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BLOQUE 10: LA SEGUNDA REPÚBLICA.

LA GUERRA CIVIL EN UN
CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL (1931-1939)

10.1 LA PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA CONSTITUCIÓN DE


1931. EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933)
El 14 de abril de 1931 se proclamó en España la Segunda República. El Comité Republicano
asumió el poder y se convirtió en gobierno provisional. La tendencia más conservadora estuvo
representada por Niceto Alcalá Zamora, designado presidente del Gobierno y Manuel Azaña
representó el republicanismo más progresista. La gran novedad estuvo en la inclusión de tres
ministros socialistas y de dos regionalistas.
El Gobierno abordó problemas difíciles. En Cataluña, Frances Maciá proclamó
unilateralmente el Estado catalán y después de negociar este Estado fue sustituido por una
Generalitat. A su vez, el cardenal Pedro Segura, primado de España, fue expulsado del país por
redactar una dura pastoral contra la República.
El 28 de junio de 1931, se celebraron las elecciones para Cortes constituyentes. Triunfaron las
candidaturas de izquierda y de centro. Se creó una comisión para elaborar una nueva Constitución
que recogería el sufragio femenino como derecho. Establecida la separación de Iglesia y Estado por
el artículo 3, se aprobó el artículo 26 en el que se prohibía a las órdenes religiosas ejercer el
comercio, la industria y la enseñanza. La Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 por
las Cortes. Al día siguiente, Niceto Alcalá Zamora fue elegido presidente de la República y Manuel
Azaña formó gobierno.
En virtud de la Constitución, España se convirtió en una república democrática progresista,
descentralizada y laica, se estableció el sufragio universal y el unicameralismo. La Constitución,
asimismo, reconocía un extenso conjunto de libertades políticas y de derechos sociales como la
protección al trabajo mediante la previsión social, la igualdad laboral de los dos sexos o la reforma
agraria.
Manuel Azaña constituyó un gobierno de republicanos de izquierda, socialistas y algún
independiente (diciembre 1931-noviembre 1933). Bajo el lema “rectificar lo tradicional por lo
racional” acometió un amplio programa para imponer valores de la democracia, el laicismo y de la
cultura. La reforma militar se completó con la supresión de la Ley de Jurisdicciones de 1906, la de
las capitanías generales, la clausura de la Academia Militar de Zaragoza y la anulación de los
ascensos por méritos de guerra con carácter retroactivo. La justicia civil se amplió a costa de la
militar y se prohibieron los tribunales de honor. Al malestar por las reformas militares se unió el
causado por el debate del Estatuto de Autonomía catalán en las Cortes. Ello provocó el golpe de
Estado, el 10 de agosto de 1932 del general Sanjurjo aunque finalmente el Gobierno frenó el golpe.
Las sucesivas leyes sobre materia religiosa se percibieron desde el catolicismo como muestras
del anticlericalismo intransigente. En enero de 1932 se completó la reforma religiosa con la
aprobación de leyes como la autorización del divorcio, la secularización de los cementerios y la
disolución de la Compañía de Jesús. A ello se unió la Ley de Congregaciones Religiosas de 1933 que
prohibió la docencia a las órdenes religiosas regulares.
En materia educativa, el esfuerzo del Gobierno se dirigió hacia la creación de 5000 escuelas
públicas al año, formación y dignificación del profesorado con un aumento del salario y un mayor
reconocimiento social, además de implantar el laicismo con la regulación de la enseñanza de la
religión católica.
Otro de los aspectos fue la aprobación de la de Ley de Reforma Agraria. Esta ley permitía la
expropiación de determinados tipos de tierras con indemnización y su redistribución entre los
campesinos. Estableció la propiedad estatal de la tierra y su usufructo por los campesinos. El reparto
de tierras se interrumpió prácticamente tras el triunfo electoral de la derecha en 1933.
En Cataluña, la Generalitat redactó un proyecto de estatuto que plebiscitado y aprobado en la
región en agosto de 1931, se presentó al Gobierno para su discusión en las Cortes. El fracasado golpe
de Estado de 1932 impulsó su aprobación en septiembre del mismo año. Las elecciones en Cataluña
de 1932 dio el triunfo a Esquerra Republicana y Frances Maciá fue proclamado presidente del
Gobierno de la Generalitat.
En el País Vasco, los ayuntamientos de Guipúzcoa, Vizcaya y Alava suscribieron en Estella un
proyecto de estatuto en 1932 que no fue aceptado por los ayuntamientos navarros y también fue
paralizado en las Cortes. En Galicia, los Ayuntamientos aprobaron un texto estatutario en 1932.
Ambos quedaron paralizados por el cambio político en noviembre de 1933.
La crisis mundial de los años treinta llegó con retraso a España, lo que creó un clima de
conflictividad social. El suceso más grave tuvo lugar en la localidad gaditana de Casas Viejas en
enero de 1933. La credibilidad del Gobierno quedó en cuestión y la clase obrera y buena parte de la
izquierda se alejaron de Azaña, presidente del Gobierno. El Gobierno daba señales de agotamiento y
Alcalá Zamora, presidente de la República, retiró la confianza a Manuel Azaña.
10.2 LA SEGUNDA REPÚBLICA: EL GOBIERNO RADICAL-CEDISTA (1933-1935. LA
REVOLUCIÓN DE ASTURIAS. EL FRENTE POPULAR, LAS ELECCIONES DE 1936 Y
EL NUEVO GOBIERNO.
A comienzos de marzo de 1933, el diputado José María Gil Robles organizó junto a otros
representantes de la derecha española, la Confederación Española de Derechas Autónomas, la
CEDA, conglomerado político unido por el catolicismo y con propósitos antirreformistas. Los
monárquicos constituyeron Renovación Española, encabezada por José Calvo Sotelo y Antonio
Goicoechea. José Antonio Primo de Rivera fundó Falange Española, inspirada en los movimientos
fascistas europeos y defensores del nacionalismo español.
Tras la pérdida de confianza en el Gobierno presidido por Manuel Azaña, el presidente de la
República convocó elecciones generales para el 19 de noviembre de 1933. En ellas votaron por
primera vez las mujeres en España y contó con una participación del 67%. La derecha totalizó 204
diputados de los que 115 correspondieron a la Confederación de Derechas Autónomas (CEDA). El
centro obtuvo 168 diputados-102 del Partido Radical-y la izquierda sólo 94, de ellos 64 socialistas.
El presidente, Niceto Alcalá Zamora, nombró al radical Alejandro Lerroux, como presidente
de un gobierno sin representantes de la CEDA. El nuevo Gobierno frenó las reformas del bienio
progresista y concedió la amnistía a los sublevados de la “sanjurjada”. La protesta por esta medida
hizo que dimitiera Lerroux que fue sustituido por el radical Ricardo Samper. Todo este estado de
cosas, provocó el malestar social y el radicalismo de las posturas de los dirigentes socialistas.
A comienzos de octubre de 1934, Gil Robles exigió participar en el Gobierno. Volvió de
nuevo Alejandro Lerroux y se incluyeron tres miembros de la CEDA en el nuevo ejecutivo. Los
socialistas, como respuesta, declararon una huelga general, de desigual incidencia, en toda España.
En Cataluña, Lluis Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el Estado catalán, que
luego provocó la respuesta del Gobierno, que anuló el Estatuto de Autonomía catalán. En Asturias, la
huelga general, se convirtió en una auténtica revolución social. La UGT y la CNT, constituyeron la
Alianza Obrera, con un programa revolucionario, elaborado por Indalecio Prieto.
El Gobierno designó al general, Francisco Franco, para acabar con la revolución. La
revolución fue sofocada y el 18 de octubre el comité revolucionario se rindió. Alrededor de 30.000
obreros fueron detenidos. Largo Caballero y Azaña, también fueron detenidos. Se suspendió la
prensa obrera y los locales de sus asociaciones y partidos quedaron clausurados.
Estos sucesos derechizaron el Gobierno. Gil Robles, designado ministro de Guerra, nombró a
Francisco Franco, como jefe del Estado Mayor Central.
En septiembre de 1935, Alejandro Lerroux dimitió. El veterano político, Portela Valladares accedió a
l presidencia del Gobierno para preparar elecciones generales, que fueron convocadas para el 16 de
febrero de 1936. La izquierda se organizó en torno al Frente Popular, para presentar candidaturas
únicas con un programa común. En su programa se incluía la amnistía para los condenados por los
sucesos de octubre de 1934 y la reanudación de las reformas del bienio progresista. La CNT se
mantuvo al margen del pacto.
Tras una intensa campaña electoral se produjeron las votaciones con un 72% del electorado.
El Frente Popular ganó las elecciones por sólo 150.000 votos. Consiguió 278 diputados frente a los
124 de las derechas y los 51 del centro y nacionalistas conservadores. Manuel Azaña constituyó un
Gobierno moderado de izquierdas, sin socialistas. Alcalá Zamora, después fue sustituido como
presidente de la Republica por el propio Azaña, que nombró presidente del Consejo de Ministros a
Santiago Casares Quiroga. Las primeras medidas de Casares Quiroga, respondieron al programa
electoral del Frente Popular, pero pronto retornó la inestabilidad social, con quema de iglesias,
huelgas y ocupaciones de tierras.
El triunfo de la izquierda aceleró los preparativos de una conspiración militar, coordinada por
el general Mola, gobernador militar de Navarra. En la conjura se implicaron los sectores más
conservadores de la sociedad y del Ejército, con el fin de frenar las reformas y recuperar el orden
social.
El 12 de julio de 1936, el teniente Castillo fue asesinado en Madrid. Como represalia, alguno
de sus compañeros secuestraron y asesinaron a José Calvo Sotelo, líder del Bloque Nacional, un
partido de derechas. Sus entierros pusieron de manifiesto la tensión existente en España y el estallido
inminente de la Guerra Civil española.

10.3. LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA


GUERRA. LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.

En la tarde del 17 de julio de 1936 las guarniciones de Melilla, Ceuta y Tetuán se sublevaron
contra la República. Durante la madrugada el comandante militar de Canarias, Francisco Franco, se
adhirió a la rebelión. El 18 de julio el levantamiento se extendió por la Península. El norte de Castilla
y León y de Extremadura, Aragón, Canarias, Galicia, Andalucía occidental, Granada y Oviedo, así
como el Protectorado, estuvieron al lado de los rebeldes.
El presidente del Gobierno, Casares Quiroga, dimitió aquella misma noche. Fue sustituido
por Diego Martínez Barrio, que intentó negociar con el general Mola, pero fracasó. Martínez Barrio
abandonó y le sustituyó José Giral, que repartió armas al pueblo. En Barcelona, Lluis Companys
formó un comité de gobierno con presencia de socialistas y anarquistas.
El día 21 la situación se estabilizó y comenzó una larga contienda.
-La España republicana estaba constituida por 21 capitales de provincia, entre ellas Madrid,
Barcelona, Valencia y Bilbao.
-La España nacional controlaba 29 capitales de provincia, entre ellas Zaragoza y Sevilla.
El Ejército, la Guardia de Asalto y la Guardia Civil quedaron divididos. La aviación y la
marina estaban en manos de la República. El Ejército de África, en su mayoría, estuvo con los
nacionales.
Desde su inicio, la guerra española se convirtió en un conflicto de trascendencia
internacional. La extrema tensión de la época, con un mundo dividido entre potencias democráticas y
Estados fascistas, facilitó la toma de postura. En general, la opinión pública progresista y el
movimiento obrero internacional se alinearon con la República.

En todo caso, los dirigentes democráticos occidentales no querían arriesgarse a una nueva
guerra europea por España. El Gobierno francés estuvo inicial dispuesto a entregar armas a la
República, pero rápidamente la presión inglesa le hizo desistir.

En agosto, por iniciativa británica, se constituyó el Comité Internacional de No Intervención,


en el que se integraron 27 países, entre ellos Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Los firmantes se
comprometieron a permanecer neutrales y evitar el suministro de armas y recursos a ambos
contendientes. Pero el acuerdo de No intervención resultó ser un completo fraude: mientras Francia e
Inglaterra se aprestaron a cumplirlo, tanto Italia como Alemania enviaron material, hombres y dinero
al bando franquista durante toda la guerra. La República sólo recibió ayudas de la URSS, pero en
mucha menor cuantía y sólo hasta 1938.

Además de la superioridad militar de los franquistas, la desigual ayuda exterior fue la otra
causa determinante de su victoria. Tras el golpe, Franco y Mola solicitaron de inmediato a Italia y
Alemania dinero, armas y, sobre todo, barcos. Pronto comenzó la ayuda militar. Mussolini envió
cerca de 70.000 hombres y la Alemania nazi, por su parte vendió armas a los sublevados y envió a
España la Legión Cóndor, unidad de élite de la aviación alemana.

También tuvieron la colaboración de Portugal. Por el contrario, la República vio pronto como
la inicial ayuda francesa quedó cortada por el Acuerdo de No Intervención. Sólo más tarde comenzó
a llegar la ayuda soviética, pero la ayuda rusa, pagada con el oro del Banco de España, fue bastante
dispersa y tuvo serias dificultades para llegar.

La otra ayuda que recibió la República fue la de las Brigadas Internacionales. Los brigadistas
eran voluntarios antifascistas reclutados por la Komintern en todo el mundo, aunque muchos de ellos
no eran comunistas. Se calcula que llegaron a España a lo largo de dos años unos 40.000 brigadistas.
A finales de 1938, Negrín aceptó su retirada de forma unilateral, ante las presiones el Comité de No
Intervención

La Guerra Civil fue concebida como una guerra total y fue el escenario de pruebas y ensayos
de armamentos y nuevas tácticas militares. La cifra de víctimas mortales se acerca a los 700.000
según las fuentes más fiables a lo que se unen los heridos y los que dejaron de nacer, conocida esta
generación como “generación hueca”.

Una de las consecuencias más brutales y duraderas de la guerra fue la represión que se
desencadenó, desde su inicio, en los dos bandos y que se prolongó muchos años después del fin de
las hostilidades.

También hubo exiliados. Francia acogió 450.000 republicanos. La Unión Soviética albergó a
5000 niños. Iberoamérica recibió 50.000 exiliados, en especial México que acogió 20.000. Aunque
una parte retornaría a lo largo de la dictadura, la mayoría permaneció fuera de España. Además del
impacto emocional y del desgarro psicológico que el exilio supuso para los afectados, la repercusión
sobre la vida de los españoles fue enorme. Se trataba de una población mayoritariamente joven,
activa y, sobre todo, incluía los sectores mejor preparados del país. Entre ellos estaban las élites
científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata.

Gran parte de la infraestructura del país se vio afectada: carre teras, viviendas, centrales
eléctricas, etc. La producción del sector agrario de 1939 bajó un 20% con relación a los años
anteriores a la guerra y la cabaña ganadera se redujo en un 30%. También la producción industrial se
redujo en un 30%. La Hacienda pública se quedó sin divisas y sin reservas de oro y el índice de vida
aumentó considerablemente.

La Ley de Responsabilidades políticas se centró en los derrotados y en 1939 se calculaba el


número de presos en 270.000, muchos de los cuales fueron ejecutados. Para finalizar, la falta de
artículos de primera necesidad llevó al racionamiento y favoreció la ruralización.
10.4. FASES MILITARES DE LA GUERRA CIVIL: LA EVOLUCIÓN POLÍTICA Y
ECONÓMICA EN LAS DOS ZONAS. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES
DE LA GUERRA. LOS COSTES HUMANOS.
La Guerra Civil española se desarrolla en tres fases:
a) Primera fase: desde el 17 de julio de 1936 hasta mediados de 1937. La “guerra de
columnas” y la marcha hacia Madrid.
Durante los primeros meses del conflicto se impuso la guerra de columnas. Las milicias
catalanas, avanzaron hasta Aragón, donde fueron detenidas. La estrategia militar de los sublevados se
centró en la toma de Madrid. En el sur, el Ejército de África, logró pasar a Andalucía, desde donde
avanzaron hacia el norte por Extremadura, con tropas dirigidas por el teniente coronel Juan Yagüe,
tomando Mérida y Badajoz.
Para tomar Madrid, la columna del norte, dirigida por el general Mola desde Navarra,
tomaron los puertos de Somosierra y Los Leones, donde fueron frenados. En el norte se ocupó San
Sebastián e Irán y el sur, el general Varela conectó Córdoba con Sevilla y Granada.
La ofensiva sobre Madrid, dirigida por Franco, se desvió para rescatar en Toledo al coronel
José Moscardó, quien resistía en las ruinas del Alcázar. Los nacionales alcanzaron en noviembre de
1936, la Ciudad Universitaria, fecha en la que el Gobierno republicano abandonó Madrid y se
marchó a Valencia, dejando en la defensa de Madrid, al general Miaja y a Vicente Rojo, coronel
republicano, que fue nombrado Jefe del Estado Mayor.
La ayuda extranjera comenzó a llegar en el otoño de 1936. Los nacionales recibieron a la
Legión Cóndor alemana y al Cuerpo Expedicionario italiano. Los republicanos recibieron ayuda de
la Unión Soviética y de las Brigadas Internacionales. Madrid resistió y se fijó un frente a pocos
kilómetros de la ciudad.
El 8 de marzo de 1937 comenzó la batalla de Guadalajara con el objetivo de cercar Madrid,
en el que participaron tropas italianas que se enfrentaron a brigadistas y tanques soviéticos. El 21 de
marzo se frenó al ataque. La batalla de Guadalajara estabilizó el frente de Madrid. El bando nacional
emprendió la campaña del norte.
b) Segunda fase: desde mediados de 1937 hasta el verano de 1938. Las campañas del norte y
las ofensivas republicanas.
El 31 de marzo de 1937, las tropas de Mola, rompieron el frente vasco. En su avance, el 26 de
abril de 1937, la Legión Cóndor destruyó la ciudad de Guernica. Bilbao cayó el 21 de junio de 1937
dejando la industria siderúrgica en manos de los nacionales. Los republicanos, mientras iniciaron la
batalla de Brunete, pero la ciudad fue reconquistada por los nacionales. Después los nacionales
tomaron Santander. Los nacionales avanzaron hacia Oviedo con las tropas del general Aranda, que
tomó toda la cuenca minera, incluida Gijón y Avilés. El 21 de octubre de 1937 la campaña del norte
había terminado.
c) Fase final: desde julio de 1838 hasta abril de 1939. La batalla del Ebro y la toma de
Cataluña.
A la nueva ofensiva de Franco sobre Madrid a finales de 1937, los republicanos respondieron
el 8 de enero de 1938, con la toma de Teruel, ciudad que después fue recuperada por los nacionales.
Estos depusieron un gran avance sobre Aragón y el norte de Castellón para alcanzar el Mediterráneo,
lo que consiguieron en Vinaroz en abril de 1938.
La ofensiva de los nacionales sobre Valencia, situó el frente a 40 kilómetros de la ciudad. El
Gobierno republicano, presidido de Juan Negrín, ordenó una contraofensiva de distracción desde el
norte. Las unidades mejores del Ejército republicano atravesaron el Ebro el 25 de julio de 1938. El
frente se estabilizó en Gandesa. Después de una larga batalla, Franco rechazó el ataque y el 18 de
noviembre los nacionales alcanzaron el Ebro.
La República estaba perdida. El 23 de diciembre de 1938 comenzó la ofensiva final sobre
Cataluña. El 26 de enero de 1939, las tropas nacionales entraron en Barcelona. Miles de refugiados,
incluido Azaña, pasaron a Francia. Tras ello Reino Unido y Francia reconocieron el Gobierno de
Franco.
En Madrid, el coronel Casado, se hizo dueño de la situación e intentó negociar con Franco. El
27 de marzo de 1939, el Ejército nacional entró en Madrid sin resistencia, mientras otras unidades
tomaron lo que les quedaba en el Levante. El 1 de abril de 1939, terminó la Guerra Civil, tras la
lectura del último parte de guerra.
Durante la Guerra Civil la división caracterizó la España republicana. Los distintos grupos
que apoyaban la República se enfrentaron entre sí.
-Los comunistas se mostraron partidarios de supeditar todos los esfuerzos al triunfo en la contienda
insistiendo en los problemas militares.
-Los anarquistas y los comunistas no estalinistas, opinaban que no se podía ganar la guerra sin hacer
la revolución.
En los primeros momentos triunfó la línea revolucionaria, pero después el PCE (Partido
Comunista de España), impuso su tesis de dar prioridad al triunfo militar.
José Giral formó el 19 de julio de 1936, un gobierno de izquierda moderado. Su autoridad
quedó muy disminuida a partir del reparto de armas a las organizaciones obreras, que se
constituyeron en milicias con fuerte arraigo en Cataluña y Aragón y también en la defensa de
Madrid. En la zona republicana se desarrolló una auténtica revolución. Rasgos:
-Existencia de comités proletarios.
-El terror sobre religiosos, patronos, militares sospechosos y políticos de derechas.
-La persecución contra la Iglesia (destrucción de iglesias y asesinatos de casi 7000 eclesiásticos).
-La ocupación de fábricas y propiedades agrarias.
Fue una revolución que el Gobierno de Giral no pudo controlar y que le restó legitimidad. A
Giral le sustituyó al frente de la Presidencia del Gobierno el socialista Francisco Largo Caballero.
Llegó a la presidencia del Consejo de Ministros el 4 de septiembre de 1936 y constituyó un gobierno
con comunistas y socialistas y trasladó el Gobierno a Valencia.
Se creó el Ejército Popular de la República con la integración de militares fieles a la
República y de miembros de las milicias entre las que había mujeres. Fue un ejército que no tenía
mandos intermedios y al que no apoyaban los anarquistas.
Además surgieron discrepancias entre los comunistas y Largo Caballero a propósito de la
dirección de la guerra. Un suceso grave de esta etapa fueron los sucesos de Barcelona en mayo de
1937 en el que se enfrentaron los anarcosindicalistas y los militares del POUM contra militantes del
PSUC y la Generalitat.
Tras estos sucesos, Largo Caballero se vio obligado a dimitir el 17 de mayo de 1937, ya que
los comunistas y el ala derecha del PSOE le retiraron su apoyo. Azaña, después, ofreció la
presidencia a Juan Negrín.
Los comunistas estalinistas españoles agrupados en el PCE y en el PSUC, se convirtieron en
los organizadores de la política republicana. Juan Negrín representaba el orden, la autoridad y la
centralización frente a los anarquistas y el POUM. Cosechó fracasos militares como la batalla de
Teruel y del Ebro, que hicieron dimitir al ministro de Guerra, Indalecio Prieto.
El Gobierno de Negrín, establecido en Barcelona, se exilió tras la caída de Cataluña. Azaña,
poco después renunció a la presidencia de la República. Negrín regresó pero en Madrid, el coronel
Casado se alzó contra el Gobierno y formó una Junta de Defensa Nacional con el general Miaja, los
anarquistas y el socialista Julián Besteiro. Tras ello, Negrín abandonó España. Madrid se rindió sin
condiciones y la República se desmoronó.
En el otro bando, la España nacional se caracterizó por:
-La institucionalización de un nuevo Estado, en torno a la figura de Franco.
-El ejercicio de una política conservadora.
El general Sanjurjo, destinado a ser el jefe de los sublevados, falleció en accidente aéreo. En
su lugar, en julio de 1936, se constituyó una Junta Militar que presidió en un primer momento el
general Miguel Cabanellas. Después, el 1 de octubre de 1936, se nombró a Franco, jefe del Gobierno
y Generalísimo de los Ejércitos.
Franco formó una Junta Técnica del Estado. Se promulgó un Decreto de Unificación en abril
de 1937, donde se fusionó Falange Española Tradicionalista y la JONS, asumiendo Franco la jefatura
del nuevo partido, controlando políticamente el país a través del Movimiento Nacional. Sus rivales,
el general Mola que murió pronto y Queipo de Llanos que se centró en Andalucía, no lograron
ensombrecer el Gobierno de Franco.
El 30 de enero de 1938, Franco constituyó su primer gobierno, concentrando todo el poder
legislativo y ejecutivo en la Ley de Administración del Estado. Se creó un nuevo Estado de acuerdo
con los principios del catolicismo conservador, la tradición española y el pensamiento de José
Antonio Primo de Rivera. Se derogaron las leyes del matrimonio civil, del divorcio y toda la política
reformista de la República e incluso se creó la Ley de Responsabilidades políticas que penaba la
colaboración con la República. La labor legislativa se completó con la Ley de Prensa, el Fuero del
Trabajo y la Ley de Segunda Enseñanza.
Los eclesiásticos españoles, a excepción del clero vasco, apoyaron al régimen franquista. En
agosto de 1937, el cardenal primado de España, Isidro Gomá y Tomás, publicó una carta colectiva de
los obispos españoles, donde apoyaban a Franco y que firmaron todos menos los obispos de
Tarragona y Vitoria.

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