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HEPATITIS

Hepatitis viral aguda


La hepatitis viral aguda es una enfermedad frecuente de distribución mundial que
posee diversas causas; cada tipo comparte características clínicas, bioquímicas y
morfológicas; este término se refiere a la infección del hígado por uno de los virus de
la hepatitis.
Es una inflamación generalizada del hígado causada por
virus hepatotrópicos específicos, por diversos modos de
transmisión y diferentes epidemiologías.

La mayoría de los casos se resuelve en forma espontánea,


pero algunos progresan a hepatitis crónica. En ocasiones,
la hepatitis viral aguda avanza a insuficiencia hepática
aguda (hepatitis fulminante).
Algunas manifestaciones de la hepatitis aguda son específicos del virus, pero en
general, la infección aguda tiende a desarrollarse en fases predecibles:

Periodo de incubación: Se multiplica y se propaga sin causar síntomas.

Fase prodrómica o preictérica: Se presentan síntomas inespecíficos que incluyen anorexia


intensa, malestar general, náuseas y vómitos, aversión a los cigarrillos de aparición reciente
(en fumadores) y, con frecuencia, fiebre o dolor en el cuadrante superior derecho del
abdomen.

Fase ictérica: Después de 3 a 10 días, la orina se oscurece y se desarrolla ictericia, el


hígado suele estar aumentado de tamaño y con sensibilidad a la palpación, pero su borde
permanece blando y liso. La ictericia suele alcanzar su pico máximo dentro de 1 a 2
semanas.

Fase de recuperación: Durante este período de 2 a 4 semanas, la ictericia desaparece.


Hepatitis A
Es un picornavirus monocatenario de RNA y es la causa más común de
hepatitis viral aguda.

Su transmisión es por contacto fecal-oral, por agua y alimentos, (ingestión de


mariscos crudos) y también pueden producirse casos esporádicos, en general
como resultado del contacto interpersonal.

La descamación del virus en las heces se


produce antes de que aparezcan los
síntomas y suele cesar unos pocos días
después de su inicio, por lo cual el
período de contagio de la enfermedad
suele haber finalizado cuando la hepatitis
se evidencia en forma clínica.
Sus signos y síntomas desaparecen después de unos 2 meses, pero en algunos
pacientes, los síntomas continúan o se repiten durante un máximo de 6 meses,
(anorexia, malestar e ictericia).
Si la prueba de IgM anti-HAV es positiva, se diagnostica una hepatitis A aguda. HAV sólo
se encuentra en el suero durante la infección aguda. Si se sospecha hepatitis viral aguda,
deben solicitarse las siguientes pruebas en busca del virus de la hepatitis A, B y C:
• Anticuerpo IgM contra HAV (IgM anti-HAV).
• Antígeno de superficie de hepatitis B (HBsAg).
• Anticuerpo IgM contra el núcleo (core) del virus de hepatitis B (IgM anti-HBc).
• Anticuerpo contra el virus de la hepatitis C (anti-HCV) y RNA de hepatitis C (HCV-RNA).

Ningún tratamiento atenúa la hepatitis viral aguda, incluida la hepatitis A. Debe evitarse el
alcohol, porque puede aumentar la lesión hepática. Las restricciones en la dieta o la
actividad, como el reposo en cama que suele prescribirse, no poseen un fundamento
científico.

La vacuna contra la hepatitis A se recomienda para todos los niños a partir del año, con
una segunda dosis de 6 a 18 meses después de la primera.
Hepatitis B
Es el virus de hepatitis mejor caracterizado y más complejo, la partícula infectiva
está formada por un núcleo (core) viral y una cubierta superficial externa; el
núcleo contiene DNA circular bicatenario y DNA polimerasa y se replica dentro de
los núcleos de los hepatocitos infectados.

Su transmisión es por vía parenteral, a través de sangre o hemoderivados contaminados,


también hay transmisión transplacentaria, salvo que se traten con inmunoglobulina anti
hepatitis B y se vacunen tras el parto. El riesgo de contraer el virus aumenta en pacientes
sometidos a diálisis renal e internados en unidades oncológicas y en el personal
hospitalario que entra en contacto con sangre.

Sus síntomas y signos son: anorexia, malestar general, fiebre, náuseas y vómitos, ictericia
y persisten desde pocas semanas hasta 6 meses. Para las personas inmunocompetentes, el
riesgo de desarrollar infección crónica por hepatitis B es el siguiente:

• Para los lactantes: 90%.


• Para niños de 1 a 5 años: 25 a 50%.
• Para adultos: alrededor del 5%
En el diagnóstico la evaluación del antígeno del virus de hepatitis B y del
anticuerpo contra anti-HBe suele ayudar a determinar el pronóstico y a guiar la
terapia antiviral. La hepatitis B posee al menos tres sistemas diferentes de
antígenos y anticuerpos que pueden evaluarse:
• HBsAg.
• Anticuerpo central contra hepatitis B (HBcAb).
• HBeAg.

El tratamiento en los adultos con alto riesgo de infección por HBV deben ser examinados y
vacunados si no fueron inmunizados o no tuvieron la infección, no obstante el trasplante de
hígado urgente es la medida más eficaz para la supervivencia del paciente.

Se debe advertir a los pacientes que eviten


comportamientos de alto riesgo, ya que la sangre y otros
líquidos corporales se consideran infecciosos.

La infección pos transfusional se reduce al mínimo si se


evitan transfusiones innecesarias y se evalúan en forma
sistémica todos los donantes para detectar hepatitis B y C.
Hepatitis C
Es un flavivirus de RNA monocatenario que causa hepatitis viral aguda y es una
causa común de hepatitis viral crónica.

Su transmisión es a través de la sangre, sobre todo cuando los drogadictos por vía
intravenosa comparten agujas, pero también a través de instrumentos compartidos
para el uso de drogas intranasales, o de la realización de tatuajes y perforaciones.

La infección por HCV a veces se produce


simultáneamente con trastornos sistémicos
específicos, incluyendo los siguientes:

• Crioglobulinemia mixta esencial.


• Porfiria cutánea tarda (entre el 60 y el 80%
de los pacientes con porfiria desarrolla la
infección por HCV, pero solo unos pocos
pacientes infectados por HCV experimenta
porfiria).
• Glomerulonefritis.
Los síntomas y signos pueden ser asintomática durante la infección aguda y la
hepatitis C crónica resultante suele ser asintomática o benigna, pero progresa
a cirrosis en el 20 al 30% de los pacientes y puede producir un carcinoma
hepatocelular, aunque este cáncer sólo aparece en forma infrecuente en
pacientes con infección crónica sin cirrosis (a diferencia de la hepatitis B).

El diagnóstico del anticuerpo anti-HVC en suero representa una infección, crónica, pasada o
aguda; el anticuerpo no es protector.

Se necesita un hepatograma, si no se indicó antes; incluye concentraciones séricas de


alanina aminotransferasa (ALT), aspartato aminotransferasa (AST) y fosfatasa alcalina.

Se deben solicitar otras pruebas para evaluar la función hepática y la gravedad de la


enfermedad; estas incluyen albúmina sérica, bilirrubina, recuento de plaquetas, y tiempo de
protrombina/índice internacional normalizado (TP/IIN).

Su tratamiento se basa en terapia antiviral de acción directa (AAD), nueva y eficaz para la
que puede disminuir la probabilidad de desarrollar una infección crónica.
Hepatitis D
Se transmite generalmente por contacto parenteral o mucoso con sangre o líquidos
corporales infectados y los hepatocitos infectados contienen partículas delta
cubiertas por el antígeno de superficie de la hepatitis B (HBsAg).

La infección aguda por hepatitis D normalmente se


manifiesta como:
• Infección aguda por HBV inusualmente grave
(coinfección).
• Una exacerbación aguda en portadores crónicos del HBV
(sobreinfección).
• Infección crónica por jHBV con una evolución
relativamente agresiva.

Si las pruebas serológicas para la hepatitis B confirman la infección y las


manifestaciones clínicas son graves, en el diagnostico se deben medir los niveles
de anticuerpos contra HDV (anti-HDV).

El único fármaco ampliamente recomendado para el tratamiento de la hepatitis D


crónica es el interferón alfa, aunque el IFN-alfa pegilado es igual de eficaz.
Hepatitis E
Es causada por un virus RNA de transmisión entérica y causa síntomas típicos de la
hepatitis viral, incluyendo anorexia, malestar general e ictericia. La hepatitis
fulminante y la muerte son infrecuentes, excepto durante el embarazo.

Hay 4 genotipos del virus de la hepatitis E (HEV), todas pueden causar hepatitis viral aguda.

Los genotipos 1 y 2 generalmente causan brotes hídricos que están vinculados a la


contaminación fecal del agua potable y la transmisión fecal-oral de persona a persona.
Genotipos 3 y 4 suelen causar casos esporádicos en lugar de brotes y la transmisión se
efectúa por los alimentos y puede involucrar carne poco cocida o cruda.

Sus síntomas y signos principales son: anorexia, malestar, náuseas y vómitos, y fiebre,
seguido de ictericia.

La hepatitis E puede ser grave, especialmente en las mujeres embarazadas, en ellas tenemos
el riesgo de hepatitis fulminante y de muerte se incrementa.
Si las pruebas para hepatitis A, B y C son negativas pero el paciente tiene las
manifestaciones típicas de la hepatitis viral y presenta antecedentes recientes de
un viaje a un área endémica, el diagnóstico debe medirse el anticuerpo IgM
contra el HEV (IgM anti-HEV).

Los estudios preliminares sugieren que la ribavirina, administrada durante 12 semanas, tiene
eficacia antiviral en el tratamiento de la hepatitis E crónica.

• Tratamiento de sostén.
• Para la hepatitis E crónica, posiblemente ribavirina.

Ningún tratamiento atenúa la hepatitis viral aguda incluso


de la hepatitis E.

La vacuna para la hepatitis E parece tener una eficacia


aproximada del 95% para prevenir la infección sintomática en
hombres y es segura.
Hepatitis crónica
La hepatitis crónica es una enfermedad producida por diversos agentes patógenos que
se caracteriza por procesos inflamatorios y de necrosis celular del tejido hepático
durante un período de tiempo superior a los seis meses.

La causa más común es la infección por los virus de la hepatitis B o C. Otras causas
son la hepatitis autoinmune, la hepatitis medicamentosa y la hepatitis criptogenética.
Clínicamente se comporta de forma asintomática en la mayoría de casos,
presentándose en otros una sintomatología inespecífica como astenia o dolor en el
hipocondrio derecho.

El tratamiento farmacológico depende del agente causal, siendo el interferón asociado


a otros antivíricos el tratamiento electivo en las hepatitis víricas y la administración de
fármacos inmunosupresores el tratamiento indicado en la hepatitis autoinmune.
Hepatitis B crónica
Es la inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis B y que ha durado más
de 6 meses.

Muchas personas con hepatitis B crónica, en especial los niños, no presentan síntomas. Las
personas que presentan síntomas por lo general se sienten enfermas y cansadas y pierden el
apetito.
Los síntomas pueden incluir:
• Agrandamiento del bazo.
• Capilares en forma de araña visibles en la piel (angiomas aracnifoides).
• Enrojecimiento de las palmas de las manos.
• Ascitis.
• Sangrado digestivo.
• Ictericia.

Los médicos diagnostican la hepatitis B basándose en análisis de sangre y en


ocasiones hacen una biopsia del hígado para determinar la extensión del daño
hepático.
El tratamiento de la hepatitis B crónica consiste en:
• Medicamentos antivirales.
• En algunas ocasiones el trasplante de hígado.

Los medicamentos antivíricos se emplean cuando la persona afectada presenta una de las
características siguientes o una combinación de las mismas:
• Niveles anormalmente elevados de enzimas hepáticas.
• Una carga viral (la cantidad de ADN del virus de la hepatitis B en la sangre) elevada.
• Síntomas de empeoramiento de la enfermedad.
• Resultados de la biopsia que indican que el daño hepático continúa.

Se utiliza en primer lugar uno de los fármacos antivíricos


siguientes:
• Entecavir.
• Tenofovir (dos formas disponibles).
• Interferón alfa pegilado.
Hepatitis fulminante
Es un síndrome raro que se caracteriza por necrosis masiva rápida del parénquima
hepático y una disminución del tamaño del hígado (atrofia amarilla aguda); por lo
general, se produce después de la infección por ciertos virus de hepatitis, hepatitis
alcohólica o lesión hepática inducida por fármacos.

En ocasiones, el virus de la hepatitis B es responsable de hepatitis fulminante y hasta el


50% de los casos de hepatitis B fulminante se debe a una coinfección por el virus de
hepatitis D.

La hepatitis fulminante por el virus de la hepatitis A es inusual, pero podría ser más
probable en individuos con hepatopatía preexistente.

En ocasiones, el virus de la hepatitis E causa hepatitis fulminante, especialmente en


mujeres embarazadas, lo que puede provocar pérdida fetal, insuficiencia hepática y
muerte.
Los síntomas de hepatitis fulminante se desarrollan y se agravan muy
rápidamente, en algunos casos los pacientes se deterioran con rapidez porque
desarrollan encefalopatía portosistémica, que progresa a coma y edema cerebral
luego de un período de varios días a semanas.

La coagulopatía en general resulta de la insuficiencia hepática o la coagulación intravascular


diseminada, y también puede desarrollarse insuficiencia renal funcional.

El diagnóstico de la hepatitis fulminante consiste en:


• Evaluación clínica.
• Pruebas hepáticas (aminotransferasas, fosfatasa alcalina).
• Medición del TP/RIN (tiempo de protrombina/índice internacional normalizado).

El tratamiento de la hepatitis fulminante más conocido es:


• Análogos de nucleósidos o nucleótidos por vía oral.
• A veces, N-acetilcisteína.
• Trasplante de hígado.
Hepatopatía alcohólica
Es la inflamación del hígado a causa de la ingesta de alcohol, aunque en ocasiones es
más probable que la hepatitis alcohólica se presente en personas que beben en
abundancia durante muchos años.

El signo más común de la hepatitis alcohólica es la coloración amarillenta de la piel y la


parte blanca de los ojos (ictericia), aunque también tenemos estos otros signos y síntomas:

• Pérdida de apetito
• Náuseas y vómitos
• Sensibilidad abdominal.
• Fiebre, a menudo febrícula
• Fatiga y debilidad.

La desnutrición es común en personas con hepatitis alcohólica, como también el


ingerir grandes cantidades de alcohol suprime el apetito, y los bebedores
empedernidos obtienen la mayoría de las calorías en forma de alcohol.
El diagnostico mas factible consiste en:
• Biopsia hepática.
• Biopsia de hígado

Para ello el médico llevará a cabo un examen físico y te preguntará sobre el consumo de
alcohol en el presente y el pasado.

El tratamiento para la hepatitis alcohólica requiere dejar de beber y realizar tratamientos


para aliviar los signos y síntomas del daño hepático.
• Trasplante de hígado
• Tratamiento para la desnutrición

Algunos medicamentos para reducir la inflamación del


hígado son:
• Corticoesteroides.
• Pentoxifilina.
BIBLIOGRAFÍA
• Kumar, S. (2023, 6 de febrero). Generalidades sobre la hepatitis viral aguda .
Manual MSD Versión Para Profesionales. https://www.msdmanuals.com/es-
mx/professional/trastornos-hep%C3%A1ticos-y-biliares/hepatitis/generalidades-
sobre-la-hepatitis-viral-aguda

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