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TEMA 14.

ALFONSO XIII Y LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN (1902-1931)

1. LA PRIMERA PARTE DEL REINADO DE ALFONSO XIII Y LOS PROYECTOS DE


REGENERACIONISMO POLÍTICO.

A partir de 1898 comenzó un proceso de crisis y descomposición del sistema


canovista que coincide prácticamente con el reinado de Alfonso XIII, que ascendió
al trono en 1902.

La pérdida de las últimas colonias produjo una profunda conmoción social. Se tomó
conciencia de los defectos y carencias de una España pobre, atrasada en el contexto
de las nuevas naciones europeas. Surgió un sentimiento de autocrítica y un deseo
de cambio y renovación, el regeneracionismo, que fue a la vez un movimiento
político, económico y cultural. Este espíritu estuvo representado por la generación del
98, integrado por un grupo de intelectuales como Azorín, Unamuno, Vallé-Inclán,
Joaquín Costa, Pío Baroja, etc., que criticaron la ignorancia y la desidia de los
españoles y sus gobiernos. Pensaban que la solución a estos males pasaba por la
modernización del país en todos los órdenes.

1. Los principales problemas del sistema.

Retraso económico. Seguía siendo evidente el atraso de España con respecto a


otros países: el 70% de la población activa trabaja en el campo, concentración de la
propiedad de la tierra, sobre todo en las regiones del sur, los recursos mineros
estaban en manos de empresas extranjeras, etc.

Problemas políticos. El caciquismo y el falseamiento electoral eran la base del


problema, así como la estructura de los partidos políticos, basados en redes
clientelares y alejadas de los problemas de la sociedad. Las desapariciones de
Cánovas (1897) y Sagasta (1903) provocaron una crisis de liderazgo en los partidos
del turno, con lo que la inestabilidad gubernamental fue constante.

Problemas sociales. A comienzos del siglo XX el movimiento obrero experimentó un


importante crecimiento, debido a las malas condiciones laborales. Aumentaron las
afiliaciones a UGT y el PSOE obtuvo su primer diputado en Cortes (1910). Los
anarquistas desarrollaron una doble vía: los que querían influir dentro del sistema
fundaron el sindicato CNT (Confederación Nacional del Trabajo) en 1910, y los que
eligieron la vía violenta para acabar con el sistema continúan con atentados
terroristas (asesinato de Canalejas en 1902, asesinato de Eduardo Dato en 1921,
atentados contra Alfonso XIII,…). Por otro lado, resurgió el anticlericalismo, pues los
partidos republicanos y el partido socialista consideraban que la modernización debía
estar unida a la secularización de la sociedad española. Otros problemas son el
elevado analfabetismo, la ignorancia y el bajo nivel de formación.

Problema regionalista. Los regionalismos apostaban porque la regeneración de


España pasaba por otorgar mayor capacidad administrativa a las regiones. En
1905 se produjo una de las peores crisis del reinado. La tensión entre militares y el
catalanismo estalló cuando un grupo de oficiales asaltó los talleres de la revista
satírica Cu-cut y la redacción de La Veu de Catalunya, acusando a estas publicaciones
de atacar al ejército. Bajo la presión de los militares, el gobierno aprobó, en 1906, la
ley de jurisdicciones, por la que los delitos contra el ejército y la patria serían
juzgados por militares. Esta ley mostró la creciente injerencia del ejército en política.
Los diputados catalanes en Madrid se opusieron a esta norma y este rechazo
germinó en la confluencia de intereses entre la Lliga Regionalista, los carlistas
catalanes y los republicanos nacionalistas y federalistas, que se plasmó en la
creación de Solidaritat Catalana que en las elecciones generales de 1907 consiguió
41 escaños de los 44 reservados a Cataluña. Desde ese momento el panorama
político catalán estuvo dominado por los partidos catalanistas.

2. Maura y el regeneracionismo conservador.

Maura, líder del Partido Conservador, inicia su “revolución desde arriba” en el


llamado “gobierno largo” (1907-1909). Emprende reformas para evitar una
revolución social (“revolución desde abajo”). Las principales actuaciones consistieron
en:

● Ley de Reforma electoral de 1907, cuyo objetivo era eliminar el fraude.


● Proyecto de ley de administración local que contemplaba una mayor
autonomía para las corporaciones locales y provinciales. El objetivo era
satisfacer las aspiraciones autonomistas de Cataluña. Pero la oposición de
liberales, republicanos y conservadores hizo que no fuera aprobada por el
Parlamento.
● Política económica de intervención estatal y de protección y fomento de
la industria nacional.
● Medidas sociales como la creación del Instituto Nacional de Previsión en
1908 (antecedente de la Seguridad Social), la ley de descanso dominical y la
legalización de la huelga.

3. Marruecos y la Semana Trágica de 1909.

Tras el desastre del 98, España intentó recuperar el prestigio nacional maltrecho.
Por ello, Marruecos fue el eje de la política exterior del primer tercio del siglo XX.

En la Conferencia de Algeciras de 1906 Francia y España fijaron sus respectivas


zonas de influencia. A España le correspondía la zona norte, cuya pieza esencial era
el Rif. Esto obligó al gobierno español a incrementar el contingente de tropas y
acometer campañas militares para someter el territorio, asegurar la explotación de
las riquezas mineras y proteger la construcción del ferrocarril hasta Melilla.

En julio de 1909 se produjeron graves enfrentamientos entre las tropas españolas


y los rifeños. El gobierno decidió enviar refuerzos peninsulares y movilizó a los
reservistas, en su mayoría hombres casados y con hijos.

El embarque de las tropas en Barcelona, el 18 de julio de 1909, desencadenó un


movimiento de protesta contra la guerra, muy impopular desde Cuba y más aún
porque se libraban de ir quienes podían pagar una cantidad en metálicos. El
republicanismo más radical y anticlerical, los socialistas y los anarquistas
promovieron una huelga general contra la guerra que comenzó en Barcelona el 26
de julio.

La emboscada en el Barranco del Lobo, con numerosas bajas de soldados


españoles, encendió más la huelga, que degeneró una revuelta espontánea y
caótica, conocida como la Semana Trágica de Barcelona. Grupos armados
levantaron barricadas y se enfrentaron a las fuerzas del orden. El fuerte sentimiento
anticlerical desembocó en el incendio de iglesias y conventos. Se declaró el estado de
guerra y se enviaron refuerzos militares.

El gobierno reprimió con dureza la revuelta. Se celebraron juicios militares


sumarísimos en aplicación de la ley de jurisdicciones y hubo 17 condenas a muerte
de las cuales se ejecutaron cinco. Entre ellas las de Francisco Ferrer Guardia, un
pedagogo, anarquista y anticlerical, que fue acusado sin pruebas, de ser responsable
de la rebelión. Su fusilamiento produjo un gran escándalo internacional.
Liberales y republicanos exigieron la destitución de Maura. Alfonso XIII, temeroso de
que la situación dañase la imagen de la monarquía, forzó su dimisión.

4. Canalejas y el regeneracionismo liberal.

José Canalejas, del Partido Liberal, emprendió el intento más importante de


regeneración del sistema para lograr su progresiva democratización y ampliar sus
bases sociales. Sus principales reformas fueron:

● Trató de conseguir la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad


religiosa y el fin del monopolio religioso de la educación y la implantación de
una enseñanza laica (para negoció con la Santa Sede). En 1910, aprobó la
ley del candado que prohibía el establecimiento de nuevas órdenes religiosas
en España.
● Reformas sociales que mejoraron las condiciones de vida y de trabajo de las
clases humildes, como: se suprime el impuesto de consumos (que gravaba
productos de primera necesidad), reducción de la jornada laboral, la ley de
accidentes de trabajo o la prohibición del trabajo nocturno de la mujer.
● La ley de reclutamiento que establecía el servicio militar obligatorio,
suprimiendo la redención en metálico (acabando con la impopularidad del
sistema de reclutamiento de épocas anteriores).
● Respecto a las demandas descentralizadoras del catalanismo de la Lliga, logró
que las Cortes aprobasen la ley de mancomunidades en 1912.
En 1912 Canalejas fue asesinado con lo que muchas de estas reformas quedaron
frenadas. Le sucedió Romanones, que tuvo problemas con su partido por el asunto de
las Mancomunidades, por lo que el rey llamó de nuevo a los conservadores que con
Dato recuperaron el poder.

2. LA CRISIS DEL PARLAMENTARISMO; LA NEUTRALIDAD EN LA PRIMERA


GUERRA MUNDIAL.

La desunión de los dos grandes partidos, en los que no existía ninguna figura capaz
de obtener un gran respaldo, dificultó la gobernabilidad del país. Esto condujo a una
gran inestabilidad, especialmente a partir de 1917, a un bloqueo parlamentario
continuo y a la casi permanente suspensión de las Cortes.

1. La neutralidad en la Primera Guerra Mundial.


Esta segunda etapa del reinado de Alfonso XIII coincide con el estallido de la I Guerra
Mundial, en la que España se declaró neutral. La opinión pública se dividió entre
aliadófilos (partidarios de Francia y Reino Unido), principalmente liberales y
progresistas, y germanófilos (partidarios de los imperios centrales), formado por
grupos más conservadores.

Esta neutralidad proporcionó a España un crecimiento espectacular de la demanda


exterior de productos agrarios e industriales por parte de los países contendientes.

Mientras la burguesía industrial y financiera se enriquecía con los beneficios


extraordinarios de la guerra, las clases trabajadoras sufrían un fuerte descenso de
su nivel de vida, a pesar del alza de los salarios, por la escasez y por la subida
vertiginosa de los productos de primera necesidad. Más grave aún fue la repercusión
en las zonas agrarias, donde se acentuó la precaria situación del campesinado.

Esta situación agravó las diferencias sociales de la época y provocó una gran
agitación social y el auge del movimiento obrero, intensificando el número de
huelgas organizadas por la UGT y la CNT.

2. La crisis de 1917.

En 1917 se produce en verano la confluencia de tres crisis: de tipo militar, político y


social que desestabilizaron la situación política.

La crisis militar. Uno de los factores que explican el malestar de los militares fue el
proyecto de reforma militar, que pretendía modernizar el ejército mediante una
reducción del excesivo número de oficiales, cuyos salarios absorbían gran parte del
presupuesto. Otro motivo era el sistema de ascensos, en su mayoría por méritos de
guerra, lo cual favorecía a los militares que servían en África frente a los peninsulares.
A esto se unía la precariedad de su situación económica por la elevada inflación de
la época.

El conflicto surgió entre los jóvenes oficiales peninsulares de los cuerpos de ingenieros
e infantería, que exigieron el establecimiento de la “escala cerrada”, es decir, que
los ascensos fuesen por rigurosa antigüedad.

El descontento cristalizó en la formación de Juntas de Defensa, que se extendieron a


todo el ejército, con una clara orientación sindical. En junio de 1917 presentaron un
ultimátum al gobierno conocido como el manifiesto de las Juntas. En el largo pulso
entre el gobierno y las Juntas, estas, con el apoyo del rey, lograron imponer sus
demandas.
La crisis política. Cambó, líder de la Lliga, tomó la iniciativa. Ante la suspensión de
las garantías constitucionales, la imposición de la censura de prensa y el cierre de las
Cortes decretado por el gobierno conservador de Dato, convocó a todos los senadores
y diputados españoles a una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona en julio de
1917.

La Asamblea acordó la formación de un gobierno provisional, la celebración de


Cortes constituyentes que reformasen la constitución en sentido descentralizador y
aprobasen la autonomía para Cataluña. Pero contó con un reducido apoyo de los
grupos políticos (solo asistieron unos 70 parlamentarios de un total de 760, en su
mayoría republicanos y socialistas). El gobierno la declaró ilegal y fue disuelta por
orden de Dato mediante la ocupación militar de Barcelona.

La crisis social. La UGT y la CNT declararon la huelga general en agosto de 1917,


cuyo objetivo era protestar por el incremento de los precios de los alimentos básicos,
aunque podía desembocar en una revolución que derrocara al régimen e implantara
una república democrática. La acción sindical se desarrolló en los centros urbanos
industriales (Cataluña, País Vasco, Asturias, Madrid) y en el campo andaluz.

El ejército cumplió la orden de disparar contra los obreros, y se produjeron 71 muertos


y 2000 detenidos en todo el país. Los miembros del comité de huelga (Julián
Besteiro y Largo Caballero) fueron detenidos y condenados a cadena perpetua, que
no llegaron a cumplir, pues al año siguiente salieron elegidos diputados.

3. Inestabilidad política y social hasta el desastre de Annual (1917-1921)

Tras la crisis de 1917 culminó la descomposición de los partidos dinásticos. Su


fraccionamiento acabó con el turno, una de las bases de la estabilidad del sistema.
Esto dificultó la formación de gobiernos con mayorías parlamentarias y acentuó la
inestabilidad política. Entre 1917 y 1923 hubo once gobiernos.

Entre 1917 y 1918 tienen lugar los llamados gobiernos de concentración en los que
participaron las distintas facciones en las que se hallaban divididos tanto el Partido
Conservador como el Liberal, e incluso regionalistas de la Lliga.

En los años sucesivos se formaron gobierno débiles que, con frecuencia,


recurrieron a medidas excepcionales, como el cierre de las Cortes, la suspensión de
las garantías constitucionales y el recurso al ejército para la represión de los conflictos,
lo que acentuó el desprestigio del sistema.
Por otro lado, la crisis social agudizada por la recesión económica de la posguerra y
el influjo de la revolución rusa de 1917, favoreció el crecimiento de los sindicatos y
radicalizó las posturas de las clases trabajadoras.

En Andalucía, los campesinos que secularmente se habían rebelado contra el sistema


de propiedad latifundista, y cuyas miserables condiciones de vida se habían agravado
con la guerra, intensificaron sus movilizaciones a partir de 1918, dando lugar al
llamado “trienio bolchevique” (1918-1920).

Por primera vez, la tradicional revuelta campesina dejó paso a un movimiento


sindical dirigido por los dos grandes sindicatos, la CNT y la UGT. Muchos municipios
andaluces y extremeños llegaron a estar controlados por los comités de huelga y se
procedió a la ocupación y el reparto de tierras. El gobierno actuó con dureza y
declaró el estado de guerra con la consiguiente represión, que puso fin en 1920 a esta
revolución social.

Pero el momento más álgido de la conflictividad social se alcanzó en Barcelona


en 1919 con la huelga en la Canadiense (empresa eléctrica). Por su duración, 44
días e intensidad, dejó prácticamente paralizada la ciudad y la producción que
dependía de la electricidad.

Con la mediación del gobierno, se alcanzó un acuerdo por el que los despedidos
fueron readmitidos, se aumentaron los salarios y se consiguió la jornada laboral de
ocho horas. Sin embargo, un conflicto, laboral en su origen, derivó en una auténtica
“guerra social”, cuando la patronal y las autoridades militares se negaron a liberar
a los detenidos, y la CNT declaró la huelga general. La patronal respondió con el
cierre de empresas y la contratación de bandas de pistoleros, y contó con la
colaboración de los sindicatos libres en su empeño para eliminar el
anarcosindicalismo.

Los actos terroristas y la violencia callejera, fruto del sangriento enfrentamiento entre
pistoleros de uno y otro bando, sumieron a la ciudad en una espiral de violencia entre
1919 y 1921. El gobierno declaró el estado de guerra, suspendió las garantías
constitucionales y cedió el orden público a los militares. Nombró al general
Martínez Anido gobernador civil de Barcelona, quien impuso la represión militar y
el terrorismo policial mediante la aplicación de la “ley de fugas”, por la que los
sindicalistas detenidos eran asesinados alegando que intentaban escapar.

4. El desastre de Annual (1921).


El desastre de Annual fue el punto culminante de los problemas del momento. Desde
la firma del Tratado de Fez de 1912 entre España y Francia, se había establecido un
protectorado hispano-francés sobre Marruecos. A España le había correspondido la
zona con tribus más belicosas (zona del estrecho de Gibraltar y cordillera del Rif). Esto
obligaba a mantener un numeroso ejército en Marruecos, prolongando una guerra
desde hacía años.

En 1920 el general Silvestre, alentado por el rey, inicia una arriesgada ofensiva con
el propósito de ocupar la región del Rif y llegar hasta Alhucemas, donde se
refugiaban los rebeldes liderados por Abd-el-Krim. La estrategia militar fue un fracaso
y los rifeños, con Abd-el-Krim a la cabeza, rodearon por sorpresa a los españoles
cerca de la aldea de Annual, ocasionando más de 10.000 bajas (incluido Silvestre).
Se perdió toda la zona que había sido ocupada durante años con grandes esfuerzos.

La derrota creó un clima de malestar en la opinión pública española. Tuvo graves


consecuencias políticas y fue una de las causas del fin del régimen parlamentario. La
exigencia de responsabilidades forzó al gobierno a nombrar una comisión
presidida por el general Picasso para delimitar las culpabilidades militares. El envío
del Expediente Picasso (1922) a las Cortes abrió también el debate de las
responsabilidades políticas. Los socialistas comienzan a señalar al rey como
responsable del desastre.

El gobierno de concentración liberal de García Prieto aceptó la formación de una


comisión de responsabilidades políticas para dirimir las acusaciones contra los
militares, los políticos y el rey. Pocos días antes de que el informe elaborado por la
comisión llegase a las Cortes, se produjo el golpe de Estado del general Primo de
Rivera.

3. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA. LOS


PROBLEMAS ECONÓMICOS.

La derrota de Annual (1921) provocó un clima de malestar en la opinión pública


española. La exigencia de responsabilidades forzó al gobierno a nombrar una
comisión para dirimir las culpabilidades militares y políticas (Expediente Picasso).
Los socialistas comienzan a señalar al rey como responsable del desastre.

El 13 de septiembre de 1923 (días antes de que el informe llegue a las Cortes),


Miguel Primo de Rivera (capitán general de Cataluña) mandó ocupar los servicios
telefónicos de Barcelona y leyó un comunicado ante los periodistas, dando un golpe
de Estado. Entre los motivos que utilizó para justificar el golpe cita la violencia
social, la radicalización del catalanismo, el descrédito del sistema parlamentario
y la inexistencia de una oposición política eficaz.

El golpe contó con numerosos apoyos, especialmente desde los sectores


conservadores, comenzando por el rey Alfonso XIII que veía amenazada la propia
monarquía. También tuvo el apoyo de un importante sector del ejército que era
partidario del orden, cada vez más alterado por la conflictividad social; con el de la
burguesía industrial y los empresarios catalanes que aspiraban a acabar con el
anarquismo y alcanzar la paz social para aprovechar el auge económico de los años
20. La mayor parte de la prensa recibió el golpe de manera favorable, así como la
jerarquía eclesiástica.

Influido por el triunfo fascista de Mussolini en Italia, Primo de Rivera instituyó una
dictadura militar autoritaria que duró siete años y se divide en dos etapas:

1. El Directorio Militar (1923-1925).

Tras unas horas de vacilaciones, Alfonso XIII encomendó a Primo de Rivera formar
un nuevo gobierno integrado por militares y declaró el estado de guerra.

Las primeras medidas consistieron en la suspensión de la Constitución, la


disolución de las Cortes, la prohibición de los partidos políticos y de los
sindicatos, la sustitución de los gobernadores civiles por gobernadores
militares, la sustitución de ayuntamientos por Juntas Municipales y la extensión
del somatén como cuerpo armado formado por voluntarios para el mantenimiento del
orden.

Para restablecer el orden social se intensificaron las acciones represivas contra los
sectores más radicales del movimiento obrero, sobre todo anarquistas y comunistas,
y se aplicó una dura política contra los nacionalismos periféricos. A pesar de la
buena recepción del golpe por parte de la burguesía catalana, suprimió la
Mancomunidad de Cataluña y prohibió el uso público del catalán.

Para institucionalizar el régimen el general fundó la Unión Patriótica, como partido


único con el que pretendía articular el apoyo popular que nunca consiguió. Sin un
programa político definido, defendía el catolicismo y la unidad española.

El conflicto de Marruecos atrajo el interés general. Primo de Rivera asumió en


persona el mando de las acciones militares. En 1925, España y Francia acordaron una
ofensiva militar conjunta. El desembarco de las tropas españolas en Alhucemas fue
un rotundo éxito y un año después quedó sometido todo el protectorado.

Directorio civil (1925-1930)

En esta segunda fase de la dictadura, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar


por un gobierno civil con la clara intención de permanecer en el poder. Es decir,
institucionalizar el régimen a través de un modelo de carácter corporativo de
elección indirecta, para lo que se creó la Asamblea Nacional Consultiva (1927), cuyo
objetivo era redactar una Constitución.

La dictadura se benefició de la coyuntura expansiva internacional de los años veinte.


Su política económica se caracterizó por el intervencionismo estatal y el
nacionalismo económico. Sus objetivos fueron impulsar la industria nacional
mediante unos elevados aranceles proteccionistas y la concesión de ayudas a las
grandes empresas. También creó monopolios estatales, como la Compañía
Telefónica Nacional de España y CAMPSA, dedicada al refinado, distribución y venta
de petróleo y sus derivados.

El fomento de las obras públicas (expansión de los ferrocarriles, desarrollo de la red


de carreteras…) fue uno de sus aspectos más destacados en esta etapa. En 1926 se
crearon las confederaciones hidrográficas para aprovechar los ríos, tanto para el
regadío como para la producción de energía eléctrica.

Esta política económica fue espectacular a corto plazo, pero supuso un enorme
gasto público que llevó a un acusado endeudamiento del Estado, a pesar de la
reforma tributaria del ministro José Calvo Sotelo, que elevó la recaudación de
impuestos.

La política social se caracterizó por la represión de los sindicatos (ilegalización de


CNT) y por un cierto reformismo social paternalista que se basó en la construcción
de viviendas baratas, la creación de escuelas, etc.

A semejanza de las corporaciones fascistas italianas, para resolver los conflictos entre
patronos y obreros, se puso en marcha la Organización Corporativa Nacional
(1926), donde el Estado actuaba como árbitro. Además, se aprobó el Código del
Trabajo que agrupaba toda la legislación laboral desde 1900.

La oposición a la dictadura.
A partir de 1926, la dictadura empezó a perder apoyos y arrecieron la crítica y la
oposición, de las que no se libró Alfonso XIII.

El primer intento de acabar con la dictadura y restablecer el régimen constitucional


tuvo lugar en junio de 1926 y surgió de dirigentes de los partidos del turno y
republicanos. Con el apoyo de algunos militares descontentos, optaron por la vía
del pronunciamiento militar; el intento se conoció como la “Sanjuanada”.

Ese mismo año estalló un conflicto militar. Este se produjo cuando Primo de Rivera
promulgó una norma general que suprimía los ascensos por estricta antigüedad.
Ante la oposición de los oficiales de artillería, forzó al rey a que ratificase el decreto de
disolución del cuerpo de artillería. Desde ese momento, una parte del ejército se
distanció de la dictadura y del propio rey.

Se produce una reorganización del republicanismo: en 1926 se formó la Alianza


Republicana; y se forma también la Derecha Liberal Republicana como una
alternativa republicana, católica y conservadora.

También fue en aumento la oposición de los intelectuales, escritores y


periodistas, entre los que destacaban figuras de prestigio como Unamuno, Ortega y
Gasset, Blasco Ibáñez o Fernando de los Ríos, que se enfrentaron al dictador, a
pesar de la rígida censura. Por su parte, los estudiantes se movilizaron contra la
dictadura y protagonizaron manifestaciones callejeras. En 1929 surgió la
prorrepublicana Federación Universitaria Española (FUE).

También las fuerzas republicanas nacionalistas y regionalistas cobraron gran


vitalidad. En marzo de 1931, los pequeños partidos catalanes de izquierda se
agruparon en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). En Galicia, nacionalistas y
republicanos formaron la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA) en
1929.

La CNT, tras los años de represión, se había desmoronado y radicalizado. Frente a los
sectores más sindicalistas, los partidarios de la insurrección revolucionaria
constituyeron en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI). La oposición del
PSOE a la dictadura fue más tardía.

La caída de la monarquía.

El crack del 29 que provocó una crisis económica mundial, hizo que en poco tiempo
se esfumasen los logros económicos de la dictadura. El propio rey, temeroso de que
el desprestigio de la dictadura afectase a la imagen de la monarquía, optó por
retirarle la confianza. Primo de Rivera, sin apoyos, dimitió en enero de 1930.

Alfonso XIII encargó al general Berenguer formar gobierno con el objetivo de dirigir
al país a la normalidad constitucional. Sin embargo, la sociedad española,
especialmente en el mundo urbano, había cambiado y ya no era propensa a dejarse
controlar por la maquinaria caciquil. En estas circunstancias resultaba imposible volver
a la situación anterior como si nada hubiese pasado. La forma de llevar el gobierno de
Berenguer hizo que la opinión pública empezase a llamar el nuevo régimen la
“dictablanda”.

En agosto de 1930, los republicanos y los catalanistas de izquierda firman el


Pacto de San Sebastián, al que después se suman los socialistas. Acuerdan una
estrategia conjunta para proclamar la república mediante un pronunciamiento
militar. Este se produjo en diciembre en Jaca (Huesca). A pesar del fracaso, el
movimiento de oposición a la monarquía se vio reforzado.

El intento de Berenguer de convocar elecciones generales fue boicoteado por todos


los partidos políticos, por lo que se vio obligado a dimitir, siendo sustituido por el
almirante Aznar (febrero de 1931). Este propuso un calendario electoral en el que se
sucederían los comicios municipales, provinciales y generales.

Los republicanos y los socialistas decidieron concurrir coaligados a las elecciones


municipales del 12 de abril; y plantearlas como un plebiscito a favor o en contra de
la monarquía. El triunfo de esta coalición en las grandes ciudades se interpretó
como un rechazo a la monarquía y dio paso a la proclamación de la República el 14
de abril.

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