Está en la página 1de 5

CLASE #10

UNIDAD: HERMENÉUTICA. PRINCIPIOS Y PROCEDIMIENTOS DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA

TEMA: ¿Quién controla el significado?

INTRODUCCIÓN GENERAL
Hasta aquí hemos hablado del recorrido interpretativo (capítulo 1), de la lectura cuidadosa de los
textos (capítulos 2-4), y de la comprensión del contexto de los pasajes bíblicos (capítulos 5-9). En
la Lección N°10 nos centraremos en algunos asuntos de orden teórico que hemos de comprender
a fin de cruzar el río de las diferencias y entender el significado del texto en nuestro contexto. Una
vez hecho esto, podremos llevar el recorrido interpretativo a textos específicos del Antiguo y
Nuevo Testamentos. No obstante, existen algunas preguntas fundamentales cuya respuesta se
hace necesaria antes de adentramos demasiado en el recorrido interpretativo. Tales preguntas
tendrán un profundo impacto respecto al modo en que llevamos a la práctica este recorrido. La
más importante de ellas es: ¿Qué es el significado, y quien lo controla, el autor o el lector? Este
capítulo pretende aclarar esta cuestión esencial.

¿QUIÉN CONTROLA EL SIGNIFICADO, EL LECTOR O EL AUTOR?


¿Cuál es el significado de la historia o del texto en cuestión? Y ¿quién es el que lo determina? Estas
preguntas han suscitado un animado (en ocasiones, incluso enconado) debate, no solo en círculos
literarios seculares, sino también entre estudiosos y eruditos de la Biblia. A lo largo de la primera
mitad del siglo XX, el acercamiento tradicional a la interpretación de cualquier texto, bíblico o
secular, implicaba asumir implícitamente que el autor es quien determina el significado y que la
tarea del lector es encontrarlo. No obstante, en los ambientes de la crítica literaria secular este
acercamiento fue duramente cuestionado durante la última mitad del siglo XX, y muchos críticos
literarios de nuestros días sostienen que es el lector, y no el autor, quien determina lo que significa
el texto. Este punto de vista se ha introducido en el campo de la interpretación bíblica procedente
de la crítica literaria secular. Muchos eruditos bíblicos comenzaron a reflexionar acerca de la
naturaleza del significado. Concluyeron que el término significado tiene únicamente aplicación
cuando un lector interactúa con un texto, o lo que es lo mismo, que para que se produzca un
significado se requieren un lector y un texto. Afirman que el autor ya no desempeña ningún papel.
Por supuesto, algunos siguen manteniendo que es el autor del texto quien controla el significado.
Afirman que cuando alguien escribe pretende transmitir cierto significado por medio de sus
palabras. Sostienen también que este sentido que el autor quería darle al texto es el verdadero
significado del texto. A la posición que subraya al autor como el agente que determina el
significado se la conoce como la posición de «la intención del autor». El punto de vista opuesto
que ve en al lector como aquel que define el significado, recibe el nombre de «respuesta del
lector». Ambas posiciones plantean sólidos argumentos. ¿Qué acercamiento deberíamos asumir?

COMUNICACIÓN: LA CUESTIÓN CENTRAL.


Sin duda, el lector tiene la libertad de interpretar un texto como quiera. De modo que, el autor
solo controla el significado hasta donde el lector le permite. No obstante, en muchas situaciones
es extraordinariamente importante que conozcamos el significado del autor porque de lo
contrario tendremos que hacer frente a serias consecuencias si malinterpretamos sus palabras o
las ignoramos deliberadamente. Supongamos, por ejemplo, que te llega una factura de la
compañía eléctrica de 111 dólares en concepto de consumo del mes anterior. ¿Tienes acaso la
opción de determinar el significado del texto en cuestión (la factura)? ¿Puedes tal vez decir que
lo que significa el texto es que solo has de pagar once dólares, no 111? ¡Sin duda puedes decirlo!
Pero pronto tendrás que leer a oscuras ¡porque la compañía eléctrica te cortará el suministro! Este
ejemplo sencillo pone de manifiesto que es evidente que algunos textos se han escrito para
comunicar importantes mensajes a sus lectores. Cuando se trata de esta clase de textos ignorar la
intención del autor puede acarrear serias consecuencias para el lector. Por ello, la cuestión de la
comunicación está en el centro mismo de la propia decisión de cómo interpretar un texto. Si el
lector ve el texto como un medio de comunicación entre él y el autor, ha de buscar el significado
que el autor quiso darles a sus palabras. Si, por el contrario, el lector no tiene interés especial en
establecer una comunicación con el autor, queda entonces libre para seguir el acercamiento de la
respuesta del lector e interpretar el texto sin interpelarse respecto al sentido que el autor
pretendía dar al texto que escribió. Sin embargo, puede que en algunos casos se desprendan
consecuencias negativas de tal lectura. ¿Te das cuenta del modo en que estas cosas se aplican a
la lectura e interpretación de la Biblia? Es una cuestión importante que determinará nuestro
acercamiento a la interpretación de la Escritura. Si solo consideras la Biblia como buena literatura
y la lees meramente por su valor estético, o por sus sugerentes directrices morales, pero no ves en
ella una comunicación de parte de Dios, puedes entonces interpretar el texto como te parezca. Tu
principal pregunta a este efecto será: ¿Qué significa este texto para mí? Sin embargo, si crees que
la Biblia es la Palabra por la que Dios se nos revela, un medio de comunicación entre Él y nosotros,
entonces cuando te acerques a la interpretación de las Escrituras buscarás el significado que Dios,
el autor, quiso dar a cada texto. Tu pregunta interpretativa esencial debería ser: ¿Cuál es el
significado que Dios quiso dar a este texto? Creemos firmemente que la Biblia es la revelación de
Dios para nosotros. El propósito de Dios es comunicarse con nosotros para darse a conocer a sí
mismo y revelamos su voluntad para nuestra vida. Podemos decidir ignorar su mensaje e
interpretar los textos bíblicos de acuerdo con nuestros sentimientos y deseos, pero si lo hacemos,
sufriremos las consecuencias de la desobediencia: llegarán las multas de tráfico. También nos
perderemos el privilegio de conocer a Dios del modo que Él quiere. Por todo ello, es esencial que
cuando se trata de interpretar la Biblia sigamos el acercamiento de la intención del autor. En la
interpretación de los textos bíblicos, no es el lector quien controla el significado, sino el autor.
Esta conclusión nos lleva a uno de los principios más esenciales de nuestro acercamiento
interpretativo, a saber, que no somos nosotros quienes creamos el significado del texto. Nuestra
tarea consiste en descubrir el significado que el autor le ha dado.

DEFINICIONES.
El primer término que requiere definición es AUTOR. Cuando hablamos de literatura extra-bíblica
la palabra autor alude a la persona que redactó el texto. Sin embargo, cuando utilizamos el
término autor en un contexto de estudio de la Biblia, nos referimos tanto a los autores humanos
como a Dios mismo. En última instancia, cuando estudiamos la Biblia, buscamos el significado que
Dios quiso dar al texto. No obstante, si bien el texto bíblico es inspirado por Dios, es evidente que
las huellas humanas están por todas partes. Dios decidió utilizar autores humanos para hacernos
llegar su mensaje, y lo hizo por medio de idiomas humanos. Los elementos divino y humano de las
Escrituras son, a menudo, difíciles de distinguir. Por ello, proponemos agrupar todas estas
nociones bajo el término “autor”. En este punto es también importante que definamos los
términos "significado" y "aplicación". Vamos a utilizar el término significado para aludir a aquello
que el autor desea transmitir mediante sus signos. Mediante la palabra «signos» queremos
simplemente aludir a las diferentes convenciones del lenguaje escrito: la Gramática, la Sintaxis, los
significados de las palabras, etcétera. Así pues, en la interpretación bíblica no es el lector quien
determina el significado, sino el autor. El sentido del texto bíblico es aquello que el autor pretendía
comunicar cuando escribió el texto. Lo que el lector hace con el significado es aplicarlo. Una vez
hayamos identificado el significado del texto que Dios quiere comunicarnos, nos toca a nosotros
dar una respuesta a tal significado. Para aludir a la respuesta del lector al significado del texto,
utilizamos el término "aplicación". Por esta razón, en el marco de un estudio bíblico sería
incorrecto preguntamos: «¿qué significa para ti este pasaje?» La correcta secuencia de preguntas
seria, ¿qué significa este pasaje? Y a continuación, ¿cómo deberías aplicar este significado a tu
vida? En este momento, todos estos matices pueden parecernos un tanto exagerados, sin
embargo, veremos que se trata de distinciones importantes. El significado es algo que podemos
validar. Está vinculado al texto y al propósito del autor, no al lector. Por tanto, el significado del
texto es el mismo para todos los cristianos. No es subjetivo y no cambia con cada lector. Por otra
parte, la aplicación, refleja el impacto del texto en la vida del lector. Es mucho más subjetiva, y se
expresa en el marco de la situación vital específica del lector. La aplicación del significado variará
en el caso de cada cristiano, pero estará sujeta al marco establecido por el significado que el autor
quiso darle al texto.

¿Cómo encajan todas estas definiciones en el recorrido interpretativo de que hablamos en el


capítulo 1? A continuación, hemos reproducido el bosquejo de dicho recorrido a modo de repaso:

 Paso 1: Hemos de entender el texto en el contexto bíblico. ¿Qué significó el texto para sus
primeros receptores?
 Paso 2: Hemos de medir la anchura del río a cruzar. ¿Cuáles son las diferencias entre los
receptores bíblicos y nosotros?
 Paso 3: Hemos de cruzar el puente de los principios. ¿Cuál es el principio teológico que se
expresa en el texto?
 Paso 4: Hemos de entender el texto en nuestro contexto. ¿Cómo deberían los cristianos
de hoy aplicar a sus vidas el principio teológico en cuestión?
En el recorrido interpretativo, tanto el primer paso como el tercero (la expresión del significado
para los receptores bíblicos y el principio teológico) forman parte del significado del texto. A través
de la Escritura, Dios comunica a su pueblo tanto la expresión inmediata y concreta de sus palabras
para los receptores bíblicos como también el principio teológico aplicable a los receptores futuros.
Cuando Dios dirigió a los autores de la Escritura a redactar los textos bíblicos, tenía sin duda en
mente a los futuros receptores de estos escritos. Por ejemplo, cuando Pablo escribió la carta a los
Romanos, el Espíritu Santo que obraba en él, quería sin duda que esta carta tuviera también un
sentido para los futuros cristianos. Es probable que Pablo mismo, el autor humano de este
documento, fuera consciente de este hecho; no obstante, es evidente que, cuando Dios (el autor
divino) dirigía a Pablo, tenía en mente, no solo a los romanos sino también a futuras
congregaciones de cristianos. Por ello, el autor tenía un claro propósito tanto con los detalles
específicos de la carta como con los principios teológicos subyacentes en el texto. Éste es el
significado que queremos encontrar en nuestro estudio de la Biblia. Después de identificar este
significado, podemos comenzar a preguntamos lo que hemos de hacer al respecto entrando de
este modo en la fase de la aplicación.

DETERMINANDO LO QUE QUERÍA DECIR EL AUTOR


Nuestras presuposiciones acerca de la intención del autor afectarán al acercamiento de nuestro
estudio. Recuerda que antes hemos definido el significado, como aquello que el autor desea
transmitir por medio de sus signos. Los signos a los que nos hemos referido son las convenciones
del lenguaje: la Sintaxis, la Gramática, los significados de las palabras, etcétera. El autor utilizó
estos signos para comunicarnos su mensaje. Nuestra meta es utilizar los signos como indicadores
de lo que el autor quiere transmitir. Los contextos, tanto el literario como el histórico y el
cultural, son también buenos indicadores de lo que tales signos significaban para el autor.
Recordemos que el significado está vinculado al contexto y no está únicamente determinado por
la Gramática y las definiciones del diccionario. Es decir, no podemos sencillamente consultar el
sentido de las palabras en el diccionario y los detalles de la Gramática en los manuales y
determinar con estos datos el significado del texto. Éste está estrechamente vinculado con aquel
que consignó los signos y con el contexto en que lo hizo.

Los escritores no siempre son capaces de expresar exactamente lo que quieren decir. El lenguaje
tiene sus limitaciones, y algunas cosas, como por ejemplo los sentimientos, son muy difíciles de
transmitir correctamente. De hecho, tal limitación es el fundamento de uno de los argumentos
que se presentan en contra del acercamiento interpretativo de la intención del autor. No obstante,
hay una enorme variedad de realidades, entre las que se cuentan muchos sentimientos, que son
fáciles de compartir con los demás, y generalmente utilizamos el lenguaje para expresar tales
conceptos y sentimientos. No es un medio de comunicación perfecto, pero sí suficientemente
efectivo. Tanto el que habla como el que escucha (escritor y lector) se dan cuenta por regla
general de las limitaciones del lenguaje y, donde se establece una buena comunicación, tanto el
uno como el otro se esfuerzan por superar las limitaciones. Nuestros idiomas son complejos
precisamente porque se hace necesario expresar toda una serie de complicados matices del modo
más claro posible. La Gramática, la Sintaxis, y el sentido de las palabras nos sirven para transmitir a
los demás lo que queremos comunicar. Para este propósito utilizamos también figuras retóricas,
expresiones, citas directas, y muchos otros recursos literarios. Los autores de la Biblia (tanto los
humanos como el divino) han codificado, asimismo, el significado que querían comunicar
mediante las convenciones normales del idioma que utilizaron. Así, se sirvieron de la Gramática, la
Sintaxis, los significados de las palabras, el contexto literario, el contexto histórico, y muchos otros
recursos literarios para comunicamos el mensaje de Dios. Esta es la razón por la que hemos
invertido tanto tiempo en la Sección 1 subrayando la importancia de aprender a leer
cuidadosamente, y a observar cada detalle. Si el significado de los textos está en nosotros, o sea, si
somos nosotros quienes creamos el significado, puede entonces bastar con una lectura y estudio
superficiales. No obstante, como hemos explicado antes, por lo que al texto bíblico se refiere, éste
no es el caso. El significado se nos comunica a través del texto.

En otras palabras, Dios ha obrado a través de autores humanos para transmitirnos su mensaje por
medio de las convenciones del lenguaje. En ocasiones, el significado es simple y claro; en otra, es
complejo o sutil. Lo encontraremos cuando profundicemos en el texto en un espíritu de oración y
busquemos con diligencia el significado que Dios le ha dado.

CONCLUSIÓN
Nuestro acercamiento a la interpretación de la Biblia se centra en la intención del autor,
no en la respuesta del lector. Dios se ha comunicado con nosotros mediante las Escrituras.
Se ha expresado por medio de autores humanos a fin de transmitimos su mensaje a través
del texto bíblico. En tanto que lectores, no somos nosotros quienes creamos el significado;
nuestro papel es más bien, procurar encontrar el significado que ya ha dado al texto el
autor (tanto el divino como el humano). Esta es la razón por la que es tan importante leer
cuidadosamente el texto y analizar el contexto, el trasfondo histórico, las palabras, las
traducciones, y el género literario. Estos son los elementos con los que hemos de
vémoslas si queremos entender el sentido que el autor quería dar a sus palabras.

También podría gustarte