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BLOQUE 9: LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN Y

LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1902-1931)


9.1. ALFONSO XIII Y LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO DE LA
RESTAURACIÓN: LOS PARTIDOS DINÁSTICOS. LAS FUERZAS
POLÍTICAS Y DE OPOSICIÓN: REPUBLICANOS, NACIONALISTAS,
SOCIALISTAS Y ANARCOSINDICALISTAS.
En 1902, Alfonso XIII asumió la corona con tan sólo 16 años de edad. Las
principales pruebas de que el régimen parlamentario liberal construido por Cánovas
había entrado en crisis fueron:

1. Los continuos cambios de gobierno (entre 1902 y 1923 se sucedieron 32 gobiernos


diferentes) y la brevedad de los diferentes gabinetes ministeriales.

2. Se aceleró el proceso de fragmentación de los dos partidos del turno que se vieron
afectados por permanentes luchas intestinas y enfrentamientos personales tras el
asesinato de Cánovas en 1897 y la muerte de Sagasta en 1903.

3. Por su parte, la gestión de Alfonso XIII como jefe del Estado no fue muy afortunada.

4. La persistencia del caciquismo, el fraude electoral y la corrupción administrativa, que


incrementó el desprestigio del sistema político constitucional.

5. El aumento de la conflictividad social a causa de la subida de los precios, el hambre


en el campo, los salarios insuficientes, el desempleo en las ciudades y la agitación
sindical.

6. El problema del terrorismo anarquista.

7. La fuerza creciente de los grupos de oposición hostiles al régimen de la Restauración:


republicanos, socialistas, anarquistas, nacionalistas catalanes, peneuvistas y carlistas.

8. La amenaza de una revolución proletaria.

9. La desconfianza de buena parte de las élites económicas y empresariales en la


capacidad de los gobernantes para mantener el orden.

10. La reactivación del militarismo y de la intervención de los jefes militares en los


asuntos políticos:

En 1905, un suceso vino a demostrar la creciente insubordinación de los mandos


del Ejército. En esa fecha el periódico catalanista Cu-Cut! incluyó en sus páginas un
chiste ridiculizando los fracasos del Ejército español, que empujó a un grupo de 300
oficiales armados y uniformados a destruir los locales y las máquinas de imprenta del
Cu-Cut!. Ante los rumores de sublevación militar, el gobierno terminó por ceder y
aprobó la Ley de Jurisdicciones (1906): los delitos contra la patria y el Ejército pasaron
a ser competencia judicial de los tribunales militares.

11. Las derrotas del Ejército español en el intento de expansión colonial en Marruecos.

LOS PARTIDOS DINÁSTICOS: INTENTOS DE MODERNIZACIÓN Y


REGENERACIONISMO.

Entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX se desarrolló
una corriente ideológica de protesta contra el régimen de la Restauración que recibió el
nombre de regeneracionismo.

Este movimiento reclamaba la introducción de las reformas necesarias para


conseguir la revitalización de España y acabar con sus males. Los tres objetivos
comunes a todos los proyectos revisionistas durante las dos primeras décadas del siglo
XX son:

• La revitalización de las instituciones liberales y parlamentarias para reforzar la


monarquía y asegurar su supervivencia.

• El intento de evitar sobresaltos revolucionarios, impedir el agravamiento de las


confrontaciones sociales y frenar el avance del republicanismo.

• La democratización del sistema impulsando la participación política de los


ciudadanos españoles.

Los primeros en adoptar estos puntos de vista fueron los políticos conservadores,
liderados por Francisco Silvela. Cuando presidió el Gobierno (1899-1900), anunció su
propósito de emprender «reformas radicales» y una «verdadera revolución desde
arriba».

Antonio Maura personificó la renovación del Partido Conservador a comienzos


del siglo XX (Silvela falleció en 1905). En 1902 había sido ministro de Gobernación y,
con posterioridad, presidió el Gobierno en dos ocasiones, conocidas, respectivamente,
como el «Gobierno corto» (1903-1904) y el «Gobierno largo» (1907-1909). El
programa político de Maura (“Hagamos la revolución desde arriba o nos la harán desde
abajo”) fue denominado maurismo; su contenido esencial se puede resumir en los
siguientes principios:

1-Conectar a la monarquía con la realidad social.

2-Incorporar otras fuerzas políticas al sistema. En concreto, el catalanismo conservador


de la Lliga.

3-Llevar a cabo una política exterior nacionalista y expansionista en Marruecos para


olvidar la derrota de 1898 y dar un nuevo impulso a los militares.

4-Para atender a las demandas sociales, en 1908 se estableció el Instituto de Previsión,


antecedente de la Seguridad Social. También se reguló el descanso dominical, la jornada
laboral de mujeres y niños y el reconocimiento del derecho de huelga (1909).

4-En el terreno político, Maura modificó la ley electoral para establecer el voto
obligatorio.

Los políticos de la izquierda liberal también adoptaron el espíritu del


regeneracionismo. El programa revisionista de los liberales es el ensayado por el liberal
José Canalejas, jefe del gobierno entre 1910 y 1912. El anticlericalismo con la
aprobación de la “Ley del Candado” por la que se prohibía durante dos años la
instalación de nuevas comunidades religiosas, el intervencionismo estatal para resolver
los problemas sociales y la democratización son los tres principios básicos que
conforman su propuesta de cambio para España. Su labor quedó truncada cuando el 12
de noviembre de 1912 caía asesinado por los disparos de un anarquista.

Los últimos intentos revisionistas llegan de la mano del conservador Eduardo


Dato, que centra su actuación en un programa de reformas de asistencia social:
reducción de la jornada laboral a 8 horas diarias (decretada en 1919), sistema de
pensiones para los ancianos con carácter obligatorio.

LAS FUERZAS POLÍTICAS Y DE OPOSICIÓN: REPUBLICANOS,


NACIONALISTAS, SOCIALISTAS Y ANARCOSINDICALISTAS.

Los republicanos representaban la principal fuerza de oposición política al


régimen. Durante el reinado de Alfonso XIII, el viejo republicanismo del siglo anterior
se extinguió y surgieron dos nuevos partidos republicanos:
• El Partido Radical, fundado por Alejandro Lerroux en 1908, se definía como
autonomista y socialista.

• El Partido Reformista, creado en 1912 por Melquiades Álvarez y Gumersindo


Azcárate era un partido más moderado defensor de la democracia sin falseamiento y la
política social.

Los socialistas entre los partidos partidarios de la República, pero con una
marcada identidad propia, seguía creciendo el Partido Socialista Obrero Español, cada
vez más dispuesto a participar en el juego político parlamentario, sin renunciar por ello
a la revolución social. En las elecciones de 1910 se presenta dentro de la Conjunción
Republicano-Socialista que les permitió por primera vez el acceso a las Cortes de un
socialista: su fundador Pablo Iglesias.

En 1911 el anarquismo volvió a la legalidad con la fundación de un sindicato


nacional, la CNT, que en pocos años se convertiría en la fuerza hegemónica del
movimiento obrero español hasta la guerra civil, incluso por encima de la UGT.

En cuanto a los nacionalismos, el que tenía mayor implantación social era el


catalán. El principal representante fue la Lliga Regionalista desde 1901. Su ideología
era conservadora y su objetivo era conseguir la autonomía para Cataluña.En 1906 se
fundó Solidaridat Catalana (agrupación, no partido) que integraba a todas los fuerzas
políticas catalana para defender los derechos de Cataluña. El ala izquierdista catalana
tardó más tiempo en crearse. Habrá que esperar hasta 1922 a que Francesc Maciá funde
Estat Català para que podamos hablar de un catalanismo radical no conservador.

En cuanto al nacionalismo vasco, de carácter arcaizante y esencialmente


vizcaíno, su única expresión seguía siendo el PNV que se apoyaba en una pequeña
burguesía bilbaína, ultraconservadora, recelosa del progreso y la industrialización.

El nacionalismo gallego experimentó un notable desarrollo cultural, pero estaba


lejos de consolidarse aun como fuerza política. El esfuerzo más serio fue el de
Solidaridad Gallega en 1907.

El nacionalismo andaluz estuvo localizado inicialmente en Sevilla. Su más


apasionado impulsor fue Blas Infante, pero sus intentos por conseguir una mayor
autonomía para Andalucía no tuvieron éxito, ni siquiera durante la Segunda República.
9.2. LA INTERVENCIÓN EN MARRUECOS. REPERCUSIONES DE LA
PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN ESPAÑA. LA CRISIS DE 1917 Y EL
TRIENIO BOLCHEVIQUE.
Uno de los grandes problemas de la monarquía de Alfonso XIII fue la guerra de
Marruecos (1909-1927). En la Conferencia de Algeciras (1906) todos los países
europeos y EE.UU. confirmaron los derechos de franceses y españoles sobre Marruecos.
Sin embargo, hasta el Tratado franco-español de 1912 no se efectuó el reparto efectivo
del territorio marroquí.

La ocupación militar de este territorio discurrió con lentitud y numerosos


obstáculos. Las primeras dificultades comenzaron en 1909 cuando los indígenas
marroquíes atacaron a los trabajadores españoles que participaban en la construcción de
una línea férrea para conectar Melilla con los yacimientos de mineral de hierro de Beni-
bu-Ifrur. Las tropas españolas se desplegaron para proteger las obras del ferrocarril,
pero fueron derrotadas en el Monte Gurugú y en el Barranco del Lobo, donde cayeron
en una emboscada y sufrieron más de 1.000 bajas. Las repercusiones de estos
acontecimientos dentro de España concluyen con los sucesos de la Semana Trágica de
Barcelona.

Los avances del Ejército español continuaron con lentitud entre 1912 y 1921. En
el verano de 1921, una acción mal planificada desde la comandancia de Melilla por el
general Fernández Silvestre permitió al líder guerrillero, Abd-el-Krim, atacar las
posesiones defendidas por tropas mal agrupadas y preparadas, que huyeron
precipitadamente sin que los mandos supieran afrontar la situación. La huida
desencadenó una matanza, el Desastre de Annual (a 120 kilómetros de Melilla). Allí
murieron más de 12.000 soldados. Además, se perdió una gran parte de los territorios
conquistados durante los doce años anteriores.

Annual se convirtió en un serio revés para el Ejército y los sucesivos gobiernos.


Se inició una investigación (Informe Picasso, entorpecido por la presión de las
compañías mineras y el Gobierno) para esclarecer las responsabilidades y fueron
procesados por negligencia 39 oficiales. El desastre de Annual tuvo efectos inmediatos
sobre la política interior ya que se convirtió en uno de los motivos argumentados por el
general Miguel Primo de Rivera para justificar su golpe de Estado en 1923.

Por otro lado, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) el gobierno


español decidió mantener la neutralidad en el conflicto y contó con el apoyo de la
mayoría de las fuerzas políticas. La situación empeoró una vez terminada la guerra,
pues, la demanda exterior se contrajo por la recuperación de una economía de paz entre
los estados beligerantes.

LA CRISIS DE 1917 Y EL TRIENIO BOLCHEVIQUE.

El sistema político recibió graves golpes que hicieron peligrar la continuidad de


la monarquía parlamentaria como la Semana Trágica de Barcelona (1909), la Crisis de
1917 o el llamado Trienio Bolchevique.

Los violentos acontecimientos que tuvieron lugar durante el mes de julio de


1909 en Barcelona y otras ciudades próximas a la capital (Badalona, Manresa, Sabadell,
Palamós), que eran algunos de los más importantes núcleos industriales del país, se
conocen como Semana Trágica.

Los disturbios comienzan en el puerto de Barcelona durante el embarque de los


soldados destinados a lucha en la guerra de Marruecos. El gobierno de Maura reaccionó
proclamando el estado de guerra en Barcelona y enviando tropas que llegaron a usar
cañones para sofocar la insurrección.

Por otra parte, el odio anticlerical está también en el origen de la Semana


Trágica. El anticlericalismo estaba arraigado entre las clases populares y se hace patente
en el aumento de los ataques a la Iglesia por parte de la prensa.

El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos, edificios


destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios. El más grave fue el
procesamiento irregular, condena y ejecución del anarquista Francisco Ferrer i Guardia
en medio de una oleada de protestas internacionales. Las consecuencias de la Semana
Trágica fueron importantes provocando la caída del Presidente del Gobierno, Antonio
Maura.

Por otra parte, el triunfo en 1917 de la Revolución bolchevique en Rusia hizo


crecer el entusiasmo en las organizaciones obreras que imaginaron inicialmente a la
Unión Soviética como un paraíso para los trabajadores. En este marco de entusiasmo
obrero se desencadenó la Crisis de 1917. En ella se superponen tres problemas
diferentes que amenazaron la supervivencia del sistema político y estuvieron a punto de
provocar la abdicación de Alfonso XIII. Esos tres componentes de la crisis fueron:
1. El malestar militar.

Los oficiales del Ejército se mostraban cada vez más descontentos por el atraso
técnico, la falta de medios y los bajos salarios. El malestar se acrecentó por la decisión
del Gobierno de primar con ascensos rápidos a los militares con destino en Marruecos.
Para presionar al Gobierno y defender sus reivindicaciones, decidieron crear unos
organismos denominados Juntas Militares de Defensa (“junteros”) que agrupaban a
jefes y oficiales. Finalmente, el gobierno claudicó y cedió a las demandas de los
oficiales. Las Juntas Militares de Defensa no se disolvieron hasta 1922.

2. La protesta política.

A comienzos de 1917 la oposición criticaba duramente la inoperancia del


Gobierno y denunciaba la corrupción de la oligarquía política liberal-conservadora. A
las críticas, el Gobierno respondió con la suspensión de las Cortes, la detención de los
líderes de la UGT, Largo Caballero y Besteiro, y la restricción de los derechos civiles.

Como consecuencia, en julio se produce una crisis parlamentaria. Los partidos


de la oposición que reclamaban durante meses la reapertura de las Cortes, celebraron
una reunión promovida por la Lliga para crear una Asamblea Nacional de
Parlamentarios. La Asamblea fue disuelta sin violencia y la Lliga acabó pactando con el
gobierno y entrando en él, sin conseguir ninguna de las reformas que se habían
propuesto.

3. La huelga general de 1917.

La inflación, la persistencia de la miseria en el campo, la insuficiencia de los


salarios y el crecimiento del desempleo en las grandes ciudades provocaron la
intensificación de los conflictos sociales y de la agitación obrera. El descontento fue
canalizado por la CNT y la UGT. Estas dos organizaciones sindicales suscribieron una
alianza en 1916 y, pocos meses después, convocaron una huelga general indefinida que
comenzó el 13 de agosto de 1917. El gobierno respondió con el estado de guerra para
que el ejército se hiciese cargo de la represión, y el toque de queda.

Las consecuencias fueron importantes. Hubo un centenar de muertos y miles de


detenidos (entre ellos los dirigentes huelguistas del PSOE y la UGT, como Largo
Caballero y Besteiro). Sin embargo, y pese a la derrota, demostró a los sindicatos la
capacidad de movilización que tenían. Además, agudizó la crisis política: en octubre
Dato dimitió y se formó un frágil gobierno de coalición.

Entre 1918 y 1920 en Andalucía hubo tal agitación social que se le ha


denominado el “Trienio Bolchevique”. Durante esos años se sucedieron huelgas,
ocupación de campos, repartos de tierras y toma de ayuntamientos; todos bajo la
dirección de UGT y CNT. El gobierno volvió a declarar el estado de guerra y tras una
dura represión se puso fin a la revuelta en 1920.

En Cataluña, el enfrentamiento entre los trabajadores y los patronos entró en una


fase de extrema violencia, sobre todo en Barcelona. En febrero de 1919 estalló la huelga
contra “la Canadiense”, la compañía que abastecía de luz buena a parte de la ciudad. La
actitud intransigente de la empresa y de las autoridades militares convirtió el conflicto
en una huelga general que se mantuvo a la ciudad paralizada durante 44 días, y que
acabó por provocar la dimisión del Gobierno.

El nuevo Gobierno conservador de Maura dio vía libre a las autoridades


militares y a los industriales para endurecer su posición. Entre 1919 y 1921 hubo
continuos atentados y numerosos muertos, la mayoría obreros. Las autoridades se
sumaron a las represalias aplicando la Ley de fugas (consistía en permitir la huida de los
obreros detenidos para, a continuación, dispararles) para asesinar a los detenidos. La
respuesta anarquista fue el asesinato de Eduardo Dato, en 1921. Dos años después
también moría el líder anarquista Salvador Seguí.

9.3. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. EL FINAL DEL REINADO DE


ALFONSO XIII
El 18 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera
publicó un manifiesto en el que proponía un Directorio Militar para la “salvación de la
Patria”. Alfonso XIII, le designó presidente del Consejo de Ministros con plenos
poderes.
La implantación del Directorio Militar supuso la supresión de todas las
instituciones constitucionales, excepto la Corona y la suspensión de las actividades de
los partidos políticos y de los sindicatos. Los núcleos gobernantes dedicaron sus
primeros esfuerzos a resolver los problemas internos y poner fin a la Guerra de
Marruecos.
En lo referente al orden público, Primo de Rivera, persiguió a los grupos
extremistas, preferentemente anarquistas y comunistas y atajó la violencia de los
pistoleros de la patronal.
Con relación al caciquismo, el Directorio destituyó a todas las autoridades
locales y, en pocos meses, se elaboraron los estatutos municipales y provinciales que
concedían autonomía financiera a las autoridades locales.
Primo de Rivera asumió personalmente el cargo de Alto Comisario y dirigió
unas operaciones militares para acabar con la guerra.
El desembarco de la bahía de Alhucemas en 1925 posibilitó la conquista
sistemática del territorio que posibilitó el final de la guerra que concluyó cuando Abd-
el-Krim, se entregó a Francia en 1927.
El 3 de diciembre de 1925, Miguel Primo de Rivera sustituyó el Directorio
militar por otro civil, en cuya composición figuraron hombres de la Unión Patriótica
(grupo político creado para apoyar el régimen) como José Calvo Sotelo, ministro de
Hacienda o el conde de Guadalhorce, ministro de Obras Públicas. El propósito de este
Directorio Civil era institucionalizar la dictadura.
En el ámbito político, Primo de Rivera, anunció en septiembre de 1926, la
creación de una Asamblea Nacional Consultiva que llegó a preparar un proyecto de
Constitución que no prosperó.
En el ámbito social, Eduardo Aunós creó la Organización Corporativa del
Trabajo. De acuerdo con esta organización se crearon los Comités Paritarios,
compuestos por igual número de obreros y patronos, que obtuvieron el apoyo de la
UGT.
Las acciones del Directorio Civil en el ámbito económico, pretendieron
consolidar el régimen. Se dirigió un ambicioso plan de obras públicas que mejoró la
infraestructura viaria y se creó las confederaciones hidrográficas para ampliar los
regadíos.
El ministro de Hacienda realizó una política expansiva e intervencionista,
adoptando medidas como la creación del monopolio de petróleos (CAMPSA) y de otras
compañías como Iberia o Telefónica.
Pese a los triunfos de la Dictadura, la oposición a Primo de Rivera fue creciendo.
En junio de 1926, se produjo la “sanjuanada”, golpe de Estado fallido protagonizado por
políticos y militares liberales. Los intelectuales y los nuevos republicanos se agruparon
en la Alianza Republicana. La CNT, desde la clandestinidad comenzó a recuperarse y
en 1927 los anarquistas más extremistas fundaron la FAI (Federación Anarquista
Ibérica).
El socialismo español (PSOE y UGT) en 1928, dejó de colaborar con el régimen.
El crack de la Bolsa de Nueva Cork en 1929 cortó los créditos norteamericanos y la
situación económica-financiera de España se hizo insostenible.
Alfonso XIII utilizó todos sus recursos para desmarcarse de Primo de Rivera. El
30 de enero de 1930, Miguel Primo de Rivera presentó su dimisión al Rey, que éste
aceptó. El rey designó nuevo presidente del Consejo a un militar de su confianza,
Dámaso Berenguer, con el encargo de recuperar la normalidad constitucional. En este
contexto, suprimió la censura y permitió las actividades de los partidos.
Pero la “dictablanda” siguió teniendo problemas. Políticos como Niceto Alcalá
Zamora o Miguel Maura, se inclinaron por la república y firmaron el 17 de agosto de
1930 el Pacto de San Sebastián con la izquierda republicana y los regionalistas catalanes
y gallegos. El 12 de diciembre de 1930, se sublevó la guarnición de Jaca. La
sublevación fracasó y los responsables, los capitanes Galán y García Hernández, fueron
condenados y fusilados.
En enero de 1931, Berenguer anunció la convocatoria de elecciones legislativas,
pero la negativa de los liberales a participar hizo que Berenguer dimitiera el 14 de
febrero. Alfonso XIII formó un gobierno de concentración presidido por el almirante
Juan Bautista Aznar y el conde de Romanones como hombre fuerte. Se celebraron
primero elecciones municipales el 12 de abril de 1931, en el que se enfrentaron dos
bloques, el monárquico y el republicano-socialista. Los republicanos ganaron en las
grandes ciudades. Romanones negoció con el comité republicano, que exigió la salida

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