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Transferencia:

En unidad 4 de teóricos. Seminario 11, Cap. 10 (Lacan): en este seminario define a la


transferencia como el cierre del inconsciente, es decir, en su vertiente resistencial y es
repetición malograda (contraria a la vertiente de transferencia motor o positiva). Es la puesta
en acto de la realidad sexual icc.

En otro capítulo habla sobre el deseo del analista. La transferencia es un fenómeno ligado
al deseo que incluye juntos al sujeto y al psicoanalista. En cuanto hay un sujeto que se
supone saber, hay transferencia. A esa posición de saber la denomina posición del analista.

Ficha 3282 Grinbaum. Unidad 4 de prácticos: el tratamiento, síntoma y transferencia.


La transferencia en el hombre de los lobos se precipita de una manera espectacular con sus
analistas. Recordemos que Ruth toma a la transferencia del paciente como una enfermedad
y orienta en ella el desarrollo de la cura.
En el historial freudiano propone sobre el tapete esta situación, cuando ubica al paciente en
un estado de dócil apatía. Es en ese momento que denuncia que el sujeto ha sido tomado
como satisfacción sustitutiva al tratamiento mismo, obstáculo que se ubica justamente al
nivel de la transferencia y nos permite ver claramente esta vertiente de la misma.
Comprobamos así que justamente fue la transferencia la que le jugó una mala pasada como
la mayor resistencia. La represión no tiene otra manera de mostrarse que no sea en su cara
resistencia y la resistencia tiene que ver con el concepto mismo de defensa.

En consejos al médico dice Freud:


Una confianza vale la otra y quien pida intimidad de otro tiene que testimoniarle la suya. En
el trato psicoanalítico muchas cosas discurren diversamente de lo que harían esperar las
premisas de la psicología de la conciencia. La experiencia no confirma la bondad de esa
técnica afectiva. Tampoco es difícil inteligir que con ella uno abandona el terreno
psicoanalítico y se aproxima a los tratamientos por sugestión. Esa técnica no ayuda a
descubrir lo inconsciente para el enfermo y lo inhabilita para superar resistencias y fracasa
por la avidez despertada en el enfermo a quien le gustaría invertir la relación: pues
encuentra el análisis del médico más interesante que el suyo propio.
La solución de la transferencia es una de las principales tareas en la cura, es dificultada por
la actitud íntima del médico. El médico no debe ser transparente para el analizado, sino,
como la luna en un espejo, mostrar sólo lo que es mostrado.

Sobre la sugestión vemos en unidad 6 de teórico Godoy “las paradojas, terapia sistémica
en hoja 8: “no es por casualidad que ninguna de esas psicoterapias he generado una
clínica: no importa el diagnóstico, no importa la singularidad del padecimiento del cliente, ya
que la receta a aplicar es siempre la misma: la sugestión. Cuando intentan establecer
criterios terapéuticos transmisibles el resultado es mucho más pobre. Los sistémicos han
entrevisto lo que el análisis demuestra: la relación paradojal del sujeto con la estructura del
lenguaje, el equívoco como propiedad del significante, lo cual instaura a toda comunicación
como esencialmente fallida. La falla implica el estatuto mismo del inconsciente y está en la
misma raíz del sufrimiento del ser hablante por razones de estructura y no de contingencia.

Ejemplo de la hoja 48 hombre de las ratas: la sesión que sigue rebosa de la más espantosa
transferencia. Mi madre asiste desesperada al ahorcamiento de todos sus hijos. Me hace
acordar a la predicción de su padre, que él sería un gran criminal. El sabe que en mi familia
una vez sucedió una gran desgracia, uno de mis hermanos era mozo de café, cometió en
Budapest un asesinato y fue ajusticiado. Me echo a reír, le pregunto de dónde lo sabe y con
esto se hunde todo su afecto. Su cuñado, que conoce a mi hermano, se lo ha comunicado
como prueba de que la educación no es nada, la disposición constitucional lo es todo. El
cuñado es amigo de combinar fábulas, y ha hallado noticia de un viejo número de Die
Presse. Se trata de Leopold Freud, el asesino del ferrocarril cuando yo estaba en el tercero
o cuarto año escolar, y le aseguro que no teníamos parientes en Budapest. Aliviado, él
confiesa que por esa razón le había entrado cierta desconfianza ya desde el comienzo.
Importante: el hombre de las ratas sitúa en primer plano las noticias de su vida sexual
porque ha leído un escrito de Freud de unos raros enlaces de las palabras que le hicieron
ver reflejados sus propios trabajos de pensamiento.

Cito Textual Lombardi en “Función primaria de la interpretación” ficha 3364


Cuando Ernst Lehrs consulta a Freud, ya había leído la Psícopatología de la vida cotidiana/
ya había encontrado en ella una explicación para esos raros enlaces de palabras que se
parecían a sus trabajos de pensamiento. Por lo tanto, ya suponía que Freud podía saber
algo sobre la causa de su padecimiento. Sin embargo, Freud se toma el trabajo de
mostrarle con obstinación y sin ortodoxia -la orto­doxia psicoanalítica no es un invento suyo-
que lo que sabía tenía una vinculación mucho más estrecha con esa causa que lo que el
paciente imaginaba. Allí, en el capítulo d, se dice que el paciente sostiene que la idea
obsesiva e insoportable de la muerte de su padre no es un deseo. Freud interpreta: "Y si no
es un deseo, ¿por qué la revuelta?".
La interpretación obtiene respuestas que permiten verificar la posición del sujeto en
relación a su síntoma, incluso modificarla -como en el caso de las que producen la
rectificación subjetiva en el comienzo del análisis.

En el texto de 1973 sobre la iniciación del tratamiento en página 140 habla de la resistencia
transferencial: “Ahora bien, mientras las comunicaciones y ocurrencias del paciente afluyan
sin detención, no hay que tocar el tema de la transferencia. Es preciso aguardar para este,
el más espinoso de todos los procedimientos, hasta que la transferencia haya devenido
resistencia.

En nuevos caminos de terapia analítica (hoja 4) dice Freud: el enfermo busca la satisfacción
sustitutiva sobre todo en la cura misma, dentro de la relación de transferencia con el
médico, y hasta puede querer resarcirse por este camino de todas las renuncias que se le
imponen en los demás campos. Quien como analista, acaso por desborde de su corazón
caritativo, dispense al paciente lo que todo ser humano tiene derecho a esperar del prójimo,
cometerá el mismo error económico en que incurren nuestros sanatorios no analíticos para
enfermos nerviosos.

En puntualizaciones sobre el amor de transferencia dice “cualquier frágil mujer, se ha


enamorado del médico que la analiza. Esta situación tiene sus lados penosos y cómicos, y
también sus lados serios; además, es tan enmarañada y de condicionamiento tan múltiple,
tan inevitable y de solución tan difícil, que su estudio (adeudado desde hace mucho tiempo)
habría llenado una necesidad vital de la técnica analítica. Pero como nosotros no siempre
estamos libres de cometer los errores de los que nos burlamos en los demás, no nos hemos
apresurado hasta ahora a cumplir esa tarea. Si la paciente se ha enamorado del médico, el
lego pensará que sólo dos desenlaces son posibles: uno más raro, en que todas las
circunstancias consintieran la unión legítima y permanente de ambos, y otro más común, en
que médico y paciente se separarían, abandonando el recién iniciado trabajo que debía
servir al restablecimiento, como si un accidente elemental lo hubiera perturbado. Claro está,
también es concebible un tercer desenlace, que hasta parece conciliable con la prosecución
de la cura: el anudamiento de relaciones amorosas legítimas, y no destinadas a ser eternas;
pero lo vuelven imposible tanto la moral civil como la dignidad médica. El lego, sin embargo,
rogaría que el analista lo tranquilizara asegurándole, lo más claramente posible, que este
tercer caso queda excluido.

El analista tiene que discernir que el enamoramiento de la paciente le ha sido impuesto por
la situación analítica y no se puede atribuir, digamos, a las excelencias de su persona; que,
por tanto, no hay razón para que se enorgullezca de semejante «conquista», como se la
llamaría fuera del análisis. Y siempre es bueno estar sobre aviso de ello. Para la paciente,
en cambio, se plantea una alternativa: debe renunciar a todo tratamiento psicoanalítico, o
consentir su enamoramiento del médico como un destino inevitable.

Según he sabido, ciertos médicos que practican el análisis preparan con frecuencia a sus
pacientes mujeres para la aparición de la trasferencia amorosa, y hasta las exhortan a
«enamorarse del médico sólo para que el análisis marche adelante». No me resulta fácil
imaginarme una técnica más disparatada.

Es cierto que a primera vista no parece que del enamoramiento en la trasferencia pudiera
nacer algo auspicioso para la cura. La paciente, aun la más dócil hasta entonces, ha
perdido de pronto toda inteligencia del tratamiento y todo interés por él, no quiere hablar ni
oír más que de su amor, demanda que le sea correspondido; ha resignado sus síntomas o
los desprecia, y hasta se declara sana. El médico que lo vivencie por primera vez no hallará
fácil mantener la situación analítica y sustraerse del espejismo de que el tratamiento ha
llegado efectivamente a su término.

Luego, meditando un poco, uno se orienta. Sobre todo, concibe una sospecha: cuanto
estorbe proseguir la cura puede ser la exteriorización de una resistencia.

Es que desde hacía tiempo uno había observado en la paciente los signos de una
trasferencia tierna, y con acierto pudo imputar a esa actitud frente al médico su docilidad, su
favorable acogida a las explicaciones del análisis, su notable comprensión y la elevada
inteligencia que así demostraba. Todo ello ha desaparecido como por encanto: la enferma
ya no intelige nada, parece absorta en su enamoramiento, y semejante mudanza
sobreviene con toda regularidad en un punto temporal en que fue preciso alentarla a admitir
o recordar un fragmento muy penoso y fuertemente reprimido de su biografía. Vale decir, el
enamoramiento existía desde mucho antes, pero ahora la resistencia empieza a servirse de
él para inhibir la prosecución de la cura, apartar del trabajo todo interés y sumir al médico
analista en un penoso desconcierto, uno tiene la impresión de que la resistencia, como
agent provocateur, acrecienta el enamoramiento y exagera la buena disposición a la entrega
sexual a fin de justificar, invocando los peligros de semejante desenfreno, la acción eficaz
de la represión. En este punto me resultaría fácil postular, por expresa insistencia en la
moral universalmente válida, que el analista jamás tiene derecho a aceptar la ternura que se
le ofrece ni a responder a ella. Y que, al contrario, debería considerar llegado el momento
de abogar ante la mujer enamorada por el reclamo ético y la necesidad de la renuncia,
conseguir que abandone su apetencia y, venciendo la parte animal de su yo, prosiga el
trabajo analítico.

De manera aún más resuelta desdeciré la segunda parte de la expectativa indicada.


Exhortar a la paciente, tan pronto como ella ha confesado su trasferencia de amor, a sofocar
lo pulsional, a la renuncia y a la sublimación, no sería para mí un obrar analítico, sino un
obrar sin sentido. Sería lo mismo que hacer subir un espíritu del mundo subterráneo, con
ingeniosos conjuros, para enviarlo de nuevo ahí abajo sin inquirirle nada. Uno habría
llamado lo reprimido a la conciencia sólo para reprimirlo de nuevo, presa del terror. Además,
no cabe hacerse ilusiones sobre el resultado de semejante proceder. Es bien sabido: contra
las pasiones de poco valen unos sublimes discursos. La paciente sólo sentirá el desaire, y
no dejará de vengarse. La cura tiene que ser realizada en abstinencia.

¿Qué sucedería si el médico obrara de otro modo y, por ejemplo, aprovechara la libertad
dada a ambas partes para corresponder al amor de la paciente y saciar su necesidad de
ternura?

Simplemente habría vuelto a desarrollarse, entre médico y paciente, lo que una divertida
historia narra sobre el pastor y el agente de seguros. Este es un incrédulo; gravemente
enfermo, sus diligentes allegados le traen a un hombre piadoso para que lo convierta a la fe
antes de morir. Y la plática entre ambos se prolonga tanto que hace concebir esperanzas a
quienes aguardan el resultado. Al fin, la puerta de la habitación del enfermo se abre. El
incrédulo no había sido convertido, pero el pastor salía con un seguro de vida.

Si su cortejo de amor fuera correspondido, sería un gran triunfo para la paciente y una total
derrota para la cura. Ella habría conseguido aquello a lo cual todos los enfermos aspiran en
el análisis: actuar, repetir en la vida algo que sólo deben recordar, reproducir como material
psíquico y conservar en un ámbito psíquico. En la ulterior trayectoria de la relación de amor
ella sacaría a relucir todas las inhibiciones y reacciones patológicas de su vida amorosa sin
que fuera posible rectificarlas en algo, y esta vivencia penosa concluiría en el
arrepentimiento y en un gran refuerzo de su inclinación represora. Es que la relación de
amor pone término a la posibilidad de influir mediante el tratamiento analítico; una
combinación de ambos es una quimera.
Esta idea también la plantea en el texto “recordar, repetir y reelaborar” en hoja 21 ¿Qué
repite? todo cuanto desde las fuentes de lo reprimido ya se ha abierto paso hasta su ser
manifiesto: sus inhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter.

Uno retiene la trasferencia de amor, pero la trata como algo no real, como una situación por
la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconcientes y
ayudará a llevar a la conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para
así gobernarlo

La participación de la resistencia en el amor de transferencia es indiscutible y muy


considerable. Sin embargo, la resistencia no ha creado este amor; lo encuentra ahí, se sirve
de él y exagera sus exteriorizaciones

De cualquier modo, se singulariza por algunos rasgos que le aseguran una particular
posición:

1) es provocado por la situación analítica;

Esto es puesto en duda en Lacan el seminario 11 de cuatro conceptos fundamentales


cuando dice en ficha 20332 hoja 2: “aunque tuviéramos que considerar la transferencia
como un producto de la situación analítica, cabe decir que esa situación no puede crear en
su totalidad el fenómeno y que, para producirlo, es preciso que, fuera de ella, ya estén
presentes posibilidades a las cuales ella proporcionará su composición quizás única. Esto
no significa en lo más mínimo que cuando no hay ningún analista a la visita no pueda haber
efecto de transferencia, en sentido propio estructurales como el juego de la transferencia en
análisis. Simplemente, al análisis descubrirlos permite dar de ellos un modelo experimental,
de ningún modo diferente del modelo, llamémoslo así, natural. De tal modo que hacer
aflorar la transferencia en el análisis, donde encuentra sus fundamentos estructurales, es
quizá la única manera de introducir la universalidad de aplicación de este concepto.

2) es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación,


3) carece en alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos
cuidadoso de sus consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona amada de lo
que querríamos concederle a un enamoramiento normal

Al respecto Hector Lopez en “La resistencia como guía en el análisis” (ficha 3359) dice que
la transferencia no se limita en su condición de resistencia, estuve hablando no de
transferencia, sino de ciertos efectos de la transferencia, que se pueden
ordenar como
a) resistencia b) sugestión y c) repetición.
Ninguno de ellos es la transferencia, pero los tres están implicados en la transferencia como
observables clínicos. ¿Qué repite? aquello que no puede ser simbolizado por la palabra, es
decir lo que no se somete al significante. Repite con el analista las relaciones con el objeto
incestuoso, lo que pertenece al ello como carga filogenética, y actualiza la estructura
edípica. A partir de esa transferencia de cargas, donde el analista queda ubicado como
“resto diurno”, se constituye un objeto que recibe esas cargas edípicas y toda la
organización de la sexualidad infantil del paciente. El analista condensa al objeto libidinal,
objeto (a) de cargas pulsionales, que no tienen una traducción verbal, y que no se articulan
sino como repetición en la transferencia.

Se parece a lo que dice Lacan en dirección de la cura en el punto 5 de manejo de la


transferencia “el analizado hace soportar de sus fantasías a la persona del analista, como a
partir de un jugador ideal calcula de las intenciones de su adversario.

En recordar, repetir y reelaborar Freud dice ¿que repite? sus inhibiciones, actitudes
inviables, sus rasgos patológicos de carácter. Y durante el tratamiento repite todos sus
síntomas.

En el texto “el proceso de diagnóstico en psicoanálisis de Thompson y Lombardi (ficha


6904) se entiende por proceso diagnóstico el trabajo por el cual el analista se ubica en el
campo transferencial del paciente, para hacer posible desde allí una manifestación más
nítida del síntoma en tanto expresión de un saber inconsciente que concierne y divide al
sujeto que lo padece. El síntoma no es algo dado al comienzo del proceso, se completa en
la transferencia. Y en hoja 7 cita una frase de Lacan “la transferencia es precisamente ese
algo por el cual el sujeto, en el alcance de sus medios, ha establecido su sitio en el lugar del
Otro (Lacan 1965). Es justamente la transferencia el indicador diagnóstico con mayor
incidencia, los avatares en la instalación de la transferencia en el proceso diagnóstico, tanto
en pacientes recelosos que vienen porque alguien o alguna circunstancia los conminó,
como en aquellos otros que orientaron sus pasos buscando una terapia o pidiendo
abiertamente un análisis, dan cuenta de su valor diagnóstico. El perverso se apodera de la
escena transferencial arrasando el lugar del analista al cual sólo le deja los límites
necesarios para repetir su escena. Características de la relación con el Otro: demanda al
Otro, rechazo del Otro y mostración al Otro.
De Freud cita lo siguiente: en especial, él empieza la cura con una repetición así siendo la
transferencia la escena donde se monta la mostración del objeto causa.

“Conferencia 27 sobre la transferencia” dice Freud “notamos que el paciente, al que no le


interesaría encontrar una salida para sus conflictos patológicos desarrolla un particular
interés hacia la persona del médico. Todo lo que tiene que ver con esa persona le parece
mucho más importante que sus propios asuntos y lo distrae de su condición de enfermo.
Por eso el trato con el paciente resulta durante un tiempo muy agradable, procura mostrarse
agradecido en cuanto ocasión se le presente, exhibe rasgos meritorios de su carácter que
quizá no habríamos esperado hallar en él. También el médico se forma una opinión
favorable acerca del paciente. Esperemos que el médico sea lo bastante modesto como
para atribuir el aprecio de su personalidad por parte del paciente a las esperanzas que él
puede darle. Si ese vínculo tierno del paciente con el médico se repite de manera regular
con cada nuevo caso y en las condiciones más desfavorables originando malentendidos,
aun en la mujer anciana y el hombre encanecido, aun allí donde a juicio no hay nada
seductor tenemos que abandonar la contingencia perturbadora y reconocer que se trata de
un fenómeno que está en la más íntima relación con la naturaleza de la enfermedad misma.
Llamamos transferencia a este nuevo hecho que tan a regañadientes admitimos. Toda esa
proclividad de afecto viene de otra parte, estaba ya preparada y con oportunidad del
tratamiento analítico se transfirió en la persona del médico. Creemos que se trata de una
transferencia de sentimientos sobre la persona del médico. Puede presentarse como un
tormentoso reclamo de amor o en formas más atenuadas.

Seminario 5: Nos dicen “vamos a analizar la transferencia eso hace que se desvanezca por
completo” vamos a analizar este efecto de poder y si el paciente acepta sigue siendo
sugestión entonces no hay manera de salir de ella.

En el texto de “recordar, repetir y reelaborar” Freud plantea sobre la transferencia que el


analizado no recuerda en general nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo
reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego que lo hace.
Por ejemplo: refiere no acordarse de haber sido desafiante e incrédulo
a la autoridad de los padres; en cambio, se comporta de esa manera frente al médico. Lo
que más nos interesa es la relación de esa compulsión a repetir con la transferencia y la
resistencia. Pronto advertimos que la transferencia misma es solo una pieza de la
repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado; pero no sólo sobre el
médico: también sobre todos los otros ámbitos de la situación presente. Tampoco es dificil
discernir la resistencia. Mientras mayor sea esta, tanto más será sustituido por el actuar
(repetir).

Lacan en cuatro conceptos fundamentales. Presencia del analista- ficha 20332 en hoja 4
Si seguimos las enseñanzas de Freud, corremos el peligro de un deslizamiento que no
podemos imputarle -no ver en el concepto de transferencia sino el propio concepto de
repetición. No olvidemos que, cuando Freud no lo presenta, nos dice “lo que no puede ser
rememorado se repite en la conducta. Esta conducta, para revelar lo que repite, se ofrece a
la reconstrucción del analista. La transferencia es el medio por el cual se interrumpe la
comunicación del inconsciente, por el que el inconsciente se vuelve a cerrar. Lejos de ser el
momento de la transmisión de poderes al inconsciente, la transferencia es al contrario el
cierre del inconsciente.
Existe una concepción que cuando se la formula no puede dejar de contaminar la práctica
-pues pretende que el análisis de la transferencia opera sobre la base de una alianza con la
parte sana del yo del sujeto, y consiste en invocar su sensatez para hacer notar el carácter
ilusorio de algunas de sus conductas en el ámbito de la relación con el analista. Recurrir a
una parte sana del sujeto,que se da por presente en lo real y apta para juzgar conel analista
lo que sucede en la transferencia, es desconocer, de hecho, que ésa es precisamente la
parte involucrada en la transferencia, que ella es quien cierra lapuerta, la ventana o
postigos.

Esto lo digo yo: que Lacan dice que hay otra coordenada para hablar de transferencia, que
no es solamente repetición del mismo malogro y que la otra coordenada el sujeto supuesto
saber.

Sobre la regla analítica y la libertad para hablar coinciden Lacan (en dirección de la cura) y
Freud en “recordar, repetir y reelaborar” en que hay dificultades. Freud dice en hoja 152 “a
menudo tras comunicar a cierto paciente de variada biografía y prolongado historial clínico
la regla fundamental del psicoanálisis, y exhortarlo luego a decir todo cuanto se le ocurra,
uno espera que sus comunicaciones afluyan en torrente, pero experimenta, al principio, que
no sabe decir palabra. Calla, y afirma que no se le ocurre nada. Esta no es, desde luego,
sino la repetición de una actitud homosexual que se esfuerza hacia el primer plano como
resistencia a todo recordar. Compulsión a repetir en transferencia solo una pieza de la
repetición y la repetición es la transferencia del pasado olvidado.
Lacan por su parte dice en punto 7: el sujeto invitado a hablar no muestra en lo que dice, a
decir verdad, una gran libertad. No es que esté encadenado por rigor de las asociaciones:
sin duda lo oprimen, sino que más bien en una palabra libre, que le sería penosa. Nada más
temible que decir algo que podría ser verdad.

En el texto sobre “dinámica de la transferencia” dice Freud: el enigma porqué en el análisis


de la transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia al tratamiento. Hay una
experiencia que uno puede corroborar: cuando las asociaciones libres de un paciente se
deniegan, en todos los casos es posible eliminar esa parálisis aseverándole que ahora él
está bajo el imperio de una ocurrencia relativa a la persona del médico o a algo
perteneciente a él. La transferencia, que de ordinario es la más poderosa palanca del éxito,
se mude en el medio más potente de la resistencia. La solución del enigma es que la
transferencia sobre el médico sólo resulta apropiada como resistencia dentro de la cura
cuando es una transferencia negativa, o una positiva de mociones eróticas reprimidas.

(Lopez en ficha 3359)


Lopez dice que la resistencia no se interpreta y cuestiona a los postfreudianos que siguen a
rajatabla la idea de interpretarla- Haciendo referencia a Lacan: “dice Lacan en la dirección
de la cura: el analista juega de muerto, deja pasar, solo ocupa un lugar en el juego pero no
interviene. Esto no significa que esté muerto, sino que -como en el bridge- ocupa ese lugar
en el juego, determinado por la jugada del otro, pero “hace como que no se entera”, no
interpreta la resistencia de transferencia. En página 151 “si la resistencia es eso, una guía
para la interpretación. Si la función del analista es preservar el lugar del deseo, está allí para
posibilitar que el discurso dé un paso más en dirección hacia él. Pero esto no implica que se
deba interpretar la resistencia: allí hay que “dejar pasar” “hacer el muerto”. El analista no
puede ser tan ingenuo como para suponer que puede establecer una alianza terapéutica
con la parte sana del yo contra la resistencia. Hubo una época de la teorización
freudiana, seguida al pie de la letra por el post freudismo, que se basaba en interpretar
la resistencia, pero Freud llegó luego a la conclusión de que interpretarla no conduce a
nada, es más, ahonda y consolida la resistencia.

Esto de la alianza terapéutica puede verse en “análisis terminable e interminable”cuando


dice en hoja 13 decía que la situación analítica consiste en aliarnos nosotros con el yo de la
persona objeto a fin de someter sectores no gobernados de su ello, o sea, de integrarlos en
la síntesis del yo. El yo, para que podamos concertar con él un pacto así, tiene que ser un
yo normal, pero ese yo normal, como la normalidad en general es una ficción ideal. El yo
anormal, inutilizable para nuestros propósitos no es por desdicha una ficción. Cada persona
normal lo es sólo en promedio, su yo se aproxima al del psicótico en esta o aquella pieza,
en grado mayor o menor.

Sobre esto cito de Freud “recordar, repetir y reelaborar” última hoja:


El vencimiento de la resistencia comienza, con el acto de ponerla al descubierto el médico
pues el analizado nunca la discierne y comunicársela a éste. A menudo parece que
principiantes en el análisis se inclinan a confundir este comienzo con el análisis en su
totalidad. A menudo me han llamado a consejo para casos en que el médico se quejaba de
haber expuesto al enfermo su resistencia, a pesar de lo cual nada había cambiado o, peor,
la resistencia había cobrado más fuerza y toda la situación se había vuelto aún menos
transparente. La cura no parecía dar un paso adelante. Luego, esta expectativa sombría
siempre resultó errónea. Por regla general, la cura se encontraba en su mayor progreso;
solo que el médico había olvidado que nombrar la resistencia no puede producir un cese
inmediato. Es preciso dar tiempo al enfermo para enfrascarse en la resistencia, no
consabida para él; para reelaborarla, vencerla prosiguiendo el trabajo en desafío a ella y
obedeciendo la regla fundamental. Solo en el apogeo de la resistencia descubre uno, dentro
del trabajo en común con el analizado, las mociones pulsionales reprimidas que la
alimentan y de cuya existencia y poder el paciente se convence en virtud de tal vivencia. En
esas circunstancias, el médico no tiene más que esperar y consentir un decurso que no
puede ser evitado, pero tampoco apurado. Ateniéndose a esta intelección, se ahorrará a
menudo el espejismo de haber fracasado cuando en verdad ha promovido el tratamiento
siguiendo la línea correcta.
En la práctica, esta reelaboración de las resistencias puede convertirse en una ardua tarea
para el analizado y en una prueba de paciencia para el médico. En teoría se puede
equiparar a “abreacción” de los montos de afecto estrangulados por la represión, abreacción
sin la cual el tratamiento hipnótico parece infructuoso.

En el texto “construcciones en el análisis” hoja 4 - Freud dice “hemos hecho la experiencia


de que la relación transferencial que se establece respecto del analista es particularmente
apta para favorecer el retorno de tales vínculos afectivos. Con esta materia prima -por así
llamarla-debemos nosotros producir lo deseado. Y lo deseado es una imagen confiable e
íntegra en todas sus piezas esenciales de los años olvidados de la vida del paciente.
Todos sabemos que el analizado debe ser movido a recordar algo vivenciado y reprimido
por él, y las condiciones dinámicas de este proceso son tan interesantes que la otra pieza
del trabajo, la operación del analista, pasa a un segundo plano.
Las repeticiones de reacciones que provienen de la edad temprana y todo cuanto es
mostrado a través de la transferencia a raíz de tales repeticiones.

En el programa esto corresponde a unidad 4 cuando nombra el clisé:


Freud en el texto “sobre la dinámica de la transferencia” dice que todo ser humano, por
efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en su infancia,
adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para
las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así como las metas
que habrá de fijarse. Esto da por resultado, digamos así, un clisé (o también varios) que se
repite -es reimpreso- de manera regular. “Insertará al médico en una de las series psíquicas
que el paciente ha formado hasta ese momento. La transferencia puede ser decisiva la
imago paterna pero no está atada a ese modelo; también puede producirse siguiendo la
imago materna o de un hermano varón.

En el texto la dirección de la cura y los principios de su poder dice


Lacan: Si el analista solo tuviese que vérselas con resistencias lo pensaría dos veces
antes de hacer una interpretación, como en efecto es su caso, pero estaría a mano de esa
prudencia.
Solo que esa interpretación, si él la da va a ser recibida como proveniente de la persona
que la transferencia supone que es ¿Aceptará aprovecharse de ese error sobre la persona?
la moral del análisis no lo contradice, a condición de que ese interprete ese efecto, falta de
lo cual en análisis se quedaría en una sugestión grosera-

En cambio Lacan dice: La transferencia -tal como nos la presentan, o sea, como modo de
acceso a lo que se esconde en el inconsciente -sólo puede ser una vía muy precaria. Si la
transferencia no es más que repetición, será repetición del mismo malogro. Si la
transferencia pretende, mediante esta repetición, restituir la continuidad de una historia, sólo
lo logrará provocando el resurgimiento de una relación que, por su naturaleza, es
sincopada. Vemos por tanto que la transferencia no es por sí sola un modo operatorio
suficiente si se la confunde con eficacia de repetición, con la restauración de lo que está
escondido en el inconsciente, y aún con la catarsis de los elementos inconscientes (hoja 4)
(esto lo digo yo: porque dice que hay otra coordenada y que tiene que ver con el sujeto
supuesto saber).

Gabriel Lombardi en "la función primaria de la interpretación" ficha 3364 de unidad 5 de


teórico- dice que el sujeto supuesto saber es la ficción que encubre que el vínculo analítico
no es más que un lazo entre el analista como deseo -no saber, sino deseo- y el sujeto
dividido. El supuesto sujeto saber es también un efecto de la interpretación, de la
interpretación que crea la transferencia, o que la consolida de la interpretación que hace
creer. Hace creer que se sabe sobre la significación del síntoma ahora encarnado por la
división del sujeto. La ficción del sujeto supuesto saber consiste en que el analista, con su
deseo articulado en el decir a medias de la interpretación, puede dar un sentido a algo que
para el sujeto no lo tenía.
No es que el analista sepa, cosa que en general los analizantes no creen, sino que deseo
del analista articulado en la interpretación activa el sentimiento de que en alguna parte se
sabe sobre la significación de su síntoma, el sentimiento de que existió alguna vez un dios
analítico, Freud, Lacan o quien sea, que sabía sobre la significación del síntoma, y que
desde el infierno, desde Paris, o simplemente desde la biblioteca, podría hacérselo llegar,
como por milagro, al tonto que está ahí enfrente, o detrás. Por esta vía, la interpretación
dispara la transferencia, la provoca. La transferencia es efecto de la interpretación. Lo
importante de eso para el análisis no es tanto la transferencia en sí misma como el vínculo
afectivo. El síntoma se decide a ceder parte de su capital de goce, por amor al deseo que
viene del analista.
A diferencia de la religión, el psicoanálisis no busca sostener indefinidamente la ficción, hay
por lo tanto otro momento que apunta a la disolución de esa ficción que el análisis
contribuyó a actualizar.

Adriana Rubinstein en entrevistas preliminares y efectos analíticos


No pensamos en un analista tratando de convencer de la existencia del inconsciente. Ni se
trata de estar todo el tiempo esperando provocar la rectificación subjetiva, sino de
aprovechar la oportunidad para ello cuando algo de la localización del sujeto en dirección al
inconsciente pueda aparecer. Tal vez lo esencial de la posición del analista es su
versatilidad para situarse como objeto de la transferencia. El analista debe saher para
cualquier sujeto, el lugar desde el cual poder actuar. Su lugar de oyente le eprmite estar
atento al momento en que una inverveción peuda abrir la posibilidad de un movimiento
subjetivo. A veces pasas mucho tiempo hasta que esto puede producirse, tiempo en el que
sin embargo hay transferencia operando en la relación del sujeto al Otro (aunque no sea
claramente la del Sujeto Supuesto Saber) ¿opdrá decrise que si no se entró en análisis allí
no ha pasado nada? Lo que ocurre durante la entrevista analítica depende tanto de las
coordenadas subjetivas delpaciente y de su posición como la posición del oyente. Pero no
es lo mismo un oyente atento que otro para quien jampas será posible salir del plano de la
comprensión o sugestión. La posibilidad de estar atento a la oportunidad de escuchar en el
enunciado, la enunciación, de interrogar el deseo, de situar el impasse, sólo es posible de
hay un analista allí, que ocupe ese lugar. El analista no se va a situar en el nombre del bien
general, de la salud, o de lo que debe ser.
Sólo un analista podrá dar lugar a una entrada en análisis, o a la rectificación subjetiva, o a
la sorpresa de un lapsus que dé lugar a la emergencia del inconsciente.

En ficha 6883 de Daniele Silvestre introduce la noción de Lacan de la transferencia como


suposición de un saber cuándo habla sobre la demanda y dice: “pedir el alivio de un
sufrimiento psíquico no implica siempre que se trata de una demanda de análisis.
Para eso se necesita que los síntomas induzcan en la persona que padece una pregunta.
Tal pregunta, por el mero hecho de estar ahí, por imprecisa que sea, implica una o varias
respuestas. Lacan llama a eso: suposición de saber. Efectivamente, la supuesta respuesta a
la pregunta es el primer tiempo necesario de la transferencia; si la respuesta es transferida
sobre el analista, es decir, desplaza sobre él, un paso más ha sido dado que hace del
analista cualquiera, el lugar donde está supuesto el saber.

Ficha 3321 en página 218 fotocopia. Seminario 5


Freud nos dice constantemente que, después de todo, la transferencia es una sugestión y a
ese título la usamos, aunque añade -pero hacemos con ella algo muy distinto, porque esta
sugestión, la interpretamos. Ahora bien, si podemos interpretar la sugestión, es ciertamente
porque tiene un trasfondo. La transferencia en potencia está ahí. Sabemos muy bien que
eso existe, y enseguida voy a darles un ejemplo.
Dice Freud en conferencia 27 (ficha 4550) hoja 6: Queda excluido ceder a las demandas y
sería absurdo rechazarlas con indignación; superamos la transferencia cuando
demostramos al enfermo que sus sentimientos no provienen de la situación presente y no
valen para la persona del médico.

Lacan dice algo parecido en el punto 8 de dirección de la cura respecto a no ceder a las
demandas en estos términos “el analista es aquel que resiste la demanda, no como suele
decirse para frustrar al sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en los que su
frustración está retenida.

En conferencia 27 de la transferencia dice en hoja 7: Berheim con certera agudeza, fundó la


doctrina de los fenómenos hipnóticos en el principio de que todos los hombres pueden ser
sugestionados de algún modo, son “sugestionables”. Su sugestionabilidad no es más que la
inclinación a la transferencia, concebida de manera muy estrecha, de suerte que ahí no
cabe la transferencia negativa.

Ficha 3321 en página 218 fotocopia. Seminario 5

La transferencia es ya en potencia análisis de la sugestión, en sí misma es la posibilidad del


análisis de la sugestión, es articulación segunda de lo que, en la sugestión, se impone pura
y simplemente al sujeto. En otros términos, la línea del horizonte en la que se basa la
sugestión está aquí, en el nivel de la demanda, la que le dirige el sujeto al analista por el
solo hecho de que está ahí. Esta demanda no carece de variedad ¿cuáles son las
demandas? es interesante aclararlo al principio porque es extremadamente variado. Hay
verdaderamente personas en quienes la demanda de curarse está ahí en todo momento,
los otros, más avisados, saben que esa demanda es pospuesta al día de mañana. Hay
otros que vienen a convertirse en analistas.
El propio Freud escribe que si es conveniente dejar que se establezca la transferencia es
porque es legítimo hacer uso de ese poder de sugestión que da la transferencia. Aquí la
transferencia se concibe como la toma del poder del analista en el sujeto, como el vínculo
afectivo por el que el sujeto depende de él, y que podemos usar legítimamente para hacer
admitir una interpretación. Si el paciente engulle nuestras interpretaciones es porque ha
llegado a querernos, aquí estamos en el plano de la sugestión, pero por supuesto Freud no
pretende limitarse a eso.

Freud dice en construcciones en el análisis (ficha 6848)

“Un investigador muy meritorio, a quien le estoy siempre agradecido por haber tratado con
equidad al psicoanálisis en una época en la que la mayoría de los otros no sentían el deber
de hacerlo, manifestó cierta vez, a pesar de ello, una apreciación “Head I win, tails you lose”
siguiendo el desacreditado principio “si es cara yo gano, si es seca tu pierdes”. O sea, si él
nos da su aquiescencia, todo es correcto; pero si nos contradice, entonces no es más que
un signo de resistencia, y por lo tanto igualmente es correcto. De esta manera siempre
tenemos la razón contra el pobre diablo inerme a quien analizamos.
Luego continúa diciendo “el peligro es descaminar al paciente por sugestión “apalabrándole”
cosas en las que uno mismo cree, pero él no habría admitido nunca, se ha exagerado sin
duda por encima de toda medida. El analista tendría que haberse comportado muy
incorrectamente para que pudiera incurrir en semejante torpeza; sobre todo, tendría que
reprocharse no haber concedido la palabra al paciente, puede afirmar, sin jactancia, que un
abuso así de la “sugestión” nunca ha sobrevenido en mi actividad.

En ese sentido, Hector López en “La resistencia, guía en el análisis” (ficha 3359) hoja 6.

¿Sería interpretable la resistencia? ¡No! La resistencia no se interpreta, salvo en aquellos


análisis que van por la vertiente de reforzar las defensas, o de alianza terapéutica con la
parte sana del yo. Usar la resistencia para hacer una interpretación es otra cosa. Si mi
estrategia es analizar las resistencias, siempre encontraré que el paciente está en el error y
la interpretación será lo contrario de lo que él dice. Es la famosa caricatura de analista: el
que siempre tiene la razón. Por eso la interpretación no es contra la resistencia sino con la
resistencia, recuperando el “grano de verdad” que insiste en el discurso. Analizar las
resistencias es creer que se puede obligar a un sujeto a enfrentarse con la verdad desnuda,
sin censura.

Freud dice en nuevos caminos de la terapia psicoanalítica (ficha 3894)

“Nos negamos de manera terminante a hacer del paciente que se pone en nuestras manos
en búsqueda de auxilio un patrimonio personal, a plasmar por él su destino, a imponerle
nuestros ideales y, con la arrogancia del creador, a complacernos en nuestra obra luego de
haberlo formado a nuestra imagen y semejanza”.

Hector Lopez en ficha 3359 dice “si el analista pone ej juego sus identificaciones a la
demanda del Otro, inevitablemente se convierte en su representante frente al paciente, y el
análisis entra en una vertiente moralista, educativa, donde se privilegian los logros a
alcanzar. Es el desvío que tomó el psicoanálisis del yo norteamericano, y en general toda la
psicoterapia dinámica llamada de inspiración psicoanalítica. En ella, la meta está fijada de
antemano, es exterior y casi siempre contradictoria con la enseñanza del psicoanálisis, es
general, válida por igual para todos porque sirviendo a los ideales, resiste a la emergencia
de lo particular del deseo.

Miller en psicoterapia y psicoanálisis ficha 6876


Para nosotros la posibilidad de la operación analítica no descansa sobre nada más que el
rechazo del analista, su rechazo a usar los poderes de la identificación.

En 1916 en la conferencia 27 sobre la transferencia dice: están mal informados si suponen


que consejo y guía en los asuntos de la vida sería una parte integrante de la influencia
analítica. Al contrario, evitamos dentro de lo posible semejante papel de mentores; lo que
más ansiamos es que el enfermo adopte sus decisiones de manera autónoma.
Con este propósito le pedimos que suspenda todas sus decisiones vitales acerca de
elección profesional, empresas económicas, matrimonio o divorcio mientras dure el
tratamiento, y solo las lleve a cabo una vez terminado este. Solo en ciertas personas
inermes, jóvenes o inestables podemos no respetar esa restricción.
También habla de esto Freud en el texto “recordar, repetir y reelaborar” cuando dice en hoja
22 de fotocopia: el mejor modo de salvar al enfermo de los perjuicios que le causaría la
ejecución de sus impulsos es comprometerlo a no adoptar durante la cura ninguna decisión
de importancia vital por ejemplo abrazar una profesión o escoger un objeto definitivo de
amor, que espere, para cualquiera de tales propósitos, el momento de la curación. Desde
luego que la libertad personal del analizado se respeta con lo conciliable con tales
previsiones; no se le estorba ejecutar propósitos irrelevantes, aunque sean disparatados y
tampoco se olvida que el ser humano solo escarmienta y se vuelve prudente por
experiencia propia. Sin embargo hay enfermos a los que no se puede disuadir a embarcarse
en empresas totalmente inadecuadas.
Ahora bien, el principal recurso para domeñar esta compulsión de repetición del paciente y
transformarla en un motivo para recordar reside en el manejo de la transferencia

Sobre esto encontré un contrapunto con Lacan en el seminario de angustia ficha 6949
página 141. Se hacen muchas cosas, evidentemente, para evitar los acting out en sesión.
Además, también se les dice a los pacientes que no tomen decisiones esenciales para su
existencia durante el análisis.

Cito textual de seminario angustia:

La cuestión de saber cómo actuar frente al acting out. Hay tres posibilidades dice Phyllis Greenacre
a) Interpretarlo, ella no se hace muchas ilusiones. Está destinado a tener pocos efectos, aunque
sólo fuese porque está hecho para eso, el acting out, cuando examinen la cosa de cerca, la
mayoría de las veces advertirán que el sujeto sabe perfectamente que lo que hace en el
acting out es para ofrecerse a la interpretación de ustedes
b) Prohibirlo, hace sonreír, hasta a la propia autora, que dice -de todas formas, se pueden hacer
muchas cosas, pero decirle al sujeto, nada de acting out, he aquí algo bien difícil. A nadie se
le ocurre, por otra parte. Sea como sea, se observa a este respecto que siempre hay
prohibiciones perjudiciales en el análisis. De hecho, se prohíbe mucho más de lo que se
cree. Se hacen muchas cosas, evidentemente, para evitar lo acting out en sesión. Además,
también se les dice a los pacientes que no tomen decisiones esenciales para su existencia
durante el análisis. Es un hecho que, allí donde tenemos influencia, existe cierta relación con
lo que se puede llamar peligro, ya sea para el sujeto, ya sea para el analista. ¿Por qué hace
todo esto? Esencialmente -para ilustrar lo que digo -porque somos médicos y porque somos
buenos. Uno no quiere que el paciente que se ponga en nuestras manos se haga pupa. Y lo
más fuerte de todo es que a veces lo conseguimos.
c) No voy a preguntarme qué hizo para que se decantara hacia un reforzamiento del yo-tercera
hipótesis- la cuestión de cómo domesticamos la transferencia. No se trata de una
identificación con la imagen como reflejo del yo ideal en el Otro, sino con el yo del analista,
con el resultado que señala Balint -la crisis verdaderamente maníaca que nos describió como
la del fin de un análisis caracterizado de ese modo.

En construcciones en análisis dice Freud “si el paciente nos da su aquiescencia todo es


correcto, pero si nos contradice, entonces no es más que un signo de resistencia. De esta
manera, siempre tenemos razón contra el pobre diablo inerme a quien analizamos”. El
analista da cima a una pieza de construcción y la comunica al analizado para que ejerza
efecto sobre él. Si en las exposiciones de la técnica analítica se oye tan poco de
construcciones, la razón es que se habla de interpretaciones. La experiencia analítica nos
enseña que no produce daño alguno equivocarnos en alguna oportunidad y presentar al
paciente una construcción incorrecta como verdad histórica probable. Lo que en tal caso
sucede es, más bien, que el paciente queda como no tocado a ello ni por un sí ni por un no.
Estamos autorizados a inferir que nos hemos equivocado, la construcción falsa es como si
no hubiera sido hecha. El peligro de descaminar al paciente por sugestión “apalabrando”
cosas que uno mismo cree, pero que él no habría admitido nunca, sería incurrir en
semejante torpeza.

Seminario 5: Nos dicen “vamos a analizar la transferencia eso hace que se desvanezca por
completo” vamos a analizar este efecto de poder y si el paciente acepta sigue siendo
sugestión entonces no hay manera de salir de ella.

Freud en el final de la conferencia 28 dice “un abuso de análisis es posible en diversos


sentidos; sobre todo, la transferencia es un instrumento peligroso en manos de un médico
inescrupuloso. Pero ningún instrumento o procedimiento médico está a salvo de abusos; si
un cuchillo no corta, tampoco puede servir para curar.

Seminario 5:
La transferencia es un campo abierto, la posibilidad de una articulación distinta de la que
encierra al sujeto en la demanda. Por eso es legítimo, cualquiera que sea su contenido,
poner el horizonte en esta línea. La línea de la transferencia.
Pero lo que está es lo que produce la demanda en cuanto tal, a saber la simbolización del
Otro, y la demanda incondicional de amor. Aquí es donde va a alojarse ulteriormente el
objeto pero como objeto erótico, buscado por el sujeto. Cuando Freud nos dice que la
identificación que viene después de esta búsqueda del objeto amado y la reemplaza por
una regresión, de lo que se trata es de la ambigüedad entre la línea de la demanda y la
línea de la sugestión.

Marcelo Barros en “Psicoanálisis y hospital 2 ficha 3360 hoja 4


Recordemos, en principio que la sugestión está siempre presente en toda relación de
palabra que es operada por el lenguaje y que por lo tanto se encuentra en toda terapia,
incluídas las terapéuticas estrictamente médicas porque la cura orgánica se implementa en
un marco de discurso. La situación analítica no está excluida de esta regla. El resorte de la
cura por sugestión reside en el poder de la palabra de un Otro investido de autoridad y en la
identificación que esa palabra induce.
La estructura del estadio del espejo, de la confi­guración narcisista y de la relación ideal del
yo / yo ideal, subyacen a este principio. Así, un terapeuta que cura responde a la deman­da
de ayuda del paciente haciendo del mismo un paciente sano, gra­cias a lo cual el paciente
estaría consolidando una identificación ser "alguien en pareja", "alguien con trabajo", "adicto
recuperado”. Pero ala vez el paciente curado responde a la demanda del terapeuta de que
se deje curar y haga de él un “buen terapeuta”, reforzando ahí también una identificación.
Cuando alguien “se traga” las soluciones que le aportamos se comporta como un buen niño,
en tanto que somos elevados a la categoría de “buena madre” digamos. De hecho, la
expectativa del terapeuta respecto del éxito de su intervención no es otra cosa que una
demanda, aunque no esté explícitamente formulada.

Reiteramos entonces que la esencia de la sugestión reside en acoger la demanda y


responder a ella en el plano de reci­procidad que toda demanda supone.
Es fácil ver aquí cómo el caso de la anorexia revela una estructura muy simple, aplicable a
la neurosis en general, y que da cuenta de las estrategias de preservación de la condición
de sujeto frente a la madre/terapeuta omnipotente: el paciente se niega a "comer" la
solución aportada por el Otro, o lo hace, pero después 'la vomita".

Para Lacan la transferencia es algo distinto del uso de un poder, porque en sí misma: ya
implica una apertura a un campo diferente del cir­cuito de la demanda, es decir, a un más
allá de lo que el sujeto dice y de lo que manifiestamente está en juego. Para distinguir el
“oro del análisis" del "cobre de la sugestión" es necesario tener presente la diferencia entre
el circuito de la demanda y el circuito del deseo. Barros luego da un ejemplo sobre este
tema: La demanda de ayuda inicial es la de ser curada de la fobia. La escena temida es la
de la extracción de sangre, inhibición para atravesar instancias que tienen un valor iniciático
y que constituyen pasajes de una posición social a otra, de una identificación a otra: la
entrada en la Universidad, la adquisición de un puesto de trabajo, la iniciación sexual y el
noviazgo-matrimonio. Se trata, entonces, de instancias de separación. Las agujas temidas
no son solo las que hieren, sino también las del reloj que marcan el paso del tiempo, etc.
Otro caso: complejo anal relativo al dinero encubre una angustia vinculada a lo genital. Si
para él es imposible confrontarse con un analista de honorarios "abultados", el impedimento
no está en la falta de dinero sino en la necesi­dad de "esquivar el bulto" que es el deseo y la
inminencia de goce del Otro. Como en tantos otros pacientes obsesivos, la verdad de la
posi­ción del sujeto no reside en la falta como en la retención. Pero no se trata del dinero. No
es eso, precisamente, lo que el sujeto retiene y debería ceder. En todo caso, junto con el
dinero retiene algo más importante que es el signo del deseo, de la propia castración.

Rubinstein. Lo terapéutico en psicoanálisis. Unidad 5 Ficha 6877


El psicoanálisis no cura al modo de la medicina, pero produce efectos. No se trata de furor
curandis, no se trata de sugestión, pero tiene consecuencias de un trabajo que tendrá como
condición una posición del oyente que dé lugar a un reposicionamiento del sujeto en la
relación con su deseo y con su goce.
Ficha 3321 en página 218 fotocopia. Seminario 5

Identificación:
En el seminario 10 sobre angustia (página 141) se opone en el manejo de la transferencia a
conducir al sujeto a la identificación. No se trata de una identificación con la imagen como
reflejo del yo ideal en el Otro, sino con el yo del analista, con el resultado que señala Balint-
la crisis verdaderamente maníaca que nos describió como la del fin del análisis
caracterizado de ese modo.

Ficha 3321 seminario 5 Lacan, página 437. En la línea de la sugestión es donde se produce
la identificación en su forma primaria: identificación con las insignias del Otro en cuanto
sujeto de la demanda, el que tiene el poder de satisfacerla o no satisfacerla y marca en todo
momento esta satisfacción con algo que es, ante todo su lenguaje, su palabra. La
pantomima de la madre se articula en términos significantes que cristalizan en en carácter
convencional de aquellas mímicas supuestamente emocionales con las que la madre se
comunica con el niño.
La identificación es regresiva porque la ambigüedad entre la línea de la transferencia y la
línea de la sugestión es permanente. Si hay transferencia es para que esta línea superior se
mantenga en un plano distinto. ¿Cuál es la operación que las hace distintas?
Nuestra operación es abstinente, consiste en no ratificar nunca la demanda en cuanto tal.
Por ejemplo: una técnica que presta a confusión entre estas líneas sería “pedirle al paciente
que se siente, decirle cosas amables, mostrarle que ahí afuera es todo muy bonito y decirle
que se vaya, franqueando la puerta pasito a pasito para no levantar polvo.
Es algo tan evidente que los hipnotizadores saben perfectamente que ninguna
sugestión-por muy lograda que sea- se apodera totalmente del sujeto.¿Qué es lo que
resiste? el deseo.

Respecto a esto se puede citar a Hector Lopez en ficha 3359


El analista sustrae sus propios deseos e ideales fantasmáticos, para dar lugar a esa nada
que es el deseo del analista, que como pura falta no es un deseo de ningún objeto, sino un
deseo de máxima diferencia. El fin del análisis tiene que ver con esta operación de separar
los objetos señuelos que atrapan el deseo de aquella diferencia que causa el deseo, y que
Freud describió como la diferencia entre el placer esperado y el placer obtenido.

Al respecto dice Daniele Silvestre (ficha 6883) que el problema de la analizabilidad,


aparecido en los años 60 como una gran preocupación de los analistas americanos,
seguidores de la ego-psychology. Para ellos, la analizabilidad reside en la posibilidad de una
alianza terapéutica de la parte sana del paciente con el psicoanalista; el fenómeno
transferencial sólo es tomado en cuenta en la medida en que pueda ser analizado para
enseguida ser reducido. Esto supone entonces una parte sana del yo que se alía al
terapeuta contra la otra parte, patógena y susceptible de transferir en lo actual los conflictos
del pasado. Evaluar la analizabilidad consiste en juzgar la capacidad del yo para entrar en
una alianza terapeútica.
Esto guarda relación con el texto de Hector Lopez (ficha 3359) cuando se refiere a la
superación de las resistencias inconscientes “no solo no podemos apelar a la voluntad o
sinceridad del paciente sino que debemos desconfiar de todo esfuerzo que el yo haga para
superarlas, en la medida en que el yo, que se pretende autónomo, está del lado de la
enfermedad. Y luego cita a Lacan “no hay discurso que no sea de la resistencia”, porque el
sujeto, en tanto dividido, está en el mismo campo de la enfermedad.

Por ejemplo en el caso Dora, ficha 22002 hoja 21 de fotocopia

El síntoma es primero, en la vida psíquica, un huésped mal recibido; lo tiene todo en contra
y por eso se desvanece tan fácilmente; en apariencia por sí solo, bajo la influencia del
tiempo. El síntoma al comienzo no cumple ningún co­metido útil dentro de la economía
psíquica, pero muy a menudo lo obtiene secundariamente; una corriente psíquica cualquiera
halla cómodo servirse del síntoma, y entonces este alcanza una función secundaria y queda
corno anclado en la vida anímica.
Entonces, para su asombro, el que pretenda sanar al enfermo tropieza con una gran
resistencia, que le enseña que el propósito del enfermo de abandonar la en­fermedad no es
tan cabal ni tan serio. Imagínese a un trabajador, por ejemplo a un albañil, que ha quedado
in­válido por un accidente y ahora se gana la vida mendigando en una esquina. Un
taumaturgo llega a él y le promete sanar la pierna inválida y devolverle la marcha. No debe
esperarse, yo creo, que se pinte en su rostro una particular alegría. Sin duda alguna, se
sintió en extremo desdichado cuando sufrió la mutilación, advirtió que nunca más podría
trabajar y moriría de hambre o se vería forzado a vivir de la limosna. Pero desde entonces,
lo que antes lo dejó sin la posibilidad de ganarse el pan se ha transformado en la fuente de
su sustento: vive de su invalidez. Si se le quita esta, quizá se lo deje totalmente inerme;
entretanto ha olvidado su ofi­cio, ha perdido sus hábitos de trabajo y se ha acostumbrado a
la holgazanería, quizá también a la bebida.
Cuando la niña se ha hecho mujer y, en total contradicción con los reclamos de su infancia.
se ha casado con un hombre desconsiderado, que sofoca su· voluntad, ex­plota sin
contemplaciones su capacidad de trabajo y no le brinda ternura ni le da dinero, la única
arma que le queda para afirmarse en la vida es la enfermedad. Esta le procura la anhelada
consideración, obliga a su marido a hacer sa­crificios pecuniarios y a usar miramientos que
no habría te­nido de estar ella sana, y, en caso de que se cure, lo fuerza a tratarla con
precaución, pues de lo contrario amenaza te­ner una recaída. El carácter en apariencia
objetivo e invo­luntario del estado patológico, que el médico que la trata no puede menos
que refrendar, le posibilita el uso conforme a fines, y sin reproches candentes, de un medio
que probó su eficacia en los años de la infancia.

Siguiendo con Danielle Silvestre, otra cosa es evaluar lo que empuja al sujeto a entrar en el
proceso, a saber, la suposición que funda su demanda. Esta suposición es la de un saber,
aún indeterminado. Lacan lo articula muy precisamente como aquello que define la entrada
en el análisis: al comienzo del psicoanálisis está la transferencia. En efecto, lo que el
analista tendrá que evaluar frente a la demanda, cualquiera sea en su formulación: cura del
síntoma, ayuda psicológica, etc es la parte de significación, de mensaje que la demanda
supone de lo que conforma su queja, o sea el saber que lleva en su opinión esa queja.

En hoja 3 López: Ideal de la autenticidad: el psicoanálisis no está en contra de que las


personas sean auténticas. Sólo que se detiene un paso antes, se pregunta si es en verdad
posible la autenticidad. Porque tal cosa no se puede plantear ingenuamente, desvinculada
de lo que Freud llama “necesaria hipocresía” para convivir en sociedad. La idea de
autenticidad es tributaria de un concepto del “yo” que le supone un área libre de conflictos,
una autonomía funcional. Así, en análisis podría restaurar la unidad de la personalidad,
donde la autenticidad es posible, porque el sujeto ya no se desconoce a sí mismo. Freud
nunca fue tan ambicioso y Lacan tampoco, ellos enseñan que el sujeto se divide en el acto
de constitución y que por más que se analice será dividido, siempre sometido a una
estructura pulsional que desconoce, y donde el yo, cuanto más auténtico pretenda ser
desconocerá su escisión. De la función del yo, Freud dijo que es como la del payaso del
circo: quiere pero no puede, sus múltiples servidumbres por ejemplo hacen posible que no
sea posible el autoanálisis.
La cuestión de los ideales forma parte del gran capítulo de la resistencia. Y a la inversa, la
función “no resistencial” del analista es dejar que el paciente se analice, es decir, creer,
confiar en el trabajo del inconsciente más que en el suyo, y en la verdad que habla por sí
misma, más que en la que él cree poder saber o decir. Lacan en la dirección de la cura dice
que el análisis se trata de preservar el lugar del deseo que, como tal es ajeno a las
valoraciones del analista y a las aspiraciones yoicas del paciente.

Sobre la sugestión dice Freud en nuevos caminos de la terapia analítica

“En algunos casos es preciso con pacientes a tal punto desorientados e ineptos para la
existencia aunar el influjo analítico con el pedagógico. Es probable que nuestra aplicación
de nuestra terapia a las masas nos veamos precisados a alear el oro puro del análisis con el
cobre de la sugestión directa, y quizá el influjo hipnótico vuelva a hallar cabida, como ha
ocurrido en el tratamiento de los neuróticos de guerra. Pero cualquiera que sea la forma
futura de esta psicoterapia para el pueblo, no cabe duda que sus ingredientes eficaces
siguen siendo los que ella toma del psicoanálisis riguroso.

Lacan-ficha 6928

La transferencia no es la puesta en acto de una ilusión que, según se supone, nos lleva a
esa identificación alienante que es la de cualquier conformización, así fuera un modelo
ideal, modelo al que ningún caso, además, puede servir de soporte al analista- la
transferencia es una puesta en acto de una realidad del inconsciente (hoja 5)
El concepto de transferencia en Freud no es simplemente el momento límite a lo que
designé como momento de cierre del inconsciente, cuando Freud introduce la función de
la transferencia se esmera en señalar ese momento como causa de lo que llamamos
transferencia (ficha 20332)
Lacan plantea en seminario 13 “del sujeto al que se supone saber” ficha 20332 libro 11- Que
la transferencia es un fenómeno esencial, ligado al deseo como fenómeno nodal del ser
humano y que fue descubierto antes que Freud. La transferencia quedó perfectamente
articulada y con extremado rigor, en un texto donde se discute sobre el amor. El banquete
de Platón y dediqué gran parte de un año en que hablé de transferencia para demostrarlo.
En el seminario sobre “la angustia” expresa que a quienes escucharon mi discurso sobre el
banquete, el texto de Dora -por supuesto, conviene que primero se familiaricen con él-
puede recordarles siempre la dimensión siempre eludida cuando se trata de la
transferencia, a saber que la transferencia no es simplemente lo que reproduce y repite una
situación, una acción, una actitud, un traumatismo antiguo. Siempre hay otra coordenada,
que he destacado a propósito de la intervención analítica de Sócrates, a saber, en particular,
en los casos que evoco, un amor presente el lo real. No podemos comprender nada de la
transferencia si no sabemos que es también es la consecuencia de este amor, de este amor
presente, y los analistas deben recordarlo a lo largo del análisis. Este amor está presente de
diversas formas, pero al menos hay que pedirles que lo recuerden cuando está ahí, visible.
En función de este amor, digamos real, se instituye lo que es la cuestión central de la
transferencia, la que plantea el sujeto a propósito del ágalma, a saber, lo que le falta, pues
es con esta falta con lo que ama. “No sin motivo, desde siempre, les repito
machaconamente que el amor es dar lo que no se tiene. Es incluso el principio del complejo
de castración. Para tener el falo, para poder usarlo, es preciso, precisamente, no serlo.
En ficha 20332 (presencia del analista) desmiente que tengamos que considerar una
posición dual de dos sujetos, con una supuesta objetividad y dice que es preciso considerar
la dimensión del engaño, por ejemplo como ocurre en el amor “persuadiendo al otro de que
tiene lo que puede completarnos, nos aseguramos precisamente de que podemos ignorar
que nos falta”. Lacan plantea un círculo del engaño, en tanto que hace surgir el amor en el
momento preciso.
En el texto “la dirección de la cura” dice que “si el amor es dar lo que no se tiene, es bien
cierto que el sujeto puede esperar que se le dé, puesto que el psicoanalista no tiene otra
cosa que darle. Pero incluso esa nada, no se la da, y más vale así: y por esa nada se la
pagan, y preferiblemente de manera generosa, para mostrar bien que de otra manera no
tendría mucho valor.
https://www.youtube.com/watch?v=BhVROouFb_E “competencia de discursos de quien
hace el mejor elogio del amor, entonces por eso Lacan elige ese texto porque es el texto
inaugural en occidente como las primeras teorías y veremos la vigencia que hoy tiene para
lo que es el amor para Lacan ir pensando la transferencia como un amor ¿qué tipo de
amor? y cómo se caracterizaría a partir de este diálogo inaugural. “Hombre borracho: no voy
a hacer un elogio al amor, voy a elogiar a Socrates como un hombre amado” y eso rompe
todo el diálogo incluso y algunos comentadores dicen que esa parte la suprimieron. Luego
la recuperaron y para Lacan es absolutamente importante que la hayan recuperado porque
le sirve para pensar la transferencia

La transferencia -tal como nos la presentan, o sea, como modo de acceso a lo que se
esconde en el inconsciente -sólo puede ser una vía muy precaria. Si la transferencia no es
más que repetición, será repetición del mismo malogro. Si la transferencia pretende,
mediante esta repetición, restituir la continuidad de una historia, sólo lo logrará provocando
el resurgimiento de una relación que, por su naturaleza, es sincopada. Vemos por tanto que
la transferencia no es por sí sola un modo operatorio suficiente si se la confunde con
eficacia de repetición, con la restauración de lo que está escondido en el inconsciente, y
aún con la catarsis de los elementos inconscientes (hoja 4)

Freud en “dinámica de la transferencia” (bibliografía transversal) dice que es un enigma por


qué en el análisis de la transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia al
tratamiento. Cuando las asociaciones libres se deniegan, en todos los casos es posible
eliminar esa parálisis aseverándole que ahora él está bajo el imperio de una ocurrencia
relativa a la persona del médico o algo perteneciente a él. En el acto de impartir ese
esclarecimiento, uno elimina la parálisis o muda la situación: las ocurrencias ya no se
deniegan: en todo caso, se las silencia. En cuanto al problema -porqué la transferencia nos
sale al paso como resistencia en el psicoanálisis- Al fin uno cae en la cuenta de que no
puede comprender el empleo de la transferencia como resistencia mientras piense en una
transferencia a secas, es preciso decidirse a separa una transferencia “positiva” de una
“negativa”, la transferencia de sentimientos tiernos de la de sentimientos hostiles, y trata por
separado ambas variedades de transferencia sobre el médico.
La positiva: sentimientos amistosos o tierno remontan de manera regular a fuentes eróticas.
Todos nuestros vínculos de sentimientos, simpatía, amistad que valorizamos en la vida se
enlazan genéticamente con la sexualidad y se han desarrollado por debilitamiento de la
meta sexual. La transferencia sobre el médico sólo resulta apropiada como resistencia
dentro de la cura cuando es una transferencia negativa, o positiva de mociones eróticas
reprimidas. Cuando cancelamos la transferencia haciéndola consciente, solo hacemos
desasirse de la persona del médico estos dos componentes del acto de sentimiento.
Es innegable que domeñar los fenómenos de la transferencia depara al psicoanalista las
mayores dificultades, pero no se debe olvidar que justamente ellos nos brindan el
inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas mociones de amor escondidas y
olvidadas de los pacientes; pues, en definitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in
effigie.

Sobre transferencia positiva y negativa en Lacan lo vemos en cuatro conceptos


fundamentales cuando dice “que miren al analista con buenos ojos o lo miran con ojeriza”
Ejemplo de transferencia negativa: en ficha 4587 del Hombre de las ratas (hoja 21) Dice
Freud, sólo por el doloroso camino de la transferencia pudo adquirir el convencimiento de
que su relación con el padre exigía real y efectivamente aquel elemento inconsciente.
Pronto le sucedió en sueños, fantasías diurnas y ocurrencias, insultarme a mí y a los míos
de la manera más grosera y cochina, no obstante que en su conducta deliberada me
testimoniaba siempre el mayor respeto. Durante la comunicación de esos insultos, su
comportamiento era desesperado “cómo es posible, profesor, que usted se deje insultar por
un tipo puerco, por un perdido como yo” usted tiene que echarme fuera, no merezco otra
cosa. Se paraba, no soportaba decir cosas tan crueles yaciendo ahí cómodamente. Sin
embargo, pronto él mismo descubrió la explicación más certera: se sustraía de mi
proximidad por angustia de que yo le pegara. Recordaba que su padre había sido colérico y
en su violencia ya no sabía ya no sabía hasta donde era lícito llegar. Así quedaba expedito
el camino para resolver la representación de las ratas.

Lacan (ficha 6928-hoja 5) el esquema de la nasa concilia la noción de que la transferencia


es a la vez obstáculo y rememoración y presentificación de cierre del inconsciente, que es el
fracaso, siempre en el momento exacto, del buen encuentro.
La transferencia no puede confundirse con un simple medio. Cuántas veces podrán leer
fórmulas que asocian, por ejemplo, la transferencia con identificación, cuando la
identificación no es más que una pausa, una falsa terminación del análisis, frecuentemente
confundida con su terminación normal. Su relación con la transferencia es estrecha, pero
precisamente en la medida en que la transferencia no ha sido analizada. También menciona
esto en el seminario 10 (sobre angustia p.141) “conducir al sujeto a una identificación” no se
trata de una identificación con la imagen del reflejo del yo ideal en el Otro, sino con el yo del
analista (cuando habla de reforzar al yo en acting out), con el resultado que señala Balint- la
crisis verdaderamente maníaca que nos describió como la del fin de un análisis
caracterizado de este modo. Esta crisis ¿que representa? la insurrección del a, que
permanece intocado.
A la inversa encontrarán fórmulas según las cuales la función de la transferencia es un
medio para la rectificación realizante, a la cual se opone el discurso de hoy (esto es mío:
entonces Lacan está diciendo que tampoco es un medio para “rectificar” a alguien y
cuestiona tanto esto como quienes confunden transferencia con identificación).

Si bien Freud dice En el caso Dora, hoja 21 de fotocopia sobre los motivos para sostener
enfermedad

El síntoma al comienzo no cumple ningún co­metido útil dentro de la economía psíquica,


pero muy a menudo lo obtiene secundariamente; una corriente psíquica cualquiera halla
cómodo servirse del síntoma, y entonces este alcanza una función secundaria y queda
corno anclado en la vida anímica.
Entonces, para su asombro, el médico se topa con una gran resistencia, que le enseña que
el propósito del enfermo de abandonar la en­fermedad no es tan cabal ni tan serio.
También esto lo dice Lacan en “psicoanálisis y medicina” en hoja 4
Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo aborda, no digan que espera de él
pura y simplemente la curación. Coloca al médico ante la prueba de sacarlo de su condición
de enfermo, lo que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que él esté totalmente
atado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que lo autentifique­mos como
enfermo; en muchos otros casos viene, de la manera más manifiesta, para demandarles
que lo preserven en su enfermedad, que lo traten del modo que le conviene a él, el que le
permitirá seguir siendo un enfermo bien ins­talado en su enfermedad.

Y Roa Adriana en “la admisión no es una entrevista preliminar”


”es necesario que el síntoma-que en el inicio no se diferencia del síntoma en su estatuto
médico: es decir, eso que me hace padecer se transforme en un síntoma analítico. O sea
que el sufrimiento que trae el sujeto lo lleve a preguntarse, a formular una pregunta acerca
de porqué le sucede lo que le sucede, pero con una particularidad: que esta pregunta
implique al sujeto, es decir, que esté formulada de tal modo que incluya la “responsabilidad”
de aquel que padece.

Adriana Rubintein en entrevistas preliminares y efectos analíticos


ficha 6897 de unidad 2 de prácticos

No pensamos en un analista tratando de convencer de la existencia del inconsciente. Ni se


trata de estar todo el tiempo esperando provocar la rectificación subjetiva, sino de
aprovechar la oportunidad para ello cuando algo de la localización del sujeto en dirección al
inconsciente pueda aparecer.

Respecto a esto Lombardi en “rectificación y destitución del sujeto dice "a menudo vemos al
analista, aún si se reclama de formación lacaniana tratando de convencerlo de la
responsabilidad del asunto porque la rectificación lacaniana no puede ser rectificación a la
fuerza"

PARTE SANA DEL YO

En ficha 20332 discute la idea de Szasz de que la transferencia no puede concebirse como
un asentimiento con la parte sana del yo, con esa parte apta para juzgar la realidad y
acabar con la ilusión y con el planteo de que en consecuencia la relación entre el analista y
el analizado: el analista es aquí un juez sin apelación y sin recurso, como un campo de puro
riesgo, sin control. Como así también (FICHA 20332)cuando habla de la transferencia
desmiente que tengamos que considerar una posición dual de dos sujetos, con una
supuesta objetividad y dice que es preciso considerar la dimensión del engaño, por ejemplo
como ocurre en el amor “persuadiendo al otro de que tiene lo que puede completarnos, nos
aseguramos precisamente de que podemos ignorar que nos falta”. Lacan plantea un círculo
del engaño, en tanto que hace surgir el amor en el momento preciso.
Lacan plantea en 4 conceptos fundamentales (hoja 73) un ejemplo de los absurdos del
pensamiento lógico demasiado formal, dice que “el yo te engaño proviene del punto donde
el analista espera al sujeto y le devuelve según la fórmula su propio mensaje.
Cuento judío del tren: ¿por que me dices que vas a Lemberg cuando de verdad vas a
Lemberg y si me lo dices es para que crea que vas a Cracovia? División
enunciado-enunciación.

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