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CLASE #15

UNIDAD: HERMENÉUTICA. PRINCIPIOS Y PROCEDIMIENTOS DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA

TEMA GENERAL: El recorrido interpretativo: Nuevo Testamento

TEMA DE LA LECCIÓN: Los Evangelios Parte A

INTRODUCCIÓN GENERAL
En el centro mismo de nuestra fe hay una persona: Jesucristo. Jesús llevó a cabo milagros y
pronunció «palabras de vida eterna» (Jn 6:68). Sin embargo, Jesús nunca publicó su autobiografía.
Sin un libro escrito por el propio Jesús, ¿qué podemos saber acerca de Él? Sin duda, tenemos
suficiente información acerca de Jesús de fuentes extrabíblicas para saber que existió realmente,
sin embargo, el testimonio más directo acerca de Jesús procede de los cuatro Evangelios
canónicos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Estos cuatro libros representan casi la mitad del Nuevo
Testamento por lo que a extensión se refiere.

En ellos, los primeros seguidores de Jesús nos ofrecen algo parecido a una biografía de Jesús. La
importancia de los cuatro Evangelios radica en que relatan la historia de Jesús: el unigénito Hijo de
Dios. En este capítulo vamos a aprender esencialmente dos cosas. En primer lugar, daremos
respuesta a la pregunta. «¿Qué son los Evangelios?» Específicamente, ¿Qué clase de relato
pretendieron redactar los autores de los Evangelios?

En caso afirmativo, ¿por qué no consignan todo cuanto nos gustaría saber acerca de Jesús, como
por ejemplo lo que sucedió durante los años de su adolescencia? ¿Por qué estos cuatro libros no
siguen siempre la misma secuencia cronológica? Es muy importante que entendamos bien los
rasgos característicos de este género literario bíblico a fin de que podamos leer los Evangelios
según el objetivo de sus autores. Una vez que entendamos la naturaleza de los Evangelios,
podremos avanzar a nuestro segundo punto de análisis; ¿Existe alguna manera específica para
entender el sentido que el autor quiso dar al texto de los Evangelios para aplicarlo a nuestras
vidas? Proponemos que hay un modo apropiado de leer la historia de Jesús. Comencemos
considerando el primer punto, el género literario de los Evangelios.

¿QUÉ SON LOS EVANGELIOS?

El término evangelio traduce la palabra griega EUANGUELION, que significa «buenas noticias».
Antes del Nuevo Testamento, esta palabra aludía, por regla general, a las buenas nuevas de alguna
victoria política o militar. En el contexto del Nuevo Testamento esta palabra denota las buenas
nuevas proclamadas por Jesús (Mr. 1: 14-15) o acerca de Él (1 Cor 15: 1). Es fácil entender por qué
los primeros cristianos acabaron aludiendo a Mateo, Marcos, Lucas y Juan como los Evangelios.
Pero ¿Cómo inspiró el Espíritu Santo a los autores de los Evangelios (a menudo llamados
«evangelistas») para presentar o comunicar estas Buenas Nuevas? Lo acertado de una
interpretación depende de que se identifique correctamente la clase de comunicación que está
teniendo lugar.

En primer lugar, los Evangelios son relatos. Pero ¿Qué tienen los relatos de relevancia que hacen
que uno les llame la atención? Uno de los rasgos que hace de los Evangelios un género muy
vigoroso y eficaz es que se trata de relatos consecutivos. Pero ¿qué clase de relatos? Los libros de
Mateo, Marcos, Lucas y Juan se vieron desde el principio como relatos de Jesús procedentes de la
experiencia personal de los apóstoles. En su Primera Apología, Justino Mártir, un notable dirigente
de la Iglesia Primitiva (aproximadamente 100-165 DC.) se refiere a los Evangelios como las
«memorias» de los apóstoles. Esto suena como si los autores estuvieran escribiendo biografías de
Jesús. Sin embargo, cuando leemos los cuatro Evangelios, nos damos cuenta de inmediato que
éstos son un tanto distintos de las modernas biografías. ¿existe alguna diferencia específica entre
los Evangelios y la mayoría de las biografías o autobiografías modernas?

 A diferencia de la mayor parte de las biografías modernas, los Evangelios no cubren toda
la vida de Jesús, sino que pasan directamente de su nacimiento a su ministerio público.
Mateo y Lucas consignan relatos del nacimiento de Jesús, mientras que en el Evangelio de
Marcos la primera aparición del Señor es en el Jordán siendo ya adulto para ser bautizado
por Juan (Mr. l :9). Marcos no nos dice nada acerca del nacimiento o infancia de Jesús.
 Muchas veces los autores de los Evangelios ordenan las acciones de Jesús siguiendo un
criterio más tópico que cronológico y consignan sus palabras de maneras distintas.
 Otra diferencia entre los Evangelios y la mayor parte de las biografías modernas es el gran
porcentaje de espacio que dedican los Evangelios a la última semana de la vida de Jesús.
Por ejemplo, en el Evangelio de Juan esta última semana comienza en el capítulo 12.

Es fácil observar que los cuatro Evangelios difieren considerablemente de la mayoría de las
biografías modernas. No obstante, el hecho en sí de que los Evangelios se distingan de las
biografías de nuestros días no significa que no sean biografías, sino sencillamente que no siguen
los mismos criterios que las que se escriben en nuestro tiempo. Los biógrafos de la Antigüedad
seguían otra serie de reglas; sus obras tenían normalmente un bosquejo simple, que comenzaba
con el nacimiento o aparición del personaje principal y terminaba con su muerte (los autores
dedicaban a menudo una gran parte de su obra a los pormenores de la muerte del protagonista
puesto que el modo en que alguien moría decía mucho acerca de tal persona). El material que se
consignaba entre el nacimiento y la muerte del protagonista constaba de relatos y declaraciones
que el autor seleccionaba y ordenaba para transmitir a sus receptores algo importante acerca del
personaje en cuestión. Cuando leemos Mateo, Marcos, Lucas y Juan, se hace evidente que estas
obras bíblicas tienen muchísimo en común con el antiguo género biográfico.

Al leer los Evangelios con un mínimo de atención, salta de inmediato a la vista que, aunque los
cuatro cuentan esencialmente la misma historia, los detalles son distintos de un Evangelio a otro.
De hecho, tenemos cuatro versiones distintas de la historia de Jesús. Para aquellos que parecen
tener una fijación estrictamente cronológica, esta variedad puede plantear algunos problemas. Por
ejemplo, ¿cómo entendemos el hecho de que Mateo y Lucas cambien el orden de la segunda y
tercera tentación de Jesús (cf. Mateo 4:5-10 con Lucas 4:5-13)?

En ocasiones, encontramos también considerables variaciones en el orden de los mismos


acontecimientos que presentan los tres primeros Evangelios. A Mateo, Marcos y Lucas se les llama
comúnmente Evangelios Sinópticos puesto que es fácil «verlos juntos» cuando se sitúan uno al
lado del otro (SYN significa «junto» y OPSIS, «ver»). Juan sigue, muchas veces, una línea
completamente diferente. En la tabla siguiente puede observarse que los autores de los
Evangelios sitúan los mismos acontecimientos y relatos en un orden ligeramente distinto.
Existen también diferencias en las palabras de los discursos consignados en los Evangelios.
Compárese, por ejemplo, «Bienaventurados los pobres en espíritu» de Mateo 5:3 con la expresión
más breve «Bienaventurados vosotros los pobres» de Lucas 6:20. Obsérvese la diferencia en el
diálogo entre Jesús y el sumo sacerdote durante su juicio, entre Mateo 26:63-64, Marcos 14:61-62,
Lucas 22:67-70.

Parece evidente que lo que encontramos en los cuatro Evangelios no es el resultado de cuatro
personas que seguían a Jesús para grabar sus palabras o filmar sus intervenciones. ¿Cómo hemos
de entender estas diferencias? En primer lugar, hemos de comenzar reconociendo que los autores
de los Evangelios (como cualquier reportero o historiador) no podían contar exhaustivamente
todo lo que Jesús hizo o dijo. En la última frase de su Evangelio, Juan admite precisamente esto
(21:25): Los discursos más largos de Jesús (p. ej., el Sermón del Monte) pueden leerse en cuestión
de minutos, sin embargo, Él se dirigía constantemente a las multitudes con mensajes de horas de
duración. No había ni tiempo ni espacio suficiente para consignar todas las cosas que Jesús hizo y
dijo. Por ello, bajo la dirección del Espíritu, los autores de los Evangelios decidieron qué relatos
registrar (y cuáles omitir), así como también el modo de ordenarlos a fin de que sirvieran al
propósito de comunicar con eficacia las buenas nuevas a sus coetáneos. Como biógrafos de la
Antigüedad, los autores de los Evangelios se tomaron la libertad de parafrasear o resumir lo que
dijo Jesús y de ordenar los acontecimientos según un criterio temático más que conforme a una
estricta secuencia cronológica. En su prólogo, Lucas (1:1-4) afirma que para la confección del
relato de Jesús se sirvió del testimonio de testigos oculares, así como también de una cuidadosa
investigación.
La meta de los autores de los Evangelios era contar la historia de Jesús con toda fidelidad a los
hechos y, al tiempo, de una manera que fuera relevante y persuasiva para sus lectores. No
deberíamos ver las diferencias entre las distintas historias como errores de información, sino más
bien como ilustraciones de los distintos propósitos y acentos teológicos de los autores de los
Evangelios.

Una vez entendemos que los evangelistas llevaron a cabo la redacción de sus obras según las
reglas literarias de la Antigüedad (muy distintas de las modernas), desaparecen entonces muchas
de las llamadas «discrepancias» entre los Evangelios. Tomemos, por ejemplo, la diferencia en el
orden de la segunda y tercera tentación de Jesús. Uno de los temas centrales del Evangelio de
Mateo es el reino de Dios. Tiene sentido que Mateo terminara su relato de las tentaciones
presentando a un Satanás que muestra a Jesús todos los reinos del mundo (Mt 4:8-10). Dado que
Jerusalén ocupa un lugar destacado en el Evangelio de Lucas, es fácil entender por qué este
evangelista quiere concluir mostrando a un Jesús que es tentado a arrojarse del pináculo del
templo de esta ciudad (Lucas 4:9-12). Al contar la historia de Jesús, Mateo y Lucas varían los
detalles a fin de presentar un acento teológico específico. Esto nos lleva a subrayar el último
aspecto importante acerca del género literario de los Evangelios. Hemos visto que los Evangelios
son semejantes a las antiguas biografías. Sin embargo, los Evangelios presentan una dimensión
adicional que conviene subrayar: no son solo biografía, sino relatos biográficos cristocéntricos. Los
evangelistas nos cuentan la historia de Jesús, el Cristo (o Mesías); no están registrando meros
hechos históricos. Narran una historia a fin de enseñar a sus lectores algo acerca de la persona y
misión de Jesús. Los autores de los Evangelios seleccionaron y dispusieron su material acerca de
Cristo para comunicar ciertas verdades teológicas a sus receptores. Toda narración tiene un
propósito y el propósito de Mateo, Marcos, Lucas, y Juan es completamente cristocéntrico.
¿Adónde nos lleva todo esto? Hemos de entender este género literario a fin de leer
correctamente los Evangelios. Por su enfoque centrado en la vida y enseñanzas de Jesús podemos
referirnos correctamente a los Evangelios como biografías cristológicas. Esto nos lleva a los dos
propósitos esenciales que los evangelistas tenían en mente al escribir los Evangelios.

 Seleccionaron y ordenaron el material para contar la historia de Jesús.


 A través de la historia de Jesús, los evangelistas comunicaron algo importante a sus
primeros lectores (y también a nosotros). Puesto que el Espíritu Santo consideró adecuado
inspirar de este modo los Evangelios, nosotros hemos de adoptar una forma de lectura
que esté en consonancia con el método utilizado por los autores de los Evangelios.

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