Está en la página 1de 3

4.

“La revolución científica alentó el pensamiento mecanicista”

Es a partir de la Revolución Científica, suscitada en los siglos XVI-XVII, donde se


planten las teorías matemáticas, geométricas y mecánicas que darían lugar al
conocimiento científico, esenciales para un gradual distanciamiento de la visión
sustentada en la filosofía de Aristóteles y de las otras escuelas imperantes:

“Hasta ahora no tenemos filosofía natural que sea pura: toda ella está contaminada y
corrompida; en la escuela de Aristóteles, por la lógica; en la de Platón, por la teología
natural; en la segunda escuela de los platónicos, como Proclo y otros, por las
matemáticas […]”1

Se comienza a plantear una nueva imagen del Universo y la Naturaleza. En base a ello,
el Universo ya no seguiría siendo jerárquico, finito y perfecto. En este sentido hay dos
grandes giros: en el terreno de la cosmología la supresión de la visión geocentrista; y en
el terreno de la física la superación de la física aristotélica. Los protagonistas del
primero fueron fundamentalmente Copérnico y Kepler; y del segundo Galileo Galilei.
Al final del siglo XVII la física de Isaac Newton completa la revolución científica y
consolida la ciencia moderna.

A mediados del siglo XVII, los modelos tradicionales de perfección, verdad y orden
cósmico se hallaban en franca decadencia. Como ha señalado Munck: “Las mecanismos
que desencadenaron esta decadencia fueron enormemente variados, desde el
razonamiento abstracto deductivo de Descartes hasta la combinación hecha por Galileo
de una observación estructurada y un análisis pragmático.”2

La astronomía fue el primer campo que entró en conflicto con la tensión existente entre
la autoridad y la independencia intelectual:

“[…] me parece que las discusiones sobre los problemas naturales no deberían empezar
apelando a la autoridad de las Escrituras, sino a las experiencias y necesarias

1
Bacon, F., 1620, Novum organum En: ISPJVG. Historia Moderna. Fuentes escogidas 6. La revolución
científica. Punto 1
2
Munck, T. 1994. La Europa del siglo XVII. Madrid, Akal, pág. 375

1
demostraciones: dado que ambas, las Sagradas Escrituras y la naturaleza, son
expresiones del mismo Verbo divino […]” 3

A pesar de las diferencias de método que había entre Galileo y Kepler, tuvieron
aspectos en común durante esta etapa, ya que este último confirmó algunas de las
conclusiones publicadas por Galileo contra las críticas de los aristotélicos. Kepler fue un
típico hombre de su época por el especial énfasis místico que ponía en el Sol, al cual
veía como una fuerza impulsora central casi divina; y hasta su concepción mecanicista
del Universo seguía también estos planteamientos. No obstante, los planteamientos de
Kepler implicaron un rechazo global sobre las nociones del universo geométrico
aristotélico-tolemaico formulando la síntesis de las tres Leyes del Movimiento
Planetario. Se trataba de la sustitución de la perfección por una serie de hipótesis
científicas dinámicas y abiertas. El alcance de sus logros se puso de manifiesto cuando
Newton les añadió los conceptos de impulso y gravedad universal, convirtiendo todo el
conjunto en un modelo capaz de explicar los fenómenos de la naturaleza y los misterios
del universo mediante unos principios matemáticos simples y universales:

“La principal tarea de la filosofía natural es […] deducir causas de efectos, hasta que
lleguemos a la primera causa, que ciertamente no es mecánica […] El maravilloso orden
de la naturaleza sólo puede ser efecto de la Sabiduría y la Maestría de un poderoso
agente eternamente vivo, que, presente en todos los lugares, está más capacitado por su
Voluntad para mover los cuerpos […] y, por lo tanto, para formar y reformar las Partes
del Universo, de lo que lo estamos nosotros por nuestra voluntad para mover las partes
de nuestros propios cuerpos.”4

Galileo fue la persona que hizo que afloraran las tensiones latentes entre la autonomía
intelectual y la ciencia ortodoxa. Sus estudios empíricos de mecánica, cinética y
aceleración le llevaron a distanciarse de las abstracciones aristotélicas de la filosofía
contemporánea imponiendo una visión del mundo sujeto a determinadas leyes.
Contrario a las intenciones de Galileo, el Papado había adoptado una postura categórica
sobre sus derechos exclusivos para juzgar áreas de conocimiento que estuvieses fuera
del alcance de los teólogos. Otro referente que marcó el comienzo de una verdadera
3
Galilei, G., 1615, Carta a la duquesa de Toscana. En: ISPJVG. Historia Moderna. Fuentes escogidas 6.
La revolución científica. Punto 3
4
Newton, I., 1704, Optica. En: ISPJVG. Historia Moderna. Fuentes escogidas 1. Las concepciones del
devenir. Punto 3

2
revolución intelectual fue Descartes. Su estudio de la causalidad y su metodología fue
de enorme importancia, no sólo para el desarrollo intelectual posterior del siglo XVII,
sino también para la propagación de un pensamiento mecanicista. Pretendía establecer
un estricto razonamiento deductivo y matemático para llegar a una certeza absoluta
partiendo de la posición de un escéptico total, que fue de gran relevancia para la
explicación mecanicista del origen y estructura del Universo, situando a Dios en el
papel de un relojero mecánico:

“Por el hecho de que Dios no está sujeto al cambio y actúa de la misma manera,
podemos llegar al conocimiento de ciertas reglas a las que yo llamo leyes naturales.” 5

Para Descartes no existía un vínculo explicable entre mente y materia, entre el


pensamiento y el cuerpo mecánico incluyendo el cerebro; por ello, algunos de sus
seguidores terminaron defendiendo el materialismo absoluto.

Un alegato especial a favor de un progreso mas abierto y con mayor cooperación ya lo


había hecho el filosofo ingles Francis Bacon. Al igual que Galileo, abogó por la
separación entre ciencia y religión, pues esta última se descubrió a través de la
revelación y no con métodos de investigación apropiados para la ciencia. Insistía en el
rechazo a toda escolástica y a las tradiciones heredadas con su veneración a la
autoridad. En el Novum Organum de 1620, contribuyó a los fundamentos de la ciencia,
donde sugería una especie de método inductivo experimental.

A la nueva imagen del universo y la naturaleza, se le proyectaría un nuevo método


científico. No sólo supuso una nueva teoría científica y filosófica, también supuso un
nuevo método para la ciencia: el método experimental, donde tendrán un el papel
decisivo el valor que se le dará a la experimentación y la aplicación de las matemáticas
a la física. De esta manera se constituirá un nuevo modelo de interpretación de los
fenómenos de la naturaleza, donde toda realidad natural tiene una estructura comparable
a la de una máquina que, a largo plazo, será el que se impondrá. Es el modelo de los
impulsores de la Revolución Científica: el modelo mecanicista.

5
Descartes, 1647, Meditaciones metafísicas, Tercera Meditación y Los principios de la filosofía (1644),
Segunda parte, 36. En: ISPJVG. Historia Moderna. Fuentes escogidas 1. Las concepciones del devenir.
Punto 2

También podría gustarte