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Finales de tratamiento

Por Nicolás Maccora

Ya Freud advertía sobre la multivocidad en juego cuando se habla de final o término de


análisis1. Intentaremos precisar las diferencias acerca de los finales de tratamiento, de análisis y
los fines de un tratamiento o un análisis, particularmente en lo que respecta a la práctica en el
hospital público.

Entendemos que no todo final de tratamiento, aún conducido analíticamente, podría coincidir
con el final exigible a un análisis2, en tanto Lacan se ha referido al mismo como atravesamiento del
fantasma o saber arreglárselas con el síntoma. Dando por sentado la práctica del psicoanálisis en
el hospital, se abre la pregunta sobre cómo pensar el final de un tratamiento psicoanalítico dentro
de este, aun cuando al mismo Freud en una carta a Fliess se pronunciara por que la conclusión
asintótica de la cura le era en esencia indiferente, y esta decepcionaba más bien a los profanos3.

La realidad hospitalaria es otra, ya que estamos apremiados principalmente por la existencia de


una demanda masiva de atención a la que ya nos referimos cuando hablamos de demanda
institucional; sumado a esto, la condición de gratuidad puede intensificar la resistencia de
transferencia, en palabras de Freud4: “El tratamiento gratuito intensifica enormemente algunas de
las resistencias del neurótico; por ejemplo, en las mujeres jóvenes, la tentación integrada en la
relación de transferencia, y en los hombres jóvenes, la rebeldía contra el deber de gratitud,
rebeldía procedente del complejo del padre y que constituye uno de los más graves obstáculos a la
influencia terapéutica. La ausencia de la compensación que supone el pago de honorarios al
médico se hace sentir penosamente al enfermo; la relación entre ambos pierde todo carácter real y
el paciente queda privado de uno de los motivos principales para atender a la terminación de la
cura”. Ante esto último, sería posible objetar que el tratamiento no es del todo gratuito, ya que las
instituciones estatales son sustentadas con el pago de impuestos; sin embargo, esto no exime al
tratamiento de caer bajo la lógica de la salud como un derecho, lógica que si bien promueve la
justicia social, corre el riesgo de homologar a la salud con un bien reclamable al Estado, y en el
caso de los practicantes del psicoanálisis en el hospital implica un entrecruzamiento discursivo en
tanto agentes estatales que deben responder a dicha demanda y la posibilidad de advenir allí
psicoanalistas, en tanto instauren una interrogación por el sujeto de esa demanda, interrogación
que va en contra de la posición pasiva del paciente que espera la cura de su médico. Es así que la
lógica asistencialista es parte de nuestra práctica cotidiana en el hospital pero a la vez, participa en
lo que Freud denominó como el cobre de la sugestión en juego en la práctica del psicoanálisis en
instituciones estatales.

1
Cf. Freud, S. (1937). Análisis terminable e interminable.
2
Cf. Pujó, M. Finales de tratamiento.
3
Cf. Ibid.
4
Freud, S (1913). Sobre la iniciación del tratamiento.
Entonces, por un lado, la demanda masiva nos compele a establecer algún criterio (no deberá
confundirse con un “estándar”) tanto para la admisión como para el cierre de los tratamientos, ya
que respondemos a un Otro que nos demanda estadísticas, cantidad de prestaciones y
determinada cantidad de horas de labor; por otro, contamos con que la gratuidad precipita
posiciones transferenciales en donde el practicante puede quedar situado en el rol del benefactor,
del altruista, que ya Freud advirtió de su carácter perjudicial.

Con respecto a la fijación de tiempos, nuestra historia clínica explicita que los tratamientos en
nuestra institución tendrán un plazo máximo de seis meses, no siendo toleradas dos inasistencias
consecutivas al mismo; hablamos de una norma institucional que no desconocemos pero tampoco
seguimos de una manera compulsiva, se trata más bien de hacer un uso de esa norma, que
llamativamente tiene una resonancia en lo que Freud planteaba respecto a los plazos en los
tratamientos, en su experiencia con el Hombre de los Lobos: “...yo mismo ensayé otro camino para
apresurar el decurso de una cura analítica. En esa época emprendí el tratamiento de un joven ruso,
quien, malcriado por la riqueza, había llegado a Viena en un estado de total desvalimiento,
acompañado por su médico personal y un valet. En el curso de algunos años se logró devolverle
gran parte de su autonomía, despertar su interés por la vida, poner en orden sus vínculos con las
personas más importantes para él. Pero ahí se atascó el progreso; no avanzaba el esclarecimiento
de la neurosis infantil sobre la cual sin duda se fundaba la afección posterior, y se discernía con
toda nitidez que el paciente sentía asaz cómodo el estado en que se encontraba y no quería dar
paso alguno que lo acercase a la terminación del tratamiento. Era un caso de autoinhibición de la
cura; corría esta el riesgo de fracasar a causa de su propio éxito —parcial—. En esta situación,
recurrí al medio heroico de fijarle un plazo”5.

Esta cita deja entrever que el “medio heroico” del plazo responde a una cuestión
transferencial, en la medida en que el paciente se siente cómodo en la cura, no habría razón para
él en abandonar el tratamiento, por esto, la mejor forma de proseguir el tratamiento es continuar
en su lugar de enfermo. Cuestión fundamental que empalma las dimensiones en juego y permite
realizar el pasaje de lo que entendemos como final a la conclusión. Marcelo Barros define la
conclusión “...como un momento lógico del tratamiento centrado en un acto llevado a cabo por el
practicante, que tiene lugar con el consentimiento del paciente y que está inspirado en las reglas
de la experiencia”.6

Esto deja el criterio estrictamente centrado a la política interna del tratamiento; la conclusión
institucional no es un fin de análisis ni tampoco una interrupción provocada por la resistencia o
factores accidentales, tampoco se ajusta totalmente al cumplimiento de un plazo institucional sino
que hace uso de dicha norma. Se trata de un corte, que así como en la sesión analítica apunta a
contrariar la complacencia neurótica de relatarle a alguien sus miserias, se aplica al manejo del
tiempo total del tratamiento institucional, impidiendo de esta manera acomodarse
transferencialmente al paciente en sujeto de la asistencia y por otro lado, despabila al analista de

5
Freud, S. (2020). Ibíd., p.220.
6
Barros, M. (2009). Psicoanálisis en el hospital: El tiempo de tratamiento, p.55.
la ética del Bien que lo compele a una posición benefactora que produce el adormecimiento que
implica la reciprocidad en la transferencia7.

Por último, quedaría la cuestión de los fines del tratamiento, que puede servir como
orientación siempre y cuando no se conviertan en un universal. Al respecto Lacan en la
conferencia de Yale8 ha señalado que un análisis no debe ser empujado demasiado lejos. Cuando
el analizante piensa que es feliz de vivir es suficiente. Así también, Freud señala que “En la práctica
es fácil decirlo. El análisis ha terminado cuando analista y paciente ya no se encuentran en la
sesión de trabajo analítico. Y esto ocurrirá cuando estén aproximadamente cumplidas dos
condiciones: la primera, que el paciente ya no padezca a causa de sus síntomas y haya superado
sus angustias así como sus inhibiciones, y la segunda, que el analista juzgue haber hecho conciente
en el enfermo tanto de lo reprimido, esclarecido tanto de lo incomprensible, eliminado tanto de la
resistencia interior, que ya no quepa temer que se repitan los procesos patológicos en cuestión.”9

De esta manera queda enlazada la cuestión del tiempo con la finalidad, a saber, que el
analizante piense que es feliz de vivir, que no padezca más de sus síntomas, angustias e
inhibiciones, que haga consciente lo reprimido; por ello se podría pensar cierto criterio del efecto
terapéutico en juego, sin embargo, es necesario recordar que la eficacia del psicoanálisis tiene
relación no solo con la supresión de los síntomas sino con la posibilidad de cambio de una posición
subjetiva que, en tal caso, acarreará la supresión sintomática por añadidura y permitirá una
modificación de la posición subjetiva respecto del padecimiento que permitiría como dice Freud
“no temer que se repitan los procesos patológicos en cuestión”10.

Por todo esto, es importante remarcar que el manejo del tiempo para el psicoanálisis no está
subordinado a la ambición terapéutica, a la pretensión del efecto rápido sin mediación subjetiva, a
diferencia de otras prácticas. Pero a su vez, al no permanecer ajenos a la demanda institucional y
social de atención, -pero prescindiendo de estándares que fijen el tiempo cronológico de
tratamiento- y atendiendo a los motivos transferenciales antes mencionados que promueven la
instalación en el asistencialismo cuyo efecto es dormitivo tanto para paciente como para el
analista, se nos impone en la experiencia analítica cierta “prisa” por concluir, vinculada a la
dimensión de la oportunidad, jugada en un tratamiento analítico tanto al interpretar, como al
cortar las sesiones, sancionando una conclusión11 Lacan en conferencia sobre el síntoma “un
demasiado pronto cuya función es evitar un demasiado tarde”12 o lo que advierte Freud respecto
al momento justo para fijación del plazo: “el león salta una vez sola”13.

7
Cf. Ibíd., p.59.
8
Cf. Lacan, J. Conferencia en la universidad de Yale del 24/11/1975.
9
Freud, S. Ibíd., p.222.
10
Ibíd., p. 222.
11
Cf. Barros, M. Ibíd., p.64.
12
Lacan, J. Conferencia en Ginebra, p. 141.
13
Freud, S. Ibíd., p.222.
Bibliografía:

Barros, M. (2009). Psicoanálisis en el hospital: El tiempo de tratamiento. Buenos Aires: Grama


ediciones.

Freud, S. (1937). Análisis terminable e interminable. En Obras Completas, Vol. XII. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.

Freud, S. (1913). Sobre la iniciación del tratamiento. En Obras Completas, Vol. XII. Buenos Aires:
Amorrortu Editores.

Lacan, J. (1988). Conferencia en Ginebra. En Intervenciones y Textos II. Buenos Aires: Manantial.

Lacan, J. (1975). Conferencia en la universidad de Yale. Recuperado de


http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2008/12/jacques-lacan-conferencia-en-la.html

Pujó, M. (2012). Finales de tratamiento. En Psicoanálisis y el hospital. N° 21 “Finales de


tratamiento”. Buenos Aires: Ediciones del Seminario. ISSN 0328-0969.

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