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“Hacia Una Teoría General Sobre Los Hijos de Puta” (Tusquets editores)
SINOPSIS
Con el colapso de los modelos teológicos, el tema del Mal fue desvaneciéndose, y
lo acabaron de matar los humanistas, para quienes ese tipo de fenómenos ocurre en
el plano de la ética. Sin embargo basta abrir cualquier periódico, en cualquier
país, cualquier día, para constatar que la perversidad del ser humano supera
ampliamente al cáncer, la lepra, el Alzheimer, y las enfermedades cardíacas puestos
juntos en eso de arruinar la vida. Por eso Cereijido se pregunta: en un Siglo XXI
que dedica institutos descomunales regados por todo el mundo al son de millones y
millones de dólares para estudiar esos flagelos ¿cómo es que el análisis de la
maldad humana recibe tan poca atención de los científicos? La respuesta está
contenida en la opinión de Karl Popper, para quien una pregunta sólo se puede
considerar científica cuando podemos hacer algo por responderla. Podría ser que el
tema de la perversidad esté aun demasiado verde para un tratamiento verdaderamente
científico; por eso Cereijido recurre al género ensayo.
Cereijido aclara que, así como en pleno Siglo V Agustín de Hipona no hubiera podido
dejar de darnos una explicación “a la teológica”, en pleno Siglo XXI él solo
puede intentar una interpretación “a la científica”. Pero ¿en qué consiste una
explicación científica? Justamente el Capítulo 2 (“Maneras de Interpretar la
Realidad”) nos entera de cómo sería una interpretación “a la científica”. Y en el
Capítulo 3 (¿Raíces biológicas de la hijoputez?) ya empieza a mostrarnos de lleno
los frutos de su enfoque, porque si realmente la hijoputez tuviera una raíz
biológica, significaría que ya la traemos codificada en nuestros genes, en cuyo
caso todos somos hijos de puta en potencia. Pero aquí el autor comienza a
enseñarnos cosas útiles, que nos enriquecerán aun en el caso de que al final de su
ensayo pudiéramos llegar a discrepar con él. Por ejemplo Pep Guardiola ha dicho
recientemente “Messi tiene el gen del gol”. Por supuesto lo ha dicho
metafóricamente, pues quien conozca el ABC de la evolución molecular, sabe muy bien
que un gen no puede ser seleccionando a lo largo de cientos de millones de años
para que un futbolista haga goles en el Siglo XXI. Pero entonces ¿cómo podría la
hijoputez tener raíces biológicas? Sobre todo teniendo en cuenta que hace, digamos,
cuarenta millones de años ni siquiera existían los Homo sapiens (nuestra especie).
¿Acaso la prostitución es más antigua que la humanidad? Y aquí viene una de las
tantas sorpresas del ensayo “Hacia Una Teoría General Sobre La Hijoputez”: sí
llamamos “prostituta” a la hembra que permita que el macho la copule para obtener
alguna ventaja, en momentos en que no podría procrear pues ni siquiera está en
celo, démonos por informados que hay peces hembras y aves hembras que ejercen la
prostitución cada vez que les conviene.
Por un momento creí haber leído mal el título del Capítulo 5 “Un Cambio de la Gran
Pauta” Pero no, el libro nos recuerda que hay envolventes (pautas), como cuando
decimos “El arte medieval” o “El amor en los tiempos del cólera”, o “El tango en
los 40’. En ese sentido Cereijido opina que la perversidad social tuvo un cambio de
la gran pauta hace unos diez mil años, provocado por la famosa Revolución Agraria.
Lo feo del asunto es que la nueva “gran pauta”, la que se comenzó a forjar hace
diez milenios, es la que hoy tenemos andando a toda orquesta, nos concierne y fue
un cambio para peor.
En ningún momento podemos leer relajadamente “Hacia Una Teoría General Sobre Los
Hijos de Puta”, pues contiene grandes sorpresas. Por ejemplo el Capítulo 6 se
titula “¿Y si el problema fuese que no hemos logrado ser suficientemente hijos de
puta?” A ver ¿hemos leído bien? ¿El autor está dejando entender que por ahí, si
aumentara el grado de hijoputez viviríamos más felices? No lo asegura, pero
tampoco se anima a descartar la posibilidad. Después de todo, en un nicho
ecológico no impera la bondad. Un conejo sabe que cualquier zorro lo va a devorar,
y una gacela que cualquier león la va a matar. “Parecería –comenta- que en la
naturaleza la hijoputez está maximizada”. No descarta que uno de los problemas
humanos, es que todavía nos perjudican los perversos porque no nos convencemos que
todos los humanos somos potencialmente (biológicamente) hijos de puta.” Y así
llegamos a uno de esos tópicos que no esperábamos, pero que Cereijido se vio
obligado a incluir para explicarnos sus puntos de vista. Uno de ellos se llama
“Biología del engaño y la mentira”. Pero no lo comentaré en esta nota, lean el
libro.