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Iván Montes,
VDM. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma sv. T2 E19.
“1 El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba
oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 2 Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el
otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos
dónde lo han puesto». 3 Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. 4 Los dos corrían
juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; 5 e,
inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. 6 Llegó también Simón Pedro detrás de él y
entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos 7 y el sudario con que le habían cubierto la cabeza,
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no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. 9 Pues hasta entonces no habían entendido
la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.”.
experiencia de sus deprimidos discípulos. El mensaje de las valientes mujeres sigue siendo
estimulante, motivador y abre la esperanza de una nueva realidad, la vida, el gozo, la alegría,
la satisfacción entre el pueblo. Encontrar el sepulcro de igual manera no habría cambiado
para nada su estado reflexivo; la resurrección es el motor que necesitan para acelerar sus
acciones de proclamar las buenas nuevas de forma completa y con la novedad de la vida
para todo aquél que crea en Jesús. La resurrección de Cristo es un mensaje central para
nuestra fe, no existe cristianismo sin resurrección; el Arzobispo salvadoreño Oscar Romero
dijo antes de su martirio: “He de decirles que como cristiano no creo en la muerte sin
resurrección, si me matan, resucitaré… lo digo sin ninguna jactancia con gran humildad…”.
Saber que el Cristo ha resucitado transformó radicalmente el pequeño grupo de discípulos
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y les dio valor para salir de su encierro para enfrentar el peligro en nombre de su Señor; oír
las buenas nuevas desató el alma para entender este misterio, sobre todo el hecho
innegable de esta realidad dicha por el Apóstol “¿Dónde está, Oh muerte tu aguijón?
¿Dónde oh sepulcro tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder
del pecado es la Ley. Mas gracias sean dadas a D que nos da la victoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo” [I Co. 15:55-57]. Además, el profeta proclamó esta maravilla de
la vida, aun sin la comprensión plena, pero en Cristo se devela el misterio de esta vida
perdurable y la liberación para siempre: “De la mano del seol los redimiré, los libraré de la
muerte. Oh muerte yo seré tu muerte, y seré tu destrucción Oh Seol…” [Os. 13:14].
2. La fe, la resurrección, la vida de cristo es demostración que nos entregamos para la vida,
para el bien de otros… en el texto, las mujeres no aparecen más, nos quedamos solos, el
mensaje proclamado y yo; un discípulo vio, y dice CREYÓ, de otro discípulo se dice que vio:
lienzos, sudario y notó que había orden, estaban en su lugar y doblados al parecer quien
haya resucitado a Jesús, ese Espíritu de Resurrección sabía a perfección lo que hacía, no fue
un acto súbito o al azar, si se había proclamado como parte del discurso del Mesías significa
que siempre fue parte del plan diseñado desde antes del poner los fundamentos del
universo; así la resurrección vino a nosotros cual don de su gracia y poder dedicado a
quienes padeciendo de los aguijones de la muerte y aterrados por las amenazas del sepulcro
nos infligieron penas y tristeza, determinismo de un destino incierto; en D entonces se
endereza nuestra fe, nuestro destino eterno, la maravilla de la vida. La resurrección
hermanos, también es símbolo contrastante de la decadencia humana y la trascendencia
divina; la muerte del resucitado es el producto incomprensible de la iniquidad, del mal
extremo de la condición caída del hombre; a Jesús lo asesinaron de la forma más cruel y
salvaje a manos de un imperio cuyos métodos de injusticia, violencia, tortura, dominación,
muerte y crímenes eran parte de sus acciones las cuales no podía justificar; era una vida
buena, justa, santa o consagrada para el bien; sin embargo, le hacen daño memorable por
hacer el bien; todos testificaron de su vida dedicada a los pobres, leprosos, viudas,
enfermos, desamparados, pobres espirituales, personas sin rumbo y extraviadas, ciegos,
sordos, personas con discapacidad, intelectuales hambrientos por la verdad, etc. a todos
ellos sirvió con su vida, uno no se explica por qué asesinaron un hombre tan bueno;
pareciera que este mundo no merece la bondad del cielo, ya que alaba la maldad y cuestiona
la bondad. Lo cierto es que la resurrección es una invitación de seguir el bien, un desafío a
una entrega al prójimo, una decisión de servicio al hombre bajo cualquier condición; a Jesús
no le perturbó el violento, el luchador por la justicia, la mujer pública, el fariseo con su carga
HOMILÍA DOMINICAL. “JESÚS, PASCUA DE SU RESURRECCIÓN” [Jn. 20: 1-9]. Iván Montes,
VDM. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma sv. T2 E19.
de hipocresía y disciplina a la vez, Jesús vino y dio su vida por cada uno, “Para que todo
aquél que en Él crea no perezca, sino tenga vida eterna”. La resurrección es un hecho que
van comprobando, pero no basta con el anuncio, se necesita encarar la experiencia del
sufrimiento y muerte, estar cerca de los portadores del dolor, los que llevan cargas
insostenibles; entender la resurrección es compartir con el hambriento, los sin esperanza,
los que trabajan por su jornal y encontrar al Jesús victorioso que cual caminantes de Emaús
nos recuerda lo ciertísimo de las Escrituras, Jesús se ofrece como un dínamo para el alma
que llena de tristeza, abrazada del dolor, rendida a la desesperanza y proclamando la
desgracia de la muerte y en medio de la noche encuentra nueva vida, halla poder para
mover su ser y entregarse de lleno al camino de regreso a la ciudad en busca de sus
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hermanos para contarles que la vida nueva es real, que Jesús no se descompuso en el
sepulcro labrado de la roca, que hay una nueva vida para todos, que es tan real que cada
cualidad de Jesús estuvo a merced de sus sentidos y que por ello todo vale la pena, nada
está perdido sino que hubo una renovación de la fe, el amor es develado en su expresión
máxima, y la esperanza es verdadera y parte de nuestra opción , ¡BENDITO SEA SU NOMBRE
PARA SIEMPRE! ¡LA VIDA ES POSIBLE! ¡D HA MANIFESTADO SU FIDELIDAD PARA SIEMPRE!
Hoy, en esta Pascua de resurrección no solo reconocemos haciendo memoria y participando
solemnemente de los alimentos conocidos aquella vida en nuestro pasado de trabajo,
sometimiento, llanto, dolor, y éxodo recordando nuestra propia liberación del poder de la
muerte; en Jesús está conservada nuestra reserva salvadora. Él es nuestra Pascua, nuestro
boleto a la libertad, Él nuestra redención eterna.
En conclusión: recordando a la hermana de Lázaro que dijo a Jesús: “Yo sé que -mi hermano-
resucitará en la resurrección, en el día postrero” la voz que usa para resurrección es (Gr.
ANÁSTASIS) digamos para su comprensión, significa: “levantarse de la muerte, levantarse o
recuperarse de una situación moral, también significa una restauración espiritual, retornar a la
vida nuevamente, recuperarse en todo el sentido del ser del hombre, ser devuelto a la vida”. Y,
para no ser objeto de alarma o desconfianza en ese porvenir que esperamos con mucha
esperanza, deseo destacar cierta idea importante para nuestra condición humana, Pablo
Apóstol expresa en virtud de confiar en el dador de la promesa y tomando en cuenta la
debilidad del hombre; (I Co. 15:42-43) “Así también es la resurrección de los muertos. Se
siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. (v43) Se siembra en deshonra, resucitará
en gloria, sembramos en debilidad se resucitará en poder”. Significa que, nuestras
debilidades son comprendidas y superadas en la perfecta y gloriosa resurrección. Cristo
nuestra esperanza de gloria.