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LA LECTURA DE ESTE DÍA, ES DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 9 y 10 [35- 38, 10: 1-8…
“A”] [18/VI/2023]
“35 Jesús recorría todos los pueblos y las ciudades. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias
del reino de Dios, y sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades. 36 Y al ver la gran cantidad
de gente que lo seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que no tenía
quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor! 37 Jesús les dijo a sus discípulos: Son muchos
los que necesitan entrar al reino de Dios, pero son muy pocos los discípulos para anunciarles las buenas
noticias. 38 Por eso, pídanle a Dios que envíe más discípulos, para que compartan las buenas noticias con
toda esa gente.
1Jesús reunió a sus doce discípulos. A cada uno le dio poder para expulsar malos espíritus y para sanar toda 1
clase de enfermedades. 2 A los doce discípulos que Jesús eligió, los llamó apóstoles. Éstos son sus nombres:
Simón, mejor conocido como Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo; 3 Felipe,
Bartolomé, Tomás, Mateo el cobrador de impuestos, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, 4 Simón el patriota[a] y
Judas Iscariote, que fue el que después traicionó a Jesús. 5 Jesús envió a estos doce discípulos con las
siguientes instrucciones: No vayan por lugares donde vive gente que no es judía. Tampoco vayan a los
pueblos de la región de Samaria. 6 Mejor vayan a los israelitas, pues son un pueblo que anda como rebaño
perdido. 7 Cuando vayan, anuncien este mensaje: ´Ya está por llegar el reino de Dios´. 8 Sanen también a
los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y libren de los demonios a la gente.
¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada!”
Esta es la Palabra del Señor. [Ex. 19: 2-8; Sal. 100; Ro. 5: 6-11; Mt. 9: 35-38, 10: 1-8].
“Recorrer con Jesús” entre pueblos y ciudades en busca del afligido; como Él, seamos más
humanos teniendo cercanía con los que padecen.
2. “Jesús: Diligencia, responsabilidad y amor en el servicio …”. Nuevamente, hallamos a un Jesús
preocupado por el daño que ocasiona la enfermedad y el espíritu de maldad de los hombres. En
particular, nuestra época es sintomática por la enorme industria que explota el dolor, la muerte,
la enfermedad, el inmenso negocio de “las medicinas” y los grandes males que son provocados
por el mismo hombre. Tocante a los muchos hombres que practican los dones milagrosos,
debemos admitir de los peligrosos riesgos a la fe que esto provoca, sumando más angustia a las
almas atribuladas; estos inescrupulosos no han tenido compasión del dolor, y penalizan “los
beneficios espirituales” ofrecidos por compromisos monetarios, los cuales representan un
fraude y afrenta para el Evangelio. El apóstol dijo con advertencia: “También deben saber: que 2
vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de si mismo, ávaros, vanagloriosos,
soberbios, … aborrecedores de lo bueno y con apariencia de piedad… esta doctrina nos
aconseja seguir la fe, paciencia, amor, y padecimientos; aferrarnos a la limpia y razonable
Palabra del Señor” [II Tim. 3: 1-17]. El Maestro convoca a sus apóstoles; me gusta entender que
son citados cada uno por su nombre, y hasta señala los hechos sobresalientes de algunos, como
indicando que la acción de servicio tiene sus riesgos enormes de los cuales debemos tener
mucho cuidado para proteger a los más débiles en la fe. Es importante recordar que los
apóstoles tuvieron una especial misión, la cual no somos capaces de asimilar; debemos ser
humildes para aceptar que algunos hechos realizados por ellos no tenemos “la facultad común
de llevarla a cabo” a menos que D y su Espíritu así lo determine. Más bien, para nosotros queda
actuar en el marco del compromiso y responsabilidad cristiana, dedicación para proteger a los
vulnerables y así brindarles ayuda en sus circunstancias que enfrentan. El Pbro. y Doctor
MARTÍN LUTERO quien enseñó que la salvación era un don gratuito de D, enfatizó la importancia
de las buenas obras como resultado de una fe genuina y que esta fe viva se manifiesta en el
amor y el servicio a los demás. Lutero instaba a los creyentes a vivir vidas comprometidas,
sirviendo a D y al prójimo con diligencia y amor. Significa hermanos, que es compatible para
nosotros contar con una actitud que favorezca al desvalido y nuestras mejores acciones de
caridad, compasión y misericordia hacia cualquiera que sufra y esté al alcance de nosotros. Los
Apóstoles fueron altamente responsables con su instrucción: “En fin, todos ustedes deben vivir
en armonía y amarse unos a otros. Pónganse de acuerdo en todo, para que permanezcan en
unidad” [I Pd. 3:8]; también su doctrina nos dice: “Por eso, tenemos que pensar en el bien de
los demás, y no solo en nosotros mismos” [I Co. 10:24].
3. “Jesús: una comisión de servicio y ayuda al prójimo…” Sin duda, la orden del Maestro tenía una
prioridad debido a lo inminente del juicio que vendría sobre el pueblo Israelita a quien se le
había encomendado la misión de ser luz entre las naciones, honrar el nombre de D y exaltarlo
entre los pueblos, llenar la tierra con su enseñanza, en otras palabras, ser bendición a “Todos
los pueblos de la tierra” misión que no fue cumplida, y la llegada del reino y el Mesías era su
ocasión de reivindicación para ajustarse a las demandas de quien viene a pedir cuentas. Así que
la misión concreta fue: ir a las “Ovejas extraviadas del pueblo de Israel” la demostración de
esta misión era la realización de obras a favor de los afligidos, y el mensaje inminente fue la
proclamación de la llegada del reino de D. Su mensaje sigue vigente hoy día, nada se echó a
perder; si bien, las actuales condiciones exigen formas a menudo distintas, podemos afirmar
que nuestro servicio y ayuda práctica debe estar presta en favor de quienes padecen; todo
cristiano puede y debería tomar acciones de ayuda en sus comunidades. La iglesia misma puede
tomar parte en programas de asistencia médica, alimentación, ropa a los sin hogar, protección
animal y conservación del medio ambiente. Además, nuestra identidad como pueblo y en
cumplimiento de la doctrina de nuestro salvador, nos llama a ejercer la oración e intercesión
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: EL REINO, COMPROMISO Y SERVICIO” [Mt. 9: 35 – 10:8]. TERCER DOMINGO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T4E31.
pidiendo por los quebrantados de salud, suplicando por la intervención divina y su restauración;
afirma el apóstol: “… rueguen los unos por los otros, la oración del justo, obrando eficazmente,
puede mucho” [Stg. 5:16]. Otro aspecto de su mandamiento es el acompañamiento y consuelo
para los afligidos; acá nos hacemos presente para escuchar el dolor, dar palabras de aliento,
demostrar solidaridad en momentos críticos en su tránsito por su valle sombrío. Nuestro
compromiso puede llevarnos a tomar medidas para cuidar nuestra salud y alentar a otros en su
mejoramiento; demostrar preocupación por la salud de otros, previniendo y educando para una
mejor calidad de vida. SAN AGUSTÍN enseñaba “Que el amor y la caridad eran fundamentales
para vivir una vida cristiana auténtica. Su famosa frase AMA Y HAS LO QUE QUIERAS encierra
su idea de que, si uno ama verdaderamente a Dios y al prójimo, sus acciones estarán guiadas
por el amor y la rectitud…”. Una advertencia final de su doctrina evangélica, es poner nuestra 3
atención en lo peligroso que representa el cobro de estipendios u honorarios al ofrecer el
mensaje del reino; es bastante clara la advertencia “¡NO COBREN NADA POR ESTE SERVICIO!”
existe el peligro de encontrar una fuente de perversión relacionada con ganancias deshonesta
poniendo de mampara la fe, el Evangelio, a D; nuestros días lucen infestados de un mensaje
vacío de D, enfocados en la oportunidad; no son predicadores del sano mensaje, sino
motivadores de masas; hay que reconocer bien a los remedos pastorales que ensayan con una
psicología barata que a la vez ofenden la práctica de la profesión; hermanos debemos identificar
a los auténticos engañadores, recaudadores de dinero de rebaños ingenuos y somnolientos, de
los cuales Jesús nos previene. A nosotros mismos nos lleva al punto de corregir nuestro
compromiso en cuanto a un auténtico servicio al prójimo.
OREMOS: Mantén, oh Señor, a tu pueblo, la Iglesia, en tu constante fe y amor; para que, mediante
tu gracia, tu verdad sea proclamada con valentía, y administremos tu justicia compasivamente a
quienes viven cual ovejas sin dirección; por amor de nuestro Salvador Jesucristo, que vive y reina
contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre... Amén.