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CLASE #16 F

UNIDAD: HERMENÉUTICA. PRINCIPIOS Y PROCEDIMIENTOS DE INTERPRETACIÓN BÍBLICA

TEMA GENERAL: El recorrido interpretativo: Nuevo Testamento

TEMA DE LA LECCIÓN: El Libro de los Hechos: Cómo acercarse al mensaje de Hechos


Parte 2
Introducción general: Puesto que el libro de los Hechos es una narración, hemos de acercarnos
a él de un modo muy parecido a los Evangelios. Las dos preguntas interpretativas siguen siendo
fundamentales:

 ¿Cuál es el mensaje central de cada episodio?: para dar respuesta a esta pregunta, es de
suma importancia visualizar los distintos sucesos que Lucas va narrando a medida que
desarrolla los temas; para lograr esta visualización conviene distinguir los distintos
cambios de escenarios, los cambios de lugares y los personajes que intervienen en cada
episodio en particular. El cuadro antes mostrado presenta, en forma global, las
subdivisiones a gran escala del cumplimiento de la expansión del evangelio (Jerusalén,
Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra), sin embargo, dentro de cada subdivisión
(que viene marcada por cada lugar mencionado en el verso 8) ocurrieron episodios
específicos que a la hora de analizar se deben tener en cuenta.
 ¿Qué es lo que Lucas quiere comunicarnos con el modo en que ordena entre sí los
relatos individuales para redactar su obra? Esta pregunta se hace con la finalidad de
encontrar los principios teológicos (enseñanza o doctrina que el escritor quiso transmitir a
través del relato) que subyacen bajo los diferentes episodios de Hechos. Para encontrar
estos principios hemos de centramos en las preguntas típicas que hacemos al género
narrativo: ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? Tales preguntas nos ofrecen un sencillo
procedimiento para la comprensión de cualquier relato. Cuando buscamos los principios
teológicos que se expresan en una determinada serie de episodios, hemos de buscar
conexiones entre los relatos. ¿Cómo están éstos situados? ¿Qué nos dice la extensión de
cada episodio acerca de lo que Lucas considera importante? Y, por encima de todo,
¿cuáles son los temas y patrones que se repiten a lo largo del libro?

Para dar respuestas a estas preguntas conviene entonces aplicar las técnicas de la Hermenéutica
que hemos aprendido a lo largo de estas lecciones, es decir, Análisis Histórico-Cultural, Análisis
del Contexto Orbital, Análisis Léxico-Sintáctico, etc. Sin embargo, cuando se trata de leer y
aplicar el Libro de los Hechos, hemos de hacer frente a un reto interpretativo fundamental que
no existe en el caso de los Evangelios, aunque tanto éstos como Hechos sean textos narrativos. En
los Evangelios leemos los relatos acerca de Jesús y sus primeros discípulos sin pensar ni por un
momento que nosotros nos encontremos en la misma situación. Nunca subiremos a una barca con
Jesús para cruzar el mar de Galilea o andaremos con Él por las calles de Jerusalén. En el libro de los
Hechos, no obstante, la situación es diferente. De los Evangelios a Hechos se produce un cambio
fundamental en la historia bíblica, a saber, la transición del periodo del ministerio terrenal de
Jesús al del ministerio del Espíritu por medio de la Iglesia. Y en tanto que lectores creyentes,
¡también nosotros somos parte de la misma Iglesia movida por el Espíritu! Y aquí viene lo delicado.
¿Hemos de considerar que el libro de los Hechos tiene un carácter normativo para la Iglesia de
todos los tiempos de modo que ésta está llamada a imitar las experiencias y prácticas que
encontramos en la Iglesia Primitiva? O ¿Habría que leer este libro como un registro simplemente
descriptivo de lo que fue valioso e inspirador en la Iglesia Primitiva, pero que hoy no es
necesariamente vinculante para nosotros? Sin duda, éste es el asunto más importante que hemos
de encarar en nuestra interpretación de Hechos. Por un lado, si se trata de un relato puramente
descriptivo, ¿por qué molestarse siquiera en leerlo? ¿Acaso una simple descripción de cómo eran
las cosas en la Iglesia Primitiva tiene algo positivo que aportarnos? Por otra parte, Lucas no nos da
ninguna indicación en el sentido de que el periodo de la Iglesia Primitiva sea un espacio
totalmente único e irrepetible. Si, por otra parte, consideramos el libro de los Hechos como
normativo, ¿tenemos acaso que repetir todas las prácticas de la primera Iglesia? ¿Hemos de echar
suertes para tomar decisiones? ¿O hacer un fondo común con nuestras posesiones? ¿Nos juzgará
Dios del mismo modo que a Ananías y Safira (con una repentina muerte por mentir)? ¿Cómo
hemos de leer el Libro de los Hechos? ¿Atribuyéndole un carácter normativo o meramente
descriptivo? Creemos que, al realizar el recorrido interpretativo en este libro, el mejor
acercamiento es el que considera algunas partes como normativas y otras como descriptivas. Esto
significa que el puente de los principios que hemos de cruzar en el libro de los Hechos es
complicado por naturaleza. La dificultad está en determinar lo que es normativo para la iglesia de
hoy y lo que no lo es. ¿Sobre qué base deberíamos tomar estas decisiones? Si no estudiamos
detenidamente esta cuestión, es casi seguro que lo haremos basándonos en cómo nos sintamos
en aquel momento. A fin de determinar lo que es normativo para la Iglesia de nuestros días
ofrecemos las siguientes directrices:

l. Busquemos lo que Lucas pretendía comunicar a sus lectores de manera primaria. Cuando
encontramos el mensaje que Lucas quería transmitir, encontramos también el significado
normativo del pasaje. En Hechos 8, por ejemplo, encontramos la conversión y bautismo de los
samaritanos y del eunuco etíope durante el ministerio de Felipe. Después de leer este relato no
podemos sino hacemos varias preguntas. ¿Por qué no descendió el Espíritu sobre los samaritanos
en el mismo momento en que creyeron? ¿Cómo habló a Felipe al ángel del Señor? ¿Cuánta agua
se requiere para que pueda llevarse a cabo un bautismo? ¿Qué significa exactamente lo que dice
el texto cuando afirma que «el Espíritu del Señor arrebató a Felipe»? Sin duda, no es siempre
posible conocer con certeza el propósito de Lucas, sin embargo, sí podemos buscar temas y
patrones comunes que conectan los relatos. Es en estas cosas donde descubriremos el mensaje de
Lucas para sus lectores (y para nosotros). Podemos preguntarnos, ¿qué tienen en común los
samaritanos y los eunucos? Los samaritanos eran un pueblo «mestizo» y los eunucos mutilados
físicos; ambos grupos eran considerados marginados religiosos y sociales en uno u otro grado. El
mensaje normativo de Lucas es que el Evangelio de Jesucristo elimina las barreras humanas que
separan a las personas de Dios. Dios nos acepta, no porque hayamos desarrollado un cuerpo
perfecto o porque hayamos nacido en una determinada parte del mundo, sino por lo que Él mismo
ha hecho por nosotros a través de su Hijo Jesús. El propósito del autor ha de estar por encima de
nuestra curiosidad cuando buscamos lo que es normativo en el libro de los Hechos.

2. Hemos de buscar actitudes positivas y negativas en los personajes de los distintos relatos. Una
vez hayamos descubierto la idea principal del relato que estamos analizando (directriz #1),
debemos entonces identificar las actitudes (que dependiendo del mensaje pueden ser actitudes,
ejemplos o comportamientos morales) que el autor quiso trasmitir. Para ello debemos tener
presentes los personajes que intervienen en la historia. “ Tenemos que recordar que lo que estamos
tratando de hacer es acercarnos al mensaje original que el autor quiso transmitir en la época en la que
escribió el pasaje, ya que una vez hayamos hecho eso, entonces podemos extraer la aplicación para nuestros
días”. Si tomamos el pasaje analizado en la directriz 1 (Hechos 8), sería lógico pensar que Lucas
quisiera que imitáramos a personajes como Felipe, pero que no siguiéramos el ejemplo de
personas como Simón el mago. Probablemente, Lucas pretende que las futuras generaciones de
cristianos consideren normativas la mayor parte de las cosas correctas que hacen los cristianos en
el relato de Hechos. Entonces encontramos un principio moral de interpretación invariable en el
tiempo: “Todo aquello que es moralmente correcto, cónsono con la Escritura, tiene carácter
normativo, independientemente del tiempo, cultura, raza o ideología a la que se someta”. Por
ejemplo, consideremos el relato de Felipe y Simón el mago y saquemos algunas de las
Consideraciones morales (C.M.) de los personajes solo analizando los primeros versículos, para
ello debemos irnos versículo por versículo (exégesis) y ver que aplicación moral podemos extraer:

 “4  Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el
evangelio.  5  Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a
Cristo.” C.M. “La sangre de los mártires es la semilla de la iglesia”. Este proverbio que ha
perdurado a través del tiempo probó ser verdad para los cristianos que fueron
perseguidos a partir de la muerte de Esteban. Habla esto de una convicción genuina, una
fe inquebrantable, sin importar las circunstancias que rodearon a estos cristianos.
¿seriamos capaces de mantener nuestra fe aun si fuera a coste de nuestra vidas,
posición económica o aprobación familiar o social?
 “6  Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo
las señales que hacía. 7  Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos
dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;” “Las multitudes
escuchaban unánimes y atentos”. Nótense estos dos paralelos: Primero, hay un paralelo
entre la predicación de los apóstoles en Jerusalén y la de Felipe en Samaria. El día de
Pentecostés y en ocasiones posteriores, miles de personas acudieron a oír a los apóstoles
predicar el evangelio. En Samaria, Felipe predicó y multitudes vinieron a oírle. Segundo,
nótese el paralelo entre los milagros realizados por los apóstoles y Esteban y los realizados
por Felipe. Primero Pedro, luego los apóstoles y más tarde Esteban realizaron numerosos e
importantes milagros entre el pueblo. En Samaria, Felipe también realizó prodigios y las
gentes escucharon atentamente lo que decía y hacía. C.M. “El don especial de predicar y
realizar milagros, por lo tanto, no estaba limitado a los apóstoles. Esteban y Felipe,
comisionados para dar asistencia a los pobres, también poseían este don. Felipe atrajo a la
muchedumbre en Samaria por su predicación y el ministerio de sanidad. El griego sugiere
que seguía haciendo milagros mientras las gentes seguían escuchando y observando. El
interés de las multitudes fue sin interrupción; muchos vinieron a Cristo por medio de la
predicación y la evidencia de los milagros divinos. Sin embargo, hay una evidencia que
debemos resaltar y es que las multitudes samaritanas estaban “oyendo y viendo”, de lo cual
podemos inferir, que quien habla y no hace, no debemos fiarnos de su comportamiento ni
de su credibilidad.”
 “8  así que había gran gozo en aquella ciudad.” Felipe vino presentando el evangelio, con
señales y prodigios siguiendo una confirmación impresionante; pero ¿Por qué esta gente
de samaria fue tan receptiva al mensaje de Cristo que predicó Felipe? Tenemos entonces
que recordar lo que pasó en Juan 4:28-30, 39-42, entre la mujer samaritana y Jesús:
“28  Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:  29  Venid, ved
a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?  30  Entonces
salieron de la ciudad, y vinieron a él.” “39  Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad
creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo
que he hecho.  40  Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con
ellos; y se quedó allí dos días.  41  Y creyeron muchos más por la palabra de él,  42  y decían a
la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y
sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.” Cuando la gente
encontró a Jesús, había gran gozo en aquella ciudad y este gozo fue confirmado por la
predicación para salvación dada por Felipe. C.M: “Sin duda, una razón por la que hubo tal
fruto fue porque Jesús había sembrado la semilla en Samaria durante su ministerio y ahora,
Felipe cosechó la siembra”. Y esta consideración moral la explica el propio Jesús en Juan 4:
31-38: “31  Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.  32  Él les dijo: Yo
tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.  33  Entonces los discípulos decían
unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?  34  Jesús les dijo: Mi comida es que haga
la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.  35  No decís vosotros: ¿Aún faltan cuatro
meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos,
porque ya están blancos para la siega.  36  Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para
vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.  37  Porque en esto
es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.  38  Yo os he enviado a
segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus
labores.”

Hemos hecho un análisis exegético en solo 4 versículos, de lo cual hemos tratado de sacar las
consideraciones morales que el autor quiso transmitir.

3. Busquemos en otros lugares de Hechos para clarificar lo que es normativo. Otra de las formas
que tenemos para “acercarnos al mensaje original de un texto” es buscar los textos que clarifican,
esclarecen o explican cualquier tema que, dentro del pasaje que estamos analizando, representan
una dificultad para entender su significado. Por ejemplo, cuando en Hechos 2:42-47 y 4:32-35
(leer el pasaje) leemos que los miembros de la Iglesia Primitiva vendían sus posesiones y
compartían lo obtenido, puede que nos preguntemos si en el libro de los Hechos se enseña que los
cristianos han de renunciar a tener propiedades personales, crear una comunidad de bienes, y
entrar a formar parte de una congregación (cristiana, por supuesto). ¿Se enseña en Hechos que la
vida comunal, es decir, aquella que resulta de vender posesiones y donarlo, ha de ser normativa
para toda la Iglesia del Nuevo Testamento en todas las épocas? En ocasiones, encontraremos la
respuesta buscando en otra parte del libro. Podemos observar que el pasaje de Hechos 5 ayuda a
responder algunas de nuestras preguntas acerca de Hechos 2 y 4. En Hechos 5:1-4 Pedro reprende
a Ananías por mentir al Espíritu Santo respecto a la venta de cierta propiedad: “Pero cierto
hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,  2  y sustrajo del precio,
sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.  3  Y dijo
Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y
sustrajeses del precio de la heredad?  4  Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba
en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.”

Según Pedro, la propiedad pertenecía a Ananías antes de la venta y el dinero seguía siendo suyo
después de ella. No tenía ninguna obligación de vender su propiedad, y tampoco tenía que
entregar el dinero para poder ser un verdadero miembro de la comunidad. Este pasaje deja claro
que, en la primera comunidad cristiana, compartir las posesiones era algo totalmente voluntario.
Por consiguiente, no podemos a concluir que la vida en esa forma de comunidad sea normativa
para todas las iglesias. Lo que sí parece ser normativo es la radical generosidad que hizo que entre
los miembros de la comunidad cristiana no hubiera necesitados. En ocasiones, el contexto mismo
del libro de los Hechos clarificará aquello que es normativo y lo que es meramente descriptivo.
Hemos visto entonces que muchas veces en otros capítulos se explica cualquier tema que en otro
pasaje resulta confuso.

4. Busquemos aquellos patrones y temas que se repiten. Quizá el principio más importante para
identificar lo que es normativo para la Iglesia de nuestros días es buscar los temas y patrones que
permanecen constantes a lo largo del relato de Hechos. Antes hemos identificado algunos temas
generales del libro de los Hechos: la obra del Espíritu, el papel de la Iglesia, la oración, el
sufrimiento, el Evangelio para los judíos y gentiles, y el poder del testimonio. Todas éstas son
realidades normativas para la Iglesia a lo largo de todas las edades. Esta directriz plantea una
importante cuestión por lo que respecta a los apóstoles. Con la excepción de Hechos 14:4, 14,
donde a Pablo y Bernabé se les llama apóstoles, Lucas limita el término apóstol a los primeros
doce hombres que escogió Jesús. Pedro explica los requisitos de los apóstoles en Hechos 1, donde
se escoge a Matías para sustituir a Judas, que había abandonado su posición en Hechos 1:21-23.
En este sentido el apostolado es algo único e irrepetible. ¿Recordamos la fase del recorrido
interpretativo en la que se identificaban las diferencias entre los receptores bíblicos y nosotros? El
apostolado forma parte del río de las diferencias. Dicho con sencillez, nosotros no somos
apóstoles. Cabría esperar que el Señor hiciera señales y prodigios insólitos a través de los
apóstoles en aquella etapa especial de la historia de la salvación, y ciertamente esto es lo que
sucede, puesto que la mayor parte de los milagros del libro de los Hechos se llevaron a cabo por
mano de los apóstoles. Sin embargo, el Señor también utilizó a Esteban (6:8), a Felipe (8:6), y a
Bernabé (14:3 15:12) para realizar diversas señales y prodigios, y estos hombres no formaban
parte de los doce (si bien a Bernabé se le llama apóstol en su sentido más amplio). Consideremos
algunos ejemplos de lo que implica buscar patrones consistentes como guía para establecer lo que
es normativo.

EXAMINEMOS EL MODO EN QUE SE ESCOGIÓ AL SUSTITUTO DE JUDAS en Hechos 1:23-26: “21  Es


necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el
Señor Jesús entraba y salía entre nosotros,  22  comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día
en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su
resurrección.  23  Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a
Matías.  24  Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos
dos has escogido,  25  para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por
transgresión, para irse a su propio lugar.  26  Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y
fue contado con los once apóstoles.”

¿Nos atrevemos a decir que, puesto que se echaron suertes para escoger a Matías, también
nosotros hemos de elegir a los dirigentes de la Iglesia utilizando este mismo método? Puesto
que este método de buscar la voluntad de Dios aparece en el libro de los Hechos, ¿hemos acaso de
considerarlo normativo para los cristianos de hoy? Los apóstoles recurren a la costumbre del
Antiguo Testamento de echar suertes para conocer la voluntad de Dios. “La suerte se echa en el
regazo; más de Jehová es la decisión de ella.” [Pr. 16:33] La práctica de echar suertes era común
en los tiempos del Antiguo Testamento. La práctica de echar las suertes se menciona 70 veces en
el antiguo testamento y siete veces en el nuevo testamento. A pesar de las numerosas referencias
sobre el echar suertes en el antiguo testamento, nada se sabe acerca de lo que era las suertes.
Podrían haber sido palos de varios tamaños, piedras planas parecidas a las monedas, o alguna
clase de dados; pero su naturaleza exacta se desconoce. La práctica moderna más cercana a echar
las suertes es probable arrojar una moneda al aire.
La práctica de echar las suertes ocurre más a menudo en relación con la división de la tierra bajo el
mando de Josué (Josué capítulos 14-21), un procedimiento sobre el cual Dios instruyó a los
israelitas varias veces en el libro de Números (Números 26:55; 33:54; 34:13; 36:2). Dios permitió
que los israelitas echaran suertes para determinar Su voluntad en una situación específica (Josué
18:6-10; 1 Crónicas 24:5,31). Diferentes oficios y funciones en el templo también se determinaban
echando las suertes (1 Crónicas 24:5, 31; 25:8-9; 26:13-14). Los marineros en el barco de Jonás
también echaron suertes para determinar quién había traído la ira de Dios sobre su barco ( Jonás
1:7). Echar las suertes eventualmente se convirtió en un juego que personas jugaban y hacían
apuestas. Esto se ve en los soldados romanos cuando echaron suertes por los vestidos de Jesús
(Mateo 27:35).

En el Nuevo, los Evangelistas cuentan que los soldados echaron suertes sobre la ropa de Jesús (Mt.
27:35; Mr. 15:24; Lc. 23:34; Jn. 19:24). Después del derramamiento del Espíritu Santo en
Pentecostés, aquella práctica cesó. En el período entre la ascensión de Jesús y Pentecostés los
apóstoles fijan las condiciones para el apostolado, oran pidiendo dirección divina y echan suertes
para averiguar la elección de Dios.

“La suerte cayó sobre Matías”. Lucas no nos dice en qué forma los discípulos echaron suertes,
sólo dice que Matías fue el elegido del Señor. El Señor lo eligió a él como antes había elegido a los
doce. Por tal razón no se efectuó la ceremonia de imponer las manos sobre él (véase 6:6). Aunque
Matías llenó la vacante en el círculo de los doce apóstoles, no volvemos a oír de él en el resto del
Nuevo Testamento. El apostolado como tal es un asunto fascinante. Seguido por Pedro, Pablo es el
apóstol más prominente en la primitiva iglesia. Sin embargo, Pablo no puede ocupar el lugar
dejado por Judas porque su apostolado es completamente diferente. La diferencia entre Pablo y
los Doce es obvia: Pablo somete su trabajo al escrutinio de los apóstoles (véase Gá. 1:18; 2:1–2, 7–
10). No obstante, él y los apóstoles comparten una tarea común, pues Jesucristo mismo los ha
comisionado.

Según el principio que proponemos, este método para conocer la voluntad de Dios solo sería
normativo si se utilizara de manera consistente a lo largo de todo el libro de los Hechos. En este
caso no es así, ya que Hechos 1 :23-26 es el único lugar del libro donde se escoge a un dirigente de
la Iglesia echando suertes. A medida que avanza la narración del libro de los Hechos y el Espíritu se
derrama sobre los seguidores de Jesús, los dirigentes se escogen de otras maneras (p. ej., 6:1-6;
13:1-3). Esto no significa, podemos añadir, que la elección de Matías fuera un error y que era
Pablo quien hubiera tenido que ocupar aquella posición (un punto de vista que goza de mucha
popularidad, pero que carece de apoyo bíblico). Sin embargo, el hecho de que tomar decisiones
echando suertes no aparezca en el resto del libro de los Hechos (ni del Nuevo Testamento) sí
significa que no ha de considerarse un método normativo para buscar la voluntad de Dios.

¿QUÉ SIGUE DESPUÉS DE APLICAR LAS DIRECTRICES COMO METODOLOGÍA PARA ACERCARSE AL
MENSAJE (EN ESTE CASO AL LIBRO DE HECHOS)?

Una vez hemos aplicado las directrices, como forma metodológica de acercarse al mensaje original
de un texto, lo que sigue es entonces la “interpretación”. El significado de “interpretar” es un poco
complejo, sin embargo, este se puede resumir en “el proceso, por medio del cual, se pretende
explicar o aclarar el significado de algo, especialmente el de un texto que está poco claro”, ya que
su significado etimológico proviene del latín “INTERPRETARI” que significa “Explicación o
representación” cuyos componentes léxicos son: prefijo INTER (entre), PRET (entender o conocer) y
el sufijo CIÓN (acción). A fin de tener validez, este método de directrices + interpretación implica
un proceso que debe ser consecuente y sin contradicción, ya que no debe estar dependiendo de
ninguna presuposición teológica ni escuela de pensamiento. En otras palabras, si nuestro está
controlado por nuestra teología, la Biblia puede ser manipulada para que diga lo que nuestro
pensamiento o “el supuesto” conocimiento de la palabra dictara, muchas veces a nuestra
conveniencia. Cuán importante es entonces que seamos bien claros en cuanto a la metodología de
la hermenéutica y más aún que usemos los principios correctos de interpretación a fin de
entender rectamente la verdad de la Palabra de Dios. Es por ello que una vez aplicadas las
directrices, lo siguiente, como estudiantes serios y celosos de la verdad bíblica, tengamos a
disposición los siguientes principios:

 Principio #1: “Toda la Escritura debe ser interpretada en su sentido común, natural y
normal (esto es, literal)”, permitiendo por supuesto, los simbolismos y figuras literarias.
Dicho principio quiere decir, en su sentido y aplicación más sencillo, que leemos y
evaluamos las Escrituras con la misma comprensión normal de palabras y lenguaje
simbólico que empleamos al leer o mantener una conversación. Este principio tiene
especial relevancia en el estudio de las profecías.
 Principio #2: “El mensaje de una palabra, expresión o pasaje en general estará delimitado
por el contexto en el que está sumergido”. Para ello se necesita un buen conocimiento del
libro de la Biblia en el que está ubicado el texto pasaje que estoy analizando, involucrando
a los personajes, marco histórico y la situación en la que se desarrolla ese pasaje.
 Principio #3: “Comparar Escritura con Escritura”. Una Palabra, frase o concepto deber ser
primeramente estudiado según su uso en el libro de la Biblia donde se encuentra y
después a la luz de cómo se emplea en otros pasajes. Cuando un texto dado no es explícito
acerca de una verdad, no debería sacarse ninguna conclusión acerca de aquella verdad
hasta que hayan sido estudiados todos los pasajes que implica esa palabra, frase o
concepto. Por supuesto algunos pasajes no son claros como otros, y algunas verdades son
más implícitas que explícitas. Cuando este es el caso, las verdades implícitas deben ser
entendidas a partir de las verdades que son más explícitas.
 Principio #4: “Las antinomias nunca son aceptables”. Una antinomia es una contradicción
entre dos principios racionales. Después que han sido cuidadosamente estudiados y
comparados todos los pasajes relacionados con un asunto específico, ninguna
interpretación resulta válida si verdaderamente no armoniza con el resto de todos los
pasajes en donde se menciona esa palabra, frase, concepto o evento. Si la Palabra de Dios
es sin error, no puede haber contradicción.
 Principio #5: “Muchos pasajes de la Escritura, tienen implicaciones (cumplimiento) y
aplicaciones cercanas y lejanas (esto es DUAL)”. En otras palabras, el desarrollo (si es
profecía) o aplicación si es cualquier pasaje, puede que tenga dos niveles de
cumplimiento, esto es cumplimiento Dual. Es decir, en el primer nivel habrá un
cumplimiento cercano divinamente relacionado con el suceso inmediato (puede ser
histórico o espiritual); y en el segundo nivel habrá un cumplimiento futuro (puede ser
histórico o espiritual).

Conclusión:
Distinguir lo que es normativo de lo meramente descriptivo representa, a menudo, un complejo
desafío. Es comprensible que, como creyentes, queramos entender la totalidad del mensaje de los
Hechos, sin embargo, hemos de tener cuidado de no malinterpretar lo que Dios quiere decirnos.
La consecución de este equilibrio no es siempre fácil. Si descubrimos algo de Hechos que no se
ajusta a alguna de estas cinco directrices, hemos de pensarlo muy bien antes de declararlo
normativo.

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