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Valeria Ferrario
La idea central consiste en que los estudiantes lleguen a percibir que la historia, en cuanto
conocimiento, implica un proceso de construcción, por lo tanto, sus contenidos no son dados a
priori, ni son cerrados: estos son más bien el resultado de una actividad intelectual que
comprende a su vez una actividad interpretativa y “una relación dialéctica de preguntas y
respuestas acerca del pasado y su relación con el presente” (Carretero y López, 2009, p. 78).
Como veremos, resulta evidente como esta consideración tiene importantes implicancias
educativas.
Con respecto a las diferentes tipologías de fuentes, es oportuno señalar lo que plantean
Pozo y Postigo (2002), respecto a la importancia de aprender a integrar distintas tipologías de
información que se suelen utilizar de forma simultanea o convergente, tales como materiales
escritos (textos y documentos), así como materiales visuales, como mapas, fotografías, obras de
arte, ilustraciones, gráficos, reproducciones de diseños antiguos, diagramas, que implican el
empleo de diferentes procedimientos para adquirir información. En el caso de esta última
tipología de fuentes, las visuales, predomina un carácter sintético de la información, que
requiere de un proceso cognitivo de decodificación por parte del estudiante; este tipo de fuente
parece frecuentemente cumplir una función decorativa de acompañamiento del texto, sin que se
le preste la atención debida. Las diversas fuentes, tanto como textuales, gráficas y visuales, no
solamente deben ser interpretadas cada una por separado, sino que es necesario realizar un
procedimiento de integración entre ellas (Pozo y Postigo, 2002), que implica un esfuerzo
cognitivo ulterior. Análogamente, Carretero y Montanero (2008), insisten en la importancia del
uso de fuentes que emplean un lenguaje de tipo icónico, tanto las estáticas, como las dinámicas
y virtuales, que podría ser facilitado y fomentado hoy en día a través del uso de TICs. Los
autores resaltan que los recursos gráficos generalmente más empleados para apoyar el desarrollo
de habilidades propias del pensamiento histórico son las representaciones de relaciones
temporales y causales entre eventos históricos complejos, tales como las denominadas “líneas
de tiempo” y los mapas conceptuales y diagramas de flechas. A este propósito, es interesante
reflexionar a partir de lo que señalan Hicks, Van Hover, Doolittle y Van Fossen (2012), que
muestran cómo las personas recuerdan mejor las nuevas informaciones cuando ellas mismas
crean y producen su propio material, como imágenes mentales de una determinada información
textual, y no se limitan a recibir el material ya listo y preparado por otros (Jacoby, 1983 ;
Slamecka & Graf, 1978; Cooper, Tindall-Ford, Chandler, y Sweller, 2001; Dewhurst y
Conway, 1994, en Hicks, Van Hover, Doolittle y Van Fossen, 2012).
Como señalan diversas investigaciones (Asensio, Carretero y Pozo, 1989; Carretero, Pozo y
Asensio, 1991, en Pozo y Postigo, 2002), la construcción de mapas temporales requiere que los
estudiantes dominen ciertas operaciones y nociones, contrariamente a lo que frecuentemente
ocurre en los espacios educativos, donde se da erróneamente por sentado que estas capacidades
se poseen de forma innata y son de sentido común (Pozo y Postigo, 2002). En específico, estas
son: a) la noción de cronología, que permite establecer la duración y orden de los hechos
históricos, así como dividir el tiempo en periodos: b) la noción de sucesión causal, que permite
a los estudiantes establecer las relaciones causales entre acontecimientos, así como distinguir
entre consecuencias a corto y largo plazo, y entre causalidad simple o múltiple. Estas pueden ser
desarrolladas a partir de actividades y ejercicios específicos que ayuden a los estudiantes a
construir una representación lo más objetiva posible del tiempo y a “aumentar su restringido
horizonte temporal”, así como a establecer relaciones de orden, sucesión y simultaneidad entre
acontecimientos (Pozo y Postigo, 2002, p. 282).
Para concluir, es oportuno comentar brevemente sobre la discusión existente entre los
investigadores en cuanto al objetivo de la enseñanza de la historia. Carretero (2018) individua
dos tipos de objetivos que tradicionalmente han caracterizado la enseñanza de esta disciplina, y
la siguen caracterizando: los románticos y los ilustrados, llamados así en cuanto se derivan de
las raíces intelectuales respectivamente del Romanticismo y de la Ilustración. En una
perspectiva romántica, el objetivo de la enseñanza de la historia sería que los estudiantes
valoren a su país y se identifiquen con la historia política de este. Por otro lado, en una
perspectiva ilustrada el énfasis es más bien puesto en el desarrollo del pensamiento crítico y en
la formación de ciudadanos reflexivos e informados sobre la sociedad que los rodea. Es legítimo
preguntarse si una educación histórica basada solamente en las narrativas nacionales o
individuales, dirigida hacia la valoración identitaria nacional y que tendencialmente promueve
una visión simplista y esencialista del pasado, es compatible con un tipo de enseñanza cuyo
objetivo es promover el desarrollo del pensamiento crítico. En este sentido, Carretero (2018)
muy acertadamente pone énfasis en la necesidad de ir más allá de las narrativas nacionales,
incorporando en la enseñanza de la disciplina histórica temas socialmente relevantes para el
planeta en su conjunto y que afectan a toda la especie humana, así como la forma en que el
poder y la exclusión operan en el mundo (Levstick, 2011). Sin embargo, en el mismo artículo
Carretero señala que al menos la mitad de los contenidos históricos de cualquier plan de
estudios están centrados en la historia nacional. Por su parte, Van Straaten, Wilschut y Oostdam
(2016), resaltan la importancia de explicitar las conexiones entre pasado, presente y futuro, para
que los estudiantes perciban la relevancia del estudio de la historia. Según la amplia revisión de
estudios empíricos realizada por los autores, los estudiantes tienden a percibir el estudio de la
esta disciplina como inútil e irrelevante para sus vidas, siendo la historia algo que ya no existe y
que en consecuencia no influye en el presente.
Referencias
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