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1.- LA PRIMERA PARTE DEL REINADO DE ALFONSO XIII Y LOS PROYECTOS DEL
REGENERACIONISMO POLÍTICO
Los problemas del país en la primera parte del Reinado de Alfonso XIII
Los problemas a los que se tuvo que hacer frente durante la primera parte de su
reinado fueron varios:
d.- El problema militar. La derrota del 98 puso de manifiesto dos cosas: la necesidad
de reducir el número de oficiales y jefes en el ejército, y además la falta de recursos materiales
con que contaba. En cuanto a la responsabilidad de la derrota, los militares la atribuían a los
políticos y por eso reivindicaron su vuelta a la política y desempeñar un papel protagonista, tal
como había sucedido en el s. XIX.
e.- Problema de Marruecos. Tras la derrota del 98, España se incorpora a la etapa final
del reparto colonial del norte de África. En 1912, Francia y España establecieron respectivos
protectorados en el norte de África. Este hecho proporcionó a los militares cierto prestigio
interno tras la derrota del 98. Pero el territorio asignado a España, el Rift, era muy difícil de
conquistar dadas sus características físicas (montañoso) y sociales (cabilas o tribus bereberes
que se resisten a su dominación). Se produjeron derrotas militares que repercutieron en
nuestra política interna provocando crisis de gobierno.
Hasta 1912, y como una consecuencia más del “desastre del 98”, la tendencia principal
de los gobiernos españoles estuvo marcada por los intentos de aplicar reformas
regeneracionistas, aunque estos intentos se vieron mermados por las disputas internas entre
los partidos y la corta duración de los gobiernos. Como excepción, cabe destacar los gobiernos
presididos por Maura y Canalejas, cuyas actuaciones políticas caracterizarían el llamado
regeneracionismo político, tanto conservador como liberal, adoptando medidas reformistas en
lo social, en la vida política y en la Administración del Estado. Sin embargo, no fueron
suficientes y la realidad del país fue poco a poco minando el sistema político.
Los comienzos de siglo se caracterizan por un turnismo inestable. Entre 1902 y 1906 las
divisiones internas dentro de los dos grandes partidos y los sucesivos cambios de gobierno
(cinco gobiernos conservadores y seis liberales) frustran las políticas de regeneración
política desde el poder. A este turnismo inestable hay que añadir el problema de los
nacionalismos y su choque con el estamento militar. El catalanismo empieza a cobrar
fuerza política. En 1901 se había fundado la “Lliga Regionalista”, liderado por Prat de la
Riba y Francesc Cambó. De ideología conservadora encontró un fuerte apoyo entre la
burguesía catalana. Su crecimiento electoral fue rápido y en 1905 ganó las elecciones
municipales en Barcelona de forma aplastante. Mientras las relaciones entre el ejército y
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la prensa venían siendo tirantes. Días después de las elecciones municipales se produjo un
grave incidente que demostraba la fuerza del poder militar dentro del Estado. En un
semanario satírico catalán (¡Cu-cut!) se publicó un chiste antimilitarista, considerado
ofensivo por muchos militares; un grupo de ellos asaltaron y destruyeron las instalaciones
de este semanario y de otro periódico cercano a la “Lliga Regional”. Los responsables de
estos ataques recibieron el apoyo de las guarniciones del resto de España. La protesta fue
más allá: el estamento militar exigió al gobierno una ley de jurisdicciones, según la cual los
delitos contra el Ejército y la Patria quedarían bajo control de los tribunales militares. Con
esta ley sufría un retroceso una de las características de la Restauración de Cánovas: la
primacía del poder civil sobre el militar
A partir de 1907, con el nombramiento de Maura (nuevo líder del partido conservador) por
el rey en enero de 1907 como nuevo jefe de gobierno, el regeneracionismo tiene una
nueva oportunidad para ponerse en práctica. El programa político del gobierno de Maura
(1907-1909) se condensa en esta frase suya: “Hagamos la revolución desde arriba o nos la
harán desde abajo”. Se trataba de hacer hondas reformas en el ámbito económico, social y
político que diesen autenticidad al sistema liberal-parlamentario, pero sin alterar las bases
del régimen. Destacamos de sus actuaciones:
Medidas sociales para dar respuesta a las demandas sociales del movimiento
obrero: regulación del descanso dominical, de la jornada laboral de niños y
mujeres; creación del “Instituto Nacional de Previsión” (1908), antecedente de
la Seguridad Social.
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con hijos. El embarque de las tropas en Barcelona el 18 de julio desencadenó un
movimiento de protesta contra la guerra de Marruecos. El republicanismo más radical
y anticlerical, los socialistas y los anarquistas promovieron una huelga general contra la
guerra y la política del gobierno en Marruecos, que comenzó en Barcelona el 26 de
julio y se extendió a otras poblaciones cercanas. La huelga degeneró en insurrección
armada, sin planificación ni dirección y dio lugar a la Semana Trágica de Barcelona
(enfrentamientos, quema de iglesias y conventos….) Se declaró el estado de guerra y
se enviaron refuerzos militares. El gobierno reprimió con dureza la revuelta. El balance
fue numerosos muertos, heridos, detenidos, juicios sumarísimos y ejecución de cinco
detenidos. Uno de ellos Francisco Ferrer y Guardia, pedagogo librepensador,
anarquista, anticlerical, fundador de la Escuela Moderna, acusado sin pruebas. Su
ejecución conmocionó a la opinión pública mundial que se movilizó para evitarla.
El rey Alfonso XIII forzó la dimisión de Maura. José Canalejas, nuevo líder del partido
liberal, fue llamado por el rey a formar gobierno (1910-1912). Su labor política fue otro
intento, el último, tras el fallido de Maura de regeneracionismo, de modernizar la vida
política española. Destacamos de su gobierno:
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regeneración del país y volvía la división al seno del partido liberal (García
Prieto o Romanones).
La crisis de 1917
En el verano de 1917 se produjo una profunda crisis que amenazó la supervivencia del
sistema político de la Restauración. De forma consecutiva, entre los meses de junio y de
agosto, sin conexión entre ellos, tres graves problemas se desencadenaron:
Protesta militar: las Juntas de Defensa
A comienzos de 1917 se crearon las Juntas de Defensa , asociaciones de militares, la
primera nacida en Barcelona, que se extendieron por la mayoría de las guarniciones del país.
Reclamaban un aumento salarial, pues la inflación había hecho disminuir el valor real de sus ya
bajos salarios militares, y reivindicaron como criterio de ascenso la antigüedad y no los méritos
de guerra. En junio publicaron un manifiesto en el que se culpaba al gobierno de los males del
ejército y del país, y hacían un llamamiento a la renovación política utilizando un lenguaje
regeneracionista. El gobierno reconoció a las Juntas como órganos representativos del ejército
y negoció con ellos sus reivindicaciones.
La Asamblea de Parlamentarios
En julio de 1916 se cerraron las Cortes por miedo a que se planteara el debate de los
graves problemas por los que atravesaba el país, y había tantas cuestiones que resolver y
debatir. Por eso, a mediados de junio de 1917 una representación de diputados de la
oposición al gobierno de Dato, reclamó enérgicamente la reapertura de las Cortes. El gobierno
se negó y declaró el estado de excepción y aumentó la censura. A iniciativa de la “Lliga
Regionalista” se organizó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios que exigió la
formación de un gobierno provisional que convocase Cortes Constituyentes para reformar el
sistema político. Desde la Asamblea se convocó una reunión de todos los diputados y
senadores españoles que fue prohibida, pero que acabó celebrándose aunque con escasa
participación. Fue disuelta por la Guardia Civil. El movimiento parlamentario no tuvo
continuidad; desapareció. Las fuerzas monárquicas no lo apoyaron; las diferencias entre
regionalistas y partidos de izquierda hacían imposible acuerdos y las Juntas de Defensa se
mostraron contrarias a la iniciativa Parlamentaria. Además, se desató un movimiento
huelguístico en agosto que provocó el temor a un estallido revolucionario de mayores
dimensiones que la propia reforma constitucional que pedían.
La huelga general revolucionaria.
En marzo de 1917 los sindicatos CNT y UGT acordaron firmar un manifiesto conjunto
(TEXTO A COMENTAR) en el que se instaba al gobierno a intervenir para contener los precios
bajo la amenaza de convocar una huelga general. La tensión estalló en agosto de 1917, a raíz
de un conflicto ferroviario en Valencia, y la UGT con apoyo del PSOE, decidió llamar a una
huelga general. La protesta adquirió carácter político y revolucionario porque las fuerzas
obreras convocantes reclamaban el fin de la monarquía, la formación de un gobierno
provisional que convocara Cortes Constituyentes y el paso a un sistema republicano.
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La huelga tuvo una incidencia muy desigual pues apenas contó con el apoyo de los
campesinos. Se produjeron incidentes importantes en muchos puntos del país, como Madrid,
Barcelona, el País Vasco y Asturias, donde se llegó a paralizar la vida ciudadana. El gobierno
respondió con represión. La huelga fracaso, no logró contar con el apoyo de amplios sectores,
pero tuvo unas enormes consecuencias: debilitó aún más al régimen y radicalizó a la oposición.
En los años siguientes, el sistema político de la Restauración entró en una crisis definitiva.
Inestabilidad política
Desde 1918 se inician gobiernos de concentración que caracterizan el final del régimen.
Eran gobiernos inestables. En alguno de ellos participó la Lliga. Con esta colaboración en los
gobiernos Alfonso XIII abandona las posturas de izquierda atemorizada por la agitación social.
Al formar parte de estos gobiernos provocó una escisión en el nacionalismo catalán,
apareciendo grupos a su izquierda. En 1922 se crea Acció Catalana y Estat Catalá, este último
fundado por Francesc Maciá a favor de la independencia de Cataluña.
La conflictividad social
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declaró la huelga general. La patronal respondió con el cierre de empresas y la contratación de
bandas de pistoleros.
Los actos terroristas y la violencia callejera fruto del sangriento enfrentamiento entre
pistoleros de uno y otro bando, sumieron a Barcelona en una espiral de violencia. Entre 1919 y
1921 el pistolerismo provocó en Barcelona numerosas muertes. La aplicación de la “ley de
fugas” (provocar la evasión de un detenido para eliminarlo) agudizó también la tensión social.
Como represalia cinco anarquistas ponían fin a la vida del presidente del gobierno, Eduardo
Dato, ametrallado en Madrid (8 de marzo de 1921).
El desastre de Annual.
El panorama se agravó aún más con los sucesos de Marruecos, en el Rif, donde la
guerra seguía abierta. Francia acelera la carrera imperialista y hace saber a España que si no
ocupa su zona la ocupará ella. De manera precipitada se hacen los preparativos para concluir la
conquista pero las cabilas rifeñas de Abd-el-Krim conocen perfectamente el terreno y
desarrollan actos de hostigamiento al ejército español. La pésima actuación diseñada por la
comandancia española hizo que las tropas españolas quedaran aisladas en Annual, siendo
masacradas por el ejército irregular de Abd-el-Krim. Trece mil hombres perdieron la vida en
una acción tan desastrosa como poco honrosa. Para determinar las responsabilidades del
desastre de Annual se inició la instrucción de una investigación: el Expediente Picasso. Pero en
esto, se produjo el golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera.
Desde hacía tiempo varios grupos, sobre todo militares, estaban conspirando para
derrocar el gobierno liberal. Primo de Rivera, Capitán General de Barcelona, dio su golpe de
Estado en esa ciudad el 13 de septiembre de 1923. Sin derramamiento de sangre, dominó la
situación. El Gobierno, que no fue capaz de reaccionar, acudió al monarca para que tomara
cartas en el asunto; Alfonso XIII, finalmente, apoyó abiertamente al general sublevado, a
quien confió la tarea de formar gobierno. En tres días España dejó de ser una monarquía
parlamentaria y se convirtió en un régimen autoritario. El régimen de Cánovas había
desaparecido.
La implantación del Directorio Militar (nueva denominación del gobierno) fue aceptada
con satisfacción por la opinión pública, que presentía un seguro restablecimiento del orden;
pero fueron sobre todo una amplia burguesía y un amplio sector del movimiento obrero los
que apoyaron al nuevo régimen.
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El funcionamiento de toda la Administración quedó en manos del Ejército. A la vez,
tomó otras medidas urgentes: suspendió las garantías constitucionales, destituyó a los
gobernadores civiles de las provincias, disolvió las Cortes y, sin suprimirla, suspendió la
Constitución de 1876 como medio previo para arrasar a los partidos políticos, base hasta
entonces del sistema parlamentario. 1924, se creó un partido propio, la “Unión Patriótica”,
donde se daba cita la burguesía de comerciantes, industriales, terratenientes y antiguos
caciques. El partido duró lo que la Dictadura, y cumplió el papel de aportar el personal político
que necesitó la Dictadura.
Los nuevos ataques rifeños a las posiciones españolas en 1924 hicieron que Primo de
Rivera decidiera acabar con el conflicto. Un ejército potente, junto con el francés, desembarcó
en la bahía de Alhucemas en septiembre de 1925. Tras varias semanas de duras batallas, Abd-
el-Krim se entregó a las autoridades francesas para no ser prisionero del ejército español. El
gran éxito conseguido por Primo de Rivera fue político y popular.
Pero fueron dos fuerzas las que contribuyeron directamente a la caída de Primo de
Rivera: los intelectuales y el ejército de la Península. Los primeros, porque se vieron atacados
con la destitución de Unamuno como rector de la universidad de Salamanca, la clausura del
Ateneo de Madrid y el Proyecto de Reforma Universitaria. Los militares destinados en la
Península porque se encontraron con un Primo de Rivera favorable a los militares de
Marruecos.
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La crisis económica de 1929, aunque no afectó demasiado, tuvo repercusiones graves
en el comercio internacional y ralentizó el crecimiento en la década de los treinta. La
productividad agrícola aumentó pero siempre se mantuvo por debajo de la europea y el sector
minero experimentó una bajada en sus exportaciones. La balanza comercial española siguió
siendo deficitaria
El Pacto de San Sebastián, en agosto de 1930, reunió a varios grupos para tratar un
futuro cambio hacia la república. Pero es importante indicar que de este pacto se derivaron
dos líneas de acción complementarias: una revolucionaria, que llevó al fracasado
pronunciamiento militar de Jaca de diciembre de 1930, y otra política que, con una gran
campaña de prensa y mítines, lograría arruinar el prestigio de la monarquía.
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