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Ningún tratamiento atenúa la hepatitis viral aguda, incluida la hepatitis A. Debe evitarse el
alcohol, porque puede aumentar la lesión hepática. Las restricciones en la dieta o la
actividad, como el reposo en cama que suele prescribirse, no poseen un fundamento
científico.
La vacuna contra la hepatitis A se recomienda para todos los niños a partir del año, con
una segunda dosis de 6 a 18 meses después de la primera.
Hepatitis B
Es el virus de hepatitis mejor caracterizado y más complejo, la partícula infectiva
está formada por un núcleo (core) viral y una cubierta superficial externa; el
núcleo contiene DNA circular bicatenario y DNA polimerasa y se replica dentro de
los núcleos de los hepatocitos infectados.
Sus síntomas y signos son: anorexia, malestar general, fiebre, náuseas y vómitos, ictericia
y persisten desde pocas semanas hasta 6 meses. Para las personas inmunocompetentes, el
riesgo de desarrollar infección crónica por hepatitis B es el siguiente:
El tratamiento en los adultos con alto riesgo de infección por HBV deben ser examinados y
vacunados si no fueron inmunizados o no tuvieron la infección, no obstante el trasplante de
hígado urgente es la medida más eficaz para la supervivencia del paciente.
Su transmisión es a través de la sangre, sobre todo cuando los drogadictos por vía
intravenosa comparten agujas, pero también a través de instrumentos compartidos
para el uso de drogas intranasales, o de la realización de tatuajes y perforaciones.
El diagnóstico del anticuerpo anti-HVC en suero representa una infección, crónica, pasada o
aguda; el anticuerpo no es protector.
Su tratamiento se basa en terapia antiviral de acción directa (AAD), nueva y eficaz para la
que puede disminuir la probabilidad de desarrollar una infección crónica.
Hepatitis D
Se transmite generalmente por contacto parenteral o mucoso con sangre o líquidos
corporales infectados y los hepatocitos infectados contienen partículas delta
cubiertas por el antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg).
Hay 4 genotipos del virus de la hepatitis E (HEV), todas pueden causar hepatitis viral aguda.
Sus síntomas y signos principales son: anorexia, malestar, náuseas y vómitos, y fiebre,
seguido de ictericia.
La hepatitis E puede ser grave, especialmente en las mujeres embarazadas, en ellas tenemos
el riesgo de hepatitis fulminante y de muerte se incrementa.
Si las pruebas para hepatitis A, B y C son negativas pero el paciente tiene las
manifestaciones típicas de la hepatitis viral y presenta antecedentes recientes de
un viaje a un área endémica, el diagnóstico debe medirse el anticuerpo IgM
contra el HEV (IgM anti-HEV).
Los estudios preliminares sugieren que la ribavirina, administrada durante 12 semanas, tiene
eficacia antiviral en el tratamiento de la hepatitis E crónica.
• Tratamiento de sostén.
• Para la hepatitis E crónica, posiblemente ribavirina.
La causa más común es la infección por los virus de la hepatitis B o C. Otras causas
son la hepatitis autoinmune, la hepatitis medicamentosa y la hepatitis criptogenética.
Clínicamente se comporta de forma asintomática en la mayoría de casos,
presentándose en otros una sintomatología inespecífica como astenia o dolor en el
hipocondrio derecho.
Muchas personas con hepatitis B crónica, en especial los niños, no presentan síntomas. Las
personas que presentan síntomas por lo general se sienten enfermas y cansadas y pierden el
apetito.
Los síntomas pueden incluir:
• Agrandamiento del bazo.
• Capilares en forma de araña visibles en la piel (angiomas aracnifoides).
• Enrojecimiento de las palmas de las manos.
• Ascitis.
• Sangrado digestivo.
• Ictericia.
Los medicamentos antivíricos se emplean cuando la persona afectada presenta una de las
características siguientes o una combinación de las mismas:
• Niveles anormalmente elevados de enzimas hepáticas.
• Una carga viral (la cantidad de ADN del virus de la hepatitis B en la sangre) elevada.
• Síntomas de empeoramiento de la enfermedad.
• Resultados de la biopsia que indican que el daño hepático continúa.
La hepatitis fulminante por el virus de la hepatitis A es inusual, pero podría ser más
probable en individuos con hepatopatía preexistente.
• Pérdida de apetito
• Náuseas y vómitos
• Sensibilidad abdominal.
• Fiebre, a menudo febrícula
• Fatiga y debilidad.
Para ello el médico llevará a cabo un examen físico y te preguntará sobre el consumo de
alcohol en el presente y el pasado.