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HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: ORACIÓN Y SÚPLICA POR JUSTICIA” [Lc. 18:1-8].

DÉCIMO NOVENO DOMINGO


DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T3E50.

HOY, ES DÉCIMO NOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. LA LECTURA ES DEL SANTO


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 18 [1- 8… “C”] [16/X/2022]
“Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre, sin desanimarse. 2 Les
dijo: «Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3 En el mismo
pueblo había también una viuda que tenía un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su
adversario. 4 Durante mucho tiempo el juez no quiso atenderla, pero después pensó: “Aunque ni
temo a Dios ni respeto a los hombres, 5 sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, la
voy a defender, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia. 6 Y el Señor añadió: «Esto es
lo que dijo el juez malo. 7 Pues bien, ¿acaso Dios no defenderá también a sus escogidos, que
claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? 8 Les digo que los defenderá sin demora. Pero cuando 1
el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?”.

Esta es la Palabra del Señor. [Sal. 121; Gn. 32:22-31; II Tim. 3: 14- 4:1-5; Lc. 18:1-8].

“JESÚS: ORACIÓN Y SÚPLICA POR JUSTICIA”

1. “Jesús: El juez que no practicaba justicia a los vulnerables…”. El asunto de la justicia es un tema
pronunciado en Lucas; se trata de una línea cualitativa constante de la presentación de su
Evangelio. La figura presentada del Juez Injusto se añade a la lista de referencias que gritan la
justicia del reino venidero y presente, la cual es parte de las bendiciones para su pueblo. Se
anuncia ese hilo importante en el discurso del Profeta Juan Bautista, que responde al pueblo
que escucha, ofrece un discurso de mucha equitación sobre las decisiones apropiadas a
hombres comunes, soldados, y hasta el mismo rey de turno; ahí demanda justicia y anuncia
juicio [3: 14-19]; señala a quienes buscan honra, pero practican la injusticia [20:45-47]; dijo
además Jesús del publicano que regresa a casa Justificado ante el religioso que no lo consigue
[18:14] también dice el Evangelista: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
porque de ellos es el reino de los cielos”. La parábola presenta un mundo embriagado de
injusticias para los más pobres; desde individuos con cierto poder, instituciones, ministerios,
funcionarios, y naciones poderosas que se pavonean con tono descarado a través de los medios,
imponiendo sus decisiones infestadas con este germen. El objeto de este enunciado evangélico
es, que como seguidores de Jesús proclamemos su eterno bien, que promovamos la convivencia
en paz y armonía en el mundo. Este juez impúdico representa a los hombres que poseen el
poder, cuyo dictamen es cumplido por quienes emplean el uso de la fuerza; las leyes humanas
facultan tal ejercicio y hombres insípidos, desleales, corruptos de corazón siempre favorecen al
corruptor señor Don Dinero; es la razón, por la que usando su táctica dilatoria, este juez no oye
razones a conveniencia mientras certifica otras medidas para aprovechamiento de una élite
favorecida; el juez inescrupuloso no desea escuchar el grito del necesitado, quien pide tan solo
un incremento de su pírrica pensión, mientras las multinacionales se llevan las enormes
ganancias; este juez, podrido del alma, desoye el grito de los gobernados que suplican detener
a los banqueros y recaudadores que obligan al pago de aranceles elevados e injustos; este juez
-malvado hasta la médula- carece de temor a D y detesta al hombre, es muy probable que le
afecte más el escándalo y la mala reputación; por ello decide aliarse por un instante con la
bondad, dejar de lado su codicia, amiga inseparable, sólo para ver cómo el pobre se deleita en
la verdad, en la prudencia, paciencia, fe, y la justicia. Todo hombre con un poco de poder debería
probar el Evangelio, oír a Jesús, y ser una mano que imparte verdad y justicia.
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: ORACIÓN Y SÚPLICA POR JUSTICIA” [Lc. 18:1-8]. DÉCIMO NOVENO DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T3E50.

2. “Jesús: La viuda que no cesaba de denunciar la injusticia…” La imagen de la mujer viuda


representa también lo débiles que estamos en un mundo donde prevalece el desprecio,
prepotencia, el estorbo a los más necesitados; pareciera que el postulado evolutivo fuese
inviolable y que tenemos que tratar desmedidamente a los pobres que gritan por un poco de
equidad. SAN AGUSTÍN decía: “La viuda bien puede ser la imagen de la iglesia, la cual se
muestra desolada hasta que venga su Señor. Es como el grito de los escogidos pidiendo a D
que vengue la sangre de sus mártires…”. Hermanos, hay que comprender que esta venganza
no es por iniquidad, sino inteligente y razonable; primero porque se vuelve imprescindible, que
los hombres de influencia pierdan poder y con ello visualicen la luz de la justicia, lo cual es
posible cuando sienten que el poder efímero se escapa de sus manos; en segundo lugar,
“Vengar a sus mártires” significa que los que toman decisiones se hagan compartan un poco de 2
justicia y se hagan del lado de ella; al volverse más justos, entonces esa justicia se vuelve
tormentosa para ellos, y se da una especie de venganza a quienes están alejados de la equidad.
Al pobre, al que sufre el vituperio, al que soporta la descarga de las acciones injustas no queda
otra manera que insistir, y continuar machacando en su denuncia a los responsables de aplicar
la justicia. La perseverancia y hasta la obstinación son vías que llevarán al logro de hacer valer
el derecho universal de la justicia. Es interesante que en toda la biblia la idea de justicia aparece
hasta en unas 2 mil ocasiones. Hay una afirmación necesaria en la que D nunca niega sus
beneficios a quienes lo imploran por medio de la oración: “Tú Señor, eres mi todo; tú me colmas
de bendiciones; mi vida está en tus manos” [Sal. 16:6]; también afirma el profeta: “Bendeciré
al Señor con toda mi alma; no olvidaré ninguno de sus beneficios” [Sal. 103: 3]. Este mundo
funciona bajo la autoridad indiscutible de D creador, sus hijos hemos de aprender dependencia,
confianza diaria, anhelos cumplidos en Él, nunca dudar que la oración es un medio otorgado por
el cielo para que, en esta escuela, hagamos nuestro aprendizaje del enorme amor divino
mediante un recíproco diálogo llamado oración.
3. “Jesús: Es importante orar, y no desmayar…” Participar de la oración cual forma de pedir a la
autoridad espiritual superior por cualquier necesidad, debe ser una actitud de vida según la
doctrina de Jesús; se habla directamente del DEBER DE ORAR SIEMPRE, SIN DESMAYO; el
apóstol implica en estos ruegos nuestra alegría y gratitud a D en cualquier situación al decir
“ORAD SIN CESAR…” [I Ts. 5:16-18]. Los profetas reconocieron este enorme valor, como algo
indispensable en quienes aceptan esta soberanía divina en el gobierno de todas las cosas,
incluyendo cada vida, por lo cual nos exhorta diciendo: “Clama a mí y yo te responderé, y te
daré a conocer cosas grandes y secretas que tú no sabes” [Jer. 33:3]. D promete respuesta,
dinámica de relación entre el creador y criatura. El evangelista registra para los creyentes
diciendo del enorme legado de juntarnos para hacer saber nuestra confianza y dependencia del
estrato celestial para así dar valor a las disposiciones del reino mientras transitamos por esta
ruta hacia el destino donde se cumplirán las promesas de todo aquél que ha creído, dice:
“Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” [Mt. 18:20].
Se afirma que, en la bendita oración, recurso al que todos somos invitados y en el cual nadie es
excluido, podemos resumir algunos aspectos vinculados con ella: primero, al orar se nos enseña,
que no hay nada tan pequeño o sin importancia que no merezca la intervención de este medio
valioso indispensable para el hombre; o sea, todo asunto puede llevarse a la mediación de la
oración. Segundo, la oración nunca es demasiado corta, tiene el valor en sí misma de
reconocerse, sin importar su extensión, aquel apóstol en su flaqueza exclamó con prontitud:
“¡Señor sálvame!” y su deseo fue oído por lo cual obtuvo grande salvación. Tercero, la siempre
bendita oración se puede realizar en cualquier parte, no hay límite espacial y siempre trasciende
los formalismos humanos, rituales y religiosos; o sea, no es imprescindible hacerla en un templo,
con ministros autorizados, monjes o sacerdotes, ella se ajusta al corazón, al dolor, pesar,
HOMILÍA DOMINICAL: “JESÚS: ORACIÓN Y SÚPLICA POR JUSTICIA” [Lc. 18:1-8]. DÉCIMO NOVENO DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Iván Montes, vdm. “Adveniat Regnum Tuum…” Reforma SV. T3E50.

enfermedad, y encuentra siempre respuesta en D. También hermanos, cualquier buen deseo


que proceda del fondo del corazón con fe, sinceridad, en favor de nuestro prójimo y que abogue
por su bienestar, ese deseo se traduce en oración indiscutible; porque D promueve su amor por
el prójimo desde el corazón de los mismos hombres. Luego, debido a la trascendencia de esta
oración y su universalidad, cualquier credo, religión, país, queda bajo su jurisdicción plena ya
que D es dueño del mundo y es Padre de todos, sin excepción alguna, o sea, para D no hay
exclusión, segregación, cuando nos disponemos a dialogar por su medio; el impenitente al lado
de Jesús fue oído y alcanzado por sus ruegos en el montículo de la Calavera. Finalmente, su
efectividad y poder es incrementado cuando rogamos según su voluntad y nos unimos dos o
más, para invocarle como un real y verdadero proveedor de las bondades para sus hijos.
Hermanos, cuando pedimos, nunca estamos solos, se une su poderoso Espíritu, quien ayuda en 3
nuestra debilidad; participan sus ángeles que animan nuestra fe; se integran los espíritus de
quienes ya partieron y piden por justicia como afirma el Apóstol cuando sus santos claman
incesantemente desde el cielo por justicia: “Hasta cuando juzgarás a los habitantes de la
tierra?... “Estos que están delante del trono de D, y día y noche le sirven en su templo. El que
está sentado en el trono los protegerá con su presencia” [Ap. 6:10; 7:15]. Así hermanos el cielo
participa de las oraciones de los justos, como el ejemplo de la viuda que pedía justicia ante el
juez carente de justicia.

Oremos: Te rogamos, Señor, que tu gracia siempre nos preceda y acompañe, para que
continuamente nos dediquemos al ejercicio de la justicia y buenas obras para hacer de tu mundo
un hogar justo y armónico que te honre cual rey que gobierna su creación; por Jesucristo nuestro
Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. AMÉN

…Y que la bendición de D todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y
os acompañe siempre. AMÉN.

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