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La intervención se puede resumir en:

- Establecer una metodología adecuada: actuar junto al adolescente para conocer su


estructura cognitiva, su modo de razonar y sus recursos. Esto facilitará la implicación
en la relación.
- Respetar el proceso continuo de crecimiento: establecer el nivel de respuesta como
algo en constante evolución, aprendiendo a descodificar los mensajes para facilitar la
dinámica del desarrollo.
- Realizar las evaluaciones con sentido funcional: comprender las respuestas del
sujeto como vías de información sobre la propia personalidad y no hacerlo de acuerdo
a parámetros preestablecidos, que facilitan el aislamiento.
- Establecer un código de comunicación: de tal manera que el adolescente pueda ser
motivado y comprendido.
- Proponer metas alcanzables: la función es prepararlos para la vida real, favorecer el
equilibrio entre dependencia e independencia y exigir en función de las potencialidades
reales y no según las apariencias.

El educador/a ha de moverse necesariamente en dos planos:

- El de la construcción de significados compartidos a través de la interacción social


conjunta sobre el contenido del aprendizaje.
- El de la construcción de significados a través de la interacción directa del alumno con
dicho contenido.

Las interacciones crean desarrollo, promueven evolución y cambios en las personas. Pero no
toda educación es promotora de desarrollo, sino sólo aquella que cumple ciertas condiciones:

- El alumno debe haber adquirido cierto nivel de desarrollo (Piaget).


- Las interacciones deben ser capaces de partir desde donde el alumno se encuetra y
llevarlo un poco más allá (Vigotsky).
- Esto no se consigue con una interacción esporádica y momentánea, sino que exige
una labor continuada.
- No basta con que el alumno tenga la suficiente madurez, y el educador competencia y
constancia, es necesario además, que el alumno esté motivado, que tenga interés y
que se sienta cómodo y confiado tanto en sus relaciones con las personas como
consigo mismo.

La figura del tutor reviste una importancia capital en la integración del adolescente en el
sistema educativo:

- Tiene a su cargo un grupo determinado de alumnos/as y se relaciona con otros


profesores para coordinar el trabajo docente.

- Se relaciona con los padres para informar sobre la evolución de sus hijos y a la vez
conoce las situaciones particulares que pueden surgir en la vida del alumno/a y que
pueden influir tanto en su rendimiento académico como en su desarrollo personal.

- Es una figura de confianza en su relación con el alumno/a, con una constante función
de profundización en el conocimiento de su personalidad, intereses y grado de
integración en el grupo, actuando como orientador y consejero tanto en la evolución
escolar como en las elecciones vocacionales o profesionales posteriores.

- Actúa como facilitador en la tarea de integración de la personalidad del adolescente.

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En la educación actual, la existencia de contenidos transversales en los que el foco de atención
se centra en la revalorización de contenidos sociales, ambientales y personales, favorece la
adopción de valores positivos en el alumnado y hace que la visión de la escuela como
institución alejada de la realidad pierda vigencia y sea reemplazada por la de una organización
que actúa en apoyo de las necesidades del adolescente.

Desde el ámbito de los servicios sociales, al igual que en el educativo, será también
condición fundamental conocer las características psicológicas de la adolescencia para realizar
una adecuada tarea.

En muchas ocasiones, el adolescente se enfrenta a situaciones desconocidas que lo


desbordan y que no sabe cómo resolver. Será función específica de los profesionales de
servicios sociales brindarle una orientación adecuada y acompañarlo en una actitud de guía y
apoyo.

Su realidad lo lleva a la búsqueda de experiencias nuevas y a descubrir por sí mismo un


mundo que se le ofrece como un gran secreto por desvelar, lo que le hará sentirse atraído y a
la vez inseguro. En una actitud de escucha, orientación y reflexión compartida, se deberá
actuar en grupos de esclarecimiento, de autoayuda o como facilitadores en su proceso de
crecimiento y desarrollo.

Las actitudes de respeto, compresión, reflexión y orientación serán las que ayuden de forma
efectiva para que el joven realice un tránsito adecuado y se incorpore a la vida adulta desde la
perspectiva de la responsabilidad.

CONCLUSIONES.

A lo largo de este tema se ha realizado un repaso de las diferentes teorías sobre la


adolescencia y se ha podido comprobar cómo los distintos autores inciden en unos
aspectos o en otros. Así, para el psicoanálisis el adolescente se encuentra en la etapa
genital y básicamente buscará la actividad sexual plena. Para Piaget, es el momento en
el que aparece la inteligencia formal, caracterizada por el razonamiento hipotético-
deductivo. Stanley Hall la describe como un periodo de constante fluctuación entre
tensiones, una etapa de “tormenta y drama”. Vigotsky, por su parte, incide en la
importancia de la interacción en el proceso de desarrollo y del valor de la colaboración y
guía por parte del adulto para alcanzar el nivel máximo de desarrollo potencial.

Se ha visto la importancia que juegan el ambiente y los factores genéticos e internos en


el desarrollo humano y cómo los cambios físicos que acompañan a la adolescencia y las
demandas socioculturales contrapuestas tienen grandes repercusiones en los ámbitos
psicológico, familiar y social. Se ha constatado, también, que el grupo de iguales puede
resultar un lugar acogedor donde compartir angustias y temores, pero también la
plataforma desde la que emprender experiencias arriesgadas.

Por último, se ha reflexionado acerca de las formas más adecuadas de afrontar la etapa
desde las instituciones educativas y los servicios sociales, siempre teniendo muy en
cuenta las características psicólogicas de esta etapa de transición a la vida adulta y la
necesidad de adoptar una postura de acompañamiento, orientación, escucha y reflexión
compartida en la resolución de los peculiares problemas a los que se enfrentan los
adolescentes.

BIBLIOGRAFÍA

- Arto, A. (1994): “Psicología evolutiva: una propuesta educativa”.


- Carretero, M.; Palacios, J. y Marchesi, A. (1995): “Psicología evolutiva 3: adolescencia,
madurez y senectud”.
- Fernández, L.; Funes, J. y Pellicer, A. (1980): “Psicología de la preadolescencia”.

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