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Fecha: _10_/_02_/_2023_
DÍA MES AÑO
Nombre del alumno(a): ___________Herrera_____________Sánchez____________Jesús__
APELLIDO PATERNO APELLIDO MATERNO NOMBRE(S)
Fuentes de consulta:
1 Gonzalo de Amézola, “Los historiadores proponen como cambiar la enseñanza: la reforma educativa argentina en las
fuentes para la transformación curricular”, en Revista de Teoría y Didáctica de las ciencias sociales, núm. 10, enero-
diciembre, 2005, pp. 75.
específico en donde se realiza la práctica educativa y, por esta vía, se garantiza el divorcio entre el
conocimiento escolar y las demandas efectivas de la sociedad” 2. Hagamos un análisis sencillo. Si
un niño con un desconocimiento casi total de la materia de historia tienen un primer acercamiento
a esta materia mientras esta materia está atada un discurso político que no se le ha enseñado
previamente o con el que no se siente identificado, el niño no tendrá interés alguno ni en la
materia ni en el discurso. Peor aun, si se le obliga a memorizar la historia atada a este discurso,
no solo no está aprendiendo historia, sino que también está creado una barrera de odio contra
esta materia y sus métodos. Es por ello que en este punto Florescano tiene un punto bien
argumentado sobre una causa de las deficiencias de la enseñanza de la historia.
Catástrofes en el sistema educativo nacional: Florescano nos advierte que, consecuencia dela
parte anteriormente mencionada, el sistema educativo actual está mal configurado y hay varios
aspectos que reflejaron esto. A su vez, Coralia Gutiérrez Alvarez, en las conclusiones de “Algunos
problemas de la enseñanza de la historia reciente en América Latina” escribe lo siguiente:
“El problema más importante, entonces, deja de ser el de los materiales para enseñar y se
traslada al propio docente que debería estar capacitado, en primer lugar, para elegir su
propia visión del conocimiento histórico, así como los contenidos curriculares y los
materiales correspondientes. En segundo lugar, para llevar a cabo lo que Jacques Le Goff
denomina la “normalización de la memoria”. Le Goff afirma que el gran aporte del
historiador no es sólo la reconstrucción de la memoria, sino también la “normalización” de
la memoria. “Hablo de ‘normalización’ [dice...] en el sentido positivo. Es necesario que la
memoria no sea una memoria pervertida, deformada, manipulada. Para ser inspiradora, el
requisito esencial es que sea verificada y pensada a través de la historia [...]”. Así pues,
como se señaló al principio, los profesores deben orientar a los estudiantes a que formulen
hipótesis sobre hechos del presente que les parezcan significativos, con el rigor
consustancial a la idea de que la historia opera de atrás hacia delante y no al revés. La
formación de este tipo de conciencia histórica requiere asimismo que se construyan
ámbitos de discusión no especializados, tal como lo reclama Umberto Eco. Para algunos
expertos, debería procurarse que esas reflexiones se realizaran en espacios que
incluyeran tanto a la escuela como a la universidad; que abarcaran a la historia de los
especialistas y a la historia escolar de los libros de texto y que permitieran superar la
separación entre una historiografía de alto nivel para una minoría y, en el mejor de los
casos, una visión rudimentaria del pasado para la población en general. Un problema
2 Enrique Florescano, “Para qué enseñar la historia”, en NEXOS, 01 de mayo de 1999, consultado el 10 de febrero del
2023, https://www.nexos.com.mx/?p=9250
significativo para ese debate es el de la relación entre conciencia histórica, investigación e
historia escolar; la cuestión de en qué medida la ampliación del conocimiento histórico
puede o no trasladarse a la escuela e incidir o no en la evolución de la conciencia
histórica.”3
Como podemos ver, el problema sobre como se enseña historia no solo tiene su origen en el
profesor, o solo en el alumno. No, la enseñanza de la historia es un problema complejo que no
admite soluciones fáciles. Me parece que Florescano expone de mejor forma estas consecuencias
cuando las divide en 3 partes: Los alumnos, los docentes y los contenidos. Nuevamente, confío
en lo que ha escrito Florescano sobre las consecuencias y las partes afectadas (que ya
mencionamos en este mismo párrafo)
La solución: Sobre esto, Florescano escribe que lo que se necesita es una reforma educativa, una
que este dirigida específicamente hacia la forma de enseñar historia. Incluso nos da las tres partes
que deberán componer el proceso de creación de esta reforma. Pero ¿realmente es esa la
solución? Personalmente considero que se escucha algo sencillo que podría haberse hecho hace
ya bastante tiempo. Y esto es porque ya de hizo. En “La enseñanza y el aprendizaje de la historia
en México. Datos de su trayectoria en la educación secundaria”, Laura Lima y Rebeca Reynoso,
autoras de esta obra, nos exponen los cambios en la visión de la enseñanza de la historia. Entre
las partes de sus textos, destaca la que dedican a explicar una reforma aplicada en 2004 y
concluida en 2006 sobre el mismo tema que estamos analizando. Una nueva cúspide fue
alcanzada en 2011, cuando se ajustaron los Programas de estudio de Historia para la educación
secundaria. En sus conclusiones, Lima y Reynoso escriben lo siguiente:
“Es evidente que faltan investigaciones que den cuenta de las interrogantes y retos que
surgen no sólo de las sucesivas reformas educativas sino también sobre la enseñanza y el
aprendizaje de la ¿Historia? con el propósito de dar propuestas que faciliten su aplicación.
Sistemáticamente se ha apelado a que el docente debe poseer un conocimiento sólido
tanto de la disciplina como de la didáctica. Se considera asimismo, que es necesario:
promover el trabajo colegiado; diseñar programas de actualización docente que
contemplen las necesidades y retos que enfrentan cotidianamente los profesores a fin de
que su formación contribuya en el logro educativo de los estudiantes, sin embargo, poco
se ha logrado. Finalmente, es importante comentar que hasta ahora no se ha encontrado
la ruta que lleve a una educación de calidad. El principal problema al que como país nos
enfrentamos es a la inexistencia de una política educativa de Estado ya que lo que ha
3 Coralia Gutiérrez Álvarez, “Algunos problemas de la enseñanza de la historia reciente en América Latina”, en
Universidades, núm. 30, julio-diciembre, 2005, pp. 21-22.
existido es una política educativa sexenal que impide dar continuidad a las diferentes
propuestas o bien a hacer una evaluación de su aplicación que permita rescatar los logros
y afrontar los retos”4
Aunque las reformas aplicadas previamente buscan reorganizar tanto la enseñanza como el
aprendizaje, a los alumnos y a los docentes, incluidos los contenidos, esto no parece ser la
solución. Por primera vez estoy en desacuerdo con Florescano en que la solución es una reforma.
Ya se ha intentado incluso siguiendo los pasos que el ya describió. ‘porque no funciona? La
respuesta parece algo sencilla: Se busca reorganizar el sistema en función de la información, pero
parece que se esta dejando de lado un aspecto que ya mencionamos en un primer comentario
sobre una obra de Prats: La sociología. No se están insertando las reformas en su contexto
sociocultural. Buscamos apropiarnos y aplicar sistemas extranjeros que funcionan de maravilla
fuera de aquí. Pero cuando se aplican aquí no funcionan del todo. Esto es porque estamos
dejando de lado el contexto sociocultural del profesor y el alumno. Así como no se baila igual aquí
y en China, tampoco se puede tratar de enseñar con los mismo métodos en un país o en otro. Ni
siquiera entre estados de una misma república. Cada uno esta atado a un pasado sociocultural, a
una geografía especifica, y tratar de crear un sistema que funcione a la perfección para los 29
millones de alumnos de los distintos niveles que existen en todo el país es una locura.
Deberíamos enfocarnos en crear sistemas diferentes para cada lugar. Diferentes en sus
organización, pero iguales en su objetivo. Esto es crear la política educativa que Lima y Reynoso
mencionan en sus conclusiones. Así como la política general no se aplica de igual manera todos
(como ejemplo las constituciones estatales) tampoco debería aplicarse la enseñanza de la misma
forma a todos. Debe crearse esta política educativa.
4 Laura H. Lima Muñiz y Rebeca Reynoso Angulo, “La enseñanza y el aprendizaje de la Historia en México. Datos de
su trayectoria en la educación secundaria.”, en Clío & Asociados, núm 18-19, 2014, pp. 58-59