 y 250 del Código de Procedimiento
Penal de 1972 (CPP.1972), dispuso la notificación de los imputados mediante edicto,
concediéndoles el término de diez días para que asuman defensa, bajo conminatoria de ser
declarados rebeldes y contumaces a la ley (fs. 152 vta. a 153); edicto que fue publicado el 8 de
octubre de 1999 (fs. 158).
II.5. Radicada la causa ante el Juzgado Cuarto de Partido en lo Penal (fs. 229), la jueza Elsa Livia
Molina Saravia, por decreto de 19 de julio de 2000, señaló audiencia confesoria para Regina Ureña
Calderón (fs. 231). De acuerdo a la representación del Oficial de Diligencias del Juzgado Cuarto de
Partido en lo Penal, éste se constituyó en el último lugar de trabajo conocido de Regina Ureña
Calderón, habiéndosele informado que la ahora representada por el recurrente ya no prestaba sus
funciones en dicha institución, desconociendo su actual paradero, por lo que no pudo ser habida
para su legal notificación (fs. 235 vta.). Por Auto de 7 de septiembre de 2001, la Jueza Cuarta de
Partido en lo Penal Liquidadora, señalando que los procesados “fueron buscados en sus domicilios
naturales…” (sic), sin haber sido encontrados y de conformidad a lo previsto por el art. 101 y 250
del CPP.1972, dispuso su notificación mediante edictos, concediéndoles diez días de término bajo
alternativa de ser declarados rebeldes y contumaces a la ley (fs. 238 y vta.), edicto que se publicó
el 30 de septiembre de 2001 (fs. 239). Por Auto de 29 de octubre de 2001, la Jueza declaró la
rebeldía de los procesados Fernando Javier Loza Villamil y Regina Ureña Calderón, designando a
Felipe Jiménez Galvez como Defensor de Oficio (fs. 242 y vta.).
II.6.El 10 de abril de 2002, se celebró la audiencia pública de apertura y vista de la causa dentro
del proceso penal seguido por la empresa Molino Andina S.A. contra Fernando Javier Loza Villamil y
la ahora representada del recurrente, informando la Secretaria que en Sala se encontraba el Fiscal,
la parte civil y “el procesado con su abogado” (sic) (fs. 266). En el acta de la audiencia de
prosecución de debates de 27 de mayo de 2002, se señala que se encuentra presente en la
audiencia el “Dr. Andrade Emilio por los rebeldes y contumaces a la ley” (fs. 271 y vta.), y en la
audiencia de 21 de junio de 2002 se expresa que se encuentra “la parte procesada con su
respectivo abogado” (sic) (fs. 277 a 278).
II.8.El 24 de marzo de 2003, el defensor de oficio Felipe Jiménez Galvez presentó conclusiones de
descargo, solicitando se dicte sentencia absolutoria por falta de prueba a favor de sus
representados (fs. 323 a 324). En el acta de la audiencia de lectura de requerimiento y alegatos
celebrada el 7 de abril de 2003, la Secretaria informó que se encontraba presente en la audiencia el
“Defensor de oficio por los declarados rebeldes, Dr. Iván Sotomayor, quien les asistirá hasta la
conclusión del proceso” (fs. 326).
II.9.El 11 de abril de 2003, la Jueza Cuarta de Partido en lo Penal, Elsa Livia Molina Saravia
pronunció Sentencia declarando a Fernando Javier Loza Villamil autor de los delitos de estafa y giro
de cheque en descubierto, y a Regina Ureña Calderón, autora directa del delito de estafa,
condenándola a la pena de privación de libertad en reclusión de cuatro años. En dicha Resolución,
se sostiene que los procesados fueron declarados rebeldes y que no asumieron defensa en ninguna
instancia del proceso (fs. 332 a 342). En la audiencia de lectura de Sentencia llevada a cabo el 11
de abril de 2003, por Secretaría se informó encontrarse presente en Sala el “Defensor de Oficio por
los declarados rebeldes, Dr. Iván Sotomayor Bravo” (fs. 343).
II.10.La Sentencia fue notificada al Defensor de Oficio, Iván Sotomayor Bravo, el 23 de abril de
2003 (fs. 344), y mediante edicto a Fernando Javier Loza Villamil y Regina Ureña Calderón (fs.
345). Al no haber interpuesto las partes recurso alguno, por Auto de 7 de mayo de 2003, la Jueza
Cuarta de Partido en lo Penal Liquidadora declaró la ejecutoria de la Sentencia (fs. 346 vta.).
II.11.Por Auto de 23 de junio de 2003, la Jueza Cuarta de Partido en lo Penal Liquidadora, remitió
el proceso al sistema “IANUS” para sorteo a los juzgados de sentencia de turno, para dar
cumplimiento al art. 53 inc. 3) del CPP (fs. 351). Por Resolución de 4 de septiembre de 2003, la
misma Jueza dispuso se expida mandamiento de condena contra Fernando Javier Loza Villamil y
Regina Ureña Calderón (fs. 354), mandamientos que fueron emitidos el 16 de septiembre del
mismo año (fs. 355 y 356), y representados en sentido que no se pudo encontrar a los condenados,
no obstante que fueron buscados por las diferentes calles y avenidas de la ciudad (fs. 355 vta. y
356 vta.). Por Resolución de 1 de octubre de 2003, la Jueza Cuarta de Partido en lo Penal
Liquidadora, dispuso que se emita mandamiento de condena, inserto en orden instruida
encomendada a cualquier autoridad legal no impedida de la República (fs. 358); orden y
mandamiento que fueron emitidos el 22 de octubre de 2003 (fs. 359 a 363).
II.13.Previa solicitud de desarchivo por parte de la empresa Molino Andino S.A., por decreto de 11
de diciembre de 2006, el Presidente de la Corte Superior del Distrito Judicial de La Paz dispuso que
el proceso sea remitido ante el sistema “IANUS” para su correspondiente sorteo por ante un
Juzgado de Partido en lo Penal Liquidador (fs. 373 y vta.).
Un entendimiento contrario, determinaría que los jueces y tribunales de hábeas corpus, y el propio
Tribunal Constitucional, asuman una atribución que el orden constitucional no les otorga,
posibilitando que toda reclamación por supuestas lesiones al debido proceso por quien se encuentre
privado de libertad, prospere a través del recurso de hábeas corpus, desnaturalizando la actuación
de los jueces y tribunales ordinarios, que son los que tienen competencia, primariamente, para
ejercer el control del proceso, y sólo si la infracción no es reparada se abre la tutela constitucional”.
Conforme a la jurisprudencia glosada, no es posible a través del recurso de hábeas corpus ingresar
al análisis de supuestas lesiones al debido proceso, salvo que, como lo ha sintetizado la SC
0619/2005-R de 7 de junio, se presenten, en forma concurrente, los siguientes presupuestos: “(…)
a) el acto lesivo, entendido como los actos ilegales, las omisiones indebidas o las amenazas de la
autoridad pública, denunciados, deben estar vinculados con la libertad por operar como causa
directa para su restricción o supresión; b) debe existir absoluto estado de indefensión, es decir, que
el recurrente no tuvo la oportunidad de impugnar los supuestos actos lesivos dentro del proceso y
que recién tuvo conocimiento del mismo al momento de la persecución o la privación de la
libertad".
Ahora bien, conforme lo precisó la SC 0043/2007-R de 5 de febrero: “…la activación del hábeas
corpus por procesamiento indebido, alegando lesiones al debido proceso, encuentra fundamento en
la existencia de absoluto estado de indefensión y que tiene como lógica consecuencia la restricción
o privación de la libertad, a cuyo efecto resulta imprescindible, para que esta jurisdicción
constitucional otorgue la tutela que brinda el hábeas corpus, que ese estado de indefensión
absoluto sea debidamente acreditado por la parte recurrente; vale decir, que corre por parte de
quien recurre de hábeas corpus alegando procesamiento indebido, demostrar con los suficientes
elementos de convicción, que recién tuvo conocimiento del proceso penal seguido en su contra al
momento de la persecución o la privación de la libertad y que ese estado absoluto de indefensión
no le fue imputable a él, al no cumplirse con esta exigencia impide a esta jurisdicción abrir su
competencia para el análisis de fondo de lo denunciado; toda vez que la determinación del Tribunal
de hábeas corpus y de este Tribunal, debe obedecer a la certidumbre sobre si en efecto el
recurrente no tuvo conocimiento alguno del proceso penal seguido en su contra, y por ende, se le
provocó indefensión absoluta y como lógica consecuencia su libertad se encuentra indebida o
ilegalmente amenazada” (las negrillas son nuestras).
En el caso planteado, el recurrente denuncia que contra su representada se cometieron una serie
de irregularidades dentro del proceso penal que se le siguió en rebeldía, en el cual -según
denuncia- estuvo en estado absoluto de indefensión, y como emergencia del cual fue detenida con
un mandamiento de condena; sin embargo, conforme se ha señalado en el último párrafo del
Fundamento Jurídico III.1, para que se active el recurso de hábeas corpus por procesamiento ilegal
o indebido deben concurrir los presupuestos de vinculación directa con la libertad y absoluto estado
de indefensión, último estado que no ha sido demostrado debidamente por el recurrente, teniendo
en cuenta que si bien se constata que contra su representada se ha librado mandamiento de
condena dentro del proceso penal seguido por la empresa Molino Andino S.A., que se inició hace
más de ocho años y concluyó con Sentencia condenatoria contra la representada del recurrente y
su esposo, Fernando Javier Loza Villamil, pronunciada el 11 de abril de 2003 y ejecutoriada el 7 de
mayo del mismo año; empero, el recurrente no ha demostrado que su representada no tuvo
conocimiento alguno del proceso penal iniciado en su contra hace más de ocho años y que sólo
tomó conocimiento del mismo al momento de su persecución o privación de libertad.
La omisión señalada, impide que este Tribunal pueda pronunciarse sobre el fondo de la
problemática planteada, al no contar con los elementos de convicción suficientes que le permitan
concluir con certeza que efectivamente la representada del recurrente se vio impedida de conocer
el proceso penal seguido en su contra por causas no imputables a su persona, provocándole
absoluto estado de indefensión y que por lo mismo no tuvo la oportunidad de impugnar los
supuestos actos ilegales dentro del proceso, cuya demostración resulta exigible a la parte
recurrente a efectos de que se abra la jurisdicción constitucional a través del recurso de hábeas
corpus para analizar las lesiones al debido proceso vinculadas con el derecho a la libertad.
Consiguientemente, al no haberse cumplido con ese requisito, que resulta imprescindible, este
Tribunal no puede ingresar al análisis de los puntos impugnados en el presente recurso; toda vez
que los mismos hacen referencia a lesiones al debido proceso, siendo indispensable que, para su
análisis por la jurisdicción constitucional, se acredite el desconocimiento total de la procesada
acerca de su juzgamiento, dado que sólo así podrá viabilizar su tutela de forma favorable.
Además de lo anotado, corresponde señalar que la emisión del mandamiento de captura emitido
por la Jueza Segunda de Ejecución Penal, impugnada en el presente recurso, ya fue reclamada en
un anterior recurso de hábeas corpus interpuesto por el recurrente en representación de Regina
Ureña Calderón contra Ancelma M. Lafuente Mendoza, Jueza Segunda de Ejecución Penal, que fue
resuelto por la SC 0601/2007-R de 12 de julio, en la que, sobre este punto se señaló:
“…se constata que ante la existencia de un fallo ejecutoriado conforme el art. 515 inc. 1) del CPC -
aplicable al caso de autos por disposición del art. 355 del Código de Procedimiento Penal de 1972
(CPP.1972)-, teniendo en cuenta que la causa seguida contra la representada de la recurrente se
sujetó al anterior sistema procesal penal, el Juez de la causa, en ejercicio de la facultad concedida
por el art. 91 inc. 5) del mismo cuerpo legal, ordenó y emitió el mandamiento de condena,
remitiendo los antecedentes al Juez de Ejecución Penal de turno, radicando la causa en el despacho
de la Jueza recurrida, cuya competencia se abrió precisamente con la remisión de los antecedentes
procesales y del mandamiento emitido por la autoridad competente; a cuyo efecto, ejerciendo la
facultad reconocida por el art. 430 del CPP, libró el mandamiento de captura.
Sobre este particular, cabe señalar, que el mandamiento en general es considerado como el acto
que se origina en un procedimiento judicial emanado de órgano jurisdiccional que tiene por fin la
realización de una diligencia determinada y que además se caracteriza por ser escrito; resultando
que, la falta de mención del mandamiento de captura en el art. 129 del CPP, no constituye una
prohibición o limitación para su emisión, pues obviamente en términos de ejecución de la captura,
resulta exigible la existencia de una orden escrita, pues el citado art. 430 del CPP al hacer
referencia a la ejecución de la sentencia condenatoria, establece que una vez ejecutoriada y en el
caso de que el condenado se halla en libertad, se ordenará su captura”.
Dentro de esa misma lógica, la SC 1161/2005-R de 26 de septiembre, señaló que: “(…) cuando
este Tribunal conoce en revisión una acción tutelar y evidencia que el recurrente acudió en una
segunda oportunidad a la jurisdicción constitucional, a través del recurso de hábeas corpus,
estableciéndose con tal actuación la existencia de identidad absoluta de sujetos (partes: recurrente
y recurrido), objeto (pretensiones del actor) y causa (hechos o supuestos fácticos en que se fundó
la demanda), o que el actor hubiese incoado antes la misma acción, con idéntico propósito y por
iguales motivos, aunque contra distintas autoridades, -en este último supuesto constatándose sólo
la identidad parcial de los sujetos procesales-, este Tribunal, en ambos supuestos, está impedido de
ingresar al fondo de uno de los recursos; entendimiento jurisprudencial que se sustenta en el hecho
de que el recurrente no puede pretender que este Tribunal que ya emitió un pronunciamiento
expreso sobre el mismo problema jurídico planteado -en ambos recursos- vuelva a considerar el
fondo de lo que ya ha sido demandado y resuelto, porque de así hacerlo, incurriría en una
innecesaria e irregular duplicidad de fallos respecto a un mismo asunto; sólo por el uso abusivo y
temerario de este recurso constitucional”.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción y competencia que le confieren los arts. 18.III
y 120.7ª de la CPE; arts. 7 inc. 8) y 93 de la Ley del Tribunal Constitucional, en revisión, resuelve
APROBAR la Resolución 217/2007 de 8 de junio, cursante de fs. 42 a 44, pronunciada por la Jueza
Segunda de Sentencia del Distrito Judicial de La Paz.