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LA INFLUENCIA DE HERBERT SPENCER

Herbert Spencer fue el primero en realizar una aproximación psicológica de los postulados
provenientes de teorías evolucionistas, y de acuerdo a Álvaro (2007), esto lo plasmó en su
libro ‘‘Principios de Psicología’’ (1855), y representaba una teoría evolucionista que
encontraba su sustento en el trabajo de Lamarck; en esta obra plantea, por primera vez, el
concepto de ‘‘supervivencia del más apto’’, y según Espina (2005), tiene su origen en las
inferencias realizadas por Spencer del principio de población del economista Thomas
Malthus. Es importante destacar que, tanto Alfred R. Wallace como Darwin, que son
considerados como los codescubridores de la selección natural tomaron esta referencia de
este término acuñado por Spencer y lo adaptaron a sus propias teorías, y siguiendo con
Espina (2005), lo hacen ya que coincidían con su idea sobre que los que sobrevivían eran
los más adecuados para desarrollarse en determinado hábitat.  

Álvaro (2007) menciona que la idea general de Spencer respecto a la evolución, que plasma
en su ley general de la evolución o ley de diferenciación creciente, se centra en que ésta es
un proceso de desarrollo en el que se va desde lo homogéneo, simple e indeterminado hasta
lo heterogéneo con estructuras más complejas y determinadas.

La aplicación de esta ley en el ámbito de la psicología llevó a Spencer a aseverar que ‘‘la
evolución de la mente es el resultado de un desarrollo desde un estado indiferenciado de los
órganos primitivos hasta la estructura compleja del cerebro humano’’ (Álvaro, 2007, pp. 49
y 50); explica que como resultado  de la interacción que se da entre el organismo y el
medio, la evolución de la mente humana ha ido hacia una complejidad creciente en la
articulación de reacciones ante sucesos externos: desde los instintos y reflejos,
posteriormente la memoria y finalmente, el razonamiento.  Esto lo determina, gracias a:

·         LA LEY DE ASOCIACIÓN: en el desarrollo de la inteligencia, sugiere que cuando


ocurren dos estados psíquicos en una sucesión inmediata se produce un efecto en el que
existe una tendencia a que, si el primero vuelve a ocurrir, el segundo se presente de igual
manera; además, esta tendencia se volverá más intensa cuanto mayor sea la frecuencia de la
asociación de estas ideas. (Hardy, 2013)

·         EL PRINCIPIO DE HEREDABILIDAD DE LOS CARACTERES ADQUIRIDOS


(de Lamarck): describe como el tipo de aprendizaje dado a través de la asociación es
transmitido a la descendencia y da lugar a los instintos.

Respecto a lo anterior, consideramos que este planteamiento significó un punto de partida


dentro de la cosmovisión del comportamiento humano de la reflexología rusa y en los
experimentos realizados por Sechenov y Pávlov, ya que esta concepción asociacionista
serviría como sustento en la explicación de su movimiento, y mismo como señala Álvaro
(2007), su concepción del aprendizaje es un claro antecedente dentro del condicionamiento
clásico pavloviano. Otros aspectos que destacamos y que nos parecen importantes de
comentar respecto a estas conclusiones asociacionistas y de herencia de instintos, son:
Desde nuestra perspectiva, Spencer logra darle un giro muy interesante a la concepción que
plantea el principio per se, ya que deja atrás la visión romántica del impulso de
perfeccionamiento de Lamarck, pero retoma lo esencial y logra integrarlo con el
asociacionismo y la fisiología sensorio- motriz, llevándolo a tal punto, que, se propone
deducir leyes de asociación mental que se rigen a partir de las conexiones sensoriales y
motrices que existen en nuestro cerebro, y según Hardy (2013), logra concluir que el
cerebro es un dispositivo asociativo sensorio- motriz, que se adapta a las condiciones de su
entorno, lo que le atribuye el ser considerado como el fundador de la psicología de la
adaptación.

Esto toma gran relevancia, ya que esta serie de planteamientos que logran integrar la
propuesta de herencia de Lamarck con los instintos, significaron un impacto muy grande
para los asociacionistas , ya que esta nueva cosmovisión les permitía suponer que, ahora
que se sabía que los instintos son un hábito asociativo que se hereda, estos podrían no ser
adquiridos durante la vida del individuo (aprendidos), sino que existía ya la intuición de
que estos impulsos eran innatos, que venían dados por un aprendizaje asociativo
generacional que permitía que formaran parte del legado genético de determinada especie,
sustentando lo anterior, Hardy (2013) señala que, gracias a Spencer, los instintos se
convirtieron en algo aceptable para los asociacionistas y empiristas y estas ideas innatas, al
tener una explicación lógica, ya no eran ideas lejanas y aterradoras.

En este mismo sentido, propone también que, si bien todos los cerebros funcionan por
asociación y no existen diferencias cualitativas, sí existen diferencias asociativas de índole
cuantitativo, así pues, plantea que las diferencias de los procesos mentales entre especies
tienen que ver con la riqueza de sus asociaciones, y argumenta que ‘‘el europeo hereda de
sus ancestros entre 50 y 70 cm de cerebro más que los papúes’’, y en sus Primeros
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Principios (1880/ 1945) dice que ‘‘el hombre civilizado tiene un sistema nervioso más
complejo y heterogéneo que el no civilizado’’ (Hardy, 2013, p. 274). Desde nuestra
percepción, de lo anterior se desprenden dos vertientes, una positiva y una negativa, las
cuales expondremos a continuación:

La consecuencia positiva de esta generalización en el aprendizaje (más allá de las


argumentaciones en las diferencias cuantitativas), se traduce en un gran impacto en la
configuración de la psicología comparada, lo que representó un punto de para el
conductismo y sobre todo la reflexología rusa y el inicio en la experimentación con
animales, ya que les brinda a los conductistas  el aval para poder extrapolar los resultados
de sus experimentaciones con animales a los seres humanos, y como sustenta Hardy (2013),
al establecer que todos los organismos aprenden de la misma forma, apoya la idea que los
resultados de los experimentos de procesos de aprendizaje simples en animales, con su
rigor, replicabilidad y precisión, sean extendidos sin grandes modificaciones al aprendizaje
en los seres humanos, siendo todas estas conclusiones de gran importancia para el
conductismo, y que constituye la psicología de la adaptación del siglo XX.  

En el otro extremo, encontramos que estas afirmaciones que hacen hincapié en las
diferencias cuantitativas respecto a la asociación, suponen una superioridad del ser humano
sobre las demás especies (son especistas), e incluso, el hablar de la superioridad del hombre
civilizado sobre el no civilizado, son pequeños destellos que dan espacio a una serie de
interpretaciones mucho más serias en cuestiones políticas y ser utilizadas como un
argumento válido que sustente la idea de una ‘‘superioridad de la razas’’, en un discurso
totalmente discriminatorio y que incite al odio, y para sustentar esta idea, Boakes (1989)
menciona que si bien, Spencer estaba totalmente en contra de cualquier tipo de violencia, su
filosofía fue utilizada para justificar la aniquilación de la raza y  la cultura norteamericana
por parte de los conquistadores europeos en la lucha por su dominio. 

Un último punto importante que vale la pena mencionar, es que la visión de Spencer
respecto a la evolución iba mucho más allá de lo biológico (a diferencia de Darwin), ya que
de acuerdo con Espina (2005) la adaptación, le permitió identificarla con el progreso social,
y es así como a partir de 1860 Spencer, aprovechando el éxito de la obra de Darwin,
comienza a presentar su teoría evolucionista en una aplicación social con leyes
evolucionistas generales, en las que el progreso constante de la sociedad se da desde la
uniformidad y homogeneidad incoherente a una heterogeneidad multiforme y coherente.
Según Álvaro (2007), Spencer sostenía que la naturaleza humana, al estar en constante
evolución, requería la mínima intervención por parte del Estado, y que debía enfocarse
únicamente en garantizar al máximo las libertades para que la evolución pudiera ‘‘hacer su
trabajo’’ sin restricciones, lo que naturalmente llevaría al hombre a una perfecta adaptación
a su medio y un grado total de felicidad.

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