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Teoría del Gran Hombre.

Fuentes

En el capítulo “La SOCIEDAD Y EL INDIVIDUO” Carr reflexiona acerca de “quién” o “quienes” debe/n ser los
sujetos de la historia, si la historia debe estudiar a los “grandes hombres” como protagonistas de las
transformaciones o bien a las sociedades en las cuales se dan esos cambios.

A continuación vamos a ver como ejemplo para analizar, fragmentos de dos obras de historiadores del siglo
XIX que sostienen su obra en lo que se ha llamado la “teoría del gran hombre”; Thomas Carlyle en Los héroes
y Bartolomé Mitre en la Historia de Belgrano.

La consigna de trabajo es

1) relacionar los contenidos del Capítulo 2 de Carr, analizado a través de la guía de preguntas con
estos fragmentos de textos historiográficos y elegir un párrafo de cada autor y fundamentar la
relación existente y

2) Ver si encontramos relación entre la producción historiográfica de cada autor y su trayectoria


intelectual o política (ver breves datos biográficos)

Carlyle, Thomas. Los héroes. Madrid, Sarpe 1985 (1)

Capítulo: Odin- Paganismo

Londres, 5 de mayo de 1840

“Nos proponemos la tarea de discurrir acerca de los grandes hombres: su manera de resolver los asuntos de
este mundo, de qué modo formáronse en la historia del mismo, de qué idea tuvieron de ellos los demás
hombres, cuáles fueron las obras que llevaron a cabo. Hablaremos pues de los héroes, del papel que les tocó
representar y del éxito que obtuvieron, de aquello que denomino culto del héroe, y de lo heroico en los
humanos asuntos.

La grandeza de este propósito salta a la vista y merece mayor y más concienzudo estudio del que acaso
podamos consagrarle, porque el objeto es en verdad grande e ilimitado, inmenso como pueda serlo la
universal Historia.

A mi modo de ver, la Historia Universal, lo realizado por el hombre aquí abajo, es, en el fondo, la historia de
los grandes hombres que entre nosotros laboraron. Modelaron la vida en general grandes capitanes, ejemplos
vivos y creadores en vasto sentido de cuanto la masa humana procuró alcanzar o llevar a cabo: todo lo que
cumplido vemos y atrae nuestra atención es el resultado material y externo, la realización práctica, la forma
corpórea, el pensamiento materializado de los grandes hombres que nos enviaron. Su historia, para decirlo
claro, es el alma de la historia del mundo entero. Desconfía de poder tratar semejante asunto con la debida
justicia.

Considérese como quiera, consuela pensar que la compañía de los grandes hombres siempre es provechosa.
No es posible fijar la consideración de un grande hombre, aunque lo hagamos de un modo imperfecto, sin que
ello beneficie nuestra alma. El grande hombre es un foco de vivida luz, manantial en cuya margen nos
extasiamos, claridad que disipó las sombres del mundo, no a menudo de lámpara refulgente, sino como
luminaria natural, resplandeciendo como don celeste, es una cascada fúlgida abundante en íntima y nativa
originalidad, nobleza, virilidad, egoísmo, a cuyo contacto no hay alma que deje de sentirse en su elemento.
Sea como fuere, seguro estoy de que no vacilareis en acompañarme para unirnos por breve rato en tan noble
compañía. Escogidos en las más apartadas épocas y regiones, difiriendo por completo en sus formas
externas, trataremos de seis clases de héroes, y si los consideramos fielmente, esclarecerán muchos puntos
de interés para nosotros.

De examinarlos como corresponde, es indudable que penetraríamos hasta la propia esencia de la mundanal
Historia. ¡Qué dicha la mía si lograse poneros de manifiesto la recta significación del egoísmo; la divina
relación – bien puedo llamarla así- que une todo grande hombre a otros hombres; y así, de esta suerte, no
agotar, sino romper algo más la superficie del terreno (…)” (pgs 31-2)

Capítulo; Cromwell- Napoleón. Revolucionarismo moderno

Viernes 22 de mayo de 1840

“Examinemos la última forma de heroísmo, la que llamamos realeza. Al jefe, al capitán, al superior, al que
asume el mando, al que está por encima de los demás hombres; aquél a cuya voluntad deben estar
subordinadas todas las otras y sometérsele lealmente, cifrando su bienestar en esas voluntaria sumisión; a
ese hombre debe considerársele como el más importante entre los grandes hombres. Para nosotros
representa prácticamente el compendio de varias formas de heroísmo: maestro sacerdote, todas las
grandezas y dignidades que pueda nuestra fantasía sugerirnos como susceptibles de residir en un hombre;
otras tantas se personifican y toman cuerpo en este que nos manda y nos da constante enseñanza; que a
todas horas del día nos dice lo que debemos hacer. A este hombre se le llama rex , regulador, roi, nuestro
hombre inglés lo califica mejor todavía: King, koening, es como si dijéramos can ning, hombre capaz, idóneo,
potente, sabio; todas las cualidades, en suma, de que un rey debe estar adornado. (pg. 211)

(…) El culto de los héroes es para nosotros, en las actuales circunstancias, un hecho preciosísimo, un hecho
consolador, en que puede el pensamiento humano satisfactoriamente solazarse en estos momentos críticos
de la mundial historia. Existe en este hecho una esperanza siempre viva y renaciente para el buen orden y
regeneración del mismo. Si todos los órdenes sociales compaginados por los hombres estuviesen
condenados a desaparecer y hundirse, jamás se apartaría de nuestros corazones aquella fe consoladora. El
convencimiento, la certidumbre de que los héroes llegan al mundo a manera de enviados o profetas; la misma
necesidad y facultad instintiva de reverenciarlos y venerarlos, representa para nosotros como la luz de la
constelación boreal a través de las lejanas y espesas nubes de polvo y humos, en medio del derrumbe y
general conflagración” (pg. 217).

(1) Thomas Carlyle nació en Escocia en 1795. Hijo de labradores acomodados estudió teología leyes, lenguas
y literatura en la Universidad de Edimburgo. Su primer libro importante fue Vida y obra de Schiller, era un gran
difusor de la cultura alemana en Inglaterra, mantuvo una activa correspondencia con Goethe. En 1834 escribe
una de sus obras históricas fundamentales Revolución Francesa. Sus ideas básicas se advierten en su obra
La filosofía del traje (o de las vestiduras) que incluía el ensayo El sastre remendado. Los fragmentos que se
citan arriba corresponden a Los Héroes, un ciclo de conferencias (a cada una le corresponde una fecha, a
continuación de título del capítulo). Esta obra es la que consagró la fama europea de Carlyle, son seis
conferencias dedicadas a: 1) Odin, 2) Mahoma, 3) Dante y Shakespeare, 4) Lutero y Knox, 5) Rousseau,
Johnson y Burns y 6) Cromwell y Napoleón. Para Carlyle los héroes son los agentes de transformación social
por lo tanto considera que la tarea de la historia debe ser estudiar a estos hombres para comprender los
cambios sociales.

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Mitre. Bartolomé (2), Historia de Belgrano y de la Independencia argentina Buenos Aires. Estrada, 1947 (1°ed.
1857)
Capítulo primero. Introducción. La sociabilidad argentina (1770-1794)

“Este libro es al mismo tiempo la vida de un hombre y la historia de una época. Su argumento, es el desarrollo
gradual de la idea de INDEPENDENCIA DELPUEBLO ARGENTINO, desde sus orígenes a fines del siglo
XVIII y durante la revolución, hasta la descomposición del régimen colonial en 1820, en que se inaugura una
democracia genial, embrionaria y anárquica, que tiende a normalizarse dentro de sus propios elementos
orgánicos.

Combinando la historia con la biografía, vamos a presentar, bajo un plan lógico y sencillo, los antecedentes
coloniales de la sociabilidad argentina, la transición de dos épocas, las causas eficientes de la independencia
de las Provincias Unidas del Río de La Plata, las acciones y reacciones de los elementos ingénitos de la
nueva sociedad política, el encadenamiento lógico y cronológico de los sucesos, los hombres, las tendencias,
los instintos, las ideas, la fisonomía varia de esa revolución de un pueblo emancipado, que lucha, busca su
equilibrio, se transforma obedeciendo a sus genialidad, sirviéndonos de hilo conductor al través de los tiempos
y de los acontecimientos la biografía de uno de sus más grandes protagonistas, precursor, promotor y
campeón de la idea de la independencia que, como se ha dicho, constituye el argumento de este libro”. (pgs.
55-6)

(2) Breve biografía de Bartolomé Mitre (Fuente: Pagina web del Museo Mitre:
http://www.museomitre.gov.ar/biografia)

Mitre acometió en su vida diferentes tareas, con convicción y afán de bien público. Periodista, militar,
historiador, legislador, gobernante, diplomático, traductor del Dante, alguna vez prefirió presentarse
sencillamente como "Bartolomé Mitre, tipógrafo". Fue al ir a votar en la parroquia de la Merced,
estando privado de su jerarquía militar por haber encabezado la revolución de 1874, clamando por la
pureza del sufragio.

Nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Pasó años de infancia en Carmen de Patagones. Muy
joven se inclinó a las letras y publicó sus primeras poesías en un diario de Montevideo. En esa ciudad
se casó en 1841 con Delfina de Vedia, con quien tendría seis hijos. En el exilio vivió en Uruguay,
Bolivia, Perú, Chile, amplió su visión, se formó como militar, estudió las lenguas aborígenes, ejerció el
periodismo.

En 1852 mandó una división de artillería en la batalla de Caseros, que logró la caída de Rosas. Luego
comandó las huestes porteñas contra Urquiza, que fueron derrotadas en Cepeda (1859) y triunfaron en
Pavón, en 1861. Gobernador de Buenos Aires, en 1862 fue elegido presidente de la Nación unida. Para
la Corte Suprema buscó hombres que fueran un contralor imparcial de los otros poderes y "viniendo de
la oposición, dieran a los conciudadanos la mayor seguridad de la amplia protección de sus derechos".
Organizó el Estado, que recibió con arcas vacías, impulsó los ferrocarriles, creó el Colegio Nacional de
Buenos Aires y otros similares en las provincias. Encabezó en el terreno el ejército de la Triple Alianza
en la guerra contra el Paraguay.

Concluida la presidencia, fue senador. "Hijo del trabajo, cuelgo por ahora la espada, que no necesita mi
patria, y empuño el componedor de Franklin", dijo en una carta a fines de 1869, al anunciar el
advenimiento de LA NACION. Y a su amigo Wenceslao Paunero le escribió: "Me hago decididamente
impresor. Haré un remate de mis muebles de lujo y parte de mis libros, con algunos cuadros y
curiosidades que pesan en el bagaje de un trabajador, y con esto pagaré mis acciones en la empresa y
me quedaré a flote. [...] Sé que voy a emprender otra jornada más larga y fatigosa. Pero soy hijo del
trabajo y cifro en ello mi orgullo".

Desde el diario La Nación, así como también lo hizo en la función pública, Mitre dejó su impronta en los
debates de las grandes cuestiones del país. Y no cejó en su tarea intelectual, su vocación de ilustración
que se evidencia en su enorme biblioteca de libros fichados, leídos y anotados; su investigación
metódica, que dio a luz obras como las historias de San Martín y de Belgrano.
Murió en su casa, en la calle San Martín, desde la cual se iba caminando solo a la Casa de Gobierno
cuando, entre 1862 y 1868, ejercía la presidencia de la Nación. Allí, en su hogar, se imprimió LA
NACION desde cuatro meses después de su fundación, en 1870, hasta 1885, cuando levantó al lado un
edificio propio para el diario, al que pasaba cada día por una pequeña puerta, que aún hoy se conserva.

En su última semana, el presidente de la Nación Manuel Quintana, con sus ministros, lo visitó
diariamente. Dos días antes de morir, le dio la extremaunción el presbítero Antonio Rasore, párroco de
la Merced, la parroquia donde había apadrinado, ante la pila bautismal, a nietos y bisnietos.

Pocos años antes, en 1901, el prestigio que en su ancianidad gozaba Mitre en la sociedad argentina se
había evidenciado en la celebración de su 80° cumpleaños, que fue calificada de jubileo. El gobierno
declaró feriado ese día, la ciudad estaba embanderada y el pueblo desfiló durante 16 horas ante su
casa, donde el general, desde la azotea, pronunció una conmovida pieza oratoria.

Mitre Como historiador: formó un copioso archivo que, entre otras colecciones, contiene las que
pertenecieron a Manuel Belgrano y a José de San Martín, con los que basó sus dos obras históricas, la
Historia de Belgrano y de la independencia argentina y la Historia de San Martín y la emancipación
sudamericana, que lo hicieron acreedor del título de padre de la historiografía científica argentina

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