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INTERPONE RECURSO DE APELACIÓN

Sr. Juez,         

            Daniel Eduardo Roca, por la participación que tengo acordada en estos
autos caratulados: “DIAZ, Julio Alberto c/MUSIMUNDO y otro – Abreviado”,
(Expte. 6307333) ante V.S. comparezco y digo:

Que, en cumplimiento del régimen procesal establecido por el art. 121 de


la ley 9459, vengo por el presente a interponer Recurso de Apelación,
expresando sus fundamentos, en contra del Auto Interlocutorio Número 86 del
23/03/2021 en cuanto resuelve: “… II) Regular, en forma definitiva, los
honorarios profesionales del Dr. Daniel Eduardo Roca, en la suma de pesos
ochenta y cinco mil novecientos treinta y nueve con cuarenta y tres centavos
($85.939,43), más IVA atento la condición de responsable inscripto del letrado,
por la actividad desplegada en segunda instancia con motivo del recurso de
apelación deducido por la parte actora. III) Regular, en forma definitiva, los
honorarios profesionales del Dr. Daniel Eduardo Roca, en la suma de ciento
diez mil ochocientos treinta y siete con cuarenta centavos ($110.837,40), más
IVA, por la actividad desplegada con motivo del recurso de casación
interpuesto por la parte actora. IV) Regular, en forma definitiva, los honorarios
profesionales del Dr. Daniel Eduardo Roca, en la suma de ciento diez mil
ochocientos treinta y siete con cuarenta centavos ($110.837,40), más IVA, por
la actividad desplegada con motivo del recurso directo planteado por la parte
actora. V) Sin costas, en atención al carácter de la presente resolución.”

PRIMER FUNDAMENTO.

Que la Resolución referida contraría frontalmente la letra del art. 40 de la


ley 9459 al establecer un criterio en absoluta desarmonía con el texto de la
misma que, claramente y sin la menor posibilidad de interpretación alternativa,
expresa que la Base Regulatoria será “el monto de lo que haya sido materia
de discusión en la Alzada”.

Que a pesar de que en sus Considerandos (IV. Tareas desarrolladas en


la alzada. Recurso de apelación) el fallo de V.S. claramente sostiene que “En
este caso, la regulación debe efectuarse según lo dispuesto por el art. 40 de la
Lp. 9459, que determina la base regulatoria en función de lo que haya sido
materia de discusión en la alzada”, la fijación establecida acaba siendo en base
a la diferencia entre lo determinado por la Cámara y lo dispuesto en Primera
Instancia, lo que constituye inocultable contradictio in adjecto, con aquella
vuestra afirmación precedente.

Que desde la presentación de la demanda y a lo largo de todo el


prolongado itinerario del presente pleito que representó dos decisiones de
Cámara y una del Superior Tribunal, (más allá de la instancia inicial), se
mantuvo el constante reclamo de que el daño punitivo a imponer debería ser de
$500.000,00.

Que habiendo sostenido esa afirmación en todas las instancias referidas,


bregando por su reconocimiento del modo más firme e inconmovible, cualquier
aserción resultante en la negativa de que esa había sido la “materia de
discusión” en todas las oportunidades procesales que se presentaron es
flagrantemente desacertada y desmentida por cada una de las evidencias
constantes en la referida causa.

Que el dictamen de V.S., ahora sometido a reproche, representa una


interpretación de la norma invocada (art. 40 de la ley 9459) en términos que
equivalen a su virtual prescindencia. En otras palabras, su eventual aceptación
importaría el establecimiento de una disposición legislativa paralela, dictada
impropiamente por un órgano jurisdiccional y en abierta contradicción con el
criterio transparentemente expuesto por el cuerpo parlamentario.

Que más allá de la ilegitimidad del tribunal para apartarse


flagrantemente del criterio impuesto por el legislador, el criterio en sí, es de una
fragilidad descomunal en términos de justicia. En efecto, podría representarse
la siguiente circunstancia: imaginemos la presentación de un recurso en
similares condiciones, es decir, un demandante que reclama la imposición de
un daño punitivo de $100.000,00 que se depara con un letrado opositor,
patrocinante del demandado, extremadamente competente que, a través de su
esfuerzo, habilidad argumentativa y denodado empeño intelectual, logra
convencer al Tribunal de que la imposición por ese concepto deba ser de solo
$50.000,00. Agreguemos a la hipótesis que el juez de primera instancia había
concedido $10.000,00. De acuerdo a las pautas sostenidas en el decisorio de
V.S. que condenamos, los honorarios deberían fijarse en base a $40.000,00 (la
diferencia entre lo fijado por la Cámara y lo establecido por el Inferior).
Imaginemos ahora otro abogado, más competente y esforzado que el anterior
que logra persuadir a la Alzada de que el daño deberá limitarse a $30.000,00.
En este caso, sus honorarios deberán regularse en base a la suma de
$20.000,00 (la diferencia entre lo regulado en la Cámara y lo fijado en Primera
Instancia). Y así podríamos continuar con la ejemplificación, con lo que se
evidencia lo paradojal y absurdo del criterio pretendido por la Resolución que
concluiría en la suprema paradoja y más insostenible injusticia de que a mayor
esfuerzo y efectividad en la defensa, menor será la regulación de honorarios
que le será atribuida (imposible de compensar con las reglas de evaluación
cualitativas). Por otro lado, podría imaginarse el caso extremo, es decir, que se
llegase al rechazo del recurso: ¿cuál sería la base a fijar por el Tribunal?: de
aplicarse el criterio de V.S. tendríamos un actor que, en caso de ganar,
obtendría honorarios sobre $90.000, pero en caso de perder, ¿solo respondería
por $10.000? Esta circunstancia expone de manera irrebatible, no apenas la
ilegalidad del apartamiento de la norma existente, sino también la imprudencia
de la creación de un criterio diferente al impuesto por el legislador que,
naturalmente contó con condiciones de reflexión, debate, discusión y análisis
colectivo que la soledad de la consideración de los magistrados no posibilita.
Razón adicional para simplemente obedecer el criterio impuesto por el
legislador…

Que identificar “lo que fue materia de discusión en la Alzada” con “la
diferencia entre lo que la Alzada determina y lo concedido en Primera
Instancia” sería atribuir al legislador inaceptable torpeza y desmesurada
impericia en el uso de la lengua infiriendo que dijo lo primero cuando, en
realidad, quiso significar lo segundo.

Que el criterio impuesto por V.S. excede notoriamente cualquier forma


de hermenéutica posible de la norma en cuestión haciendo, simplemente,
tabula rasa de la misma para proceder a substituirlo por otro completamente
distinto que consideró más adecuado. En este sentido, cabe recordar que la
Suprema Corte ha reiteradamente sostenido que prescindir del texto legal
aplicable sin dar razón valedera alguna es una de las formas de arbitrariedad.
Que tampoco nuestro Más Alto Tribunal deja lugar a dudas acerca de la
cuestión en el Auto en que concede el Recurso de Casación al establecer “los
honorarios del Dr. Daniel E. Roca en el treinta y dos por ciento del mínimo de la escala del art.
36 C.A. calculados sobre la base de lo que ha sido materia de discusión en esta sede (arts. 26,
36, 39 incs. 5° y 7°, 40 y 41 de la Ley 9459). ”

SEGUNDO FUNDAMENTO.

Que la interpretación de V.S. no apenas hace tabula rasa de la letra del


art. 40 de la ley 9459, sino que también importa una descaracterización
absoluta del sistema estructurado por el legislador cimentado sobre la idea de
que la segunda instancia es un nuevo juicio en el que se cuestiona el fallo
apelado y en donde se le asigna al litigio un contenido determinado, que
consiste justamente en lo que es objeto de discusión en la alzada.

Que ese valor, fijo, pre-establecido y común a ambas partes, determina


con anticipación los riesgos en materia de honorarios que los contendientes
deberán enfrentar, sistema éste que, en el criterio de V.S. coloca a las partes
en absoluta ignorancia de la exposición a la que se someten por cuanto el
resultado habrá de depender de la futura decisión del Tribunal.

Que, de ese modo, la profunda deturpación del método proyectado por


el legislador, construido sobre sólidas bases de principios de justicia, deja a los
litigantes en una ciénaga de impredictibilidad, absolutamente incompatible con
la certeza y previsibilidad que toda relación jurídica demanda.

TERCER FUNDAMENTO

Que, como ya lo señalamos, el STJ en el decisorio que hace lugar al


Recurso Directo impetrado por la parte actora, expresamente establece en el
punto IV del Resuelve: “Imponer las costas de esta sede a cargo de la
demandada por resultar vencida (art. 130, CPCC). Fijar el porcentaje para la
oportuna regulación de los honorarios del Dr. Daniel E. Roca en el treinta y dos
por ciento del mínimo de la escala del art. 36 C.A. calculados sobre la base
de lo que ha sido materia de discusión en esta sede (arts. 26, 36, 39 incs.
5° y 7°, 40 y 41 de la Ley 9459).”

Que naturalmente, no se advierte en modo alguno, (ni sería posible


hacerlo), que de la clara letra de nuestro Mas Alto Tribunal (que, por otra parte,
coincide literalmente con el texto de la ley), surja que el mismo pudiese prestar
soporte alguno a la interpretación de V.S., apartada de la norma e imponiendo
un particular criterio acerca de cuál debe ser la base regulatoria que
corresponde aplicar en las instancias recursivas.

Que, no obstante ello, si V.S. entiende que esa su posición interpretativa


es compartida por la Resolución mencionada de nuestro STJ, cabe remitir los
autos al referido Tribunal a los efectos de que, en aplicación del art. 338 del
CPCC, diga si cuando manifestó que “los honorarios del Dr. Roca deben ser
calculados sobre la base de lo que ha sido materia de discusión en esta sede”,
lo que quiso significar, en realidad, era que esa base debía ser la diferencia
entre lo decidido en la Cámara y lo concedido en Primera Instancia.

CUARTO FUNDAMENTO.

Que la decisión de V.S. al establecer una fijación arancelaria reñida con


la legislación aplicable y cuyo apartamiento carece de sólida motivación,
también ignora del modo más absoluto nuestro escrito de solicitud de
honorarios de fecha 02/03/2021.

Que, en el referido libelo, enfáticamente señalábamos que tan clara


aparecía la circunstancia para la Cámara de cuáles eran los valores en
discusión en esa instancia, que en algún punto de los considerandos, el Vocal
del Primer Voto estimaba que lo solicitado, a la fecha de la emisión de ese voto
(momento indeterminado, naturalmente antes del día 14/10/2020, día de la
publicación de la Sentencia) ascendía a $ 1.505.000 (a lo que debía agregarse
tasa pasiva más el 2%).

            Que, si esa era la cifra actualizada al momento que se estaba


reclamando, no puede caber la menor duda de que esa cuantía, era lo que se
estaba debatiendo en esa Instancia, en otras palabras, eso “era la materia de
discusión en la Alzada.”

            Que la circunstancia de que la Cámara, finalmente, no haya hecho lugar


a la totalidad de lo reclamado, en modo alguno puede significar que aquella
cuantía haya dejado de constituir lo que se debatía en 2ª Instancia (o en el
STJ) y que, por tanto, siguiese representando lo que la ley establece como
base regulatoria para la determinación de los honorarios, ya que ésa había sido
la “materia de discusión.”

QUINTO FUNDAMENTO.

Que el Auto ahora atacado, interpreta erróneamente lo decidido por la


Cámara, al atribuir a dichos obiter dicta una extensión y alcance que en modo
alguno podría haber sido intención de aquélla establecer.

Que la expresión utilizada por la Cámara en el RESUELVE, al


determinar que la regulación de honorarios deberá hacerse “sobre lo que ha
sido materia de agravios”, no deja margen a dudas acerca de que, en ningún
momento, fue intención de la Cámara apartarse de lo dispuesto en el art. 40 de
la ley 9459, estableciendo algún criterio diferente del allí establecido, por lo que
cualquier otra expresión utilizada en los Considerandos, debía ser considerada
obiter dicta.

Que, en efecto, de una lectura atenta de la Sentencia de la Cámara


surge de modo transparente que la misma tenía absolutamente en claro cuál
era la cuestión que había sido sometida a su decisión:

“4.- El caso de autos. Determinación de las bases sobre las que


corresponde resolver el recurso de apelación.

a.- Existen algunas particularidades en el caso de autos, que tienen


directa incidencia en la única cuestión que hoy corresponde decidir : la
procedencia, o no, del recurso de apelación, en relación a la cuantificación
efectuada por el sentenciante.”

Que si la única cuestión que cabía al Tribunal de Alzada decidir era la


procedencia o no del recurso, naturalmente, no podría estar en su ánimo el
establecer cualquier criterio diferente al impuesto por la ley en materia de base
regulatoria de honorarios ya que ello sería violatorio del principio de
congruencia al no haber sido sometida esa cuestión al juzgamiento de ese
Tribunal.

Que de ello surge evidente la ausencia de intencionalidad por parte de la


Cámara -que se mostraba atenta a la pretensión jurídica que formaba el
contenido de la disputa-, de pretender introducirse en un capítulo no propuesto
(la alteración de la base regulatoria), ni excederse en el ejercicio de su
competencia decidiendo sobre circunstancias ajenas a la forma en que fuera
planteado el reclamo y que, de más está señalar, había adquirido firmeza
(Tantum devolutum quantum apellatum).

Que el criterio objeto de censura, tratándose de un apartamiento tan


evidente de la letra del art.40 de la ley 9459, naturalmente, habría demandado
su introducción a través del debido agravio para análisis de la Cámara.

Que aún en esas condiciones, de haberlo hecho la accionada, tampoco


podría el Tribunal Revisor alejarse de lo determinado por la ley, cuánto menos
pronunciarse al respecto cuando ni siquiera la cuestión había sido sometida a
su análisis.

Que si -como indebidamente hace V.S.- se atribuye valor decisorio a lo


que debía ser considerado simples obiter dicta, la Sentencia de que se trata
habría adquirido un valor insalvablemente contradictorio que descalificaría al
pronunciamiento como acto judicial válido.

Que, de todo ello surge que la desacertada interpretación de V.S.


presupone la violación de una triple limitación impuesta por el ordenamiento: a)
la establecida por la expresa disposición de la ley; b) la derivada del mandato
del STJ y c) la emanada de la ausencia de introducción de las partes para
consideración en la Alzada.

Por todas las razones precedentemente expuestas a V.S. solicito


conceda el Recurso de Apelación interpuesto o, alternativamente, eleve los
autos al STJ a los efectos de su consideración en relación a la indagación
sugerida en el Tercer Fundamento a tenor de lo dispuesto por el art. 338 del
CPCC.

SERÁ JUSTICIA.

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