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Grado de Psicología, Universidad de Almería

Introducción a la Psicobiología Clínica

14103206

Grupo A1

¿Es realmente efectivo combatir el estrés con deporte?

Paula López Ayén

Atiana Katiuska Farias Mero

Carmen María Sánchez Miralles

Docente: María del Carmen Sánchez Amaete


Introducción

El modo en que las personas vivimos depende de diversos factores, y si logramos llevar una vida
saludable, conseguiremos que nuestro cuerpo se libere de complicaciones e incluso de trastornos. Es por esto
que, el estilo de vida que llevamos va a influir en las condiciones en las que vivimos y en cómo integramos el
mundo que nos rodea. Hábitos como la alimentación, higiene personal, horas de descanso, ocio, modo de
relacionarnos o los mecanismos de afrontamiento que utilizamos van a dar lugar a un estilo de vida más o
menos saludable y, para llevar una vida más sana, es fundamental la dieta y el ejercicio físico. Estos dos
factores principales influyen sobre el estrés, con el que convivimos día a día; podemos sufrirlo por varias
causas: separaciones, estudios, trabajo…

El aislamiento durante La pandemia de Covid-19, fue una de las causas globales más recientes por la
cual las personas desarrollaron estrés y ansiedad. Cabe destacar que sigue teniendo repercusión actualmente y
se considera un factor de riesgo debido al miedo al contagio y al estigma que generó. En este artículo vamos a
conocer más sobre el estrés, ese sentimiento de tensión física o emocional y concretamente, nos vamos a
centrar en el ejercicio físico y cómo éste puede influir en el estrés crónico.

El estrés, es una reacción de nuestro cuerpo que aparece ante un desafío o una demanda, que nos
provoca gran malestar y está presente en todos nosotros en nuestra vida diaria. Existen distintos tipos de
estrés, pero destacaremos dos tipos. El primero, el estrés a corto plazo (que puede durar minutos o horas), el
cual, según Dhabhar (2014) es adaptativo porque promueve respuestas de supervivencia, siendo éstas, por
ejemplo, la lucha y la huida; prepara al organismo para enfrentarse a desafíos. Además, el estrés a corto plazo
mejoraría la respuesta inmunológica, lo que se refleja en cambios en el tráfico, la maduración y la función de
las células dendríticas, los neutrófilos, los macrófagos y los linfocitos, mejoría que no se ve reflejada cuando
hablamos de estrés crónico (Dhabhar, 2014). El estrés crónico es el más concerniente del artículo, ya que el
estrés a largo plazo puede llegar a ser dañino para nuestra salud, tanto física como mental.

Cuando nuestro organismo se encuentra en estado de alerta o peligro, produce una hormona llamada
cortisol, también denominada “hormona del estrés”. Según Palacios (2015), es una hormona esteroide
sintetizada a partir del colesterol y, aunque es importante que las glándulas suprarrenales secreten más
cortisol en forma de respuesta a estrés psíquico o físico, es fundamental que sus niveles vuelvan al nivel basal
cuando termine el evento traumático. Si no se vuelve al nivel basal, los altos niveles de cortisol son capaces de
generar deficiencias en procesos como la atención, la memoria y el procesamiento de emociones, ya que
afecta directamente a los receptores en el hipocampo (McEwen et al. en Lupen et al., 2018). Esto es explicado
por Lupien et al. (2009) y Lupien y Lepage (2001) en Lupien et al. (2018), indicando que el cortisol es capaz de
acceder a la barrera hematoencefálica y unirse a receptores de glucocorticoides en la corteza prefrontal,
hipocampo y amígdala, haciendo que haya una desregulación al ser secretado. La producción crónica de
glucocorticoides (en este caso, cortisol) puede llegar a generar varias patologías, siendo la más común, la de
estado de ánimo depresivo. Estudios como el de Montaron et al., (2006) o Lupien et al., (2018), indicaron que
una disminución en la secreción de glucocorticoides puede ser un factor protector contra las alteraciones de la
memoria espacial en el envejecimiento y se asocia con una mayor neurogénesis, lo cual favorece la idea de la
hipótesis de la cascada de glucocorticoides o hipótesis de la neurotoxicidad.

Por otro lado, es importante destacar que estudios como el de Xin et al. (2019) indican que el estrés
crónico acelera el envejecimiento vascular y aumenta los niveles de expresión de actividad de 𝛃-galactosidasa,
que es la principal responsable de la senescencia (proceso de envejecimiento de las células). A su vez, sus
estudios resaltan la importancia de la dipeptidil peptidasa- 4 (DPP-4) , ya que este tipo de proteína proteasa
mejoró el envejecimiento crónico relacionado con el estrés y mitigó la expresión de eNOS (expresión vascular
de la óxido nítrico sintasa endotelial).

Una vez que conocemos cómo funciona el estrés en nuestro organismo, vamos a ver qué relación
guarda éste con el deporte. En el ejercicio físico son de gran interés los biomarcadores, los cuales son
sustancias o productos que se utilizan para indicar el estado biológico del organismo, pudiendo medir, entre
otros, el rendimiento o el sobreentrenamiento. Así, los biomarcadores nos permiten evaluar el impacto que
tiene el ejercicio sobre los tejidos u órganos (Palacios, 2015). Hay varios marcadores biológicos importantes en
el ejercicio físico, y uno de ellos es el cortisol, del que hemos hablado anteriormente. De hecho, hemos
mencionado que es de vital importancia que el cortisol vuelva a su nivel basal después de la situación de
alerta, pero, en el caso de algunos atletas, la respuestas al estrés está activada muy a menudo, por lo que no
siempre vuelve a su nivel basal; esto puede llevar a sufrir estrés crónico.

Así, Palacios (2015) afirma que los niveles de cortisol se han estudiado en atletas en función de la
intensidad del ejercicio, observándose más nivel de cortisol en saliva cuando el ejercicio es de alta intensidad.
Además, atletas que al inicio de temporada tenían altos niveles de cortisol muestran una mayor tendencia a
empeorar su rendimiento a lo largo de la temporada. Sin embargo, cuando los niveles de cortisol eran altos y
el periodo de tiempo es más bajo (no una temporada completa) se observa en los atletas una tendencia a la
mejoría.

Una comprobación que se ha hecho sobre el ejercicio físico y su relación con el estrés, es que el
ejercicio aeróbico produce una proteína en los músculos llamada FNDC 5, cuyos fragmentos se liberan a la
sangre y se produce un aumento en la expresión de BDNF en el hipocampo. Esta proteína está relacionada con
el estrés, ya que tiene efectos opuestos a éste y actúa como factor de crecimiento nervioso. La BDNF está
dentro de la familia de las neurotrofinas y mejora las conexiones sinápticas y la capacidad del cerebro de
cambiar y remodelar dichas conexiones, es decir, ayuda a la plasticidad cerebral. Con esto se quiere decir que,
el ejercicio físico va a provocar una mayor liberación de BDNF, que dará lugar a efectos contrarios a los que
provoca el estrés, como si de un antidepresivo se tratara.

El cerebro necesita recuperarse tras un evento estresante. Es decir, el cerebro necesita mantener un
estado basal y si no se recupera del evento estresante causará cargas alostáticas, las cuales, en personas
vulnerables (que se hayan visto sometidas a estrés y que tengan sistemas alterados) son capaces de
desencadenar el desarrollo de una enfermedad mental. Con respecto a las cargas alostáticas, hemos podido
comprobar que hay variables que no se habían tenido en cuenta y que pueden influir.

Según el estudio de Juster et al. (2015), indica que otras variables que hasta entonces no habían sido
tenidas en cuenta, pueden influir también en cómo se configura esta carga alostática en nuestro cerebro. Al
principio se explicaban las diferencias entre hombres y mujeres. No obstante, no se tenían en cuenta otras
variables como son la orientación sexual, las hormonas sexuales y las experiencias socio-culturales vividas. A
forma de ejemplo, mencionamos la orientación sexual y cómo puede llegar a tener consecuencias en la carga
alostáticas en nuestro cerebro; según el estudio de Juster et al. (2013) como se citó en Juster et al. (2016) se
indica que los hombres gays y bisexuales muestran menos síntomas de depresión y menor carga alostática que
un hombre heterosexual. También dicho estudio, establece una diferencia de carga alostática entre los
hombres abiertamente gays y bisexuales de entre los que aún no lo son.

Desde el punto de vista psicológico, es de vital importancia tener bajo control el estrés al que nos
sometemos día a día. El problema de estar en constante estrés en nuestra vida diaria, es que, de manera
general, las personas no lo tienen en cuenta hasta que se manifiesta de forma física. Con esto se pretende
decir que los síntomas psicológicos como irritabilidad, cambios de humor, mal genio, etc., no cobran
importancia hasta que se expresan síntomas físicos como tensión muscular, dolor de cabeza con tendencia a la
migraña, problemas de espalda, tensión en el cuello, malestar estomacal, sudoración de manos… signos de
que el organismo está llegando al límite. Es por esto que, recomendamos realizar actividades que ayuden a
disminuir el cortisol (causante del estrés) e incrementar la producción de noradrenalina, ya que puede
moderar la respuesta del cerebro al estrés. Se pueden realizar actividades que nos mantengan entretenidos,
realizar ejercicio físico y dormir las horas necesarias para conseguir un correcto descanso. Además, realizando
actividad física conseguiremos lograr la autorregulación, reduciendo así la intensidad de las emociones;
también lograremos tener más energía y mayor capacidad de trabajo.

Por lo tanto, respondiendo a la pregunta de si el estrés puede o no llegarse a paliar realizando


ejercicio físico; hemos aportado datos que dicen que es así. No obstante, como mencionábamos al principio,
no cualquier tipo de ejercicio ni cualquier cantidad de él, será realmente efectiva. Ya que podría generar una
respuesta mucho más aguda sino, tal y como se ha visto en los estudios de Popovic et al. (2019) en el que nos
indica que el nivel del ejercicio debe de ser regulado porque sino se generará mucho más nivel de cortisol. Y
aunque, el deporte es bueno para el estrés porque debido a la liberación de cortisol, se genera nuevamente
regulación del eje, hemos de acudir a un profesional que nos indique y trabajar el estrés crónico mediante
terapia. Como conclusión, queremos decir que las respuestas desadaptativas que se generan por estrés, y que
son más probables de ser desarrolladas por individuos vulnerables, vienen dadas por un conjunto de
“desregulaciones” en el sistema. Pero estás pueden ser modificadas nuevamente mediante terapia y cambios
de hábito como realizar deporte, por lo tanto, se puede devolver al sistema a su estado basal.
Referencias

Burtscher, J., Burtscher, M., & Millet, G. P. (2020). (Indoor) isolation, stress and physical
inactivity: vicious circles accelerated by Covid‐19?. Scandinavian journal of
medicine & science in sports.

Dhabhar, F. S. (2014). Effects of stress on immune function: the good, the bad, and the
beautiful. Immunologic research, 58(2), 193-210.

Juster, R.P, et al. (2015) Sexual orientation modulates endocrine stress reactivity Biological
Psychiatry 77 (7), 668-676

Juster, R.P et al. (2016) Allostatic load and comorbidities: a mitochondrial, epigenetic and
evolutionary perspective Dev Psychopathol. 28 (2016), 1117-1146

Lupien, S.J., et al. (2018) The effects of chronic stress on the human brain: From
neurotoxicity, to vulnerability, to opportunity. Frontiers in Neuroendocrinology 49,
91-105

Popovic, B. et al. (2019) Acute Response to Endurance Exercise Stress: Focus on


Catabolic/anabolic Interplay Between Cortisol, Testosterone, and Sex Hormone
Blinding Globulin in Proffesional Atheletes. Journal of Medical Biochemistry 38 (1),
6-12

Montoya, L. R. G., & Salazar, A. L. (2010). Estilo de vida y salud: un problema


socioeducativo. Antecedentes. Educere, 14(49), 287-295.

Palacios, G., Pedrero-Chamizo, R., Palacios, N., Maroto-Sánchez, B., Aznar, S., & González-
Gross, M. (2015). Biomarcadores de la actividad física y del deporte. Revista
Española de Nutrición Comunitaria, 21(Supl 1), 235-242.

Xin, M. et al. (2019) Dipeptidyl peptidase-4 inhibition prevents vascular aging in mice under
chronic stress: Modulation of oxidative stress and inflammation. Chemico-Biological
Interactions 314 (2019) 108842.

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