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relacionado con la incapacidad del alumno/ grupo de alumnos para alcanzar los objetivos
establecidos (explícitamente o no) por la escuela, lo que provoca niveles de rendimiento
considerados como inferiores en comparación con los parámetros esperados para su
nivel; lo anterior se puede traducir en calificaciones escolares negativas, reprobación, la
suspensión de ciertas asignaturas o el abandono escolar.
Por otra parte, este tipo de definiciones, a pesar de ser utilizadas de manera tan
cotidiana, pueden ser consideras como muy amplias o ambiguas por algunos autores, y
es precisamente por esta razón que algunos de ellos, como Escudero Muñoz (2015) y
Perassi (2019), optan por definir al fracaso escolar de manera distinta: como una forma
de exclusión educativa, que por sí misma es también una forma de exclusión social. Esta
nueva concepción surge a partir de la idea de que el estudiante que fracasa
académicamente tiende a ser categorizado y finalmente excluido del sistema educativo.
Dentro de las causas que propician el fracaso escolar se consideran tres posturas
básicas: el sujeto educativo como responsable de su fracaso, que incluye variables como
actitudes e interés hacia la escuela, aspectos emocionales, habilidades para
interrelacionarse, capacidad intelectual, sus abilidades académicas y las variables
relacionadas con el proceso de aprendizaje como falta de herramientas o una mala
organización. Debido a que durante mucho tiempo el fracaso fue visto como un problema
del sujeto y de su entorno, dentro de esta consideración se incluyen también variables
sociales y familiares como el nivel económico, pertenencia a grupos minoritarios,
circunstancias familiares estresantes, salud y nivel educativo de los padres, así como el
clima educativo y familiar.
Para finalizar, las consecuencias del fracaso escolar son consideradas como
multidimensionales, pero pueden destacarse tres principales: las consecuencias sociales,
que tienen que ver con la existencia de una desestimación del individuo que fracasa
escolarmente, además de la carga social que significa la exclusión educativa.
En segundo lugar, las consecuencias psicológicas, que son descritas por Burgos (1990)
en términos afectivos, cognitivos y conductuales, encontrando una gran similitud entre
estos efectos del fracaso escolar con los descritos por la teoría de la indefensión
aprendida, ya que también se relaciona con rasgos de pasividad, desorganización,
ansiedad y bajo autoconcepto; la ansiedad, específicamente, es un factor determinante
en el afrontamiento de los retos que representa la escuela, ya que ante situaciones
estresantes existe una tendencia a responder negativamente. De manera contraria, el
éxito escolar repetido a lo largo del tiempo incrementa la probabilidad de superar la
tensión y la ansiedad, y puede representar una fuente de salud mental y estabilidad
emocional. Y, en tercer lugar, las consecuencias que suceden a nivel institucional, ya que
el fracaso escolar genera un impacto negativo en los recursos financieros de las
universidades, afectando directamente en los presupuestos disponibles, que podrían
estar destinados, por ejemplo, al crecimiento de la matrícula o invertidos en otros
servicios educativos.
REFERENCIAS
https://www.redalyc.org/pdf/3382/338230772005.pdf
De la Orden, A. (2008). El éxito escolar. Revista Complutense de Educación. 22 (1), pp. 13-25.
https://enlinea.iztacala.unam.mx/2023-2/pluginfile.php/50869/mod_assign/
introattachment/0/0103_delaorden.pdf?forcedownload=1
71-83. https://www.academia.edu/download/59270783/FRACASO_ESCOLAR--
Teorias20190516-17547-6kv0ed.pdf