Está en la página 1de 4

Yo no creo en un Dios CASTIGADOR, bastante castigo nos hacemos a nosotros

mismos con las culpas, los miedos, los rencores. Ese refrán que dice “El cielo y el

infierno están en la tierra” se refiere al daño que le hacemos a nuestra alma y a

quienes nos rodean, nuestras familias, las personas más importantes para

nosotros porque vivimos con ira y rencor que no son otra cosa que miedo, y luego

la culpa odiosa que nos retuerce y provoca ansiedad.

Nos hemos vuelto una sociedad de ansiedades porque hemos permitido que el

miedo sea nuestro motor.

He abrazado con pasión muchas ideas, las cuales me pusieron en un lugar de la

vida, una vereda y todos(as) aquellos que iban por la otra vereda no merecían mi

simpatía, tiempo o respeto, tan equivocada he vivido.

Mi corazón siempre ha tenido claro que no soy mejor a nadie, que solo soy

diferente en algunos aspectos, siempre las artes y la naturaleza me han hecho

explotar de alegría y me han demostrado que soy parte de un todo maravilloso.

En esta búsqueda de mi yo interior, me he reconciliado con Dios y él conmigo, me

reconcilié con mi riqueza, y es que de pequeña yo sentía que era tan rica, pero

como se me enseñaba que estaba mal ser soberbia, debía ser humilde, afirmaba

“Yo soy casi rica”, y todo mundo reía.

He realizado un ejercicio de visualización para tratar de entender esa fobia al

dinero, pensando que es malo, que corrompe el espíritu, que no sabré administrar

grandes cantidades, entre otras tantas creencias que he tenido, y es que he sido

la amante tóxica del dinero, tratando de controlarlo hasta asfixiarlo, celándolo

cuando está en otras manos y no las mías, despreciándolo, en fin, se reirían de

buena gana si lograsen estar en la película de mi cerebro cuando hice este

ejercicio del dinero y su anagrama como mi pareja.

¿Por qué todos estos pensamientos míos?, entonces quise saber si tenía que ver

con alguna lealtad hacia mi padre, que en honor al gran amor que he sentido por

él, yo no deseaba ser próspera y millonaria. Pero me he sorprendido, en el


ejercicio quien se ha sentado junto a mí, en la banca, ha sido mi abuelo materno y

me ha contado su historia, de su linaje tengo una veta de pirata, la cual para ser

honesta siempre me ha gustado, no sé si por ver tantas películas que han

romantizado a los personajes, ya que, salvo el Capitán Garfio, todos los otros han

sido muy agradables.

Y dirán ¿qué tiene que ver con Dios el dinero?, pues, claro que tiene que ver y

mucho, somos albaceas de este universo y lo hemos heredado, yo no les voy a

poner versículos o capítulos, pues para mí, lo importante no es ese dato, sino, el

camino que se recorre en la vida, las cosas de las cuales nos empapamos y por

las cuales logramos sentir tanta pasión, tanto amor, tanta plenitud que los ojos

brillan como verdaderas estrellas en el firmamento.

Y es que todo, todo tiene que ver con Dios, con esta energía vital que nos impulsa

a realizar muchas cosas, y cuando nos escondemos por miedo, culpa, o porque

hemos olvidado el don que tenemos, y nos volvemos seres tristes, realizando

tareas que no nos satisfacen, pero ponen el pan en la mesa.

No es crítica, es una afirmación, pues, por lo menos a mí me ha pasado, a veces

he sentido que me ahogo y no puedo respirar. Cuando uno realiza la actividad que

le gusta y apasiona, pese a sentir cansancio, existe satisfacción, la vida te

sorprende diario.

Yo quiero vivir con el alma de niña, cuando todo era sorpresa, yo descubría

caminos por donde nunca el hombre había pisado(imaginación), era feliz viendo

salir el sol o esconderse, cuando cantaba, bailaba y soñaba a lo grande, cuando

trepar un árbol era toda una proeza, darme volteretas o saltar de un techo a otro,

¡Ah, qué tiempos aquellos!

No es porque esos años fueron mejores, es más bien que yo fui una mejor versión

de mi misma, era agradecida, me sentía bendecida, y sentía a Dios en plenitud.

Mientras metía mis pies en una poza pequeña y comíamos melones enanos

buscando oro en las piedras que brillaban con mi hermana. Mi padre y hermanos

jugaban una pichanga cerca.


Cuando mi madre organizaba actos infantiles en casa, y junto a mi familia y

vecinos(as), descubría la poesía, la actuación, el baile.

He amado leer, pero también he sido tóxica con la lectura, no he logrado soltar los

libros que me han gustado hasta que he terminado la última página, y es por eso

que mi loca imaginación se ha disparado.

Cuando la gente habla suelo imaginar la escena de lo que cuenta, a veces eso es

divertido, otras, es bastante asqueroso.

Ahora con todos estos talleres de Empoderamiento que he estado tomando, lo que

me surge y resuena, es el amor de Dios que me susurra al oído que quiere que

sea inmensamente feliz, en algunos hablan de energía, para mi es Dios, no el que

te castigaba si decías una mentirilla piadosa, no un hombre que te mira desde lo

alto juzgando cada cosa que haces, y no el que te condenaba al infierno eterno.

Mi Dios siempre ha sido amorfo, pero es un todo, está en cada inhalación y cada

latido del mundo, es todo luz, armonía, amor, siempre paciente, esperando que yo

lo reconozca, que le hable, que le escuché, en susurros a través del viento, la

lluvia, el sol, los árboles danzantes, la vida, y aquí estoy como hija prodiga

retornando a su abrazo, envuelta en su infinito amor, sostenida.

Creo firmemente que nuestras mascotas son nuestros ángeles que a veces nos

dejan con la boca abierta con sus acciones, y decimos “les falta hablar”, en vez de

decir, debemos imitar su accionar, esta es una gran lección.

Saben que hago yo cuando me ahogo, o siento mi alma desamparada, estoy triste

o desesperada, camino y hablo con el viento y le pido me acompañe, me dé un

susurro en el oído, logre percibirlo en mi rostro, y vea los árboles bailar, lo mismo

cuando soy inmensamente feliz que siento que voy a explotar en miles de

chispitas de colores, bailo, bailo con la naturaleza a mi alrededor, agradezco a mis

padres haberme permitido estar cerca de la naturaleza, respetarla, valorarla.

Se puede modificar, siempre podemos borrar lo aprendido y reaprender, depende

de cada uno tomar la decisión de cambiar, pero se debe ser constante,

perseverante como cuando aprendemos a andar en bicicleta, no importa el miedo


que nos dé, o las veces que nos caigamos, finalmente lo logramos, y que

triunfadores nos sentimos.

Te cuento un secreto, he aprendido a encontrar la magia en mi propio cuerpo, es

que es una maravilla como esta sincronizado perfectamente, y has visto que no es

compacto o duro, sino que es delicado y frágil, ¿no nos enseña nuestro propio

cuerpo encontrar a Dios?, todas las creaciones que podemos hacer, con nuestras

manos, mente, ingenio, es increíble todo lo que somos.

En la naturaleza, una canción, en los ojos de mi perra, en todo lo que me rodea.

He comenzado a hacer un trabajo de consciencia, y es que siempre me he

inclinado a creer en lo no convencional, me encanta la meditación, y percibo mi

energía desde muy pequeña, solo que la he escondido por miedo a no encajar.

algunas mujeres entenderán la analogía con el parir, y no lo digo por las

contracciones, y los dolores del parto, sino a ese instante en que ponen a esa

pequeña creatura en tus manos y lo hueles, lo miras, lo besas y lloras porque es

tanta la emoción, y para ti es tan perfecto(a).

Quien vio Simba puede en esa parte que dice: “SIMBA, ¿Quién eres?, no olvides

quien eres” y sale el padre en una nube, pues a mi juicio es una analogía de Dios,

cuestionándonos y diciéndonos que no olvidemos quienes somos.

También creo que muchas personas con las que nos topamos en esta vida son

nuestros ángeles, llegan en el momento justo, preciso para ayudarnos, darnos

mensajes, la Momo ha sido un ángel, al igual que la Pao y mis Mosqueteras.

Cuando uno se compromete a una actividad grupal, es importante ser más

precavido y cumplidor porque no sólo estarás afectando tu realidad sino la de las

demás personas del grupo y eres copartícipe de su realidad.

También podría gustarte