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"De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol
de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de
él comieres, ciertamente morirás". Pero la serpiente lo contradijo
expresándole a Eva: "No; no moriréis. Es que sabe Dios que el
día que de él comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios,
conocedores del bien y del mal". El final de la historia es ya
sabido: Eva comió e indujo a Adán a complicarse en el alza-
miento. Dios descubrió el desacato y expulsó del paraíso a los
tres, serpiente incluida. Lo hizo con estas frases: "Dijo Yavé Dios:
he ahí al hombre hecho como uno de nosotros, conocedor del
bien y del mal, que no vaya ahora a tender su mano al árbol de
la vida y comiendo de él viva para siempre". Para terminar "puso
delante del jardín del Edén un querubín que blandía flameante
espada para guardar el camino del árbol de la vida". La mora-
leja es clara: lo prohibido era la ciencia y la maldición de Dios
se transformó en un castigo que cayó sobre ellos y cae sobre toda
la especie humana pues todos participamos de ese "pecado origi-
nal". El texto es susceptible de diversas interpretaciones y de en-
riquecimientos sucesivos. Aquí sólo interesa recalcar algunos pa-
sajes. Cuando Dios le preguntó a Eva "¿por qué has hecho eso?",
ella dijo: "La serpiente me engañó y comi". Pero no era así. La
serpiente no engañó a Eva; era el propio Dios el que había
mentido. Él había dicho que ciertamente morirían si comían del
árbol de la ciencia y la serpiente se opuso "No; no es eso, no mo-
riréis, vais a abrir los ojos"; ellos comieron y el vaticinio se
cumplió: "abrieron los ojos". Cabe ahora la pregunta: ¿por qué
había mentido Dios? La contestación está en el propio texto bí-
blico. En el centro del jardín había plantados dos árboles y
Yavé había prohibido comer de uno de ellos, del de la ciencia,
cuando en realidad su interés era el de proteger al otro: "que no
vaya ahora a tender su mano al árbol de la vida y . . . viva para
siempre"; ese otro árbol es el que está protegido por la espada
de fuego del querubín. Bien sabía Yavé que para comer del ár-
bol de la vida es necesario comer antes del árbol de la ciencia.
En el libro del Génesis es la ciencia la que está prohibida y
castigada.
Encontramos un contenido semejante en el mito griego de Pro-
meteo. La versión vulgar de la leyenda cuenta que Prometeo fue
atado a una roca del Cáucaso como castigo impuesto por Zeus. Un
buitre venía diariamente a roerle las entrañas. El delito de Pro-
meteo fue el de apoderarse del fuego solar para entregárselo a los
hombres. Lo cierto es que "el fuego" en cuestión es mucho más
de lo que parece. Escuchemos al propio titán: " Oíd los males de
"RELACIÓN DEL SUJETO Y EL OBJETO" 2S8
' Véase cap. 4: "Relaciones del psicoanálisis con las demás ciencias".
' Tesis formulada en múltiples oportunidades por Luis Althusser (p. ej.:
Para leer el Capital, pp. 200-201) y luego rectificada de modo, a nuestro
parecer, merecedora de una discusión en la que no creemos conveniente
entrar ahora en su Réponse a John Lewis, Maspero, 1972. [Hay trad, caste-
llana: Para una crítica de la práctica teórica, Buenos Aires, Siglo XXI,
1974.]
2S8 MODOS DE EXl-LICACIÓN EN PSICOLOGÍA
' No nos referimos a los conocimientos sobre la función del sistema nervioso
obtenidos a partir del método pavloviano.
246 MODOS DE EXPLICACIÓN EN PSICOLOGÍA
soluto. Dios, que ordena tanto las sensaciones como la eficacia de-
las acciones.
Pero no es Berkeley sino Hume (muerto en 1776, cuya obra
principal A treatise of human nature fue publicada en 1817)
quien lleva hasta sus últimas consecuencias la negación del em-|
pirismo que reduce todo a términos de experiencia. En efecto,
Berkeley es un subjetivista extremo que niega la existencia del
objeto para dejarlo reducido al conjunto de sensaciones del sujeto.
Hume da un paso más allá: la "mente" o el "espíritu" de Ber-
keley (la conciencia en la psicología académica) ¿qué es? y con-
testa "lo que llamamos espíritu no es más que una multiplicidad
o colección de percepciones diferentes, unidas entre sí por cier-
tas relaciones y a la que se supone, aunque falsamente, estar do-i
tada con una perfecta simplicidad e identidad" (Hume, Del co-\
nacimiento, Madrid, Aguilar, 1973, p. 176). Con Hume la trayec-i
toria del empirismo aparece completa: después de la destrucción]
del objeto, del que nada podemos afirmar pues sólo tenemosi
sensaciones, quedaba el sujeto, pero éste, a su vez, es también un!
objeto de experiencia, simple colección de percepciones; después'
de haber destruido a la res extensa el empirismo destruyó a la
res cogitans. En este punto los filósofos empiristas estaban ya en
condiciones de liquidar la problemática del sujeto y el objeto y
de comenzar a buscar en otra dirección la respuesta a la pregun-
ta que nos viene interesando desde el comienzo del capítulo:
¿cómo es posible el conocimiento científico? Pero en lugar de esa
nueva investigación que hubiese mostrado al conocimiento como
práctica, como trabajo teórico, el empirismo concluía por un
suicidio: para Hume el conocimiento es imposible, la realidad
es incognoscible: "Esta duda escéptica con respecto a la razón
y a los sentidos es una enfermedad que no puede curarse nunca
sino que debe volver a presentarse ante nosotros en cada momen-
t o . . . " {id., p. 190). Y no es de extrañar que así sucediese: una
teoría del conocimiento como práctica teórica no podía surgir
antes de la existencia de una ciencia de la historia (razón episte-
mológica) y ésta, a su vez, no podía aparecer antes del desarrollo
del proletariado como clase enfrentada a la burguesía (razón
histórica). Por esta doble razón es que la crítica empirista a las
categorías de objeto y sujeto desemboca necesariamente en un
suicidio filosófico como lo ejemplifican el teísmo de Berkeley y
el escepticismo irracionalista de Hume.
La conclusión escéptica de Hume podía transformarse en un
obstáculo para el desarrollo de las ciencias y de las técnicas. Y a
fines del siglo xviii y comienzos del xix la burguesía dominante
••RELACIÓN DEL SUJETO Y EL OBJETO" 249
PLATÓN ARISTÓTELES
(psicologia espiritualista) (psicología naturalista)
DESCARTES
(dualismo)
KANT COMTE"
(idealismo trascendental) (positivismo)
parecido a "No son las respuestas sino los problemas mismos los
que llevan consigo un engaño". La filosofía parece una alternan-
cia de dos respuestas (idealista y materialista) que toman distin-
tas formas a medida que se van produciendo las ciencias y, como
ya dijimos, se encuentra siempre en retraso con respecto de las
revoluciones científicas de las que se nutre. Y esto es así porque
cada nueva ciencia implica la aparición de un nuevo "objeto"
y la produción de un nuevo "sujeto" que sea capaz de habérselas
con tal objeto. Si la pregunta sobre el sujeto y el objeto gira en
torno a un "S" y un "O" más o menos fijos, sean ellos físicos o
raetafísicos, no hay posibilidades de resolver la cuestión. La pre-
gunta sería incorrecta y sabido es que no hay buena respuesta
para tales interrogantes. No se puede contestar permaneciendo
en la viciosa circularidad del sujeto y el objeto o hablando va-
gamente de alguna clase de interacción entre ambos.' Es menester
salir del marco de la pregunta engañosa que ofrece una cantidad
limitada de ubicaciones posibles, cada una de las cuales ha sido
ya intentada vanamente por alguno de los autores que hemos
mencionado. Y esa salida no podrá ser una escapatoria. Previa-
mente hay que contestar —y ya tenemos elementos para ello—
(juiénes son, al fin de cuentas, el sujeto y el objeto. El objeto,
según venimos viendo desde el primer capítulo no es el objeto
empírico y tampoco es alguna esencia o idea trascendental de os-
curo origen que el intelecto haría aparecer por encima de enga-
ñosas imágenes sensoriales. El objeto de las ciencias es un pro-
ducto teórico, el resultado de un trabajo de transformación de
una materia prima ideológica que, ella sí, es en última instancia
una representación de origen sensorial. Ese objeto teórico no es
la esencia, el noúmeno, de la cosa sino una solución siempre in-
acabada frente a una incapacidad o una insuficiencia anterior
en la explicación del modo de producción de los fenómenos. En
síntesis, el objeto de las ciencias no es ni la cosa ni la esencia
sino un producto de la actividad teórica de los científicos. Como
ya se explicó reiteradamente en la seción metodológica de esta
obra, es ese objeto teórico el que comanda la articulación de
un método que habrá de mostrarlo de modo experimental a tra-
vés de sus efectos. De modo que el intelecto no "encuentra" su
objeto como lo querrían los empiristas, no lo "contempla" como
gustaría decir Platón ni tampoco lo configura de acuerdo a sus
' Este tema está compuesto clara y extensamente en el libro de I". S. Kuhn,
La estructura de las revoluciones científicas, México, FCE, 1974, cap. vi.
'•REI.ACIÓN DEL SUJETO Y EL OBJETO" 259