Está en la página 1de 10

FANTASMAS DE LA CIENCIA

Publicado en: Dolor.


Revista del Instituto Psicosomático de Buenos Aires.
Año 6. Nº 6. Buenos Aires. Julio de 1999

Publicado en: “Nuevas formas de concepción:


Implicaciones psíquicas”. Revista de Psicoterapia y
Psicosomática. Instituto de Estudios Psicosomáticos y
Psicología Médica (IEPPM)
Año XXXVII, Número 95
Madrid, diciembre de 2017

Las fronteras de lo humano

Hace más de trescientos años (aunque por entonces sólo era posible

controlar “lo inerte”), Descartes vaticinó que, mediante las ciencias, el

hombre habría de llegar a dominar la naturaleza. Mas si hasta el siglo

pasado, los especialistas en “ciencias naturales” no eran sino

encantadores poetas que describían pulcra y metódicamente las

costumbres de los animales y las maravillas del reino vegetal; en el

transcurso de nuestro siglo, hemos asistido ya a cambios tan radicales,

tanto en el medio ambiente, como en el orden mismo de lo humano,

que podemos considerar la ocurrencia de una verdadera revolución

tecnológica operando dentro del campo de la biología. La misma

determina la intervención deliberada en los procesos reproductivo y

hereditario, que permitirá al hombre (en un futuro inmediato) devenir

91
una especie auto-creadora, separada cada vez más de la naturaleza por

medio de ingeniosos artificios.

Esta intervención voluntaria, promueve de un modo tal vez

inadvertido, la declinación de aquellas certezas filosóficas que el mismo

hombre había sustentado hasta nuestros días respecto de la

humanidad, logrando desdibujar la frontera entre lo factible y lo

quimérico.

La verdad y lo posible.

La fecundación asistida es hoy una técnica corriente que no justifica

gran parte de las fantasías apocalípticas que inicialmente despertara;

no obstante en esta esfera es posible advertir que la biología y la

genética han conseguido hegemonizar el campo intelectual,

atravesando otros saberes y en muchos casos poniendo a los mismos en

crisis en sus zonas de máxima evidencia al generar equivalencias de

enorme eficacia simbólica; pues al jerarquizarse el discurso científico,

sus enunciados han adquirido carácter de referente absoluto.

Precisamente, la racionalidad científica produce un efecto perverso al

juzgar “oscurantista” cualquier interrogante acerca de sus móviles o

cualquier cuestionamiento a sus procedimientos; pues impugna el

debate y la reflexión. El cambiante mundo de la ciencia no debe

arrogarse carácter dogmático, pues por definición se trata de un saber

perfectible.

Ahora bien, si el conocimiento científico aspira a “la verdad”; el

derecho en cambio regula “lo posible”. De las múltiples cuestiones

92
éticas que las técnicas asociadas a la reproducción médicamente

asistida promueven, elegí para estas jornadas el problema que plantea

la entidad de los embriones “sobrantes”, ante la incertidumbre que

provocan sus posibles destinos alternativos: congelación y/o

destrucción, uso en investigación, “adopción prenatal”.

La viabilidad del congelamiento de embriones por tiempo

indeterminado y su eventual azaroso futuro, han urgido también al

ámbito del derecho a establecer posiciones respecto de la imprecisa

condición de los mismos. Posiciones que, no obstante, continúan siendo

ocasión de controversia; pues en efecto la realidad ha demostrado (a

partir de la destrucción de miles de embriones, de acuerdo a

disposiciones legales vigentes en el Reino Unido) que la existencia de

legislación no es sinónimo de consenso.

De hecho la polémica aún no se ha agotado. Si un embrión o un feto no

son sujetos de derecho, bien podrían considerarse bienes de

intercambio, objetos cuya propiedad correspondería a aquellas

personas de quienes proviene el material genético que les diera origen.

Ser donados, destruidos o eventualmente generarse un mercado para

los mismos y ser vendidos.

Ciertamente no corresponde a la ley el determinar a partir de qué

momento comienza la vida humana; sino que le compete la protección

de esta vida y la regulación de sus derechos si los tuviere. Confundir

luego al discurso jurídico con el discurso científico, no carece de

implicancias ontológicas, toda vez que atañe al ser humano como

93
objeto de un saber positivo. De hecho se podría intelectualizar

indefinidamente acerca de la auténtica naturaleza, los derechos, o el

estatuto del huevo humano, “esa cosa desconocida que yace, inerte, en

una solución sintética”. Mas ¿no juzga acaso la pareja -como afirmara

Testart- a esta vida incipiente, que a veces sólo resulta de innumerables

sacrificios, como su hijo? Por cierto, es su sufrimiento y obstinación lo

que le dan a un hombre y sobre todo a una mujer, el derecho a

considerar al huevo fecundado como tal.

¿Una lectura psicoanalítica?

Al romper Freud con el discurso neurológico-psiquiátrico inaugura un

nuevo saber sobre lo humano. Son las fantasías y su función en la

realidad psíquica, aquello que constituye la problemática del

psicoanálisis, y no una búsqueda a través del método experimental de

la verdad ontológica del sujeto. En la lógica del inconsciente se sustenta

la cualidad metafísica del embrión; su condición de “persona”, desde la

perspectiva del proceso primario, efectivamente no requiere en modo

alguno de convalidación empírica.

Una breve reflexión echará algo más de luz sobre este asunto; pues, si

verdaderamente el embrión no alcanza la condición de sujeto (en tanto

persona cuya conciencia fuera capaz de aprehenderse a sí misma);

encierra en cambio desde la lógica del inconsciente, la potencialidad de

serlo: en cierto modo la memoria de aquello a que habrá de advenir.

Desde luego, si resulta irrepresentable para el inconsciente la noción de

su propio fin (la muerte), igualmente ignorada será la posibilidad de un

94
no-existir-todavía. Es decir, el concepto de “persona potencial” no es una

entelequia jurídica o una ficción filosófica, sino que alude a la relación

que la psiquis mantiene inconscientemente con su propio origen.

Como puede advertirse, el interrogante que aquí nos ocupa, no es el

generado por los niños cuyo nacimiento facilitan las técnicas de

reproducción asistida, pues por cierto no esperamos que el

psicoanálisis se transforme en una ciencia predictiva, pronunciándose

acerca de hipotéticas consecuencias que las nuevas posibilidades

tecnológicas abrirían al individuo; antes bien nos inquieta la cuestión

que plantea la existencia real y el número creciente, de sus productos

no utilizados: es decir la vida en suspenso, los embriones congelados.

Si efectivamente cada huevo fecundado materializa para una pareja la

esperanza renovada de un hijo, su criopreservación comporta la

agobiante tarea de investir, para luego desinvestir, y así sucesivamente;

pues se impone el hecho de que para el inconsciente la diferenciación

entre “material humano” y “ser humano” carece absolutamente de

significación, toda vez que en la fantasía sólo existe el ser.

Dicho de otro modo: aquello que emerge del cuerpo, será equivalente -

ecuación simbólica mediante- de la persona misma; analogía

ciertamente propuesta por Freud en referencia a la “pequeña cosa que

puede ser desprendida del cuerpo y constituir el objeto de un regalo”, que

aún en la forma socialmente mas degradada -las heces- encuentra su

correspondencia con el niño, y que de modo similar podría

95
comprender al óvulo o a los espermatozoides, y con mayor fundamento

al propio embrión.

La lógica onírica.

En el capítulo referido a la deformación onírica de La interpretación de

los sueños, Freud sostiene, en la explicación de un sueño a cierto

jurisconsulto de su conocimiento, que no haber engendrado un hijo (en

la ocasión de referencia, por coitus interruptus) “es aproximadamente lo

mismo” que haber matado a un hijo. En su sueño, el hombre se veía

arrestado tras cometer infanticidio. Este crimen, señala Freud, sólo

puede ser llevado a cabo por una mujer: “Demasiado sabe usted que no

puede hablarse de este delito más que con respecto a la madre que

mata a su hijo recién nacido”. El soñante se apropiaba de este modo, de

un poder “esencialmente femenino”, confirmando, a pesar del

contenido aparentemente indeseado, la hipótesis freudiana del sueño

como realización de deseos, al reparar la herida narcisística que

representa para cada varón, tener que aceptar el hallarse privado del

embarazo.

Ciertamente, a la ingeniosa interpretación que demuestra a partir de

las consecuencias (ser detenido) la comisión de un delito (no haber

hecho = haber matado un hijo), se superpone otro modo de esclarecer

estas fantasías oníricas. Pues si para ser infanticida es indispensable ser

mujer, como tal el soñante se asegura el poder absoluto de vida o de

muerte sobre el producto de su creación.

96
Puesto que en el inconsciente no existen los matices, la posibilidad de

no haber hecho un niño encubre entonces más de un motivo: a dicha

posibilidad subyace la fantasía omnipotente de ocupar ese lugar

reservado únicamente a la madre.

No habré de insistir en el hecho de que los recientes desarrollos de las

técnicas de reproducción asistida parecen despejar el acceso hacia la

realización de esta, y otras fantasías; mas volviendo al texto que nos

ocupa, las mismas parecen estar presentes en cierta conversación

previa que Freud refiere haber tenido con su interlocutor, y que

entonces asociaron a la discusión que en la Edad Media se desarrollara

acerca del instante en que se producía la animación (mediata o

inmediata) del feto, y a partir del cual su supresión podía llamarse

asesinato. Dilema moral similar a aquel con que en nuestros días nos

apremian los progresos científicos, toda vez que su discurso se empeña

en diferenciar categorías que aparecen con carácter indistinto desde la

perspectiva inconsciente.

De este ejemplo tomado de la literatura freudiana, podría objetarse el

hecho de hacer referencia, precisamente, a representaciones

inconscientes, material onírico que en estado de vigilia la psiquis no

quiere acoger. Pues bien, un reconocido especialista en técnicas de

reproducción asistida1, en ocasión de ser interrogado respecto de si

donaría su semen, declaró categóricamente: “No, porque consideraría

1
En la nota “Doctor Probeta”. Reportaje de Carola Sainz al especialista en esterilidad Sergio Pasqualini,
para VIVA, revista de Clarín, del domingo 31 de Marzo de 1996.

97
que estaría donando a un hijo mío. Tampoco me gustaría donar un

embrión (...).”

Su convicción no difiere de la de aquellas parejas que (habiendo o no

alcanzado un embarazo, y en razón de infinidad de posibles

motivaciones) deciden dar por concluido el programa, eludiendo la

responsabilidad de tomar una determinación respecto de varios

embriones que permanecen aún suspendidos... Semejante decisión

puede resultar abrumadora, quienes “abandonan” así a sus embriones

congelados no necesariamente lo hacen por desinterés o indiferencia.

Algunas parejas sienten horror ante la idea de la destrucción o la

experimentación con ellos; hay quienes no desean cederlos a otra

pareja estéril, pues argumentan que no tolerarían saber que un hijo

propio es criado por otros. Éstos y otros ejemplos de tono similar,

pueden ser considerados tan sólo golpes bajos, reflexiones teñidas de

afecto; y no cabe duda de ello: las razones del inconsciente son

emocionales.

Un epílogo abierto

Mientras el inconsciente únicamente propone categorías absolutas, no

haciendo distingo entre pre-embriones, embriones, fetos o bebés; los

“seres no nacidos”, sujetos eventuales de derecho en tanto “personas

potenciales”, son aludidos de modo ambiguo por la ley.

El congelamiento de embriones, cuyo principal objetivo era

precisamente su preservación, se ha transformado paradójicamente en

una moratoria a su supresión; su número creciente evidencia el

98
absurdo de proponer figuras tales como la de “adopción prenatal”, a

parejas cuya opción por la reproducción asistida enfatiza la aspiración

de lograr un hijo genéticamente propio. La pertinencia del vocablo

adopción resulta así, como mínimo, discutible.

Mentes audaces habrán de oponerse a su destrucción planteando desde

un optimismo mercantil, y con un criterio positivamente utilitario, su

empleo en investigación: “Después de todo ¿por qué eliminarlos sin que

hayan prestado servicio alguno a la humanidad?”. La materia humana

ingresará así en el engañoso (y tal vez obsceno) discurso de la

rentabilidad. Acaso sea entonces responsabilidad de la ciencia misma el

articular respuestas a las contradicciones, oposiciones, reflexiones e

interrogantes que sus fantasmas generan; de otro modo nos veremos

impulsados a afirmar con Castoriadis, que en efecto “la tecnociencia no

nos va a resolver todos los problemas; sino más bien habrá de generar

problemas nuevos”.

RESUMEN:

El presente trabajo es una interrogación acerca del lugar que ocupan

los embriones congelados (productos supernumerarios de algunos

programas de fecundación asistida) en el inconsciente; en particular en

el inconsciente de quienes protagonizaron su creación.

Procura por ello un acercamiento psicoanalítico a este complejo asunto,

desde el examen de las fantasías oníricas y la articulación de las

mismas con la así denominada “ecuación simbólica”.

99
Palabras clave: Reproducción asistida; Embriones supernumerarios;

Realidad psíquica; Psicoanálisis.

BIBLIOGRAFÍA:

Clarke, Robert. Los hijos de la ciencia. Buenos Aires. Emecé. 1986.

Freud, Sigmund. [1899] “La interpretación de los sueños”. En: Obras

Completas. Buenos. Aires. Amorrortu. 1992.

Mijolla-Mellor, Sophie. “Armando un niño”. En: Psicoanálisis con niños y

adolescentes. Nº 3.1992.

Rodríguez, Beatriz M. El hijo inconcebible. Buenos Aires. Tekné. 1996.

Testart, Jacques. El embrión transparente. Barcelona. Granica. 1988.

Tort, Michel. El deseo frío. Buenos Aires. Nueva Visión. 1994

10

También podría gustarte