Está en la página 1de 8

BLOQUE 9.

LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN Y LA


CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1902-1931)

9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas
políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.
9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España. La crisis de
1917 y el trienio bolchevique.
9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII.

1
9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las
fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.

Tras el desastre de 1898, el régimen de la restauración entró en una nueva fase que vino marcada por la
subida al trono de Alfonso XIII, al cumplir la mayoría de edad en 1902 y que finalizó en 1931 con la caída
de la monarquía y la proclamación de la Segunda República. De 1902 a 1923, España vive una situación de
permanente crisis política por la interacción de numerosos factores:
 La intervención del rey en la vida política y su implicación con ciertos sectores del ejército.
 La decadencia de los partidos dinásticos, consecuencia de las luchas internas tras la muerte de sus líderes
históricos: Cánovas y Sagasta.
 El progresivo debilitamiento del caciquismo. El aumento de la sociedad urbana, facilitó que otros partidos
(socialistas, republicanos y nacionalistas) ajenos al sistema turnista, obtuvieran representación
parlamentaria.
 El clima de violencia social en las principales ciudades y entre el campesinado andaluz, debido a las
condiciones de pobreza de gran parte de la población y a la mayor fuerza de las organizaciones obreras.
 El crecimiento y radicalización del nacionalismo catalán que consideraba insuficientes las reformas.
 El protagonismo creciente del ejército que, distanciado de los políticos desde el desastre del 98, quiere
recuperar el prestigio perdido en la guerra de Marruecos.

I. Los intentos de modernización y el regeneracionismo 1902-1914.


La primera etapa del reinado estuvo marcada por el espíritu regeneracionista que se había extendido tras la
crisis del 98, se trataba de revisar el sistema, modificándolo para adaptarlo a las nuevas realidades sociales y
políticas, pero sin afrontar realmente los problemas de España y sin democratizar el régimen “cambiar para
que nada cambie”.
El líder conservador, Antonio Maura: va a representar el reformismo autoritario “la revolución desde
arriba” para evitar la “revolución desde abajo”. Consideraba que el régimen debía reformarse desde el
gobierno para impedir el estallido de una revolución popular. Para ello toma una serie de medidas:
* Políticas: la reforma de la ley electoral (1907) intentó acabar con el caciquismo e incorporar a las clases
medias a la vida política. Para atraerse al nacionalismo moderado y ampliar su base social, preparó también
una ley que concedía más autonomía a los ayuntamientos y diputaciones y reconocía las regiones.
* Sociales: para afrontar los problemas sociales se establece el descanso dominical, la regulación de la
jornada laboral de mujeres y niños y la creación del Instituto Nacional de Previsión (el embrión del futuro
sistema de Seguridad Social), que establecía una pequeña pensión, conocida como “el retiro obrero”, a los
trabajadores en su jubilación a cambio de una cotización durante su vida laboral activa.
* Económicas: para reactivar la industria como la ley de protección de la industria nacional que suponían un
cierto intervencionismo estatal para el fomento de la industria.

El estallido de la Semana Trágica en Barcelona en 1909 puso fin al intento reformista de Maura. La fuerte
conflictividad social que vivía Barcelona, en la que se mezclaban reivindicaciones nacionalistas (la
publicación de un chiste antimilitarista en el semanario satírico catalán Cu-Cut, llevó a un grupo de militares
a asaltar la sede de la revista y a conseguir la aprobación de la Ley de Jurisdicciones por la que los delitos
contra el ejército quedaban bajo control de tribunales militares. Su derogación se convirtió en una
reivindicación clave que unió a los principales partidos nacionalistas), con la agitación social obrera, estalló
cuando el gobierno decidió enviar a un ejército que incluía a reservistas catalanes casados a Marruecos para
sofocar un incidente cerca de Melilla (el ataque a un grupo de obreros que construían un ferrocarril desde las
minas, llevó a Maura a aumentar el número de soldados con reservistas, algunos de cuyos regimientos
partían desde Barcelona. Al mismo tiempo, los rifeños derrotaron a las tropas españolas en el Barranco del
Lobo, ocasionando más de 1200 bajas).
La movilización de los reservistas fue el detonante. Se preparó una huelga general, convocada por
socialistas y anarquistas, a la que el gobierno respondió proclamando el estado de guerra. La situación de
violencia se generalizó y durante una semana –desde el 26 al 31 de julio- se mantuvo una situación de lucha:
barricadas, quema de conventos e iglesias, enfrentamientos con la policía, etc. El 31 de julio la insurrección
fue liquidada y se emprendió una represión dura y arbitraria: detenciones, procesos y condenas a muerte
2
como la del pedagogo anarquista Francisco Ferrer y Guardia que provocó una protesta nacional e
internacional. Las consecuencias fueron la dimisión de Maura, la constitución de la CNT y la alianza
electoral entre socialistas y republicanos, que permitió a Pablo Iglesias salir elegido diputado en 1910.
A partir de 1910 gobiernan los liberales, presididos por José Canalejas, que pone en marcha un importante
programa de reformas: se suprimen los impuestos de consumos, para aliviar la situación de las clases
populares, se establece el modifica el sistema de reclutamiento militar, poniendo fin a la “redención en
metálico”; y se aprueba la ley del Candado que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas,
volviendo a plantear el debate sobre la influencia de la iglesia en la sociedad y haciendo aflorar el
sentimiento anticlerical de buena parte de la izquierda y preparó una ley de Mancomunidades con las que
pretendía canalizar las reivindicaciones autonomistas catalanas. Pero estas reformas se vieron interrumpidas
por su asesinato, en 1912, por un anarquista. Tras su muerte, y como consecuencia de las divisiones dentro
de los dos grandes partidos entre los partidarios de los distintos candidatos y la ruptura del turno, se abrió
un periodo de inestabilidad política, que tuvo su punto álgido en la triple crisis de 1917, y que terminó
desembocando en la dictadura de 1923.

II. Las fuerzas de oposición al sistema.


Los republicanos eran el principal grupo de oposición política y su fuerza era importante en las zonas
urbanas. En 1903, para dar unidad al republicanismo, nace Unión Republicana, coalición que pretendía
agrupar a los diferentes grupos republicanos alrededor de Nicolás Salmerón. En 1908, se funda el Partido
Radical, anticlerical, antinacionalista, demagógico y de discurso muy violento e ideología ambigua liderado
por Lerroux. El Partido Reformista: republicano moderado, fundado en 1912 por Melquíades Álvarez tenía
entre sus filas a intelectuales como Ortega y Gasset. El agotamiento de la monarquía llevará a conservadores
como Miguel Maura y liberales como Alcalá Zamora a evolucionar hacia el republicanismo y fundar sus
propios partidos.
Los nacionalistas: El catalán era el nacionalismo de mayor relevancia en las primeras décadas del s. XX.
Estuvo dominado por la Lliga Regionalista, fundada en 1901 y liderada por Prat de la Riba y Cambó de
carácter conservador obtuvo victorias en las elecciones municipales. La izquierda catalanista tardó más
tiempo en organizarse y no tuvo un papel destacado hasta la creación en 1922, bajo la dirección de Francesc
Maciá, de Estat Catalá. El nacionalismo vasco está representado por el PNV fundado por Sabino Arana,
católico, conservador y xenófobo.
El socialismo: representado por el PSOE era un partido obrero liderado por Pablo Iglesias cuya
implantación, escasa a principios de siglo, fue aumentando en Madrid, Vizcaya y Asturias. Los
acontecimientos de la Semana Trágica les llevaron a unirse con los republicanos para presentarse a las
elecciones. Esa alianza permitió que Pablo Iglesias fuera elegido diputado en 1910 y el socialismo se
convirtió en una fuerza parlamentaria.
El anarquismo muy extendido en las zonas industriales de Cataluña y entre el campesinado andaluz y
extremeño. Los partidarios de la acción sindical y la huelga general como instrumento revolucionario fundan
el sindicato Solidaridad Obrera (1907) que será sustituido por la Confederación Nacional del Trabajo CNT
en 1910, de tendencia anarcosindicalista y contraria a la línea terrorista. En 1927 surgiría la Federación
Anarquista Ibérica, la FAI.

3
9.2. ALFONSO XIII. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera
Guerra Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.

La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el regeneracionismo. La muerte de
Canalejas en 1912 pondría fin al intento y abriría una etapa de inestabilidad política que llevaría hacia la
dictadura de Primo de Rivera en 1923.
I. Crisis y quiebra del sistema de la Restauración: 1914-1923.
En 1914 estalló la I Guerra Mundial, y aunque el conservador Eduardo Dato declaró la neutralidad de
España la sociedad española se dividió en su apoyo a uno y otro bando. La neutralidad supuso un estímulo
económico al incrementarse de forma espectacular las exportaciones de productos industriales y agrarios a
los países en guerra lo que favoreció el crecimiento industrial y la acumulación de capitales. Pero también
provocó un fuerte aumento de los precios que perjudicó a las clases populares cuyas condiciones de vida
empeoraron y, al terminar la Guerra, el cierre de fábricas aumentó el paro y la conflictividad social. El
empobrecimiento de importantes sectores de la población coincidía con el enriquecimiento de los
empresarios por la guerra lo que aumentó las diferencias sociales.

En 1917 se produce una crisis generalizada en la que se vieron implicados los militares, los partidos al
margen del turno dinástico y las organizaciones obreras. Van a coincidir en el tiempo tres conflictos:
 La protesta militar: la pérdida de poder adquisitivo de los sueldos, el exceso de oficiales y el
enfrentamiento entre militares “africanistas”, partidarios de los ascensos por méritos de guerra –más
rápidos- y los “peninsulares”, que defendían los ascensos por antigüedad generaron un descontento que
desembocó en la formación, en junio, de las llamadas Juntas Militares de Defensa, asociaciones de
militares de (una especie de sindicato militar ilegal) que se oponían el ascenso por méritos de guerra y que
reclamaban un aumento salarial ante la subida de los precios. El apoyo de Alfonso XIII a sus pretensiones
fue determinante y el gobierno tuvo que aceptar sus peticiones, aprobando la Ley de ejército que recogía la
subida de sueldos y la regulación de los ascensos. El ejército reclama un papel protagonista ante la ineptitud
y corrupción de los políticos, los nacionalismos separatistas y la agitación obrera.
 La crisis política o parlamentaria: en julio la incapacidad el gobierno de garantizar unas elecciones
limpias provocó las quejas de los parlamentarios y el gabinete liberal de Romanones decidió cerrar las
Cortes. Ante la negativa del gobierno a reabrirlas, la Lliga Regionalista, secundada por republicanos y
socialistas convocó una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona que exigía la formación de un Gobierno
provisional, la reforma del sistema político, una nueva Constitución que sustituyera a la de 1876 y la
concesión de un régimen de autonomía para Cataluña. La Asamblea fue disuelta por la Guardia Civil y el
movimiento parlamentario no tuvo continuidad.
 La huelga general revolucionaria: la CNT y la UGT habían preparado una huelga general para protestar
contra el gobierno y el deterioro del nivel de vida de los trabajadores. La huelga se inició el 19 de julio,
antes de lo previsto, ya que una huelga de ferroviarios en Valencia precipitó los acontecimientos y adquirió
un carácter revolucionario porque las fuerzas obreras convocantes reclamaban la formación de un gobierno
provisional que convocara Cortes y el fin de la monarquía. Sólo tuvo éxito en Madrid, Barcelona, País
Vasco y Asturias. El ejército aplastó el movimiento, presentándose como la garante del orden, pero aunque
la huelga fracasó en sus objetivos, debilitó aún más al régimen y radicalizó a la oposición.

Entre 1917 y 1923 se produjo la crisis final del sistema. Los dos grandes partidos se fragmentaron de forma
que era muy difícil formar mayorías parlamentarias y los gobiernos que se sucedieron fueron cortos, débiles
e inestables. El sistema era incapaz de integrar a las nuevas fuerzas sociales y políticas y el rey, temeroso de
la radicalización social, se inclinaba a apoyar a los militares frente al poder civil. La crisis política se agravó
por el aumento de la conflictividad social favorecido por la depresión económica que sobrevino tras el fin
de la Primera Guerra Mundial. Las organizaciones obreras incrementaron de forma importante sus afiliados
y las huelgas se sucedieron. En Barcelona, entre 1919 y 1923, el enfrentamiento entre la patronal catalana y
las diversas organizaciones obreras fue de una gran violencia. A las huelgas, sabotajes y atentados
organizados por los obreros, sobre todo anarquistas, los patronos respondían con el cierre de las empresas
(lock-out) y la contratación de pistoleros para asesinar a dirigentes obreros y sindicales. Por su parte las
autoridades civiles y militares aplicaban, en apoyo de la patronal, la ley de fugas, que ofrecía la base legal
4
para disparar a cualquier detenido. El clima de violencia se pone de manifiesto en atentados y asesinatos
como el de Eduardo Dato y el anarquista Salvador Seguí.
Por otra parte, en el campo andaluz, los levantamientos campesinos eran constantes y sangrientos, es lo que
se ha denominado, “el trienio bolchevique” debido a la influencia que tuvo la Revolución de 1917 en Rusia
sobre el movimiento obrero en el resto de Europa al hacer realidad el sueño de una revolución obrera que
promete construir una sociedad sin clases y sin propiedad. Los campesinos de la mitad sur de España,
cansados de esperar una reforma agraria que no llegaba iniciaron una movilización que se tradujo en
ocupaciones de fincas, huelgas y creación de organizaciones obreras en los pueblos que intentaban hacer
realidad el sueño anarcosindicalista. Fue la CNT la que canalizó las ansias revolucionarias de los jornaleros,
ya que tanto el PSOE como la UGT habían moderado su discurso y comenzaban a pactar con el sistema.

II. La intervención en Marruecos.


La presencia de Francia en el norte de África, suscitaba recelos en Gran Bretaña y Alemania. La
Conferencia de Algeciras, 1906, creó un protectorado franco-español en Marruecos. A España le
correspondió el territorio de El Rif, una zona montañosa en el norte, donde las tribus bereberes (Cabilas)
rifeñas oponían una fuerte resistencia al control español y los conflictos eran constantes. Dado que Francia
apenas tardó en hacer efectiva su ocupación, España se vio obligada a hacer lo propio sin la preparación
necesaria. El mantenimiento de este protectorado era costoso y provocaba un fuerte descontento popular por
los reclutamientos forzosos para una guerra que solo interesaba a las compañías que explotaban las minas de
hierro y a un sector del ejército que veía en ella la oportunidad de recuperar el prestigio perdido tras el
desastre del 98 y un medio de ascenso.
Finalmente será la Guerra de Marruecos, que ya había provocado la “Semana Trágica” en 1909 y la caída de
Maura por la movilización de los reservistas tras la derrota del “Barranco del Lobo”, la que precipitó la
quiebra del sistema. En la zona oriental del protectorado, en torno a Melilla, las tribus rifeñas hostigaban al
ejército español, formado por tropas inexpertas, desmotivadas y desconocedoras del terreno, de forma
permanente. Para dirigir el ejército de la zona se nombró al general Silvestre (amigo del rey) que, de forma
imprudente y sin consultar con sus superiores (el general Berenguer), se alejó demasiado de Melilla para
atacar a las tribus rebeldes, el ejército español fue cercado por el caudillo rifeño Abd-el-Krim en Annual. La
retirada en desbandada hacia Melilla se saldó con más de 13.000 muertos y se puso en peligro todo el
protectorado al perderse posiciones que había costado muchos años conseguir. Fue el desastre de Annual.
La derrota y la tragedia, que el gobierno trató de ocultar, provocó una gran conmoción pública: críticas al
rey, desprestigio y división del ejército y oposición del PSOE y los republicanos a la presencia española en
Marruecos. Las Cortes abrieron una comisión de investigación dirigida por el general Picasso para
determinar las responsabilidades del ejército, del gobierno y del propio Alfonso XIII, pero el Expediente
Picasso no llegó a hacerse público porque el 13 de septiembre el Capitán General de Cataluña, Miguel
Primo de Rivera, de acuerdo con el rey, lanzaba un manifiesto al país proclamando el estado de guerra en
1923. El rey se negó a destituir a los sublevados y el gobierno dimitió. Alfonso XIII entregó el poder a
Primo de Rivera que establecerá una dictadura militar.

5
9.3. La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII.

En 1923 la sociedad española y la vida política se encontraban en una situación de crisis insostenible, que
se arrastraba desde 1917. Las razones que justificaban la necesidad de cambiar la situación eran:
- La sucesión de gobiernos ineficaces y su desprestigio como consecuencia del continuo fraude electoral y
de la corrupción política.
- Las divisiones internas de los partidos dinásticos y los mejores resultados electorales de republicanos y
socialistas que provocó la alarma de la oligarquía.
- La fuerza y radicalización del movimiento obrero, muy influido por la revolución bolchevique, que hacía
temer a las clases acomodadas el triunfo de una revolución social.
- Las consecuencias del desastre de Annual que había afectado al ejército: en el Expediente Picasso se
exigían responsabilidades a los militares por la derrota y las responsabilidades llegaban hasta Alfonso XIII.
El ejército se quejaba también de la falta de medios para vengar la humillación de Marruecos.
- El auge del nacionalismo, visto con recelo por conservadores y militares.

El 13 de septiembre de 1923 el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera dio un golpe de
estado en Barcelona: declaró el estado de guerra y exigió que el poder pasara a manos de los militares.
Miguel Primo de Rivera justificó su actuación por el estado de caos en el que estaba sumido el país y la
incapacidad de los políticos para resolverlo. Su objetivo era limpiar el país de caciques, acabar con la
rebelión social y con la amenazas a la unidad nacional. El golpe de Estado recibió el apoyo del rey, el
ejército, la Iglesia y la burguesía. El gobierno dimitió y el rey encargó formar gobierno a Primo de Rivera,
ligando así su destino al de la dictadura. España dejó de ser una monarquía parlamentaria y se convirtió en
un régimen autoritario que duró siete años, en los que se sucedieron dos etapas: el Directorio Militar (1923-
1925) y el Directorio Civil (1925-1930). El primero se presentaba como un régimen transitorio, “un
paréntesis de curación” para restaurar el orden y solucionar los problemas del país. El directorio civil
pretendió la institucionalización del régimen y mostró un mayor interés por cuestiones económicas y
sociales.
I. El Directorio Militar (1923-1925)
El primer gobierno, formado exclusivamente por militares, se denominó Directorio Militar, estaba presidido
por Primo de Rivera que reunía todas las facultades, iniciativas y responsabilidades de gobierno, contando
con el apoyo del rey en todas sus resoluciones. No hubo oposición popular al golpe de estado, el dictador se
presentaba como el “cirujano de hierro” que reclamaba Joaquín Costa para regenerar la vida nacional y la
actitud hacia la dictadura fue favorable, o al menos pasiva; se pensaba que iba a poner fin a un sistema que
se había demostrado incapaz de resolver los problemas del país.
Las primeras medidas fueron:
- la suspensión del régimen constitucional y la disolución de las Cortes, acompañado de una rígida censura
de prensa.
- Sustitución de los gobernadores civiles por militares y la disolución de los ayuntamientos.
- Fuerte centralismo: se suprimió la Mancomunidad catalana, ser prohibió la bandera catalana y el uso
público del catalán.
- Restablecimiento del orden público: Se prohibieron las manifestaciones y las huelgas así como la actividad
de partidos y sindicatos, lo que redujo rápidamente el número de atentados y conflictos laborales. En
Cataluña se creó el Somatén, una milicia formada por civiles voluntarios armados para mantener el orden
público,
- Creación de la Unión Patriótica (1924), partido oficial de la dictadura en el que Primo de Rivera intentaba
agrupar a todos aquellos políticos que apoyaban su régimen con el fin de devolver progresivamente el poder
a los civiles. No tenía una ideología definida.

El éxito de los primeros años de la dictadura fue acabar con la guerra de Marruecos. Primo de Rivera
inició la retirada de tropas del Protectorado por los enormes gastos que acarreaba y por el rechazo popular.
Pero en 1925, ante un ataque de Abd-el-Krim a la zona de soberanía francesa, se decidió la acción conjunta
franco-española. Los españoles desembarcaron en la bahía de Alhucemas al mismo tiempo que los franceses
atacaban desde Fez. El líder magrebí quedó acorralado y vencido lo que supuso la pacificación del
Protectorado que quedó definitivamente ocupado en 1927. Estas operaciones consolidaron la fuerza e
6
influencia de los cuerpos militares establecidos en el Rif (Legión, Regulares…) y de sus generales (Franco,
Sanjurjo…). El gran éxito popular que le acarreó esta victoria, animó a Primo de Rivera a institucionalizar el
régimen.
II. El Directorio Civil (1925-1930)
En Diciembre de 1925, un gobierno civil, presidido por Primo de Rivera, sustituyó al Directorio Militar.
Para dar forma al nuevo régimen se inspiró en el fascismo italiano, pero su objetivo no era crear un estado
totalitario y el carácter fascista del régimen fue muy superficial. En 1927 convocó una Asamblea Nacional
Consultiva, en sustitución del Parlamento, compuesto por miembros de la Unión Patriótica, funcionarios de
la administración y representantes sociales nombrados por el gobierno, para redactar una ley fundamental
que hiciera el papel de Constitución de la dictadura y legitimarla pero no llegó a entrar en vigor.
La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional, “los felices 20” y puso en marcha
un programa de desarrollo de la economía española en el terreno industrial y de infraestructuras, aunque
apenas se ocupó del problema agrario. Se inició una política económica caracterizada por el fuerte
intervencionismo estatal:
- Se crearon monopolios estatales como CAMPSA y Telefónica.
- Se aplicaron medidas proteccionistas como el aumento de los aranceles a las importaciones y la regulación
de mercado, limitando artificialmente la competencia.
- Se realizó un ambicioso plan de obras públicas para favorecer el desarrollo industrial, construyendo
carreteras, pantanos, regadíos, ferrocarriles, etc.
- Se concedieron ayudas estatales a las empresas en sectores industriales donde era necesaria una fuerte
inversión que la clase empresarial española era incapaz de afrontar.

Aunque a corto plazo esta política favoreció el desarrollo industrial, eliminó el paro y ayudó a la paz social,
a la larga generó una enorme deuda pública. La llegada de la Gran Depresión (1929) con la caída del
comercio exterior, la inflación y el aumento del paro demostraron que los éxitos de la política económica de
la dictadura habían sido coyunturales.
En política social, se pretendía, como en el fascismo italiano, eliminar los conflictos laborales mediante la
intervención del Estado, integrando a los sectores moderados del movimiento obrero y reprimiendo a los
más radicales. Para ello se creó la Organización Corporativa Nacional, con representación de obreros y
empresarios, pero bajo control estatal, que se ocuparía de la negociación entre patronos y trabajadores. Sus
objetivos eran fijar el salario mínimo, las condiciones de trabajo, etc. El sindicato UGT se prestó a colaborar
en un principio, aunque más tarde se retiró, y la CNT se negó a participar.
La oposición al régimen fue aumentando con el paso del tiempo, abarcando un abanico político cada vez
mayor:
- Los republicanos fundaron la Alianza Republicana en la que se unieron los diversos partidos republicanos
e iniciaron una campaña en el exterior contra la dictadura.
- Los nacionalistas catalanes se movilizaron contra el centralismo.
- Intelectuales como Unamuno, Ortega y Gasset, Azorín, Blasco Ibáñez, etc. manifestaron públicamente su
oposición a la dictadura. La oposición universitaria fue tan grande que la Universidad de Madrid se cerró en
1929.
- La UGT y el PSOE abandonaron su apoyo al régimen a partir de 1929. La CNT, siempre contraria al
régimen, fue perseguida y los anarquistas partidarios de las posturas más radicales crearon la Federación
Anarquista Ibérica (FAI) en 1927.

III. El hundimiento de la monarquía (1930-1931)


La creciente oposición al dictador se intensificó cuando el rey y su grupo se convencieron de que la
dictadura era un peligro para la permanencia de la monarquía. Al carecer del apoyo del rey y tampoco contar
con el del ejército (existieron pronunciamientos en su contra como la Sanjuanada), Primo de Rivera
presentó su dimisión el 27 de enero de 1930 y Alfonso XIII nombró Jefe de Gobierno al general Berenguer,
con el objetivo de celebrar elecciones para volver al régimen constitucional del 1876. Se inicia así la llamada
“Dictablanda”, pero el gobierno y la monarquía carecían ya de credibilidad y el republicanismo avanzó
incluso entre los políticos tradicionalmente monárquicos (Maura funda el Partido Republicano Conservador
y Niceto Alcalá Zamora el Partido Republicano Progresista), entre los nacionalistas, el movimiento obrero,
los intelectuales y gran parte del ejército.
7
La oposición republicana se organizó: republicanos, catalanistas y socialistas firmaron el Pacto de San
Sebastián en agosto de 1930, para presentarse de forma conjunta a las elecciones y se creó un Comité
Revolucionario, presidido por Alcalá Zamora. Para que actuara como Gobierno Provisional de la futura
república.
En diciembre de 1930 se sucedieron sublevaciones militares republicanas, primero en Jaca y luego en Cuatro
Vientos que fracasaron por falta de coordinación. Los miembros del Comité Revolucionario fueron
detenidos y encarcelados, pero una ola de protestas, huelgas y manifestaciones sacudió todo el país.
Berenguer, dimitió el 14 febrero de 1931 y fue sustituido por el almirante Aznar que, como primer paso
para volver al sistema constitucional, convocó elecciones, empezando por las municipales. Alfonso XIII se
había comprometido excesivamente con la dictatura y las elecciones se presentaron como un plebiscito a
favor o en contra de la monarquía
Las elecciones municipales se celebraron el 12 de abril de 1931, aunque salieron elegidos más concejales
monárquicos que republicanos, éstos ganaron en cuarenta y cinco de cincuenta capitales de provincia así
como en las zonas mineras e industriales. Muchos ayuntamientos al conocer los resultados proclamaron la
República; como reconoció el propio Aznar, “el país se había acostado monárquico y se levantó
republicano”. Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931, escribió una carta en la que comunicaba su abdicación y
su marcha de España. La II República fue proclamada al día siguiente, el 14 de abril.

También podría gustarte