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marrón…).

A partir de los 6 años, el niño/a puede definirse en términos


psicológicos y desarrolla el concepto del yo verdadero y el yo ideal.

La familia es la primera responsable en el desarrollo del autoconcepto, por ello es


necesario que valore de forma positiva al niño/a. Debe construir un entorno
protegido y seguro, de aceptación y valoración incondicional.

La delimitación del autoconcepto implica su ajuste progresivo a la autopercepción


de las posibilidades y limitaciones, sobre todo en contacto con los/as iguales, al
descubrir que no se es el/la más guapo/a, ni el/la más listo/a… Este paso es
fundamental para la adquisión de un autoconcepto ajustado, objetivo y real.

4.2. AUTOESTIMA.

La autoestima es el grado de aceptación y valoración que uno/a posee de sí


mismo/a. Se construye a partir de:

- Las propias experiencias: si las cosas me salen bien o mal…


- Las expectativas de los demás: si los demás esperan de mí un buen o mal
rendimiento…
- La valoración social: si los demás me buscan, me reclaman…

Tener una adecuada autoestima es necesario para la construcción de una


personalidad equilibrada y cada persona prioriza unos aspectos sobre otros para
construirla.

Las dimensiones de la autoestima son:

- Dimensión física: es la medida en que la persona se siente atractiva o


perteneciente al canon de belleza establecido. Es una fuente muy potente
de autoestima en las sociedades consumistas y sobre todo, en la etapa de
la pubertad y adolescencia. Una autoestima física negativa puede llevar a
la anorexia, al consumo de drogas, al fracaso social y a la depresión.
- Dimensión escolar: es la medida del rendimiento escolar y el éxito
académico. Es una fuente muy importante en la etapa de educación
primaria y comienza a ser menos valorada en la etapa de educación
secundaria. El buen rendimiento escolar correlaciona con una fuerte
autoestima.

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- Dimensión social: es la medida de la popularidad y de la capacidad de
liderazgo. El grupo es un elemento reforzador de primera magnitud que
puede llevar incluso a la realización de conductas que son reprobadas por
la sociedad para conseguir la aceptación. Es especialmente influyente a
partir de la pubertad, etapa en la que pierde valor las figuras educativas
y familiares.
- Dimensión ética/moral: es la medida en la que se poseen virtudes o valores
socialmente aceptados. No es una fuente de autoestima muy fuerte si no
se está en un contexto familiar y social proclive a los valores
(comunidades religiosas, familias con valores fuertemente arraigados…). Es
una buena fuente de autoestima en los primeros años de vida (moral
heterónoma), pero pierde valor con la edad.
- Dimensión afectiva: es la medida en que se poseen atributos de la
personalidad que se consideran positivos, como ser divertido/a,
extrovertido/a, simpático/a.

Tanto autoconcepto como autoestima son constructos dinámicos, aunque sus


bases formen parte de la personalidad y posean una cierta estabilidad.

La infancia intermedia es un momento importante para el desarrollo de la


autoestima. Los niños/as comparan su yo verdadero con su yo ideal y se juzgan
a sí mismos/as en la medida en la que alcanzan las expectativas y estándares
sociales que han tenido en cuenta para la formación de su autoconcepto. La
opinión que tienen sobre sí mismos causan un verdadero impacto sobre el
desarrollo de su personalidad.

El hecho de tener una autoestima positiva favorece que el desarrollo integral se


produzca de manera equilibrada. Sin embargo, una excesiva autoestima puede
llevar a estados de ansiedad y al conformismo, a los complejos o al miedo
irracional en el caso de una baja autoestima.

Los padres y madres y educadores/as tienen la responsabilidad de formar la


autoestima del niño/a a través de un estilo educativo que moldee adecuadamente
su autoconcepto y su autovaloración. Es importante que padres-madres y
educadores/as adopten líneas comunes de actuación para la construcción de un

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autoconcepto ajustado y de una autoestima positiva como bases de una
personalidad equilibrada.

Las principales líneas metodológicas de intervención son:

- Actividades adecuadas a las posibilidades, intereses y motivación de los


niños/as.
- Promover la participación de manera que se sientan responsables,
competentes, eficaces y necesarios/as.
- Actividades en las que todos/as puedan destacar realizando aquello
para lo que son más capaces.
- Dar responsabilidades adecuadas a su nivel y cambiarlas de forma
rotatoria: borrar la pizarra, repartir cuadernos…
- Utilizar el reforzamiento positivo. Los niños/as no saben
autorreforzarse.
- Evitar la crítica, el perfeccionismo y los mensajes negativos y
reiterados.
- Fomentar la competitividad como un ejercicio de superación y esfuerzo,
sin competencia.
- Potenciar las habilidades individuales.
- Favorecer el autoconocimiento de las propias capacidades y limitaciones
a través de la autoevaluación.
- Evitar comparaciones.
- Crear un clima de aceptación, respeto, tolerancia y apertura.
- Transmitir altas expectativas (efecto Pigmalión).
- Desarrollar un trato igualitario y no favoritista.
- Fomentar la superación personal.
- Mantener el contacto y la colaboración con la familia.
- Detectar precozmente alteraciones y solicitar apoyos si es necesario.
- Utilizar la individualización como metodología general, abordando desde
un modelo educativo común, las necesidades y capacidades de todos/as.
- Favorecer la autonomía.
- Favorecer la autoexpresión y la catarsis emocional.

5. AFECTIVIDAD Y SOCIALIZACIÓN.

La socialización es un proceso interactivo entre el individuo y la sociedad,


necesario para que el niño/a satisfaga sus necesidades y asimile la cultura del
grupo social en el que nace y para que la sociedad se perpetúe y se desarrolle.

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