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héroes ni villanos
Retrato e imagen de personajes mexicanos del siglo XIX
TEXTOS DE:
MÉXICO 2010
Esta investigación, arbitrada por pares académicos,
se privilegia con el aval de la institución propietaria
de los derechos correspondientes.
©2005-2010
EL COLEGIO MEXIQUENSE, A.C.
©2005-2010
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor
5
Milada Bazant
6
1
Meza hace una analogía entre lo que decía Bloch en torno a la historia y lo
que pensaba el poeta Roberto Juarroz: "un poema será siempre inacabado y es el
lector quien está obligado a terminarlo". Bloch también pensaba que la historia
tenía algo de poesía y que había que hacer todo lo posible para evitar que eso se
perdiese. Meza, 2004, p. 53.
2
Plekhanov en "The role of the individual in history", 1959; Hegel en sus
Lecciones sobre la filosofía de la historia universal; James en "Great men and
their environment"; Scheller en El santo, el genio, el héroe; Konstantinov, El mate-
rialismo histórico, en Hernández, 1964, pp. 31, 33, 47, 51, 54, 149; Bergson,
1996, pp. 116 y 117;Toynbee, 1954, pp. 276-277; Weber, 1972, pp. 77-128, 245-
250; Carlyle, 1890, pp. 180-224; Russell, 1957, p. 38. Es:a corriente de pensa-
miento dio origen a una vertiente de la metodología individualista de la historia, la
de la "historia biográfica tradicional", escuela que examina las acciones de los
individuos y sus motivaciones personales y piensa que la historia se fabrica
"desde arriba". Véase, por ejemplo, Lloyd, 1993, pp. 73-74.
Introducción
7
3
En esta magistral obra, A study of history, Toynbee aborda el surgimiento,
desarrollo y derrumbe de las grandes civilizaciones de la humanidad.
4
Toynbee, 1954, pp, 211 -215. Para Toynbee las personalidades "superiores"
son también los genios y los místicos lo mismo que para Scheller, en Hernández,
1964, p. 51.
5
Bergson, 1996, pp. 116-117.
6
Bergson, 1948.
Mílada Bazant
8
7
Bergson, 1996, pp. 116-117.
8
Carlyle utiliza en este término un homónimo worship (.worth-ship), "que
vale la pena", Carlyle, 1890, p. 181.
9
Carlyle, 1890, pp. 181-184. Carlyle analiza, sobre todo, las personalidades
de CromweII y Napoleón y el cómo cambiaron el curso de la historia. Para este
autor los héroes también están representados por las divinidades, los profetas,
los poetas, los sacerdotes y los hombres de letras.
10
De su ensayo On biography, White, 2001, p. 147.
11
Enciclopedia Británica, 1958, t. 4, p. 883.
Introducción
9
12
Weber, 1972, pp. 79-80.
13
ldeas de Bergson y Scheller. Hernández, 1964, pp. 46 y 51.
14
Spengler, 1932, vol. iv, pp. 266-269.
Milada Bazant
10
15
Bajo otra perspectiva un hecho intrascendente adquiere la importancia de
histórico cuando produce efectos, cuando tiene consecuencias. La historia es la
suma de muchos sucesos, es decir, un proceso. Meyer, Sobre la teoría y la meto-
dología de la historia, en Hernández, 1964, pp. 63-64. Pero el meollo de la histo-
ria consiste en encontrarle sentido a los procesos, en interpretar los sucesos del
pasado.
16
Plekhanov, 1959, pp. 138, 156, 165.
17
Hernández, 1964, p. 99.
Introducción
11
18
Lacombe, 1948, p. 217.
19
Konstantinov, El materialismo histórico, en Hernández, 1964, p. 149.
20
Como Ernest Cassier, El mito del Estado, en Hernández, 1964, p. 150.
Nietzsche sostenía, por ejemplo, que "la historia sólo es impulsada por las persona-
lidades vigorosas, y sólo en ciertos momentos, que apagan por completo a los
débiles", Hernández, 1964, p. 141.
Milada Bazant
12
21
EnGard¡ner, 1959, p. 102.
22
C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, en Hernández, 1964, p. 149.
Introducción
13
23
Cita en el ensayo de Herrejón de esta obra.
24
"lt was a damned nice thing. I do believe if I had not been there we should
not have won", en Russell, 1957, p. 38.
MiladaBazant
14
25
Se trata de William Wheeler del 51 regimiento de la infantería británica
quien escribió ese texto a su mujer, en Sharpe, 1994, p. 38.
26
Sharpe, 1994, p. 39.
27
Por ejemplo el de Bazant y Bazant, 2004. En este libro se introduce el
diario de un soldado raso, de nacionalidad checa, que vino con el Cuerpo
Austriaco de Voluntarios acompañando al emperador Maximiliano. Su testimonio
refiere la importancia del papel que desempeñó tanto él cono el resto de la tropa.
28
Sharpe, 1994, p. 39.
29
Ibidem, p. 41.
Introducción
15
30
lbidem, p. 56. Sobre la importancia de estudiar a "los de abajo" véase tam-
bién Hobsbawm, 1998, pp. 204-219. Sobre la metodología véase, por ejemplo,
Moniot, 1985, pp. 117-134; Duby, 1985, pp. 156-177.
31
Aquí no hay que confundir a la historia social con el marxismo pues esta
corriente estudia a las masas cuando toman parte en actividades políticas abier-
tas o bien se comprometen en periodos de desarrollo económico muy conocidos.
Según Dosse, el marxismo "dejaba poco lugar a la libertad de los actores"; Dosse,
1996, p. 229. Aunque ya desplazado teóricamente en los estudios historiográfi-
cos, el materialismo histórico ha sido un legado intelectual muy importante.
Mílada Bazant
16
32
Kernberg, 1999, p. 207. Está ya aceptado entre los especialistas que las
raíces de la personalidad narcisista tienen procedencia genética y ambiental,
Gregory, 1999. De acuerdo con Freud el término narcisista fue elegido en 1899
por P. Nácke "para designar aquellos casos en los que el individuo toma como
objeto sexual su propio cuerpo y lo contempla con agrado, lo acaricia y lo besa,
hasta llegar a una completa satisfacción", Freud, 1979, p. 7. El término narciso
viene de la mitología griega: Narciso fue hijo del río Cefiso y de una ninfa. Se
enamoró de su propia imagen al contemplarse en las aguas de una fuente, y, al no
poder asirla, se dejó morir de dolor. Su cuerpo fue transformado en la flor que
lleva su nombre, Enciclopedia Ilustrada, 1956, t. n, p. 928.
33
Kernberg, 1999, p. 64.
34
De acuerdo con las contribuciones contemporáneas rnás importantes y con
base en sus propios estudios clínicos y teóricos, el reconocido psicoanalista alemán
Kemberg apunta que los líderes deben tener cinco características que él considera
"fundamentales y deseables": 1. inteligencia, 2. honestidad personal e incorrupti-
bilidad, 3. capacidad para establecer y mantener relaciones objétales con profundi-
dad, 4. un narcisismo saludable, y 5. una actitud paranoide saludable. Kernberg
anota que los últimos dos componentes, los más importantes, fueron señalados por
Freud en su estudio de 1921, Group psychology and the analysis of the ego. Este
autor sostiene que los "líderes de consenso" pueden y deben desarrollar estas cuali-
Introducción
17
38
Dosto¡evsk¡, 2002, p. 224.
Introducción
19
39
Del latín capitellum, diminutivo de capuí o cabeza, Hamill, 1992, p. 5. El
empleo del término en México seguramente viene del puesto que desempeñaba
el caudillo que era en las haciendas de ganado el segundo jefe, inferior solamente al
caporal, Santamaría, 1978, p. 230.
40
Hamill, 1992; Krauze, 1994; Brading, 1988; González Navarro, 1983; Díaz
y Díaz, 1972.
41
Algunos autores como Francisco José Moreno apuntan que el caudillismo
se ejercía con bases legítimas mientras que las dictaduras se basaban en la
fuerza, otros, como José Luis Romero, afirman que "...su autoridad fue siempre
de fado y sus políticas autoritarias", Hamill, 1992, pp. 6-7.
Mílada Bazant
20
44
lbidem, p. 63.
45
Krauze, 1994, p. 18.
Mílada Bazant
22
46
Este trabajo fue publicado con el título "Hidalgo, entre la historia y el mito",
Construcción del mito de Hidalgo, UNAM y CEMCA, 2000, pp. 235-249.
Introducción
23
47
Con el título de Encyclopédie ou Dictionnaire raisonné des sciences, des
arts et des métiers bajo la dirección de Diderot y D'Alembert se publicó en París la
primera enciclopedia de los tiempos modernos. Colaboraron en la obra 160 escri-
tores, entre ellos, Rousseau, Voltalre, Montesquleu, Helvecio, Condorcet, etcétera.
La obra influyó de manera decisiva en la Revolución francesa y rigió las corrientes
filosóficas de Europa y de América; Enciclopedia Ilustrada, 1956, t. ll, p. 54.
Mílada Bazant
24
48
Es cuando los líderes de tipo mesiánico desarrollan rasgos patológicos;
inducen conductas regresivas entre sus seguidores; explotan, abusan, sin mode-
ración, los sentimientos de sus subordinados, Kets de Vries y Miller, 1985. Recor-
demos que todos los líderes tienen un perfil narcisista (todos los seres humanos
Introducción
27
lo tenemos, en mayor o menor grado) pero éste debe ser "sano". Véase la nota
27 de esta introducción.
49
En su Introducción al narcisismo, 1979, p. 9.
50
Esta conferencia fue transcrita de la forma oral a la forma escrita por mí;
posteriormente, con la autorización del autor, le hice las correcciones necesarias
para la mejor comprensión del texto. Serna se basó en su novela El seductor de
la patria para exponer a su personaje.
Mílada Bazant
28
51
Para ampliar el tema del cómo convergen la historia y la literatura véase,
por ejemplo, El historiador frente a la historia. Historia y literatura, 2000.
Introducción
29
52
Los caciques, por el contrario, tienen una mentalidad rural, su obra es de
alcance regional, defienden el statu quo, se expresan en jacqueries (subleva-
ciones populares) y su dominación carismática se transforma en tradicional,
González Navarro, 1983, p. 2. Weber apunta que la sociología forma tipos puros
o ideales que mientras más puros menos se dan en la realidad. La historia, por el
contrario, analiza personalidades, estructuras y acciones individuales considera-
das culturalmente importantes, Ídem.
Mílada Bazant
30
53
Con el fin de fomentar la propiedad y la responsabilidad individuales y
fomentarla economía, los liberales deseaban crear una clase de pequeños y media-
nos propietarios. Para lograrlo, promulgaron el 25 de junio de 1856 la Ley Lerdo
mediante la cual desamortizaron los bienes de la Iglesia y comunales. La ley fue
muy complicada y difícil de llevarla a cabo en la práctica tal y como estaba escri-
ta y, en general, propició la concentración de las propiedades, justo lo contrario a
lo previsto por los liberales.
Mílada Bazant
32
55
Meyer, 1993.
Introducción
35
56
Transcrito de la forma oral a la forma escrita por mí y luego corregido por
el autor. Por su interés, decidí conservar las preguntas y respuestas.
Mílada Bazant
36
Bibliografía
BAZANT,Mílada y Jan Jakub Bazant, 2004, El diario de un soldado.
Josef Mucha en México, 1864-1867, México, Miguel Ángel
Porrúa, El Colegio Mexiquense, A.C.
BERGSON, Henri, 1948, L'Evolution Créatrice, París, Presses
Universitaires de France.
, 1996, Las dos fuentes de la moral y de la religión,
Madrid, Tecnos.
BLOCH, Marc, 1952, Introducción a la historia, México, Fondo de
Cultura Económica (Breviarios, 64).
BRADING, David A., 1988, Mito y profecía en la historia de
México, México, Editorial Vuelta.
Mílada Bazant
38
45
Carlos Herrejón Peredo
46
--í
1
Herón Pérez, Mito e interpretación en la cultura occidental, manuscrito inédito.
2
EI término mito aplicado a Hidalgo ya ha sido utilizado por varios autores,
mas sólo de paso, sin desarrollo del concepto ni de su aplicación; por ejemplo,
Hugh M. Hamill, 1990, p. 134.
Miguel Hidalgo y Costilla
47
3
Vázquez de Knauth, 1970, pp. 31-43; Costeloe, s/a.
4
Hernández Luna, 1953 (Reed, Morelia, Universidad Michoacana, 1981).
Carlos Herrejón Peredo
48
5
O'Gorman, 1964, xxm, núm. 3, pp. 221-239.
6
Plasencia de la Parra, 1991, p. 127.
7
Torre Villar, 1988.
Miguel Hidalgo y Costilla
49
8
0'Gorman, 1964, p. 224.
9
Herrejón Peredo, 1997, pp. 84-96, 117-128.
Carlos Herrejón Peredo
50
10
Carrasco y Enciso, 1810, Dedicatoria, s.p.
Carlos Herrejón Peredo
52
11
Pompa y Pompa (ed.), 1813, pp. 7-8.
12
Aparentemente este acceso directo a la obra de Suárez -Defensio Fidei-
pareciera difícil, porque en torno a la expulsión de los jesuítas varías obras con-
sideradas no sanas por el despotismo también fueron proscritas, desde luego las
que justifican de algún modo el tiranicidio como la Defensio Fidei. A pesar de ello,
a principios de 1781, cuando Hidalgo era ya maestro en San Nicolás, llegó como
donación al colegio un acervo considerable de libros procedentes de San Luis de
la Paz, entre ellos la Defes/o Fidei. No obstante la revisión que se llevó a cabo, la
obra de Suárez pasó inadvertida e Hidalgo duró otros 10 años en el colegio.
13
Herrejón Peredo, 1985, pp. 23-42; 1992, pp. 76-78.
Miguel Hidalgo y Costilla
53
16
Huerta, 1833, pp. 6, 8.
17
Castañeta y Escalada, 1834, p. 5.
Carlos Herrejón Peredo
56
18
Camacho, 1811, pp. 8-9.
19
Mora, 1965, ni, p. 15.
Miguel Hidalgo y Costilla
57
20
Vallarta, 1858, pp. 4-5.
Carlos Herrejón Peredo
58
21
Herrejón Peredo, 1985, p. 69. Ilustrador Americano, Tlalpujahua, 1o. de
agosto de 1812, núm. 20, pp. 57-60, en Genaro García, 1910, ni.
22
Velasco, Sermón que en el cumpleaños del serenísimo señor don Miguel
Hidalgo y Costilla, primer héroe de la patria, dijo [...], T'alpujahua, Imprenta
Nacional de América, 1812, en Ernesto Lemoine, 1980, pp. 22-27.
Miguel Hidalgo y Costilla
59
23
Lemoine Villicaña, 1965, pp. 225, 372-373.
Carlos Herrejón Peredo
60
24
Por ejemplo, en Jaujilla: Gaceta Extraordinaria del Gobierno Mexicano en
las Provincias del Poniente, 16 de septiembre de 1817, en García, 1910.
25
Beruete, 1974, p. 63, citado por Isabel Fernández y Carmen Nava, "Historia
y mito en el Grito", ponencia inédita presentada en Conference on Latin American
History. American Historial Association Annual Meeting, Nueva York, 4 de enero
de 1997.
26
Decreto del 1o. de marzo de 1822, en Dublán y Lozano, 1876.
27
Barreda y Beltrán, 1822, p. 17.
28
Huerta, 1822, p. 16.
Miguel Hidalgo y Costilla
61
29
Argándar, 1823, pp. 15-16.
_J
31,
Bustamante, 1953, l, pp. 77-78.
32
O'Gorman, 1964, p. 228.
Carlos Herrejón Peredo
64
33
Barquera, Oración Patriótica que pronunció [...] el ¡6 de septiembre de
1825 por encargo de la Junta Cívica [...], México, Imprente de la Federación en
Palacio, 1825.
34
Azcárate, "Elogio Patriótico que pronunció [...] el 16 de septiembre de
1826", en Torre Villar, 1988, pp. 31-40.
Miguel Hidalgo y Costilla
65
35
Tornel, 1827, pp. 16, 12, 14.
36
Llave, "Discurso patriótico pronunciado por [...] el 16 de septiembre de
1828", en Torre Villar, 1988, pp. 53-62.
Carlos Herrejón Peredo
66
37
Herrera [s.a],
38
Sánchez de Tagle, 1830.
39
Manso, "Discurso que [...] pronunció en el aula general de la ciudad de
México en 16 de septiembre de 1832 en celebridad del aniversario del glorioso
Grito de Dolores", en Torre Villar, 1988, p. 94.
Miguel Hidalgo y Costilla
67
40
Barrera y Troncoso, "Discurso pronunciado por [...] el día 16 de septiem-
bre", en Torre Villar, 1988, p. 126.
41
Quintana Roo, 1845, pp. 14-15.
Miguel Hidalgo y Costilla
69
42
Rosa, 1846, p. 18. Francisco M. de Olaguíbel, "Arenga cívica pronunciada
en la alameda de México el 16 de septiembre de 1849, aniversario de la gloriosa
proclamación de la Independencia el año de 1810, por el ciudadano [...]", en Torre
Villar, 1988, p. 278.
43
Alamán, 1990, iv, p. 462; v, p. 483.
Carlos Herrejón Peredo
70
44
Ramírez, "Discurso cívico pronunciado por [...] el 16 de septiembre de
1861, en la Alameda de México, en memoria de la procla nación de la indepen-
dencia", en Torre Villar, 1988, p. 313.
Miguel Hidalgo y Costilla
71
Parroquia de Dolores.
En esta parroquia Hidalgo ejer-
ció el sacerdocio de 1803 a
1810. En la madrugada del 16 de
septiembre sublevó al pueblo
contra el gobierno español.
Luis Castillo Ledón, Hidalgo: la
vida del héroe, México, 1948,
voi. 1.
Bibliografía
ALAMÁN, Lucas, 1990, Historia de México, México, Jus.
ARGANDAR, Francisco, 1823, Elogió Fúnebre de los Primeros
Héroes y Víctimas de la Patria que el 17 de septiembre de
1823 en la Iglesia Metropolitana de México a presencia de una
diputación del Soberano Congreso, del Supremo Poder
Ejecutivo, demás Corporaciones y Oficialidad dijo [...], México.
BARQUERA, Juan Wenceslao, 1825, Oración Patriótica que pronun-
ció [...], el 16 de septiembre de 1825 por encargo de la Junta
Cívica [...], México, Imprenta de la Federación en Palacio.
BARREDA Y BELTRÁN, José María, 1822, Sermón que en la celebri-
dad de la maravillosa aparición de Nuestra Señora la
Santísima Virgen de Guadalupe predicó en su santuario extra-
muros de la ciudad de Puebla de los Ángeles [...], Puebla,
Oficina de Pedro de la Rosa.
BERUETE, Miguel de, 1974, Elevación y caída del emperador
Iturbide, transcripción, prólogo y notas de Andrés Henestrosa,
México, Fondo Pagliai.
BRINGAS Y ENCINAS, Diego Miguel, Sermón político-moral que para
dar principio a la misión extraordinaria, formada de vene-
rables sacerdotes de ambos cleros, dirigida a la concordia
y unión de los habitantes de esta América y el restableci-
miento de la paz, predicó en la plaza de Santo Domingo de
México el 17 de enero de 1813, y repitió [...], México, Juan
Bautista de Arizpe.
BUSTAMANTE, Carlos María de, 1953, Continuación del Cuadro
Histórico de la Revolución Mexicana, México, Universidad
Nacional Autónoma de México.
Carlos Herrejón, Peredo
74
81
Carmen Salinas Sandoval
82
1
Rocafuerte, 1984, pp. 7-8, 40-41.
Agustín de Iturbide
83
2
Torrente, 1989, p. 397.
Carmen Salinas Sandoval
84
Infancia y familia
Iturbide nació el 27 de septiembre de 1789 en la ciudad de
Valladolid (hoy Morelia), en Michoacán; fue bautizado con
los nombres de Agustín Cosme Damián, su padrino de
bautizo fue Lucas Centeno, prior provincial de la provincia
de San Nicolás Tolentino de Michoacán; hecho que señala
que la familia cuidaba sus relaciones sociales con miembros
de la cúpula de poder regional. Fue el hijo menor de cinco.
Sus padres fueron José Joaquín de Iturbide, originario de
Pamplona, España, dueño de importantes propiedades y
María Josefa de Arámburu, criolla de Michoacán pertene-
ciente a una de las principales familias de la región, calificada
como "antigua y noble de Valladolid" y poseedora de un "media-
no caudal". Sus abuelos paternos José de Iturbide y María
Josefa de Arregui, y los maternos Sebastián Arámburu y
doña María Nicolasa Carrillo. 3 Se educó y vivió su infancia
en una familia criollo-española, con reconocimiento moral y
solvencia económica, leal al orden español; aunque tuviera
un parentesco con Miguel Hidalgo y Costilla, por parte de
su familia materna.
Al concluir la primera infancia, desarrolló una especial
afición por la literatura, estudió gramática latina en el semi-
nario conciliar de Valladolid, sin lograr terminar la carrera
de letras, prefiriendo administrar la hacienda de Quirio,
propiedad de su padre. A los 14 años empezó su carrera
3
Alamán, 1985, vol. 5, pp. 52-53, apéndice, p. 6.
Agustín de Iturbide
85
Realista exitoso
En 1808, Iturbide se marchó con su regimiento a Jalapa,
para cumplir con el acantonamiento y los ejercicios militares
que ordenó en las inmediaciones de esa villa el virrey José
de Iturrigaray. A su regreso a Valladolid, un año después,
fue invitado por José Mariano Michelena, José María Gar-
cía Obeso y el padre Santa María a tomar parte en la conspi-
ración que allí se tramaba. Este movimiento se debe incluir
en las repercusiones que generó en Nueva España, el
vacío de poder provocado por la abdicación de los reyes
españoles a favor de Napoleón y la ocupación francesa que
sufría la península. A partir de estos sucesos, los criollos
inconformes con la política interna vieron la posibilidad de
luchar por la independencia.
Iturbide se negó a participar en esa conspiración por no
creer formal aquel intento y porque estaba entonces dedi-
cado a negocios que aumentarían su fortuna, como la com-
4
Rocafuerte, 1984, p. 21.
Agustín de Iturbide
87
5
EI movimiento emancipador mexicano se desenvuelve en dos planos com-
plementarios: el de la rebelión armada y el de la revolución ideológica liberal. Este
último originado en las Cortes instaladas en Cádiz (España) en 1810, en las
cuales participaron 16 representantes criollos de Nueva España. El pensamiento
liberal de los diputados americanos y peninsulares se plasmó en la Constitución
gaditana de 1812, que propuso cambios fundamentales en la estructura del
gobierno y que con su amplia visión sobre el papel del hombre creó una expec-
tativa optimista sobre la igualdad y libertad de los novohispanos, Lemoine, 1986,
pp. 1656-1659.
Carmea Salinas Sandoval
88
6
Krauze, 1994, pp. 97-98.
Carmen Salinas Sandoval
90
7
Rocafuerte, 1984, p. 35.
Agustín de Iturbide
91
8
Krauze, 1994, p. 100, se cita la Memoria de Iturbide.
9
Lucas Alamán (1792-1853) importante político mexicano defensor del
orden y del centralismo como instrumentos necesarios para lograr el progreso
del país. Fue polémico ensayista y realizó esfuerzos para alentar el desarrollo
industrial guiado por su lúcido liberalismo económico.
10
Alamán, 1985, p. 56.
Carmen Salinas Sandoval
92 :
De realista a insurgente
En marzo de 1820, con la restauración en España de la
Constitución liberal de Cádiz, expedida en 1812, se
restableció la monarquía constitucional suspendida en
1814. En el régimen virreinal novohispano este cambio
traería consigo las restricciones al poder centralista del virrey
y de las audiencias, reducción al poder de la Iglesia y, la
irrupción de la ciudadanía como factor activo en la vida
pública, con la instauración de las diputaciones provinciales
que habían fomentado la autonomía de las provincias, la
implantación del proceso electoral de los ayuntamientos y
diputados y la libertad de imprenta.
En el virreinato, por todas partes se hacían juntas clan-
destinas de peninsulares para tratar asuntos relativos al
sistema de gobierno que debía adoptarse; unos planeaban
consolidar la Constitución, que mal obedecida era el prelu-
dio de su poca duración, otros querían reformarla en el
reino de Nueva España y otros suspiraban por un gobierno
absolutista, como apoyo a sus empleos y fortunas. Los
criollos deseaban la independencia pero había una gran
división sobre la manera de hacerla y por el gobierno que
debía adaptarse: unos querían exterminar a los europeos y
confiscar sus bienes; los moderados planteaban la posibili-
Agustín de Iturbide
93
11
Ibidem. pp. 59-60.
Carmen Salinas Sandoval
94
12
Ibidem, p. 67.
Carmen Salinas Sandoval
96
13
Lemoine, 1986, pp. 1670-1671.
Agustín de Iturbide
97
14
Ibidem, pp. 1673-1675.
Carmen Salinas Sandoval
98
1,5
Alamán, 1985, pp. 148-149.
1,6
"Manifiesto del ciudadano Vicente Guerrero a sus compatriotas, 16 de
mayo de 1823", en Independencia Nacional. Consumación, 1987, p. 208.
Agustín de Iturbide
99
17
Ibidem, pp. 146-152, "Plan de Iguala y proclama con que lo anunció D.
Agustín de Iturbide".
Carmen Salinas Sandoval
100
18
Alamán, 1985, p. 122.
Agustín de lturbide
101
19
Villoro, 1999, p. 196; Lemoine, 1986, p. 1676.
Carmen Salinas Sandoval
102
20
Independencia Nacional. Consumación, 1987, pp. 153-154.
-JJ
Agustín de Iturbide
103
21
"La entrevista, en Córdoba, de Iturbide y O'Donojú según Bustamante,
Cuadro histórico", en Lemoine, 1986, p. 1681.
22
Independencia Nacional, 1987, p. 181, "Juan O'Donojú al Secretario de
Estado y del Despacho de la Gobernación de Villamar, 31 de agosto de 1821."
Agustín de Iturbide
105
23
Benson, 1994, p. 91.
Carmen Salinas Sandoval
106
24
Alamán, 1985, pp. 332-333.
Agustín de Iturbide
107
25
Villoro, 1999, p. 199.
Carmen Salinas Sandoval
108
26
Anna, 1991, p. 39.
Agustín de Iturbide
109
27
Alamán, 1985, apéndice, p. 68, doc. 21.
28
Anna, 1991, p. 93.
-J
29
S.M. Emperador después de haber jurado en el Congreso, pronunció el
discurso siguiente, Rocafuerte, 1984, pp. 235-240.
Agustín de Iturbide
111
30
Anna, 1991, pp. 92-93.
31
"Al Generalísimo Simón Bolívar, 29 de mayo de 1822", Cuevas, 1947,
pp. 348-349.
Carmen Salinas Sandoval
112
32
Krauze, 1994, pp. 109-110.
u.
Agustín de Iturbide
113
33
Anna, 1991 p. 107.
34
"Decreto de Agustín de Iturbide, 11 de octubre de 1822", Cuevas, 1947,
p. 356.
Carmen Salinas Sandoval
114
35
Benson, 1994, p. 137.
36
Arma, 1991, p. 221.
Carmen Salinas Sandoval
116
Fusilamiento
El día 30 de marzo de 1823 salió Iturbide de Tacubaya para
empezar su exilio. Un día después, el Congreso encargó el
gobierno a un Supremo Poder Ejecutivo compuesto por
Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino
Negrete. Por ausencia de los dos primeros se eligieron
como suplentes a José Mariano Michelena y José Miguel
Domínguez. Se nombraron los ministros, resultando como
ministro de Relaciones Exteriores e Interiores Lucas
Alamán, quien fue el ministro clave para dirigir el gobierno,
funcionando como un poder articulador hasta la creación de
la República federal.
El 7 de abril, el Congreso formuló un dictamen (aproba-
do por 106 diputados de un total de 162) que trató torpe-
mente de borrar sus anteriores resoluciones políticas, al
negar la validez del Plan de Iguala y del Tratado de Córdoba,
como bases del primer gobierno mexicano e incluso pusieron
en duda su propia legitimidad como representantes de la
nación. Dispuso que la coronación de Iturbide había sido
una obra de violencia, de fuerza y de derecho nulo; por con-
siguiente, declaró ilegales todos los actos emanados de esa
Carmen Salinas Sandoval
118
Loa a Iturbide.
Durante el siglo xix era común escribir loas a los héroes de la patria.
Guadalupe Jiménez Codinach, México: independencia y soberanía, México, S.G., Archivo
General de la Nación, 1996, p. 64.
Agustín de Iturbide
119
37
Cuevas, 1947, pp. 100-103.
38
Alamán, 1985, pp. 753-754.
Carmen Salinas Sandoval
120
33
lbidem, p. 791.
Agustín de Iturbide
121
40
Cuevas, 1947, pp, 104-111.
Tambor, utilizado en la proclama del Plan de
Iguala, 1821.
Guadalupe Jiménez Codinach, México: su tiempo
de nacer. 1750-1821, México, Fomento Cultural
Banamex, 1997, p. 230.
41
Alamán, 1985, p. 797.
42
Cuevas, 1947, p. 111.
Agustín de Iturbide
123
Agustín de Iturbide
Autor de la Independencia Mexicana
Compatriota, llóralo
Pasajero, admíralo.
Este monumento guarda las cenizas de un héroe.
Su alma descansa en el seno de Dios.43
43
Anna, 1991, p. 250.
44
Alamán, 1985, pp. 799-801.
45
Krauze, 1994, p. 117.
Carmen Salinas Sandoval
124
Bibliografía
ALAMÁN, Lucas, 1985, Historia de México desde los primeros
movimientos que prepararon su independencia en el año
1808 hasta la época presente, México, Fondo de Cultura
Económica, vol. 5.
Agustín de Iturbide
129
133
Enrique Serna
134
contacto con él, por lo tanto, al leer sus obras, que están
recogidas en seis tomos, uno se encuentra con cosas muy
divertidas como que, después de cubrir de epítetos insul-
tantes a Santa Anna, en la siguiente crónica dice "ayer fui
a ver al presidente Santa Anna al palacio de Tacubaya y
estaba muy contento además me regaló cien pesos. ¡Qué
buena persona es!" Sin duda era un hombre que finalmente
lo odiaba, pero siempre estaba esperando el hueso, y cuando
finalmente caía éste, misteriosamente cesaban las críticas
hacia él. Carlos María de Bustamante, en una obra que se
llama El nuevo Bernal Díaz del Castillo, y en la que él da su
versión de cómo fue la guerra de 1847 y se llama a sí mismo
Bernal Díaz del Castillo porque siente que, así como Bernal
narró la conquista de los españoles, pues él está narran-
do la nueva conquista, la de los gringos.
Cuenta en ella una entrada de Santa Anna a la capital y
dice que, mientras Santa Anna está siendo vitoreado por la
muchedumbre, él va pensando "esta chusma que hoy viene a
aplaudirme a mí, y mañana va a aplaudirle al primero que
pase por aquí, detesto esta enorme caterva de aduladores"
y se va refiriendo con infinito desprecio al pueblo que lo fes-
teja. Ahí Bustamante estaba utilizando herramientas de
novelista y se estaba permitiendo meter ingredientes de fic-
ción dentro de su crónica. Esto es lógico porque los histo-
riadores del siglo xix no eran tan rigurosos como los
actuales; todavía no se desarrollaba el moderno concepto
de la historiografía, con el que historiografía se supone que
lo que el historiador hace es analizar los documentos, esta-
blecer un criterio para establecer cuáles tienen veracidad y
Enrique Serna
136
En las grandes proezas de Santa Anna como en la campaña de Texas "los elementos
de héroe y villano quedan íntimamente mezclados".
Acción militar contra la invasión de los españoles en Pueblo Viejo, Tampico, 1829.
Guadalupe Jiménez Codinach, México los proyectos de una nación: 1821-1888,
México, Fomento Cultural Banamex, 2001, pp. 184-185.
Así era Veracruz en la época de Santa Anna. Veracruz fue importante escenario
de los acontecimientos históricos del siglo xix.
Egerton en México: 1830-1842, México, Ed. Privada de Cartón y Papel de México,
1976, p. 33.
Enrique Serna
156
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11
aximiliano de
Habsburgo
Érika Pani
t
Maximiliano: ni héroe, ni villano, "un iluso con bue-
nas intenciones".
Carleton Beals, Porfirio Diaz. Dictator of México, Londres,
J.B. Lippincott Company, 1932, frente a la p. 122.
I propósito de este libro es contribuir a desmiti-
ficar a los héroes y villanos de la historia de Méxi-
co. Cuando recibí la invitación para escribir sobre
Maxinniliano de Habsburgo, me llamó la atención
que lo hubieran escogido, ya que creo que la
memoria histórica mexicana, a pesar del legado
de la historia patria, se ha negado a encasillar al
emperador Maximiliano en alguna de estas dos
categorías. Ya en 1999, me pareció poco atinada
la declaración del entonces presidente del Partido
Revolucionario Institucional, que pretendía des-
prestigiar al candidato de Acción Nacional apo-
dándolo "Foximiliano".^ No puede decirse que la
comparación contribuyera al triunfo de Vicente
Fox, pero creo que tampoco hizo nada por deni-
grarlo. La imagen del emperador rubio y barbado
no enciende entre los mexicanos antipatías enco-
nadas ni nacionalismos furibundos, y esto a pesar
de haberse sentado en el trono mexicano gracias
a una violenta e injusta intervención armada, sin-
tiéndose además con derechos por ser descen-
1"
Teme el PRI un nuevo Foximiliano", Reforma, 18 de agosto
de 1999.
167
Érika Pani
168
Habsburgo y segundón
Fernando Maximiliano de Habsburgo nació el 6 de julio de
1832 en el palacio de Schoenbrunn, en las afueras de Viena,
es el segundo hijo de los archiduques Francisco Carlos y
Sofía, hermano menor de Francisco José, quien sería
emperador de Austria de 1848 a 1916. Se rumoraba que su
verdadero padre no era el bastante poco agraciado her-
mano del emperador Fernando, sino el duque de Reichstad,
hijo de Napoleón y la archiduquesa María Luisa de Austria,
quien moría casi al tiempo de nacer el niño, como buen ro-
mántico decimonónico, de tuberculosis.2 Tras las revolucio-
nes que sacudieron el imperio en 1848, ascendió al trono
Francisco José, quien, a pesar de su juventud, reprimiría
con violencia al movimiento constitucionalista en Viena y a
los nacionalistas húngaros, para mirar con cierto recelo, a lo
largo de su reinado, toda idea liberal y progresista. Dos
años más tarde, Maximiliano, a quien satisfacía poco el pa-
pel de segundón cortesano, se enroló en la marina austríaca,
abocándose a proyectar su modernización y de la cual llegó
a ser su comandante en jefe. También se dedicó a viajar. En
su libro Recuerdos de mi vida, que recoge las impresiones
de sus viajes por el Mediterráneo y después a Brasil,
vemos a un joven algo cursi, atraído por la aventura y el exo-
tismo. En Sevilla, tras asistir a una corrida de toros, admi-
raría el valor, arrojo y violencia que creía típica de "tiempos
2
Villalpando, 1999, pp. 20-22.
Érika Pani
170
3
Maximiliano de Habsburgo, 1869, vol. 1,pp. 141-142.
"Carta de Maximiliano a Francisco José, mayo de '856, en Conté Corti,
1927, pp. 41-43. Villalpando, 1993, pp. 42-45.
5
El monto final ascendió a 100,000 florines, además, fuera de las capitula-
ciones matrimoniales, 900,000 florines para sufragar la construcción del castillo
de Miramar. Villalpando, 1993, pp. 62-66.
La llegada de los emperadores a Veracruz el 28 de mayo de 1864.
Bertita Haroling, Maximilien. Empereur du Mexique: 1832-1867, París, 1935.
La aventura mexicana
Tras la pérdida del Lombardo-Véneto, Maximiliano y Carlota
se refugiaron, en desgracia, en el pintoresco castillo de
Miramar, diseñado por el archiduque. Parecían destinados a
una vida aislada y provinciana, sin más que hacer que deco-
rar sus aposentos y, en el caso de Maximiliano, cultivar su
interés por los insectos. De este fastidio los iba a venir a
sacar la oferta de la Corona de un lejano imperio mexicano.
Desde la década de 1840, José María Gutiérrez Estrada,
a quien se unirían más tarde José Manue Hidalgo y Juan
Nepomuceno Almonte, cabildeaba ante las cortes europeas
con la esperanza de que alguna estuviera dispuesta a apo-
yar la implantación de una monarquía en México, régimen
que, consideraba, era el único que podía asegurar la paz y
el orden, además de proteger al país en contra de los vora-
ces ataques de Estados Unidos, que habiendo ya arrebatado
a su vecino la mitad del territorio, seguramente no descan-
saría hasta borrarlo del mapa.
Una serie de circunstancias inéditas iba a favorecer lo
que a primera vista parecía ser un proyecto descabellado:
Maximiliano de Habsburgo
173
6
Génev¡éve Gille, "Les capitaux frangais et I' expédition au Méxique", Révue
d'Histoire Diplomatique, 69 (julio-septiembre), pp. 193-250.
7
Suárez Arguello, 1990.
Érika Pani
174
8
Pi-Suñer, 1992,
Maximiliano de Habsburgo
175
9
Arrangolz, 1968.
Érika Pani
176
10
Pani, 1997, pp. 39-47.
Maximiliano de Habsburgo
177
El gobierno imperial
¿Cómo gobernó el príncipe austríaco? Cabe aclarar que
Maximiliano estuvo al frente del gobierno que ocupó la
capital del país entre junio de 1864 y julio de 1867, más
tiempo que la mayoría de los presidentes de la primera
mitad del siglo xix. No obstante, estos fueron años de
guerra constante, y su gobierno en ningún momento con-
troló la totalidad del territorio. En el norte, en el Pacífico y en
zonas de Michoacán y Oaxaca, las tropas francesas contro-
laban, y esto de manera precaria porque se vieron constan-
temente asediadas por las guerrillas republicanas, sólo las
zonas que ocupaban materialmente. Esto se tradujo en un
espacio de maniobra extremadamente restringido para el
gobierno imperial, tanto material como psicológicamente. En
esto ayudó poco la "incapacidad hacendaría" del príncipe."
Un emperador que debía su trono a la intervención armada
de las naciones acreedoras no podía sino respetar los com-
promisos financieros con las "potencias amigas". Durante
21
Como la llamó Manuel Payno. En Payno, 1980, p. 686.
11
Érika Pani
178
12
12'507,154 pesos de 20'594,396, en ibidem, pp. 681-686.
.Maximiliano de Habsburgo
179
13
Informe con que el director de los negocios de Hacienda dio cuenta...",
"Reglamento", El Diario del Imperio, 28 de mayo y 13 de junio de 1866.
14
Florescano y Lanzagorta, 1972, p. 91.
Érika Pani
180
tín de las Cuevas para jugar a los gallos, los primeros go-
bernantes de México que viajaron al interior del país, sin
que los persiguiera el enemigo interno o externo, con el fin de
hacer presente el poder central en provincia. Recién desem-
pacado, Maximiliano visitaría las poblaciones del Bajío en
septiembre de 1864, mientras que Carlota iría hasta Yuca-
tán en 1866. Sus visitas irían invariablemente acompa-
ñadas de verbenas, actos caritativos -donativos a cárceles,
a escuelas, etcétera -y la inauguración de obras públicas
como el ferrocarril, el telégrafo o algún pozo artesiano. Con
esto, se pretendía poner de manifiesto el interés de los
emperadores por todos los mexicanos, e identificar la mo-
dernidad y el progreso con el régimen.15
Otros políticos mexicanos, menos impresionados por el
rubio barbado se dijeron atraídos por las ventajas que
ofrecía la naturaleza misma del régimen: la monarquía, por
colocar el asiento del poder fuera de la competencia entre
las facciones políticas, las neutralizaba, las domesticaba;
dejaba a los partidos, como escribía un periódico de la época,
"sin palenque donde combatir, sin armas con que herirse, sin
ocasiones que vengarse".16 A diferencia de lo que había
sucedido con hombres fuertes como Antonio López de Santa
Anna, un príncipe extranjero estaba, teóricamente, por enci-
ma de las rencillas partidistas. Además, la presencia del
ejército francés, aunque humillante y costosa, liberaba al
poder civil, pues no se tendrían que someter al estire y afloje
con los caudillos que detentaban el poder y la fuerza a nivel
15
Acevedo, 1995; Arrom, 2001; Pani, 1995, pp. 423-260.
16
"EI Emperadory los partidos", La Razón, 19 de octubre de 1864.
Érika Pani
184
17
"Editorial", El Mexicano, 11 de enero de 1866.
J
Maximiliano y Carlota.
México, su evolución social, México, J. Ballescá y Compañía, 1900, vol. 1, p. 293.
,8
Batiza, 1981.
Érika Pani
186
"La bandera francesa no retrocede nunca." ... es la obra más grande de mi reino."
19
"ldea de las divisiones territoriales en México, desde los tiempos de la ocu-
pación española hasta nuestros días", El Mexicano, 8, 14 de junio de 1866.
Maximiliano de Habsburgo
187
M««H¡Hnn». M a x i m i l i a n o de Habsburgo
189
Érika Pani
190
20
Arenal, 1991, pp. 1-33; Pañi, 1998.
21
Arenal, 1978.
Maximiliano de Habsburgo
191
22
Maximiliano a Pedro Escudero y Echánove, México, 27 de diciembre de
1864, Boletín, t. m, pp. 285-286.
Érika Pani
192
23
Proyecto de concordato, archivo de Ignacio Aguílary Marocho, Condumex,
fondo IX-I, docs. 430, 445.
24
Arrangoiz, 1968.
25
"Representación hecha a S.M. por el vecindario de Morelia", El Pájaro
Verde, 10 de febrero de 1865.
Maximiliano de Habsbutgo
193
El fin de la aventura
El imperio tardaba en consolidarse. Los ejércitos franceses
no habían logrado vencer la resistencia republicana, el te-
soro seguía exhausto, la clase política seguía dividida, y
dudaban los que habían sido firmes aliados del régimen
monárquico. Pero así como la intervención y el imperio ha-
bían sido resultado de una situación internacional inédita,
fueron los trastornos internacionales los que sellaron su des-
tino final. Ya en el verano de 1865, el gobierno de Abraham
Lincoln, tras triunfar sobre los secesionistas, hizo saber al
emperador de los franceses que no toleraría la presencia de
un ejército europeo en su patio trasero. En Europa, Bismarck
emprendía la unificación alemana, y el triunfo de los prusianos
sobre los austríacos en Sadowa en julio de 1866 no hizo sino
confirmar a Napoleón III que sus tropas tenían que regresar
a casa.
Maximiliano considera que ha perdido la jugada y piensa
abdicar, pero Carlota insiste en que "los emperadores no se
rinden. Mientras haya aquí un emperador habrá un imperio,
aunque no abarque más que seis pies de tierra". 26 En julio de
1866, Carlota emprende un viaje a Europa, con la esperanza
de convencer tanto a Luis Napoleón como a Pío IX de que
apoyen el tambaleante trono de su esposo. Durante su en-
trevista con el Papa, parece presa de un delirio de persecu-
ción, asegurando que la tratan de envenenar y no quiere que
la separen del Santo Padre. La recogería la familia real
belga, y viviría, entre periodos de locura y lucidez, hasta 1927. •
26
Citado en Villalpando, 1993, p. 197.
Érika Pani
194
27
lbidem, pp. 230-231.
I
Maximiliano de Habsburgo
195
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El Diario del Imperio
La Razón
El Mexicano
Boletín Mexicano de Derecho Comparado
El Pájaro Verde
Révue d'Historie Diplomatique
enito
Juárez
Rafael Rojas Cruz
Retrato, medalla y reloj de Benito Juárez. "Está en
la cima del panteón heroico nacional."
Folleto Restauración integral del alcázar del castillo de
Chapultepec, Museo Nacional de Historia.
as repúblicas modernas son inconcebibles sin un
panteón heroico que facilite la identificación de la
ciudadanía bajo ciertos rituales y cerennonias de
culto cívico.1 En el caso de México, la construcción
de la figura de Benito Juárez como héroe nacional,
en los años anteriores a la Revolución mexicana
(1910-1917), cumplió una función simbólica similar
a la del guadalupanismo en las décadas previas a
la guerra de independencia (1810-1821). En ambos
procesos, el de la veneración guadalupana y el del
culto juarista, se involucraron múltiples aspectos
de la religiosidad política que caracteriza al nacio-
nalismo mexicano. A finales del siglo xix y princi-
pios del siglo xx, Juárez, en tanto némesis del
emperador Maximiliano de Habsburgo, se convir-
tió en un emblema unificador de todos los atribu-
tos nacionales: la etnicidadyel mestizaje, la religión
católica y el Estado laico, el orden liberal y la inde-
pendencia nacional.2
1
Wolin, 2001, pp. 289-303; Hulliung, 2002, pp. 75-91.
2
Ridley, 1992, pp. 282-290; Hamnett, 1994, pp. 15-20.
203
Rafael Rojas Cruz
204
El affaire Bulnes
La Revolución mexicana se hizo en nombre de Juárez. An-
tes de lanzar su campaña antirreleccionista, Francisco I. Ma-
dero sostuvo pláticas mediúmnicas con el espectro de don
Benito y le dedicó elogios por su "apego a la ley", "inquebran-
table energía" y "grandeza de alma" en La sucesión pre-
sidencial.3 Emiliano Zapata, a pesar de los agravios libe-
rales que encarnaba, incluyó en el noveno punto del Plan de
Ayala un reconocimiento de las "leyes de nacionalización y
desamortización de los bienes eclesiásticos puestas en vigor
por el inmortal Juárez". 4 Venustiano Carranza, en su men-
3
Madero, 1999, p. 72.
4
Tena y Ramírez, 1964, p. 742.
Benito Juárez
205
í
Rafael Rojas Cruz
206
5
lbidem, p. 760.
6
Krauze, 1991, pp. 189-207.
7
González y González, 1997, pp. 30-32; y 1998, pp. 169-171.
8
Krauze, 1994, pp. 45-46.
II l_.
9
Bulnes, 1965, pp. 101-103.
Rafael Rojas Cruz
210
10
lbidem, pp. 844 y 856.
11
Ibidem, pp. 856-857.
12
Zayas Enríquez, 1906, p. 15.
J
13
Hale, 1989, p. 260.
14
Sierra, 1989.
Rafael Rojas Cruz
212
15
Molina Enríquez, 1956, p. 144.
16
Bulnes, 1965, pp. 857-858.
17
Molina Enríquez, 1956, pp. 144-145.
Benito Juárez
213
18
lbidem, p. 145.
19Krauze, 1994, p. 291.
20
Bulnes, 1965, p. 839.
21
Ibidem, pp. 835-836.
Rafael Rojas Cruz
214
El otro centenario
La querella por la herencia política de Benito Juárez se rea-
vivó en 1972, cuando se conmemoró el centenario de la
muerte del héroe. El gobierno de Luis Echeverría Álvarez
aprovechó las efemérides para consolidar el vínculo sim-
bólico -creado en las primeras décadas de la institucional-
ización revolucionaria- que consagraba e Juárez como
patrono ideológico del PRI. A "iniciativa del Ejecutivo", el
Congreso federal declaró 1972 como "año de Juárez" y se
Benito Juárez
215
22
Echeverría A., 1976, p. 36.
Rafael Rojas Cruz
216
Ibidem, p. 54.
Benito Juárez
217
Ibidem, p. 45.
Ibidem, pp. 335-352.
Ibidem, p. 41.
Benito Juárez
219
29
Vbidem, p. 316.
30
lbidem, pp. 324-326.
31
Viramontes, 1972, p. i.
Rafael Rojas Cruz
220
35
Viramontes, 1972, pp. 3-12.
Rafael Rojas Cruz
222
36
Henestrosa, 1972, pp. 7-46.
37
Valadés, 1972, pp. 9-18.
38
Ibidem, pp. 21-27.
3B
lbidem, pp. 143-159.
Benito Juárez
223
40
Moreno Cruz, 1972, pp. 19-34.
41
Ibidem, pp. 35-59.
42
Roeder, 1995, pp. 993-1007.
Rafael Rojas Cruz
224
43
Ibidem, pp. 1050-1055.
44
Ibidem, p. 1068.
45
Ibidem, p. 1071.
46
Ibidem, p. 1070. Véase también Perry, 1996, pp-. 11-13.
Benito Juárez
225
Conclusión
Los debates intelectuales sobre el legado juarista en dos
momentos decisivos del autoritarismo mexicano, 1906 y
1972, revelan una marcada tendencia a la preservación del
mito heroico de Benito Juárez en tanto personificación his-
tórica del triunfo del liberalismo y el nacionalismo en el
México moderno. Ese mito, construido simbólicamente du-
rante el porfiriato, fue resemantizado por el nacionalismo
revolucionario de los regímenes priístas. En dicho proceso
de resemantización se alternaron dos acentos complemen-
tarios, el de la soberanía nacional y el del estado de dere-
cho, los cuales aportaron los enunciados básicos de la legi-
timación simbólica del gobierno mexicano hasta finales del
siglo xx.
La primera generación de biógrafos de Juárez (Francis-
co Bulnes, Rafael de Zayas Enríquez, Justo Sierra, Andrés
Molina Enríquez, Hilarión Frías y Soto, Leonardo S. Vira-
montes...) aportó los mitos fundacionales del relato hagio-
gráfico y las coordenadas políticas del legado juarista. La
segunda generación (Andrés Henestrosa, José C. Valadés,
Everardo Moreno Cruz, Ralph Roeder...) recuperó aquellos
mitos desde una perspectiva más instrumental, más aboca-
da a satisfacer las demandas del discurso legitimante del
nuevo Estado nacional, surgido de la Revolución. Entre un
centenario y otro, la transformación del culto a la figura de
Benito Juárez permitió cobijar, bajo el mismo panteón he-
roico, el tránsito del liberalismo nacionalista al nacionalismo
revolucionario: dos edades de la ideología oficial en México,
conectadas por una veneración republicana.
Rafael Rojas Cruz
226
Bibliografía
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Nacional.
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Benito Juárez
227
1
En respuesta a Islas García (1950), Pedro Merla escribió una
Semblanza depurada de Miramón (1967), en la que sintetizó los ras-
gos negativos difundidos por la historiografía liberal.
2
Véase Darán (2000), Araujo (2000), Sánchez Navarro (1949),
Islas García (1950), Fuentes Mares (1985), y González Montesinos
(2000).
231
Conrado Hernández López
232
3
Rivera Cambas, 1987, i, p. 265. En México a través de sus constituciones
se lee: "la sangrienta oposición a los liberales habíala llevado por tradición, por
sistema, por fanatismo, para defender intereses mezquinos y para satisfacer su
ambición personal. Salvo en Santa Anna, que nunca alardeó de cualidades
morales, tan llevadas y traídas por Miramón, jamás tuvieron la Iglesia y el ejérci-
to portavoz más genuino que éste", Hernández, 1967, p. 195.
4
Sierra, 1991, pp. 525-526.
5
Krauze, 1994, p. 230.
6
Fuentes Mares, 1985, p. 11.
Miguel Miramón
233
7
lbidem, p. vm.
8
Ibidem, p. 90. Para Luis González (1989, p. 143), Miramón se hizo general
"para poder convertir a la señorita Lombardo en la señora Miramón, que no por
ser un conservador fanático".
9
Zarco, 1997.
10
Desde Italia, Concepción Lombardo promovió la primera biografía de Mi-
ramón, publicada por Víctor Darán en París en 1887 (meses después fue editada
en México por El Tiempo). Araujo, 2000, pp. 6-7.
Conrado Hernández López
234
"El obispo de San Luis Potosí, Pedro Barajas, escribió a Luis G. Cuevas en
1858-. "Yo no entiendo el mundo. Los jóvenes y los extremistas proclaman orden,
justicia, garantías, y al mismo tiempo fusilan y quieren sangre de sus contrarios
sin guardar las formas legales [...]. Ayer tuve una gran pesadumbre porque a un
herrero revolucionario lo trajeron hace días preso de una hacienda y [...] aunque
supongo lo juzgarían legalmente lo sacaron de aquí a Tepetate y lo fusilaron sin
proporcionarle los auxilios espirituales [...]. Si el Sr. Miramón había resuelto que se
ejecutara al reo en Tepetate: ¿Por qué no le notificó su sentencia para que pre-
parara su viaje a la eternidad? Un alma ha sido redimido con toda la sangre del
Hombre-Dios. ¿Por qué exponerla a ser infeliz para siempre? [...] Refiero a Ud.
Estas cosas no para que se le haga algún reclamo pues esto sería muy delicado
en las actuales circunstancias, sino porque deseo que Ud. sspa las cosas en su
realidad y no tergiversadas por algún otro conducto", De la Maza, 1940, p. 542.
Miguel Miramón
235
12
Como ejemplo, la planeación y ejecución de la acción del Cimatario en el
sitio de Querétaro en 1867. Véase Torrea, 1939.
Conrado Hernández López
236
13
Sus hermanos ingresaron al Colegio Militar: José Bernardo (1838),
Joaquín (1841), Carlos (1851) y Mariano (1853). Se conservan expedientes de
todos ellos en el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Miguel Miramón
237
14
Costeloe, "Mariano Arista y la élite de la ciudad de México", en Fowler,
1999, p. 190.
15
Haworth, 2000, p. 113.
16
lbidem, p. 111.
17
Díaz(ed.), 1964, p. 66.
Conrado Hernández López
238
18
Lombardo, 1989, pp. 215-216. Un antepasado suyo, "el marqués de Miramón",
fue "herido de muerte en Pavía, al lado del rey Francisco I", Darán, 2000, p. 24.
19
Díaz (ed.), 1964, p. 65.
20
En 1858, Bernardo de Miramón, padre de Miguel, afirmaba no tener más
"patrimonio" que su paga por los 48 años de servicio, ASDN, Cancelados, D/lll/2-
474, f. 305.
21
Todos los Miramón, excepto Carlos y Mariano (de nueve y siete años de
edad), participaron en la guerra. Bernardo Miramón solicitó I cencía como ministro
fiscal del Supremo Tribunal de la Guerra para combatir como coronel de caba-
llería. Fue hecho prisionero en el Puente de Churubusco. Su hijo José Bernardo
fue herido en la garita de San Cosme y Joaquín tuvo una actuación "sobre-
saliente" en Monterrey a las órdenes de Pedro Ampudia.
22
Para Torrea, por ejemplo, cuando Miramón fue conducido con sus com-
pañeros a la biblioteca, "lograron ver a (Agustín) Melgar (...) todavía con vida,
pues ya le habían sido amputados un brazo y una pierna y vino a morir hasta la
media noche del mismo día", Torrea, 1931, p. 47.
Miguel Miramón
239
23
Veáse Lombardo, 1980, p. 55; y Sánchez Navarro, 1949, p. 21.
24
/fa/dem, p, 23.
25
AN, Notario 245, 3 de septiembre de 1856, ff. 207-208.
26
ASDN, Historia, XI/481.3/7803, libro segundo.
Conrado Hernández López
240
27
ASDN, Cancelados, D/lll/2-474, f. 32.
28
En la profesión era común la muerte y, al parecer, los Miramón la tomaban
con resignación pues, en sus documentos conocidos, no aparecen referencias a
los desaparecidos después de sus decesos. No existen mayores informes sobre
el hijo mayor, José Bernardo, a partir de 1857, ni del menor, Mariano, desde su
muerte ocurrida en el exilio de La Habana en 1861.
Miguel Miramón
241
29
"Yo comencé mi carrera militar de cadete de la compañía de caballería de
Lampazos, en la frontera norte en el mes de enero de 1830, antes que naciera
Miramón, que vino al mundo en 1832. Es decir, que tenía yo más años de solda-
do que Miramón de vida." En 1854, Miramón fue su subordinado "en un grado tan
distante del mío". En septiembre de 1858, el gobierno "dio a Miramón el premio
que a mí me correspondía Cpor la batalla de Ahualulco) y se encontró sin saber
cómo llegó a general de división", Márquez, 1869, pp. 41-42.
30
Márquez calificó de ignorante a Ramírez de Arellano, ex compañero de
Miramón, pues la guerra "no basta aprenderla teóricamente; se necesita practi-
carla y mucho; mandar todas las armas, hacer campañas, dar batallas y alcanzar
victorias, para poder llamarse general. El haber leído algunas doctrinas del arte,
no sirve más que para tener una ligera idea de la ciencia", ibidem, p. 46.
Conrado Hernández López
242
31
Miramón añadió que en 1847 sus compañeros "en la aurora de su vida
supieron pelear y morir por la patria". "Discurso pronunciado en el Teatro
Nacional por el joven Miguel Miramón, alumno del Colegio Militar." Recorte con-
servado en la Colección Lafragua.
32
Condumex, expediente de Miguel Miramón, fondo xxvil-1.
33
De origen suizo, Antoine Henry de Jomini trabajó en su juventud en un
banco de París antes de convertirse en oficial de la Armada de la República
Helvética. A los 21 años comandó un batallón. Ganó notoriedad como teórico con
su Traite de grande tactique (1803). Fue oficial de campo del general Ney en la
campaña de Austerlitz y, más tarde, Napoleón promovió su ascenso a coronel.
Combatió en Jena, Eylau y en la primera etapa de la guerra de España, cuando
se separó del ejército francés. Sin embargo, fue llamado nuevamente por Napo-
león y recibió nombramiento de brigadier a los 28 años de edad. En la campaña
de Rusia, abandonó a Napoleón y sirvió como oficial de campo del zar Alejandro I
en la batalla de Leipzig en 1813. También contribuyó a formar la Academia Militar
de Moscú y su trabajo principal, preparado para el zar, Précis de l'art de la guerre,
apareció en París en 1837. Se retiró en 1848 y retornó corno consejero del zar en
la guerra de Crimea. Murió en 1869 en París. Aunque ce'ebrado en su tiempo y
con un lugar destacado en la historia militar de Occidente, Jomini fue opacado por
la gloria postuma de Clausewitz. Véase Chaliand, 1994, p. 724.
Miguel Miramón
243
34
La experiencia de Jomini en un banco influyó en la formulación de sus
reglas fundamentales: "economy of time and forces, the winning of superiority at
decisive point, and victory by mobility and surprise". Un ejército, como una inver-
sión de capital, estaba guiado por el interés en los beneficios: "Ofensive opera-
tions should be proportioned to the end in mind." Las fuerzas y la forma de disponer
de ellas debía estar condicionada por la naturaleza del teatro de la guerra, lo cual
fue olvidado por Napoleón en España y Rusia. En Estados Unidos apareció en
1862: Jomini, The Art of War, traducido por G.H. Mendell y W.P. Craighill, citado
en Vagts, 1937, pp. 190-192.
35
Sierra, 1991, p. 526.
Conrado Hernández López
244
36
Así, venció al ejército liberal en Toluca en diciembre de 1860, pero no evitó
el hundimiento de su gobierno. En 1867 repitió la hazaña ei Zacatecas, pero no
evitó el desastre en San Jacinto.
37
Jomini olvidaba un elemento importante: "el enemigo y su conducta", es
decir, trataba de ocultar las cosas no observadas en la conducta de éste que, en
el marco amplio de posibilidades, podía traducirse en derrotas. Veáse Vagts, 1937,
p. 192.
38
En Breve reseña histórica del Estado Mayor Mexicano (1907), Eduardo
Paz incluyó un análisis de las acciones militares ocurridas de Salamanca a Ahua-
lulco (de marzo a septiembre de 1858), que consolidaron a los caudillos conser-
vadores más prestigiados en la guerra.
Miguel Miramón
245
39
En abril de 1858, Miramón fue sorprendido a la entrada de San Luis Potosí
por el coronel Juan Zúazua y, en algún momento del combate, observó Paz, se
puso al frente de la caballería para la persecución y, poco después, se encontró
en una situación "angustiosa", de la que salió por su "arrojo" y el de su tropa, Paz,
1911, p. 400.
40
El descalabro en Atenquique, aleccionó a Miramón, quien "comprendiendo
su imprudencia, no obstante que se juzgó vencedor, apreció luego las dificultades
que habría de vencer, para que con sus cada día debilitados elementos y sin espe-
ranzas de rehacerlos, pudiera avanzar sobre posiciones más y más inexpugnables
[...]. Meses después, vióse el provecho de aquel incidente, y su natural inteligen-
cia, su ojo militar y sus aptitudes de guerrero, le hicieron voltear con mayor pruden-
cia y mejor éxito esa misma posición", Paz, 1907, p. 422.
41
Ibidem, p. 455.
Conrado Hernández López
246
42
La operación consistió en "pronunciar" a la guarnícón con apoyo de al-
gunos oficiales y militares "confinados" en la ciudad por el gobierno. Con un
apoyo mínimo en el interior, el éxito dependía de utilizar a la tropa enemiga para
controlar el Palacio de gobierno y el cuartel de la plaza. Islas García registró cinco
versiones: "la de Víctor Darán, la de Leónides del Campo que me contó el licen-
ciado Germán Fernández del Castillo y que Sánchez Navarro reproduce en su
apéndice; la de Carrión y la de Troncoso", Islas García, 1950, pp. 37-40.
43
Lombardo, 1989, p. 92.
Miguel Miramón
247
44
En Ahualulco, Miramón hizo tres reconocimientos que no se tradujeron en
un despliegue ordenado de sus fuerzas, por lo que marchó a ciegas y pronto se
vio imposibilitado de combatir en el frente pero, a diferencia de sus rivales, contó
con el consejo de Márquez, el valor de Vélez y Mejía y con la artillería de Santiago
Cuevas, cuyas maniobras "atrevidas" fueron coronadas con éxito, ASDN, Cancela-
dos, XI/lll/2-191, f. 30. También Miramón, 1858.
45
Ramírez Fentanes, 1962, pp. 404-405.
46
En septiembre, Miramón escribió a Concepción Lombardo: "parece que
sólo por donde yo marcho va la fortuna". Lombardo, 1989, p. 685.
Conrado Hernández López
248
47
ASDN, Historia, XI/481.3/6242, ff. 1 -3.
48
Díaz(ed), 1964, p. 72.
Plano elaborado en 1 886 con los principales lugares que siguieron las tropas francesas de Veracruz a México.
Víctor Darán, Le general Miguel Miramón. Notes sur L histoire du Mexique, Roma, Edoardo Perino, 1886, croquis de la ruta de
México a Veracruz, plano núm. 6.
Contado Hernández López
250
49
Díaz (ed.), 1964 Cu), p. 51.
50
Payno, 1862, p. 31.
51
José Ramón Malo se mostró decepcionado: "Triste es para mí [...] tener
que manifestar en este lugar que toda esperanza que había concebido de un por-
venir de gloria para mi patria, con el desprendimiento y hechos generosos del
general Miramón, se han desvanecido, desde que alucinado por los malos conse-
jeros, ha considerado como una mera ceremonia la restauración del [...] presi-
dente [...] haciendo que renuncie y mezclándose en los actos de su poder con
vilipendio de la autoridad y su persona. ¿Por qué la Divina P'ovidencia no se dignó
dejamos saborear algunos días los ensueños de dicha que habíamos concebido?",
Malo, 1948, pp. 537-538.
52
Haworth, 2000, p. 112.
Miguel Miramón
251
53
"Para Juárez, transigir con los enemigos de la Constitución y la Reforma, era
una imperdonable falta, era un delito inexpiable; para no verse en tal caso llegaba a
consentir en hacer correr graves peligros (que creía conjurar) a la nacionalidad misma.
Antes que tratar con Miramón de potencia a potencia, antes de reconocerlo como
poder capaz de algún derecho, prefería acceder a la alianza con los Estados Unidos,
aun cuando éstos se hubieran reservado la parte del león", Sierra, 1991, p. 290.
Conrado Hernández López '
252
54
Sobre los viejos militares, Gabrlac escribió: "Todos se someten a él sin
tratar de explicárselo o sin querer comprenderlo. La debilidad del carácter mexica-
no, la abyección en que ha caído desde hace cincuenta años, hacen más extraños
aún los modales precisos, vivos, bruscos y firmes de este joven. «Nos trata como
criados - d i c e n - , y sin embargo, vamos con él porque no hay manera de hacer otra
cosa»", Díaz (ed.), 1964, p. 72.
55
Lombardo, 1989, p. 185.
56
Agustín Rivera afirmó que en el misal romano era un trato dado al empera-
dor "en los países monárquicos", Rivera, 1994, p. 58.
253
57
Carranza, 1859, s / p .
58
Diario Oficial del Supremo Gobierno, 11 de febrero de 1859, p. 1.
Conrado Hernández López
254
59
Seguimos la definición proporcionada por Chai Sun Ki (1998): "An ideology
will be defined here as an interconnected set of beliefs conceming a particular domain
of human interaction that is not derived solely from direct observation or logical infer-
ence".
Miguel Miramón
255
60
Del ensayo "Endogenous ideology formation and economic policy in former
colonies", tomamos como referencia el fragmento "A theory of oppositional for-
mation", que proporciona una explicación interior o "endógena" (por gestarse
dentro de un grupo) sobre la formación de una ideología en un contexto de crisis
derivado de la lucha por el poder político, ídem.
Conrado Hernández López
256
61
ldem.
Miguel Miramón
257
El descenso
El desastre profundizó la discordia entre los principales
jefes del ejército derrotado. En una reunión en Tacubaya, la
mayoría acordó continuar la lucha como lo había hecho
Juárez (a partir de la guerra de guerrillas), pero Miramón se
mostró inconforme porque "no podía bajar de la presiden-
cia" a combatir en el monte y, abandonado por la tropa,
regresó a la capital a preparar su fuga.62 Cuando optó por
el destierro (1861-1863), 63 ya se habían desvanecido sus
triunfos y su fracaso confirmaba los temores de sus corre-
ligionarios de que la única solución dependía del apoyo
europeo. Por su parte, Miramón podía culpar del fracaso al
grupo que había defendido (de gente intrigante, pero inca-
paz de colaborar eficazmente en la victoria). 64 También es
62
Lombardo, 1989, p. 3 0 1 .
63
En enero de 1861, Miramón salió a La Habana, donde se reunió con su
familia y partió a París. Dos meses después fue recibido por el Papa Pío IX y, de
vuelta en París, se mantuvo al tanto de la intervención a través de otros políticos,
Lombardo, 1989.
64
Según Islas García, "los hombres mejores y más cultos estaban con él",
pero "ya no alcanzaban a convencer a la opinión en favor del caudillo", islas
García, 1950, p. 115.
Miguel Miramón
259
66
Malo, 1948, p. 585. Pedro Merla, al comentar el libro de Islas García, pre-
guntaba: "¿cómo pudo (Miramón) sostener en Europa una vida de fasto para él y
para su familia?", "¿cómo pudo brillar -carente de bienes de fortuna personales-
en las cortes de París y de Madrid?", "¿cómo pudo trasladarse ampliamente entre
París y Madrid, La Havre, La Habana, Veracruz, Brownsville?", Merla, 1967, pp.
32-33. Sin embargo, Concepción Lombardo, se quejaba en sus Memorias de la
estrechez económica y la dependencia familiar al sueldo asignado a su marido.
Coarado Hernández López
260
Conclusión
Además de acaparar los mandos militar y civil, los jefes
jóvenes que asumieron el liderazgo en la reforma como
Miramón parecían tener una mayor influencia de Santa
Anna, al menos como la más completa representación del
"espíritu criollo": ambicioso de fortuna y de poder, y con
una fuerte motivación de preponderancia social. Pero no fue
tanto su calidad de "noble", sino su pertenencia al ejército
y la situación de guerra lo que propició su ascenso al poder
por méritos y medios militares. En este sentido, compartió
el patrón de otros miembros del ejército quienes, sobre la
base de las antiguas comandancias generales, acaparaban
los mandos político y militar en las regiones bajo su control
(que fue el origen del conflicto con Leonardo Márquez, a
quien destituyó y sometió a juicio en 1859). Su ascenso
también derivó de la falta de hombres de prestigio y arrai-
go en el heterogéneo grupo conservador. Al establecer la
base de su gobierno y su principal fuente de recursos en
la ciudad de México, logró, cuando no el apoyo, sí la anuen-
cia de grupos económicamente poderosos y del clero, con
Conrado Hernández López
262
68
Weber, 1986, p, 87.
69
EI derrumbe del orden novohispano, según Entrena Duran, produjo una
profunda crisis social que dio lugar a la "dominación caudillista", cuya actuación,
ante la ausencia de canales institucionales, se realizaba con un mínimo de
garantías jurídico-normativas de control por parte de la población. El caudillo
"llenaba el vacío dejado por la ausencia de mecanismos jurídico-normativos y
políticos reglamentados y consensuados"; asimismo "era una encarnación per-
sonalizada y, por lo usual, autoritaria de la legitimidad y el orden". Entrena
Duran, 1994, p. 21.
Miguel Miramón
263
70
"En el primer caso, el gobernante se concibió como vicario de los poderes
no intervencionistas de la teología racional del Universo; en el segundo, encarna-
ba la intervención redentora y enérgica de la voluntad providencial", O'Gorman,
1960, p. 126.
71
Entrena Duran, 1994, pp. 21-22.
Conrado Hernández López
264
misma. Por eso, tal vez su obra cobre más significado como
la nostalgia de una derrota. Una versión "heterodoxa" de la
historia de México lo incorporará años después, en imagen y
obra, a un episodio en el combate por defender una nación
de raíz católica e hispánica.
Sin embargo, la derrota militar generó una nueva y pro-
funda fragmentación en el bando conservador. En 1867, se
eliminó a la gran mayoría de los elementos de la institución
que habían desarrollado vínculos personales, y a veces ideo-
lógicos, con una tendencia política, pero no hubo cambio en
el nuevo ejército, que siguió brindando un medio para la for-
mación y el encumbramiento de los jefes militares y regio-
nales. El cambio en el terreno militar (a pesar de su gran im-
portancia histórica y su significación política) fue en gran
medida cuantitativo como tantos otros en la primera mitad
del siglo. Considero que, entre las imágenes que tienden a
ensalzar o denigrar a Miramón, éste ha sido y seguirá siendo
enfocado desde las más variadas perspectivas y al gusto de
cualquier generación, pues encarna el poder de seguir pro-
duciendo nuevos rostros. Como militar, incurría en vicios
comunes en su tiempo (los líos de faldas y de juego, donde
se le consideró mal perdedor) y encarnaba las mayores vir-
tudes: valor indiscutible y una capacidad personal para las
jornadas más duras. En todo caso, al desaparecer los velos
ideológicos que dieron origen a las imágenes contradicto-
rias, es posible ver al "desventurado, héroe y villano a la
vez, triunfador y fracasado, pobre diablo y gran señor",
como señaló Fuentes Mares.72
Bibliografía
Archivos
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a) Archivo o sección Cancelados, expedientes personales.
b) Sección Historia u Operaciones Militares, documentación
varia.
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México, Imprenta de El Tiempo.
Conrado Hernández López
266
Periódicos y revistas
Diario Oficial del Supremo Gobierno.
1L
orfirio
Díaz
Enrique Krauze
Porfirio Díaz.
"Él era un dictador liberal, liberal en lo económico,
en lo social y tenía como en fideicomiso la vida
política de México".
Porfirio Díaz y su obra: moral en acción, México, Talleres
Tipográficos de El Tiempo, 1907, p. 4.
orfirio Díaz frecuentó el Colegio de Ciencias y
Artes de Oaxaca y fue alumno de Juárez, pero es
claro que, a pesar de que llega a estudiar leyes y
a ser bibliotecario, la pluma y los afanes, digamos,
de la vida intelectual o de las leyes no eran pro-
piamente los de Porfirio Díaz, que estaba dotado,
incluso físicamente, para otras misiones.
Era un hombre muy fuerte; se sabe -porque lo
cuenta él en sus memorias, o se lo contó a Matías
Romero- que en su propia casa había puesto uno
de los primeros gimnasios. Para entonces hacían
mucha fibra él y su hermano Félix, y aunque hubo un
conato de participación, sólo un conato, durante la
invasión norteamericana a México cuando tenía 16
o 17 años, el momento de la verdad, la primera hora
de la verdad y prueba para Porfirio Díaz llega con
la guerra de Reforma. Ahí lo tenemos en la típica
figura del chinaco, la figura que recuerdan quienes
visitaban el restaurante "Prendes" (cuando "Pren-
des" tenía los murales de Prendes): el chinaco de
los bigotes negros, de mirada profundísima, el hom-
bre del cual, por fortuna, tenemos una descripción
muy bonita, que se debe a este viajero francés
273
Enrique Krauze
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La Cuarta Coronación.
Enrique Krauze
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1
Agradezco esta información a Ricardo Orozco, director del Centro de
Estudios Históricos del Porfiriato.
Porfirio Díaz
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Preguntas y respuestas
1. Hablaste de las dificultades que tuvo Daniel Cosío
Villegas para consultar algunos archivos a los que no le per-
mitían el acceso. Yo recuerdo que él tronaba, abominaba en
contra de una cerrazón respecto a que tuviera él acceso a
los archivos de Díaz, que estaban en poder de la familia, y
de los cuales era "concesionario", así entre comillas, Alber-
to María Carreño: ¿Qué se hizo con eso, pues?, ¿llegó final-
mente a tener acceso o no a esos archivos?
EK: Según recuerdo, pudo ver sólo una parte, y no pudo
verla bien. Y desde luego, del gran acervo de la Ibero, tal y
como lo pudimos ver nosotros, no pudo beneficiarse él, ni
tampoco de lo de Limantour. Y es cierto, eso sí lo recuerdo,
Enrique Krauze
300
Bibliografía
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sidente... Nunca omnipotente. Hallazgos, reflexiones y
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Introducción
Mílada Bazant 5
Agustín de Iturbide
Carmen Salinas Sandoval 79
Maximiliano de Habsburgo
Érika Pani 165
Benito Juárez
Rafael Rojas Cruz 201
Miguel Miramón
Conrado Hernández López 229
Porfirio Díaz
Enrique Krauze 271
héroes ni villanos se terminó de imprimir
Retrato e imagen de personajes mexicanos del siglo XIX en la Ciudad de México
durante el mes de mayo del año
2010. Esta primera reimpresión,
en papel de 75 gromos,
consta de 2,000 ejemplares
y estuvo al cuidado de la
oficina lltotlpográf ca
de la casa editora.
ISBN 970-701-601-9