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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN LABORAL

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO


Magistrado ponente

SL1846-2016
Radicación n.° 57420
Acta 05

Bogotá, D. C., diecisiete (17) de febrero de dos mil


dieciséis (2016).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por


el apoderado de la ELECTRIFICADORA DEL CARIBE S.A.
E.S.P. – ELECTRICARIBE S.A. E.S.P.-, contra la sentencia
proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, el 15 de diciembre de 2010, en el juicio
ordinario laboral que le promovieron ELECTO RAFAEL
SALTARÍN MOLINA y GONZALO LOGREIRA SANTIAGO.

I. ANTECEDENTES

Los señores Electo Rafael Saltarín Molina y Gonzalo


Logreira Santiago demandaron a la Electrificadora del
Caribe S.A. E.S.P., con el fin de que fuera condenada a

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reajustarles la pensión de jubilación, desde el 1 de enero de


2000 y los años siguientes, teniendo en cuenta el monto
asignado para cada año, de conformidad con la Convención
Colectiva de Trabajo, vigente para el periodo 1983- 1985 y
la Compilación de Convenios 1998- 1999, es decir, en el
15%, así como a pagarles el porcentaje equivalente de la
indexación de las diferencias causadas y las costas
procesales.

Como fundamento fáctico de sus pretensiones, los


demandantes adujeron que prestaron sus servicios
personales para la Electrificadora del Atlántico S.A. E.S.P.
hasta el momento en que comenzaron a disfrutar de la
pensión de jubilación convencional; que, mediante la
Convención Colectiva de Trabajo, vigente para el periodo
1983- 1985, se dispuso la aplicación de la Ley 4ª de 1976,
sin consideración a su vigencia; que esta normatividad
contemplaba los aumentos para las pensiones en un 15%
de la respectiva mesada; que, con posterioridad a la Ley 100
de 1993, la cláusula de la Convención Colectiva de 1983-
1985 fue ratificada en el artículo 106 de la Compilación
Convencional de 1998- 1999, la cual no había sido
derogada, ni modificada por las partes; que para el año
2000, la entidad demandada solamente incrementó sus
pensiones en un 9.23%, dando aplicación a la Ley 100 de
1993; que, de esta manera, se desconocieron las normas
convencionales; que, para las anualidades subsiguientes, la
empresa continuó omitiendo lo pactado convencionalmente;
que en el Convenio de Sustitución Patronal, la
Electrificadora del Caribe S.A. E.S.P. aceptó asumir las

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obligaciones laborales de la Electrificadora del Atlántico


S.A. E.S.P. de carácter legal o extralegal; que la devaluación
del peso colombiano generó la merma del poder adquisitivo;
y que presentaron ante la entidad demandada la
reclamación del reajuste pensional.

Al dar respuesta a la demanda (fls.209- 221 del


cuaderno principal), la accionada se opuso a las
pretensiones y, en cuanto a los hechos, reconoció como
ciertos las vinculaciones laborales de los demandantes con
la Electrificadora del Atlántico, el estatus de pensionados y
la aceptación de Electricaribe S.A. E.S.P. de asumir las
obligaciones laborales de dicha entidad en el Convenio de
Sustitución Patronal. En cuanto a lo demás, dijo que no le
constaba o que no era cierto. En su defensa propuso las
excepciones de mérito que denominó buena fe, prescripción,
cobro de lo no debido, inexistencia de las obligaciones
pretendidas y compensación.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Cuarto Laboral Adjunto del Circuito de


Barranquilla, al que correspondió el trámite de la primera
instancia, mediante fallo de 18 de junio de 2010 (fls.297-
304 del cuaderno principal), condenó a la entidad
demandada a pagar los reajustes de las pensiones de los
actores, desde el 12 de mayo de 2004 hasta el 31 de
diciembre de 2005, de conformidad con los valores
expuestos en la parte motiva de la decisión, debidamente

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indexados. Declaró probada la excepción de prescripción


propuesta por la convocada a juicio.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Al conocer del proceso, por apelación interpuesta por


ambas partes, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, mediante fallo de 15 de diciembre de 2010
(fls.12- 25 del cuaderno principal), modificó la decisión
proferida por el a quo, en el sentido de condenar a la
entidad demandada a pagar los reajustes de las pensiones
de los actores, “desde el 12 de mayo de 2004 hasta que la
pensión de los actores no supere el monto de los 5 salarios
Mínimos Legales Mensuales vigentes debidamente
indexados”.

En lo que interesa al recurso extraordinario, el


Tribunal consideró que estaba fuera de controversia el
hecho de que los demandantes eran pensionados de la
empresa demandada, en virtud del Convenio de Sustitución
Patronal, suscrito entre la Electrificadora del Atlántico y la
Electrificadora del Caribe S.A. E.S.P. y las normas
convencionales, así: Gonzalo Logreira Santiago, desde el 1
de enero de 1999 y Electo Saltarín Saltarín, a partir del 28
de mayo de 1997 y que ambos gozaban de pensiones de
carácter extralegal.

Advirtió que el artículo 1 de la Ley 4ª de 1976, que


estableció los reajustes pensionales, había sido derogado
por la Ley 71 de 1988, de manera tácita, al consagrar que

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las pensiones a las que se refería dicha norma serían


reajustadas de oficio cada año y con el mismo porcentaje en
que fuera incrementado el salario mínimo legal mensual
fijado por el Gobierno Nacional, además de que disponía
que todas las normas anteriores que fueran contrarias se
hallaban derogadas, dentro de las que se podía contar el
artículo 1 de la Ley 4ª de 1976; que, a su vez, el artículo 1
de la Ley 71 de 1988 había sido derogado por la Ley 100 de
1993, la cual había implementado una forma diferente de
reajustar la pensión de jubilación.

Luego de transcribir el artículo segundo de la


Convención Colectiva de Trabajo, vigente para el periodo
1983- 1985, señaló que el beneficio de los reajustes
pensionales establecidos en la Ley 4ª de 1976 se extendía a
quienes se encontraban pensionados y a las personas que a
futuro adquirieran tal estatus, por lo que se trataba de un
derecho cuyo soporte se fundaba en la vigencia que le
asignaban a la norma derogada.

Agregó que aun cuando la disposición convencional se


refería a los trabajadores de la Electrificadora del Atlántico
S.A. E.S.P., se tenía que en virtud del Convenio de
Sustitución Patronal celebrado entre Electranta y
Electricaribe, se aplicaba al caso en estudio, toda vez que
las cláusulas 2 y 3 establecieron la sustitución de todas las
obligaciones laborales de carácter legal y extralegal,
asumiendo la segunda las deudas de la primera que se
causaran a partir de la fecha efectiva, de tal suerte que se
mantenía la aplicación de las normas laborales que regían

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las relaciones de los trabajadores y pensionados de


Electranta, entre las cuales se hallaban las de rango
convencional, tal como lo había resaltado esta Corporación
en la sentencia CSJ SL, 19 sep. 2006, rad. 29288.

Precisó que aunque el Acto Legislativo 01 de 2005


había eliminado las convenciones en materia pensional, lo
cierto era que el texto convencional fuente del derecho
pretendido tenía vigencia para los años 1983- 1985, siendo
que la reforma constitucional en comento solo se refirió a
negociaciones a partir de su vigencia, por lo que, en el caso
en estudio no se aplicaba, ya que se trataban de derechos
adquiridos con regulación en una norma anterior
preexistente.

Concluyó que “Bajo las anteriores consideraciones no


cabe duda que los actores tienen derecho al incremento
deprecado, lo que consideró el a quo en la sentencia apelada;
pero lo que no cabe duda es que erró en limitar el pago de los
reajustes (sic) por motivo de la condena impuesta hasta el 31
de diciembre de 2005, cuando el límite del reconocimiento del
incremento del 15% ordenado lo determina la misma norma y
que será efectivo hasta que la pensión de los actores no
supere los 5 salarios mínimos legales mensuales vigentes”.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandada, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

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Mediante auto proferido el 25 de septiembre de 2013,


esta Sala aceptó la transacción presentada sobre las
pretensiones del demandante Gonzalo Logreira Santiago y,
por ende, declaró terminado el proceso ordinario laboral
respecto de éste y ordenó continuar el trámite frente al
demandante Electo Rafael Saltarín Molina (folios 63- 68 del
cuaderno de la Corte).

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende el recurrente que la Corte case totalmente la


sentencia impugnada, para que, en sede de instancia,
revoque la decisión condenatoria de primer grado.
Subsidiariamente, pide que esta Sala “CASE
PARCIALMENTE la sentencia impugnada, en cuanto la
sentencia proferida por el Tribunal, al modificar el punto
segundo de la dictada por el Juzgado Cuarto Laboral
Adjunto del Circuito de Barranquilla que condena a
ELECTRICARIBE al reajuste de la pensión de jubilación
reconocida a los actores con fundamento en el método
previsto en el artículo 1 de la Ley 4ª/76, suprimió el límite de
vigencia alguna para tal obligación”, para que, en sede de
instancia, “se confirme el numeral segundo de la parte
resolutiva de la decisión del A quo o, en su defecto, se
revoque dicho numeral segundo en el sentido de establecer
que la condena no debe superar el término inicialmente
estipulado en la Convención Colectiva que dio origen al
citado beneficio y que, en ningún caso, debe sobrepasar el
31 de julio de 2010, en los términos previstos en el parágrafo
transitorio 3 del Acto Legislativo No. 1 de 2005”.

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Con tal propósito formula dos cargos, por la causal


primera de casación, que no fueron replicados y, enseguida,
se estudian.

VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia impugnada de violar


indirectamente, en la modalidad de aplicación indebida, el
artículo 1 de la Ley 4ª de 1976, generada por la falta de
aplicación de los artículos 21 y 467 del C.S.T., en relación
con los artículos 14 y 143 de la Ley 100 de 1993, 429, 468,
470, 478 y 479 del C.S.T., 1494, 1602 y 1618 del C.C., la
Ley 71 de 1988 y los artículos 61 del C.P.T. y de la S.S. y
39, 53, 55 y 95 de la Constitución Política.

Señala que la anterior violación se dio como


consecuencia de los siguientes errores de hecho:

1. Dar por demostrado, sin estarlo, que el sistema


de reajuste consagrado en el parágrafo 3 del
Artículo 1 de la Ley 4ª de 1976, al que alude el
parágrafo 1 del Artículo 2 de la Convención
Colectiva 1983- 1985, hace parte de los derechos
consagrados para los pensionados en dicha Ley
4ª de 1976.
2. Dar por demostrado, sin estarlo, que el Artículo 1
de la Ley 4 de 1976, al que alude el parágrafo 1
del Artículo 2 de la Convención Colectiva 1983-
1985, es una disposición susceptible de formar
parte de una Convención Colectiva de Trabajo,
más allá de su vigencia.

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Indica que estos errores de hecho fueron producto de


la errónea apreciación de la Convención Colectiva de
Trabajo, vigente para el periodo 1983- 1985, obrante a
folios 5 a 18 y el escrito de contestación a la demanda de
folios 208 a 220.

En el desarrollo del cargo, argumenta que el Tribunal


en su decisión olvidó que el parágrafo 1º del artículo 2º de
la Convención Colectiva de Trabajo, vigente para el periodo
1983- 1985, estableció que se reconocía, sin consideración
a su vigencia, los derechos contemplados en la Ley 4ª de
1976, razón por la cual la expresión “derechos” tenía el
propósito de mantener en cabeza de los trabajadores, más
allá de la vigencia de la norma legal, los beneficios que el
empleador tuviera para con los trabajadores, pero no la
fórmula matemática para ajustar las pensiones, pues ésta
por lógica no se aplicaba a los citados, al no tratarse de un
derecho o una facultad sobre la cual el pensionado pudiera
aducir la aplicación de la norma convencional.

Afirma que el derecho subjetivo configura una facultad


concedida a la parte acreedora de la relación jurídica
consagrada en una norma jurídica, motivo por el cual
representa un incremento en el patrimonio de la persona,
por lo que no es posible incluir dentro de los derechos
convencionales la norma sobre el procedimiento del cálculo
para el incremento de la pensión, dado que se no se trata de
un beneficio de los trabajadores activos y, por lo tanto, no
puede predicarse que dicho incremento se extiende más allá
de la vigencia de la Ley 4ª de 1976, tal como lo subrayó el

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salvamento de voto a la sentencia de esta Corporación CSJ


SL, 17 mar. 2009, rad. 31350.

Aduce que un sistema de cálculo, lejos de constituir


un derecho subjetivo, únicamente determina el
procedimiento para llegar al resultado matemático, pues se
trata de una simple obligación metodológica y no un
derecho de los trabajadores, de modo tal que el ad quem no
acierta cuando concluye que los beneficios de los
trabajadores de una empresa pueden hacerse extensivos a
los pensionados.

Asevera que si en gracia de discusión se aceptara que


el artículo 1 de la Ley 4ª de 1976 contiene un derecho
subjetivo, de todas formas el Tribunal incurrió en error, al
momento de valorar la norma convencional, toda vez que el
artículo 1º de la Ley 4ª de 1976 resuelve un aspecto ajeno a
las condiciones propias de las convenciones colectivas de
trabajo, pues se inmiscuye en el método de cálculo de un
reajuste pensional que no es concordante con la naturaleza
del contrato de trabajo, cuya remuneración se halla
sustentada en el salario y no en una pensión.

Precisa que no existe duda de que el fallador tiene la


potestad de adoptar una posible interpretación de la
Convención Colectiva de Trabajo, pero no le es dable acoger
como parte de ésta una norma legal contraria a su
naturaleza, por expresa consagración del artículo 467 del
C.S.T., por cuanto de paso se desconocería el artículo 21
del C.S.T. con el consecuente efecto de aumentar el valor de

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las mesadas pensionales cuando el artículo 1 de la Ley 71


de 1988 les era desfavorable.

Afirma que el ad quem omitió la jurisprudencia


relativa a que la Convención Colectiva de Trabajo
constituye una manifestación de la libertad de negociación
cuya finalidad es el mejoramiento de las condiciones de los
trabajadores, incorporando las mismas a los contratos de
trabajo, filosofía que debió tener en cuenta el fallador al
momento de tomar la decisión en el caso concreto.

Concluye que la norma convencional se refiere a toda


la Ley 4ª de 1976, sin especificar las cláusulas, por lo que el
fallador incurrió en yerro, máxime que acogió por iniciativa
propia un artículo que no es concordante con la naturaleza
de las convenciones colectivas de trabajo y que, en todo
caso, la disposición legal no contempla ningún derecho
subjetivo, lo cual lo condujo a desconocer el principio de
inescindibilidad, contemplado en el artículo 21 del C.S.T.

VII. CONSIDERACIONES

La recurrente cuestiona, a través del ataque, la


interpretación efectuada por el Tribunal respecto del
parágrafo 1 del artículo 2 de la Convención Colectiva de
Trabajo, vigente para los años 1983- 1985, dado que, a su
juicio, se remitía a una norma legal en un aspecto que no
constituía un derecho en estricto rigor, sino un mero
procedimiento de cálculo para el reajuste pensional y que,
de entenderse que sí remitía a una facultad subjetiva, de

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todas formas, no podía extenderse más allá de la vigencia


de la Ley 4ª de 1976, la cual fue derogada tácitamente por
las Leyes 71 de 1988 y 100 de 1993 o que no podía
extenderse el beneficio de los trabajadores a quienes
ostentaban la calidad de pensionados.

La norma convencional en comento literalmente


dispone:

Parágrafo Primero.- Todos los trabajadores que se


encuentren pensionados por la Electrificadora del
Atlántico S. A., o que se pensionen en el futuro se
les seguirán reconociendo todos los derechos
contemplados en la Ley 4ª. de 1976 sin
consideración a su vigencia (folios 4-18 del
cuaderno principal).

Para la Sala es claro que este este texto convencional


estableció el reconocimiento de todos los beneficios
previstos en la Ley 4ª de 1976, incluidos los reajustes
pensionales anuales en al menos el 15% para las pensiones
equivalentes hasta cinco (5) veces el salario mínimo legal
mensual más alto, sin consideración alguna a la vigencia de
la norma legal.

Lo primero que debe resaltarse es que no le asiste


razón a la censura cuando afirma que los incrementos
pensionales de la Ley 4ª de 1976 no constituyen derechos
en estricto rigor, porque lo cierto es que estos beneficios
representan una clara posibilidad para los pensionados o
futuros pensionados de modificar la relación jurídica que

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los liga con la entidad pagadora, a fin de incrementar su


patrimonio personal.

En cuanto al reparo relativo a que la remisión a los


incrementos pensionales de la Ley 4ª de 1976 no podía
extenderse más allá de la vigencia de la norma legal, la
Corte debe recordar que el derecho a la negociación
colectiva tiene como última finalidad la superación de los
mínimos legales, por lo que las partes pueden
legítimamente remitirse a los derechos contemplados en
normas de rango legal, a fin de que éstos se conserven más
allá de su vigencia y permanezcan como derechos
convencionales autónomos, de tal manera que, como en el
caso concreto, las partes firmantes de la Convención
Colectiva de 1983- 1985 expresamente consignaron en la
cláusula “…sin consideración a su vigencia”, resulta clara
su intención de consagrar las prerrogativas legales, aun
después de la derogatoria de la norma legal que las
contemplaba.

De otra parte, debe indicarse que como las partes


señalaron que los pensionados actuales o futuros
pensionados disfrutarían de todos los derechos consagrados
en la Ley 4ª de 1976, no cabe entender que su propósito fue
incluir todos los beneficios allí previstos, entre ellos, los
incrementos pensionales, razón por la cual no se hacía
necesario que se especificaran o detallaran, tal como lo
alega la censura.

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Vistas así las cosas, la interpretación efectuada por el


Tribunal respecto de la cláusula convencional resulta
razonable y plausible, por lo que, a la luz de la
jurisprudencia de esta Corporación, debe respetarse su
criterio hermenéutico, pues simplemente se atiene a la
intencionalidad de las partes que suscribieron la
Convención Colectiva de Trabajo de 1983- 1985.

Respecto al tema, en múltiples ocasiones anteriores,


esta Sala de la Corte se ha pronunciado, tal como lo hizo en
la sentencia SL5844-2014, en la que dijo:

Sobre el asunto aquí tratado, esta Sala de la Corte


ya se ha pronunciado, de lo que es ejemplo la
sentencia de 23 de enero de 2009, radicación
30077, reiterada en la de 13 de junio de 2012,
radicado 43435, en la que dijo:

No cabe ninguna duda de que la convención


colectiva de trabajo es figura insigne del derecho
colectivo de trabajo, como que traduce una de las
expresiones más vigorosas del derecho y de la
libertad de negociación colectiva, que la Constitución
Política y las leyes garantizan, fomentan, estimulan
y promueven, en tanto comportan verdaderas
fuentes de paz laboral.

Su vocación natural –en la que subyace un hondo


sentido social y humano- es el mejoramiento de las
condiciones de trabajo de los asalariados, a través
del logro de beneficios que superan los previstos en
los textos legales. A propósito de su trascendencia
social y jurídica, la Corte, en sentencia del 29 de
octubre de 1982, asentó:
(….) La convención colectiva de trabajo es
considerada la institución central del derecho
colectivo de trabajo y el mayor logro de los esfuerzos
y luchas del sindicalismo por situarse en la

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contratación laboral frente al patrono en un plano de


igualdad para la regulación de las condiciones de
trabajo. Su finalidad inmediata es el mejoramiento
del nivel de existencia de los trabajadores,
obteniendo para éstos prerrogativas económicas y
sociales superiores a las que consagra la ley. Esta
es una filosofía jurídica y social aceptada por el
Estado moderno como necesidad primordial en el
mantenimiento de las instituciones propias de la
democracia que permite hacer todo aquello que la
ley no prohíbe.

Cuando la convención colectiva de trabajo –que


sirvió de fundamento a las condenas fulminadas en
el fallo recurrido en sede de casación- dispuso que a
todos los trabajadores que se encuentren
pensionados o que se pensionen en el futuro se les
continuarán reconociendo ‘todos los derechos
contemplados en la Ley 4ª de 1976 sin
consideración a su vigencia’, no está siendo
discordante con la filosofía jurídica y social de esos
convenios reguladores de condiciones de trabajo, en
cuanto posibilita la aplicación de las preceptivas de
la Ley 4ª de 1976, a pesar de su pérdida de aliento
jurídico.

Se superan con creces los dictados legales, en tanto


que, a los efectos del Gobierno de las condiciones de
trabajo, se permite que un texto legal sea el soporte
de derechos para los pensionados, así haya
desaparecido del escenario jurídico.

En sentir de la censura, carece de sustento jurídico


incorporar un texto como el que se comenta en una
convención colectiva de trabajo, dado que no es
aplicable a los contratos de trabajo.

Olvida el recurrente que las partes, en ejercicio de


su libertad de contratación laboral, pueden
válidamente estipular que los pensionados sean
acreedores de algunos de los beneficios ahí
consagrados. A propósito, la jurisprudencia del
trabajo y de la seguridad social, en sentencia del 8
de noviembre de 1993 (Rad. 6.441) adoctrinó:

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(…) La convención colectiva de trabajo por


disposición perentoria del artículo 467 del Código
Sustantivo del Trabajo sólo regula las condiciones
que rigen los contratos de trabajo o las relaciones
laborales vigentes, por tanto únicamente es
aplicable a los trabajadores aforados y por
extensión a todos los no sindicalizados cuando en la
convención sea parte un sindicato cuyos afiliados
excedan de la tercer parte de los trabajadores de la
empresa, según lo dispone el artículo 471 del mismo
estatuto.

Entonces, los pensionados en principio no son


beneficiarios de puntos de la convención colectiva,
salvo cuando el empleador consiente en ello, en
ejercicio de su libertad de contratación colectiva,
pues respecto de ellos no existe ninguna relación
laboral.

En consecuencia los árbitros no están facultados


para establecer beneficios indiscriminados a favor
de los extrabajadores pensionados, con anterioridad
a la expedición del laudo arbitral, por cuanto ellos
son ajenos al conflicto colectivo. Situación distinta
cuando en el laudo están previstas prestaciones
extralegales a favor de los trabajadores activos,
para cuando ellos adquieran el status de
pensionados, dado que se está regulando una
condición a favor de los trabajadores vinculados
mediante contratos de trabajo vigentes, por tanto
personas comprometidas en el conflicto colectivo.

Sostiene el ataque que el derecho subjetivo, por su


propia naturaleza, ‘involucra un incremento para el
patrimonio de la persona.’

El texto convencional que se estudia extiende a los


pensionados ‘todos los derechos contemplados en la
Ley 4ª de 1976’. En ese sentido, no cabría tildar de
errado –y menos en la magnitud de manifiesto o
evidente- el entendimiento que el Tribunal dio a esa
cláusula convencional de aplicar a los
demandantes, en su calidad de pensionados, el

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reajuste anual y automático contemplado en el


artículo 1º de la Ley 4ª de 1976.

No entiende la Sala cómo el cargo sostiene que el


reajuste prescrito en esta norma legal no es un
derecho y que sólo pueden ser considerados como
tales los que se prevén en los artículos 6° a 10.

Por supuesto que el reajuste de la pensión es un


derecho de los pensionados que cumplan las
condiciones ahí señaladas, en cuanto representa
para ellos la posibilidad de modificar la relación
jurídica que los liga con el pagador de la pensión y
de exigir, hasta por las vías judiciales, el
reconocimiento de esa facultad.

Puede verse como correlato de esa facultad o


posibilidad que existe una obligación jurídica a
cargo del pagador de la pensión de efectuar el
reajuste, hasta el punto de llegar a ser compelido,
con el uso legítimo de la fuerza, por los jueces, en la
hipótesis de resistirse a honrar ese compromiso
legal.

Bueno resulta precisar que la falta de ejercicio de un


derecho no traduce que no exista jurídicamente. Es
más, la posibilidad de ejercerlo o no pertenece a su
propia naturaleza.

Adicionalmente, cualquier enfrentamiento entre la


disposición convencional y la ley, en punto al
reajuste anual de las pensiones, habrá de
resolverse con el postulado de la norma más
favorable. Pero, en todo caso, ello no conduce a la
pérdida de aliento de la norma convencional.

De otra parte, no puede remitirse a duda que el


referido canon convencional fue el fruto de una
negociación, registrada en una convención colectiva,
como culminación de un conflicto económico o de
intereses.

Tal precepto, entonces, forma parte de lo que en


doctrina se denominan cláusulas normativas de las

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convenciones colectivas, justamente por ser las


llamadas a disciplinar o normar las condiciones de
trabajo. Pero ello, en manera alguna, tiene la virtud
de trocar su naturaleza convencional para pasar a
ser una disposición que tuvo venero en un conflicto
jurídico o de derecho.

Por último, nada de exótico resulta que en una


convención colectiva de trabajo se disponga la
aplicación de un mandato legal así haya perdido
vigencia. Es perfectamente jurídica y válida una
disposición convencional así concebida. Esa ha sido
la orientación de esta Sala, vertida en sentencia del
22 de noviembre de 2000 (Rad. 14.489), en la que
se dijo:

(...) Es sabido que el objeto de las convenciones


colectivas es regular las condiciones de trabajo
dentro de la empresa durante su vigencia,
generalmente persiguiendo superar el mínimo de los
derechos instituidos para los trabajadores en la ley,
por lo que mientras los susodichos convenios estén
en vigor, un cambio legislativo no conduce por sí
solo a que dejen de aplicarse tales acuerdos con el
pretexto de que la mutación legislativa también
reguló un tema acordado en la respectiva
estipulación convencional. Consecuente con lo
anterior, pueden las partes modificar por sí mismas
los términos de una disposición convencional,
cualquiera que sea la alteración, con la condición de
que no afecte derechos mínimos de los trabajadores
o el principio de favorabilidad, e incluso también le
es dable al legislador regular expresamente
materias que modifiquen hacia el futuro
prerrogativas convencionales. Empero si después
del aludido cambio legislativo las propias partes
mediante un nuevo acuerdo colectivo insisten en
acordar un beneficio extralegal invocando o
remitiéndose a un precepto legal derogado, y si con
ello no infringen principios de orden público, no
puede decirse que ello conlleve automáticamente la
desaparición del mundo jurídico del beneficio
convencional.

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Todo lo anterior es más relevante en el caso


presente, dado que como con pleno acierto lo asentó
el sentenciador, si precisamente en la convención
colectiva vigente por la época de los hechos, suscrita
ya en vigencia de la Ley 50 de 1990, las partes
memoraron nuevamente el numeral quinto del
artículo 8º del Decreto 2351 de 1965, a pesar de
haber quedado éste sin vigencia para algunos
trabajadores, fue porque se conservó la posibilidad
de reintegro para el personal ubicado en el campo
de aplicación de la convención, que sea despedido
sin justa causa después de ocho años de servicios,
puesto que como lo expresó esta Corporación en
proveído del 7 de abril de 1995 (rad. 7243) ‘no
puede el juez en estas materias apartarse de lo
literal de las palabras para imponerle a las partes
obligaciones que van más allá del texto del convenio
normativo, salvo que claramente aparezca que la
intención de quienes celebraron la convención
colectiva fue diferente.

En consecuencia, el cargo resulta infundado.

VIII. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia impugnada de violar directamente,


en la modalidad de interpretación errónea, el artículo 1 de
la Ley 4ª de 1976, en relación con los artículos 14 de la Ley
100 de 1993, 16, 429, 467, 468 y 470 del C.S.T., 1494,
1602 y 1618 del C.C., 61 del C.P.T. y de la S.S. y 39, 53, 55
y 95 de la C.P. y la Ley 71 de 1988.

En la fundamentación del cargo, aduce la censura que


no obstante que el Acto Legislativo 01 de 2005 es de rango
constitucional no puede desconocerse que su contenido
desarrolla aspectos de carácter legal, en especial, la vigencia

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Radicación n.° 57420

de los regímenes pensionales convencionales, los cuales


fueron desconocidos por el ad quem, toda vez que emitió
una condena indefinida cuando la norma constitucional
consagra que las reglas convencionales tendrían una
duración hasta el 31 de julio de 2010.

Adicionalmente, alega que el Tribunal aplicó la


expresión “derecho adquirido” a una simple expectativa,
puesto que, independientemente de la cuestión probatoria,
ninguna decisión judicial puede imponer condenas en
materia de beneficios convencionales sin establecer como
límite lo previsto en el Acto Legislativo 01 de 2005, máxime
que esta normatividad dispuso que para la configuración de
un derecho adquirido se requiere que la persona cumpla
todas las condiciones legales para ello, lo cual significa que,
en el caso de los reajustes anuales, es necesario que se
sobrepase el 1 de enero de la respectiva anualidad, pues, de
lo contrario, se está ante una expectativa legítima respecto
del posible aumento.

IX. CONSIDERACIONES

No incurrió el Tribunal en un yerro jurídico en cuanto


al Acto Legislativo 01 de 2005, toda vez que el reajuste
pensional controvertido en el presente juicio constituye un
derecho legítimamente adquirido, de conformidad con las
reglas pensionales existentes, siendo que la pérdida de la
vigencia de las disposiciones pensionales, dispuesta por la
reforma constitucional en mención, no comporta el
desconocimiento de los derechos consolidados con

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Radicación n.° 57420

anterioridad al 31 de julio de 2010, mientras los estatutos


convencionales que le dieron nacimiento tuvieron vigor.

En efecto, en la sentencia SL5844-2014, al estudiar un


caso similar al hoy analizado por esta Sala, se dijo:

Para resolver los cargos, es suficiente con señalar


que el tema traído por la censura ya ha sido
dilucidado por esta Sala de la Corte, de lo que es
ejemplo la sentencia de 23 de enero de 2009,
radicación 30077, a la que pertenecen los siguientes
párrafos:

Ahora bien, descendiendo a la órbita de lo jurídico,


la controversia se centra en definir si el beneficio
convencional del reajuste pensional de la Ley 4ª de
1976 que se le concedió a los demandantes, puede
extenderse más allá de la vigencia del Acto
Legislativo No. 01 de 2005, que señaló en su
parágrafo 2° que ‘A partir de la vigencia del
presente Acto Legislativo no podrán establecerse en
pactos, convenciones colectivas de trabajo, laudos o
acto jurídico alguno, condiciones pensionales
diferentes a las establecidas en las leyes del
Sistema General de Pensiones’, y en el parágrafo
transitorio 3° que ‘Las reglas de carácter pensional
que rigen a la fecha de vigencia de este Acto
Legislativo contenidas en pactos, convenciones
colectivas de trabajo, laudos o acuerdos
válidamente celebrados, se mantendrán por el
término inicialmente estipulado. En los pactos,
convenciones o laudos que se suscriban entre la
vigencia de este Acto Legislativo y el 31 de julio de
2010, no podrán estipularse condiciones
pensionales más favorables que las que se
encuentren actualmente vigentes. En todo caso
perderán vigencia el 31 de julio de 2010’, o por el
contrario si se extinguen definitivamente y en este
último evento desde el 29 de julio de 2005 cuando
cobró vigencia dicho acto legislativo, o a partir del
31 de julio de 2010.

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Radicación n.° 57420

Para resolver este interrogante, se debe comenzar


por decir que la expedición del Acto Legislativo
número 1 de 2005 no hace perder el derecho al
reajuste pensional de marras, por tratarse de un
derecho legítimamente adquirido de conformidad
con las reglas pensionales existentes para el
momento en que se reconoció, así la norma
convencional que le dio origen desaparezca.

Lo anterior obedece a que la pérdida de vigencia de


las reglas de carácter pensional contenidas en
convenciones colectivas de trabajo, pactos colectivos
de trabajo, laudos arbitrales y en acuerdos
válidamente celebrados, no comporta la merma de
los derechos adquiridos, mientras esos estatutos o
actos estuvieron en pleno vigor.

Sin embargo, es menester aclarar que de los apartes


transcritos del Acto Legislativo en comento, se
extrae una regla general, consistente en que a partir
de la vigencia del citado acto legislativo, no se
puede acordar en pactos, convenciones colectivas,
laudos o acto jurídico alguno, regímenes
pensionales diferentes a los establecidos en las
leyes que regulan el sistema general de pensiones.
Es decir, que desde entonces, no es lícito que los
convenios colectivos de trabajo o actos jurídicos de
cualquier clase establezcan sistemas pensionales
distintos a los implementados por la ley, aún
cuando sean más favorables a los trabajadores.

Del mismo modo, queda vigente un régimen de


naturaleza transitoria, según el cual las condiciones
pensionales que regían a la fecha de vigencia del
acto legislativo contenidas en convenios colectivos
de trabajo, laudos o acuerdos válidamente
celebrados, mantienen su vigencia por el término
inicialmente estipulado sin que en los convenios o
laudos que se suscriban entre la vigencia del acto
legislativo y el 31 de julio de 2010, puedan pactarse
condiciones pensionales más favorables a las que
se encontraren vigentes, perdiendo vigencia en
cualquier caso, en la última calenda anotada.

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Radicación n.° 57420

Ahora, el <término inicialmente estipulado> hace


alusión a la duración del convenio colectivo, de
manera que si ese término estaba en curso al
momento de entrada en vigencia del acto legislativo,
dicho acto jurídico regiría hasta cuando se finalice.
Ocurrido esto, la convención colectiva de trabajo
pierde totalmente su vigencia en cuanto a materia
pensional se refiere.

Lo que significa, que por voluntad del constituyente,


las disposiciones convencionales respecto de las
pensiones de jubilación que se encontraban rigiendo
a la fecha de expedición del Acto Legislativo No. 01
de 2005, mantendrán su curso máximo hasta el 31
de julio de 2010, ello con el propósito de que esta
materia sea regulada exclusivamente por la ley de
seguridad social, la cual tiende a evitar la
proliferación de pensiones a favor de un mismo
beneficiario y a acabar los dispersos regímenes en
ese aspecto, procurando con ello cumplir con los
fines y principios que le fueron asignados y que
aparecen consignados en el Título Preliminar,
Capítulos I y II de la Ley 100 de 1993 y el artículo
48 de la Carta Política.

En este orden de ideas, a partir del 31 de julio de


2010 perderán vigor ‘Las reglas de carácter
pensional que rigen a la fecha de vigencia de este
Acto Legislativo’, pero no los derechos que se
hubieran causado antes de aquella data al amparo
de esas reglas pensionales, como es el caso de los
reajustes pensionales objeto de condena que se
concedieron mientras la norma convencional que los
creó estaba rigiendo.

Finalmente, es de precisar que la circunstancia de


que la sentencia impugnada se haya dictado
después de promulgado el Acto Legislativo No. 1 de
2005, no tiene ninguna incidencia en la medida que
en la presente causa no opera la aplicación de ese
mandato constitucional en forma retrospectiva como
lo sugiere el censor, pues se repite el derecho a los
reajustes en los términos de la Ley 4ª de 1976 como

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Radicación n.° 57420

beneficio convencional, se adquieren en virtud de la


aplicación de la norma convencional existente y
vigente para la fecha de causación del derecho.

Vistas así las cosas, como los reajustes pensionales se


causaron en vigencia de la norma convencional de 1983-
1985, es por lo que constituyen derechos adquiridos, que
no podían ser desconocidos por las disposiciones del Acto
Legislativo 01 de 2005, tal como lo determinó
acertadamente el juez de segunda instancia.

En consecuencia, el cargo es infundado.

Sin costas en el recurso extraordinario.

X. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia dictada el 15 de diciembre de 2010 por
el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla,
dentro del proceso ordinario laboral seguido por ELECTO
RAFAEL SALTARÍN MOLINA y GONZALO LOGREIRA
SANTIAGO contra la ELECTRIFICADORA DEL CARIBE
S.A. E.S.P. – ELECTRICARIBE S.A. E.S.P.-

Sin costas en el recurso extraordinario.

Cópiese, notifíquese, publíquese, cúmplase y


devuélvase el expediente al tribunal de origen.

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Radicación n.° 57420

LUIS GABRIEL MIRANDA BUELVAS


Presidente de Sala

JORGE MAURICIO BURGOS RUIZ

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO

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