Está en la página 1de 7

EXPRESA AGRAVIOS

Excma. Cámara,
                         Ruth Delia Ferreyra Achenbach y María Emma Ferreyra
Achenbach, en el carácter que tenemos acordado en estos autos caratulados
FERREYRA, José Ignacio – Testamentario (Expte. 9842418), ratificando el
domicilio legal debidamente constituido en Rodríguez Peña 50, Dpto. C, de
esta Ciudad, ante V.E. respetuosamente comparecemos y decimos:
                               Que, en legal tiempo y forma, venimos a expresar los
Agravios que fundan el Recurso de Apelación oportunamente interpuesto en
contra del auto nº 282 del 08/06/2022.
PRIMER AGRAVIO.
El criterio de la derrota para la imposición de costas.
Es criterio absolutamente unánime en nuestra Doctrina y
Jurisprudencia que “la condena en costas tiene por objeto resarcir los gastos del
juicio que el vencedor realizó por haberse visto obligado a promover la acción o a
contestar demanda para el reconocimiento de su derecho”. (Expte n° 106.233/2007
– “Catalax SRL c/ Di Fonte, Silvia s/ Ejecución Hipotecaria” – CNCIV - SALA G
- 03/02/2011).
En el mismo sentido: “La imposición de costas no implica un
resarcimiento o una reparación de daños fundada en una atribución de culpabilidad o
presunción de culpabilidad, sino que, a través de la misma, se trata de que quien se ve
contreñido a recurrir a un proceso judicial para salvaguardar un derecho, no se
encuentre perjudicado al tener que afrontar los desembolsos que implica el
funcionamiento de la vía judicial”. (Voto del Dr. Lutz). (SUPREMO TRIBUNAL DE
JUSTICIA de Río Negro. CHAVEZ ALBERTO HUGO C/ BANCORA MARCOS Y OTRA S/ ACCION DE
DESPOJO S/ SUMARIO S/ CASACIÓN. 22205/07. SENTENCIA: 159 - 05/12/2007 - )

Y también: “Es por ello que la imposición de costas al vencido no


encuentra fundamentación en las disposiciones del derecho material, sino que se trata
de una obligación de carácter procesal, por haber afrontado sin éxito la gestión
procesal.” (conf. FASSI - YAÑEZ, Código Procesal Civ. y Com. de la Nación y demás
normas procesales vigentes. Comentado y Anotado.
Tampoco cabe la menor duda acerca de que el criterio de
la derrota es absolutamente objetivo, es decir que las costas se imponen al
vencido sin que se efectúe valoración alguna respecto de su conducta.
Es verdad que el sistema admite algunas excepciones,
pero aun cuando el art. 130 de nuestro Código de rito otorga un grado de
flexibilidad para la interpretación de estas excepciones, cierto es que siempre
ha prevalecido un carácter restrictivo para no desnaturalizar la regla general.
“La norma antes aludida, que importa una sensible atenuación al principio del hecho
objetivo de la derrota, acuerda a los Jueces un margen de arbitrio que debe ejercerse
restrictivamente y sobre la base de circunstancias cuya existencia, en cada caso, torne
manifiestamente injusta la aplicación del mencionado principio” (cf. Lino E. Palacio,
"Derecho Procesal Civil", T. III, p. 372-373).
SEGUNDO AGRAVIO.
Injustificada excepción al criterio de la derrota.
Como acabamos de reseñar, doctrina y jurisprudencia son
contestes en sostener que la excepción a la regla mencionada debe fundarse
en circunstancias que tornen notoriamente injusta la aplicación del referido
principio (Lino Palacio, Id. Ibid.), o bien, cuando la cuestión está relacionada
“con la existencia de debate sobre temas que escapan a la generalidad de casos o
exorbiten de lo ordinario, siendo dirimente que se tratare de cuestiones dudosas
de derecho (lo cual incluye la indefinición determinada de lo novedoso de tales
cuestiones), o bien cuestiones dudosas de hecho.” “Federación Argentina de
Asociaciones c/Estado Nacional s/acción declarativa” (expte. nº 70.630/2018) CAMARA
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO FEDERAL SALA II.
Ciertamente, ninguna de estas circunstancias se muestra
comprendida en las argumentaciones vertidas por el a quo.
En efecto, afirma el Tribunal, a modo de definición, “que las
cargas sucesorias son las erogaciones que se hacen en beneficio de todos los
herederos, porque hacen a la preservación de los bienes hereditarios o tienden a su
efectiva transmisión.” En otras palabras, asume como “carga sucesoria”, la
necesidad que tuvimos las herederas de contratar un abogado para oponernos
al flagrante despropósito de la legataria de pretender ser declarada
Administradora sin siquiera ser heredera. No apenas eso, sino que, sin la
menor justificación racional, el Tribunal asume que la designación de
administradora era “un beneficio para la sucesión.” No dice, ni evidencia en
modo alguno, cuál sería el beneficio traído a la sucesión que derivaría de la
asistencia a una asamblea de socios portando un capital accionario de
significación ridículamente minúsculo y a la que, la distorsión fantasiosa de la
legataria conduce a la convicción de tratarse de una accionista mayoritaria con
potencial para torcer las decisiones más trascendentales de la institución
bancaria de referencia.
Desde la perspectiva opuesta, nuestro señalamiento de
que no derivaba beneficio alguno para la sucesión queda más evidente aún. En
este sentido, puede constatarse que, como en razón de la imposibilidad de
alcanzar los plazos previstos por la ley para presentarse a la asamblea no hubo
asistencia de nuestra parte, ello no derivó en cualquier perjuicio, ni mengua
alguna para las acciones de referencia. Al mismo tiempo, quedó también claro
que el señalado nombramiento de administradora (no cualquiera, sino el que la
legataria pretendía para sí), no tenía otra finalidad que la de la satisfacción
íntima de alguna motivación absolutamente alejada de las previsiones legales
que podrían justificar el apartamiento del criterio de la derrota en costas.
En otras palabras, el alegado “beneficio para la sucesión” o
la necesidad de “preservación de los bienes hereditarios” esgrimido por el a
quo para crear excepción al criterio de la derrota, no se compadece en absoluto
con la realidad de los hechos.
TERCER AGRAVIO.
Confusión entre la calidad de heredero y la de
legatario.
Por otro lado, el a quo reprocha a nosotras herederas que,
“con anterioridad a la petición efectuada por la beneficiaria testamentaria, no
efectuaron petición alguna a los fines de ejercer los derechos y defensas de las
acciones mencionadas del acervo hereditario.” De más está decir que continúa el
Tribunal en su desacertada creencia (sin fundamentación alguna) de que la
necesidad de nombramiento de administrador era vital y que la acción de la
legataria en tal sentido, lejos de caracterizarla como lo que era en realidad, es
decir una acción absolutamente baladí de la mayor inutilidad, la considera
como acto urgente y necesario para protección de los intereses de la sucesión.
No dice cuáles serían los peligros que amenazaban las referidas acciones que
demandaban el ejercicio de acciones en su defensa y, mucho menos, expresa
cómo, de existir alguna resolución asamblearia desfavorable para las mismas,
habría sido posible para cualquier administrador revertir la decisión del referido
órgano con tan insignificante potestad otorgada por el minúsculo capital que se
posee.
No apenas eso, sino que para ello, no sólo pasa por
encima de las voluntades soberanas de las herederas, únicas legalmente
autorizadas para determinar las vías más convenientes para proteger sus
propios intereses, sino que atribuye, en disconformidad con toda disposición
legal, a quien es una mera legataria (no heredera) facultades que solo a
éstos compete, como, sin duda, lo es la de determinar la conveniencia, o no,
de asistencia a una asamblea accionaria. En tal sentido, el art, 2324 del
CCyC no podría ser más claro: “Actos conservatorios y medidas urgentes.
Cualquiera de los herederos puede tomar las medidas necesarias para la
conservación de los bienes indivisos…” ¡HEREDEROS!, dice el código.
Naturalmente, sería atribuir inepcia lingüística absoluta al legislador si se
admitiese que, habiendo querido decir “herederos y legatarios, dijo
simplemente “herederos”… Pero como para el Tribunal a quo, no existe
distinción alguna, no apenas le concede a la legataria atribuciones que la ley
no le concede, sino que encima, le recrimina a las herederas por no haber
adoptado las medidas que quien no tenía derecho (la legataria) adoptó y que
ella (la legataria) consideraba “útiles” para la conservación de los bienes.
Que para el tribunal inferior es indiferente la
categorización de heredero o legatario resulta transparente si se considera
que en su decisorio final respecto a las costas dice: RESUELVO:… 2) Los
honorarios regulados serán a  cargo de los herederos declarados en autos, en
proporción a la cuota parte de cada uno sobre el acervo hereditario. (Auto Número:
282 del 08/06/2022). Evidentemente, para el a quo “herederos declarados”
son tanto herederos como legataria y las costas deben ser distribuidas entre
tres, porque si excluyese a ésta última, la conclusión sería más incongruente
aún, ya que haría recaer las costas integralmente a la parte vencedora (las
herederas), excluyendo completamente a la parte vencida (la legataria).
Por otro lado, desvirtúa el tribunal los hechos al sostener
en el decreto denegatorio de la Reposición (decreto del 15/06/2022) que la
legataria habría actuado en beneficio de la sucesión al solicitar la
designación de administradora. No fue así, ¡solicitó ser ella la
administradora! Y a esto es a lo que el a quo considera actuar “en beneficio
de la sucesión…”
CUARTO AGRAVIO.
La naturaleza objetiva del beneficio para la sucesión.
Resulta evidente que el único respaldo del a quo para
juzgar como benéfica para la sucesión la designación de representante para
concurrir a una asamblea ha sido la simple alegación subjetiva de la
legataria. Nada, absolutamente, nada más. Ninguna indicación objetiva del
tribunal señaliza, ni cuál era la amenaza para las acciones que sería objeto
de debate en la asamblea, ni mucho menos la manera en que habría de ser
posible neutralizarlo con la presencia de la administradora. Repárese que el
Tribunal, ni siquiera exigió presentación de los edictos convocatorios de la
asamblea (decreto 30/03/2022), es decir que ni sabía para qué era la
asamblea. Siendo así, ¿cómo pudo determinar la urgencia, la necesidad de
comparecencia y el beneficio que esta última traería a la sucesión? Tanto
daba que la convocatoria fuese para celebrar el aniversario del fundador del
banco, igualmente la presencia de administrador era urgente y necesaria y
esa presencia traería beneficio a la sucesión.
En ese sentido, sería importante resaltar que, de
ratificarse el criterio de que cualquier medida pretendida por la legataria,
alegando tratarse de “medida precautoria en beneficio de la sucesión” debía ser
respaldada, nos conduciría al dislate mayúsculo de que, si por ejemplo, un
día se le ocurriese a la legataria la contratación de un seguro contra granizo
para proteger las acciones, las costas derivadas del auxilio jurídico
profesional necesarias para manifestar nuestra oposición a semejante
desatino, también deberían ser soportadas por nosotras por tratarse de una
medida “en beneficio de la sucesión…” (y que encima se nos reprochase por
no haber tomado antes medidas dirigidas a la referida protección contra el
granizo…)
En todo caso, lo que la legataria tenía derecho a hacer (y
no hizo) era peticionar la partición de la herencia y entonces sí, practicar,
sobre su porción adjudicada, todos los actos conservatorios o dispositivos
que bien entendiese. Pero no lo hizo (ni entonces ni hasta ahora), aun
cuando podría haberlo hecho desde el 04/11/2021 (Auto Interlocutorio
n°621). Ello significa que, de persistir en la inercia procesal voluntaria en la
que la legataria se encuentra, deberá continuar sometiéndose a lo que la
mayoría de los herederos dictamine, por una simple razón: ¡Porque así lo
manda la ley!
Naturalmente, también habría podido responsabilizar a los
herederos si algún perjuicio efectivo hubiese derivado de la inasistencia a la
asamblea, previa demostración de que esa asistencia habría posibilitado la
evitación del perjuicio.
CONCLUSIÓN.
En definitiva, el fallo atacado, lejos de justificar
sólidamente el apartamiento de la regla de la derrota, merituando
reflexivamente el caso y el contexto del litigio, discerniendo prudente y
fundadamente la cuestión y señalando cómo su aplicación, en las presentes
circunstancias, habría de revelarse notoriamente injusta, se limitó, por el
contrario, a sortear indiscriminadamente la pauta genérica, basándose
exclusivamente en la vacía afirmación, -desprovista de toda comprobación-,
de que el nombramiento de administrador para asistir a una asamblea
representaba un beneficio para la sucesión.
Que la necesidad generada por la impertinente pretensión
de la legataria de ser designada administradora tornó menester la
contratación de un abogado a los efectos de hacer valer nuestros derechos,
es una circunstancia que releva toda prueba adicional.
Que el universal principio de imposición de las costas al
vencido garantiza la integridad e incolumnidad del derecho que se ha
reconocido al vencedor a través de la sentencia, puesto que de lo contrario
los gastos en que incurriera implicarían una mengua en el reconocimiento
efectuado.
Que la improcedencia de la petición no puede sino
concluir en otra cosa que la justa condenación en costas.
Que la carencia de sustentación del a quo para apartarse
del principio de la derrota encuentra su evidencia en que, no probó (ni
remotamente) la existencia de un riesgo que obligara a la toma de medidas
urgentes de protección, sino que se limitó a asumir como válida (sin
cualquier recaudo racional) la manifestación de la legataria de la necesidad
de custodia, amparo o salvaguarda de las acciones en cuestión. De haberlo
hecho, habría advertido el tribunal que las verdaderas motivaciones de la
legataria no iban más allá de una ojeriza patológica contra nuestra familia, la
misma que hace que, disgustada por no haber conseguido ser nombrada
administradora, pida rendición de cuentas y más contrariada aun por la no
presentación de la rendición de cuentas pretendida, exija una multa diaria de
proporciones disparatadas. Es de presumir que el próximo paso ´habrá de
ser el pedido de prisión domiciliaria…
Por las razones expuestas, a V.E. solicitamos:

Revoque la sentencia del inferior, con expresa imposición


de costas a la legataria Sra. Zulema Rita Amorfini, en ambas instancias: 4 Jus
en Primera (art. 36 del CA) y 8 en Segunda Instancia (art. 40 del CA).

SERÁ JUSTICIA.

Ruth Ferreyra A. Ma.Emma Ferreyra A.

También podría gustarte