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PROMOCIÓN DE LA AUTONOMÍA

PERSONAL
1. Aproximación
Comenzamos definiendo las habilidades de la autonomía personal como conductas-
acciones que realizamos las personas frecuentemente y que nos permiten vivir de la
forma más autónoma posible, integrados en nuestro entorno habitual y cumpliendo
nuestro rol social.

Es necesario asumir una visión BIOPSICOSOCIAL Y DINÁMICA del funcionamiento de las


personas.

2. El concepto de calidad de vida


El objetivo de todo proceso educativo y formativo debe estar enfocado a mejorar la
calidad de vida de las personas a quienes se dirige. Schalock (1996) plantea que el
concepto de calidad de vida es un concepto multidimensional, formado por varias
dimensiones: bienestar emocional, bienestar físico, bienestar material, relaciones
interpersonales, desarrollo personal, autodeterminación, inclusión social y derechos.
Entre los predictores para la calidad de vida señala factores personales
(específicamente la conducta adaptativa y la autodeterminación) y otras variables del
entorno, entre ellos el apoyo recibido.

La calidad de vida aumenta cuando se da el poder a las personas de participar en


decisiones que afectan a sus vidas y cuando se da una aceptación e integración plena
en la comunidad.

En la década de los 90 se produce un cambio en la conceptualización de la


discapacidad y una redefinición del papel de los servicios específicos y de los servicios
comunitarios. También se enfatiza el hecho de que las personas con discapacidad o en
situación de dependencia expresen su manera de pensar y puntos de vista acerca de
aspectos relacionados con sus vidas. Este cambio de actitud consiste en centrarse en
la persona (Atención Centrada en la Persona ACP).

Las personas con discapacidad o en situación de dependencia cuando se integran en


la mayoría de contextos sociales normalizados, carecen de destrezas sociales que les
permitan tener unas relaciones interpersonales adecuadas y un buen desenvolvimiento
social. Por ello la formación en comportamiento adaptativo y adquisición de
habilidades para la vida diaria se deben empezar a trabajar de manera sistemática en
cualquier contexto social para favorecer su integración y sus relaciones
interpersonales. Se deben crear espacios que les permitan seguir desarrollando estas
habilidades, que sean lo más normalizados posibles para favorecer la generalización de
sus aprendizajes.

3. Autonomía personal y su relación con la autodeterminación


La ley de autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia
(Ley 39/2006), define la AUTONOMÍA como:

“La capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones


personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así
como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.

Dicha ley 39/2006, otorga a la autonomía de las personas y a la atención a la situación


de dependencia de las mismas, el rango de derecho subjetivo de ciudadanía, es decir,
es un derecho que se le exige a los poderes públicos, un reconocimiento previo.

La ley de autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia,


se centra para discernir la situación de dependencia de una determinada persona, en
las llamadas Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD) y se las define como “las
tareas más elementales que realiza la persona y que le permiten desenvolverse con un
mínimo de autonomía e independencia”, tales como: el cuidado personal, las
actividades domésticas básicas, la movilidad esencial, reconocer personas y objetos,
orientarse y entender y ejecutar órdenes sencillas.

La clasificación sigue con las Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD) a las
cuales se las ha definido como actividades de mayor complejidad, como: uso de
transporte y medios de comunicación, cuidado de aspectos relacionados con la salud,
manejo de dinero y finanzas, realización de diversas gestiones relacionadas con la
manutención del hogar o del cuidado de otras personas, tareas domésticas, compras,
organización de la limpieza, etc, elaboración de respuestas a situaciones de
emergencia.

La autodeterminación está íntimamente vinculada a la autonomía.

La AUTODETERMINACIÓN es producto de un conjunto de capacidades y actitudes que


desarrollan en la persona aptitudes para la toma equilibrada de decisiones sobre su
vida. Estas capacidades y actitudes podemos organizarlas en tres grupos:

- Autorregulación: es el mecanismo que permite a la persona mantener un buen control


sobre sus pensamientos, emociones y comportamiento.
- Capacitación psicológica: se refiere a la competencia cognitiva de la persona para
identificar los logros deseados, habilitar los medios para alcanzarlos y establecer unas
expectativas sobre los resultados que se deseen.

- Autorrealización: valoración de las propias capacidades o autoconsciencia, que da el


conocimiento suficiente para actuar de determinada manera con el objetivo de
desarrollar todo nuestro potencial para convertirnos en aquello que queremos ser.

4. La falta de autonomía personal: la situación de dependencia


Hasta la finalización del siglo pasado, se entendía que las limitaciones en la realización de
actividades que restringían nuestra autonomía personal, venían precedidas de una deficiencia a nivel
corporal. Es decir, una enfermedad, que se traducía en una pérdida de funcionamiento a nivel
orgánico, y que provocaba de manera causal, una limitación en lo que podíamos hacer, denominado
este hecho con el término de DISCAPACIDAD. Esa discapacidad se entendía que provocaba, a
nivel social, situaciones de desventaja (causadas por esa deficiencia) a las cuales se las acuñó de
manera no muy acertadas como MINUSVALÍAS.

4.1 Una nueva manera de entender la discapacidad: La clasificación CIF


Las clasificaciones de la OMS, y en concreto su última clasificación CIF (Clasificación
Internacional del Funcionamiento) tratan de arrojar a la luz este aspecto, asumiendo
que las condiciones de salud de las personas influyen y las condicionan situándolas en
un continuo que va a modo de polaridad entre el funcionamiento y la discapacidad.
Por supuesto, todo ello influenciado por los factores contextuales de las personas que
pueden actuar bien como facilitadores o bien actuando como barreras.

Entendiendo esto, estamos en disposición de comprender el nuevo concepto de


DISCAPACIDAD como un indicador de los aspectos negativos de la interacción entre
una persona (con una determinada “condición de salud”) y sus factores contextuales
(socioambientales). Por contraposición entenderemos el FUNCIONAMIENTO como el
indicador de los aspectos positivos de la interacción entre una persona (con una
determinada “condición de salud”) y sus factores contextuales (socioambientales).

La CIF utiliza el término discapacidad para denominar a un “fenómeno


multidimensional, resultado de la interacción de las personas con su entorno físico y
social”.

En ese sentido, discapacidad no es, pues, la característica de algunos grupos sociales,


sino una experiencia universal, inherente al ser humano, por la que sin lugar a dudas
transitamos en el devenir de nuestra vida y mucho más dinámica e influenciable por
variables biopsicosociales.
4.2. La Situación de Dependencia
Se entiende la Dependencia como el estado de carácter permanente en que se
encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad , la enfermedad o la
discapacidad, y ligadas a la falta o a la pérdida de autonomía física, mental, intelectual
o sensorial, precisan de la atención de una o varias personas o ayudas importantes
para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con
discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía
personal.

Ley 39/2006 de Promoción de la autonomía y atención a las personas en situación de


dependencia.

Así pues una intervención destinada a promocionar la autonomía personal ha de tener


en cuenta la promoción de factores ambientales que contrarresten y compensen la
falta de autonomía personal, disminuyendo la dependencia bien por la eliminación de
una barrera o por la presencia de facilitadores.

Es un error común solapar la discapacidad y la dependencia, confundiendo dificultades


o limitaciones para realizar una actividad concreta en un entorno determinado con la
necesidad de ayuda para realizarla.

Desde el Foro de vida independiente, surge el término diversidad funcional, para unos
como alternativa al de discapacidad, y para otros, para referirse al hecho de que en la
sociedad existen personas con capacidades diversas o diferentes, produciéndose la
diversidad funcional. Es un enfoque que intenta erradicar la capacidad como eje
teórico para centrarse en la diversidad y dignidad humanas.

5. Habilidades de autonomía personal y social


La autonomía (como motor básico de realización personal) y la socialización (como
proceso que favorece el acceso a un rol básico para integrarnos en nuestro entorno)
son ejes fundamentales de la intervención social.

Las habilidades de autonomía personal serían aquellas conductas que realiza una
persona que le permiten vivir de la forma más autónoma posible, integrada en su
entorno habitual y cumpliendo su rol social. Las habilidades sociales, por su parte,
serían un conjunto de herramientas (conductas) que nos permiten relacionarnos y
convivir con otras personas de forma satisfactoria y eficaz.

Respecto a las habilidades de autonomía personal, cabe matizar que hay habilidades
con un componente social, en el sentido de que permiten involucrarnos en situaciones
vitales y cumplir el rol social (por ejemplo el de trabajador/a, el de estudiante, de padre
o madre, etc.) posibilitando la integración en el entorno.

6. Promoción de la autonomía personal


En Autonomía Personal, debemos considerar dos grandes áreas de intervención:

1. Intervención en las habilidades de las personas que maximizan su autonomía:

·Las intervenciones de técnicos/as en integración social (y otros/as


profesionales) a través del diseño, implementación y evaluación de programas de
entrenamiento de las habilidades necesarias.

·El asesoramiento, orientación y ayuda para el uso de productos y tecnología que


potencien las habilidades físicas, sensoriales y cognitivas, salvando o
aminorando las limitaciones o en las funciones y estructuras corporales y
superando las limitaciones en la realización de actividades cotidianas.

2. Intervenciones destinadas a reducir o disminuir las exigencias del entorno:

·Intervenciones que promuevan la accesibilidad universal y diseño para todos:


condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y
servicios, así como los objetos e instrumentos, herramientas y dispositivos para
ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en
condiciones de seguridad y comodidad de la forma más autónoma posible.

·Intervenciones destinadas a promocionar apoyo y relaciones de personas y


animales que proporcionen apoyo físico y emocional a las personas con las que
trabajamos, así como apoyo en aspectos relacionados con la nutrición,
protección, asistencia y relaciones, en todos los contextos en los que se
desenvuelven.

·Intervenciones encaminadas a promover actitudes positivas hacia las


diferencias, con el fin de eliminar las barreras sociales que pudieran existir.
Prestando especial interés a las consecuencias de las costumbres, prácticas,
ideologías, valores, normas, creencias que, sin duda, influyen en el
comportamiento y la vida social de la persona en todos sus ámbitos.

·Intervenciones relacionadas con los servicios, sistemas y políticas a través de


programas y servicios, con controles administrativos y organizativos que
trasladen de manera eficiente las políticas sociales, de vivienda, de
comunicación, de transporte, de protección civil, políticas económicas, de
seguridad social, sanitarias, de educación y formación, laborales y de empleo a
la ciudadanía para satisfacer las necesidades de la misma.
Tal y como aparece en la ley 39/2006, la cartera de servicios y recursos posibles para
prevenir la dependencia y promover la autonomía de las personas contemplarían:
servicios de ayuda a domicilio (SAD), teleasistencia, centros de día, centros de noche,
viviendas tuteladas, viviendas compartidas, centros residenciales, centros y servicios de
rehabilitación, prestaciones económicas para asistencia personal…

Dentro de las intervenciones sobre las exigencias del entorno y relacionadas con la
accesibilidad universal, una de las más importantes se centraría en invertir sobre los
diferentes tipos de barreras: arquitectónicas, sociales y psicológicas.

·Arquitectónicas: urbanísticas, de edificación, de transporte y de comunicación.

·Sociales: son aquellos impedimentos, obstáculos o dificultades derivadas de


creencias, valores y prejuicios determinados o producidos por los grupos
sociales que dificultan la relación o participación autónoma de las personas en
su entorno.

·Psicológicas: son aquellos impedimentos, obstáculos o dificultades derivadas de


miedos, inseguridades, o creencias y valores personales que dificultan la relación
o participación autónoma de las personas en su entorno.

6.1. Áreas en que se organizan las HAPS según la AAID (American Asociation
on Intellectual and Developmental Disabilities)
La AAIDD es la organización internacional más reconocida en el terreno de la
discapacidad intelectual y sus planteamientos se han convertido en referentes en el
ámbito de la autonomía personal. En sus últimas versiones organiza todas las
habilidades en tres áreas:

-Habilidades conceptuales: engloban todas las habilidades que podríamos denominar


de conocimiento, entre las que se incluyen habilidades cognitivas, académicas, de
lenguaje, de control sobre el dinero o de autodeterminación.

-Habilidades prácticas: se trata de las habilidades de vida independiente. Vienen dadas


por la capacidad de llevar a cabo las actividades de la vida diaria, las actividades
profesionales, así como las relacionadas con la propia seguridad.

-Habilidades sociales: corresponden a las habilidades de competencia social,


necesarias para las relaciones sociales e interpersonales. Incluyen también la
competencia emocional, la autoestima, el respeto de las normas de convivencia…
6.2. Rutinas y hábitos
Entendemos por habilidad la capacidad o destreza de una persona para realizar una
actividad. Sin embargo, la habilidad por sí misma no supone el ejercicio de la
autonomía. Por ejemplo, hay personas que saben realizar una tarea, pero no la llevan a
cabo en momentos en que se requiere; por lo tanto, no disponen de autonomía
personal.

Uno de los aprendizajes clave para la enseñanza de autonomía personal es el trabajo


con hábitos, pues los hábitos son aprendizajes funcionales que favorecen la adquisición
de autonomía. Para avanzar hacia la autonomía, la habilidad debe transformarse en un
hábito.

El HABITO es una conducta aprendida que la persona ejecuta automáticamente en el


momento oportuno y de forma adecuada.

Para favorecer la adquisición de conductas y que éstas se conviertan en hábitos que


promuevan y favorezcan nuestra autonomía, será necesario:

-Especificar con claridad y concreción qué es lo que se tiene que hacer y por qué
conviene hacerlo.

-Indicar claramente los momentos de realización.

-Facilitar los recursos necesarios para hacerlo.

-Señalar los espacios y lugares adecuados de ejecución.

Una rutina, haría referencia a una automatización de conductas, a actos repetitivos que
se producen en entornos estables, de manera que cuando estos entornos cambian, las
rutinas ya no tienen sentido y pueden desaparecer.

Las rutinas hay que establecerlas y aprenderlas, para que se conviertan en secuencias
temporales siempre realizadas del mismo modo.

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