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PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL UD1.

La promoción de la autonomía personal

C. F. G. S.
INTEGRACIÓN SOCIAL

PROMOCIÓN DE LA
AUTONOMÍA PERSONAL

UD1: LA PROMOCIÓN DE LA
AUTONOMÍA PERSONAL
PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL UD1. La promoción de la autonomía personal

PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL


UD1. LA PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL

1. INTRODUCCIÓN

Elegir cómo vivir la propia vida y la autonomía en el desempeño de las tareas que llevan al
desarrollo personal y social son algunos de los valores principales de la sociedad actual. Si las
personas no son capaces de alcanzar estos objetivos de forma totalmente autónoma, la
sociedad deberá garantizar los medios que le permitan lograrlo.

Se hace necesario que dejemos atrás modelos de intervención donde toda la responsabilidad
cae sobre la persona y es ésta, y solo ésta a la que le corresponde rehabilitarse, curarse,
integrarse, normalizarse, asumiendo una visión mucho más biopsicosocial y dinámica del
funcionamiento de las personas. La integración de personas y colectivos pasa por un cambio
de mirada, por una nueva concepción y calibración entre las personas excluidas, por un cambio
de modelo entre lo normal y anormal. Nuestro sistema puede llegar a ser mucho más
marginador y discapacitante, que las consecuencias de determinadas condiciones de salud de
las personas que derivan en lo que denominamos situaciones de discapacidad.

Uno de los valores más apreciados en la sociedad actual es el derecho del ser humano a elegir
su propia vida y a poder ejecutar por sí mismo las actividades necesarias para hacer efectiva
dicha elección. Para ello es imprescindible un desarrollo adecuado de las habilidades de
autonomía personal y social.

La Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las


personas en situación de dependencia de España, más conocida como «ley de dependencia»,
es una ley española que crea el actual Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia.

2. LA AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL

A lo largo de la vida, el ser humano se va enfrentando a distintas necesidades a las que debe
dar respuesta. Esto es posible gracias a una serie de capacidades que se adquieren con el
nacimiento y se van ampliando con los años y que configuran la autonomía de cada individuo.
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La autonomía personal y social es la capacidad de cada persona de tomar, por propia


iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir y, a su vez, desarrollar sin ayuda las
actividades que le permitan hacerlo.

De esta definición se desprenden dos grandes dimensiones que integran la autonomía


personal y social:
→ Dimensión psicosocial, relacionada con el control ejercido a la hora de tomar las
propias decisiones. La autodeterminación concreta esta capacidad.
→ Dimensión física, relacionada con la ejecución de las diversas actividades cotidianas.
Estas habilidades se corresponden con el concepto de independencia.

2.1. LA AUTODETERMINACIÓN
La autodeterminación se refiere a la capacidad y el derecho de una persona para actuar
libremente y tomar las propias decisiones, asumiendo los riesgos derivados de estas. Sin
autodeterminación, las personas se encuentran bajo el poder de otras para regular las metas y
normas de su vida.

▪ La autodeterminación como capacidad. Se refiere a la competencia para tomar


decisiones y responsabilizarse de estas. Se trata del conjunto de habilidades que
tienen las personas para elegir, tomar decisiones y responsabilizarse de las mismas.
▪ La autodeterminación como derecho. Independientemente de la capacidad de la
persona, debe existir la garantía real de que podrá tener un proyecto propio y ejercer
el mayor grado de control posible sobre él.
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Los derechos y obligaciones de las personas en situación de dependencia se


encuentran descritos en el artículo 4 de la Ley 39/2006.

2.2. LA INDEPENDENCIA
Otro concepto relacionado con la dimensión de la autonomía personal es la independencia.

La independencia es la capacidad de la persona de realizar las actividades de la vida diaria por


ella misma y sin ayuda de las demás. Las actividades de la vida diaria (AVD) engloban todos
los actos en que se organiza la vida cotidiana de las personas.

Las Actividades de la Vida diaria Básicas (AVDB), que son imprescindibles para vivir. El
desarrollo de estas actividades es fundamental para conseguir un nivel de autonomía
elemental, pues se centran en actividades de autocuidado: la comida, el vestido, la higiene, el
control de esfínteres, el desplazamiento, etc.

Las Actividades de la Vida Diaria Instrumentales (AVDI). Tienen un mayor grado de


complejidad, por lo que la persona necesita un nivel de autonomía más alto para realizarlas.
AVD
Son necesarias para adaptarse al medio e integrarse en él y suponen el uso que hace la
persona de la comunidad: leer y escribir, tomar la medicación, manejar dinero, utilizar el
transporte público, cocinar, hablar por teléfono, etc.

Las Actividades de la Vida Diaria Avanzadas (AVDA). Son las conductas más elaboradas o
complejas que tienen que ver con el estilo de vida y permiten a la persona disfrutar de una
buena calidad de vida. Entre estas actividades podemos considerar las dirigidas al ocio (como
viajar o practicar aficiones), el deporte, las actividades laborales, la participación social, etc.

2.3. LAS HABILIDADES DE AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL (HAPS)

Las habilidades de autonomía personal y social (HAPS) son las capacidades, conductas y
destrezas de las que dispone una persona para funcionar en su vida diaria.

Existen diferentes maneras de clasificar las HAPS, pues abarcan todos los ámbitos de la vida.
Una de las clasificaciones más aceptadas es la propuesta por la AAIDD (American Association
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on Intellectual and Developmental Disabilities), que organiza todas las habilidades en tres
áreas:

HABILIDADES HABILIDADES PRÁCTICAS. HABILIDADES SOCIALES.


CONCEPTUALES. Engloban Se trata de hh de vida Habilidades de competencia
todas las habilidades que independiente. social.
incluyen conocimiento. •Relaciones interpersonales
•AVDB
•Lenguaje (lectura y escritura). •AVDI •Autoestima
•Control del dinero. •AVDA •Seguimiento de normas y
•Control del tiempo. reglas
•Cálculo.

3. LA DEPENDENCIA

En algunas personas, las limitaciones psíquicas, físicas, sensoriales o sociales pueden impedir o
dificultar que se adquieran o desarrollen las competencias necesarias para llevar una vida
autónoma.

La dependencia es el estado de carácter permanente en el que se encuentran las personas que


requieren ayuda de otras para realizar actividades de la vida diaria u otros actos para su
autonomía personal.

Podemos precisar esta definición con otras consideraciones sobre la dependencia:


▪ Está relacionada con la dificultad para realizar las AVD. Necesita ayudas, personales y,
en muchas ocasiones, también materiales (productos de apoyo).
▪ Puede deberse a la edad, la discapacidad, la enfermedad física, la enfermedad mental
o un accidente.
▪ Según la función afectada, puede ser física, social, intelectual o mental.

A. GRADOS DE DEPENDENCIA
La autonomía y la dependencia no se pueden tratar como conceptos absolutos, sino que se
presentan en varios grados. Así, una persona puede ser absolutamente dependiente en unas
áreas, dependiente con apoyos en otras y totalmente autónoma en otras.

Concretamente, la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y


Atención a las personas en situación de dependencia, clasifica la dependencia en tres grados,
con dos niveles cada uno:
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 Grado I. Dependencia moderada. La persona necesita ayuda para realizar varias


actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día, o tiene necesidades de
apoyo personal intermitente o limitado.
 Grado II. Dependencia severa. La persona necesita ayuda para realizar distintas
actividades básicas de la vida diaria dos o tres veces al día, pero no requiere la
presencia permanente de un cuidador.
 Grado III. Gran dependencia. La persona necesita ayuda para realizar distintas
actividades básicas de la vida diaria varias veces al día y, por su pérdida total de
autonomía física, mental, intelectual o sensorial, necesita la presencia indispensable y
continua de otra persona.

La clasificación de una persona en un grupo u otro, requerida para acceder a determinados


apoyos formales, se determina aplicando unos baremos de valoración de los grados y niveles
de dependencia (BVD).

B. LOS APOYOS
Muchas personas con limitaciones en diferentes áreas pueden mejorar su nivel de autonomía
con unas ayudas o apoyos que les permitan realizar las funciones que su dependencia les
limita.

Un apoyo es cualquier recurso que se puede activar para que una persona en situación de
dependencia pueda, en la medida de sus posibilidades, incrementar funcionalmente su
autonomía.

Estos recursos pueden ser de tres tipos:


▪ Productos de apoyo. Se trata de instrumentos o ayudas materiales como bastones,
silla de ruedas, cubiertos adaptados, etc.
▪ Ayudas personales, es decir, personas que ayuden a realizar las tareas.
▪ Técnicas o metodologías, para que la persona aprenda y se ejercite en la realización
de tareas por sí misma. Por ejemplo, aprender a poner una lavadora, o el
entrenamiento para usar un producto de apoyo o un sistema de comunicación.

El uso de un tipo de apoyo u otro o es excluyente.


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C.FACTORES QUE FAVORECEN LA DEPENDENCIA


Algunos de los factores que podrían ser causante de dependencia son:

→ Factores físicos, que afectan directamente al funcionamiento de la persona:


- Deterioro de los sistemas biológicos orgánicos o de su funcionamiento, a causa del
envejecimiento o de enfermedades.
- Problemas relacionados con la movilidad (como la discapacidad motora) o la ausencia
de fuerza suficiente, que pueden desencadenar accidentes y caídas.
- Limitaciones sensoriales, especialmente de la vista, pero también del oído y, en menor
medida, de otros sentidos.
- Enfermedades crónicas. Algunas pueden ser muy incapacitantes (como la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica [EPOC] o la artrosis) y otras pueden requerir
tratamientos que afecten al funcionamiento diario (como la insuficiencia renal, el
cáncer, etc.).
- Consumo de fármacos y drogas, que puede crear dependencia, facilitar la asunción de
conductas de riesgo o causar enfermedades.

→ Factores psíquicos. Suelen afectar en gran medida a la capacidad de


autodeterminación y pueden ser muy variados: discapacidad intelectual, trastornos
cognitivos (demencias), trastornos del estado de ánimo (como la depresión) o
enfermedades mentales.

→ Factores contextuales. El entorno también incide en la situación de dependencia,


agravándola o atenuándola:
- El ambiente físico. Tiene que ver con la accesibilidad y confortabilidad de la residencia
de la persona (adaptación, riqueza de estímulos, confort, etc.), de las condiciones de
accesibilidad al edificio (botones del ascensor en braille, letreros luminosos, etc.) y del
entorno urbano (barreras arquitectónicas, accesibilidad de los transportes, etc.).
- El ambiente social. Incluye la disponibilidad y calidad de la red de apoyo (la familia, la
gente del vecindario, las amistades, etc.), las conductas de sobreprotección, los
estereotipos, la disponibilidad de recursos sociales, etc.
- La situación económica, ya que facilita o dificulta el acceso a recursos como la atención
personal, la adquisición de productos de apoyo de alta tecnología, la adaptación del
domicilio, el acceso a recursos especializados, etc.
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Es errónea la idea de que una persona con dependencia siempre va a carecer de calidad de
vida. La calidad de vida se compone para todas las personas de los mismos factores, vinculados
a su bienestar en diferentes áreas (bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar
material, desarrollo personal o bienestar físico).

D. DISCAPACIDAD Y DEPENDENCIA

La discapacidad es la condición de la persona que presenta limitaciones en su capacidad para


llevar a cabo determinadas funciones, debido a un déficit sensorial, físico o intelectual.

Históricamente la salud se ha definido como un modelo biomédico que la entiende como la


“ausencia de enfermedad”. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el
Preámbulo de su Constitución, firmado en 1946 y entrando en vigor en 1948, da un nuevo
sentido a este concepto al afirmar: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental
y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, atendiendo al modelo
“biopsicosocial”, que indica que los factores biológicos, psicológicos y sociales afectan al
estado de salud.

A nivel internacional, en el año 1980, la OMS publicó un manual de clasificación denominado


“Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías” (CIDDM), que
definía a las personas con discapacidad por la dificultad con respecto a la capacidad del
individuo para desempeñar las funciones y obligaciones que socialmente se esperan de él.

En 2001, la OMS presenta una nueva clasificación para reemplazar a la anterior, denominada
“Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud” (CIF), que impulsó
un cambio fundamental en la percepción de la discapacidad a partir de ese momento. La CIF
presenta la discapacidad como el resultado de la relación entre las condiciones de salud
(lesiones, enfermedades, capacidad intelectual, etc.) y los factores contextuales, tanto
personales (edad, sexo, estilo de vida, etc.) como del entorno (barreras arquitectónicas,
servicios a disposición de la persona, etc.). Si la relación entre ambos factores es conflictiva, se
pueden producir distintas manifestaciones:
- Déficits en el funcionamiento, por afectación significativa o pérdida de las funciones
(fisiológicas y psicológicas) o de las estructuras corporales de la persona.
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- Limitaciones en la actividad, especialmente en las actividades básicas, tales como el


autocuidado, la movilidad, la comunicación, etc.
- Restricciones en la participación y las interacciones y las relaciones personales que
alteren la integración de la persona en la comunidad.

El modelo de la Diversidad Funcional.


En 2005, desde el Foro de Vida Independiente (FVI) se impulsó un nuevo paradigma, centrado
en la diversidad funcional. Incluye a las personas que realizan las actividades de su vida diaria
de manera diferente a la mayoría porque una parte o la totalidad de su cuerpo o de su mente
funcionan de manera distinta.

La propuesta parte de la idea de que todas las personas, independientemente de los


impedimentos que puedan tener, deben tener derecho a mantener el control de sus vidas y no
deben ser definidas por las limitaciones o déficits que presentan.

Tienen derecho a vivir con dignidad desde la diferencia y a mantener el control de sus vidas.
Para ello, deben poder acceder a las mismas oportunidades y enfrentarse a las mismas
elecciones en la vida diaria que el resto de la población.

4. LA PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL

Para evitar situaciones de dependencia, minimizar sus efectos y ralentizar su progresión es


importante adoptar medidas: La prevención de la dependencia, actuando sobre los factores de
riesgo, y la atención de la dependencia, cuando esta ya se haya producido.

4.1. LA PREVENCIÓN DE LA DEPENDENCIA

La prevención de la dependencia incluye todas las medidas destinadas a capacitar a las


personas para que, mediante su propio control, puedan reducir los factores de riesgo que
amenazan su autonomía.

La prevención se desarrolla en tres niveles, según el objetivo que persigue:


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 Prevención primaria. Está relacionada con la promoción y protección de la salud y está


formada por un conjunto de medidas destinadas a reducir el riesgo de aparición de la
dependencia en la población en general. Pretende incidir en el estilo de vida mediante
la promoción de hábitos saludables: dieta, descanso, actividad física moderada, no
fumar, etc.
 Prevención secundaria. Su objetivo es detectar los indicios de la aparición de la
dependencia, para poder tomar las medidas necesarias antes de que se instale. Esta
actuación precoz es una estrategia adecuada en un momento dado para restituir la
autonomía o retrasar la progresión de la dependencia, evitando especialmente su
cronificación.
 Prevención terciaria. Se recurre a ella cuando la dependencia ya está plenamente
establecida. Tiene como objetivo evitar que progrese hacia estados más severos y
minimizar sus efectos sobre la vida de la persona, procurando el máximo grado de
autosuficiencia en las actividades de la vida diaria.

4.2. LA ATENCIÓN A LA DEPENDENCIA


En el Estado de bienestar uno de los principales retos de las políticas sociales es la atención a
las personas en situación de dependencia y la promoción de su autonomía personal.

→ A. Recursos de apoyo informal, que presta el entorno inmediato de la persona.

El apoyo informal incluye las atenciones y cuidados prestados, de manera altruista y gratuita,
por alguna persona o varias del entorno inmediato de la persona. Generalmente, este apoyo
informal proviene de algún miembro de la familia que constituye uno de los recursos más
importantes de la población en situación de dependencia.

La permanencia en la propia vivienda supone para la persona en situación de dependencia la


opción más deseable, pues es la que le proporciona mayor bienestar. Facilita que la persona se
desenvuelva con seguridad, física y también emocionalmente, pues mantiene arraigo y
dominio sobre sus pertenencias y sobre las vivencias. Ayuda a mantener la orientación espacial
y temporal, pues la persona tiene interiorizados distintos puntos de referencia, que le
permiten desplazarse por las estancias, encontrar lo que busca o identificar en qué momento
del día se encuentra. Permite conservar la red de relaciones sociales establecidas, lo que
contribuye a mantener la integración de la persona en la sociedad y a prevenir la soledad y el
aislamiento.
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Sin embargo, hay que tener en cuenta también que esta opción implica algunos
inconvenientes, las personas cuidadoras no formales no poseen formación específica que sí
tienen los y las profesionales (movilizaciones, entrenamiento cognitivo, etc.). El cuidado de una
persona dependiente supone un gran desgaste físico, psicológico y emocional para quienes se
ocupan de ello. Esto puede conducir a una situación de agotamiento que incida negativamente
en la atención que presta.

Los recursos de apoyo informal, en muchos casos se complementan con recursos de


apoyo al domicilio, por ejemplo la teleasistencia o el servicio de ayuda a domicilio (SAD).

→ Recursos de apoyo formal, procedente del abanico de recursos de los que la sociedad
dispone.

El apoyo formal incluye todos los recursos y servicios creados por la sociedad para dar
respuesta a las personas que no pueden vivir de manera independiente en su hogar y no
pueden ser atendidas íntegramente por su familia. Existe una gran variedad de recursos de
apoyo formal para atender el mayor espectro posible de necesidades, que se recogen en un
catálogo o cartera.

Centros residenciales
Sistemas alternativos de alojamiento - Viviendas tuteladas
- Alojamientos compartidos
Centros intermedios o de respiro familiar - Centros de día
- Clubes
- Programas de vacaciones
Servicios de apoyo en el domicilio - SAD
- Teleasistencia
Centros de formación, ocupación e inserción - Empleo protegido
laboral - Centros ocupacionales

En los equipos de atención formal se integran los técnicos y las técnicos superiores en
integración social (TSIS) como personal de acción directa.
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→ La asistencia personal, prestada por una persona contratada.


Un asistente o una asistenta personal es la persona que ayuda a otra a realizar las tareas de la
vida diaria que, por su situación, no puede ejecutar por sí misma. La asistencia personal es un
recurso de apoyo contemplado en la Ley de promoción de la autonomía personal, y es un
elemento clave para que las personas con discapacidad puedan alcanzar su autonomía, ya que
facilita el ejercicio del control de la propia vida a la persona en situación de dependencia, de
acuerdo con su autonomía moral, y el derecho a vivir con dignidad.

El desarrollo del trabajo de asistencia personal se realiza previo acuerdo entre ambas partes y
se regula mediante un contrato. En esta relación laboral, las decisiones las toma la persona con
discapacidad, mientras que el asistente o la asistenta ejerce de apoyo y realiza las tareas que
se le indiquen, que pueden ser muy variadas, en función de las necesidades de la persona
asistida (cuidados personales, tareas del hogar, actividades de acompañamiento, etc.).

En los tres casos, la finalidad es conseguir el máximo nivel de autonomía de la persona, ya sea
entrenándola para que adquiera nuevas destrezas, aprovechando las capacidades que aún
posea, supliendo las funciones que demande o, simplemente, atendiéndola cuando su
dependencia sea muy severa.

BIBLIOGRAFÍA
▪ Información extraída de los siguientes manuales:
Díaz, M. E. (2014). Promoción de la autonomía personal y social. Altamar.
Díaz, M. E. (2022). Promoción de la autonomía personal y social. Altamar.

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