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HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚ: AMOR, EVANGELIO Y VERDAD” [Mt. 5:21-37].

Sexto Domingo después de la


Epifanía. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T4E14.

HOY, ES SEXTO DOMINGO DESPUÉS DE LA EPIFANÍA. LA LECTURA ES DEL SANTO EVANGELIO


SEGÚN SAN MATEO 5 [21-37… “A”] [12/II/2023]

“21 Recuerden que hace mucho tiempo Moisés dijo: No maten, pues si alguien mata a otro, será
castigado. 22 Pero ahora yo les aseguro que cualquiera que se enoje con otro tendrá que ir a juicio.
Cualquiera que insulte a otro será llevado a los tribunales. Y el que maldiga a otro será echado en
el fuego del infierno. 23 Por eso, si llevas al altar del templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas
de que alguien está enojado contigo, 24 deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a
reconciliarte con esa persona, y después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios. 25 Si alguien
te acusa de haberle hecho algo malo, arregla el problema con esa persona antes de que te
entregue al juez. Si no, el juez le ordenará a un policía que te lleve a la cárcel. 26 Te aseguro que 1
no saldrás de allí sin que antes pagues hasta la última moneda que debas. 27 Moisés también dijo:
No sean infieles en su matrimonio. 28 Pero ahora yo les aseguro que, si un hombre mira a otra
mujer con el deseo de tener relaciones sexuales con ella, ya fue infiel en su corazón. 29 Si lo que
ves con tu ojo derecho te hace desobedecer a Dios, es mejor que te lo saques y lo tires lejos. Es
preferible que pierdas una parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30 Si
lo que haces con tu mano derecha te hace desobedecer, es mejor que te la cortes y la tires lejos.
Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo se vaya al
infierno.31 También hace mucho tiempo Moisés dijo: Si alguno ya no quiere vivir casado con su
mujer, dele un certificado de divorcio. 32 Pero ahora yo les digo que el hombre sólo puede
divorciarse si su esposa tiene relaciones sexuales con otro hombre. Si se divorcia de su esposa por
otra razón, la pone en peligro de cometer ese mismo pecado. Si esa mujer vuelve a casarse, tanto
ella como su nuevo esposo serán culpables de adulterio”. 33 En ese mismo tiempo, Moisés también
enseñó: No usen el nombre de Dios para prometer lo que no van a cumplir. 34 Pero ahora yo les
digo a ustedes que, cuando prometan algo, no hagan ningún juramento. No juren por el cielo,
porque es el trono de Dios, 35 ni juren por la tierra, porque Dios gobierna sobre ella. Tampoco
juren por Jerusalén, pues esta ciudad pertenece a Dios, el gran Rey. 36 Nunca juren por su vida,
porque ustedes no son dueños de ella. 37 Si van a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer
digan que no. Todo lo que digan de más viene del diablo.”

Esta es la Palabra del Señor. [Sal. 119: 1-8; Dt. 30:15-20; I Co. 3:1-9; Mt. 5: 21-37].

“JESÚS: AMOR, EVANGELIO Y VERDAD”.


1. “Jesús: amor a D y al prójimo…” La inmensa brecha entre la Ley, y las buenas nuevas de
Jesucristo, para muchos fue un camino intransitable; otros desfallecieron y otros jamás lo
intentaron, porque en su tiempo, prevaleció antes la forma de la religión, la instrucción de sus
maestros, y se olvidaron de la sencillez y espíritu de la Palabra del Creador. Hoy día también es
peligroso asociar el Evangelio como una lluvia de reglas, al estilo de la Ley, y perdernos en la
inmensidad de la opresión y sujeción de las cadenas del hombre para volvernos a la condición de
antigua de esclavitud. Jesús viene para restablecer el orden de las cosas, hacer prevalecer la
intención divina de amar a D y al prójimo, nos dice el escritor: “…Recuerden que cada uno debe
amar a su prójimo, como se ama a sí mismo. Obedezcan mis mandamientos. Porque Yo soy
vuestro D” [Lv. 19:18-19] cita a Moisés, y censura la arrogancia de los hombres de su tiempo,
que han elevado la importancia de una ofrenda, la superioridad de un procedimiento legal, la
enseñanza humana, por sobre la importancia humana, lamentablemente esto deshumanizó al
pueblo y lo volvió institucionalista y legalista de la religión porque desecharon la veracidad y
sencillez de sus Palabras de amar al prójimo, no lo trataron con afecto, y sobrepusieron la
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚ: AMOR, EVANGELIO Y VERDAD” [Mt. 5:21-37]. Sexto Domingo después de la
Epifanía. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T4E14.

institucionalidad, el interés de los funcionarios, y abandonaron la enseñanza primitiva y


convirtiendo el amor y su afecto, por una condición externa de reglas para ser visto por los
hombres, así el mensaje se hizo superficial, sintético, decrépito y por ello, incapaz de ocuparse
de los asuntos espirituales y se torna cosmético para agradar a los hombres. La Ley siempre tuvo
como objeto acercarnos a D, a la vez allegarnos al prójimo, en esto se compara con el Evangelio,
ya que persiguen los mismos propósitos. Los mandamientos, jamás han perdido vigencia; esto
es así, porque D no se retracta de lo que ha dado a la humanidad para su bien, su bondad es
infinita y eterna, así como su Palabra; el profeta ha dicho bien: “¡D no es como nosotros! No dice
mentira alguna, no cambia de parecer, D cumple lo que promete” [Num. 23:19]. Esto explica la
insistencia del discurso del Evangelio, extensivo a nosotros y a todas las generaciones: “Amarás
a D y al prójimo como a ti mismo”. Reafirma nuestro compromiso de amar a D y a los hombres 2
como un fin de su propósito redentor.
2. “Jesús explica la fuerza de nuestros deberes y el poder del evangelio…” El énfasis humano
respecto de los deberes sociales es tan fuerte que no repara en la importancia de su
cumplimiento. A menudo las convenciones sociales ejercen una influencia indetenible, pasando
por alto la sencillez y responsabilidad nuestra por proteger nuestra alma y encontrar bienestar
sincero para el prójimo. Jesús toca fibras sensibles de la conducta y actitudes humanas
universalizadas que a la vez eleva la soberbia de los hombres, como la infidelidad, el crimen,
codicia, divorcio y adulterio. Estas son violaciones claras a sus mandamientos, y golpean
fuertemente la sociedad, casi justificadas por el sistema religioso, muchas veces ofrece
mecanismos que nos hace parecer “Santos o justos ante D y los hombres pero violan la
intención santa de D”; según el Maestro, sólo hacía falta levantar nuestra mano criminal contra
el prójimo y consumar los actos vergonzosos para los que tenemos genuina predisposición;
también su enseñanza habla de “…mutilar nuestros miembros” como una manera de señalar lo
grave de nuestros actos y que en complicidad con nuestra religión persistimos en la degradación
moral. Hermanos, Cristo no quiere decir que debemos mutilar nuestro cuerpo para rendir
obediencia a D, más bien nos deja clara la exigencia de la Ley, así como del Evangelio. Nuestra
carne desearía no tener restricciones en el uso libre de nuestros sentimientos y sentidos, por ello
Jesús emplea el uso fuerte en su lenguaje para decirnos que los impedimentos interpuestos son
una ofensa contra el deseo y demanda del cielo, y que deben de ser cortados y sometidos al
Espíritu. En otras palabras, quiere decir que, si nuestro corazón fuera puro, nuestros miembros
fueran obedientes a la voluntad del reino. Muy a pesar de la fuerza de la sociedad y sus
convenciones, la potencia de su reino es superior, el Evangelio es poder para redención, el
portento de su amor supera cualquier poder de la carne y del pecado, el profeta ha dicho:
“Quiero corregir mi conducta y cumplir tus ordenanzas, si lo hago, no tendré de qué
avergonzarme. Si me enseñas tu Palabra, te honraré de corazón y obedeceré tus instrucciones.
Sólo obedeciendo tu Palabra puede el hombre corregir su vida” [Sal. 119:5-9].
3. “Jesús y el asunto del compromiso o juramento...” La exigencia del evangelio es un corazón
limpio, alejado del engaño; tratar de manipular su nombre, es un sacrilegio a lo santo,
intermediar nuestras bajezas por medio de lo más inmenso, santo y puro en el sentido de la
bondad, a eso responde el principio “No tomar el nombre de D en vano”. Un juramento es un
compromiso teniendo como mediador lo más elevado, los hombres nos refugiamos en eso
grande, respetado por todos. A menudo juramos en nombre de la república, sociedades, durante
una boda, a la hora de la muerte, por nuestra familia, etc. Jesús instruye a ser cautos y actuar
con sensatez, porque el Evangelio ha restituido al hombre a su estado de credibilidad, confianza
y relación creíble entre D y los hombres; el Maestro eleva la sencillez de nuestras respuestas en
medio de un mundo que deambula en sus diversas maneras de responder, sin embargo, Él nos
conduce a tan solo una afirmación o una negación: “SÍ, o un NO”. En este mundo repleto de
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚ: AMOR, EVANGELIO Y VERDAD” [Mt. 5:21-37]. Sexto Domingo después de la
Epifanía. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T4E14.

sentidos dobles, la sagrada verdad es diluida en la abundancia de palabras vanas, los hombres la
convierten en confusión entre las audiencias, se desvanece en discursos viciados donde muchos
se extravían y son arrastrados por el ímpetu de la tormenta e intereses y muchos abrazan el
engaño, por no estar debidamente cimentado en la verdad. Según Cristo, no hay argumento
existente en algún lugar cercano o lejano que sustituya la solidez de la verdad de los hombres, a
la cual todos somos convocados para tomar parte en este reinado de Cristo. El hombre libre,
nuevo, regenerado, ilumina con su vida en el estrato de confianza de su palabra. De Cristo dice
el Apóstol: “… Cristo nos ha dado ejemplo, pues sufrió por nosotros. Él no pecó nunca, y jamás
engañó a nadie” [I Pd. 2:21-22] Además, su redención nos otorga una especial gracia para
conducirnos por la senda de la vida verdadera. Continúa diciendo: “…cuando venga el Espíritu
Santo, Él les dirá lo que es la verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad. Él no 3
hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que oiga de D el Padre…” [Jn. 16:13]. Al igual
que su honorable y eterna Palabra, la cual nunca carece de valor y en ella nos muestra su
inmutabilidad; también nos habla: “… Desde el principio tú afirmaste la tierra; tú mismo hiciste
los cielos, pero estos se irán gastando, como la ropa, y un día dejarán de ser. Pero tú te
mantendrás firme; siempre serás el mismo, y tus años no tendrán fin.” [Sal. 102:25-28]

OREMOS: Oh D, fortaleza de los que ponen su confianza en ti: Acepta con misericordia nuestras
súplicas, y puesto que, por nuestra flaqueza, no podemos hacer nada bueno sin ti, danos el auxilio
de tu gracia y tu Espíritu verdadero; para que, al guardar tus mandamientos, te agrademos, tanto
de voluntad como, de hecho; por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu
Santo, un solo D, por los siglos de los siglos. Amén.

…Y QUE EL SEÑOR TE BENDIGA Y TE GUARDE, QUE EL SEÑOR HAGA RESPLANDECER SU ROSTRO


SOBRE TI, Y TE MIRE CON BUENOS OJOS, QUE EL SEÑOR VUELVA HACIA TI SU ROSTRO Y TE
CONCEDA LA PAZ. AMÉN.

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