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ee Silver

Taurus, Madrid, 1997, 423 pp.

No sé si el doctor Silver es profeta, pero lo que plantea en su libro son una serie de posibilidades en el campo de la
fecundación y de la ingeniería gen ética, que realmente asustan. El autor es Ph.D. en biofísica, trabaja en el
departamento de Biología Molecular, Ecología y Biología Evolutiva, y en el programa de Neurociencias, de la
Universidad de Princeton. Parte de la base de que la clonación humana es posible y que, indudablemente, habrá
científicos que la realizarán por diversos motivos, entre los cuales no puede faltar el económico.

Parte del hecho de que la vida en la Tierra se produjo por azar hace muchos miles de millones de años, y que ha ido
evolucionando hasta nuestros días.

Plantea que hay dos manifestaciones diferentes de vida: la vida-en-general y la vida-consciente, que se presentan en
cualquier especie. La vida-en-general depende de cualquier célula, la vida-consciente está en el sistema nervioso. De
todos modos, para el autor "somos un accidente", "en la infinitud casi total de la existencia, la vida sucedió por azar".

Aunque este científico quiera darle una base filosófica a su obra divulgativa, no logra ir más allá de un simple
materialismo. El embrión no tiene vida-consciente, no es vida humana, se puede experimentar con él. Por otro lado,
reconoce que el término "preembrión" es útil en el ámbito político -donde se toman decisiones sobre si se permite o no
la experimentación con embriones primitivos (ahora llamados preembriones)-, así como en la consulta médica, donde
puede ser utilizado para disipar las preocupaciones morales que pudieran expresar los pacientes de la FIY. "No se
preocupe", podrá decir un médico, "son solo preembriones los que manipulamos o congelamos. No se convertirán en
embriones humanos reales hasta después de que los hayamos vuelto a poner en su cuerpo".

En la segunda parte del libro el autor nos muestra las diferentes posibilidades que se han abierto a la reproducción
humana, nos habla de cómo comenzó la FIV y de cómo con ella se abrió una nueva era en la historia de la humanidad.
La vida congelada, los embriones huérfanos en muchos sitios del mundo y la destrucción de embriones en diferentes
países es algo que se está practicando en la actualidad, sin mayores objeciones morales de científicos y legisladores.
Un paso adelante en esta carrera por el dominio en el campo de la biología lo constituyó la donación de la oveja Dolly,
en 1997. La clonación de plantas es algo que se viene realizando desde hace años; antes del anuncio del nacimiento de
la oveja, científicos de muchas instituciones habían tenido éxito en producir vacas, cerdos, conejos y ratones a partir
de embriones con núcleos trasplantados. En el caso de la oveja se hicieron 277 intentos; de estos solo se obtuvieron 29
embriones, que se implantaron en diferentes ovejas, y de estas solo una quedó preñada. Las técnicas se irán mejorando
y el índice de éxito será mayor. De todas formas, se necesitará usar muchos embriones. Se podrá tener tejidos y órganos
de repuesto para reparar tejidos cancerosos o cerebros con enfermedad de Parkinson. Lo que inquieta a los científicos
ahora no es si es posible, sino si se puede realizar sin peligro. Recuerda el autor que "un principio básico de la ética
médica es que los médicos no deberían realizar ninguna actuación sobre sujetos humanos si el riesgo de daño es mayor
que el beneficio que pudiera conseguirse. En el caso de la donación, este principio obligaría a los médicos a abstenerse
de practicar la tecnología, a no ser que estén seguros de que el riesgo de taras de nacimiento no sea mayor que el
asociado con niños concebidos de forma natural".

Con la donación de gametos se han abierto muchas posibilidades: unas veces se dona solo el espermatozoide para
ayudar al padre estéril, otras veces el óvulo, en otra ocasión los dos. Surgirán muchas situaciones complejas, de niños
que nacen con un padre genético y un padre real, por no decir suplantado. O padre y madre suplantados. Y si queremos
complicar las cosas, podemos introducir en esta operación a un quinto personaje, que es la madre de alquiler. Las
situaciones para el hijo pueden ser variadas, pues puede sentir que tiene una, dos o tres madres; además, se pueden
presentar situaciones en que no solo una de ellas sienta que tiene la posesión del hijo.

Otras situaciones que plantea el autor son: el caso de dos hermanas gemelas, una de las cuales desarrolla un quiste de
ovario y es necesario extirparle sus ovarios; entonces, acude a su hermana para que le done un óvulo genéticamente
igual al suyo. Si el hijo es sometido a una prueba de ADN, el resultado será concluyente, la madre es la que lo parió.
Otra situación similar es la de dos hermanos gemelos, uno de los cuales nace sin testículos entonces, su hermano le
dona un testículo, que es trasplantado al escroto del otro con éxito, y puede tener un hijo. ¿De quién es? Cada día se
hará más difícil entender el concepto de hijo propio.

Puede darse el caso de que alguien que nazca tenga una madre genética que nunca nació. Veamos: una mujer embazada
con un feto hembra lleva en su interior no solo a su hija, sino los óvulos que más tarde pueden ser los de su nieta. Si
esta hija es abortada, por ejemplo, se pueden tomar sus ovarios, hacer madurar los ovocitos y tener un óvulo de la hija,
que puede ser fertilizado e implantado en su mamá, de modo que la madre dará a luz a su nieta. iLos niños que nazcan
tendrán madres genéticas que nunca nacieron!
¿Podrá una pareja de mujeres lesbianas tener hijos propios? Parece que sí: imaginémonos que un médico reprogenetista
ofrece lo siguiente: con estimulación de la ovulación toma óvulos de dos mujeres, los fecunda con la ayuda de un
donante de esperma, separa los que tienen cromosomas XY y deja solo XX, hace una cuidadosa selección, toma un
embrión de ocho células de cada una de ellas y los junta en el laboratorio para que se fusionen, y en vez de tener dos
embriones tiene uno, que se desarrolla.

Desde luego, el autor plantea todas las posibilidades de eugenesia que se van a presentar. Termino esta nota con lo que
el autor plantea en la introducción del libro: la sociedad del futuro no estará dividida entre ricos y pobres, sino entre gen
ética mente-ricos y genéticamente-pobres: quienes tengan acceso a las nuevas tecnologías podrán enriquecer su
genoma, y no solo estar protegidos contra muchas enfermedades, sino tener cualidades intelectuales, artísticas, físicas
y morales por encima de lo normal, mientras otros -pobres- serán como nosotros. ¿Llegará a enriquecerse tanto el
genoma de algunos, que se cree una serie de individuos que solo sean fértiles entre ellos y no con el común de los
humanos? ¿Llegará a haber otra especie?

Pablo Arango Restrepo.

Profesor. Universidad de La Sabana, Chía, Colombia.

Todo tiempo tiene su utopía. Unas sustituyen a las otras. Las mejores se
complementan. Tomás Moro crea la República de la Utopía, en la que las
reglas están invertidas respecto a lo que sucede a principios del siglo
XVI; cuando Moro escribe Utopía hay caza de brujas y hogueras en las
calles, y se persigue a los vagabundos, a los que se infligen castigos
sangrientos; Moro lo transforma en la prohibición de torturar en nombre
de la religión (que podrá ser legida de modo libre), y son la intolerancia y
el fanatismo los que quedarán penados con el exilio y la esclavitud. Pico
della Mirandola (la dignidad del hombre), Francis Bacon (la reforma de
las ciencias), Campanella (el principio de la comunidad de bienes),
Rousseau. (tomar al hombre tal cual es y a las leyes tales como pueden
ser), Marx (la sociedad sin clases), etcétera, son otros magníficos
utopistas cuya prédica no siempre fue en la dirección prevista. Más bien,
al revés: las utopías totalizantes, cerradas, han devenido en muchas
ocasiones en auténticos infiernos en la Tierra.La profesión de los
utopistas también ha cambiado: religiosos, metafisicos, filósofos,
políticos, sociólogos. Hasta economistas. La economía es una ciencia
social que, en última instancia, estudia quién tiene el poder. Una vez que
se conocen los recursos de los que la sociedad dispone, la economía
analiza cómo distribuirlos (la política económica) y quién lo hace (la
economía política). Cada vez más, la economía se vincula a otras
ciencias sociales, a las ciencias de la naturaleza y a las ciencias exactas.

Esta imbricación conmueve a los científicos, que teorizan y disponen


sobre cuál de ellos es el determinante en el proceso social. Los últimos
años son pródigos en revolucionarios descubrimientos biológicos y
genéticos. Y lo que se intuye que va a llegar abunda más en la idea de
que los auténticos científicos son los que se dedican, directa o
indirectamente, a estos menesteres. No es de extrañar que algunos
científicos sociales, acostumbrados a ser los auténticos hechiceros del
siglo XX (este calificativo no tiene aquí consideraciones despectivas, es
una forma de describir su carácter hegemónico en su cercanía
al príncipe), observen con estupor cómo están siendo desplazados por
una nueva casta de brujos, loscientíficos-científicos, que, ademas,
vinculan su obra a una proyección sobre lo que será el mundo del futuro.

Uno de estos científicos, Lee M. Silver, acaba de publicar un sensacional


libro en castellano (al menos para quien es lego en estas materias),
titulado Vuelta al Edén. Más allá de la clonación en un mundo feliz (Editorial
Taurus, Madrid 1998), en el que se reconsideran las nociones
tradicionales de paternidad,infancia y el significado de la propia vida.
Silver, catedrático de la Universidad de Princeton en el Departamento de
Biología Molecular, Ecología y Biología Evolutiva, contesta en su texto a
preguntas tales como las siguientes: ¿podrá una mujer dar a luz una
hermana genética idéntica a ella?; ¿podrá un niño tener dos madres
genéticas?; ¿podrá un hombre quedar embarazado?; ¿podrán los padres
escoger no sólo las características fisicas de su futuro hijo, sino también
su personalidad y talento?; ¿cambiarán los avances genéticos la
auténtica naturaleza de nuestras especies?, etcétera. Con ser estas
transformaciones apasionantes, lo que más me ha interesado del texto
de Silver es su descripción del mundo de dentro de tres o cuatro siglos.
Su prognosis es una especie de contrautopía del Un mundo feliz,que
Aldous Huxley escribíó en 193 1. Recordemos: el escritor británico, que
analizó con tanto escepticismo la naturaleza humana, narra la historia de
un futuro -estado político mundial que ejerce un control completo sobre la
reproducción; en ese mundo feliz, el Estado utiliza incubadoras fetales
para crear niños agrupados en clases intelectuales predeterminadas que
van desde los alfa, en el extremo superior, hasta el épsilon, en la parte
más baja. Cada miembro individual de una clase está predeterminado a
encajar en papeles específicos en una utopía sin alma, donde el
matrimonio y la paternidad están prohibidos y la actividad sexual
promiscua está fuertemente alentada; donde se ha conseguido una
inmunidad universal frente a las enfermedades y donde una propaganda
que abarca todo el agit-prop del Estado, en combinación con drogas
psicoactivas, logra que todos los ciudadanos estén contentos con su
posición en la vida.

La contrautopía de Silver arranca en el año 2350, en el que la extrema


polarización de la sociedad -que empezó a fraguarse durante los años
ochenta del siglo XX (los años de la revolución conservadora deThatcher y
Reagan)- llega a su culminación lógica: sólo hay dos clases sociales, a
las que se pertenece no por la riqueza, la raza o la educación, sino por la
calidad de sus genes. Las dos clases son las de los genricos (aquellos
que están genéticamente enriquecidos) y los naturales (que no lo están).
Los genricos representan en esa época el 10% de la población
norteamericana y portan genes sintéticos que fueron creados en los
laboratorios y no existían en la especie humana hasta que los genetistas
reproductivos del siglo XXI empezaron a ponerlos allí. Todos
los genricos tienen capacidades inhumanas en el sentido tradicional: sería
imposible que cualquier natural (el 90% restante) compitiese con ellos.

Los genes sintéticos proporcionan resistencia a todas las formas


conocidas de enfermedades humanas. Existen numerosos
tipos genricos: hombres de negocios genricos,
músicos genricos, artistas genricos e incluso
intelectuales genricos. Durante los siglos XXII y XXIII, algunas familias
naturales reunieron los recursos financieros necesarios para situar a los
hijos entre la gente genrica,pero con el paso del tiempo la distancia
genética entre los naturales y los genricos selha hecho cada vez mayor:
"Se puede afirmar que la sociedad está en vísperas de alcanzar el punto
final de la polarización completa".

Como consecuencia de ello, la economía, las finanzas, los medios de


comunicación, la Administración, los mandos del ejército y las industrias
del entretenimiento y del conocimiento están controlados -por miembros
de la clase genrica; por el contrario, los naturales trabajan como obreros o
como funcionarios mal pagados, y sus hijos van a escuelas públicas.
Unas escuelas, por cierto, que en nada se parecen a sus predecesoras
del siglo XX, sino que han reducido sus fondos de modo continuo desde
comienzos del siglo XXI; a los niños naturales sólo les enseñan las
habilidades básicas que necesitan para, realizar el tipo de tareas con que
se encontrarán en los puestos de trabajo accesibles a los miembros de
su clase.

¿Cómo se ha conseguido esta revolución? A través de la reprogenética,


que es la unión de las tecnologías actuales en biología reproductiva y
genética. Según Silver, experto en estas materias, con la réprogenética,
los padres pueden tener un control completo sobre su destino genético,
con capacidad para guiar y enriquecer las características de sus hijos.
'"Pero a medida que la reprogenética hace que los sueños se hagan
realidad, y como sucede con las más potentes tecnologías ideadas por la
humanidad, también puede generar pesadillas de un tipo no imaginado
anteriormente".

Para impedir esos malos sueños, los gobiernos podrían prohibir alguna o
todas las prácticas reprogenéticas. Pero, ¿es eso posible? En una
sociedad que valora por encima de cualquier otro aspecto la libertad
individual, es muy difícil. La analogía que hacen algunos con la no-
utilización de las armas nucleares para propósitos de destrucción masiva
durante el último medio siglo, como forma en la que los gobiernos
pueden controlar la tecnología, no es válida.

Hay dos grandes diferencias entre los usos de la tecnología nucleary de


la tecnología reprogenética: los recursos y el dinero necesarios para
poner en marcha cada una de ellas. Los recursos para construir un arma
nuclear (grandes reactores y fuentes de uranio enriquecido o plutonio)
están muy controlados por los gobiernos; los recursos para la
reprogenética (instrumental médico de precisión, pequeños laboratorios o
sustancias químicas) están a disposición de quien tenga el dinero para
pagarlos. Desarrollar un arma nuclear cuesta miles de millones de
dólares; - una clínica reprogenética puede funcionar como una pymeen
cualquier lugar del mundo.

Huxley se equivocó al predecir quién utilizaría el poder y con qué


propósitos. No serán los gobiemos quienes tendrán el control de estas
nuevas tecnologías. Según Silver, serán los individuos y las parejas
quienes querrán reproducirse a su propia imagen. En la búsqueda de la
felicidad será donde Ias acciones combinadas demuchos individuos,
actuando durante muchas generaciones, podrían dar lugar a una
humanidad polarizada, más terrorífica que el mundo feliz imaginado por
Huxley".

El catedrático de Princeton examina en su libro muchas de las objeciones


que se presentan al uso de la reprogenética. Y termina: "En algunos
casos atribuiré la oposición a los temores conscientes o inconscientes de
entrar en el dominio de Dios. Pero en todos los casos sostendré que el
uso de tecnologias reprogenéticas es inevitable. No será controlado por
los gobiernos, ni por las sociedades, ni siquiera por los científicos que las
crearon. No hay duda de ello. Para lo bueno y para lo malo se abre una
nueva era. Y, nos guste o no, el mercado mundial reinará por encima de
todas las cosas".

¿Son estos escenarios propios de la ficción científica? Las páginas de


Vuelta al Edén indican que no.

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