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Fátima Anaya Ruiz

Promoción de la autonomía personal / 1º IS


IES Pérez de Guzmán 22/23

PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL

UNIDAD 1: LA AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL. MARCO


CONCEPTUAL

1. AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL


1.1. Autonomía y autodeterminación.
1.2. Autonomía e independencia.
2. LA DEPENDENCIA.
2.1. Grados y niveles de dependencia.
2.2. Factores que favorecen la dependencia.
2.3. Discapacidad y calidad de vida.
2.4. Discapacidad y dependencia.
2.5. Diversidad funcional.
3. LA PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL.
3.1. La prevención de la dependencia.
3.2. Los apoyos.
3.3. La normalización de la dependencia.
4. LA ATENCIÓN A LA DEPENDENCIA.
4.1. El apoyo informal: la familia.
4.2. El apoyo formal: la actuación del profesional.
4.3. El asistente personal.
5. LAS HABILIDADES DE AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL.
5.1. Áreas en las que se organizan las habilidades de autonomía personal y
social (HAPS)
5.2. Habilidades, hábitos y rutinas.
6. BIBLIOGRAFÍA.

1. LA AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL.

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Las personas disponemos de unas facultades que nos permiten funcionar en el medio en
el que vivimos. Entre estas capacidades se incluyen tanto las relacionadas con las
diferentes actividades cotidianas –desde prepararnos un café con leche hasta estudiar
para un examen–, como las que tienen que ver con la toma de decisiones sobre la propia
vida.

Estas capacidades se adquieren con el nacimiento y se van ampliando con los años para
dar respuesta a las distintas necesidades que van surgiendo a lo largo de la vida y
configuran la autonomía de cada individuo.

Existe cierta confusión respecto al uso de los conceptos de autonomía,


autodeterminación e independencia, por estar todos ellos muy relacionados y ser
empleados de manera distinta por diferentes autores. Además, también contribuyen a
dicha confusión las imprecisiones derivadas de la traducción de textos originales,
normalmente en inglés.

La autonomía personal y social es la capacidad de cada persona de tomar, por propia


iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir y, a su vez, desarrollar sin ayuda las
actividades que le permitan hacerlo.

De esta definición se desprenden dos grandes dimensiones que integran la autonomía


personal y social:

Una dimensión de corte psicosocial, que tiene que ver con el control que ejercemos a la
hora de tomar nuestras propias decisiones. El concepto de autodeterminación es el que
concreta esta capacidad.

Una dimensión, podríamos decir más física, relacionada con la ejecución de las
actividades cotidianas. Estas habilidades corresponden al concepto de independencia.

Especificamos los términos personal y social debido a que la autonomía de la persona


debe implicar tanto el ámbito personal –biológico y psicológico– como el ámbito social –
capacidad para relacionarse, para interactuar, etc.

1.1. AUTONOMÍA Y AUTODETERMINACIÓN.

La autodeterminación se refiere a la capacidad y el derecho de una persona para actuar


libremente y tomar las propias decisiones, asumiendo los riesgos derivados de éstas.

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La autodeterminación como capacidad y como derecho.

En esta definición se relacionan dos atribuciones complementarias que encierra el


concepto. Así, la autodeterminación se debe interpretar:

à Como capacidad. Se trata del conjunto de habilidades que tienen las personas para
elegir, tomar decisiones y responsabilizarse de las mismas. Se desarrolla mediante el
aprendizaje y la interacción con otras personas y con uno mismo.

Para la autodeterminación, es esencial ser consciente de las propias potencialidades y


limitaciones, así como de las capacidades que nos permitan controlar nuestro proyecto
personal y progresar en él.

Nos encontramos con personas que carecen de estas habilidades o las tienen
mediatizadas, ya sea porque no las han podido desarrollar o porque las han perdido
temporal o permanentemente.

à Como derecho. Se refiere a la garantía real para las personas, independientemente de


sus capacidades, de poder tener un proyecto vital propio, ejerciendo sobre él el mayor
grado de control que les sea posible. Es el caso, por ejemplo, de muchas personas con
discapacidad intelectual o enfermedad mental, para las que el ejercicio del derecho se
transfiere, en gran parte, a otras personas bajo la condición de «darle el poder a la
persona».

En definitiva, las personas que no disponen de autodeterminación se encuentran bajo el


poder de otras para regular las metas y normas de su vida.

La autodeterminación como resultado del proceso de desarrollo personal.

La autodeterminación se va adquiriendo paralelamente al propio proceso evolutivo. En


este proceso las personas vamos consiguiendo las habilidades, la experiencia y las
actitudes necesarias que nos permiten controlar cada vez más nuestras vidas.

Según vamos creciendo, pasamos de depender para todo de otras personas que toman
decisiones por nosotros, a ser más independientes, a decidir lo que queremos hacer y a
gestionar aspectos importantes de nuestras vidas: ¿qué estudiar?, ¿con quién vivir?, ¿con
quién pasar nuestro tiempo libre?, ¿qué actividades realizar?, ¿qué trabajo llevar a cabo?,
etc.

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Con la conquista de este control ponemos en práctica nuestras elecciones y preferencias,


y ello nos va haciendo paulatinamente más responsables de lo que nos ocurre y del
destino de nuestras vidas.

Estas situaciones nos enseñan las consecuencias de nuestras acciones –tanto positivas
como negativas–, que se van ajustando gracias a nuestro aprendizaje, lo cual repercute
en el desarrollo de nuestro proyecto personal.

Para facilitar el desarrollo de la autodeterminación, las personas han de ser apoyadas y


respetadas en la toma de sus decisiones con libertad, de modo que sean conscientes de
sus consecuencias. No hay que perder de vista que el ejercicio de la autodeterminación
lleva implícita también la toma de decisiones desacertadas.

La limitación de la autodeterminación.

Si bien la autodeterminación está básicamente ligada a variables personales, no hay que


olvidar que el contexto y las condiciones ambientales van a favorecer u obstaculizar su
desarrollo.

Para la autodeterminación, es necesario disponer de capacidad mental para tomar


decisiones y, aunque en muchos casos personas mayores o con ciertos niveles de
dependencia disponen en cierta medida de dicha capacidad, en ocasiones esta facultad
les es arrebatada. No se trata de un hecho infrecuente, especialmente a medida que la
independencia de la persona se vuelve más precaria.

De hecho, podríamos decir que nadie acaba alcanzando plenamente el control de su vida,
ya que estamos limitados a veces por nuestras capacidades y a veces por el entorno:
familia, economía, amistades, presión social, etc. Aun así, la mayoría de las personas
alcanzamos un alto nivel de autodeterminación en la edad adulta.

Sin embargo, no todas la alcanzan siempre dicho nivel. Por ejemplo, algunas personas
con discapacidad –sobre todo intelectual– se enfrentan a mayores dificultades a causa
de limitaciones impuestas por su forma de vida, la sobreprotección de las personas que
las atienden, la asunción de la propia incapacidad, etc. Las personas mayores,
especialmente si sufren trastornos cognitivos, en muchos casos también ven mermadas
estas facultades.

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Las personas con limitaciones en su autodeterminación, como veremos a lo largo del


libro, pueden necesitar apoyos para la adquisición o mantenimiento de las habilidades
que les permitan conocer y poner en práctica todas las alternativas que les ofrece la vida.

La autodeterminación es producto de un conjunto de capacidades y actitudes que


desarrollan en la persona aptitudes para la toma equilibrada de decisiones sobre su vida.
Estas capacidades y actitudes podemos organizarlas en tres grupos.

o Autorregulación. Es el mecanismo que permite a la persona mantener un buen


control sobre sus pensamientos, emociones y comportamiento. Así, la
autorregulación está relacionada con el manejo adecuado del medio social, en la
manera como la persona se desenvuelve en el medio y responde a los diferentes
estímulos.

o Capacitación psicológica. Se refiere a la competencia cognitiva de la persona para


identificar los logros deseados, habilitar los medios para alcanzarlos y establecer
unas expectativas sobre los resultados que se obtendrán.

o Autorrealización. Consiste en una valoración de las propias capacidades o


autoconsciencia, que da el conocimiento suficiente para actuar de una
determinada manera con el objetivo de desarrollar todo nuestro potencial para
convertirnos en aquello que queremos ser.

En este sentido, el objetivo se tiene que centrar en potenciar la autodeterminación y


dejar que, en la medida en que puedan, sean ellas quienes decidan y elijan la manera
cómo quieren vivir.

A continuación, se muestra un cuestionario relacionado con los derechos de las personas


con discapacidad intelectual. La persona usuaria debe responder sola o con ayuda,
marcando en verde si de trata de una situación que a ella le pasa, o rojo, si no le ocurre.

Situación Verde Rojo


Puedo besar a mi pareja sin que me regañen.
En el lugar donde vivo (casa o residencia), puedo hacer cosas para
ayudar y colaborar.
Cuando voy al médico, me habla a mí y no a mi acompañante. También
me escucha a mí.
Yo controlo mi dinero.
Me tratan como a una persona adulta.

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En mi tiempo libre, si quiero, puedo quedar con mis amigos.


Voy a votar y elijo a quién voto.
Yo decido a qué hora me voy a la cama.
Los profesionales de mi centro me piden permiso antes de contarle
cosas mías a mi familia.
Yo decido qué actividades realizar en mi tiempo libre.
Cuando me estoy duchando, nadie entra sin mi permiso.
Si mi pareja me pega o me falta al respeto, sé qué hacer para
defenderme.
Tengo un lugar para estar tranquilo y sentirme seguro.
Tengo oportunidad de hacer cosas fuera de casa/residencia, en vez de
estar siempre en ella.
Mis opiniones se tienen en cuenta.
Me dicen por adelantado las cosas que me van a afectar. Tengo relación
de antemano.

Al finalizar, la persona contará las frases de cada color y fijarse en aquellas que estén en
roja. A partir de estos resultados, podrá decidir qué quiere cambiar en su día a día.

Fuente: AFANDEM. Guía Defendemos nuestros derechos día a día. «Cuadernos de buenas
prácticas». FEAPS. En: http://www.feaps.org

Actividad 1:
Explica detalladamente los conceptos de autonomía, autodeterminación e
independencia y cómo se relacionan.

1.2. AUTONOMÍA E INDEPENDENCIA.

La otra dimensión de la autonomía personal está relacionada con la independencia.

La independencia se refiere a la capacidad de la persona para realizar las actividades de


la vida diaria por ella misma y sin ayuda de las demás.

Las actividades de la vida diaria (AVD) engloban todos los actos en que se organiza la vida
cotidiana de las personas. En función del grado de autonomía que requieren, se
establecen tres categorías:

o Las actividades de la vida diaria básicas (AVDB). Esta categoría integra todas las
actividades que son imprescindibles para vivir; por debajo de ellas solo quedan
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las funciones vegetativas. El desarrollo de estas actividades es fundamental para


conseguir un nivel de autonomía elemental, pues se centran en actividades de
autocuidado: la comida, el vestido, la higiene, el control de esfínteres, el
desplazamiento, etc.

o Las actividades de la vida diaria instrumentales (AVDI). Tienen un mayor grado de


complejidad, por lo que la persona necesita un nivel de autonomía más alto para
realizarlas. Son necesarias para adaptarse al medio e integrarse en él y suponen
el uso que hace el sujeto de la comunidad. Algunas de ellas son: leer y escribir,
tomarse la medicación, manejar el dinero, utilizar el transporte público, cocinar,
hablar por teléfono, etc.

o Las actividades de la vida diaria avanzadas (AVDA). Son las conductas más
elaboradas o complejas que tienen que ver con el estilo de vida y permiten a la
persona disfrutar de una buena calidad de vida. Entre estas actividades podemos
considerar las dirigidas al ocio –como viajar o practicar aficiones–, el deporte, las
actividades laborales, la participación social, etc.

La independencia se puede ver favorecida, obstaculizada e incluso impedida por las


condiciones del entorno. Por ejemplo, una persona en silla de ruedas puede ser
independiente para desplazarse. Sin embargo, la existencia de barreras arquitectónicas
–escaleras, transporte público no adaptado, etc.– puede limitar su independencia.

Actividad 2:
Elabora una lista de, al menos, veinte actividades de tu vida diaria. Clasifica cada una
de ellas según se trate de una actividad básica (AVDB), instrumental (AVDI) o avanzada
(AVDA)

2. LA DEPENDENCIA.

En algunas personas, las limitaciones psíquicas, físicas, sensoriales o sociales pueden


impedir o dificultar que se adquieran o desarrollen las competencias necesarias para
llevar una vida autónoma. En estos casos diremos que se encuentran en situación de
dependencia.

La dependencia es el estado de carácter permanente en el que se encuentran las


personas que requieren ayuda de otras para realizar actividades de la vida diaria u otros
actos para su autonomía personal.
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Podemos precisar esta definición con otras consideraciones que la completan:

La persona es incapaz de llevar a cabo por sí misma y sin ayuda las actividades para su
funcionamiento cotidiano. Por eso necesita ayudas personales y, en muchas ocasiones,
también materiales –productos de apoyo–. Veremos más adelante que todas estas
ayudas las denominamos apoyos.

Ø La dependencia se debe a razones derivadas de la edad, la discapacidad, la


enfermedad o la enfermedad mental.

Ø Según la función afectada, la dependencia puede ser física, social, intelectual o


mental. En ocasiones también puede ser económica. En cualquier caso, las
limitaciones merman determinadas capacidades de la persona.

Ø La dependencia es de carácter permanente debido a la falta de autonomía –por


ejemplo, en personas que han nacido con una discapacidad– o a la pérdida de la
misma –por ejemplo, debido a una enfermedad o al envejecimiento–.

Ø La dependencia está relacionada con la dificultad para realizar las AVD y otros
actos que implican la autodeterminación.

Se encuentran en situación de dependencia, por ejemplo, una mujer con una


enfermedad mental grave o un hombre mayor que no se vale por sí mismo debido a su
deterioro cognitivo. En ambos casos, las personas afectadas tendrán limitaciones para
llevar a cabo una vida autónoma.

2.1. GRADOS Y NIVELES DE DEPENDENCIA.

La autonomía y la dependencia no se pueden tratar como conceptos absolutos, sino que


se presentan en varios grados. Así, una persona puede ser absolutamente dependiente
en unas áreas, dependiente con apoyos en otras y totalmente autónoma en otras.

Concretamente, la Ley de autonomía personal y atención a las personas en situación de


dependencia de 2006 clasifica la dependencia en tres grados:

o Grado I. Dependencia moderada. La persona necesita ayuda para realizar varias


actividades básicas de la vida diaria, al menos una vez al día, o tiene necesidades
de apoyo intermitente o limitado.

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o Grado II. Dependencia severa. La persona necesita ayuda para realizar distintas
actividades básicas de la vida diaria dos o tres veces al día, pero no requiere la
presencia permanente de un cuidador.
o Grado III. Gran dependencia. La persona necesita ayuda para realizar distintas
actividades básicas de la vida diaria varias veces al día y, por su pérdida total de
autonomía física, mental, intelectual o sensorial, necesita la presencia
indispensable y continua de otra persona.

Actividad 3:
Indica qué aspectos definen la dependencia. Señala en qué grados, según la ley, se
clasifica la dependencia. Para cada grado pon un ejemplo.

2.2. FACTORES QUE FAVORECEN LA DEPENDENCIA.

Entre los factores causantes de dependencia podemos diferenciar los de carácter físico,
psicológico y contextual:

o Factores físicos. Afectan directamente al funcionamiento de la persona. Existen


una gran variedad, entre los que destacaremos:
o Deterioro de los sistemas biológicos orgánicos o de su funcionamiento, a
causa del envejecimiento o de enfermedades.
o Problemas relacionados con la movilidad –como la discapacidad motora–
o la ausencia de fuerza suficiente, que pueden desencadenar accidentes
y caídas –por ejemplo, caídas por roturas de fémur–.
o Limitaciones sensoriales, especialmente de la vista, pero también del oído.
Pueden afectar en menor medida otros sentidos; la insensibilidad táctil,
por ejemplo, no permite apreciar la temperatura, por lo que la persona
puede tocar objetos ardientes sin darse cuenta.
o Enfermedades crónicas. Algunas pueden ser muy incapacitantes –como la
EPOC o la artrosis– y otras pueden requerir tratamientos que afecten al
funcionamiento diario –como la insuficiencia renal, el cáncer, etc.–.
o Consumo de fármacos y drogas, que puede crear dependencia, facilitar la
asunción de conductas de riesgo o causar enfermedades.
o Factores psíquicos. Pueden ser muy variados y suelen afectar en gran medida a la
capacidad de autodeterminación:
Pueden ser muy variados y suelen afectar en gran medida a la capacidad
de autodeterminación:

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o Trastornos cognitivos, especialmente relacionados con las demencias,


que suponen un deterioro de la funcionalidad cognitiva: concentración,
memoria, pensamiento, lenguaje, etc.
o Trastornos del estado de ánimo, como la depresión, enfermedades
mentales o trastornos de la personalidad que inhabilitan para una toma
racional de decisiones.
o Factores contextuales. El entorno también incide, agravando o atenuando la
situación de dependencia:
o El ambiente físico. Tiene que ver con la accesibilidad y confortabilidad de
la residencia de la persona –hogar adaptado, riqueza de estímulos,
luminosidad, confort, etc.–, el edificio –accesos, timbres y botones del
ascensor en braille, etc.– y el entorno urbano –barreras arquitectónicas,
accesibilidad de los transportes, etc.–.
o El ambiente social. Incluye la calidad y disponibilidad de la red de apoyo –
familia, vecindario, amistades, etc.–. También hay que considerar otros
aspectos, como la sobreprotección, los estereotipos existentes en la
comunidad, la disponibilidad de recursos sociales, el entorno cultural, etc.
o La situación económica. Facilita o dificulta el acceso a recursos como la
atención personal, la adquisición de productos de apoyo de alta
tecnología, la adaptación del domicilio, el acceso a recursos
especializados, etc.

2.3. DISCAPACIDAD Y CALIDAD DE VIDA.

Autonomía y calidad de vida son dos conceptos que están íntimamente relacionados,
pero es errónea la idea de que una persona con discapacidad siempre va a carecer de
calidad de vida.

No hay que olvidar que la calidad de vida se compone para todas las personas –tanto si
tienen discapacidad como si no– de los mismos factores, vinculados a su bienestar en
diferentes áreas.

Áreas Indicadores Áreas Indicadores


Bienestar Satisfacción. Bienestar físico Salud.
emocional Autoconcepto. AVD.
Ausencia de estrés. Atención sanitaria.
Relaciones Interacciones. Autodeterminación Control personal.
interpersonales Relaciones. Metas y valores
Apoyo. personales.

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Elecciones.
Bienestar material Estatus económico. Inclusión social Integración y
Empleo. participación en la
Vivienda. sociedad.
Roles comunitarios.
Elecciones.
Desarrollo personal Educación. Derechos Derechos humanos.
Competencia Derechos legales.
profesional.
Desempeño.

Fuente: Schalock, R.L. y Verdugo, M.A. (2002/2003). Calidad de vida. Manual para
profesionales de la educación, salud y servicios sociales. Madrid. Alianza Editorial.

Así, una persona con discapacidad experimenta calidad de vida:

o Cuando sus necesidades están satisfechas y tiene la oportunidad de desarrollar


plenamente diferentes áreas de su vida.

o Cuando dispone de poder de participación en decisiones que afectan a su propia


vida.

o Cuando se siente aceptada en la comunidad y plenamente integrada en ella.

o Cuando tiene las mismas oportunidades que las demás personas para perseguir y
lograr metas significativas.

2.4. DISCAPACIDAD Y DEPENDENCIA.

Discapacidad y dependencia son dos conceptos que también están directamente


vinculados, hasta tal punto que a menudo son utilizados indistintamente.

La discapacidad se entiende como la condición de la persona que presenta limitaciones


en su capacidad para llevar a cabo determinadas funciones, debido a un déficit sensorial,
físico o intelectual.

A diferencia de lo que ocurre en el caso de la dependencia, una persona con discapacidad


no precisará necesariamente de la ayuda de otra para desenvolverse en su vida.

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Por ejemplo, una persona que va en silla de ruedas es una persona con discapacidad
motriz. Si no requiere la ayuda de otra en ninguna de las actividades diarias, será una
persona autónoma e independiente. Si, por el contrario, precisa ayuda para realizar
transferencias, para vestirse, etc., se encontrará en situación de dependencia.

Desde el punto de vista académico, actualmente se explica la discapacidad desde dos


modelos: el modelo de la CIF y el modelo ecológico.

Definición de discapacidad según la CIF

La definición más completa y aceptada actualmente sobre la discapacidad surgió de la


Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, conocida
como CIF, que fue presentada por la OMS en mayo de 2001.

o Déficits en el funcionamiento, por afectación de las estructuras corporales de la


persona o su funcionalidad.

o Limitaciones en la actividad, especialmente en las actividades básicas, tales como


el autocuidado, la movilidad, la comunicación etc.

o Restricciones en la participación que alteren la integración de la persona en la


comunidad.

El modelo ecológico de la discapacidad.

El modelo ecológico, en el marco de las corrientes contextualistas, entiende la


discapacidad como resultado de la interacción del individuo con su contexto.

Entre sus planteamientos cabe destacar:

o La discapacidad no es algo fijo, es algo continuo y cambiante, que depende de las


limitaciones funcionales de la persona, así como de los apoyos disponibles en su
entorno.
o Las limitaciones funcionales se minimizan en la medida en que se proporcionan
los apoyos necesarios.

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2.5. DIVERSIDAD FUNCIONAL.

Cuando hablamos de autonomía, dependencia y discapacidad no podemos pasar por alto


el concepto de diversidad funcional, máxime cuando hemos insistido tanto en la
autodeterminación de las personas como un aspecto fundamental de su autonomía.

La consideración de la sociedad sobre la discapacidad acentúa el carácter distintivo de


esta, definiéndola por las limitaciones o déficits que presenta. Partiendo de esta
consideración, las medidas tomadas se encaminarán a rehabilitar las funciones que se
encuentran dañadas o que son defectuosas, y a equipararlas a lo que consideramos la
normalidad.

Para revertir esta situación, en los últimos años ha tomado cuerpo el denominado foro
de la vida independiente, que parte de la idea de que todas las personas,
independientemente de los impedimentos que puedan tener, deben tener el derecho a
mantener el control sobre sus vidas. En este contexto se desarrolla la idea de diversidad
funcional.

El concepto de hombres y mujeres con diversidad funcional incluye a todas las personas
que, debido a que una parte o la totalidad de su cuerpo o mente funcionan de manera
distinta, realizan las actividades de su vida diaria también de manera diferente.

Este concepto emana de la consideración de que todas las personas tienen el derecho,
desde la diferencia, a vivir con dignidad y mantener el control de sus vidas. Esto supone
que puedan acceder a las mismas oportunidades y enfrentarse a las mismas elecciones
en la vida diaria que las personas sin diversidad funcional, que tienen estos derechos
garantizados.

Actividad 4:
- Analiza la relación entre los conceptos de discapacidad y dependencia. ¿Una
persona con discapacidad es una persona dependiente?
- Explica el concepto de diversidad funcional. Realiza una valoración sobre su
significado y contesta a la pregunta siguiente ¿Crees que debería sustituir al
término discapacidad?

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3. LA PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA PERSONAL.

Para evitar situaciones de dependencia, retardar su aparición, minimizar sus efectos y


ralentizar su progresión es importante adoptar medidas de promoción de la autonomía.
Algunas estrategias que podemos utilizar en este sentido son:

o La prevención de la dependencia.
o La prestación de los apoyos necesarios.
o La normalización de la dependencia.

El marco legal en el que se desarrollan estas acciones es el del Sistema para la Autonomía
Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, creado por la Ley
39/2006, en la que se establecen las prestaciones a las que pueden acceder las personas
en situación de dependencia.

PRESTACIONES DEL SISTEMA PARA LA AUTONOMÍA Y ATENCIÓN A LA DEPENDENCIA


(SAAD)

La finalidad del SAAD es promover la autonomía personal y garantizar la atención y


protección a las personas en situación de dependencia en todo el territorio del Estado,
para lo cual prevé los siguientes tipos de prestaciones:

Prestación de servicios. Se incluyen:

o Los servicios de prevención de las situaciones de dependencia y los de promoción


de la autonomía personal.
o Servicio de teleasistencia.
o Servicio de ayuda a domicilio.
o Atención de las necesidades del hogar.
o Cuidados personales.
o Servicio de centro de día y de noche.
o Centro de día para mayores.
o Centro de día para menores de 65 años.
o Centro de día de atención especializada.
o Centro de noche.
o Servicio de atención residencial.
o Residencia de personas mayores en situación de dependencia.

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o Centro de atención a personas en situación de dependencia, en razón de los


distintos tipos de discapacidad.

Prestaciones económicas como:


o Prestación económica vinculada a la contratación del servicio en caso de que no
se disponga de la oferta pública de servicios que requiera el beneficiario.
o Prestación económica para cuidados en el entorno familiar y apoyo a cuidadores
no profesionales.
o Prestación económica de asistencia personal, cuyo objetivo es la contratación de
un asistente personal, durante un número de horas, que facilite al beneficiario el
acceso a la educación y al trabajo, así como una vida más autónoma.

Sin embargo, el cambio de tendencia y la crisis económica han evitado el despliegue de


esta ley tal como estaba prevista. Es más, el desarrollo de la ley se ha visto ampliamente
recortado, tanto en prestaciones como en recursos, con unas graves consecuencias
inmediatas sobre las personas en situación de dependencia y sus familias.

3.1. LA PREVENCIÓN DE LA DEPENDENCIA.

Para retardar la aparición o progresión de la dependencia o paliar la gravedad de sus


consecuencias, la prevención es la mejor estrategia.

La prevención de la dependencia incluye todas las medidas destinadas a capacitar a las


personas para que, mediante su propio control, puedan reducir los factores de riesgo que
amenazan su autonomía.

La prevención de la dependencia incluye todas las medidas destinadas a capacitar a las


personas para que, mediante su propio control, puedan reducir los factores de riesgo que
amenazan su autonomía.

o Prevención primaria. Está relacionada con la promoción y protección de la salud


y está formada por un conjunto de medidas destinadas a reducir el riesgo de
aparición de la dependencia en la población en general. Pretende incidir en el
estilo de vida mediante la promoción de hábitos saludables: dieta, descanso,
actividad física moderada, no fumar, etc.
o Prevención secundaria. Su objetivo es la detección de los indicios que pueden
alertar sobre la aparición de la dependencia, para poder tomar las medidas
necesarias antes de que se instale. Esta actuación precoz es una estrategia

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adecuada en ese momento para restituir la autonomía o retrasar la progresión de


la dependencia, evitando especialmente su cronificación.
o Prevención terciaria. Se recurre a ella cuando la dependencia ya está plenamente
establecida. Tiene como objetivo evitar que progrese hacia estados más severos
y minimizar sus efectos sobre la vida de la persona, procurando el máximo grado
de autosuficiencia en las actividades de la vida diaria.

Si la causa de la dependencia es una enfermedad, incidirá en su curación y, si no es


posible, en atenuar las secuelas o efectos que puede tener sobre la autonomía de la
persona.

Como síntesis de estas acciones preventivas, el Libro blanco de la dependencia nos indica
que las principales estrategias para la prevención de la dependencia pasan por:

o Promover hábitos de vida saludables.


o Mejorar la eficacia de los sistemas de atención de la salud.
o Procurar un tratamiento precoz de las enfermedades crónicas.
Actividad 5:
Copia y completa la siguiente tabla, relacionada con la prevención de la dependencia:
Prevención Objetivos Medidas
Primaria
Secundaria
Terciaria

3.2. LOS APOYOS.

Muchas personas con limitaciones en diferentes áreas pueden mejorar su nivel de


autonomía, para lo cual deben disponer de unas ayudas o apoyos que les permitan
realizar las funciones que su discapacidad o situación personal les limitan.

Llamamos apoyos a todos aquellos recursos –técnicas, instrumentos, ayudas personales,


estrategias, etc.–, que se pueden activar para que las personas en situación de
dependencia puedan, en la medida de sus posibilidades, incrementar funcionalmente su
autonomía.

Los apoyos son necesarios para atender las necesidades de la persona y mejorar su
independencia y su calidad de vida, pero también serán útiles para contribuir a sus
aprendizajes y mejorar su desarrollo personal y social.

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El objetivo consiste en proporcionar las ayudas necesarias para que estas personas
puedan desarrollar las actividades fundamentales de la vida diaria, disponer de mayor
autonomía personal y ejercer plenamente sus derechos como ciudadanas.

Por ejemplo, una persona con discapacidad visual severa podrá adquirir un alto grado de
autonomía e independencia si aprende a orientarse y desplazarse de manera autónoma,
si aprende a leer en braille, etc.; para lograrlo necesitará, además del entrenamiento
necesario, recursos como el bastón, una línea braille en su ordenador, la adaptación de
su domicilio, etc.

En cuanto a la selección y la aplicación de apoyos, hay que responder dos preguntas:

o ¿Qué apoyos necesita una persona? Dependerán tanto de las necesidades de la


persona como de su entorno; por lo tanto, los apoyos serán individuales y estarán
sujetos a los cambios que dicha persona realice en su vida o en su entorno.
o ¿Con qué intensidad los requiere? La individualidad de un apoyo también se
medirá por la intensidad de su aplicación:

o Intermitente. El apoyo se ofrece ocasionalmente, sólo cuando es


necesario.
o Limitado. Se aplica de manera continua, pero por un tiempo limitado.
o Extenso. Se caracteriza por su regularidad en el tiempo sin limitación
temporal.
o Generalizado. Se aplica de manera intensiva, en diferentes entornos, sin
limitación temporal, y puede llegar a mantenerse durante toda la vida.

Por ejemplo, una persona que necesite ser instruida en el manejo de un producto de
apoyo, como, un tablero de comunicación, requerirá en esta área apoyo limitado o
intermitente durante la fase de aprendizaje. En cambio, una persona con demencia
severa necesitará apoyo generalizado en varias de las áreas de la vida diaria.

Tenemos constancia de la eficacia de las intervenciones sanitarias en edades medianas


de la vida para prevenir la aparición de la dependencia en las edades más avanzadas, y
se ha demostrado, así mismo, que la mejora de los hábitos de vida de la población
contribuye significativamente a aumentar la esperanza de vida libre de dependencia.

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Por otra parte, en los casos en que la dependencia ya está establecida, el cuidado de la
salud es esencial para lograr una adecuada adaptación de la persona a su nueva situación
y mejorar su calidad de vida.

Actividad 6:
Define el concepto de apoyo. Pon un ejemplo de una persona en situación de
dependencia, describe algunas de las necesidades que presenta y plantea algunos
apoyos que se le pueden ofrecer. Indica en qué grado de intensidad se puede aplicar
cada uno de ellos.

3.3. LA NORMALIZACIÓN DE LA DEPENDENCIA.

Además de todas las medidas orientadas a la persona y a su entorno más inmediato, otro
conjunto de planteamientos debe dirigirse a la comunidad, para que la visión peyorativa
y estereotipada de la dependencia se sustituya por otra más normalizada e integradora.
En esta línea, hay que plantearse un doble objetivo.

o Que el entorno social actualice su percepción sobre las personas en situación de


dependencia, erradicando estereotipos y reconociendo el derecho que tienen a
controlar su propia vida.
o Que la sociedad proporcione oportunidades a estas personas para participar en
situaciones varias.

Para acercarnos a estos objetivos, desde las distintas instituciones públicas o privadas
competentes, se tienen que desarrollar programas dirigidos a estas personas, que
contemplen acciones como las siguientes:

Ø Fomento de la investigación y el desarrollo de acciones informativas y formativas


sobre los factores que previenen la aparición de la dependencia, especialmente
los relacionados con la promoción de estilos saludables de vida.

Ø Refuerzo y ampliación de los dispositivos y servicios de atención sanitaria, tanto


en la atención primaria como en la especializada: protocolización de la atención
a las personas mayores y a las personas con discapacidad, ampliación de los
programas de rehabilitación, desarrollo de cuidados y atención geriátricos, etc.

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Ø Fomento de la investigación y el desarrollo de acciones informativas y formativas


sobre los factores que previenen la aparición de la dependencia, especialmente
los relacionados con la promoción de estilos saludables de vida.

Ø Refuerzo y ampliación de los dispositivos y servicios de atención sanitaria, tanto


en la atención primaria como en la especializada: protocolización de la atención
a las personas mayores y a las personas con discapacidad, ampliación de los
programas de rehabilitación, desarrollo de cuidados y atención geriátricos, etc.

Ø Implementación de programas y servicios dirigidos directamente a las familias


cuidadoras: programas de información y apoyo, programas de respiro, etc.

Ø Desarrollo de dispositivos de alojamiento o recursos alternativos variados para las


personas en situación de dependencia, que promuevan la vida en pequeños
grupos para producir menor desarraigo, conseguir un ambiente más familiar y no
interrumpir las relaciones con sus redes sociales: viviendas compartidas,
alojamientos intergeneracionales, centros polivalentes de recursos, etc.

Ø Políticas de vivienda: las administraciones públicas deberían proveer las


necesidades de alojamiento accesible de las personas en situación de
discapacidad, fragilidad y dependencia, y contemplar las medidas para la
adaptación de los domicilios y la domótica.

Actividad 7:
Elaborad por grupos de 3 personas un cartel para la difundir y normalizar las
situaciones de dependencia.

4. LA ATENCIÓN A LA DEPENDENCIA.

La atención a personas en situación de dependencia y la promoción de su autonomía


personal constituyen uno de los principales retos de las políticas sociales de los países
desarrollados.

En función de quién presta la ayuda y de la naturaleza de ésta, podemos diferenciar varios


tipos de formas de atención:

Ø El apoyo informal por parte de la familia.


Ø El apoyo formal, prestado por el amplio abanico de recursos de los que la sociedad
dispone.
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Ø La asistencia personal, prestada por una persona contratada para suplir varias
funciones.

Cualquiera de ellas tendrá como finalidad conseguir el máximo nivel de autonomía de la


persona usuaria, ya sea entrenándola para que adquiera nuevas destrezas, ya sea
aprovechando las capacidades que aún posea, supliendo las funciones que la persona
demande o, simplemente, atendiéndola cuando su dependencia sea muy severa.

4.1. EL APOYO INFORMAL: LA FAMILIA.

El apoyo informal incluye las atenciones y cuidados prestados dentro del núcleo familiar,
de manera altruista y gratuita, por alguno o varios miembros de la familia.

La familia constituye uno de los recursos más importantes de la población en situación


de dependencia, especialmente por la relación afectiva y de ayuda que proporciona, pero
también porque permite a la persona continuar viviendo en su propio entorno, que
conoce y controla.

La relación afectiva y de ayuda.

Probablemente uno de los aspectos que la persona en situación de dependencia más


valora y más seguridad y confianza le proporciona es la conciencia de que existe una
persona relevante a quien acudir en caso de necesidad y la garantía de que ésta le
prestará la ayuda más adecuada de una manera natural.

Con el fin de colaborar en la promoción de la autonomía de la persona en situación de


dependencia, los diferentes miembros de su familia deberían: apoyarla y animarla en el
desarrollo de actividades que alivien su ansiedad, demostrarle el cariño que sienten hacia
ella, mostrar una actitud empática y de comprensión de su situación, etc. En definitiva,
se trata de contribuir a que la persona en situación de dependencia no tenga la sensación
de ser una carga para que así pueda mantener un buen nivel de autoestima y de calidad
de vida.

Para que la familia pueda proporcionar, de manera eficaz, las atenciones que la persona
usuaria precisa, es necesaria una buena organización, apoyo profesional y disponibilidad
de recursos.

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La permanencia en el propio domicilio.

La permanencia en la propia vivienda supone para la persona en situación de


dependencia la opción más deseable, pues es la que le proporciona mayor bienestar y
ventajas:

Ø Le facilita desenvolverse con seguridad, no solo física, sino también


emocionalmente, pues mantiene arraigo y dominio sobre sus pertenencias y
sobre las vivencias que le han acompañado durante gran parte de su vida.

Ø Es un elemento esencial que ayuda a mantener la orientación tanto espacial como


temporal, pues la persona tiene interiorizados distintos puntos de referencia, que
le permiten desplazarse por las estancias, encontrar lo que busca o identificar en
qué momento del día se encuentra.

Ø Es muy importante para el mantenimiento de la red de relaciones sociales que ya


tiene establecidas, la cual contribuye a mantener su integración en la sociedad y
a prevenir la soledad y el aislamiento.

Los recursos de apoyo informal, en muchos casos se complementan con recursos de


apoyo al domicilio, principalmente la teleasistencia o el servicio de ayuda a domicilio
(SAD).

Actividad 9:
Lee el siguiente artículo y elabora una reflexión sobre el mismo:

https://acortar.link/1fWem3

4.2. EL APOYO FORMAL: LA ACTUACIÓN DEL PROFESIONAL.

El apoyo formal incluye todos los recursos y servicios creados por la sociedad para dar
respuesta a las personas que no pueden vivir de manera independiente en su hogar y no
pueden ser atendidas íntegramente por su familia.

Aunque el estudio de los diferentes recursos disponibles no es el objetivo de este módulo,


en la tabla siguiente enumeramos los más importantes, con la finalidad de que nos sirvan
de contexto para encuadrar la prestación del servicio:

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RECURSOS DE APOYO FORMAL


Centros residenciales
Sistemas alternativos de Apartamentos para personas mayores.
alojamiento Viviendas tuteladas.
Alojamientos compartidos.
Casas-hogar o residencias-hogar.
Hogares terapéuticos.
Centros intermedios o de respiro Centros de día.
familiar Unidades de estancia diurna.
Clubes.
Centros de noche.
Programas de termalismo social.
Programas de vacaciones.
Apoyo en el domicilio Servicio de ayuda a domicilio (SAD)
Teleasistencia.
Programas de asistencia sanitaria en el domicilio.
Hospitalización a domicilio.
Centros de formación, ocupación Empleo protegido.
e inserción laboral Centros ocupacionales.
Centros y servicios de rehabilitación.

Principios de actuación profesional.

La práctica profesional en atención a la dependencia exige un profundo respeto a las


personas a las que se atiende y a su capacidad de elegir libremente. Partiendo de este
criterio, algunos de los principios que deben presidir una correcta praxis profesional en
la promoción de la autonomía son los siguientes:

o Principio de autonomía y elección. Supone el derecho que tiene cualquier


persona a mantener el control sobre su propia vida. Debemos recordar que este
principio es la base de la dignidad personal y de la autodeterminación.
o Principio de participación. Las personas en situación de dependencia tienen
derecho a integrarse y participar en los diferentes ámbitos –laboral, educativo,
cultural, etc.–, así como disfrutar de interacciones sociales plenas y libremente
elegidas: ocio, sexualidad, vida de pareja, etc. También podrán participar en la
elaboración, desarrollo y seguimiento de su plan individualizado.
o Principio de integralidad. La persona es un ser multidimensional en el que
interactúan aspectos biológicos, psicológicos y sociales, y todos ellos deben ser
atendidos adecuadamente.

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o Principio de individualidad. Todas las personas son iguales en cuanto a sus


derechos, pero cada una de ellas es única y diferente del resto. Es importante
destacar la individualidad de las necesidades que cada persona usuaria presenta
y la individualidad de apoyos que requiere para su satisfacción.
o Principio de integración social. Las personas han de estar integradas en los
diferentes niveles de la sociedad –familia, centro educativo u ocupacional,
trabajo, vecindario o barrio– participando activamente en todos ellos y realizando
propuestas para el desarrollo de la vida comunitaria.
o Criterio de accesibilidad. Consiste en planificar e intervenir para que en los
diferentes contextos se incluyan elementos facilitadores que mejoren el
funcionamiento y reduzcan la dependencia –productos de apoyo, domótica,
soportes informáticos accesibles, teleasistencia…–, así como trabajar en la
supresión de barreras de todo tipo, físicas, sociales o de comunicación.
o Criterios de proximidad y enfoque comunitario. Los recursos de apoyo para la
atención de las personas destinatarias de los programas han de situarse en el
entorno más próximo, y cerca de donde viven las personas.
o Criterios de flexibilidad y atención personalizada. Los programas y servicios que
se planifiquen deberían adaptarse a las necesidades específicas de las personas,
para que no sean ellas las que se vean obligadas a adaptarse a los programas. La
intervención debe tener siempre en cuenta el estilo de vida de la persona,
respetando sus preferencias personales y socioculturales.

¿Cómo acceder a los recursos de apoyo formal?

Todas las personas que deseen disponer de los servicios y prestaciones establecidos en
la ley de dependencia, deberán seguir los pasos que se indican a continuación:
1. Solicitar una evaluación, en la autoridad competente de cada comunidad
autónoma, para determinar el grado y el nivel de dependencia.
2. Obtener la acreditación con el grado y nivel de dependencia.
3. Solicitar, en la autoridad competente de cada comunidad autónoma, el programa
individual de atención (PIA), con los servicios y/o prestaciones económicas a
recibir.
4. Obtener la resolución con la aprobación de la solicitud presentada.
5. Solicitar los servicios y/o prestaciones establecidas en la Ley de dependencia.

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El papel del técnico/a superior en integración social.

El técnico superior en integración social (TSIS) es el profesional que, en materia de


promoción de la autonomía, atiende un variado repertorio de funciones que básicamente
se pueden caracterizar como de intervención socioeducativa.

Así, este profesional podrá participar en la valoración de la persona, la programación de


actividades, su organización y ejecución –instrucción y entrenamiento de las habilidades
necesarias y prestación de los apoyos–, así como en la evaluación del programa.

Para llevar a cabo estas funciones debe alcanzar algunas competencias, tales como:

o Dominar las técnicas de intervención directa socioeducativa en las diferentes


áreas: técnicas de modificación de conducta, técnicas cognitivas, técnicas de
movilización, etc.
o Disponer de habilidades sociales, de escucha activa y empatía que faciliten la
comunicación con la persona usuaria.
o Conocer en profundidad los productos de apoyo, su utilización, manejo y
mantenimiento.
o Tener aptitudes personales o profesionales relacionadas con la iniciativa, el
trabajo en equipo, la flexibilidad, el control emocional, la responsabilidad, etc.
o Mostrar actitudes como la sociabilidad, la solidaridad, la implicación, el
compromiso, etc.

En sus actuaciones, el técnico superior en integración social podrá ser complementado


por la red de apoyos con que cuente la persona usuaria, especialmente por parte de la
familia, para que las enseñanzas se consoliden y se conviertan en hábitos.

4.3. EL ASISTENTE PERSONAL.

Una figura de apoyo todavía no muy extendida, pero de gran proyección, especialmente
para las personas con discapacidad física, es la del asistente personal.

Un asistente o una asistente personal es la persona que ayuda a otra a realizar las tareas
de la vida diaria que, por su situación, no puede ejecutar por sí misma.

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La asistencia personal es un recurso de apoyo contemplado en la Ley de promoción de la


autonomía personal, y es un elemento clave para que las personas con diversidad
funcional puedan alcanzar su autonomía.

El desarrollo del trabajo de asistencia personal se realizará previo acuerdo entre ambas
partes y se regulará mediante un contrato. En esta relación laboral, las decisiones las
tomará la persona con discapacidad, mientras que el o la asistente ejercerá de apoyo,
realizando las tareas que se le indiquen.

Las actividades que puede llevar a cabo un asistente personal pueden ser muy variadas
en función de las necesidades de la persona asistida y afectan a las diferentes áreas:
cuidados personales, tareas del hogar, acompañamiento y todas aquellas que se
acuerden en el contrato.

5. LAS HABILIDADES DE AUTONOMÍA PERSONAL Y SOCIAL.

Una vez conocemos los conceptos de autonomía, independencia y autodeterminación,


estamos en condiciones de iniciarnos en el estudio de las habilidades que nos permitirán
alcanzarlas

Las habilidades de autonomía personal y social (HAPS) son las capacidades, conductas y
destrezas de las que dispone una persona para funcionar en su vida diaria.

Estas habilidades, en las personas que atendamos, no se deben abordar como valores
absolutos, sino que estarán condicionadas por las necesidades de la persona, los déficits
que presenta y sus expectativas.

Por ejemplo, una persona con discapacidad visual dispondrá de habilidades en áreas
diferentes que otra con discapacidad intelectual. De la misma manera, no exigiremos el
mismo grado de movilidad a una persona convaleciente de ochenta años que a una joven
de veinte que se recupera de un accidente.

Pero para entender en toda su magnitud el concepto de habilidades de autonomía


personal y social, será necesario ampliar nuestra información sobre:

o Las diferentes áreas en que se organizan estas habilidades; así sabremos cómo
categorizarlas para diseñar la intervención.

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o Los conceptos de habilidades, hábitos y rutinas, pues su concatenación nos


ayudará a entender cómo se produce la adquisición de habilidades.

5.1. ÁREAS EN QUE SE ORGANIZAN LAS HAPS

Clasificación en áreas según la AAIDD

Una de las clasificaciones más aceptadas es la propuesta por la AAIDD (American


Association on Intellectual and Developmental Disabilities). En sus últimas versiones
organiza todas las habilidades en tres áreas:

Ø Habilidades conceptuales. Engloban todas las habilidades que podríamos


denominar de conocimiento, entre las que se incluyen las habilidades cognitivas,
académicas, de lenguaje, de control sobre el dinero o de autodeterminación.
o Lenguaje (Lectura y escritura)
o Control del dinero.
o Autodirección.
o Control del tiempo.
o Cálculo.
Ø Habilidades prácticas. Se trata de las habilidades de vida independiente. Vienen
dadas por la capacidad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria –tanto
básicas como instrumentales–, las actividades profesionales u ocupacionales, así
como las relacionadas con la propia seguridad.
o Actividades de la vida diaria básicas (comida, aseo, vestido, etc.)
o Actividades de la vida diaria instrumentales (toma de medicamentos,
preparación de comidas, manejo del dinero, etc.)
o Actividades de la vida diaria avanzadas (viajar o practicar aficiones, el
deporte, las actividades laborales u ocupacionales, etc.)
o Mantenimiento de un entorno seguro.
Ø Habilidades sociales. Corresponden a las habilidades de competencia social,
necesarias para las relaciones sociales e interpersonales. Incluyen también la
competencia emocional, la autoestima, el respeto de las normas y las leyes, la
convivencia, etc.
o Relaciones interpersonales.
o Responsabilidad.
o Autoestima.
o Credulidad (probabilidad de ser engañado o manipulado)
o Ingenuidad.
o Seguimiento de reglas, normas.

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o Obediencia a las leyes.


o Evitación de la victimización.

Clasificación en áreas según el currículum del módulo.

a. Habilidades de realización de las actividades de la vida diaria.


b. Habilidades de movilidad y orientación.
c. Habilidades sociales.
d. Habilidades cognitivas.

Actividad 10:
Elabora un cuadro resumen con las habilidades de autonomía personal.

5.2. HABILIDADES, HÁBITOS Y RUTINAS.

De la habilidad al hábito.

Entendemos por habilidad la capacidad o destreza de una persona para realizar una
actividad.

Sin embargo, la habilidad por sí misma no supone el ejercicio de la autonomía. Por


ejemplo, hay personas que saben realizar una tarea, pero no la llevan a cabo en los
momentos en que se requiere; por lo tanto, no disponen de autonomía personal.

Así, una persona usuaria puede haber adquirido la destreza para vestirse. Pero si cuando
lo hace no selecciona la ropa adecuada –por ejemplo, se viste con ropa sucia o se pone
el pijama para bajar al comedor–, no consideraremos que sea autónoma en dicha
actividad. Lo mismo sucede con una persona que sabe cepillarse los dientes, pero lo hace
esporádicamente y no siempre cuándo o dónde corresponde.

Para avanzar hacia la autonomía, la habilidad debe transformarse en un hábito.

El hábito es una conducta aprendida que la persona ejecuta automáticamente en el


momento oportuno y de forma adecuada.

La adquisición del hábito favorece la consecución de la autonomía y es un factor


fundamental para el desarrollo de la madurez personal y social.

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Pasar de la habilidad al hábito supone un tiempo y un entrenamiento, que consiste, no


solamente en establecer la técnica correcta de ejecución, sino en aprender a llevarla a
cabo en el momento y el lugar oportunos de manera automática. Cuando una persona
sea capaz de hacerlo en estas circunstancias, podremos decir que el hábito estará
adquirido o consolidado.

Del hábito a la rutina.

El hábito, al realizarse repetidamente, se interioriza, convirtiéndose en rutina.

Las rutinas son ritmos de actividad que se mantienen estables y que, una vez aprendidos,
aplicamos repetidamente casi sin darnos cuenta.

Muchos de los actos que hacemos en nuestra vida diaria son rutinarios: cepillarnos los
dientes antes de acostarnos, ponernos las zapatillas al levantarnos, etc. Los realizamos,
casi inconscientemente, siguiendo unos pasos concretos en el momento oportuno.

A diferencia de los hábitos, las rutinas sí podemos cambiarlas por otras, o incluso pueden
desaparecer cuando ya no las necesitamos: todos los días cojo el autobús para el instituto
a las 8 de la mañana, pero si un día no tengo clase a primera hora lo tomaré más tarde.
Cuando finalice mis estudios en el instituto, ya no iré a la parada todos

Las rutinas son adquiridas en el contexto social, no son innatas, y por lo tanto hay que
establecerlas y aprenderlas, para que se conviertan en secuencias temporales siempre
realizadas del mismo modo.

La importancia de las rutinas en la atención a las personas.

Las rutinas son muy importantes en cualquier etapa educativa, especialmente en la


primera infancia, pero también lo son en la secuencia de actividades de personas
susceptibles de intervención social –personas con discapacidad intelectual, con deterioro
cognitivo, personas muy mayores, etc.–. Entre los beneficios que aportan, podemos
apuntar los siguientes:

Proporcionan orden y claridad. Permiten a las personas usuarias prever y anticipar lo que
va a suceder a continuación, y ello les aporta seguridad y tranquilidad, ya que pueden
controlar lo que ocurre a su alrededor.

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Favorecen la orientación temporal, pues ayudan a diferenciar los momentos del día, las
fases de una actividad o el orden de los acontecimientos.

Facilitan la adquisición de hábitos de alimentación, higiene y sueño. Estos, además de dar


respuesta a sus necesidades básicas, redundarán en una mayor autonomía.

Pueden convertirse, en algunos casos, en hábitos de carácter social –mostrar un aspecto


aseado, vestir adecuadamente, sentarse en la mesa a comer…–, lo que favorecerá el
desarrollo social y emocional de la persona en situación de dependencia.

Por todas estas razones, queda claro que una vida ordenada, con rutinas bien
establecidas, es una herramienta excelente para el aprendizaje y la puesta en práctica de
las habilidades de autonomía personal.

Actividad 11:
Explica los conceptos de habilidad, hábito y rutina e indica cuál es la relación entre
ellos. Pon un ejemplo de cada uno de ellos.

FASES DE ADQUISICIÓN DE LAS HAPS.

Por todas estas razones, queda claro que una vida ordenada, con rutinas bien
establecidas, es una herramienta excelente para el aprendizaje y la puesta en práctica de
las habilidades de autonomía personal.

¨ Fase 1. Preparación. La fase inicial consiste en la preparación psicológica de la


persona usuaria para la adquisición de las nuevas habilidades. Es una condición
necesaria que la persona esté predispuesta y motivada para iniciar el aprendizaje.

¨ Fase 2. Aprendizaje. En esta fase se produce el aprendizaje de la habilidad


propiamente dicha, que se concretará en la ejecución de la conducta deseada.

¨ Fase 3. Automatización. Supone la reproducción de la conducta aprendida de


manera automática en el momento en que se requiere. En esta fase se toma
conciencia de las situaciones en las que es necesario ejecutar la conducta
aprendida.

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¨ Fase 4. Consolidación. Supone el afianzamiento del aprendizaje y la interiorización


como hábito, es decir, que se ejecute de manera rutinaria en cualquier situación
que requiera dicho comportamiento.

Con la consolidación, se ha adquirido el hábito y la persona es autónoma para la


realización de la actividad.

BIBLIOGRAFÍA.

Jiménez Lara, A. (2005). Demografía y dependencia. (Servicio de Información sobre la


Discapacidad)

Schalock, R.L. y Verdugo, M.A. (2002/2003). Calidad de vida. Manual para profesionales
de la educación, salud y servicios sociales. Madrid. Alianza Editorial.

Ministerio de Educación y Formación Profesional.

Recursos didácticos Junta de Andalucía.

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