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Florescano, Enrique. "Para qué enseñar la historia".

Nexos (mayo de 1999),


acceso el 9 de noviembre de 2022, https://www.nexos.com.mx/?p=9250

Angel Paulino Chan Cruz

El artículo aborda las deficiencias del sistema educativo y esbozando de forma


mayoritariamente atinada cómo estas carencias se ven reflejadas en la enseñanza misma
de la historia.

Dividiendo sus planteamientos en dos partes, Florescano empieza explicando la


importancia de la historia en la formación de una conciencia histórica social e
individual, argumento que al que se recurrirá de forma continua y que tiene por objetivo
demostrar que la educación mexicana al respecto de esta materia no cumple con aquello
que la historia debe fomentar: el espíritu crítico, el entendimiento de nuevas y diversas
problemáticas, así como la conciencia de la propia temporalidad y circunstancias
históricas.

De ahí que la importancia de la educación histórica radique en que podamos: ser


conscientes de los lazos de solidaridad e identidad que unen a los grupos, así los
elementos que amalgaman estos lazos; actuar en el presente con base en el
conocimiento de las experiencias pasadas; y de la forma en que al volverse la historia
una guardiana de la memoria, coadyuva a esclarecer el pasado.

Empero, considera que para que los estudiantes puedan ser capaces de
desarrollar y aplicar esas nociones, la enseñanza de la historia debe despertar la
curiosidad y espíritu critico en estos, ofrecerles conocimientos básicos de la historia y
geografía mexicana en contraste con la de otras culturas, y especialmente valerse de
ejemplos históricos que den cuenta de cómo se han forjado los valores que sostienen a
la sociedad.

A partir de esos objetivos desarrolla Florescano la segunda parte de su ensayo, el


cual resalta las diferencias entre los supuestos objetivos planteados para dicha materia y
los resultados que en la práctica han tenido. Así, respecto a los contenidos de la materia,
comenta que esta ha terminado por fomentar una idea de identidad nacional uniforme
transmitida mediante la memorización, cuando el fin original era usarla para dar cuenta
del desarrollo y diversidad de la población a través el estudio general de la formación
del país y sus procesos históricos destacados.

Por otra parte, del plan de estudios resalta el hecho de que este se ha basado en
una pedagogía irrelevante para la vida real y cuyos contenidos no están vinculados con
el entorno de los estudiantes. A ello se unen métodos de enseñanza positivistas y
carentes de innovación, impartidos por profesores en su mayoría sin la preparación
adecuada para impartir los conocimientos y mal pagados. De ahí la frustración de la
planta docente y especialmente de los alumnos, que terminan viendo a la historia como
aburrida.

"[...] nos lleva a percibir la singularidad de esos grupos, nos hace percatarnos de
sus rasgos propios y de los lazos de identidad que los unen. El conocimiento histórico
enseña que desde los tiempos más remotos los seres humanos se organizaron en grupos,
tribus, pueblos y naciones dotados de un profundo sentimiento de solidaridad e
identidad."

Esta seria desconexión entre los objetivos de la materia y la forma en que se ha


impartido, en contraste con los resultados que en última instancia se han obtenido,
conforman lo que Florescano considera es "una crisis general de la enseñanza de la
historia en el sistema educativo mexicano".

Sin embargo, y a pesar de estas carencias, ofrece tres estrategias que en su


opinión ayudarían a desarrollar una reforma educativa encaminada a solucionarlas:
desarrollar una encuesta que delinee la situación actual del sistema educativo y permita
establecer con ello un diagnóstico de los problemas que afectan las tareas educativas. En
segundo lugar, propone elaborar un programa de reformas a partir de lo anterior, pero de
la mano de una comisión conformada de por "profesores, pedagogos, historiadores,
padres de familia, escolares y expertos calificados y comprometidos con el desarrollo
del sistema educativo". Por último, este programa debe estar en línea con un proyecto
de sociedad democrática a través de acciones a corto, mediano y largo plazo.
Estas sugerencias tienen todo el sentido del mundo y aunque parecería que
adolecen de no atacar el problema de construir una visión de la historia desde el
nacionalismo homogéneo, lo ataca al plantear la comisión mixta como un organismo en
donde los historiadores intervengan como guías eficaces en la delimitación del
programa de reformas que prevenga una distorsión de la imagen sobre otros pueblos y
sobre nosotros mismos, imagen que " está asociada a la Historia tal como se nos contó
cuando éramos niños".

A pesar de tratarse de un texto de finales de los 90s, creo que su vigencia es


palpable al describir un sistema educativo con graves falencias y cuya materia
probablemente más afectada ha sido hasta el día de hoy la de historia; ello al punto de
que se ha visto atacada constantemente por una lógica presentista y utilitaria, que no es
sino resultado de la poca innovación en los métodos de enseñanza y la lejanía de los
temas con la cotidianeidad del alumnado que tan atinadamente expreso Florescano.

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