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Autoconocimiento distorsionado y falsa autoestima

“Que te conozca, Señor, y me conozca” S.A.H.

La venda de la falsedad nos confunde

y nos muestra una falsa imagen

en el reflejo de un espejo

donde uno es humilde

o se hace soberbio.

“Los ojos de Narciso se descubren en el espejo de agua al que se aproxima para contemplarse, acaso sin encontrarse.”

Contrario sensu, comprenderse es mirarse con la mente, es ser consciente de sus cualidades identificando sus defectos.

Pese a que la singularidad puede parecer insuperable, la introspección bien practicada puede llevar a aceptarse en reto.

Así, tomar consciencia del ser escondido nos enfrenta a nuestras limitaciones en circunstancias y contextos cambiantes.

No obstante, bajo la apariencia superficial del yo van la mentira y las máscaras que velan nuestro potencial positivo.

Pese a ser subjetiva, la reflexión y valoración que tienen lugar a consecuencia del proceso de autoconocimiento no es
complaciente, sino objetiva, relativa a nuestras virtudes y la pugna efectiva entre la mismidad emocional y el yo soy existencial.

Fases del autoconocimiento: 1) autopercepción, 2) autoobservación, 3) autobiografía, 4) autoestima, 5) autoaceptación.

Por eso, responder al “Quién soy” y al “Cómo soy” se nos p lantea como un cuadro realista de fortalezas y debilidades para la
gestión resiliente de nuestras emociones, dándonos seguridad y ventaja al plantearnos objetivos claros y metas bien definidas.

Consejos:

 Ponte metas realistas y piénsate en positivo


 Acéptate como tarea y no te compares con nadie
 Hazte críticas constructivas con respeto y perdón.

Tareas: un diario autoconfesional y un balance de actividades no realizadas, y una lista de cualidades y defectos sin juicios ni
comparaciones. Tarea: Antes de acostarte, escribe 5 cosas positivas que te hayan pasado en el día. Tarea: Diseña y llena un
currículum vitae con las capacidades para las que estás hoy calificado.

Navarro Suanes, Marina (2009) AUTOCONOCIMIENTO Y AUTOESTIMA. Revista Temas para la Educación. Nº 5. Federación de
Enseñanza de CC.OO. de Andalucía. España.

Toda maduración entraña cambios a partir los éxitos y los fracasos, la satisfacción y las fluctuaciones en el grado de bienestar
psíquico se experimentan como imagen y concepto en progreso, a partir de personas, circunstancias y experiencias en que vamos
aprendiéndonos. Por eso, tener una autoestima positiva es de la mayor relevancia para la vida personal, profesional y social, pues
influye en el rendimiento y condiciona las expectativas, motivación y equilibrio psíquico.

Cómo nos gustaría ser o desearíamos ser está influenciado por la cultura en que estamos inmersos. El concepto de nuestra valía
personal y capacidades se basan en la acumulación de sentimientos, pensamientos, experiencias y vivencias tenidas a lo largo de
nuestra vida. Desde niños vamos construyendo nuestra propia imagen y autoconcepto acorde a los mensajes, que recibimos de
nuestros íconos y paradigmas que se convierten en los cánones que nos influyen.

COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA: a) el Cognitivo, que hace referencia a las opiniones, ideas, creencias, percepción y
procesamiento de la información recibida, o concepto que se tiene de la propia personalidad y conducta. b) el Afectivo, que
conlleva al reconocimiento de lo que en nosotros hay de positivo y negativo, sentimiento de lo favorable o desfavorable, que
siente de sí misma. c) el Conductual: Se refiere al modo de actuación e intención y de confrontación con nosotros mismos.

Factores que impiden un sano desarrollo emocional, intelectual y social: una baja autoestima, problemas económicos y
familiares, maltrato físico y psicológico. Falta de comunicación y/o incomprensión con la familia y el profesorado. Falta de
confianza y seguridad en si mismos.
TIPOS DE AUTOESTIMA: 1) Alta: esta persona vive, comparte, agradece, reflexiona, respeta a los demás, se abre a lo nuevo, actúa
honestamente, con responsabilidad, comprensión. Sintiéndose importante, tiene confianza, cree en sus decisiones y se acepta a sí
mismo y lo que hace, piensa y siente lo hace con independencia, afrontando positivamente nuevos retos con pensamientos
positivos y orgullo por sus logros y su “buen hacer”. 2) Baja: una persona así piensa que vale poco o no vale nada, se deja influir
por los demás y se mantiene en un estado de insatisfacción constante e innecesario deseo de complacer o miedo a desagradar,
evitando situaciones que le pueden provocar ansiedad o miedo. Sus pensamientos son minus valorativos: soy muy feo, yo no sirvo
para eso, tengo muchos defectos, los problemas me persiguen. No llegan a comprender que todas las personas son diferentes,
únicas e irrepetibles, por lo que se tienen por menos y echan la culpa a los demás y/o distorsionan o alteran sus pensamientos de
forma negativa: siempre suspendo, todo me sale mal. Se siente infeliz, triste, disgustado, frustrado porque las cosas no le salen
bien, está a la defensiva, y rechaza la propuesta de los demás.

La autovaloración del niño y su imagen depende de su relación con la madre y la forma en que lo valora su familia y los entornos
de integración. Una persona con autoconcepto limitado de sí mismo suele sentirse incómodo con su apariencia y tiene un deseo
excesivo por complacer a los demás, o se siente víctima de las circunstancias y de los demás. Por el contrario, una persona con
buen autoconcepto confía en sí mismo, no tiene temor a separarse de las personas, se siente bien frente a cualquier cambio, no le
tiene miedo a las críticas, se hace responsable de sus propias acciones.

Los datos muestran que, en las situaciones de violencia doméstica, las víctimas suelen poseer niveles muy bajos de autoestima.
Padres, madres, docentes o cuidadores indiferentes, que humillan, desprecian o se burlan de la víctima cuando pide ayuda o
siente dolor, se avergüenzan luego de expresar necesidad, soledad y miedo o confusión y se asusta y sienten aislados, culpables e
intimidados. Se atormentan con pensamientos y sentimientos que los mantienen en aislamiento soportando en silencio las
ausencias, las necesidades, el dolor y el miedo.

Es por esto que los padres y madres que dañan la autoestima de sus hijos no siempre, por lo general casi nunca, lo hacen
intencionadamente. La dificultad del caso reside en que ellos fueron educados del mismo modo, y se limitan a seguir un patrón
aprendido. La propia imagen se construye desde fuera hacia dentro, desde lo que puedan circunstancialmente pensar quienes nos
rodean, y no al contrario. Esto origina graves paradojas: una persona puede alcanzar una posición social o económica elevadas y
tener, no obstante, una baja autoestima. Los criterios mediante los cuales las personas se evalúan a sí mismas (o se sienten
evaluadas por otras) son culturales y han quedado establecidos como modelos que determinan una imagen pública.

Todos los hijos no son iguales y los padres y educadores deben ser conscientes de los distintos ritmos de desarrollo y los distintos
modos de aprovechar el tiempo en los planos académico y personal. También es preciso comprender que la mente de cada
alumno/a está llena de imágenes. Estas imágenes son tridimensionales: - La primera dimensión se relaciona con la imagen que el
alumno/a tiene de sí mismo. - La segunda dimensión se vincula con la opinión que el alumno/a tiene de sí mismo en relación con
otras personas. - La tercera dimensión se relaciona con la imagen de sí mismo como es y como desearía que fuera.

Cuando se trata a alguien como si fuese ignorante, es muy probable que, si no lo es, llegue pronto a serlo. Cuando alguien anticipa
un hecho, existen muchas probabilidades de que se cumplan en el llamado “Efecto Pigmalión” o “profecía autocumplida”, proceso
mediante el cual las creencias y expectativas de un grupo respecto a alguien afectan su conducta, hasta el punto de provocar su
confirmación.

Para aumentar la autoestima y el hay múltiples y variadas técnicas conducentes a ser más feliz.
La mayoría de estos programas utilizan distintas técnicas de aprendizaje, como la instrucción
verbal, el refuerzo, la imitación, el juego de roles o el modelado de conductas, para conseguir
que los niños adquieran nuevas estrategias de interacción y mejoren sus relaciones sociales.
Algunos de estos programas de intervención, pueden ser entre otros:
- Programas de intervención destinados a promover el desarrollo de la capacidades necesarias
para establecer relaciones sociales, como tener expectativas favorables hacia la interacción
con los demás, la empatía, la toma de perspectiva social, la cooperación, y la comunicación.
(López y cols., 1994).
- Programas de entrenamiento para la resolución de problemas sociales. Intentar ayudar al
alumnado a idear formas socialmente aceptadas y creativas de resolver los conflictos más
frecuentes que aparecen en las relaciones con los iguales: analizar la situación, generar
diversas alternativas, analizar la situación, generar diversas alternativas, analizar las ventajas e
inconvenientes de cada una, seleccionar la que se considere más adecuada, llevarla a cabo y
evaluar los resultados obtenidos.
- Programas de intervención para modificar las atribuciones que realizan los alumnos/as sobre
los compañeros. Pretenden modificar la interpretación y atribución de intenciones que
generan en sus relaciones con los iguales. Los alumnos/as rechazados, por tener estrategias de
tipo agresivo, tienden a malinterpretar la acciones de los otros (perciben como críticas las
sugerencias, atribuyen mala intención a un acto realizado accidentalmente, consideran
hostiles acciones neutras, etc.). El objetivo de estos programas consiste en entrenar al
alumnado para que perciban e interpreten las intenciones y acciones de los otros con mayor
precisión, dirigiendo la atención a la expresión facial y gestual de la otra persona, considerando
la relación con la víctima o fijándose en la reacción del compañero después del suceso.
- Programas de entrenamiento en habilidades sociales. Estos programas enseñan conductas
específicas para mejorar las relaciones con los compañeros, como aprender a iniciar una
conversación, acercarse a un desconocido, solicitar ser integrado en la actividad de un grupo,
hacer comentarios positivos a las opiniones de los demás, saber cuando intervenir o preguntar,
saber expresar adecuadamente un desacuerdo, etc.
- Intervenciones de apoyo. Hacen referencia a actuaciones destinadas a combatir la mala
imagen que pueda tener el alumno entre sus compañeros. Con frecuencia, los alumnos
rechazados, además de serlo, tienen bajo rendimiento académico, tienen problemas familiares
o necesitan apoyo. Pues bien, estos programas contemplan atender a esa problemática. Por
ejemplo, el entrenamiento en habilidades académicas suele tener un efecto beneficioso no
sólo en el rendimiento académico sino también en el autoconcepto y en la conducta general
del niño en la clase, lo cual, a su vez, influye en la evaluación social que el grupo hace del
alumno/a. Este tipo de intervenciones pretende cambiar la percepción que tiene el grupo del
alumno/a porque su mala imagen puede estar minando los esfuerzos que pueda realizar el
alumno/a para lograr mejores relaciones.
La amistad puede remediar los sentimientos de soledad e inspirarle confianza en sí mismo con
el consiguiente aumento de la autoestima y su repercusión positiva en las relaciones con los
compañeros.
BIBLIOGRAFÍA - Gillham L., Heber. “Cómo ayudar a los niños a aceptarse a sí mismos y a
aceptar a los demás”. Editorial Paidos.1991. (3ª ed.) - Hart Louise. “Recupera tu autoestima”.
Ediciones Obelisco, Barcelona. 1998. -Tierno Bernabé. “Psicología práctica de la vida
cotidiana”. Edic. Temas de Hoy SA, Madrid, 2001. - Alcántara, José A. “Cómo educar la
Autoestima”. Barcelona, Edit. CEAC S.A. 1993. - Bonnet,Vicente J. “Sé amigo de ti mismo
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mejora”. Barcelona. Ed.Martinez. ROCA.SA. - Shibutani, T. (1971). Psicología social y psicología.
Buenos Aires, Paidós.

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