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MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

Magistrado ponente

SL621-2023
Radicación n.° 94532
Acta 10

Bogotá, D.C., veintiocho (28) de marzo de dos mil


veintitrés (2023).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


CÉSAR ALFONSO CAMARGO IGLESIAS contra la
sentencia proferida el 27 de mayo de 2021 por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa
Marta, dentro del proceso ordinario laboral seguido por el
recurrente contra la ELECTRIFICADORA DEL CARIBE
S.A. - ELECTRICARIBE S.A. ESP

Se reconoce personería adjetiva al abogado Germán


Gonzalo Valdés Sánchez, como apoderado judicial de la
demandada, en los términos y para los efectos del poder
que se allegó el pasado 16 de diciembre de 2022.

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I. ANTECEDENTES

César Alfonso Camargo Iglesias llamó a juicio a


Electricaribe S.A. ESP, a fin de que fuera condenada a
reconocer y cancelarle la pensión de jubilación
convencional, a partir del 1 de abril de 2005; que para
liquidar el valor de la mesada se indexe el salario percibido
desde el momento en que dejó de laborar hasta cuando
procede su pago; los reajustes previstos en la Ley 4 de
1976; los intereses moratorios o en subsidio la indexación;
y las costas del proceso.

Como sustento de sus pretensiones, relató que nació el


1 de abril de 1955; que prestó sus servicios a la
Electrificadora del Magdalena S.A. ESP del 1 de noviembre
de 1981 al 15 de agosto de 1998; que a partir del día
siguiente y en virtud de una sustitución de empleadores,
continuó laborando para la Electrificadora del Caribe S.A.
ESP, vínculo que finalizó el 29 de enero de 2001, siendo el
promedio de su salario la suma de $1.367.750.

Adujo que era beneficiario de la convención colectiva


de trabajo 1987 - 1988, que en su cláusula 12 previó el
derecho a la pensión de jubilación; y que cumplió los
requisitos para su disfrute el 1 de abril de 2005.

Electricaribe S.A. ESP, al dar respuesta a la demanda


se opuso a todas las pretensiones. En cuanto a los hechos,
aceptó la existencia del nexo laboral, sus extremos
temporales, la sustitución de empleadores y que el actor se

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beneficiaba de la CCT. Sobre los demás dijo que no eran


ciertos.

En su defensa argumentó que el demandante no tiene


derecho a la pensión convencional reclamada, porque los 50
años de edad que exige la cláusula 12 de la CCT 1987-1988
para su causación, los cumplió cuando no era trabajador de
la demandada.

Formuló las excepciones de prescripción, buena fe,


inexistencia de la obligación, carencia de acción, cobro de lo
no debido, pago y precedente judicial

Por otra parte, el Agente Interventor de la demandada,


quien fue vinculado al proceso por el despacho de
conocimiento, compareció a través de curador ad litem, el
cual dijo que las pretensiones formuladas debían ser objeto
de análisis; respecto a los hechos indicó que no le
constaban; al igual propuso las excepciones de prescripción
y la genérica.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Santa


Marta, mediante fallo del 8 de agosto de 2019, absolvió a
Electricaribe S.A. ESP, de las pretensiones formuladas en
su contra; ordenó que se surtiera el grado jurisdiccional de
consulta en el evento en que no fuera recurrida la decisión;
y le impuso al demandante las costas del proceso.

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Santa Marta, al resolver el grado jurisdiccional
de consulta, mediante sentencia del 27 de mayo de 2021,
confirmó la decisión de primer grado y se abstuvo de
imponer costas en la alzada.

Adujo que el problema jurídico a resolver consistía en


determinar si al actor le asistía derecho al reconocimiento y
pago de la pensión de jubilación convencional.

A reglón seguido consideró que no era dable acceder a


las súplicas incoadas. Al efecto, transcribió la cláusula 12
de la CCT 1987-1988 suscrita por la Electrificadora del
Magdalena y el sindicato de trabajadores de esa empresa, y
expuso:

Corolario de lo anterior, para acceder a la pensión de jubilación


deprecada, resulta necesario la concurrencia de los requisitos
que establece la convención, es decir: i) tener 10 años o más de
servicio al primero de enero de 1987, a efectos de que se le
reconozca la pensión al cumplir los 20 años de servicios sin
tener la edad, o ii) cuando al primero de enero de 1987, se tenga
menos de 10 años de servicios, deberán cumplir 20 años de
servicios y 50 de edad si es hombre o 48 años de edad si es
mujer.

Adujo que la situación del accionante estaba regulada


por «la segunda opción» y si bien satisfizo los 20 años de
labores «los 50 años de edad, los cumplió el primero de abril
de 2005, fecha para la cual ya no se encontraba laborando,
puesto que el contrato de trabajo finalizó el 29 de enero de
2001», y arguyó que:

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Ahora bien, el hecho de que el accionante no se encontrara al


servicio de la aquí demandada al momento en que cumplió la
edad exigida en el artículo 12 de Convención Colectiva de
Trabajo 1987-1988, conlleva a señalar que no tiene derecho a la
pensión solicitada, y ello es así, dado que al analizar el
contenido de la anterior cláusula, colige la Sala que la pensión
de jubilación se estipuló exclusivamente y en beneficio de
quienes ostentaran la calidad de «trabajadores» de la
ELECTRIFICADORA DEL MAGDALENA S.A., al momento del
cumplimiento de los requisitos allí exigidos, sin que se
desprenda de la literalidad del texto mismo, que las partes
acordaron que dicha prestación fuera reconocida en favor de los
ex trabajadores, que cumplieran el requisitos de la edad
después de extinguida la relación laboral.

En apoyo del anterior razonamiento citó la sentencia


CSJ SL1253-2021 y, bajo esas consideraciones, estimó que
se debía confirmar el fallo absolutorio del a quo.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por el demandante, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende que esta corporación case totalmente la


decisión proferida «por la Sala Laboral del Tribunal Superior
de Santa Marta de fecha 27 de mayo de 2021, la cual
confirmó la sentencia de primera instancia emitida por el
Juzgado 2 Laboral del Circuito de Santa Marta la cual
absolvió a la demandada de las suplicas de la demanda,
consistente en el reconocimiento y pago de la pensión por
aportes».

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Con tal propósito formula un cargo que es replicado, el


cual se pasa a resolver.

VI. CARGO ÚNICO

Es propuesto así: «Acuso a la sentencia de “SER LA


SENTENCIA VIOLATORIA DE UNA NORMA DE DERECHO
SUSTANCIAL, POR INFRACCIÓN DIRECTA” de conformidad
con artículo 60 del decreto 528 de 1964, articulo 21 y 467 del
Código Sustantivo del Trabajo».

En la demostración del cargo alude al artículo 467 del


CST y dice que el Tribunal no podía desconocer la «validez»
de la CCT, bajo el entendido de que fue modificada con el
acta de acuerdo del 18 de septiembre de 2003, pues ese
cambio es «ilegal».

Por otra parte, dice que el ad quem dejó de aplicar el


artículo 21 del CST, al no tener en cuenta el principio de
favorabilidad para la solución del asunto, y cita un aparte
de la sentencia CC C596-1997.

Arguye que el Consejo de Estado ha expuesto que


«deben prevalecer las normas contenidas en las convenciones
colectivas de trabajo, cuando se expide un nuevo estatuto
legal, si las primeras constituyen mayores derechos a los
trabajadores», y en apoyo transcribe un pasaje de una
decisión de esa corporación del 27 de febrero de 1992.

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Señala que existe la irrenunciabilidad a los derechos y


garantías, tal como lo prevé el artículo 14 del CST; y a
renglón seguido aduce:

Dar por demostrado sin estarlo, que el señor Cesar Alfonso


Camargo Iglesias, no tiene derecho a la pensión convencional
contenida en el artículo 12 párrafo segundo “…para los
trabajadores que a partir del 1° de Enero de 1987 tuvieren
menos de diez (10) años de servicios a la empresa tendrán
derecho a solicitar la pensión a los veinte (20) años de
servicios y cincuenta (50) años de edad si son hombres”...
caso en el cual la empresa le reconocerá. Para la fecha de
retiro del señor Camargo, había laborado con la demandada 20
años 4 meses, cumpliendo los 50 años de edad el 1 de abril de
2005, mucho antes de entrar en vigencia el acto legislativo de
2005.
(Negrillas propias del texto).

Reitera que el juez de segundo grado desconoció la


«validez» de lo pactado en el artículo 467 del CST; y asevera
que en la cláusula 12 de la CCT 1987 no se dijo que se
tenía que estar laborando para el momento en que se
cumpliera con la edad exigida, en tanto, lo relevante era
satisfacer el tiempo de servicios, condición que está
acreditada; y a continuación puntualiza:

[…] el acta de acuerdo del 18 de septiembre de 2003 se


encontraba vigente.

Esta acta fue declarada nula mediante sentencia proferida por


el Juzgado 3 Laboral del Circuito de Cartagena y confirmada
por la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Laboral
mediante sentencia SL5643-2018 y Radicación Interna 69865
Magistrada Ponente ANA MARIA MUÑOZ SEGURA
[…]
Motivo este que no tuvo haber tenido en cuenta el Tribunal, ya
que este se encontraba sin valor y efecto al momento de proferir
el fallo de instancia.

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Pone de presente que también erró el ad quem al «dar


por demostrado sin estarlo, que el demandante no tiene
derecho al beneficio» estipulado en la cláusula octava de la
CCT 1985, la cual se encontraba vigente para el momento
en que el accionante se retiró del servicio, de modo que le
correspondía al «empleador demostrar que perdieron fuerza
tales reglas convencionales».

Para finalizar transcribe pasajes de las sentencias CSJ


SL8759-2014, CSJ SL4426-2017, CSJ SL4274-2019, CSJ
SL116-2020 y CSJ SL547-2021.

VII. LA RÉPLICA

La accionada se opone a la prosperidad de la demanda


de casación bajo dos aristas.

La primera de orden técnico, porque considera que el


alcance de la impugnación es deficiente, no se identifica la
vía de ataque y se aduce la infracción directa del artículo
467 del CST, pese a que el juez colegiado lo aplicó. Sostiene
que, en el evento de estimar que el cuestionamiento es por
el sendero de los hechos, no se precisan los errores fácticos
ni se indica las pruebas mal apreciadas o dejadas de
valorar; se mezclan argumentos jurídicos y probatorios; se
soporta la argumentación en algunas decisiones de la Sala
de Descongestión, de allí que debió acudir al submotivo de
interpretación errónea; y se aluden a unos tópicos que no
fueron soporte de la decisión del Tribunal, como sería la
existencia de un acuerdo extraconvencional.

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La segunda razón está referida a que el ad quem no


cometió una equivocación evidente, quien, incluso, se
soportó en una sentencia de la Corte que es posterior a las
que reseña la censura.

VIII. CONSIDERACIONES

Cabe resaltar que la demanda de casación, a efectos


de que sea susceptible de un estudio de fondo, debe
satisfacer una serie de requisitos de técnica que estipulan
las normas procesales, tanto en su planteamiento como en
la demostración, reglas adjetivas que de no cumplirse puede
llevar a que el recurso extraordinario resulte infructuoso.

Además de ello, como insistentemente lo ha expresado


esta corporación, el recurso extraordinario no le confiere
competencia para juzgar el litigio, esto es, establecer a cuál
de las partes en contienda le asiste la razón, puesto que la
labor de la Corte se circunscribe en enjuiciar la sentencia y
determinar si el juez colegiado, al resolver la segunda
instancia, dirimió rectamente el conflicto a la luz de las
normas jurídicas que debía emplear.

Realizadas las anteriores precisiones, tal como lo


afirma la réplica, encuentra la Sala que el escrito con el
cual se pretende sustentar la acusación presenta algunas
deficiencias técnicas, que comprometen la prosperidad del
cargo propuesto, las cuales a continuación se pasan a
detallar:

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1. El numeral 4 del artículo 90 del CPTSS, establece


que la demanda debe contener «la declaración del alcance de
la impugnación», que como lo ha adoctrinado la Sala,
constituye la delimitación del ámbito de su actuación y
consiste en la indicación de lo que se debe casar; es decir,
la parte de la sentencia acusada que ha de quebrarse, o la
totalidad de la misma, conforme a las circunstancias del
caso; efectuado lo anterior, la censura debe explicar cuál es
la actividad de la Corte en sede de instancia, esto es,
señalar si el fallo de primer grado debe confirmarse,
revocarse o modificarse, y en estos dos últimos casos, qué
debe disponerse como reemplazo.

En ese contexto, el alcance de la impugnación en el


sub examine es deficiente, pues el recurrente no le indica a
esta corporación cuál debe ser su labor como Tribunal de
instancia frente a la sentencia de primer grado, toda vez
que no indica si revocarla, modificarla o confirmarla.

Ahora, si por el sentido de la decisión acusada se


entendiera que lo que pretende el censor es que se revoque
el fallo absolutorio del a quo y, en su lugar, se acceda a las
súplicas de la demanda inaugural, de nada serviría, porque
existen otras deficiencias que comprometen su estudio.

2. El recurso de casación propende, principalmente,


por el imperio de la ley sustancial, la cual puede ser
infringida de dos formas o «causales»: la primera generada
por la violación de la ley y la segunda por el
desconocimiento del principio de la no reformatio in pejus.

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A su vez, la violación de la ley sustancial o causal


primera puede darse a través de las denominadas vías
directa o indirecta. En la senda directa, el fallador
quebranta aquella ley mediante tres modalidades o
submotivos, a saber: la inaplica por ignorancia o rebeldía,
la interpreta erróneamente o la aplica indebidamente. La
doctrina y la jurisprudencia han precisado los alcances de
cada uno de dichos conceptos de violación.

El sendero directo implica que el juzgador arribó a


decisiones distanciadas de la ley sustancial de alcance
nacional, por dislates exclusivamente jurídicos, quedando
por fuera de discusión todo lo relativo a las pruebas del
proceso o los aspectos netamente fácticos.

A su turno, se vulnera la ley, por la vía indirecta o de


los hechos, cuando el Tribunal estima erróneamente o deja
de apreciar algún medio de prueba. Tal proceder conduce a
cometer errores fácticos, al tener por probado dentro del
proceso algo que realmente no lo está, o en no tener por
acreditado lo que verdaderamente sí fue demostrado, por la
errada o falta de valoración de una prueba calificada, esto
es, el documento auténtico, la confesión judicial y la
inspección judicial.

Partiendo de lo anterior, emerge que la censura no


identificó la modalidad de infracción, esto es, si la
vulneración de la ley fue por vía directa o por la indirecta,
ya que en el único cargo propuesto simplemente dijo que
«Acuso a la sentencia de “SER LA SENTENCIA VIOLATORIA

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DE UNA NORMA DE DERECHO SUSTANCIAL, POR


INFRACCIÓN DIRECTA” de conformidad con artículo 60 del
decreto 528 de 1964, articulo 21 y 467 del código sustantivo
del trabajo Tema que desarrollo a continuación », pero sin
especificar, como se ve, la senda de ataque elegida, y sin
que la Sala pueda establecer con claridad a cuál realmente
corresponde, en tanto amalgama ambos caminos de
vulneración de la ley que son excluyentes, por razón de que
si bien acude a razonamientos jurídicos, como cuando
alude a la validez de la prueba de la CCT, lo cierto es que
también parte de la argumentación recae en la valoración
probatoria impartida a ese acuerdo colectivo de voluntades,
cuestionamiento que es propio de la senda indirecta al estar
en debate un medio de convicción. Así se dijo en
providencia CSJ SL3164-2018:

No sobra recordar que en aras de que esta Sala de la Corte, en


el ámbito del recurso extraordinario de casación, pueda
acometer la tarea de interpretar los textos normativos
convencionales y fijarles un sentido, es indispensable que la
convención colectiva de trabajo sea exhibida como una prueba.
Lo anterior debido a que estos acuerdos, a pesar de ser fuente
formal del derecho, no tienen un alcance nacional, puesto que
su ámbito de aplicación se contrae a los sujetos de la relación
de trabajo. Por ello, se ha considerado que su acusación debe
realizarse por la vía indirecta, como se explicó, entre otras, en la
sentencia CSJ SL12871-2017.

En ese orden de ideas, el impugnante efectúa una


mixtura que pugna con la individualidad y singularidad del
cargo que debe imperar en el recurso extraordinario casación.

3. Ahora bien, si se entendiera que el ataque está


orientado por la vía indirecta, lo cierto es que no formula en
específico algún desatino con el carácter de ostensible y

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evidente por parte del Tribunal. En tales condiciones, el


desarrollo del cargo es inadecuado a la luz de lo dispuesto
en el literal b) del numeral 5 del artículo 90 del CPTSS,
según el cual debe expresarse «qué clase de error se
cometió»; pues, se itera, el recurrente no precisa con
claridad los yerros de hecho ostensibles, manifiestos y
trascendentes presuntamente cometidos, su incidencia en
la decisión tomada, así como la singularización de los
medios de prueba calificados en casación, cuya indebida
apreciación o falta de estimación indujo a que se incurriera
en algún dislate fáctico.

Aquí es oportuno recordar que la Sala ha considerado


como error de hecho, aquel que ocurre «por un razonamiento
equivocado del juzgador en su actividad probatoria, que lo
lleva a encontrar probado lo que no está demostrado y a no
dar por acreditado lo que sí está establecido en el
expediente, y ello como consecuencia de la falta de
apreciación o la valoración errónea de una prueba calificada»
(CSJ SL, 19 may. 2004, rad. 22040).

Del mismo modo, cuando el cargo se encamina por la


vía de los hechos, el censor tiene la carga de acreditar de
manera razonada la concreta equivocación en que incurrió
la colegiatura en el análisis y valoración de los medios de
convicción y su incidencia en la decisión impugnada. En
este sentido, en el pronunciamiento CSJ SL544-2013,
específico:

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Como es suficientemente sabido, cuando la violación de la ley


sustancial se pretende derivar de la mala valoración de las
pruebas, debe el impugnante, si quiere que su acusación quede
debidamente fundada, exponer en forma clara lo que la prueba
acredita y en qué consiste la errónea apreciación del juzgado;
demostración que debe hacer mediante un análisis razonado y
crítico de los medios probatorios, confrontando la conclusión
que se deduzca de este proceso intelectual de argumentación
con las conclusiones acogidas en la resolución judicial. Esta
tarea de razonamiento que incumbe exclusivamente a quien
acusa la sentencia, implica para él hacerle ver a la Corte la
ostensible contradicción entre el defecto valorativo de la prueba
y la realidad procesal.

Si el impugnante omite llevar a cabo esta confrontación, la


Corte no puede suplir su omisión y deducir el error evidente
que pueda tener el efecto de desquiciar los soportes de la
sentencia, que, es igualmente sabido, llega al recurso amparada
con la presunción de legalidad y acierto que debe ser
plenamente destruida por quien pretenda su casación.

Partiendo de lo anterior, lo aseverado por la censura


relativo a «Dar por demostrado sin estarlo, que el señor Cesar
Alfonso Camargo Iglesias, no tiene derecho a la pensión
convencional»; no tiene la característica de ser un error
fáctico, pues constituye, esencialmente, la conclusión
jurídica a la que pretende el recurrente arribe la Sala, pero
no constituye un razonamiento que tenga como fundamento
la falta de estimación o errada apreciación de una prueba y,
por consiguiente, no es dable tener esa formulación como
un hecho específico que en sentir del recurrente, el fallador,
por una percepción equivocada, dejó de establecer, o lo tuvo
por acreditado sin estarlo.

Y los otros reproches que plasma en el desarrollo del


ataque, consistentes en «Dar por demostrado sin estarlo que
el acta de acuerdo del 18 de septiembre de 2003 se
encontraba vigente»; y en «Dar por demostrado sin estarlo,

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que el demandante no tiene derecho al beneficio contenido en


la convención colectiva de 1985 clausula octava»; resultan
desenfocados, en tanto, vista la motivación de la sentencia
recurrida, en ningún momento el juez colegiado arribó a las
conclusiones que cuestiona el impugnante, pues lo que la
alzada consideró fue que para acceder a la pensión de
jubilación se requería que el actor cumpliera con las
exigencias de edad y tiempo de servicios estando al servicio
de la demandada, lo cual no ocurrió.

4.- Por otra parte, si se entendiera que el ataque se


dirige es por la vía directa, queda incólume el razonamiento
esencial y principal del juez de alzada para confirmar el
fallo absolutorio de primer grado que negó la pensión de
jubilación, esto es, que para adquirir ese derecho, se itera,
en virtud de lo previsto en la cláusula 12 de la CCT 1987,
era menester que el trabajador cumpliera el tiempo de
servicios allí exigidos y la edad estando al servicio de la
empleadora; soporte esencial de la decisión, el cual es de
índole fáctica y que se mantiene inmodificable en una
acusación dirigida por la senda jurídica, de allí que, la
sentencia se conserva inalterable, fundada sobre tal
premisa indiscutida, precisamente porque el fallo materia
de la casación, está amparado por la doble presunción de
acierto y legalidad.

5.- Al censor le corresponde de forma preliminar


identificar los soportes del fallo que combate y, consecuente
con el resultado que obtenga, dirigir el ataque por la senda
fáctica o jurídica, o por ambas, en cargos separados, si es

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que el fundamento de la decisión es mixto, pues si no se


hace de esa manera o se combaten razones distintas a las
aducidas por el juzgado, la providencia permanecerá
incólume, edificada sobre los cimientos o inferencias que
dejó libres de ataque y que sirvieron al Tribunal para
resolver en el sentido que lo hizo.

Sobre este aspecto en decisión CSJ SL, 23 mar. 2011,


rad. 41314, reiterada en la CSJ SL1430-2019 se manifestó:

[…] la confrontación de una sentencia, en la intención de lograr


su derrumbamiento en el estadio procesal de la casación,
comporta para el recurrente una labor persuasiva y dialéctica,
que ha de comenzar por la identificación de los verdaderos
pilares argumentativos de que se valió el juzgador para edificar
su fallo; pasar por la determinación de si los argumentos
utilizados constituyen razonamientos jurídicos o fácticos; y
culminar, con estribo en tal precisión, en la selección de la
senda adecuada de ataque: la directa, si la cuestión permanece
en un plano eminentemente jurídico; la indirecta, si se está en
una dimensión fáctica o probatoria..

Reglas que la censura inobserva por completo.

6. El cargo en su integridad presentan una


argumentación que se traduce en un alegato de instancia,
más que en la clara y persuasiva sustentación del recurso
de casación. Este medio de impugnación, como desde
antaño lo ha enseñado la jurisprudencia, no le otorga a la
corporación competencia para juzgar el pleito a fin de
resolver a cuál de los litigantes le asiste la razón, ya que sus
facultades, siempre y cuando la demanda cumpla con los
requisitos de la ley procedimental, se limitan a enjuiciar la
sentencia con el objeto de establecer si el juez de
apelaciones, al dictarla, transgredió o no la ley sustancial

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de alcance nacional; refuerza lo anterior, lo sostenido desde


antaño por esta Sala de la Corte, cuando al respecto ha
dicho:

A diferencia del juez de instancia, cuya misión es la de imponer


el acatamiento de la ley a los particulares en litigio, el recurso
de casación persigue la observancia de la norma jurídica por
parte aquel. O, como se ha dicho en otros términos, el órgano
de casación juzga la sentencia, mientras que el de instancia
juzga la controversia. De allí que para el ejercicio de este
recurso extraordinario se exija una técnica especial, sin la cual
no sería posible alcanzar la finalidad de uniformar la
interpretación científica de las leyes.” 1

Ahora bien, si la Sala actuando con amplitud dejara de


lado las anteriores deficiencias técnicas, encontraría que el
juez plural no cometió ningún yerro ostensible, pues si bien
el demandante reunió los 20 años de servicios exigidos por
la estipulación convencional, no aconteció lo mismo con el
requisito de la edad que corresponde a 50 años, que en este
asunto no se satisface, pues la cumplió en el año 2005
cuando ya no era trabajador activo de la demandada, por
tanto, no tenía derecho a tal prestación.

Lo anterior en la medida que, en este caso, la edad


prevista no es un requisito de exigibilidad o disfrute como lo
sugiere la censura, sino de causación del derecho. Al
respecto en sentencia CSJ SL1049-2022, en la que la Corte
en un asunto análogo se refirió a la misma convención
colectiva de trabajo y allí estipulado, se explicó lo siguiente:

Bajo ese contexto, lo que debe determinarse ahora, es si el


demandante para el 31 de julio de 2010, acreditó los requisitos
para el reconocimiento de la pensión convencional, previstos en
1
Sentencia de 2 de junio de 1948, Gaceta del Trabajo, Tomo III, números 17 a 28,
página 132.

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el artículo 12 de la Convención Colectiva de Trabajo, suscrita


entre la Electrificadora del Magdalena S.A., y su sindicato de
trabajadores de 1987, la que al efecto dispone (fl.55):

La empresa podrá reconocer y conceder la pensión plena de


jubilación al trabajador sindicalizado o no sindicalizado que se
beneficie de la presente convención, que al primero (1º) de enero
de 1987 tuviere diez (10) años o más de servicios a la empresa
cuando cumpla 20 años de servicio, cualquiera que sea su edad.

Para los trabajadores que el 1º de enero de 1987 tuvieran


menos de diez (10) años de servicio a la empresa, tendrán
derecho a solicitar la pensión al cumplir 20 años de
servicio y 50 años de edad si fueren hombres, o 48 años si
fuere mujer, caso en el cual la empresa la reconocerá.
(negrilla fuera de texto)

Para los trabajadores que ingresen al servicio de la empresa a


partir de la vigencia de la presente convención [24 de marzo de
1987], se le reconocer la pensión de jubilación de acuerdo con los
requisitos exigidos en la ley.

De la lectura al precepto antes transcrito, es dable concluir que,


en efecto, el demandante es beneficiario de la pensión de jubila-
ción convencional pretendida, derecho que conforme quedó vis-
to, no se encuentra afectado por el Acto Legislativo 01 de 2005,
puesto que el mismo se causó el 28 de junio de 2009, data para
la cual el accionante arribó a los 50 años de edad y tenía más
de 20 de servicios a favor de la convocada a juicio.
(Negrillas propias del texto y subrayas de la Corte).

Por todo lo expresado, el cargo se desestima.

Las costas del recurso de casación estarán a cargo del


demandante recurrente y a favor de la opositora. Se fija
como agencias en derecho la suma de $5.300.000, que se
incluirá en la liquidación que el juez de primera instancia
haga, conforme lo previsto en el artículo 366 del CGP.

IX. DECISIÓN

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En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley NO
CASA la sentencia proferida 27 de mayo de 2021 por la
Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Santa Marta, dentro del proceso ordinario laboral seguido
por CÉSAR ALFONSO CAMARGO IGLESIAS contra la
ELECTRIFICADORA DEL CARIBE S.A. - ELECTRICARIBE
S.A. ESP

Costas como se indicó en la parte considerativa.

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

OLGA YINETH MERCHÁN CALDERÓN

SCLAJPT-10 V.00
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