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SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA. Quasimodogeniti. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T3E24.
19 Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido
con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio
de los discípulos, los saludó diciendo: —¡Paz a ustedes! 20 Dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. 21 Luego Jesús les dijo otra vez: —¡Paz a ustedes!
Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. 22 Y sopló sobre ellos, y les dijo: —
Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados;
y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar. 24 Tomás, uno de los doce discípulos,
al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25 Después los otros discípulos 1
le dijeron: —Hemos visto al Señor. Pero Tomás les contestó: —Si no veo en sus manos las heridas
de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer. 26 Ocho
días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba
también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó,
diciendo: —¡Paz a ustedes! 27 Luego dijo a Tomás: —Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae
tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree! 28 Tomás entonces exclamó: —¡Mi
Señor y mi Dios! 29 Jesús le dijo: —¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber
visto! 30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están
escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías,
el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él.
Esta es la Palabra del Señor. [Sal. 150; Hch. 5: 27-32; Ap. 1:4-8; Jn. 20: 19-31].
comisión es sucedida a hombres cuyo anhelo es consagrarse para servir en el oficio de llevar las
nuevas de redención y anunciar la ansiada Paz consignada en el Sagrado Evangelio. Cuando
actuemos como portadores de esta inmensa tarea universal, recordemos a Jesús diciendo: “Yo
le he comunicado tu Palabra… este mundo les odia, porque no pertenecen a este mundo. Padre
Protégelos del mal; conságralos a tu Palabra, a tu verdad… Como tú me enviasteis, así también
yo les envío al mundo…” [Jn. 17: 14-18].
2. “Jesús: la Comunión de los Apóstoles y la enseñanza en la actitud del Apóstol Tomás…”.
Recordemos la enseñanza y apreciación del Teólogo y Maestro [S. XVI] J. Calvino al decir:
“Reunirse en asamblea es tratar un asunto de fe; es indicador de un sentimiento religioso. En
su ausencia, Tomás daba lugar a estar al margen de la comunión y armonía del grupo…”.
Hermanos, muy al margen que nos enseña la importancia de reunirnos en comunidad o 2
congregarnos, Jesús estaba convencido que la armonía y unanimidad del grupo apostólico no
podía echarse a perder. ¿Podemos imaginar a uno solo de los Apóstoles negando la poderosa
resurrección que es fundamento de fe del cristianismo? Esto crearía confusión, error, discordia
en la comunidad primitiva. Jesús no dejaría a Tomás en el error, marginado, abrazando sus
temores con sus dudas y quebranto de espíritu. Su intervención traería sanidad y sacaría del
riesgo de una mala interpretación apostólica, la importante doctrina de la esperanza gloriosa de
la resurrección que nos involucra directamente en nuestro destino eterno. SAN AGUSTÍN, Doctor
de la iglesia dijo: “Los clavos taladraron sus manos, la lanza abrió su costado, y las heridas se
conservaban para curar el corazón de quienes dudaran…” así como trajo la sanidad del alma de
Santo Tomás, sus heridas y dolores están abiertas para curar nuestras aflicciones, pesares, dudas
y tentaciones. Cristo asistirá a la próxima cita para mirarnos con atención, hacer las preguntas a
nuestra alma destrozada, ofrecernos sus manos y costado con muestras de dolor y
padecimientos; será nuestra cura, soporte para la congoja, alegría necesaria para ti que sufres.
Su presencia disipa el pensamiento gris, no es necesaria la demostración de pruebas sensorias
para retornar a la fe; es suficiente su presencia y la Palabra firme y segura para alentar y oxigenar
la comunión por medio de la Fe; no existe milagro más demostrativo para el Espíritu que la
Palabra que produce vida; por eso se entiende la declaración: “Felices los que, sin ver, creyeron”.
Su Palabra afianza y construye la seguridad de vida dependiente de D y no existe oscuridad en el
alma porque: “Es la fe la certeza de lo que no vemos…” luego, las almas redimidas y en esperanza
de resurrección saben que: “para D no hay nada imposible…”.
3. “Jesús: resguardo y misión de la Palabra, el Libro como razón de nuestra fe en el Hijo de D …”
Juan, como un distintivo de los evangelios canónigos incluye estas palabras referida a la
importancia o misión de las obras portentosas hechas por Jesús y la relevancia del libro; primero
para reconocer con vehemencia el testimonio de los hechos milagrosos en compañía de sus
discípulos; esto nos dice que la superioridad del testimonio escrito trasciende cualquier acción
que ofrezca hechos sobrenaturales. Hay que aclarar, que estos hechos tienen sus propósitos y
que de ninguna manera se minimizan, ya que cumplen con propósitos especiales y nunca deben
ser tomados como una norma o estándar inamovible para la fe; en otras palabras, lo explica
Jesús: “Si no veis señales y prodigios, no creeríais…” [Jn. 4:48] luego dice: “Si no creéis a mis
Palabras, creed en los prodigios; para que entendáis que el Padre está en mí y yo en Él” [Jn.
10:38]. Seguidamente, el texto declara la fundamentación y preeminencia en la Palabra Escrita,
ya que Jesús lo ha comparado y coloca siempre la instrucción de su Palabra cual misión particular
del reino. El Apóstol dice “Tenemos la Palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en
estar atentos como a una antorcha que alumbra en las tinieblas…” [I Pd. 1: 19-21] además dice
“La fe viene por el oír, y el oír la Palabra de D” [Ro. 10: 17]. Cual norma inalterable dice la
sanción apostólica “Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar, para reprender, para
corregir, para instruir en justicia a fin que el hombre de D sea perfecto, enteramente instruido
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: RESURRECCIÓN, COMUNIÓN Y MISIÓN APOSTÓLICA” [Jn. 20:19-31].
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA. Quasimodogeniti. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T3E24.
para toda buena obra” [I Tim. 3:16-17]. Sin duda las obras de Cristo fueron innumerables como
declara el profeta sobre los portentos de D: “…en los cielos, alturas, seres angelicales, los
astros, monstros en el mar, cielos y tierra, plantas y animales, etc.”. [Sl. 148] todas sus obras
no alcanzan a registrarse en su Libro, pero tenemos la Palabra segura para todos. Con todo, la
Escritura tiene la finalidad que el hombre crea que JESÚS ES EL CRISTO para que tengan vida
por medio de su nombre. Esta Palabra evoca a la grandeza y exaltación del Hijo de D, el
indiscutible Salvador del mundo. Tanto sus milagros, palabras como la resurrección señalan a la
vida eterna, no hay otro motivo. Nuestra lectura en Apocalipsis es ilustradora porque también
señala hacia la vida: “Estuve muerto y ya ves, vivo por los siglos de los siglos” [Ap. 1:4-8]
demuestra el anhelo por la vida y la lucha feroz, incansable de salvaguardar este don del cielo
en favor de la humanidad; el mensaje es escudo ante las intenciones de muerte por los hombres 3
malvados; el Apocalipsis no es un texto fatalista, sino esperanzador, procurador de la vida y
conductor de la victoria más grande que jamás se halla registrado entre los poderes existentes:
¡LA VICTORIA DEL CORDERO DE D, EL CRISTO RESUCITADO!
…Y que la bendición de D todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y
os acompañe siempre. AMÉN.