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Sr. Juez,
Julio Alberto Díaz, en el carácter que tengo acordado en estos autos
caratulados: “ILLANES, Rosario del Carmen - PAEZ PAZOS, Malvina del
Carmen – DECLARATORIA DE HEREDEROS” (Expte. Nº 3802083) ante V.S.,
respetuosamente comparezco y digo:
Que vengo a interponer formal recurso de Reposición y Apelación en
subsidio en contra del decreto de fecha 15/12/2022 que ordena la publicación de
edictos en el Boletín Oficial y en diario de circulación en la Provincia de La Rioja
(art. 152 del C.P.C. modif. Ley 9.135, art. 2340) convocando a herederos del Sr.
Lidoro Dionisio Páez Pazos y de la Sra. Sonia del Rosario Páez Pazos amén de
Informe del Registro de Juicios Universales de la misma Provincia.
Que ello no fue obstáculo para que, por intermedio del Auto Interlocutorio
N° 933 de fecha 29/12/2003, se declarara herederos a todos sus hijo/as (sin
distinción de vivos o muertos, sic)
Que si, para ese mismo tribunal (aun cuando se tratase de un magistrado
diferente) no hubo exigencia de prueba de los referidos fallecimientos, no se
comprende por qué razón, veinte años después, cuando los referidos muertos,
seguramente, debían encontrarse más muertos aún, se hubiese demandado de
mi representada la exhibición de prueba fehaciente de la ocurrencia de los
referidos fallecimientos (sin mencionar norma que así lo exija, sino apenas la
necesidad de “ordenar el proceso”, Decreto 31/08/2022). Que probados los
referidos fallecimientos (que, en todo caso, debían haber sido exigidos por ese
tribunal veinte años atrás), se demanda ahora publicación de edictos en La Rioja
(cuando el último domicilio de la Sra. Sonia Páez Pazos es en CABA, según
consta en el informe de la Justicia Electoral), a lo que se adiciona publicación en
diario local, cuando el art. 152, citado en el propio decreto, claramente determina
que ello sólo podrá hacerse “a pedido de parte interesada”. Que a ello debe
adicionarse que, el pedido de informes en el Registro de Juicios Universales en
CABA exige token, certificado digital, etc. y el de La Rioja sólo puede ser
realizado en forma presencial, con lo que se demanda de mi representada que
contrate un abogado con matrícula en cada una de las mencionadas
jurisdicciones lo que representaría el dispendio de cuantiosas sumas de dinero
que no se encuentra en condiciones de solventar y la disponibilidad de un tiempo
de vida suficientemente extenso que tampoco cree disponer. En otras palabras,
para mi representada, sería Dante escribiendo en los pórticos del Infierno:
“Abandonad toda esperanza!”
Que a cada nueva exigencia de V.S. que le hago conocer, esta pobre
mujer no puede contener el llanto porque no cree que le alcance la poca vida
que le resta para atender a la larga lista de demandas que, intuye, V.S. aún tenga
en perspectiva exigir.
Que, ante tales circunstancias, por alguna extraña razón tres obras
literarias rondan mi pensamiento: la primera, es esa crítica feroz a la burocracia
y el sistema jurídico y la falta de humanidad que los procesos judiciales
representan que Franz Kafka legara para la eternidad en inicios del siglo XX. La
segunda, esa majestuosa narración de García Márquez en El coronel no tiene
quien le escriba en donde se describe, de manera insuperable el padecimiento y
las decepciones del anciano veterano de guerra esperando su pensión que
nunca llega. Y la tercera es Antígona de Sófocles en donde la protagonista
reprocha al rey Creonte el desconocimiento de la ley de derecho natural de poder
sepultar a su hermano muerto.
4°) Reconocer con todas las letras que declarar herederos a dos muertos,
como lo hace el Auto Interlocutorio N° 933 del 29/12/2003 dictado por la jueza
Benítez de Baigorri repugna al principio más básico del consenso universal de
ordenamientos jurídicos del planeta. El civilista más ilustre que ha dado al mundo
nuestra docta Provincia no tendría paz en su descanso eterno si tomase
conocimiento de semejante desatino. En efecto, así señala el referido autor, del
modo más transparente, la significación de la necesidad de existencia de un
sujeto (naturalmente VIVO!) para poder predicar la atribución de cualquier
derecho: “…la personalidad es la condición previa o el presupuesto necesario de
toda adquisición de derechos y deberes.” ORGAZ, Arturo. Personas Individuales,
Editorial Assandri, 1961, p. 10). No otra cosa es lo que señalaba el antiguo art.
30 del CC (aplicable al caso) “Son personas todos los entes susceptibles de
adquirir derechos o contraer obligaciones.” No puedo evitar el sentimiento de una
profunda incomodidad al verme obligado a señalar a ese Tribunal algo tan básico
e intuitivo como es que la personalidad cesa con la muerte (art. 103 del mismo
CC). De los referidos conceptos se deriva, que si al momento de la publicación
del auto no existía sujeto a quien atribuir derechos (condición previa o
presupuesto necesario en palabras del maestro Orgaz) ¡no era posible
declararlos herederos!, simplemente ¡porque estaban muertos!
Los días del año, V.S., o las horas del día, no poseen una dimensión
unívoca para todo el mundo. Ellos varían de acuerdo a la etapa de la vida por la
cual se transita y se van empequeñeciendo al igual que las horas de luz de los
días de verano en su tránsito hacia el solsticio invernal. El beneficiario
testamentario tiene toda una vida por delante para aguardar pacientemente, (en
Marbella), todas las marchas y contramarchas que la Justicia resuelva
emprender. Por el contrario, V.S., mi representada, que se encuentra ya en su
camino al solsticio de invierno (en su derruido galpón de una zona rural de
Bolivia), ya carece del tiempo necesario para continuar con su tormento de Sísifo
que ese Tribunal decidió injustamente imponerle.
SERÁ JUSTICIA.